Skip to main content
Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

Blogs de autor

TRES EN CÍRCULO

Antes de subir a la presentación del libro de Jorge Edwards, Persona non grata, que tendría lugar en una de las últimas plantas de ese laberíntico espacio del Círculo de Bellas Artes, tuve un feliz encuentro con la obra de tres artistas fundamentales de la modernidad del siglo XX, de sus sueños de rupturas, de sus maneras heterodoxas de entender el arte. Me tropecé, en realidad estaba buscando el tropezón, con la obra de Jean Arp, de Henry Michaux y de Mario Cesariny. Placentero encuentro en un espacio cada día más dinámico pero más complicado de recorrer, de salir y de entrar. Y sin embargo se llena, a la gente le gusta el laberinto. A mí también. Debería haber más laberintos, aunque fuera en los jardines públicos. Sigamos en el Círculo, en ese contenedor de artes dispersas -incluido el billar- ese territorio imprescindible de nuestros encuentros culturales, en donde lo normal es dar una conferencia o que te la den. Un excelente mirador para esperar pacientemente que algún día funcione mejor el más hermoso de los cafés abiertos a una ciudad que soñó ser una moderna metrópolis al mismo tiempo que crecía su edificio.

El libro de Edwards, ahora felizmente rescatado, tiene más de treinta años. Más de tres décadas y sigue tan vigente, tan lúcido y eficaz como cuando no quisimos leerlo. No quisimos y, sin embargo, lo hicimos. No queríamos compartir sus opiniones, sus miradas, sus críticas y lo terminamos haciendo. Si no lo hicieron entonces, háganlo ahora. El libro de Edwards sigue siendo necesario para saber más de Cuba, Fidel, la izquierda guerrillera y la del caviar. Para saber de Neruda y de Allende, para saber de diplomacia y de mentiras. Un libro que debemos agradecer. Y más algunos que tan ingratos fuimos con un escritor que se atrevió a decir la verdad de una revolución que era una mentira.

El libro de Edwards está en las librerías. También los catálogos de las tres exposiciones más interesantes y no tan habituales de tres artistas que hicieron de su independencia, de su inteligente camino a contracorriente, de su navegar entre el dadaísmo y el surrealismo sus esencias artísticas, Arp y Cesariny. Y esa manera de moverse al margen de un artista tan esencial, tan genialmente arbitrario, tan excelente en sus márgenes que fue Michaux. Un buen bárbaro que estuvo muchas veces en nuestro país. Que no le gustó nada Madrid y que se enamoró de Doñana y del paisaje de Almería. Si Michaux pudiera ver ahora este Madrid en que se le edita y expone, podría cambiar de opinión, sobre todo si recorriera la ciudad de manos de un amigo, seguidor y admirador, de otro pintor que escribe y que dejó la dulce Francia por el cocido madrileño: Eduardo Arroyo. En los “ Icebergs” expuestos en el Círculo encontramos los antecedentes de muchos artistas, no precisamente de Arroyo. Nada malo saber mirar a los maestros.

También hay que ver el mundo de Arp, el mundo de ese dadaísta que supo pasar por el Cabaret Voltaire cuando tocaba estar allí.¡Cuántas veces hemos deseado estar allí, entre aquellos que tanto y tan bien se reían de tantas cosas desde un bar en Zurcí! Ahora, también Madrid le sienta muy bien a Jean Arp y sus ya tan clásicas piezas de los tiempos en que la vanguardia tenía sentido. Quizá lo siga teniendo.

Y cerrar el círculo, o dejarlo abierto, con la pintura y la poesía del último surrealista portugués, Mario Cesariny, uno de los últimos mitos vivos de ese movimiento, el surrealista, que pasó por Iberia, llegó a México y se encontró muy cómodo.

Después siguió su camino, su historia de ida y vuelta, todavía está presente y vivo en artistas, en poetas tan jóvenes como el viejo Cesariny.

Leer más
profile avatar
5 de octubre de 2006
Blogs de autor

LIBREROS DE VIEJO

De lo idílico de mi visión de un hermoso pueblo castellano dedicado a los libros de viejo bajo a la realidad de los libreros de viejo en la feria que cada otoño les convoca en Madrid. Es una bajada desde el deseo a la realidad. Comento con algunos de mis más frecuentes amigos entre los libreros de viejo la posibilidad de tener un pueblo con deseo de ser una constante dedicación de su oficio. No les noto entusiasmados. Incluso bastante escépticos. Me comienzan a contar algunos de los problemas reales con los que se enfrentan.

