Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Preocupación al cuadrado

Como cada año, Edge.org, la prestigiosa web de divulgación y debate, arroja el guante con su pregunta del año: ¿qué debe preocuparnos? Desde su sitio en internet -cuya definición identitaria reza así: “Para alcanzar la orilla del conocimiento del mundo, busque las mentes más complejas y sofisticadas, reúnalas en una habitación, y haga que se cuestionen unas a otras las preguntas que se están formulando”- , la aristocracia del pensamiento, la ciencia, la filosofía o el arte hace inventario de las inquietudes de nuestro tiempo, planteando un buen surtido de nudos gordianos. Y no hay mayor sombra que la que queda aprisionada dentro del propio interrogante: nos preocupa la preocupación. La comunidad vive hoy con la sensación de que sus días ya no son un lienzo en blanco para llenar, ni siquiera a golpe de competencia moral y epistemológica. Pero también siente la responsabilidad vigilada, como si alguien midiera sus pasos aguardando el momento del traspié. Una secuencia de actos fallidos y bloqueos mentales asola el paisaje. Y encima, la escasa moral azuzada por un reguero de corrupción bajo sobre dentro del partido que gobierna España. El entrecejo fruncido como actitud frente al mundo trae consigo un florido coro de cantos de cisne cuando parece que no queda otra alternativa que un vuelco drástico. Lo describe Vicente Verdú, ese gran oteador de las circunstancias de nuestro tiempo, en su libro Apocalipsis now: “Como un cambio de piel ruinosa, la penuria va carcomiendo el tejido conjuntivo de la colectividad”. Hacer un autoexamen. Marcar la perspectiva necesaria para enumerar las preocupaciones y tomarse la molestia de argumentarlas. La idea socrática de que la vida no examinada no vale la pena ser vivida adquiere prestancia cuando el análisis, lejos de ser un ejercicio ocioso y pudiente, resulta imprescindible sobre todo si gran parte de la humanidad se ve condenada a empujar la cola de la supervivencia. En Edge, Arianna Huffington se preocupa por el estrés, mientras que Steven Pinker teme los factores de riesgo de la guerra, Daniel Goleman enfoca sobre los puntos ciegos ante el peligro, y en la lista de miedos contemporáneos no faltan ni el cáncer ni el envejecimiento, el fracaso de la cooperación global, la conducta de la gente normal o nuestra dramática incapacidad para razonar sobre la incertidumbre. El nombre de la desesperanza lo pone el efecto dominó de la crisis, convertida en excusa para todo. Pero cualquier idea tiene su reverso; por ello, como verbaliza este elevado foro de quimeras, la despreocupación es una gran preocupación.

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
23 de enero de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Imagen del paisaje

