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Barnett Newman. Sín Título, 1946 Provocación ilusoria de un…

Barnett Newman. Sín Título, 1946 Provocación ilusoria de un accidente mortal He aquí el ciego, que sólo ve la vida en el recuerdo.Era la playa estrecha e irregular, junto al mar sosegado                                                               en el crepúsculo; y el mundo va a morir, porque en la soledad y en la bellezatendrá lugar el acto del amor dentro del agua.Desnudos reposamos en la orilladel sur del Adriático platino,y aguardamos la noche en nuestros ojos.Mas no vino la noche; sí el infortunio(la vida sucedida desde entonces).Y aquella brisa falsa, ya en el coche,mientras los faros amarillos desunían la intimidad                              de la fatiga y aquel país extraño.Ahora acerco tu rostro hasta mi boca,y quiero que mi vida y tu historia concluyan bruscamente.Y así existe el poema, no fue escrito por nadie. FRANCISCO BRIONES

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28 de abril de 2010
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¿Recitales? ¡Los de mi tiempo!

Poeta. Fuente: la noche de los puentes                                                                              GUERRA DE PULGARES Recuerdo que mi ingreso a la Universidad, a mediados de la década de los 80, estuvo marcada por dos cosas: las revistas literarias (que me vendían con bonos de pre-publicación) y los recitales poéticos, a los que asistía siempre, por lo menos uno cada mes, algunos universitarios nomás pero otros Mega recitales, como aquel en el Centro Cultural Soviético (en aquella época la URSS aún existía y pagaba centros culturales y becas a alumnos), donde cada viernes recitaban dos poetas de generaciones distintas, ante los aplausos del público de adelante y los agresivos insultos de los de atrás (casi todos ellos sazonados poetas de ?Kloaka? o afines). Sobre aquellas épocas, y sobre los recitales poéticos en general, ha comentado Gustavo Faverón en su blog y encontró respuesta en el poeta (que leía en todos los recitales durante los 80) Jorge Frisancho. Con esto empieza la sección ?Guerra de Pulgares?. Gustavo Faverón.-  Los recitales de poesía, que son el más burgués de los ritos literarios, son una costumbre heredada sobre todo, curiosamente, por quienes más antiburgueses se proclaman. Los recitales del antiguo modernismo hispanoamericano eran una mezcla de soirée de damas de tertulia y concierto de Julio Iglesias: los poetas declamaban encaramados en un podio y luego firmaban álbumes con rúbricas, garabatos y florecitas e improvisaban al margen de la página sus peores rimas ?de ocasión?. Los recitales de la vanguardia europea, y por calco y herencia los latinoamericanos, eran bastante menos reverentes en forma, tenían algo de la calidad de un acontecimiento estético en sí mismos, y muchas veces eran, además, precisamente antiburgueses. Pero no dejaban de ser el mostrador de exhibición de quienes se sentían distintos y adelantados. La última transformación más o menos fundamental vino con los beats, la acogida del jazz en el mundo poético, la experiencia de la música y la poesía reunidas nuevamente, como en su origen mítico y en su pasado histórico, y otra vez los recitales fueron presididos por el espíritu de la protesta anti-establishment. Pero yo no vi ninguno de esos. Yo lo que vi fue la procesión interminable de los egos grandotes y los poemas chiquitos: la vanidosa exposición de lo crudamente mediocre en una ceremonia de orgullos olímpicos. Lo que vi fue a poetas más interesados en el espacio, los ojos y las bocas del recital que en los textos escritos o compuestos. El recital limeño es como el concurso de belleza de los feos y los jurados tuertos: cada quien está listo para ser democráticamente deslumbrado por lo que le guste a la mayoría o para emitir el juicio destructor de lo que disguste a la mitad más uno; todos están seguros de que al lado de lo propio lo ajeno es un galimatías insípido y hueco; noventa y nueve de cada cien poemas son idénticos e idénticamente olvidables y el que es diferente resulta poco menos que imperceptible, opacado en la marisma de medianías. Los recitales se han devaluado cada vez más, por cierto. Si alguna vez marcaron hitos en la esfera pública, hoy son hitos de la historia privada, rincones meramente propios en la autobiografía, o, en el mejor de los casos, casetas de peaje en el callejón sin salida del colectivo miniatura, del grupúsculo incoloro que piensa estar escribiendo leyendas aunque nadie jamás las lea. Jorge Frisancho.- En desacuerdo contigo, Gustavo. Y mira que desde aquellos años de la PUC, que compartimos (y donde creo que alguna vez hasta leímos juntos), no leo en público con mucha frecuencia, en parte por elección, en parte porque no me invita, y en parte porque no vivo en Lima. En desacuerdo también con los que se quejan de que mucho de lo que se escucha en recitales es de bajo nivel. Para mí el punto no es ese, aunque sea cierto. El punto es que los recitales y lecturas públicas, en especial los que reúnen y promueven a escritores jóvenes o nuevos, tienen una importancia difícil de sustituir en la circulación y difusión del trabajo poético y en la generacion de un público para él. No hay demasiados de esos mecanismos, y yo digo que es ejor que los haya, aunque no todos salgan bien. Y eso de que los recitales poéticos son una tradición burguesa dice en realidad muy poco. Muchas ceremonias y prácticas de nuestra vida cultural son inevitablemente ?burguesas? así en un sentido genérico y amplio (como escribir novelas, y leerlas -o ir al cine, vamos) y eso no las invalida. Que haya mucho poeta mediocre en el mundo, mucho poema mediocre, mucho recital aburrido y mucho payaso sin circo es, en realidad, un mal menor, comparado con la alternativa: que la poesía no circule y no tenga audiencia.