Primero, el bajo crecimiento, o el retroceso en muchos casos, de la venta de los libros de viejo en los establecimientos tradicionales. La falta de espacio, de ayudas, de difusión y el intrusismo en la profesión. Siguen, al menos los libreros de Madrid, quejándose de la existencia de dos ferias anuales del libro de ocasión. Y además, con ese espíritu abierto del que hace gala la ciudad, ese espíritu tan de agradecer por los compradores, de abrir la feria a cualquier librero sea de dónde sea no favorece a los profesionales del sector madrileño. Dicen no ser correspondidos con las mismas invitaciones por otras ferias que se hacen en otras ciudades. Yo, que simplemente pretendía ser un paseante en feria, un curioso a la busca de alguna sorpresa, de alguna ganga que no estuviera reflejada en la red, me encontré con una suerte de reivindicaciones, de quejas y de negritud con el futuro de ese peculiar mercado que me hicieron rebajar mi proverbial optimismo.

Suelo situar mis deseos por encima de la realidad así que me dio por seguir pensando que la idea, el proyecto de Albalate y sus librerías de viejo, eran una salida más imaginativa y apetecible que esa de algunos pueblos al vestirse de medievales, montar un mercado lleno de fritos grasientos, de vino peleón, de trajes de disfraces, juegos absurdos y música de instrumentos de viento poco evolucionados. Digan lo que digan sigo pensando que Albalate podría ser una suerte de Hay-on-Wye a la manchega, tendrá menos glamour pero tendrá sentido.

Ciertamente el mundo del libro de viejo cambió con la entrada en la red de los grandes libreros del sector. Es sin duda uno de los cambios más notables en un negocio que era personal, pequeño, lleno de polvo y con la trastienda cargada de posibles sorpresas. Quizá sea una mirada un tanto romántica pero de vez en cuando así podía ser el rastreo en esos cubículos, tenderetes o librerías con sabor que dan asilo al mundo de los libros de viejo.

Llegó Internet, llegaron los buscadores por la red, llegó la librería de viejo universal y todo fue más abierto, más fácil, más uniformado y menos imprevisible. Subieron los precios. Todos, casi todos, los libreros de viejo saben lo que piden los grandes mantenedores de este negocio por una primera edición de un poeta del 27 o por el descatalogado libro de Vargas Llosa sobre García Márquez. Ahora todo es más fácil y también más difícil. Ahora los libros de viejo, las librerías de viejo, están en la red y el mundo entero, el pequeño gran mundo de ese universo de buscadores de libros perdidos, raros, hermosos o descatalogados, tiene una información que les hace tener un argumento frente a los que pretenden cazar una rareza a precios de saldo. Apenas hay sorpresas y prácticamente no existe el librero que no tiene esa información para subir, ajustar o presionar a su comprador con el precio universal que marcan los dominadores de la red de los libros de viejo.

Después de todo esto, ¿por qué, para qué una experiencia en marcha como la del pueblo conquense de los libros?... Pues quizá, como me señaló uno de los más veteranos y amantes de su oficio, uno de los resistentes históricos de la Cuesta de Moyano, porque ofrezcan además de la posibilidad de buscar viejos libros, la posibilidad de tomar un buen cabrito, una agradable habitación con vistas o un paraje que merezca la pena la escapada de nuestros hábitos de fin de semana. Quizá tenga razón, quizá tengan que ofrecer los del pueblo de Albalate algo más que libros de viejo. Pero si consiguen ofrecer una buena muestra de libros perdidos y además unos vasos de buenos vinos, un paisaje y una fonda con buena comida y dormida… si me pierdo, que busquen en ese pueblo de la Mancha de cuyo nombre sí quiero acordarme.

Leer más
profile avatar
4 de octubre de 2006
Blogs de autor

EL PUEBLO LIBRO

Hablaba Vicente Verdú en su blog sobre la supervivencia de algunos pueblos españoles. Pueblos que en su mayoría han abandonado sus cultivos tradicionales y que viven de las subvenciones o del creciente turismo rural. Hace poco conocí a la alcaldesa de un pequeño pueblo de la serranía conquense, de esa zona de la Alcarria que no está muy lejos de Madrid, ni de Valencia, muy cerca de Cuenca y que, sin embargo es muy poco visitada. El pueblo  se llama Albalate de las Nogueras. Un hermoso pueblo que solo conozco de fotos y al que pienso escaparme cuánto antes. Veo que tiene pasado romano, presencia árabe, reconquista cristiana y aún se pueden reconocer en sus calles las huellas románicas, góticas, renacentistas o barrocas. Un pueblo lleno de cuevas excavadas en las rocas que hacen de bodegas en las que se sigue conservando el vino que se vendimia a la manera tradicional. Todavía el principal recurso del pueblo es el mimbre. En fin un pueblo con ríos, cañadas, eras y serranía que configuran un paisaje realmente apetecible para el visitante. Un pueblo con pozo y con numen. La vida, como en tantos pueblos, no ha sido fácil para sus habitantes y ahora siguen viviendo en Albalate algo más de trescientos vecinos.