En 1898, la liquidación forzosa de los últimos restos del otrora todopoderoso imperio colonial español trajo consigo numerosos y traumáticos cambios cuya profundidad no siempre se pudo apreciar en aquel momento. Desde la aparición de un Mundo Nuevo, a los espíritus inquietos o emprendedores, y en general a todos aquellos que se sentían ahogados y empequeñecidos por el medio natural de su nacimiento, les había cabido la posibilidad de intentar mejorar su suerte mediante al recurso a las armas, el mar o el comercio. Y de pronto, encarnado en la pérdida de Cuba y Filipinas, desaparecía de golpe ese punto de fuga que durante cuatrocientos años ininterrumpidos había puesto el horizonte tan lejos que parecía apuntar al infinito. Por decirlo de algún modo, aquel mundo ancho y ajeno nunca más iba a quedar a disposición de quienes deseasen medirse con él.
Los espíritus más lúcidos comprendieron que ante la imposibilidad de mirar hacia afuera se imponía la búsqueda de un paisaje interior que fuese el resultado de una tensión dialéctica entre la creación artística y la reflexión intelectual. "Las ideas recibidas se superponen a lo que vemos", diría más tarde Julián Marías para enmarcar el gigantesco esfuerzo regenerador llevado a cabo no sólo por los escritores de la generación del 98 sino también por los pintores y aun los músicos contemporáneos.
Y de eso habla el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón en Imagen del paisaje. Como bien cabe deducir del subtítulo, hay una primera parte dedicada a las figuras paisajísticas más relevantes del 98, concretamente Unamuno, Antonio Machado, Baroja y Azorín, más un apartado para los Regoyos, Sorolla, Zuloaga o Ricardo Baroja que contribuyeron a su modo al enorme esfuerzo de invención que Martínez de Pisón sistematiza mediante la inmensa aportación filosófica llevada a cabo por Ortega y Gasset, que ocupa la segunda parte del libro.
Obviamente, la búsqueda interior de un paisaje sentimental exigía someter al lenguaje a una tensión desconocida hasta entonces y, como observa Eduardo Martínez de Pisón al referirse a Machado, sólo en el poema "A orillas del Duero" hay una cuarentena de términos que exigen un notable conocimiento del medio físico que se está creando: campillos, pejigales, serrijones, cambriones, agrios campos, cárdenos alcores, serrezuelas calvas, etc. La sabia combinación de términos que estaban ahí, apenas usados, dará ocasión a hallazgos como el de "esas tierras tan tristes que tienen alma".
A la búsqueda de una reciprocidad entre el paisaje y la persona, o lo que es lo mismo, a la consideración del paisaje como un estado del alma, se unió en el caso de los escritores de la generación del 98 una actitud de extremada profesionalidad reflejada, por ejemplo, en Azorin viajando con un altímetro en el bolsillo para dar el dato exacto, o reflejada también en la escrupulosidad del Baroja que escribe al secretario de un ayuntamiento para que le confirme si es verdad, como él cree recordar de su visita allí, que desde el río se ve la torre de la iglesia de ese pueblo. No sirve el dato, por más exacto que sea, si no responde a una experiencia personal porque también es personal la emoción, el sentimiento o el estado del alma que se busca en un paisaje.
Todo ello desde una ideología propia y en ocasiones en violento contraste con las buenas intenciones de los regeneracionistas y demás buscadores de una solución para esa España desgarrada y exhausta. Y ahí está Azorin diciendo "Pantanos, canales, azarbes, represas, pozos artesianos, riegos varios y múltiples, ¿iban a salvar a España?...España tenía su fisonomía legendaria, secular y no podía perderla". Estaba a favor de la España seca, árida y sedienta. O como él mismo decía en otro lugar, de esa España que es África desde Álava hacia abajo.
Es cierto que la impronta dejada en los paisajes por ellos vividos es tan fuerte que difícilmente se puede ver otra Castilla que la de Machado, y es cierto asimismo que de ahí les vino el reproche generalizado en la generación siguiente y que les acusaba de escapismo estético o de aportar soluciones líricas a un país sumido en la miseria y partido en dos mitades irreconciliables, como bien se pudo ver en 1936. Pero el intento fue admirable y libros como Imagen del paisaje  tienen el mérito indudable de aportar una buena razón y estimular el deseo de volver a las fuentes y recorrer de nuevo los caminos en la buena compañía de los Azorín, Baroja y demás.

Imagen del paisaje. La generación del 98 y Ortega y Gasset

Eduardo Martínez de Pisón

Fórcola



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
23 de enero de 2013
Blogs de autor

III. El regreso de un viejo amigo

La predicción fatal decía que para el año 2015 ya los libros de papel habrían dejado de de publicarse y el reinado de los libros electrónicos sería total. Un fenómeno colosal si tomamos en cuenta que las tabletas Kindle aparecieron en el mercado apenas cinco años atrás. Pero a estas alturas los libros se niegan valientemente a ceder su puesto, y las ventas de tabletas han empezado a decrecer, una vez pasada la novedad inicial.
Es más, esas tabletas, diseñadas al principio solamente para bajar y almacenar libros, ahora sirven para muchas otras cosas, correo electrónico, música, fotografía, videos, juegos. Un artilugio que sólo es útil para leer, y no para matar el tedio durante un largo viaje en avión jugando baccarat con uno mismo, ni para tomar las fotos de la excursión o el cumpleaños familiar, no tiene atractivo para el consumidor corriente. "Podría ser", dice Carr, "que los libros electrónicos, en lugar de reemplazar a los libros impresos, cumplirán un papel parecido al de los audio libros, como un complemento de la lectura tradicional, y no como un sustituto".
Una encuesta de fines del año pasado hecha por el Pew Research Center, muestra que en Estados Unidos el porcentaje de adultos que lee en forma electrónica creció apenas cinco puntos, del 16 al 23%; pero el 89% de los entrevistados dice que en los últimos doce meses leyó al menos un libro impreso, y solamente el 30% declara haber leído algún libro electrónico en el mismo período. Y otro dato no menos revelador: la Asociación de Editores informa que la venta de libros electrónicos cayó en un 34% en 2012. Y otra encuesta dice que ha caído también el índice de compras de tabletas de lectura, y un 60% del público no tiene ningún interés en hacerse de una.

