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las hermosas brisas rojas continuaron soplando en armonía

rojo, marrón y blanco. marc rothko VI. Ideas  A la larga Gerión aprendió a escribir. María, la amiga de su madre, le regaló un hermoso cuaderno japonés con portada fluorescente. En la portada Gerión escribió Autobiografía. Adentro anotó los hechos. Totalidad de hechos que se conocen acerca de Gerión. Gerión era un monstruo todo en él era rojo. Gerión vivía en una isla del Atlántico llamada el Lugar Rojo. La madre de Gerión era un río que desemboca en el mar el Río de la Dicha Roja el padre de Gerión era oro. Algunos dicen que Gerión tenía seis manos seis pies algunos dicen que alas. Gerión era rojo también lo era su extraño ganado rojo. Heracles llegó un día mató a Gerión se llevó el ganado. Después de los Hechos puso Preguntas y Respuestas.  PREGUNTAS  ¿Por qué mató Heracles a Gerión?    1. Por violento   2. Lo tuvo que hacer era uno de Sus Trabajos (10°)    3. Se le metió la idea de que Gerión era la Muerte de otro modo podría vivir para siempre.   FINALMENTE Gerión tenía un perrito rojo Heracles también lo mató. De dónde saca sus ideas, dijo la maestra. Era día de Padres y Maestros en la escuela. Estaban sentados codo a codo en los escritorios diminutos. Gerión vio cómo su madre se quitaba una brizna de tabaco de la lengua antes de decir: ¿Alguna vez escribe algo que tenga un final feliz? Gerión se quedó pensativo. Luego se estiró y con cuidado retiró la hoja escrita de la mano de la maestra. Se encaminó a la parte posterior del aula, se sentó frente a su escritorio de siempre y sacó un lápiz.    Nuevo Final.    Por todo el mundo, las hermosas brisas rojas continuaron soplando en armonía.  ANNE CARSON  Traducción de Tedi López Mills Letras Libres

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26 de febrero de 2011
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Diario imaginario

 
 
 

La lectura en Granada

Abrí en la Biblioteca el tomo de la Enciclopedia para verificar el lugar de una de las batallas de la saga emancipadora. Pero leyendo la entrada me encontré ingresando a otra historia, donde los hombres eran más casuales que el lenguaje.  A veces abrir un libro es abrir una puerta que se abre al paisaje donde acontece la permanente sustitución de la mirada por lo visto. Como si al pasar una página se abriese otra dentro, dictada por el lenguaje, más libre en el libro.  

Como un espejo, el lenguaje nos lee, siendo éste factual y aquel ilusorio, si bien ambos están hechos de la misma materia, del verbo conjugado por la gran traducción de lo vivo.

Volví la página y vi en el lenguaje el libro, discurriendo silencioso en el sentido contrario, como si los libros fuesen las puertas al mundo. Esa lección de la  escritura de lo dado, que no acabaremos de leer, pero que protestamos cifrar, requiere de las palomas que laten como sílabas del día.

Como las palomas, levemente medievales,  las palabras son la súbita diferencia de lo claro, libres de la redundancia literal, esa servidumbre.

 

Traducciones del Dr. Sintaxis

No es mi antagonista, sólo un contemporáneo.

Nuestro poeta  ha hecho suya una filosofía que justifica sus inclinaciones.

Los viejos amigos son nuestros peores testigos. 

Nuestro novelista está poseído por una idea fija, y es una idea equivocada.

La razón que presumes en el Yo es la sinrazón que asumes en el Tú.

La libertad que demandas para ti me deja sin aliento.

 

Lecturas de poesía en Rosario

La poesía, concluimos, desafía el orden geométrico. Enzia Verduchi despidió a la ley de  gravedad. Ana Gorría terminó con la referencialidad.  Antoni Marí demostró que la imagen es el sello de agua del poema. Nadia Prado evocó las voces sin voz que esperan por el poema. Salimos haciendo adiós con el sombrero, mientras  el río de Rosario discurría, liviano y cierto. 