Pero no es esa postal, que también, lo que hace que sea un pueblo de interés para los lectores de este blog. Lo interesante es que Albalate será el primer pueblo-libro de España, al menos el primero que quiere dar refugio a los viejos libros. Su alcaldesa, Luci Moreno a la que conocí en los días segovianos dedicados a los escritores en escena, ha visitado Hay-on-Wye y también otros pueblos europeos de parecidas características al famoso pueblo galés. Y después de ver esas experiencias y de convencer a la Junta de Castilla- La Mancha, la empeñada alcaldesa ha conseguido la financiación para que allí tomen asiento librerías de viejo, libros de ocasión y otros oficios que tienen que ver con el amor a los libros.

Por las calles del pueblo, principalmente los fines de semanas, se abrirán las librerías que estarán instaladas en casas históricas que pasarán a ser librerías de lance. Los libreros tendrán gratis el espacio para montar sus librerías, también dispondrán de un alojamiento y, al mismo tiempo, se están ofreciendo espacios para restauradores, impresores y otros oficios del mundo del libro. El proyecto ya está en marcha, se están rehabilitando las primeras casas, se están haciendo los primeros contactos y se pretende que en el año 2008 el primer libro pueblo español sea una realidad.

Una librería, la de Enrique Prieto, ya ha confirmado participar en el proyecto con más de doce mil volúmenes. Otros libreros de viejo de diferentes provincias españolas se han mostrado interesados en el proyecto. Creo que es una idea que debería tener continuidad, que podría sensibilizar a otros pueblos que parecen destinados a la desaparición. Muchos buscadores de libros, letraheridos de distinta condición, rastreadores de caminos de nuestra geografía estaríamos encantados de hacer un desvío en el camino para tropezarnos con el placer de bucear en viejas librerías, en libros perdidos concentrados en un pequeño y hermoso espacio como las calles de Albalate. Después vendrán los vinos, las morcillas o los tomates del pueblo, pero con el placer de haber encontrado un libro que nos estaba esperando. De vez en cuando hay alcaldes con ideas, no todo tiene que ser especulación y ladrillo. Después de tantos debates sobre el futuro del libro, del libro digital, de las nuevas tecnologías y de las macrobibliotecas ofrecidas desde la ventana de nuestro ordenador, no está mal que se piense en la existencia de un lugar donde el libro mantenga su vieja relación con esos tipos singulares que son los paseantes de librerías. Unos resistentes que no se quieren extinguir.

Leer más
profile avatar
3 de octubre de 2006
Blogs de autor

POETAS Y FÚTBOL

Hace años estaba viendo un partido de fútbol en compañía de amigos, algunos de ellos escritores y en uno de los momentos más apasionantes del juego sonó mi móvil. Lo dejé sonar para poder seguir las emociones del partido. Pasaron unos minutos, volvió a sonar mi móvil, más o menos en el momento en que mi equipo estaba a punto de marcar un gol- un acontecimiento en aquel entonces bastante extraordinario- y volví a no hacer caso de la llamada. Un momento después mi móvil volvió  a reclamar mi atención y, por tercera vez, a molestar a todos los atentos a la pantalla. Con su habitual calma, el escritor Julio Llamazares sentenció: “A la hora de un partido, sólo puede llamar una mujer o un poeta”. Tuve suerte, era una mujer.

También ayer, reunidos un grupo de amigos para ver el partido de la jornada -como lo llaman los comentaristas-, uno de esos partidos de máxima intensidad en los que se enfrentaban los dos equipos históricos de esta ciudad, el Atlético de Madrid y el Real Madrid, volvió a sonar el móvil en un momento inapropiado. Reconocí la procedencia de la llamada y no lo atendí, era un poeta. Una vez más Llamazares tenía razón. Aunque las llamadas durante los partidos ya no son lo que fueron. Ya no está tan claro que un escritor, un poeta, y mucho menos una mujer no estén siguiendo “el partido de la jornada”. Muchas veces veo los partidos en compañía de mujeres mucho más apasionadas, forofas, que cualquier hombre. Y si de poetas hablamos, pues más de lo mismo.

Desde hace muchos años estoy rodeado de poetas, artistas o mujeres que sienten pasión por ese juego. No hay más que recordar las pasiones por el fútbol de Manuel Vázquez Montalbán o Juan García Hortelano. La que mantienen los escritores Javier Marías, Vicente Verdú, Gonzalo Suárez, Paco Brines, Juan Cueto o Almudena Grandes. Eso por no hablar de poetas, fanáticos seguidores de sus equipos, como Luis García Montero, Benjamín Prado o el editor Chus Visor que no se conforman con ver el espectáculo por la televisión, sino que muchos fines de semana hacen sus planes un función de poder escaparse para poder gritar sus pasiones en el campo de juego.