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28 de abril de 2010
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Viajando con Neuman

 

 

Viajar es leer nuevas caras, acariciar otras calles, pasear otros cuerpos y encontrarte con otras músicas. Y otros libros. Viajar es, también, no moverte de tu habitación. Ahora sigo viajando en compañía de Andrés Neuman. Creo que otra vez hablé de sus aforismos reunidos en un tomo que llamó "El equilibrista": "Se escribe desde dos lugares: el agradecimiento y el rencor". Yo vuelvo a Neuman por el agradecimiento. Por un nuevo agradecimiento como lector ese último libro de anotaciones, retazos de una vida viajada por América con la excusa de pasear con su premiada novela: "El viajero del siglo".

Su recorrido se llama: "Cómo viajar sin ver". Un buen título, aunque mentiroso. El autor se pasa el día viendo y haciéndonos ver.

En muchos lugares me encuentro agradecido. Dice Neuman- ese chico de Buenos Aires que se vino a vivir a Granada- sobre sus compatriotas: "Muchos amigos argentinos de mi edad detestan votar. Los decepciona. Los cansa. O no creen que, en vista de los candidatos, el sufragio sea la mejor expresión ciudadana. Quizá si el fútbol fuese obligatorio y el sufragio voluntario, los ciudadanos (y los hinchas) se tomarían más en serio las urnas" Creo que nosotros, también los españoles de mi generación, nos estamos haciendo argentinos en lo del fútbol. Y en los sufragios. ¿Y por qué no nos hacemos franceses de una vez por todas?

En Francia, en París, estuve unos días felices con algunos amigos. Con uno de ellos, Juan Villoro y en compañía de su mujer, la filóloga y escritora, Margarita Heredia, regresamos a Madrid, a nuestro pesar y en un taxi conducido por un polaco. Nada que ver con eso que recuerda Neuman de un cuento de Villoro, "Los culpables". Escribe el mexicano: "Estoy tan a disgusto con la realidad que los aviones me parecen cómodos". No pasó eso en París, allí, gracias al volcán, nos sentimos a gusto con esa vida detenida durante un tiempo y bajo el volcán. No era Cuernavaca, pero a veces París es mejor.

Agradecimiento a los amigos que escriben. Hoy especial a Neuman con el que también compartimos esa "Sensación de haber olvidado algo en algún lugar. De que en todo lugar olvidamos algo, además de llevarnos algo"

Me tengo que ir. Hago otro corto viaje: "Uno despega para aterrizar en sí". Y a veces en no.

