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La muerte y el paraíso interior

Rafael Argullol: El arte ya no recoge solo la dignidad o el honor de la vida efímera, sino que tiene que preocuparse también por recoger las expectativas, ilusiones, esperanzas y quimeras de una vida nueva, de otra vida, de una metempsicosis, de un retorno al mundo de las ideas como lo dice Platón.

Delfín Agudelo: ¿Y cuál fue, entonces, el efecto?

R.A.: Cambiaron por completo las expectativas de ese gran documento de la vida del hombre que es el arte. Si nosotros ya no solo en Grecia estudiamos las repercusiones  de las concepciones en los documentos del arte, nos daremos cuenta de que sus intereses y actitudes varían en relación a esto. No es lo mismo el monopolio de la inmortalidad a través de la memoria, que es el caso de la épica homérica, que un arte como la Divina comedia de Dante, en el cual hay una clara afirmación de la existencia de un mundo interior. En la Divina Comedia la inmortalidad no viene tanto a través de la memoria y de los hechos pasados sino de encontrar un paraíso interior. Como lo dice bien en la comedia y muchos documentos todo el mundo cristiano medieval. Pienso que la tragedia está colocada justo en el momento en que lo que era esa concepción homérica o clásica, antigua, y que se concretaba en la idea del arte hijo de Mnemosina, hijo de la memoria, como vehículo de la inmortalidad, pasa a una nueva concepción en que el arte tendrá que tener en cuenta las expectativas de futuro de nueva o nuevas vidas, o las expectativas en que la parte espiritual del hombre sea mucho más importante que la cultura. En el caso de los pitagóricos y el último Platón desatan con toda su fuerza y luego tendrán tanta influencia. Evidentemente después de la tragedia, en el siglo IX a.C., el hecho de que se rompa el mundo de las polis griegas y se dé lugar al cosmopolitismo alejandrino, al cosmopolitismo helenista, aún va a provocar una mayor atomización de las concepciones de muerte, y diría yo una función mucho más multilateral del arte como documento.

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20 de abril de 2010
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Elogio de la partida

 

 

Me falta el viaje al fondo de la noche. Me faltan viajes. También me falta reposo. Me faltan cosas, no soy como Mallarmé, ni he leído todos los libros. Y la carne no me parece triste. Es decir, algunas veces la carne es alegre, dan ganas de comérsela. Me voy de París, no es verdad que no se acabe nunca. No ha sido fácil irse pero el viaje promete. Coche de vuelta y en compañía de Juan Villoro y Margarita, buena pareja para viajes imprevistos. Quedarse "colgado" en París. No ha sido la primera vez, una vez fuimos muy jóvenes y nos quedamos literalmente "colgados". No sigo porque ya he repetido muchas veces que la nostalgia no es lo que fue.

Cuando dejo París me cuesta menos hacer un elogio del pesimismo. El libro que han publicado "Barril y Barral" sabe reírse de los tiempos, también del pasado. Ha sido, es, una buena guía para no caer en inútiles melancolías, al menos no salir de ellas con una sonrisa. Me voy de París, abro el libro y me encuentro con unos versos de una canción de Chonderlos de Laclos: "Alejado de la belleza que uno adora / No se logra imaginar días felices".

Sí, me voy, pero estuvo bien. El volcán nos dejará contemplar de nuevo las estrellas. Me voy, con el último texto que en este "elogio del pesimismo" hace Jean d´Ormesson:

"Por muy extraño que pueda parecernos, después de nosotros el mundo seguirá girando. Sin vosotros. Sin mí. Con altibajos, pero continuará. Y no se contentará con hacer que nuestros sucesores sean más felices de lo que nosotros fuimos en medio de nuestros dramas. Ya lo sabéis, el paraíso no va a aparecer mañana. El infierno tampoco"

De vez en cuando París también se acaba. Hay viaje por delante.  