 

Feria del libro quechua

Obras de 615 autores escritas en quechua se exhibieron en la Feria Runa Simipis Quelqakunmi. Runa Simita akllay (El quechua también se escribe. Elige el quechua), que se llevó a cabo en la plazoleta Espinar del Cusco. Se presentaron también investigaciones académicas y estudios linguísticos sobre el quechua y otras lenguas nativas. “Esto es el inicio de una campaña para incentivar la lectura y escritura en quechua entre los niños en edad escolar y también entre los adultos que sólo hablan este idioma”, adviritó el escritor cusqueño Luis Nieto Degregori.  Y añado yo:  el quechua es una rama del lenguaje que a los peruanos nos han arrancado por la boca. Cuando mi país sea mundo habrán escuelas para recuperar ese bosque.  Pero no necesitamos una beca para aprenderlo. Recomiendo un Diccionario, el más vivo, si es posible del siglo XVII. Es el azogue del espejo.

 

Los lectores en 1661 según Covarrubias

Y queriendo publicar este Tesoro y sacarle a luz, temo que las lenguas de los maldicientes y mal contentadizos me lo han de volver en carbones, pero estos mismos, en manos de los sabios y bien intencionados, con el soplo de los ingenios y rectos juicios, han de encender en ellos un amoroso fuego y convertirlos en radiantes carbunclos y hermosos rubies.

 

Leído en una hoja de papel

Esta hoja de papel prueba que  el libro no morirá.

Alberga la intimidad del lenguaje que nombra, como si este papel

fuese del calendario futuro.

Porque la escritura traza su inteligencia imaginaria.

Y de la tinta fluye el verbo y en la letra reverbera, de paso.

Leyendo esta hoja que vendrá.

 

Poesía completa de Nicanor Parra

Ignacio Echeverría ha hecho un espléndido trabajo crítico al editar la Poesía de Nicanor Parra para el Círculo de Lectores. Veo en el Diccionario en linea de la RAE que el término “editor” consigna la acepción “Persona que edita o adapta un texto.” Se advierte que se trata de un artículo “enmendado,” desduzco que puesto al día. Pero al definirse editar como publicar la acepción requiere añadir que se trata de preparar, establecer o compilar. Petrarca habría agregado que se trata de restaurar con cuidado y no sin devoción. Ahora prepara Echeverría el segundo tomo, y me pregunta detalles de la antología de Parra que edité en el Fondo de Cultura Económica, donde aparezco como “compilador,” porque en México (a pesar de la acepción de “preparar una publicación” que Luis Fernando Lara consigna en su espléndido Diccionario del español usual en México) no suele usarse tal acepción.  La antología se titula Poemas para combatir la calvicie (1993). Le respondía yo a Ignacio que el título se lo pedí a Nicanor, y me lo dio con la explicación de que la poesía debería servir para algo, tendría que ser escrita por gente joven, y era, además, un título que no pondría nunca Octavio Paz. Incluye una sección de poemas inéditos, entre los cuales viene éste, que dice mucho de la ironía de sus obsesiones:

 

                      EPITAFIO            

           

            Yo soy Lucila Alcayaga

 

    alias Gabriela Mistral

 

            primero me gané el Nobel

 

            y después el Nacional

 

            a pesar de que estoy muerta
            

    me sigo sintiendo mal 

            porque no me dieron nunca 

    el Premio Municipal

 
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26 de febrero de 2011
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Enhorabuena, John Banville

John Banville Siguen las reseñas positivas de Los infinitos de John Banville, editada por Anagrama en noviembre del 2011. Parece imposible que la novela aun no llegue a Lima. Qué diferencia con Colombia, donde los libros de Anagrama llegan casi al instante gracias a que consiguieron una distribuidora estupenda. Acá los libros no llegan, y si llegan no están en todas las librerías. Una lástima. Por lo pronto, podemos leer las reseñas. ¿Qué más nos queda? Dice la reseña de Nadal Suau en El Cultural:

