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La cuadratura del círculo

Un amigo me hizo notar los extraños puntos de colores que tienen en el fondo las latas de refrescos y cervezas que se venden en las cafeterías y restaurantes. Me acerqué para comprobarlo y era cierto. Dibujada con un plumón, la marca se veía roja en algunas, azul o verde en otras. He indagado por todos lados, hasta en los envases ya vacíos o semi aplastados que se llevan a un centro de materia prima y el curioso ?sello? se repite en una buena parte de ellos. Sus contornos no tienen la precisión que logra una máquina rotuladora, sino el trazo vacilante de una mano que está haciendo algo prohibido. Pues sí,  aunque parezca una simpleza, detrás de ese punto de color descansa una red lucrativa que utiliza los espacios estatales para vender mercancía privada. Los empleados gastronómicos compran en las tiendas en pesos convertibles las bebidas enlatadas y después las ofertan ?en la entidad donde trabajan- obteniendo entre un 10 y un 50 % de ganancia por encima de su precio inicial. Priorizan durante su jornada laboral la comercialización de sus ?propios? productos, mientras relegan o demoran los de origen estatal. Al final del día, con la suma de los centavos ganados en cada venta, tienen dividendos más estimulantes que el simbólico salario recibido en moneda nacional. De manera que los puntos de colores señalan a quién pertenece la bebida que ha sido vendida. Las del administrador del local pueden estar señaladas en rojo, la camarera marca en azul y el cocinero probablemente haya decidido optar por un punto anaranjado. Todos obtienen una parte, si no qué sentido tendría levantarse temprano, subirse a un ómnibus repleto y trabajar ocho horas para sólo recibir el equivalente a 20 USD a final de mes. También las fábricas clandestinas elaboran cervezas Bucanero y Cristal con la misma apariencia que si fueran originales y apenas los viejos bebedores se dan cuenta de la diferencia. Estas industrias de la imitación se ubican en aparentes casas de familia, en cuyas habitaciones un artefacto enlatador chasquea cada vez que coloca un cierre. Son productos que irán a desplazar a los elaborados por el Estado, le harán la más desleal de las competencias a ese Gran Patrón y además timarán a una buena parte de los clientes. Un laberíntico entramado de falsificaciones y reventas que socava la disfuncional centralización y desvía las ganancias a miles de bolsillos privados

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5 de mayo de 2010
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ESOS PERDIDOS ENCONTRADOS

 

 

 

MUERTOS VIVOS

 

Hace ya casi treinta años una mañana en una radio, en aquella Radio-3, maté a un poeta vivo. Se llamaba Paco Pino, era uno de nuestros modernos más clásicos. Un poeta de búsquedas y capturas, de juegos serios, de poemas visuales, de atrevimientos cultos y rupturas sin romper nada. Le di por muerto cuando estaba bien vivo en su Valladolid natal, en la misma tienda de elegantes paños que la familia tenía en la Plaza Mayor. Me llamó, le pedí disculpas, le resucité y nunca llegué a conocerlo en persona. Siguió haciendo versos, poemas, madrigales...recortando palabras y viviendo. Hasta veinte años después que escribió su fin como un madrigal dedicado a Esperanza

 

"...Y un día acabaré donde tú sabes

        ( y no, ¿más quién lo sabe?

       ni sabes de su cómo, de su qué

       y yo donde sin donde,

  sumido en esa fiesta de increceres

     desollado de ti)

      ....y

     seguirás corrigiendo los

     exçamenes de tus alumnos niños

 

  en tanto un volar de hormigas

           voladoras

  suena en tu habitación,

 

y un pero se mueve

...y yo ya       no estaré

 

¡te moriré! ¿me vivirás?