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19 de abril de 2010
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Los carmelitas calzados

Ojos atentos, tímpanos especializados en el sonido escurridizo del desvío de recursos y uniformes de un color marrón, casi tierra. Son los ?carmelitas?, un verdadero ejército de inspectores que en los centros de producción velan porque el robo no se lleve lo poco que nos queda. Funcionan como un cuerpo de protección no subordinado a la administración del centro laboral donde se les ubica y responden -como soldados- a una estructura superior de ordeno y mando.  Reciben a cambio un mejor salario, algunos kilogramos de pollo cada mes y esa apetitosa merienda que revenden en el mercado negro. Constituyen la nueva tropa de auditores, en un país donde los empleos no se miden por lo que se gana sino por lo que permiten sustraer hacia el mercado negro. Estos controladores permanecen poco tiempo en cada industria, para evitar que hagan relaciones con los empleados y puedan caer en cadenas de corrupción. En las fábricas de tabaco, deben registrar a los torcedores para que no saquen ?entre sus ropas- las hojas o los puros ya terminados; en la Planta de Suchel del municipio Cerro se ocupan de buscar entre los bolsos de los trabajadores los extractos de champú o de perfume; en medio de la carretera chequean que cada pasajero de un ómnibus tenga su boleto legal y en Río Zaza debieron impedir que salieran las bolsas de leche o el concentrado de tomate. Entrenados para comprobar sellos, cerrar candados y anotar los productos existentes en un almacén, no han logrado sin embargo detener los constantes desfalcos. Imposible parece la tarea de crear burbujas de eficiencia y control en una Isla donde saquear al estado es una práctica de sobrevivencia. La cuestión es que el gobierno sabe que la gente roba en cada centro de trabajo, pero también comprende que cerrar todos los caminos del desvalijamiento crearía un clima de mucha tensión social. Hasta ahora, la vista gorda ante la sustracción era una manera de mantener tranquilos a los infractores para que no fueran a demostrar su inconformidad de otras maneras más públicas. La mayoría de los ciudadanos es consciente de que aplaudir o callarse evita que investiguen sus vidas y salga a la luz el sustento ilegal del que se nutre su familia. La permisibilidad de la malversación ha sido durante largos años una eficiente moneda de cambio de la docilidad. De ahí lo difícil de erradicarla sin dinamitar el propio sistema. Los ?carmelitas? no podrán evitar que se sigan sustrayendo recursos, porque la corrupción es la savia que nutre ?fundamentalmente- a quienes mandan hoy las huestes de la auditoría hacia las calles. p.d Recomiendo leer el artículo de Esteban Morales “Corrupción: ¿La verdadera contrarrevolución?”

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19 de abril de 2010
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‘Postpo’

Vuelvo a hablar de cine en primera persona la semana en que se presenta al público por vez primera, en el festival de Málaga, ‘El dios de madera', que los lectores más memoriosos de este blog quizá no hayan olvidado. La película, la segunda realizada por el escritor con apetencias de cineasta que soy, me sacó gozosamente de mis casillas literarias, y ya conté en este mismo espacio cibernético mis preparaciones, mis anhelos, mis disfrutes, alguna de mis dudas, pocos de mis sufrimientos, compartiendo con los lectores fieles de El Boomeran(g)  -a los que nunca olvido aunque no les conteste-  las imágenes, los relatos y hasta los accidentes del rodaje en Valencia, incluyendo el más aparatoso de todos los sufridos, que no fue un accidente de cine sino de cómic. Ustedes ya me entienden.

     Luego mantuve un silencio de postproducción, por así decirlo. Volví aparentemente a mi ser primordial, el de escritor, y ocupé mi hueco (mi "nicho", como ahora se dice en la prensa, en esa ignorante traducción literal del término inglés "niche") aquí y en otros espacios de publicación periódica con textos de opinión, de viaje, de crítica; saqué hasta el tiempo de escribir tres largos textos literarios, uno sobre Jane Bowles, que acaba de aparecer, y dos prólogos a Henry James y Juan Benet que están a punto de ser publicados en los libros correspondientes (‘Eugene Pickering' por la nueva editorial Contraseña, ‘Teatro Completo' por Siglo XXI).