Los infinitos resulta, por temática, una novela existencialista: habla de la muerte o la otredad como límites del individuo, y del amor como superación, quizás falsa pero consoladora. Más existencialismo: un kierkegaardiano ?temblor? recorre a los personajes. Más: Banville escribe sobre el tiempo y la materia con enorme profundidad.El irlandés es tan inteligente que a ratos nos preguntamos si se apiadará de sus criaturas o se conformará con someterlas a su juguetona ironía. A fin de cuentas, el dios-narrador Hermes dice: ?no pretendemos ser benignos, sólo somos festivos?. Obtenemos la respuesta en esta obra cuya emocionante belleza demuestra que, aunque parezca absurdo conceder importancia a la vida de un individuo, sigue siendo imposible desprenderse de ficciones tan hermosas como el amor o el sentido del dolor. Adam Godley, centro de Los infinitos, contuvo el tiempo en un concepto físico: el cronotrón. Paralelamente, Banville nos ofrece una narración metafísica con el ropaje de su prosa más física: junto a metáforas y símiles poéticos recurrentes en él, nos explica gráficamente cada movimiento, gesto y acción, como si una contracción abdominal pudiera iluminar el sentido del mundo. Esta prosa es apabullante. También lo es su asombroso uso del narrador y la focalización. ¿Basta todo lo dicho para sentenciar? Pues lo siento, no. Ya advertí que me serviría de un truco barato para remachar mi reseña: al autor lo ha atravesado el rayo de Júpiter y, tocado por la gracia, ha escrito su mejor libro. Aunque claro, ya dijo Kierkegaard que ?cuando falta lo humano, lo grande deja de serlo?. Así que: enhorabuena, John Banville. 

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26 de febrero de 2011
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IV. Dictadores de mala memoria

No desaparecieron las dictaduras, es cierto. Vinieron otras, en no pocos casos peores, las dictaduras del cono sur, por ejemplo, o la de Duvalier,  sucedido a su muerte por su hijo Baby Doc, o las que siguieron en Guatemala, que acaba de regresar a Haití, como si nada. Todas ellas establecieron el genocidio como regla, los cementerios clandestinos, los desaparecidos.

            Hoy, cuando vemos al general Videla, el dictador de Argentina, sentado en el banquillo de los acusados, juzgado por sus crímenes, parece un anciano inofensivo que aún no acaba de entender lo que le está pasando, como no lo entendió el general Pinochet, el dictador de Chile, cuando vestido de lord inglés recibió en Londres la notificación de que era un reo sujeto a un proceso de extradición.

            Y Mubarak, ¿pensó alguna vez que también sería borrado de la foto? No lo pensó, con seguridad. La gente, entusiasta y enardecida, desgarró por todo El Cairo los gigantescos afiches con su efigie, de modo que en las tomas de televisión podemos ver unas veces que sólo le queda la mitad de la cara, o sólo un ojo, o sólo la frente, mientras las manos vindicativas progresan en su implacable tarea hasta hacer desaparecer su rostro para siempre.

            Otro dictador de mala memoria, que olvida lo que los pueblos siempre recuerdan.

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25 de febrero de 2011
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Los snobs, "EL Sol" y Antonio Gastón

 

 

Habíamos enterrado el esperpento del 23-F y nos tocaba divertirnos. Había que tomar las calles, vivir la ciudad y dormir lo menos posible. Madrid se había desnudado en el dos de Mayo, fumaba en Malasaña y bebía por todos los barrios. La ciudad de verdad quería ser alegre y confiada. Algunos se perdieron en el camino, no supieron terminar las noches blancas, otros lo superamos no entendemos bien cómo. Aunque sí sabemos porqué: no queríamos perdernos la vida de una ciudad libre y unos ciudadanos con ganas de pasarlo bien. Y los pasamos. Algunas veces nos pasamos.

Ya nos podían gustar los snobs. Los necesitábamos, como Nueva York tuvo sus snobs en los tiempos de Warhol y el Chelsea Hotel, los ingleses con Bloomsbury o los parisinos en casi todas las épocas, nosotros también tuvimos nuestros snobs. Hay un delicioso libro en la editorial Impedimenta que habla de la historia reciente de lo snobs y el snobismo, todo un acercamiento, muy afrancesado aunque sin abandonar lo anglosajón, que recomiendo a todos los interesados por esa manera de estar en el mundo, quizá de burlarse de él. Se llama "Diccionario de literatura para Esnobs". Apenas hay snobs españoles- escribir esnobs me parece demasiado snob- y sin embargo los hubo, incluso los hay. Si tengo tiempo un día de estos emprenderé la busca y captura de algunos de nuestros snobs más notables. Tendré que limitarme a los vivos porque no quiero invadir territorios de Luis Antonio de Villena y otros estudiosos y preclaros snobs de nuestro mundo.