 

 

El martes pasado, cuatro de Mayo, en otra radio, el mis mañanas en la SER, di por vivo a otro de mis más queridos poetas: José Viñals. Acaba de leer con una cómplice felicidad ese libro último suyo: Pan. Disfrutando otra vez de este poeta que conoce el campo, el cuerpo de la mujer, el pan, la sal, algunas músicas y algunos poetas que también compartimos, esos queridos raros que andan sueltos por algunos libros. Pues Viñals se había muerto. No ayer. Se murió en una tarde de siesta y sur, cerca de los suyos, al lado de esa tan suya. Y nosotros, otra vez sin enterarnos. No debemos fiarnos de lo que no dicen los periódicos. A la mierda los periódicos que no pongan bien destacadas las muertes de los poetas. Y también los nacimientos. Viñals, ese español del sur, ese catalán de Córdoba en Argentina, es otro de los que siguen vivos y misteriosos como la levadura. Vayan a sus poemas. Que se nos van las pascuas.

 

"Perfúmame, muchachita. Tu falda es una ronda de la lavanda, una luz malva, una canción de Schubert. Mi amiga Alexandra Domínguez es como tú pero más densa.

Cuando la suerte me haya perfumado te besaré en la boca. Te besaré en los ojos, te besaré el ombligo. Acabo de ver una luciérnaga, trasunto del verano. Te besaré en el pubis, si acaso te besara"  

 

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5 de mayo de 2010
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La más sorda de las bestias

 

No se sabe si el mercado es una constelación de cuentas bancarias irritadas o la impaciencia estratégica de sus titulares, pero como sismógrafo es infalible. Los gobiernos tienen en la Bolsa un interlocutor susceptible que reacciona sin tapujos. O me gusta o no me gusta lo que haces. ¿Te enteras? Lo singular de este diálogo es que al otro lado del teléfono no hay nadie. Nadie a quién pedir paciencia, nadie a quién intrigar con un buen argumento. Las decisiones de los gobernantes, hasta las más cruentas, tienen algo de corazonada. ¿Funcionará? Se preguntan, siempre con cierto titubeo. Al fin y al cabo les preocupan sus votantes. ¿Cómo retribuir al contribuyente? Los que pagan impuestos esperan un buen servicio público. Escuela, sanidad, seguridad, desempleo, jubilación... Al fin y al cabo se trata de eso ¿no? Su cuantía y calidad, sin embargo, están sometidas a la ilusión. Los votantes tienen su corazoncito y muy poca objetividad. Un buen gobernante es aquél que consigue administrar sus deseos, encauzarlos, ralentizarlos, excitarlos. Es un hacha obteniendo treguas y manejando la situación. Puedo prometer y prometo, etc... Con la Bolsa es otra cosa. ¿Rescate de Grecia? ¡Y un cuerno! El mercado, amigo mío, ¿acaso no es la más fría de las bestias frías? ¡Quién se lo iba a decir a Nietzsche!

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5 de mayo de 2010
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La colonia penal

Un día soleado de 1950, un pequeño grupo de hombres avanzó por el bosque de Milly, al sur de París, cerca de la casa que allí tenía Jean Cocteau,  llevando una cámara cinematográfica. Era el reducido equipo de filmación de ‘Un chant d´amour', la película corta (dura 25 minutos) que Jean Genet escribió y pudo dirigir gracias a la producción de su amigo de la ‘mala vida', y más tarde cineasta, Nico Papatakis. Rodada en 16 mm con actores en su mayoría naturales pero muy bien arropada por un equipo técnico de profesionales que incluía, como director de fotografía, a Jacques Natteau, colaborador en numerosas películas de Renoir, Carné y Autant-Lara, ‘Un chant d´amour' es quizá el film más descarnado y sublime de algo que ha constituido en el cine un género peculiar y amplio, aunque sin duda Genet era ajeno a él, y sólo trataba de extender a la pantalla sus propias obsesiones y vivencias carcelarias, tan frecuentes en su obra literaria.