    He dicho aparentemente, ya que en todos esos meses, desde mitad de octubre hasta mitad de febrero, estaba montando y haciendo las mezclas de ‘El dios de madera', codo con codo con personas más sabias que yo en los distintos apartados de los que eran responsables y a la vez muy permeables a mis indicaciones o propuestas, en un ejemplo de trabajo de colaboración permanente que le da al cine su furor y su misterio, en palabras del poeta. Terminado el montaje, la sonorización y la colocación de la música, la extraordinaria música de Luis Ivars que acompaña ‘El dios de madera',  revisada en todos sus pormenores la imagen, y supervisada minuciosamente la calidad de las primeras copias tiradas, ahora llega a las pantallas de Málaga la cosa-en-sí.

    No voy a hacer propaganda del resultado de mi trabajo, ni tampoco autocrítica o ante-crítica (como se hacía antes en el teatro) de la película, por mucho que hacer crítica  -de cine, de libros, de arte-  haya formado parte de mi paisaje consuetudinario. El cuerpo de ‘El dios de madera' está listo para pasar revista. Mañana me gustaría hablar aquí un poco de su alma.

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19 de abril de 2010
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La letra ya no entra ni con sangre

No le había visto en los últimos cinco años. Comparto con él la inicua pasión libresca, esa bibliopatía que nos ha llevado a acumular toneladas de libros cuya lectura ocuparía cinco largas vidas. Tenía muy buen aspecto y estaba sumamente simpático. Sólo en un momento de la conversación, justamente cuando tratamos sobre los libros, mostró cierta preocupación. Coincidimos en que nadie pone ya en duda que nuestras bibliotecas personales, conjuntos de diez, doce o quince mil volúmenes, son ya las últimas que podrá poseer un particular. En el futuro será cosa de locos o de millonarios reunir en casa más de mil libros. Mi generación es la última que ha logrado tener al alcance de la mano la totalidad del saber y de la literatura. La electrónica y el precio de la vivienda, aquí y en todo el mundo, matarán las grandes bibliotecas particulares.

    Muy contrariado me dice que los libros le están costando mucho más caros que la familia que nunca tuvo. Una parte la guarda en el piso de su propiedad, pero ha tenido que alquilar otros dos para disponer el resto. Gasta todo lo que gana en su biblioteca. Otro amigo mío se vio obligado a alquilar su piso lleno de libros para poder seguir pagándolo. El inquilino convive con ellos, por cierto, muy a gusto. Otros amigos se han ido a vivir a lugares casi salvajes para poder disponer de espacio libresco.

    Quienes padezcan esta pasión carísima y postrera se divertirán leyendo "Bibliotecas llenas de fantasmas" que ha editado Anagrama. Su autor, Jacques Bonnet, sufre la misma enfermedad y los mismos temibles conflictos. ¿Y por qué razón soportamos tan terrible losa? ¡Qué pregunta más ociosa! Cuenta Bonnet que en las carretas que llevaban a los nobles franceses a la guillotina, cierto testigo pudo observar a uno de ellos perfectamente ajeno a su muerte inmediata, apenas apoyado en las tablas laterales y leyendo absorto un libro en octavo. Y así subió al cadalso, sin dejar de leer y pasando página.

    ¡Lo que daríamos cualquiera de nosotros por tener ese libro en nuestra biblioteca!

 

Artículo publicado el domingo 18 de abril de 2010.

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19 de abril de 2010
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Las cenizas del volcán

Islandia, 313.000 habitantes, algo más de 100.000 kilómetros cuadrados, plenamente independiente desde 1944, situada más cerca del continente euroasiático que de Norteamérica, ha sido siempre muy suya. Pero por dos veces, y con motivos tan dispares y sin relación alguna como el funcionamiento de sus bancos y el régimen de sus volcanes, los europeos hemos podido comprobar que pertenecemos al mismo club que los islandeses. Durante un largo tiempo a éstos no les ha interesado nuestra moneda ni nuestras instituciones políticas, conformándose, que no es poco, con la pertenencia a la OTAN y al espacio económico europeo. Pero de pronto, la quiebra de sus bancos y la erupción de uno de sus volcanes nos ha hecho sentirnos a unos y otros, islandeses y europeos, parte de un conjunto común. Los activos tóxicos y las cenizas volcánicas han unificado súbitamente sensaciones y sentimientos, han disuelto fronteras y obligado a concertar políticas financieras y de transportes.