Hoy he recordado va uno de esos encantadores snobs a la madrileña. Un representante de los mejor del Madrid que sabía divertirse. Antonio Gastón, muerto lenta y lúcidamente después de haber vivido con intensidad días y noches. Hoy lo recuerda el querido Miguel Mora que desde Roma tiene nostalgias de aquellas noches del Madrid interminable de los tiempos en que tanto nos movíamos. Sin Gastón, sin su creación preferida, "El Sol", Madrid no hubiera sido la misma. Noches en ese garito de música y roces, de hermosas y buscadores, de modernos y posmodernos. Frívolas, maravillosas, noches de tragos largos y sueños cortos. El snob de Gastón veía subir la temperatura de su local, mientras ligaba discretamente bebiendo un champagne y veía llegar la hora del cierre desde la mesa de su balcón con vistas. Desde el baile nocturno de nuestra casera feria de las vanidades o desde la barra, admiramos la elegancia de este snob de San Sebastián que dejó la arquitectura para hacer más modernas las noches de Madrid. Ha muerto sin rendirse. "El Sol" sigue vivo y noctámbulo. No es el mismo. Como la ciudad no es la misma. Echaremos de menos a snobs como Gastón, elegante y decadente. Que una vez fue joven y divertido. Sin embargo a  él y a otros snobs tan nuestros, les gustara decir: "Soy joven y rico y culto; y soy infeliz, estoy neurótico y solo"

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24 de febrero de 2011
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Vencedores y vencidos

Las crisis tienen vencedores y vencidos. Cuando salimos del túnel nos encontramos con un paisaje recién estrenado, en el que nada está en su sitio. Algunos jugadores han desaparecido. Otros han quedado disminuidos y contarán poco a partir de ahora. Unos terceros son los que han seguido el consejo del nuevo alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, que ha vencido en las elecciones de su ciudad después de dejar la Casa Blanca de Obama, donde fue jefe del gabinete presidencial, el equivalente a un primer ministro: no desaproveches una buena crisis.