     Especialmente cultivado por Hollywood, el género carcelario ha ofrecido recientemente, fuera del contexto norteamericano dos ejemplos de gran calidad, ‘Un prophète', de Jacques Audiard, y ‘Celda 211', de Daniel Monzón. Ambas son muy distintas entre sí y radicalmente alejadas del mediometraje de Genet, que cuenta de modo muy escueto (es cine mudo) una historia de pasión (homo)sexual y ensueño erótico, a la vez que, sin subrayarlo, el autor de ‘Las criadas' ofrece la evidencia más elocuente del implacable sistema de poder imperante en las cárceles (los planos de los muros exteriores de la prisión que se ven al principio y al fin de ‘Un chant d´amour' fueron rodados, de modo clandestino, frente a La Santé, el centro penitenciario que Genet tan bien conocía por dentro).

      La película de Audiard, que ha sido saludada como una obra maestra desde que concursó el año pasado en el festival de Cannes y empezó allí a ganar los numerosos premios que viene recibiendo, tiene también una sub-trama homosexual, que para mi gusto la enreda y la empeora. La homosexualidad gay y lesbiana es un topos casi inevitable, e incluso en la puritana producción ‘hollywoodiense' del período clásico afloraba, más o menos veladamente. Dentro del cine español, era esencial en un título reciente, parcialmente fallido, ‘El patio de mi cárcel', de Belén Macías, situado en una cárcel de mujeres, si bien no aparece más de que refilón en ‘Celda 211'.

    Jacques Audiard, hijo de Michel Audiard, famoso guionista de calidad (una "qualité" que los jóvenes de la ‘nouvelle vague' francesa execraban), es autor de una excelente película sobre la Resistencia, ‘Un héroe muy discreto' (1996), y de otra posterior, ‘De latir, mi corazón ha parado' (2005), cuyo mero título ya indica, a mi juicio, el riesgo de dudoso lirismo que amenaza a este director, por lo demás muy vigoroso en la narración. Partiendo de un guión nítido y bien ordenado de Thomas Bidegain y el propio cineasta, ‘Un profeta' cuenta la historia de una corrupción moral, la del joven Malik, un magrebí analfabeto condenado a los 19 a una pena de seis años. Malik (un muy convincente, y debutante Tahar Rahim) no es un asesino, ni siquiera una mala persona, pero la cárcel se encargará de cambiar su manera de ser y sus principios, hasta convertirlo en un ‘capo' tan sanguinario como aquellos encallecidos presos que le reciben con desconfianza y luego le buscan, unos por atracción física y otros por su determinación y su coraje. El relato fluye con precisión y energía, pero la trascendencia digamos profética de la historia, ligada a las visiones y sueños que tiene Malik, emborrona lo que sin ellos no habría dejado de ser una aterradora fábula sobre la imposible inocencia en un medio de violenta lucha por el dominio mafioso, un medio, por cierto, que existe con similar virulencia tanto dentro como fuera de las cárceles.

    Más atractiva me resulta la película de Monzón, antiguo crítico en la revista ‘Fotogramas' y a mi juicio uno de los directores más estimulantes dentro del cine que ha elegido, el de los géneros tradicionales: la fantasía con toques de ciencia-ficción en su opera prima ‘El corazón del guerrero' (2000), el ‘thriller' (‘La caja Novak', 2006), y la comedia "bête et méchante" en ‘El robo más grande jamás contado' (2002), que ya contenía brillantísimas escenas de prisión. En esta su cuarta película de enorme éxito popular y amplio reconocimiento, Monzón adapta una novela (que desconozco) y, a excepción de unos desarrollos sentimentales que no acaban de funcionar en la parte final, iguala aquello que hizo grande, en su época dorada, al género penal: acción, tensión, angustia y brotes trepidantes emanados del propio universo concentracionario de la cárcel.

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5 de mayo de 2010
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I. Un abismo lleno de risa

El abismo entre lo ideal y lo real, está lleno de risa. Desde los viejos tiempos de Erasmo, Cervantes sabe que el ejercicio del poder deviene de la locura del interés y el cinismo, y que en cada acto de gobierno, cuando se trata de gobiernos espurios, trasudan la tentación de oprimir,  la debilidad ante los halagos, el deseo de fama, la crueldad, la impostura, y las ambiciones de riqueza. Y Cervantes, muy justamente,  pone el discurso sobre el ideal del buen poder en boca de un loco. El buen gobierno, la recta justicia, no son sino imágenes desbocadas en la mente de don Quijote, que ha perdido el juicio.