El  fútbol, que no tiene grandes películas, sí que tiene poetas y escritores que han sabido acercarnos algunos momentos de esa lucha, ese melodrama que tiene una duración inteligente. Siempre sabes cuándo terminará la tragedia de tu equipo, incluso -algunas veces pasa- cuándo finalizará esa obra con un final feliz. Yo que soy del Atlético de Madrid -“¡qué manera de palmar, qué manera de sufrir”- sé bien de qué hablo cuando digo drama. Aunque siempre nos parece que los tiempos están cambiando. Uno sigue teniendo una gran capacidad para engañarse, para forjarse esperanzas, para hacerse ilusiones.

Nos gusta el fútbol, como a Albert Camus, Peter Handke, Rafael Alberti, Elías Querejeta o Eduardo Chillida. Nos gusta aunque nunca hayamos jugado, aunque nos parezca excesivo tener que ir al campo, hacer esas colas y soportar esas hinchadas que se convierten en fanáticas y excesivas en sus gritos por la pequeña aventura, por el azar y el destino de un objeto, de un pequeño objeto de cuero.

Hay algunas cosas que todavía me resultan insoportables cuando veo un partido. Son insoportables algunas expresiones fanáticas y racistas que se expresan con demasiados gritos y furias en el campo. Pero lo que me parece aún más intolerable es que todavía se vean en los campos -ayer en el estadio del Real Madrid, otras veces en otros estadios- banderas con los símbolos franquistas o banderas con símbolos nazis. ¿Es tan difícil retirar esas banderas y esos nostálgicos fascistas que las enarbolan? Y lo hacen con impunidad y televisión en directo.

Leer más
profile avatar
2 de octubre de 2006
Blogs de autor

LA SEGUNDA LESBIANA

Me encontré en Segovia, en los días del Hay Festival, a Pablo Jiménez Burillo, responsable de cultura de la Fundación Mapfre y hombre de muchas curiosidades culturales. Pasaba unos días en Segovia representando a uno de los principales colaboradores del Festival y acudiendo a las charlas que le parecían más interesantes.

Me preguntó si yo conocía a una poeta llamada Renée Vivien. Confesé mi ignorancia, no recordaba ese nombre, no conseguía situar a ninguna poeta francesa con ese nombre. “Pues la segunda lesbiana de la historia de la literatura”. ¿La segunda? “Pues sí, después de los explícitos poemas de Safo, tienen que pasar muchos siglos para que una mujer, una escritora, lleve a su obra el lesbianismo sin encubrimientos, sin tapar su condición, sin disimulos”. Me regaló el libro, Estudios y preludios, de Renée Vivien que acaba de traducir y publicar en T.F. Editores. Efectivamente este poemario es un hermoso libro de amor, de explícito amor a las mujeres. Es Renée Vivien el seudónimo de la inglesa Pauline Mary Tarn. Una joven lesbiana que se trasladó al París de principios del siglo XX. Cambió su nombre por ese otro nombre francés -que más o menos quiere decir “renacida y viviente”- que señala su placer de una nueva vida fuera de los corsés -o de los armarios- de la Inglaterra victoriana. Muere joven, a los treinta y dos años, no sin haber dejado una curiosa obra poética, además de alguna novela autobiográfica y otras a la moda de la época. Pero, como señala su traductor, si  hay que recordarla será por sus poemas de amor lésbico. Poemas arrebatados, sensuales, felices  o angustiados que son el reflejo de una vida llena de pasiones y de derrotas.

Tiene amores con Natalie Barney, verdadero personaje central de todo un grupo de mujeres ricas, inteligentes y sin prejuicios que se atreven a mostrar públicamente su clase de amor. Un mundo refinado, exquisito, perverso y exótico dedicado al universo de Safo. En aquel grupo de lesbianas de vanguardia también las hubo de doble militancia en amores. En el entorno de Renée Vivian y Natalie Barney encontramos nombres como Liane de Pougy, Emilienne d’Alençon, la Bella Otero o Romaine Brooks.

Decía Paul Lorenz que en aquellos años “la nobleza europea y las finanzas judías producían lesbianas notorias”. Mujeres y hombres del gran mundo (y demi-monde) que participaban en aquellas fiestas exóticas en las que creían estar en los dulces jardines lésbicos. Renée fue una de las más lanzadas en esa vida de amores, pasiones, viajes -un rito era escaparse a Mitilena, en la isla de Lesbos- rupturas e infidelidades de unas mujeres que se atrevieron a vivir su vida. Renée con muchas relaciones tormentosas asustó a la no muy asustadiza y ex amante, Lianne de Pougy, que escribió que su antigua enamorada “frecuenta gentes espantosas, lleva una vida de orgías y venenos que ni siquiera la embriagan”.