Sucede con las crisis económicas como la que estamos atravesando; pero también con las políticas, como las que afectan a todos los países árabes. En este caso, además, es una crisis revolucionaria, que pone de cabeza para abajo los sistemas de poder que han venido funcionando en toda la zona desde que terminó la etapa colonial. Si la crisis de las hipotecas subprime se llevó por delante la banca de Wall Street, esta crisis revolucionaria ya se ha cargado a tres grandes empresas y monopolios de poder que controlaban nada menos que una población total de 100 millones de habitantes, dos millones de kilómetros cuadrados y tres países enteros, con extensos recursos energéticos y turísticos y el control de una vía de comunicación estratégica como el canal de Suez. Aprovechar las crisis quiere decir utilizarlas para sacar grasa de los negocios actuales e imaginar otros nuevos, acordes con los nuevos tiempos. También estamos hablando de negocios políticos. Los clanes mafiosos derrocados poco podrán aprovechar, pero sus socios, amigos y aliados todavía estarán a tiempo, si espabilan. Dos recientes reacciones proporcionan excelentes ejemplos de capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. El primero es el del presidente israelí, Simon Peres, en su viaje a España, entusiasmado con la revolución árabe: "La democracia de nuestros vecinos es la mejor garantía para la paz". El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, no le va a la zaga ni en entusiasmo ni en declaraciones. "En lugar de matar a la gente, escúchenla", ha dicho dirigiéndose a Gadafi. Seguro que los bancos, fondos de inversiones y socios empresariales de los tres clanes mafiosos seguirán similar conducta, guiada por las juiciosas y célebres palabras inventadas por Giuseppe Tomasi di Lampedusa en boca de su Gatopardo: "Que todo cambie para que nada cambie". De momento es evidente que algunos se muestran ajenos a la vieja sabiduría del poder y se aferran al mundo antiguo en su hundimiento. La gran mayoría de los países árabes donde la revolución todavía no ha cuajado están maquillando a toda prisa sus miserables sistemas de dominación feudal. Liberación de presos políticos, subsidios a los alimentos, ayudas directas a las familias, destitución de ministros quemados o promesas de reformas constitucionales. Ejemplo de una mediocre reacción a los retos que se les presentan a tales regímenes lo encontramos en las palabras del rey de Marruecos, Mohamed VI, que se niega a responder ante unas pretensiones de democratización que considera demagógicas. Algo similar sucede con las viejas potencias coloniales europeas, perdedoras en sucesivas oleadas de cambios, y perdedoras ahora, a juzgar por sus lamentables reacciones ante la crisis revolucionaria. El caso más sangrante es el de Francia, cuya política exterior ha entrado en barrena al mando de Nicolas Sarkozy, un presidente tachado de aficionado, impulsivo y excesivamente mediático desde las filas de su propia diplomacia. Lo dice el escrito de un grupo de altos funcionarios del Quai d'Orsay, publicado con pseudónimo en el diario Le Monde, en el que denuncian la desaparición de la voz de Francia en el mundo. Todo lo que se aplica a Francia tiene valor también para la Unión Europea, que inaugura el "servicio exterior mayor del mundo" con un naufragio de reglamento. ¿Hay vencedores? Los hay y ya de partida. Turquía, claramente. Quienes buscan la mano que mece la cuna en todo proceso de cambios históricos pueden fijarse en Ankara y en el próspero futuro del islamismo moderado de Recep Tayyip Erdogan. También los habrá por fuerza de su voluntad. Difícil pensar que Israel, abiertamente perjudicado ahora, no pugne por sacar provecho de la crisis. Teherán ya ha movido ficha: dos buques de guerra suyos han entrado en el Mediterráneo por Suez, por primera vez desde 1979. Queda claro que le aprovecha el cambio. Quien nada arriesga, como es el caso de la mayor parte de los países europeos, España incluida, seguro que nada gana. Los rendimientos de las crisis, también las revolucionarias, serán para quien los trabaje.

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24 de febrero de 2011
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Poética del excusado

Edmund White descubrió a Arthur Rimbaud en el váter de un internado de Detroit a la misma edad adolescente en que el poeta francés escribía metido en el retrete externo de la casa materna, su lugar favorito de ensueño. Hay un punto de unión escatológico en algunas obras de estos dos escritores separados por una lengua y un tiempo de casi cien años, pero el ‘Rimbaud' de White (Lumen, Barcelona, 2010) sólo pretende ser, y lo logra, una biografía iluminada por el comentario siempre pertinente de la poesía del genio de Charleville; poco que ver, por tanto, con los brillantes artificios imaginarios de Pierre Michon en ‘Rimbaud el hijo' y con la minuciosa pesquisa tan bien llevada por Charles Nicholl en su ‘Rimbaud en África' (ambos editados aquí por Anagrama). White ha leído todos los libros necesarios y conoce a fondo a Rimbaud y también a Verlaine, que ocupa de modo destacado numerosas páginas del libro; hay algo más, sin embargo, muy de agradecer. El novelista norteamericano resume lo sabido y lo refleja con un instinto narrativo que da a su ‘Rimbaud' trepidación y vivacidad, especialmente al relatar la vida agitada de la pareja en Londres y el famoso episodio del disparo de Verlaine a su amante y el posterior encarcelamiento en Bruselas. Tienen también mucho relieve las figuras de la madre y la hermana de Arthur, de Matilde, la esposa maltratada de Verlaine, del poeta maldito Germain Nouveau y del generoso maestro Georges Izambard.