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28 de abril de 2010
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¡Hasta pronto!

 

Hace ya casi tres años que inicié un curso en este escenario virtual, curso de apuntes más bien, para quienes estaban interesados en aprender algo del oficio de escritor, trabajo al que me he dedicado «en el mundo analógico» por muchos años y que Basilio Baltasar, director de esta página, me ofreció generosamente continuar aquí. Era mi primera experiencia on line y aunque acepté con cierto recelo, la experiencia resultó muy gratificante pues recibimos muchos textos de gente entusiasta que acometía su trabajo literario con talento y con empeño. Algunos de esos cuentos son realmente estupendos y muchos de quienes los escribieron han seguido haciéndolo y confirmando una solvente calidad como escritores de los que seguramente en algún momento oiremos hablar. Otros compartieron con nosotros la ilusión de algún premio recibido. De más está decir que con algunos de los participantes del taller se forjó una estupenda amistad que ha crecido con el paso del tiempo. Y esas clases se convertirán en un libro que saldrá probablemente antes de fin de año.

Pero aquel taller on line demandaba cada vez más trabajo y, so riesgo de flaquear en los objetivos que nos impusimos al principio, decidimos cerrar el «aula» y convertir este espacio en blog comme il faut. Aquí han quedado algunos impresiones de lecturas, de viajes, de situaciones políticas, de reflexiones sobre el hecho de escribir y de muchos otros temas que abordé no como artículos periodísticos, pues creo que esa no es la esencia del blog ¾como su propio nombre indica¾ sino como apuntes a vuela pluma, más bien notas al pie de alguna eventual reflexión posterior sobre el tema tocado cada semana. Pero ahora creo que va siendo el momento de dejarlo: un blog, incluso tratándose de uno tan liviano, requiere tiempo y dedicación, y ahora mismo afronto nuevos proyectos personales como el Centro de Formación de Novelistas, varios viajes para dictar cursos y conferencias que me llevarán de un extremo a otro del mundo, y sobre todo la preparación de una novela en la que he de invertir mucho tiempo y mucho esfuerzo y para la que requiero toda la concentración y toda la ilusión posible. De manera que, después de pensarlo mucho y posponerlo lo suficiente, doy por cerrado este espacio no sin amenazar con un eventual regreso más adelante. A todos los lectores esporádicos y a todos los amigos que se han acercado por aquí para dejar sus comentarios, su complicidad, sus palabras de aliento, su camaradería, sus cuentos y sus reflexiones: muchas gracias por este tiempo compartido y hasta pronto.

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28 de abril de 2010
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III. La gramática y el código penal

Las palabras, más allá de sus resortes legales, porque la gramática es una ley cuyas disposiciones pueden estar vivas y pueden también caer en desuso, adquieren poder de acuerdo a las circunstancias sociales, y el lenguaje, compuesto de palabras, lo que hace es reflejar los hechos, no pocas veces en sacrificio de la tradición canónica. Recuerdo que en mi pueblo natal de Masatepe la cofradía de Hijas de María tenía una presidenta, siempre una niña vieja reputada de virgen; se la llamaba presidenta por indudable exclusión de género, porque ningún varón podía optar a este cargo naturalmente femenino. Aquí, otra vez, la regla gramatical se rendía ante la implacable realidad.

Las gramáticas, y los diccionarios, no hacen sino mostrar las relaciones de poder presentes en la sociedad en momentos determinados. Hasta ahora los diccionarios han sido documentos explícitos de la sociedad patriarcal, hechos por hombres para reflejar el dominio masculino, igual que las leyes. No olvido que en el Código Penal que me tocó estudiar en la escuela de derecho, se establecía que el delito de adulterio sólo podía cometerlo la mujer, mientras para el hombre se reservaba una figura menos grave, que era la de amancebamiento. El profesor nos explicaba que era así, porque sólo la mujer puede llevar sangre extraña al hogar, y es lo que debía castigarse.