Todos los países europeos son muy suyos, aunque las islas se llevan la palma. Solemos mirarlas con suspicacias ?y más a las británicas, porque están más cerca, que a la remota Islandia?, sin darnos cuenta de que con mayor frecuencia de la deseada hasta el más continental de los socios europeos alberga un corazón euroescéptico y quiere sentirse y actuar como una isla. Las oportunidades para observar cómo el continente europeo se convierte en un archipiélago de naciones ensimismadas se repiten una y otra vez en el momento en el que el planeta entero experimenta uno de los mayores desplazamiento de sus plazas tectónicas geopolíticas de la historia. Coleccionamos una detrás de otra las pruebas de esta fragmentación terminal que está liquidando a Europa después de 500 años de hegemonía: dejamos de existir en la Cumbre del Clima en Copenhague; hemos arrastrado los pies para acudir en auxilio de Grecia, que quiere decir en auxilio del euro; ni se nos notó en la Cumbre sobre la Seguridad Nuclear de Washington. En las mismas horas surgen como continentes emergentes los BRIC ?Brasil, Rusia, India y China? reunidos en Brasilia por segunda vez en una cumbre de jefes de Estado, en la que se nos ofrecen como espejo para nuestra molicie. Nos están superando con sus economías y nos van a superar con su voluntad de poder y su nuevo protagonismo político planetario. Pero los europeos no nos inmutamos. Para qué dedicarnos a resolver nuestros problemas reales cuando tenemos tantas oportunidades para encontrar problemas donde no los hay que ocupen el tiempo muerto de nuestros políticos y periodistas y sirvan para hipnotizar a nuestros ciudadanos. Así se compone la psicología de una decadencia. No hay que ir muy lejos para verificarlo. Cabe pensar incluso que en ningún otro sitio como en nuestro país se verifica mejor esta hipótesis. Las tres causas contra Garzón por prevaricador y el proceso contra el Estatuto catalán por inconstitucional son los últimos avatares de esta cucaña. Aunque idéntica artificialidad podría aplicarse también en buena medida a las iniciativas del magistrado de la Audiencia Nacional sobre la guerra civil y a la accidentada reforma del Estatuto de Cataluña. No hay que olvidar que lo que empieza como una frívola confrontación de empecinamientos suele terminar en peligrosas embestidas. Si atendiéramos a la letra de la tonada que canta la derecha española en ambos casos se diría que estamos de nuevo en puertas de lo de siempre, lo nuestro, la cosa fratricida, la historia de España que siempre termina mal. Pero por suerte estamos bajo el volcán islandés y en la globalización europea, por más que desde la mirada exterior sean difíciles de entender nuestras inciviles batallas judiciales. (Quienes lo entienden todo muy bien, por cierto, son nuestros viejos amigos neocon, obsesionados con la eventualidad de que algún día una jurisdicción penal universal pueda atender a las denuncias y perseguir los crímenes de guerra, genocidios y delitos contra las personas que no son atendidos por la justicia de los países donde se han cometido. El escarmiento contra Garzón, no por prevaricador en España, por supuesto, sino por perseguidor de Pinochet, deberá servir de ejemplo a jueces y gobiernos a partir de ahora). Pero éstas son derivaciones cosmopolitas que no interesan a los isleños empecinados. Aquí estamos en la pelea, por más que las cenizas del Eyjafjalla nos bajen a unos y a otros de nuestras respectivas abstracciones para confrontarnos con las dificultades tangibles de un desempleo al 20 por ciento y de los recortes en las inversiones públicas y en las políticas sociales.

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19 de abril de 2010
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Conversaciones al pie del taller

 
Es probable que el escritor sea el pretexto que tiene un libro de convertirse en otro. Pero el taller, se dice aquí, está hecho de escritores que estudiaron en algún taller y enseñan ahora técnicas de escritura a jóvenes escribas que conducirán otro taller. Hasta hay, se dice, una literatura que lleva el aire de fábrica del taller literario.  Hace unos años, los poetas repetían que el único modo de publicar un poema en el New Yorker era mencionando la palabra agua. En cambio, mi viejo amigo Christopher Middleton en uno de los poemas que le ha publicado la revista, menciona a Dios en español; como si sólo fuese posible citarlo en esta lengua.  Ya que estamos en ello, recordaré que el New Yorker tuvo una reunión editorial para evaluar la publicación, por primera vez en su historia, de la palabra “shit.” La usaba Gabriel García Márquez en un capítulo de Cien años de soledad  que tradujo Gregory Rabassa, y la revista quería publicar. Los editores, impecables, la admitieron.
 