Todos los poemas de Vivien tienen algo cercano, físico; poemas del amor consumado, del amor detenido, perseguido o perdido.."porque ella recuerda los besos que se olvidan/ y nunca aprenderá el deseo que no tiene dolor/ aquella que ve siempre con melancolía/ a través de las noches de orgía, agonizar a las flores".

Es una notable poeta, pero yo, perdido para la causa de esa forma de amor, sigo prefiriendo los dulces y eróticos cantos de amor lésbico que escribiera Pierre Louys en sus canciones de Bilitis. Miro mejor ese mundo fascinante y sensual, desde las ventanas que me abrió Louys. A cada uno su libro sáfico.

Leer más
profile avatar
29 de septiembre de 2006
Blogs de autor

DE GORDOS Y FLACOS

Siempre me impresiona ver como fueron/ fuimos algunos delgados de antaño y en lo que llegaron/llegamos a convertirnos con el paso de los años, las comidas, los kilos, las vidas y sus bebidas. Así somos aunque así no nos parezca. Siempre hay un amigo, una pesa instalada en el baño o una foto para ponerte delante del espejo de tu realidad. Una de las transformaciones que más me preocupan, que más me hacen pensar en nuestros problemas con nuestra propia imagen, es la de Edgar Neville. Cuando se mira esa foto en Hollywood, al lado de su amigo Charles Chaplin, los dos sentados a la puerta de un estudio, vemos a un Neville delgado, elegante y atractivo. Tiene la mirada directa, segura y satisfecha del que está contento con su propia imagen. Cuando vemos las fotos de sus años de cineasta en el franquismo, las imágenes de un triunfador, de un vitalista vividor, de un sonoro gozador en tiempos de silencio vemos cómo con los años, las películas y la vida va engordando sin censuras o autocensuras que lo detengan. Solo, o en compañía de Conchita Montes, Neville seguía engordando así que pasaban los años, la fama y las películas. Una vez le pusieron en una disyuntiva -como a Cabrera Infante cuando su madre le dio a elegir entre cine y sardina- o el güisqui o la vida. Eligió el güisqui. Perdió la vida. No hay que buscar toda la culpa en sus aguas de Escocia. Su bebida estuvo bien acompañada de otros excesos. Aún así, no estuvo mal mientras duró la vida y la obra de este gordo que fue joven y flaco.

Soy amigo de muchos gordos, y enemigo de mí mismo. Y, la verdad, me gustaría estar aún más delgado que el crítico Manuel Rodríguez Rivero que sigue moviendo su cultura y sus neuras por la vida y la prensa con veinticuatro kilos menos. Incluso, aún diría más, como los Dupond de Tin-Tin, me gustaría estar más delgado que el admirado Vila- Matas que va camino a la recuperación de su imagen de aquellos tiempos en que parecía un personaje de Truffaut, línea Antoine Doinel, pero con menos pelos. A esos dos amigos reconvertidos los encontré en Segovia, entre los gozos y las sombras del Hay Festival. Vila-Matas siempre había sido un flaco que engordó a golpes de tragos largos, cortos y medio pensionistas. Rivero, siempre fue un gordo de mejores comidas que bebidas. Ahora, apenas abusan de lo uno y de lo otro. Tiene su mérito, pero menos.

Con mi mala conciencia, en compañía de mis digestiones y resacas, me escapé de Segovia a Ciudad Real. Sí, Ciudad Real, también existe. Está a cincuenta minutos exactos en AVE desde Madrid. Se celebraban unas jornadas de cultura y gastronomía -¡qué paliza, que tentaciones, que rico! -y la mesa redonda- y nunca mejor dicho como me señala uno de esos lectores anónimos que practican el boomerang- me situaba entre gordos felices, renovados y arrepentidos. Entre los felices el periodista y novelista Jesús Ruiz Mantilla, gordo, culto, esteta y divertido. Consigan su novela Gordo -no digo la editorial para no meter la pata como cuando escribí Losada por escribir Lumen, dos editoriales de mi historia personal, de mi memoria lectora y de mi desmemoria apresurada- y se encontrarán con una divertida y lúcida tragicomedia del comer y el beber. Entre los renovados, el maestro de las cocinas más estrelladas de Cataluña y con delegación madrileña, Santi Santamaría. Me había seducido con sus artes culinarias y mejoró su capacidad seductora con sus artes verbales, culturales y vitales. Renueva su gordura por placer. Un artista que sabe afinar. El gordo arrepentido es Juan Echanove. Arrepentido ma non tropo. Enorme actor, que sudando con Calixto Vieito, con Houellebecq y con su papel de Quevedo y su trabajo en Manolete ha perdido tantos kilos que ya está en trance de arrepentirse. Un gordo que adelgazó sin complejos. Y que también sin complejos está dispuesto a volver por donde solía. El quinto en la mesa redonda, no hay quinto malo, era Lorenzo

Díaz, el periodista, sociólogo y gastrónomo que nos embarcó en el feliz viaje a la buena mesa manchega. Lorenzo Díaz es el más delgado de esa peculiar tribu de gastrónomos que conoce el arte de marear la perdiz y no perder la línea. Debería escribir un tratado del comer y el placer sin pagar el tributo que pagamos los aficionados a las lecturas y otros alimentos. Bebidas aparte.