   "Ya no tengo nada que ver con eso", le dijo Rimbaud a su viejo amigo Delahaye cuando éste, en 1879, le preguntó si seguía escribiendo poesía. El eclipse poético y vital de Rimbaud tampoco queda explicado por White, como por ninguno de sus biógrafos, lo cual, siempre hemos sospechado, beneficia la imagen del joven genio, seguramente odioso, racista y abusivo en su trato con los demás, incluso aquellos que le amaban y le ayudaban. El enigma de su fugacidad hace más fulgurante su truncada vida, y le da a su breve pero fundamental obra caracteres prodigiosos; sin la poética ‘rimbaldiana' y su proclama en favor del desorden sistemático de los sentidos, al siglo XX le habría faltado inspiración para llevar a cabo sus ‘ismos' más determinantes. Lástima que las traducciones de los poemas citados sean casi todas insatisfactorias, pudiendo Lumen haber elegido algunas de las que existen en castellano, realizadas por excelentes poetas españoles y latinoamericanos.

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24 de febrero de 2011
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De firmas y autorías

 

Un mensaje de Antonio Borrallo, que se ocupa de la fotocomposición de Cartas confidenciales sobre Italia de Brosses, anuncia que el libro está a punto de publicarse en Machado Libros, lo que alegrará a unos cuantos, y más cuando lo lean. Esto me recuerda que mientras hoy nos parece necesario que en la página de créditos de un libro se nombre al autor de la maquetación, no hace mucho se consideraba superfluo mencionar al traductor. De la Ilíada, por ejemplo, hay una porción de traducciones españolas, algunas modernas y armadas de comentarios y notas, que no dan noticia alguna sobre quién o quiénes se tomaron tal trabajo. Verdad es que las versiones homéricas sucesivamente copiadas unas de otras avalan el acierto del epitafio con que Ugo Foscolo remató su polémica con el homerista Vincenzo Monti: 

Questi è il Vincenzo Monti cavaliero

Gran traduttor de’ traduttor d’Omero.

Pero no solo en la antigüedad se publicaban traducciones, síntesis y adaptaciones de todo pelaje sin mencionar quién las había hecho. Un ejemplar tomado al azar de la edición española de Selecciones, cuando la revista se editaba por un equipo de redactores en La Habana y otro en Madrid que traducían y adaptaban los resúmenes previos en inglés, presenta una veintena de artículos en español sin que se mencione a quienes llevaron a cabo la transformación y puesta en escena de los textos. Y, como hasta los anuncios están adaptados del inglés, en toda la revista no se publica más que una frase en su versión original y debidamente atribuida a su autor y fuente, la de ahí arriba,  lo que también habla del prestigio del firmante.

Los arqueólogos notarán que Ortega debe referirse a un año no muy distante del que Hemingway reporta en Adiós a las armas, cuyo protagonista se muestra aficionado a la misma cabalgadura, y quizá coincida con la época de redacción de Fiesta, donde un hombre utiliza un rodillo para pintar el nombre del potro bermejo en las aceras de París. Notemos de paso que la publicidad pintada en las aceras no vino de París, sino que es una adaptación de la tradición valenciana de pintar las calles que se introdujo en Madrid en 1892, cuando los transeúntes cabizbajos quedaron advertidos de la inmediata aparición de La araña negra de Blasco Ibáñez, al ver a un operario con una plantilla impregnada en tinta azul que marcaba las piedras del pavimento.

Un ilustre antecedente de las “condensaciones” de Selecciones es la Ilias Latina, que presenta un caso ejemplar sobre la cuestión de la firma y autoría, y desmiente el tópico de que el saber se transmite y mantiene de generación en generación, de modo que cada vez se sabe más.

La Ilias Latina tuvo intenso uso escolar durante la Edad Media y fue clave para el conocimiento de la Ilíada. La obra no es una traducción, sino una recreación de la Ilíada en 1070 versos, que sintetizan el original de modo totalmente sui generis: los primeros doce hexámetros son una traslación literal de los correspondientes iliádicos, en el decimotercero, aparece el primero de los muchos guiños a Virgilio y Ovidio, a continuación se resumen los primeros cinco libros en más de quinientos versos, y luego el poeta vuelve a cambiar de ritmo, para condensar los restantes diecinueve libros según su lectura personal: mientras el XXII ocupa sesenta líneas, el XIII y el XVII quedan reducidos a tres cada uno. 