Algunos interlocutores de esta bitácora me han hecho llegar comentarios y noticias a propósito del taller, y consigno algunos para prolongar la conversación.
 
Propuesta de Juan Andrés:
 
"La poesía es un árbol sin hojas 
que da sombra."
(Juan Gelman) 
 
Un verso que lleva todas las vocales, es casi una provocación. Siempre he creido que Rubén Darío se hizo poeta al descubrir en su nombre todas las vocales, casi el idioma entero en las manos.  Y es notable cómo el pie quebrado grafica el sentido de lo dicho, en este caso, la sombra. Lo otro es el eco anagramático: que da sombra, ¿o queda sombra?  ¿O que asombra?  Y, luego, el taller favorece las variaciones de estilo: Sombra sin hojas/ árbol es/ la poesía.  O tambien: Sombra da un árbol, hojas de la poesía.
 

Comentario de Abelardo Martínez:
 

“Puedo entender un taller de narrativa, de novela, donde se le pueden dar las pautas al alumno de como hilvanar una historia, de como jugar con los tiempos, etc. Ahora bién, un taller de poesía es algo muy complicado. En Noviembre pasado, impartí uno, de forma solidaria, en la mayor prisión de Europa, que es la de Picassent, ante treinta y cinco reclusos, miembros del grupo de lectura de la cárcel. No me llevé ni papeles, ni esquemas ni nada por el estilo, improvisé como siempre hice. Leer textos, hacer que recitaran, hacerles ver que en la poesía nada está escrito, salvo los sentimientos personales, las vivencias y las formas de soltar nuestros demonios. Me acompañaron amigos escritores, que tambien les daban alguna charla magistral sobre literatura, incluído un Premio Nacional de poesía. Lo pasaron bien, muy bien. Fruto de aquellos talleres, nació el libro Poemas desde la prisión, que este año está muy dignamente en la Feria del libro de Valencia. Gracias a ese taller, al proyecto, un recluso cumpliendo condena, estará el día 25 de Mayo, firmando ejemplares del libro, que lleva mi firma. En la caseta de la organización. A su lado, estará firmando tambien ejemplares de su libro el escritor Fernando Delgado. Este hecho, es la primera vez en la historia que ocurre. Todo, todo este proyecto solidario, cuyos beneficios van para una noble causa en la prisión, surgió a raiz de ese taller que impartí sin tener ni puñetera idea de como se imparte un taller de poesía; pero que fue precioso, ya lo creo.”
 

Extraordinaria historia: la poesía le permite a ese recluso dejar la prisión y firmar la antología que lo incluye. Le debe al poema ese día de libertad. Que la poesía abra las puertas de la prisión es algo que sólo ocurre en la poesía.  El taller de escritura se debe al lugar donde se produce, está situado en su contexto, para excederlo. Por eso, siempre he creído que la poesía pertenece a un tiempo verbal futuro. Al leerla se actualiza, pero acontece en el porvenir, donde las palabras hacen nuevo ámbito.  Varios escritores norteamericanos han formado parte de proyectos culturales dedicados a los presos, que incluyen el taller de escritura. En Lima, la poeta Rocío Silva Santisteban promueve un concurso de escritura creativa entre los presos.  Pero lo que cuenta Abelardo es único.
 

Los poetas Ernesto Cardenal y Claribel Alegría, que hace unas semanas celebraron sus 85 años de entusiasmo intacto por la poesía, son responsables de haber hecho de la poesía una forma cotidiana, en buena parte desde los talleres, con los que han mejorado la calidad de vida en Nicaragua. Claribel me contó en Managua del taller para niños enfermos de cáncer que Cardenal sostenía con donaciones del exterior. Un niño había escrito un poema que llamó el Poema de los No, que recuerdo así:
 
No a la guerra
No al hambre
No a la violencia
No quiero morirme.
 