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28 de abril de 2010
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Armas y guerras del futuro

No se puede ni siquiera empezar a pensar que se liquida una etapa entera de la historia de la destrucción bélica sin que se cuente ya con todos los ingredientes pare asegurar el futuro de las guerras. Barack Obama ha dado algunos pasos esenciales en una desescalada armamentística sin precedentes, centrada sobre todo en la reducción de los arsenales nucleares pero con la llamada opción cero en el horizonte: que significa llegar a una recta final en la que la última negociación por parte de todas las potencias nucleares sea poner sobre la mesa su total eliminación. El presidente de Estados Unidos ya ha dicho que no lo verá en vida suya, de forma que la caución temporal le permite sencillamente avanzar unos pequeños pasos que dejen trazado el camino y la dirección. Pero esto no lo va a hacer y no lo está haciendo sin poner en marcha, antes, la siguiente generación de artefactos destructivos que asegurarán la primacia norteamericana en un mundo sin armas nucleares.

El New York Times lo contó este pasado viernes, pero Georges Friedman, sobre quien escribí este pasado domingo, también lo ha explicado en su libro sobre cómo será el mundo en los próximos cien años. Friedman, además de dedicarse sobre todo a la geopolítica, es asesor en temas militares sobre temas armamentísticos y estratégicos, de manera que sabe de lo que habla. La nueva arma del futuro, que está ya concibiéndose ahora, son los misiles ultrasónicos, capaces de alcanzar un objetivo en cualquier parte del planeta en cuestión de minutos, una hora como máximo. Combinan la precisión y el guiado cibernético de los drones actuales con una carga explosiva de gran intensidad capaz de destruir instalaciones situadas en búnkeres subterráneos. Su velocidad permite ahorrarse la dispersión de las instalaciones y elimina la necesidad de numerosas bases. La guerra mundial que Friedman ha imaginado para mitad de siglo, cuando Obama sea un anciano de gran edad o haya ya muerto, tendrá en los misiles supersónicos, capaces de atacar también plataformas espaciales, una de sus armas más poderosas. Todo esto funciona muy bien en la ciencia ficción, que es el territorio en el que cae la geopolítica cuando quiere llegar demasiado lejos en el tiempo. Pero en la práctica, los misiles supersónicos plantean otro problema, que los rusos, con la perspicacia que les ha dado la competición de la guerra fría y de sus actuales estribaciones, han señalado con un punto de irritación: ¿quién nos asegura que estos veloces misiles de muy largo alcance no llevarán una carga nuclear, de forma que inmediatamente se rompa cualquier equilibrio? De momento, el arma del inmediato futuro no es todavía el misil supersónico, sino el dron, es decir, el avión no tripulado que se controla desde una base situada a veces en el territorio norteamericano y que permite bombardeos de precisión y asesinatos selectivos. Se está usando en Afganistán y Pakistán con gran intensidad y con efectos a veces no deseables. A pesar de las enormes virtudes de la cibernética, los efectos colaterales son en muchos casos terribles. Si hay deslizamientos inadmisibles cuando las armas son utilizadas por soldados que actúan directamente sobre el terreno con los objetivos a vista, cómo serán las cosas cuando la diana se halla a miles de kilómetros y el juego de play station es todavía más evidente. Sobre los drones, como sobre otro tipo de guerras de enorme trascendencia como son las meramente cibernéticas, que afectan a las comunicaciones y a los sistemas informáticos del país que se quiere atacar, Friedman no nos dice apenas nada en su libro. Pero esto no significa que no sean cruciales. Tampoco nos dice nada sobre el futuro de Israel, fuera de dar por descontado, como quien no le da importancia, que será un Estado militarmente fuerte a lo largo del siglo XXI. (Enlace con el artículo del New York Times sobre la nueva arma).