¿Sabían los lectores antiguos y medievales quién era el autor de la Ilias Latina? Los críticos modernos creen que no, lo que confirma la inexpugnable autosuficiencia del gremio, y resulta un tanto risible, si se sigue la historia moderna de la atribución de la obra. 

En 1875, Seyffert descubrió el acróstico ITALIC*S  en los versos iniciales de la Ilias Latina. Cinco años más tarde, Bücheler completó el descubrimiento, al leer el acróstico SC*IPSIT en los versos finales (o sea,  las letras iniciales de los primeros versos de la composición y las iniciales de los últimos nos dan Italicus Scripsit: “Itálico [la] escribió”, que se puede comparar con “Per Abbat le escrivió” del Mio Cid). La ciencia estableció entonces que el autor debía ser Silvio Itálico, porque no se conocía otro poeta latino llamado Itálico. 

En 1890, Schenkl descubrió el nombre de Bebio Itálico en el encabezamiento de un manuscrito de la Ilias Latina que está en la British Library y data del siglo XV (Bebii Italici poetae clarissimi epithome in quatuor viginti libros Homeri Iliados), y por más que la identidad del “poeta clarísimo” se reforzó con la publicación de inscripciones datadas en los años 80 del siglo I, y dedicadas a Publio Bebio Itálico, cónsul y delegado imperial, se siguió atribuyendo tenazmente la autoría de la Ilias Latina a Silvio Itálico, hasta 1980, cuando Scaffai publicó en Bolonia la primera edición crítica de la Ilias Latina nuevamente atribuida a Bebio Itálico.

El hecho de que el nombre del poeta que escribió la Ilias Latina figure en un códice renacentista demuestra que fue conocido como autor de la obra desde sus felices días allá en el siglo I, hasta por lo menos el siglo XV, para luego ser ignorado hasta finales del XIX, y críticamente reconocido a finales del XX. También sugiere que el acróstico era leído por el lector antiguo mínimamente avisado, igual que el de Rojas en la Celestina, o el de las Partidas alfonsíes. De paso, evidencia que “escribir”, ahora como en la época del Mio Cid y de la Ilias Latina, también significa “componer por escrito”, contra la contumaz tradición pidaliana que exige un “fizo”, del verbo “fer” —o sea, que al final del Mio Cid pusiera “Per Abbat le fizo”— para reconocer que Per Abbat fue autor del Mio Cid

Para acabar con la discusión fatigosa y vacua que quiere distinguir entre fecit y scripsit, debiera bastar saber que Quinto Ennio, reputado padre de la poesía latina y que decía ser la reencarnación de Homero, firmó su obra con un acróstico que decía Q. Ennius fecit (nos lo recuerda Cicerón en De divinatione II, 111). Mientras Bebio Itálico, por su parte, firmó su Ilias Latina con un Italicus scripsit, y no fue por eso menos autor, ni menos poeta.

 

 

 

 

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24 de febrero de 2011
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Una crisis revolucionaria

De mi viejo y olvidado catecismo juvenil. Ni siquiera sé a quién atribuirlo. ¿Lenin? ¿Gramsci? ¿El propio Marx? Escribo de memoria, sin hurgar entre papeles amarillentos. El viejo orden ya se ha hundido pero el nuevo orden no acaba de nacer. No vamos a entrar ahora en cuestiones escolásticas. Estamos además rozando la mitología. ¿Será una revolución o será una revuelta? Es una oleada, sin duda, que pega fuerte de orilla a orilla del mundo. Y se acomoda como un guante a la vieja definición. Convengamos pues, aunque sólo sea para entendernos, que estamos ante una crisis revolucionaria. Saldrá un mundo nuevo del que es muy difícil decir cómo será. Ni siquiera es seguro que nos guste.