Taller de Pablo Torche
 

Torche es uno de los jóvenes narradores que encontré explorando las nuevas rutas del relato chileno para la Cátedra Chile que dicté en Salamanca en enero.  Sus cuentos están escritos con un desenfado nuevo, que busca abrir espacio en la asfixia literaria del país. Su primera novela, Acqua alta, es una historia de amor en Venecia, hecha desde varios estilos parodiados, desde Borges hasta Bolaño, casi un taller narrativo sobre como encontrar ante los modelos establecidos una línea de fuga que sea de recomienzos.  Uno de los capítulos está hecho enteramente de citas apropiadas, recortadas por la máquina de podar narrativo.
 
Su empresa,  no se basa en la práctica serial de la literatura conceptual, tal como la practica el argentino Pablo Katchadjian en sus libros El Martín Fierro ordenado alfabéticamente (07) y El Aleph engordado (09), operativos de un taller-post; esos textos ilustres son reordenados por una intervención  metódica, que desmonta el monumento cultural con la objetividad gratuita de un lenguaje transaliterario. Torche, en cambio, actúa por saturación, para desbrozar el bosque escrito y encender su propio fuego.
 

Este es el problema de la sociedad chilena ahora: valoramos sólo lo racional, lo concreto; en el fondo, lo literal. Por quedarnos con estas pequeñas verdades literales, perdemos el sentido más profundo. Por eso a Chile le cuesta ahora reconocerse a sí mismo, se siente extraviado, enrabiado, herido", ha dicho al diario La Tercera. En el blog Panikocl, Antonio Díaz Oliva le pide su opinion sobre la literatura chilena actual, y Torche responde: “Es magra. Es bonito decir lo contrario, pero nadie se lo cree. Quizás en poesía es más fuerte, más variado, más exploratorio. Pero en narrativa estamos en anorexia, y ni siquiera desde un punto de vista súper literario o cultural, sino simplemente de escritores que tengan un grupo de lectores, gente que los lea, los disfrute: son poquísimos, todo el mundo sabe eso.” La próxima pregunta se impone: Y el efecto que ha tenido Bolaño en el último tiempo, ¿qué te parece?” Creo, responde Torche, que la influencia de Bolaño ha sido excesiva. Eso es típico de Chile, la búsqueda del padre, una especie de referente, y cuando lo encontramos, nos subimos todos al carro, sin ningún pudor. Y resulta que ahora tenemos mucho “bolañito”, algo medio desvergonzado. “Maten a Bolaño” como dijo Gombrowicz al irse de Argentina.”  Lo dijo de Borges, como quien recomienda el suicidio. Sólo que en el caso chileno ya no se trata de Bolaño sino de su figura.
 

No me extraña, por todo esto, que Torche hable desde su propio taller literario, incluído en una idea del Taller, que en Chile es uno de los pocos espacios de respiración para los escritores jóvenes.  Ese mapa de talleres está articulado por el planeta rotante de blogs, donde predomina una crítica ardorosa y feliz, o sea, de buena salud. Está por escribirse el papel fundamental que los talleres literarios jugaron en los años de la dictadura y a lo largo de la transición chilena. Varios de ellos fueron modelos, más que de escritura, de lectura crítica, que de eso se trata, ayer y hoy: de la puesta en crisis de las formas de lectura dominante y de los modos de reproducción validados. 

  

  
 
 

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19 de abril de 2010
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George Orwell escribe a Barack Obama

Namir Nur-Eldin, 22 años, fotógrafo iraquí contratado por la agencia Reuters, y Said Shamaj, 40 años, su chófer, cruzan una calle de un suburbio de Bagdad con un nutrido grupo de hombres desarmados. Poco antes han pasado por el lugar dos tipospertrechados con sendos fusiles, pero nadie en el grupo lleva armas. De pronto, un helicóptero Apache dispara y deja tendidos en el suelo, muertos o heridos, a todos cuantos andaban por la calle. Al poco irrumpe una camioneta, salen dos hombres que intentan transportar a uno de los heridos. El helicóptero dispara otra vez, ahora a la camioneta, que se desplaza violentamente por el impacto del ametrallamiento. Poco después llega una patrulla de soldados norteamericanos a pie, acompañados de blindados, que encuentran dos niños heridos en el asiento delantero de la camioneta y se los llevan en brazos. Uno de los blindados pasa por encima de uno de los cuerpos, el de Namir, que todavía se hallaba con vida, según explicarán posteriormente algunos testigos de la matanza que han podido atisbarla desde algún portal o ventana del vecindario.