Un día de estos tengo que hacer un catálogo de escritores gordos y flacos. Algo así como un desfile de escritores preparados para desfilar por una pasarela Cibeles, pero sin expulsiones por kilos. ¿Quién escribe mejor, los gordos o los flacos?

Leer más
profile avatar
28 de septiembre de 2006
Blogs de autor

RONCAGLIOLO Y FRANCO, EN EL MUSEO

En la capilla del museo Esteban Vicente, en ese edificio central y recuperado para las obras de uno de nuestros más singulares pintores, estuvimos charlando de literatura, cine, política, deudas y lecturas con dos de los más interesantes escritores de los “nuevos bárbaros” de la literatura hispana. Dos de los más destacados nietos del boom. No habían oído hablar de Esteban Vicente, uno de los grandes del expresionismo abstracto americano que nació en un pueblo de Segovia. En Turégano, hijo de un guardia civil, nació este pintor que buscó su futuro en Nueva York, ya desde los años finales de la década de los años veinte. Culto, educado, dandy y elegante, no visitó más nuestro país, entre otras razones por la derrota de la República, de la que se sentía cercano. Muerto Franco volvió muchas veces, legó parte de su obra para este museo pequeño, singular e importante para entender nuestras modernidades y reconocer a un pintor demasiado olvidado. Murió cerca de los cien años sin renunciar nunca a su expresión abstracta de la que fue uno de los mejores exponentes.

Allí, en una capilla anexa al edificio, nos sentamos a charlar con Roncagliolo y Franco. Reconocieron sus deudas con los abuelos del boom, pero también su liberación del realismo mágico, en el caso de Franco. O del peso de Vargas Llosa, en el caso de Roncagliolo. No matan a los abuelos, pero se sienten, son, otra mirada, otra escritura. Más cercana está la deuda de Franco con Fernando Vallejo, pero al contrario del autor de La virgen de los sicarios, él si que puede, quiere y vive en su país. En Franco, como en otros tantos de esta generación del “realismo sucio”, o de McOndo más Mackintosh, las mayores influencias vienen del cine. Y eso es lo primero que quiso ser el autor de Rosario Tijeras. Escribiendo para el cine se dio cuenta de que también podía escribir sin él. Y surgió uno de los escritores con más fuerza, con más dureza y una suerte de ternura en medio de la violencia que tienen sus novelas. Acaba de publicar Melodrama, donde hace un giro con sus anteriores novelas, Rosario Tijeras y Paraíso Travel, y se acerca a la estética del melodrama y la intriga con colombianos menos canallas que buscan su supervivencia en un mundo encanallado, con más charme en París. García Márquez ha declarado que le quiere pasar la antorcha, pero el escritor de Medellín vuela libre sin vuelos mágicos.

Santiago Roncagliolo, seductor, simpático, mucho más expresivo que su compañero Jorge Franco, vive con normalidad su esquizofrenia de escritor con éxito pero que tiene que trabajar duro para poder vivir, y bien, en Europa, en Barcelona. Al contrario que Franco, que casi siempre dice no a cualquier trabajo que le saque de sus novelas, Roncagliolo dice que sí a casi todos los trabajos que le proponen. Feliz con su blog, con sus bolos y colaboraciones en un país en el que se encuentra felizmente instalado. Están a punto de terminar una película sobre su novela, Pudor, que fascinó al actor y debutante director Tristán Ulloa. Y él todavía no está del todo recuperado de la estela que provocó con el éxito de su Premio Alfaguara, de su thriller político Abril rojo.

Dos grandes escritores, dos maneras de acercarse a la literatura, a unas historias que siguen surgiendo de sus países de origen. Roncagliolo cree que desde la distancia se ven más claras algunas cosas que puede contar del país que abandonó por amor y otras supervivencias. Franco no piensa tener que abandonar su feroz y feraz país, un país que está cambiando, que se está transformando de manera acelerada y que no piensa dejar de mirarlo desde cerca, desde las propias calles de Bogotá. Para seguir viajando se inventa situaciones, viajes, vidas en otras ciudades en las que le gusta perderse de vez en cuando.

