Javier Rioyo
Hablaba Vicente Verdú en su blog sobre la supervivencia de algunos pueblos españoles. Pueblos que en su mayoría han abandonado sus cultivos tradicionales y que viven de las subvenciones o del creciente turismo rural. Hace poco conocí a la alcaldesa de un pequeño pueblo de la serranía conquense, de esa zona de la Alcarria que no está muy lejos de Madrid, ni de Valencia, muy cerca de Cuenca y que, sin embargo es muy poco visitada. El pueblo se llama Albalate de las Nogueras. Un hermoso pueblo que solo conozco de fotos y al que pienso escaparme cuánto antes. Veo que tiene pasado romano, presencia árabe, reconquista cristiana y aún se pueden reconocer en sus calles las huellas románicas, góticas, renacentistas o barrocas. Un pueblo lleno de cuevas excavadas en las rocas que hacen de bodegas en las que se sigue conservando el vino que se vendimia a la manera tradicional. Todavía el principal recurso del pueblo es el mimbre. En fin un pueblo con ríos, cañadas, eras y serranía que configuran un paisaje realmente apetecible para el visitante. Un pueblo con pozo y con numen. La vida, como en tantos pueblos, no ha sido fácil para sus habitantes y ahora siguen viviendo en Albalate algo más de trescientos vecinos.
Pero no es esa postal, que también, lo que hace que sea un pueblo de interés para los lectores de este blog. Lo interesante es que Albalate será el primer pueblo-libro de España, al menos el primero que quiere dar refugio a los viejos libros. Su alcaldesa, Luci Moreno a la que conocí en los días segovianos dedicados a los escritores en escena, ha visitado Hay-on-Wye y también otros pueblos europeos de parecidas características al famoso pueblo galés. Y después de ver esas experiencias y de convencer a la Junta de Castilla- La Mancha, la empeñada alcaldesa ha conseguido la financiación para que allí tomen asiento librerías de viejo, libros de ocasión y otros oficios que tienen que ver con el amor a los libros.
Por las calles del pueblo, principalmente los fines de semanas, se abrirán las librerías que estarán instaladas en casas históricas que pasarán a ser librerías de lance. Los libreros tendrán gratis el espacio para montar sus librerías, también dispondrán de un alojamiento y, al mismo tiempo, se están ofreciendo espacios para restauradores, impresores y otros oficios del mundo del libro. El proyecto ya está en marcha, se están rehabilitando las primeras casas, se están haciendo los primeros contactos y se pretende que en el año 2008 el primer libro pueblo español sea una realidad.
Una librería, la de Enrique Prieto, ya ha confirmado participar en el proyecto con más de doce mil volúmenes. Otros libreros de viejo de diferentes provincias españolas se han mostrado interesados en el proyecto. Creo que es una idea que debería tener continuidad, que podría sensibilizar a otros pueblos que parecen destinados a la desaparición. Muchos buscadores de libros, letraheridos de distinta condición, rastreadores de caminos de nuestra geografía estaríamos encantados de hacer un desvío en el camino para tropezarnos con el placer de bucear en viejas librerías, en libros perdidos concentrados en un pequeño y hermoso espacio como las calles de Albalate. Después vendrán los vinos, las morcillas o los tomates del pueblo, pero con el placer de haber encontrado un libro que nos estaba esperando. De vez en cuando hay alcaldes con ideas, no todo tiene que ser especulación y ladrillo. Después de tantos debates sobre el futuro del libro, del libro digital, de las nuevas tecnologías y de las macrobibliotecas ofrecidas desde la ventana de nuestro ordenador, no está mal que se piense en la existencia de un lugar donde el libro mantenga su vieja relación con esos tipos singulares que son los paseantes de librerías. Unos resistentes que no se quieren extinguir.