Estos hechos, en los que murieron 12 civiles, ocurrieron el 7 de julio de 2007, siendo presidente y comandante en jefe George W. Bush, y secretario de Defensa, Robert Gates. Se han conocido en toda su dimensión el pasado 5 de abril gracias a una grabación realizada por el Ejército de Estados Unidos, en la que se pueden escuchar las conversaciones entre la tripulación de la nave y su mando militar, así como las autorizaciones para disparar a los civiles indefensos y a los dos trabajadores de la agencia de noticias Reuters. Puede haber decenas o centenares de grabaciones similares, pero si ésta se ha conocido ha sido porque una fuente anónima la ha sustraído de los archivos militares y se la ha pasado a Wikileaks, una organización periodística independiente dedicada a difundir filtraciones. Robert Gates, secretario de Estado con Obama, ha rechazado la apertura de una nueva investigación y ha lamentado la publicación de estas imágenes fuera de su contexto. La grabación ha sido vista en YouTube por más de seis millones de personas a la hora de escribir estas líneas, el pasado jueves. Su impacto en la opinión pública árabe es en estos momentos similar a la obtenida por las fotos de Abu Ghraib donde se observaban las sevicias y torturas a que eran sometidos varios detenidos por parte de soldados norteamericanos. El vídeo de 17 minutos del total de 38 que ocupaba la grabación original, producido por Wikileaks bajo el título de Asesinatos colaterales, lleva como encabezamiento una cita: ?El lenguaje político sirve para que las mentiras suenen como verdades y los asesinatos sean respetables, y para dar la apariencia de solidez al puro aire?. Es de George Orwell y tiene un destinatario concreto: Barack Obama. (Enlaces: con collateralmurder donde pueden verse las dos versiones del vídeo, la corta editada por Wikileaks y la larga sin editar; y con una buena explicación sobre Wikileaks en CPJ (Commitee to Protect Jourmnalists).

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18 de abril de 2010
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Paris no se acaba nunca

 

 

 

 

No tengo claro que sea una metáfora. No se acaba nunca y, además, no es fácil salir. Cómo si estuviéramos en una película de Buñuel, pero sin religión, sin México y sin espacios cerrados. Presos en París. Hay torturas peores. Tuve la precaución de traer el libro de Vila- Matas,  el último de su etapa francesa y anagramática. La seducción irlandesa aún no había llegado a su vida escrita.

Ese libro de Vila- Matas sigue siendo una imprescindible guía para paseantes mitómanos, letraheridos y otros perplejos perdidos por una ciudad que nunca terminamos de conocer. En compañía de la guía y  de uno de sus amigos parisinos, el fotógrafo Daniel Mordzinski- hablaré de sus fotos de escritores de las tres orillas- recorrimos algunos no santos lugares de algunos escritores seducidos por Paris. Antes de comenzar nuestro paseo nos habíamos encontrado con Jean Paul Belmondo en una mesa de la brasserie Lipp, en Saint Germaine de Pres. Todos los rincones son memoria de vidas, de muertos tan presentes en nuestros recuerdos. Vivo al lado de la casa dónde conocieron amores y desamores Romain Gary y Jean Seberg. Paris siempre me pone "a bout de souffle".

En compañía de dos escritores, Héctor Abad Faciolince y Juan Villoro, hicimos rápido inventario repasando algunos de los escritores que alguna vez pasaron por Paris por razones literarias, por encargo del Instituto Cervantes, del quijotesco Enrique Camacho. La lista no se acaba nunca. El encuentro fue el mismo día de Abril y jueves, pero sin aguacero, en que murió César Vallejo. Me gusta esta  ciudad que sigue siendo un laberinto lleno de escritores vivos y muertos. Cada uno en su tumba, en su nicho o en su cementerio de vivos sin sepultura. Me gustaría encontrar al muy vivo y oculto Pierre Michon y ser como una tumba, no decirle nada. Una buena relación para nuestra corta eternidad.