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28 de abril de 2010
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La filosofía y la lucha contra la ideología

La mayoría de textos que han dado contenido a este blog se focalizaban sobre problemas filosóficos. He defendido aquí mismo muchas veces la tesis de que la filosofía se enfrenta a interrogantes que se presentan al espíritu en cuanto éste deja de estar distraído, entendiendo por distraído lo siguiente: ocupado en problemas contingentes, es decir, problemas que (por apremiantes y hasta dramáticos que puedan ser) no son parte de las alforjas elementales de la humanidad, no se presentan necesariamente en toda organización humana concebible. Defiendo por todos lados la tesis de que  filósofo es exclusivamente aquel que habla de cosas que a todos conciernen y lo hace en términos, de entrada, elementales y que sólo alcanzan la inevitable complejidad respetando esa  absoluta exigencia de transparencia que viene emblemáticamente asociada al nombre de Descartes. Y no encuentro jamás redundante recordar que el instrumento de la filosofía no puede, de entrada ser  otro que el lenguaje inmediato e inevitablemente equívoco, del que se nutre la vida cotidiana. Pero también he dicho que precisamente por lo ambicioso de sus objetivos la filosofía acaba exigiendo un  grado de tecnicidad y hasta en ocasiones  de erudición.

Ello justifica que habiendo abordado hace unas semanas el problema filosófico de las concepciones que nos hacemos de la naturaleza, me haya sentido obligado a hacer una inmersión en la teoría científica que con mayor radicalidad ha cuestionado los presupuestos implícitos que  marcan nuestra relación con el entorno. He insistido en que desde el pensamiento  primitivo  hasta la Teoría  de la Relatividad hay una base común de referencias respecto al orden natural...  que la Mecánica Cuántica  subvierte radicalmente.

He estado varias semanas embarcado en una presentación filosófica de la Mecánica Cuántica, concretamente en la tentativa de realizar una génesis conceptual de la disciplina que me permita hacer inventario de sus enormes implicaciones filosóficas y tengo el proyecto de seguir en tal "viaje". Pero como aspiro a que los aspectos más ontológicos de la filosofía no sean un impedimento (más bien lo contrario) para poner sobre el tapete otras dimensiones de la disciplina, concretamente las dimensiones estética, ética y política, este blog da efectivamente saltos de problemática.

                                                 ***

Lo que hoy inicio es el principio de una conversación informal con mi amigo el escritor y profesor de Historia de la Medicina José Lazaro. Conversación mantenida y por el grabada en mi casa de Barcelona y que prolongaremos en compañía de otros amigos muy próximamente. Después volveremos en este blog a las cuestiones filosófico-ontológicas.

 

"Problema total de la existencia"

José Lazaro-  En tus libros y escritos haces apenas referencias explícitas a Marx. Sin embargo se diría que cada vez que aludes no sólo a temas directamente sociales sino a la condición humana y sus retos, Marx está presente. Parece un instrumento que utilizas en lugar de tomarlo como objeto.

 

Victor Gómez Pin- La virtud magnifica del marxismo es la critica a la ideología. Es incompatible ser marxista e ideólogo..., imposible. El marxismo no puede ser una ideología. Y que llegue a convertirse  en una ideología es no sólo deplorable sino auténtica mutilación.  El marxismo es una de las tentativas, precisamente, de denunciar la falacia de toda ideología. Lo hace  poniendo de relieve los aspectos subyacentes de esa ideología y a qué responde en ultima instancia que nunca coincide con lo que los devotos de la misma piensan. En suma no puede haber una ideología marxista, y si la hay no tiene nada que ver con lo fértil del marxismo.

J- Y ¿qué es?

V- El marxismo  esencialmente consiste esencialmente en algo muy claro: poner de relieve como las estructuras alienantes del orden social determinan todos los aspectos de la vida y hacen imposible la realización de la esencia humana. Esto es el marxismo, y esto son los manuscritos del 44 cuando al final sugiere Marx que el comunismo sería la situación en la que el hombre estaría en condiciones de confrontarse al "problema total de la existencia"...

J- Desde esa perspectiva marxista ¿como defines ideología?

V- Ideología, pues mira...: un sistema de creencias que te permite no enfrentarte a lo real. Esto es la ideología.

Hay una posibilidad de enfrentarse a los problemas que determinan al hombre en función de su propia condición de animal racional. En fin la alineación (término poco de moda, curiosamente cuando aquello que designa nunca ha estado más presente) es lo que  impide esta asunción del propio destino. La ideología esta hecha para que  un sistema de alineación te sumerja  y estés en él tranquilamente instalado.