            La propuesta, como quimera, es del loco; la práctica de poder, por el contrario, Cervantes se la deja a Sancho, el rústico analfabeta. Hay pocos personajes más atractivos para un lector que Sancho mandando; o pocos personajes  más atractivos para un ciudadano, como en tantas ocasiones en América Latina, que un arriero, o porquerizo, o coronel, o bachiller mandando, convertido en presidente; los mecanismos imprevistos que tiene el poder, desde la  ignorancia, están llenos siempre de risa y de drama, en la literatura y en la vida.

             Don Quijote sabe bien lo que las leyes ideales, hechas para no cumplirse, deben contener, y las recomendaciones a Sancho para el ejercicio de su poder son muy concretas: el justo medio, la discreción, la  sencillez en el atuendo, la rectitud de costumbres: ni codicioso, ni mujeriego, ni glotón.

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5 de mayo de 2010
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La belleza mata

Un estudio reciente en la Universidad de Valencia ha concluido que la belleza produce efectos dañinos en la salud: no toda belleza ni la belleza a granel sino la belleza que el observador considera de altísimo nivel y, encima, hallándose en los atributos de una mujer o un hombre,  es la mujer o el hombre al  que no se puede conquistar.

La tensión se hace máxima entre el objeto codiciado y la impotencia de su posesión. ¿Cómo no habría de afectar a las secreciones internas o externas? El caos orgánico que provoca la contemplación de la belleza ha sido una constante tanto en la literatura como en la filosofía y la belleza se halla paredaña a la muerte en la fácil secuencia de lo bello y lo siniestro.

 Lo feo que se hace extremadamente feo termina por ser ridículo y el ridículo lleva a la risa. Con ello se cambia la primera impresión desagradable ante la fealdad por la sensación agradable que llega riendo. Igualmente, lo bello puede hacerse tan extremadamente bello que comunica con lo monstruoso y lo que empezó siendo una fuente de bienestar termina convertido en la temible amenaza de lo excepcional o extraordinario.

Las pruebas de la Universidad de Valencia no posee el mérito de haber descubierto esta relación entre la belleza  la muerte  sino en haber comprobado  fisiológicamente en sus propios alumnos las dolencias físicas que crecen en los deseos insatisfechos de conquista. Los alumnos enfermaban literalmente contagiados por la patología que la belleza se reserva.

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5 de mayo de 2010
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Cifras del apocalipsis nuclear

La demagogia, la tiranía y el populismo no están necesariamente divorciados con la verdad. Al contrario, a veces el zócalo sobre el que se construyen las peores amenazas totalitarias son verdades como puños. Repasemos los libros sobre la Europa de entreguerras y veamos la dosis de razones que contenían las locuras que sirvieron a Hitler para alcanzar el poder por las urnas y construir luego el Estado totalitario y genocida que condujo a la mayor guerra de todos los tiempos. Basta con citar una y quizás la más sustancial: las injustas indemnizaciones de guerra impuestas por los aliados en Versalles, con Francia a la cabeza, que contribuyeron a estrangular la economía de la República de Weimar.