Se está celebrando el Salón del Libro Antiguo. Como siempre lleno de joyas que nunca tendremos. Nunca seremos Joaquín Sabina. Una foto está siendo la estrella del Salón. Un inédito retrato de Arthur Rimbaud. Un hombre treintañero que parece mayor. Una insólita imagen que nada que ver con esa de sus 17 años, ese icono de rebeldía poética  que el fotógrafo Carjat dejó fijada en celebre imagen del joven poeta. Ahora nos encontramos a un hombre maduro, alguien que sin duda ha conocido temporadas en infiernos, que ha tenido otras vidas y que posa en un grupo de tipos que nunca hubieran sido sus amigos en la terraza de un hotel colonial africano. Su rostro tiene una melancolía de tiempos perdidos. Un hombre más triste que feliz, un comerciante, un aventurero en Yemen, un traficante que, en compañía de otros, deja pasar el tiempo en una terraza de Aden, en Abisinia.

Volví al libro de Vila Matas para encontrar lo que escribió sin tener claro si quería ser Rimbaud o  Mallarmé. Años jóvenes en que la Duras le inquirió sobre su destino cómo escritor. Posiblemente hoy, después de ver esa foto de Rimbaud, sepa si de verdad hubiera querido ser ese hombre que dejó la escritura por la extraña aventura de ser un triste adulto en algún lugar de África. Después de esa foto, ¿es mejor ser Mallarmé?

Sobre Rimbaud en esos tiempos en Aden dijo Vila- Matas: "quien había escrito que le gustaban el humo y los licores fuertes se había convertido en África en un hombre avaro e hipócrita: "Solo bebo agua, quince francos al mes, todo está muy caro. Nunca fumo"

Quiero sentir cerca a ese hombre que dejó todo. Quiero entender su desconocido retrato. Hace mucho tiempo le siento cercano. Nacimos el mismo día, con la diferencia de casi un siglo. No es tanto. Siempre me quedará Abisinia.

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17 de abril de 2010
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Cuando el río suena

Caridad no podría ubicar en un mapa a Sancti Spíritus, la provincia donde radica la empresa que regentó el chileno Max Marambio, pero sí que está al tanto de todos los rumores sobre su cierre y sus escándalos de corrupción. Ha aprendido a descifrar las omisiones de la prensa y a leer en la repetición de ciertos temas un intento de tapar otros más interesantes. Por eso no se conforma con la píldora revestida que le da el noticiero nacional. Para esta habanera de cuarenta años, los rumores callejeros de las últimas semanas le han hecho desempolvar un refrán que repite con terquedad: ?cuando el río suena, piedras trae?. Justamente ,el nombre de la fábrica Río Zaza repiquetea en las conversaciones, aunque Granma sólo mencionó la investigación de que es objeto en una breve nota sobre la muerte de su gerente general Roberto Baudrand. En las escuelas de periodismo deberían enseñar ciertas lecciones. Una de ellas ?la que los cubanos hemos aprendido a fuerza de leer entre líneas- es que esconder una noticia aviva el interés por ella, aumenta la fabulación y la especulación sobre sus detalles. Mientras nos llaman a asistir a actos de reafirmación revolucionaria y a condenar una campaña mediática contra Cuba -de la que no se publica ni un solo documento- todos suponemos que algo grande deben querer tapar con tanto bullicio. La demora en confirmar que algo ocurría en esa industria de capital mixto ha hecho que la prensa extranjera, los periodistas independientes y los bloggers les arrebatemos el tema a los controlados reporteros oficiales. Les toca a ellos cantar las glorias, no narrar la basura debajo de la alfombra. Caridad ha tenido razón con el tintín, con ese arroyo que se ha convertido en atronadora catarata. Algo muy fétido se esconde detrás del silencio y la distracción. Huele a billetes verdes, a desfalcos, tiene el hedor de la corrupción que ya no está localizada en un lugar sino que es genética al sistema. Las huestes de auditores que saldrán a la calle en los próximos días no podrán detener esta depauperación. Necesitarían otro número similar de ellos para controlar a los inspectores, vigilar al que vigila, supervisar al que supervisa. Las piedras que trae el río son demasiadas y muy grandes, todos las oímos por detrás de las consignas.

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16 de abril de 2010
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