Se encontraron felices en estos días segovianos, rodeados de colegas y viendo de cerca algunos de esos escritores que sienten tan cercanos como Amis o McEwan. La lengua rápida de Roncagliolo no pudo evitar señalar su sorpresa cuando conoció de cerca a Martin Amis, “¡qué pequeño puede ser un escritor tan grande!”. Tuvieron público y prensa. Aunque, la verdad, los medios que cubrieron el festival estaban más dedicados a la persecución de los ingleses que a los que escriben en español. Algo que sorprendió a Vila-Matas. “Parece que no nos ven”. No creo que sea por los kilos que Vila-Matas ha perdido. Otro día hablaré del adelgazamiento de críticos y novelistas españoles. Algo está cambiando en nuestras dietas.

Leer más
profile avatar
27 de septiembre de 2006
Blogs de autor

HAY / SEGOVIA

En Segovia hay muchas más carnicerías que librerías. Se consumen más cochinillos que libros. No hay tradición de encuentros literarios y, mucho menos, existían antecedentes de pagar para poder escuchar a los escritores hablando de sus obras, sus gustos literarios o sus opiniones sobre literatura o política. Segovia no es Hay on Wye, ese pueblo galés lleno de librerías y acostumbrado a celebrar encuentros de escritores desde hace décadas. Y, sin embargo, en Segovia el Festival Hay, ha constituido un éxito y una sorpresa. Los encuentros de los días -y las noches- segovianas literarias han demostrado que sí hay deseos de escuchar, leer, debatir y participar en las discusiones culturales y literarias. Los escenarios donde se producían los encuentros estaban llenos, la gente pagaba por el espectáculo de escuchar a los intelectuales, historiadores o escritores de muy distinta condición, cultura o fama que hasta allí llegaron. Había debates, preguntas y celebraciones desde la mañana hasta la noche en la monumental, civilizada, divertida, y de excelente gastronomía, ciudad castellana. Había colas (¡¡) para poder ver a un escritor. La organización ha sido perfectible, son lógicos los desajustes, los despistes e improvisaciones de  unos encuentros que no tenían antecedentes. Algo que, estoy seguro, se corregirá para los próximos encuentros. Fue un acierto la elección de Segovia, ciudad espectacular de tamaño  humano, con excelentes servicios, con buena comunicación y volcada, desde las autoridades hasta los ciudadanos, con estos encuentros literarios.

El paisaje segoviano durante estos días era todo un lujo para las revistas literarias, para las páginas culturales o los programas televisivos culturales- si los hubiera, excepciones aparte- o para unos hipotéticos paparazis que se dedicaran a robar la foto casual de las gentes del mundo cultural en vez de perseguir a folklóricos o famosos surgidos de la basura mediática de esos programas de tomates, insultos o bailes. Ver haciendo cola en el restaurante José María -el emperador del cochinillo- a una paciente Laura Restrepo que apenas pudo comprobar sus bondades porque le llegó la hora de su charla a la mitad de su rito con el dorado manjar, a Ian McEwan en las terrazas de la Plaza Mayor, cercano pero no revuelto con su compatriota Martin Amis, no lejos de Enrique Vila-Matas, reconvertido en bebedor de zumos de naranjas, que compartía mesa con Jorge Edwards, que sigue fiel a los whiskies. O comprobar que también en Segovia algunos escritores y editores quisieron celebrar sus particulares noches blancas. De noches segovianas saben Malcon Barral, Miguel Aguilar, Benjamín Prado, Santiago Roncagliolo o Eduardo Lago. O los que se repartieron sus horas entre la gastronomía, la cultura y las visitas a la histórica ciudad. Laura Restrepo, enamorada de la ciudad, no se quiso perder ni la misa mayor que en la catedral se cantaba en honor de la patrona, la Virgen de la Fuencisla, nada que ver con la virgen de los sicarios. Tampoco quiso perderse el convento donde vivió uno de nuestros mayores poetas, San Juan de la Cruz. Sobrio refugio que está en las antípodas de la grandilocuencia barroca de la misa catedralicia.

Ian Gibson, revisitando su conocida ruta segoviana de Antonio Machado. Doris Lessing, un poco olvidadiza con su  propia historia, menos mal que a su lado estaba la culta y paciente Marianne Ponsford, dispuesta a ser la memoria precisa de algunas in concreciones de la escritora inglesa. La Lessing, que también conoció de cerca el placer del cochinillo, estaba admirada del profundo cambio que nuestro país ha conocido desde sus visitas en años del franquismo puro y duro. Muchas personalidades del mundo de la cultura, del libro, conocen bien Segovia, pero ninguno había conocido una ciudad entregada al diálogo abierto y plural de tantos escritores por metro cuadrado. Mañana contaré mi encuentro con dos de los escritores hispanos de mayor interés de los últimos años, con el compañero de estas páginas, el peruano Santiago Roncagliolo, y con el colombiano Jorge Franco. Hay Segovia para rato.