Estados Unidos es el único país que ha usado el arma nuclear y posee todavía el mayor y más eficaz arsenal nuclear del planeta; y por ello Mahmud Ahmadinejad niega cualquier autoridad a la estrategia emprendida por Barack Obama dirigida a eliminar las armas atómicas, denuncia la utilización de Naciones Unidas y de la Agencia Internacional de la Energía Atómica para defender los intereses de Washington y se niega a aceptar cualquier régimen de inspecciones sobre su incipiente industria nuclear. Teherán, como le sucedía al Berlín hitleriano con París y Londres, tiene largas cuentas pendientes con Estados Unidos y sus aliados, desde el derrocamiento de Mossadegh por la CIA para defender intereses petrolíferos, pasando por el apoyo prestado a Irak en su larga guerra con Irán, y terminando con el régimen de sanciones y la presión para que someta su industria nuclear al control de las organizaciones internacionales. Los ejercicios de hipocresía y los dobles raseros son práctica corriente en las relaciones internacionales y todavía más en el terreno de la proliferación nuclear. Paquistán e India, ambas con armas nucleares pero países que no quisieron firmar el Tratado de No Proliferación, han recibido un trato bien desigual por parte de Estados Unidos, que ha vulnerado el TNP y ofrecido su colaboración civil con India mientras exigía el arresto y control del padre de la bomba paquistaní, Abdul Khan. La razón es sencilla, pero difícil de vender: India es un buen aliado, previsible y controlado; mientras que en Paquistán apenas se sabe quien controla la bomba, la inestabilidad política es bien evidente y es un país con unos servicios secretos todopoderosos y de fácil infiltración por parte de talibanes y yihadistas. El caso de Israel es más clamoroso, precisamente por la espesa bruma que se extiende sobre su dispositivo de disuasión atómica. Mientras no se aclare definitivamente el camino de la paz con sus vecinos será difícil que Israel acceda ni siquiera a sacar la cabeza de la bruma. La mejor disuasión es la que se fundamenta en la ausencia de información por parte del enemigo. El Tsahal sabe que no hay enemigos nucleares en el vecindario inmediato y que sólo Irán puede llegar a constituir una amenaza, existencial para más y preocupantes señas, en algún momento. De ahí que la contención primero y el desarme después del Irán nuclear sean la premisa para cualquier exigencia al Estado sionista en este capítulo. Por esta trabilla se engarzan el conflicto israelo-palestino y la dudosa hipótesis de una futura firma por parte de Israel del TNP, cosa que conduce al forcejeo entre Washington y Jerusalén: si no terminas tu con el peligro de Ahmadinejad, aunque sea con buenos modos, déjame que lo haga yo con los malos que tan bien sé manejar. Lo mejor del régimen de no proliferación construido durante la guerra fría es que ha funcionado de forma admirable si se compara con otros capítulos de la organización multilateral del mundo. El arma atómica ha hecho un servicio a la paz a través de la disuasión y de la idea macabra de la destrucción mutua asegurada, de forma que el número de estados nucleares ha quedado acotado a pesar del atractivo que tiene el arma como instrumento soberano. El precio son los desequilibrios ?las asimetrías- inevitables, la aparición de dos proliferadores fuera de todo control como Corea del Norte e Irán, y el peligro que representa su continuación en un mundo multipolar por los márgenes de inseguridad de unos arsenales que pueden caer en manos de grupos terroristas o mafiosos. Ahmadinejad ha impugnado ante Naciones Unidas, en el primer día de las sesiones de renegociación del TNP, el papel dirigente de Estados Unidos en este proceso. Pero en su argumento, basado en verdades incuestionables, muestra su absoluto desinterés por el objetivo de un mundo sin armas nucleares, pues la única forma de abrirse camino y quien sabe si en algún momento conseguirlo es que lo haga la primera superpotencia. El presidente iraní prefiere un mundo nuclearizado en el que Irán reivindique la legitimidad de su aspiración a igualarse en posibilidades a cualquier otro país con pretensiones de potencia al menos regional. De ahí el enorme valor del primer gesto de Estados Unidos en la apertura de las sesiones de renegociación del TNP. Al desvelar las cifras exactas, mantenidas hasta ahora en secreto, sobre la envergadura de su arsenal nuclear, como hizo el Pentágono este lunes, señala un camino de ejemplaridad informativa exigible a las otras potencias nucleares, demuestra que la primera superpotencia sí ha cumplido con las exigencias de reducción del TNP (ha pasado de 31.225 cabezas activas en 1967 a las actuales 5.113) y empieza a estrechar la horquilla entre las verdades molestas y los argumentos convenientes que juega en contra del desarme. Lo mínimo que les corresponde a quienes se oponen a los planes de Irán es seguir el camino de revelación de sus respectivos arsenales que ha tomado Obama.

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5 de mayo de 2010
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