J- ¿El cristianismo es una ideología?

V- ¿El cristianismo? Absolutamente, vamos, la más poderosa que ha habido en la historia de la humanidad con muchísima diferencia. Pero cuidado no la menos interesante, porque es mucho más interesante que esos sucedáneos que se dan ahora: religiones sin catedrales, auténtica bazofia para el espíritu. Pero en cualquier caso, por definición el cristianismo es ideología, es decir: un sistema de encontrarse parapetos para no asumir tu condición, no enfrentarte  entre otras cosas a tu condición animal.

Hombre, el carácter ideológico del cristianismo ya esta bien mostrado por Marx en las Tesis de Feuerbach o por el propio Feuerbach, simplemente. Lo que  sí ha sido una sorpresa, es que la   exigencia de una naturaleza sana y la misma  exigencia del reconocimiento de nuestra condición animal,  se hayan convertido en ideología.  Esto no era tan de esperar. ¿Por qué? Porque si  enfatizas (como los émulos españoles de las tesis del americano Gary Francione)  que el problema es el sufrimiento, el problema es que hay seres que sufren, y que la esencia de la disposición ética no consiste en paliar  el mal gratuito que afecta a los seres humanos, sino en evitar que sufra  todo aquél que sea susceptible de hacerlo,  entonces... lo demás es secundario. Una vez que dices esto (que por otro lado es una ideología muy cristiana), entonces tienes tendencia a erigirlo en  problema exclusivo: dime que problema impones y te diré como estás determinando el mundo.

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27 de abril de 2010
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Weekend 2

Este fin de semana empieza y, desde el primer momento se advierte que no se comportará a al manera en que lo habíamos soñado días antes. Incluso, es posible, que dentro de él nos descubramos imaginando todavía una oferta excepcional y verifiquemos el patente engaño en que hemos convertido esos pobres días, acaso igual que todos, tan feos o tersos como todos y, artificialmente embellecidos por la ansiedad de hallarlos extraordinarios.

La vida, en definitiva no da mucho más de sí. No da más de sí a lo largo del trabajo semanal ni tampoco cuando el trabajo se interrumpe 48 horas.

Todo es sólo lo que es. Un recorrido de seres humanos, humanos  organizados como productores, tan impotentes como subordinados, artistas o creadores. ¿Cómo suponer por tanto que el weekend sea de una naturaleza superlativa?

Los dos días del web end están compuestos por los mismos ingredientes de los demás días. Ni se cura ni se agrava la adversidad en ese periodo, creado para soñar y  que nunca se declaró medicinal ni se autoproclamó indemne en la semana de las cuarenta  horas. Ese fin de semana, como sus antecedentes y consecuentes, pertenece a una misma sustancia vivencial y tanto más cuantos más fines de semana se hayan vivido.

La alegría de la primera vacación, el júbilo del primer fin de semana, se celebra como un galardón del pero, poco a poco, en la veteranía del cargo, el fin de semana se revela tan reiterativo como el resto y llega, al final de la semana, brindando no la recompensa a la firma del contrato inicial sino como una cadencia del tiempo que se dirige al deterioro perfecto  y su irreversible tumba de la jubilación.

Sería preciso, contar con una afición o una actividad especial, guardada en ese arcón repetido del week end, para ir hacia ella compuestos por una lusión, tan fuerte como clandestina, para realizarse en ese escondrijo el yo; son de esta clase las vocaciones sostenidas para pintar, componer música  o escribir en los fines de semana. Lugar, aparentemente mítico, aparentemente separado del orden de todo lo demás, donde han brotado, aunque de forma insólita, grandes artistas, conquistadores de su verdad personal, saliendo del armario en medio de un guardamuebles sin orden ni razón. 

De modo que, por el momento, piensan muchos, en tanto nadie pueda librarse de su indeseable obligación laboral,  el amateurismo aparecerá, de cara al futuro, convertido en la verdad-verdadera de nuestra personalidad, por el momento sofocada repetidamente en la cotidianidad laboral.