Sigamos recordando las citas olvidadas. La que se refería a los tiempos excepcionalmente felices de antes de las revoluciones. Si nos la creyéramos más allá de la mitomanía y de la literatura, deduciríamos que la tremenda prosperidad que hemos gozado hasta 2008 era el anuncio apocalíptico de los tiempos revolucionarios. Leída desde la actual crisis económica, que parece declinar en todo el mundo menos en Europa, la crisis revolucionaria se nos aparece ahora como la ola principal del tsunami que justo ahora empieza a arrear. Calcémonos para lo que se prepara. Quienes buscan sensaciones fuertes en el futuro de Egipto o de Túnez las encontrarán probablemente en el futuro europeo: ¿está preparada Europa para las consecuencias que puede tener esta crisis revolucionaria? No lo están nuestros líderes, siempre a rastras de los acontecimientos; tampoco lo están los partidos y sindicatos. Apenas algunas instituciones civiles. Pero tampoco lo estamos todos nosotros, los ciudadanos acunados por la bonanza de tantos años y demandantes de mensajes populistas y demagógicos. Sigamos pues con la crisis, la que está llegando, la revolucionaria. Ese viejo mundo que se hunde no es el de las dictaduras árabes. Este ya está hundido. Lo que hemos visto estos días enero y de febrero no será una revolución si tanto nos empeñamos en evitar el nombre, pero ya se ha llevado por delante los tres regímenes que querían instaurar dinastías mafiosas en el poder con la aquiescencia occidental. El mundo que se hunde es el nuestro y la crisis revolucionaria es la que nos pillará a todos nosotros, más a los europeos con nuestras entradas de platea que a los americanos instalados lejos en los palcos y en el gallinero. La chispa ha saltado en los países que tienen lo que a nosotros nos falta: energía y población joven. Sabemos al menos de que mal vamos a morir. También podemos pensar, como el Príncipe de Salina en mitad de la revolución, que si algo cambia es para que nadie cambie. Quien no se consuela es porque no quiere.

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23 de febrero de 2011
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Un humano sin rostro

En un nuevo intercambio de escritos, consecutivo a una visita mía al pueblo vinculado a Marcel Proust de Illiers- Combray, en las cercanías de Chartres, Felix de Azúa me indicaba que en el origen de la construcción catedralicia se hallaba el burgo medieval, encarnación ya relativamente sofisticada   de ese capitalismo que en un escrito anterior el mismo Felix venía a considerar como una marca de la condición humana.

 Felix precisa que con Chartres se está refiriendo no particularmente  al arte sino a los constructos simbólicos en general, constructos indisociables del  comercio, la inversión con beneficios y el ingenio industrioso, o sea, "eso que llamamos capitalismo". El Gótico no sería pues inteligible sin su correlación a "la primera revolución urbana de occidente".  Así mientras hubiera proyectos de nuevos Chartres... se daría un  elemento vivificador por el cual la condición humana se redime. El problema es que, a juicio de Felix, en nuestro mundo no se dan precisamente tales proyectos.  Ahora la técnica se hallaría desvinculada de ese lazo con la representación simbólica (así Internet tendría como motor esencial de despliegue el interés financiero). "Y una cultura sin representación-precisa- es como un humano sin rostro".

 Felix indica asimismo que   " los dos siglos de dominio burgués, de 1790 a 1990, han sido tan espantosos como el siglo XVI y las guerras de religión, pero con menores construcciones (las hay, de Beethoven a Proust) y matanzas masivas incomparables con las anteriores".

Hay aquí como un rescoldo de  sentimiento "passéiste". Sentimiento que de alguna manera compartía el propio Marx, para quien  el binomio poder burgués-sociedad fabril, de ser algo más que una etapa inevitable, de no ser superada por la sociedad comunista, supondría instalar al ser humano en el más tremendo de los desarraigos ( ello le habría llevado hasta un esfuerzo por "entender", las razones de los carlistas españoles, aunque la atribución de ese texto haya sido puesta en tela de juicio).  Me recuerda de nuevo la tesis de los paleontólogos a los que hacía alusión en otro escrito y pienso que efectivamente en el París, el Milán, o la Barcelona de los años 60, el desarraigo de un  inmigrante procedente de  sociedades pre-capitalistas (Andalucía, Anatolia o el Mezzogiorno) era mayor que el que hubiera experimentado en una cultura completamente diferente pero no fabril.

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23 de febrero de 2011
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