Víctor Gómez Pin
He de reconocer que sigo sin conocer las reglas no escritas que rigen esta modalidad de dirigir la palabra a los demás que constituye el mantener un blog. Hace ya un tiempo decidí volver a dónde había empezado: una reflexión estrictamente filosófica (que de hecho siempre había sido subyacente), centrada incluso en la filosofía fundamental, la ontología y aun la ontología en forma de filosofía de la naturaleza.
Como la filosofía de la naturaleza se ha sustentado siempre en la física o ciencia natural del tiempo del filósofo, desde hace semanas, intento realizar una síntesis de la disciplina científica más innovadora del siglo XX y quizás de la historia de la ciencia, la Mecánica Cuántica, de la cual se extraen corolarios que subvierten radicalmente nuestra concepción del orden natural. Efectuar una suerte de génesis conceptual de la Mecánica Cuántica me ha parecido un primer paso para un discurso filosófico sobre los fundamentos últimos del entorno natural. Por otra parte defiendo (no se si contra viento y marea) que las cuestiones filosóficas son asuntos que a todos conciernen, y que no es ocioso introducir la filosofía pura y dura en un medio abierto al público en general.
En esta tesitura voy pues a continuar: filosofía pura y dura. Ello no es óbice sin embargo para que de cuando en cuando introduzca alguna digresión sobre aspectos políticos, sociales o literarios.. Tal era desde luego el caso del texto anterior en el que transcribía la tremenda reminiscencia de James Joyce sobre la brutal actitud de los profesores del colegio de la Compañía de Jesús en el que el profesor se educa. Tal será quizás tambien el caso también el caso de las entregas que seguirán inmediatamente.