 El resto de los días, los laborables los de empleado,  serian el teatro de nuestra falsa vocación, representado allí, en aras de la verdad clandestina, expresada en  el weekend la estampa de una naturaleza ordinaria o vulgar.

Las identidades, firmes, las diferenciales y fuertes corresponderían al  fin de semana. Vocaciones sofocadas por el orden de la producción anónima en tiempos de acción laboral serían liberadas de esa obligación en los weekends, lapsos  de paraísos de verdad y libertad, custodiados como nombres propios.

O, dicho de otro modo: no es el fin de semana quien se quita de en medio los cinco días laborables como signo de nuestra necesidad esencial sino los cinco días laborables quienes se oponen a nuestra vida esencial. De este modo inverso, la casa del fin de semana, es el cuartel de la resistencia a las jornadas anteriores y posteriores a su tiempo esencial.

El fin de semana es el castillo principal del yo.  O, la excepción es el torreón de la felicidad mientras el resto trata de atentar en su contra. De ese modo la casa, situando allí el supuesto castillo, se galvaniza de verdad y el exterior se encubre en la mascarada.

La casa se enaltece como lugar de identidad y el resto como una jauría de depredadores de nuestra personalidad débilmente guarecida. De otro modo, invirtiendo los términos, el fin de semana tiende a ser la tumba de la normalidad pactad  para bien del ser y su servicio normal sino como tranquilizante depresión de su grado.

El fin de semana como bache del quehacer dignificado y como propicio lugar para que sus cenizas y fracasos se depositen en su seno.

Fin de semana pues como una suerte surte  de bache o decaimiento del nivel general  del territorio, trinchera donde si, de una parte, nos creemos protegidos de los ataques ajenos. de otra nos presagia el principio de nuestra alineación. La piedad por los seres humanos no debe conocer límites, no atiende a fronteras. La calamidad de ser un individuo de la misma y vasta especie, alistado en la producción, conlleva un halo de necesidad fundamental, una triste ternura, un aura gris que el fin de semana no puede eliminar sino que por el contrario, sábado tras sábado, domingo por la tarde tras domingo por la tarde, hace flotar como los peces muertos o casi agónicos en la pecera de Matisse, las escamas coloradas -decoloradas-que apenas se mueven en  la pecera­ 

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27 de abril de 2010
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De Italia a Arizona

La inmigración será una de las piedras de toque de las sociedades avanzadas en el siglo XXI. Las economías eficaces y las sociedades dinámicas serán las que sepan acoger e integrar a centenares de miles de personas de orígenes, religiones, culturas y lenguas distintas. No es una cuestión de buenas voluntades ni de buenismos, sino de necesidad. Las sociedades posindustriales, con pirámides de población envejecidas, necesitan ya ahora mismo mano de obra joven que ayude a marchar la economía y que aporte las cotizaciones sociales para garantizar el futuro de los sistemas de cobertura sanitaria y de pensiones. Para que funcione adecuadamente la integración de estas poblaciones y su conversión en ciudadanos con plenos derechos y deberes es evidente que se necesitan políticas inteligentes en la admisión de los inmigrantes y fuertes inversiones públicas en los sistemas de integración, que son sobre todo la educación, la sanidad y las infraestructuras urbanas, es decir, los transportes y la vivienda.