Leer más
profile avatar
26 de septiembre de 2006
Blogs de autor

SABER MENTIR

Si no sabes mentir no salgas de casa. Para estar fuera de casa, para sobrevivir en  fiestas, presentaciones, inauguraciones, estrenos, premios, confesiones y demás saraos es necesario saber mentir. Mi amigo Paco Clavel, que sigue moviéndose por el mundo sin parar de sonreír, después de un atracón de amabilidad social, dijo en confianza: “¡Qué falsas somos!”. Cuando sufro de sobredosis de mentiras sociales me acuerdo de su frase. Pero, nada, eso no tiene cura. Y como no pienso hacerme testigo de Jehová, pues eso, a seguir practicando. Oportunidades no faltan.

Mantuve el tipo en presencia de Esther Tusquets, la muy apreciada escritora y editora catalana que hace unos días paseaba por Madrid. Hace poco publicó un libro sobre sus aventuras editoriales llamado Confesiones de una editora poco mentirosa ¿Será verdad? ¿Ha podido sobrevivir en el mundo editorial sin contar mentiras? Como no me fío, no me pienso jugar con ella nada al póquer. Un juego de refinadas mentiras, de apariencias y sangre fría, del que la editora es una consumada jugadora. No es lo mío. No edito. Pero con mucho placer he leído este libro, el segundo libro de memorias de editores que leo esta semana, con algunos meses de retraso. Me acordé de él después de haber leído el de su amigo Herralde. El de Esther es más propiamente un libro de memorias y no tanto de homenajes como el del editor de Anagrama. Está lleno de curiosidades de esta editora que empezó por casualidad. La primera, inolvidable editorial Losada, dice que le cayó del cielo. Casi del cielo, al menos del cielo del franquismo: la heredó la familia Tusquets de un tío cura que había sido un activo golpista en pro de Franco. De un tío que, las “virtudes” nunca vienen solas, era también un destacado antisemita. Hermosa traición la que hizo la familia Tusquets con la herencia de su tío. Muchos libros que nada tuvieron que ver con el franquismo le debemos a la editorial Losada.

Entre otras curiosas apreciaciones de la sagaz escritora y editora, me llama la atención que asegure que en Madrid se hablaba mucho más que en Barcelona. Se sorprende de lo que se hablaba en el Madrid de los años sesenta, también de lo poco que se dormía y lo mucho que se bebía. Asegura que se hablaba más pero que, comparado con Barcelona, se hablaba más o menos de lo mismo. Con la salvedad de un tema. En Madrid se hablaba mucho de toros. En Barcelona nada. Se nota que Esther Tusquets no era de las habituales del restaurante Leopoldo, del Barrio Chino. Allí, con la presidencia tertuliana de Néstor Luján, se hablaba de toros más que en una tertulia del Gijón con Javier Pradera. Eran otros tiempos; Néstor Lujan ya no está. Y Pradera está desencantado con la tauromaquia. Razones para hablar menos. Además, el Madrid cultural felizmente está lleno de catalanes. Que hablen ellos.

Leer más
profile avatar
22 de septiembre de 2006
Blogs de autor

FERNÁN GÓMEZ EN SU SILLA

Este fin de semana en el Festival de San Sebastián se proyectará una de las películas que más ganas tengo de ver. También una de las películas que produce más envidia, sin verla, no haberla podido rodar. Es el gran espectáculo que durante años de charlas, risas, copas y otras situaciones que mi envidia me impide imaginar, ha reunido a dos amigos, dos colegas, dos cómplices frente a una silla en la que se sentaba Fernando Fernán Gómez. Los responsables son David Trueba -de conocido talento en cine y libros- y Luis Alegre, universalmente conocido por sus canciones, su capacidad para la amistad y sus talentos para los libros de cine y las mujeres hermosas. Juntos y revueltos han conseguido una película de larga duración con un solo protagonista.

Estoy convencido de que será un gran espectáculo. El mejor espectáculo de la memoria, la forma de contar, el fondo de la historia, la recreación de lo vivido y la lúcida mirada a las últimas siete décadas de nuestra historia. La película se llama La silla de Fernando. Los que alguna vez hemos tenido la fortuna de ver y escuchar de cerca a Fernán Gómez sabemos que puede ser tan apasionante como la mejor ficción. O como la mejor no ficción. Apasionante propuesta de un cine español que no está atado solamente a la fácil comercialización de gran presupuesto. Además la película lleva música de dos monstruos que no se conocían, Bebo Valdés y Enrique Morente. El cartel lo firma otro de los grandes, Oscar Mariné.

Espero que los que no podemos escaparnos a San Sebastián, los amantes del gran espectáculo del cine, más pronto que tarde podamos sumergirnos en la magia compartida de ver a uno de nuestros mayores nombres del espectáculo y la cultura en una sala de cine.

Leer más
profile avatar
21 de septiembre de 2006
Close Menu