Todo esto son cosas más que sabidas desde hace muchos años. Lo saben los trabajadores sociales, lo saben los sociólogos que han estudiado estos fenómenos y lo saben los políticos, aunque a veces se hagan los despistados en razón de sus intereses electorales. Hay ciertamente un problema de intensidad y de ritmo en la llegada y en la integración, que a veces puede producir desequilibrios y problemas de gran visibilidad conflictiva, principalmente cuando se mezclan cuestiones de orden público, delincuencia y enfrentamientos comunitarios. Y hay también intentos populistas y oportunistas, profundamente cínicos, de aprovechamiento electoral de estas tensiones. Uno de los estados de la unión norteamericana acaba de aprobar la que quizás es una de las peores leyes contra la inmigración del mundo contemporáneo. Sólo le van a la zaga las leyes anti inmigración promovidas por la Liga Norte y aprobadas por la mayoría berlusconiana que gobierna en Italia. La ley de Arizona convierte en cualquier persona distinta, por rostro o por lengua, en un sospechoso; y crea, de hecho, una situación de discriminación contra los hispanos, incluyendo los que tienen nacionalidad estadounidense. El mero hecho de hablar español, en un Estado de fuerte componente hispana y que fue parte de México hasta 1848, constituirá bajo esta legislación una apariencia de delito y sucederá ni más ni menos que en territorio de los Estados Unidos, que es un país de inmigrantes y hecho por inmigrantes. La ventaja del debate sobre la inmigración en Estados Unidos es que tiene unos resultados exactamente contrarios a los que tiene en Europa. Esta legislación promovida por los republicanos de Arizona puede convertirse en el mayor desastre para el partido republicano, pues se enajenará a la minoría hispana, de creciente peso demográfico y electoral, que ya fue decisiva en la elección de Barack Obama. En Europa, en cambio, el debate sobre la inmigración está siendo utilizado por la derecha para apuntillar a la izquierda, porque la divide y la debilita, a la vez que aglutina alrededor de las opciones conservadoras a un voto que puede alcanzar a veces hasta le extrema derecha. Lo más probable es que la ley de Arizona termina naufragando, gracias al soberbio sistema de checks and balances norteamericano, pero a la vez cabe imaginar que puede ser letal electoralmente para los conservadores y sus candidatos, contribuyendo a su arrinconamiento en la extrema derecha. No es lo que cabe esperar de las legislaciones anti inmigración europeas, que terminarán lastrando todavía más la capacidad competitiva y el dinamismo social de esa Europa tan perezosa y cansada. (Enlace con un excelente artículo de análisis de Andres Oppenheimer, publicado en inglés en el Miami Herald y en español en el Nuevo Heraldo de Miami).

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27 de abril de 2010
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Besos de una noche

Con un pulóver ceñido y el pelo embadurnado de gel, ofrece su cuerpo por sólo veinte pesos convertibles una noche. Él muestra ese rostro de pómulos salientes y ojos achinados que son tan comunes entre quienes vienen del oriente del país. Mueve todo el tiempo los brazos, con una mezcla de lascivia e inocencia que produce por momentos lástima, por otros, deseo. Forma parte del vasto grupo de cubanos que se gana la vida con el sudor de su pelvis, que mercadea su sexo ante extranjeros y nacionales. Una industria del amor rápido, de las caricias breves, que en esta Isla ha crecido considerablemente en los últimos veinte años. La Habana tiene por momentos aires de burdel, sobre todo si se transita por la calle Monte hasta la intersección de ésta con Cienfuegos. Mujeres jóvenes con ropas vistosas, pero algo desteñidas, ofrecen su ?mercancía?, especialmente cuando cae la noche y los elásticos no se ven flojos ni las ojeras tan grises. Son las que no pueden competir para alcanzar un gerente o un turista que las lleve a un hotel y les ofrezca -al otro día- un desayuno con leche incluida. No usan perfumes de marca y completan su trabajo en unos apretados cuartos de solar o en el descanso de una escalera. Trafican con gemidos, intercambian espasmos por dinero. Estos hombres y mujeres ?comerciantes del deseo- evitan tropezarse con los uniformados que vigilan la zona. Caer en manos de uno de ellos puede significar una noche en el calabozo o la deportación a su provincia de origen para quienes están ilegales en la ciudad. Todo puede resolverse si el policía capta la propuesta de un muslo que se le insinúa y acepta intercambiar el acta de advertencia por unos breves minutos de intimidad. Algunos agentes del orden volverán asiduamente a cobrar su peaje ?en moneda o en servicios- para permitirles a estos seres nocturnos que sigan apostados en las esquinas. Negarse a dárselo puede hacer a las mujeres terminar en una granja de reeducación de prostitutas y a los hombres ser acusados de un delito de peligrosidad predelictiva. Así se completa el ciclo del sexo por dinero, en una ciudad donde el trabajo honrado es una reliquia de museo y las necesidades llevan a muchos a apostar el cuerpo, a contonearse a la espera de una oferta.

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26 de abril de 2010
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