Leer más
profile avatar
23 de enero de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Bio grafías del ensayo

 Francine Prose y la lectura

 

Narradora bien conocida y analista de la dimensión bio-gráfica de la lectura, Francine Prose (New York, 1947) acaba de contar su experiencia de leer Cien años de soledad.  Todo lector tiene algo que decir sobre su primera lectura de la novela de García Márquez, la que suele producir casi una redefinición geo-gráfica que  forma parte de la historia de la lectura en español. Nos había ocurrido otro tanto con las primeras lecturas de Don Quijote y de los cuentos de Borges. El NYT Book Review le ha preguntado a Francine Prose: “¿Qué libro es el que ha tenido mayor impacto en Ud.? ¿Qué libro la hizo querer escribir?” Y responde ella: "Cien años de soledad me convenció de que debía dejar los estudios del doctorado en Harvard. Esa novela me recordó todo lo que mi programa doctoral estaba tratando de hacerme olvidar. Gracias, Gabriel García Márquez.“ En su lbro Reading like a writer (2006), una guía inspirada para leer mejor, que es el único método seguro de aprender a escribir, recomendaba Francince Prose una biblioteca bajo el perentorio título de “Libros que hay que leer inmediatamente.” En primer lugar, está el Quijote.  Luego, Pedro Páramo de Juan Rulfo. Y por fin, Cien años de soledad y El amor en los tiempos del cólera.  Hoy el éxito popular de la novela de GM  en Estados Unidos es un fenómeno cultural, y Cien años de soledad se lee en la escuela secundaria como un rito de pasaje a la Universidad. Menos evidente es el éxito de El amor en los tiempos del cólera entre los escritores norteamericanos. Me sorprendió mucho que John Hawkes, quien adoraba la novela picaresca, fuera vencido por El amor en los tiempos del cólera, al punto no sólo de gustarle más que Cien años de soledad,  sino de hacerlo llorar. Si Francine Prose abandonó Harvard después de leer al Gabo, Jack no pudo soportar la muerte del doctor Urbino y cerró la novela. La retomó después, adolorido. Me preguntó, excusándose, si ese episodio no era, en español, demasiado cruel. ¡Pero Jack, respondí, si la novela en español, desde la picaresca, es una paliza! Me pidió recomendarle otra novela latinoamericana. Le sugerí El obsceno pájaro de la noche de José Donoso. Le gustó tanto que la declaró la mejor novela latinoamericana. Cuando murió ( yo estaba en México ese día de mayo del 98) Hawkes se encontraba escribiendo su primera novela mexicana: la historia de una niña novicia en un convento de Cuernavaca.  

 

Video-ensayo de Hito Steyerl

 

No sé si tú, lector, has tenido que decidir entre Benjamin y Adorno, pero yo debo confesar que cuando me tocó hacerlo no dudé: la crítica que Adorno le dedica a la idea del “montaje” que Benjamin expone como la forma artistica de exceder los meros contextos, me resultó no sólo empiricista sino inamistosa.  Tampoco me parece justo que en su artículo sobre el ensayo Adorno incluya a Benjamin entre ensayistas más bien sociológicos y sostenga que el ensayo se dedica a lo acontecido, cuando es más interesante que para Benjamin el ensayo fuese una interpretación estética que fragmenta lo nuevo para ver lo moderno con-figurándose. Leer los signos de la historia haciéndose en la urbe es la nueva articulación (caleidoscópica) de la mercancía, el consumo y las artes.  En el Art Institute de Chicago pude por fin visitar la extraordinaria exhibición de Hito Steyerl (Alemania, 1966),  cuya práctica de “video-ensayo”, basada precisamente en el montaje, se desarrolla como una serie de secuencias interpoladas, en un despliegue de imágenes, videos, entrevistas, testimonios, y una teoría de esa misma praxis. “Focus” llama ella a esta escenificación entre paneles que sugieren una cámara oscura, y que empieza desplegando la idea de lo gris.  Un video muestra como pintar el gris: raspando en la superficie de un muro blanco aparece una materia grisácea. Lo gris remite, claro, a Goethe: gris es toda teoría, etc.  Hegel, por su parte, había dicho que cuando la filosofia pinta su propia grisura, una forma de vida ha envejecido.  Los filósofos Nina Power y Peter Osborn especulan, en el video, sobre  la “dialéctica negativa” de Adorno, que no postula la negatividad de lo no existente, sino el potencial creativo de lo que aún no existe. Lo gris es, finalmente, el recomienzo de lo utópico.  Este no- color del color, contiene, de hecho, la posibilidad de todo color.  Lisa Dorin, la curadora de esta exposición, describe tanto el proceso del montaje como sus elementos focalizados en cada emblema de este ensayo visual.  Si el gris es el único color que te obliga a focalizar, el arte, y el pensamiento crítico se generan desde tu negatividad.

 

Esta serie de secuencias tiene como eje el episodio que sufrió Adorno en la que iba a ser su última conferencia, en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Frankfurt, el 22 de abril de 1969.  El filósofo iba a empezar su charla cuando tres de las estudiantes caminaron hacia el podium con los torsos desnudos, y empezaron a danzar en torno suyo.  El evento, silencioso pero desafiante, se conoce como el “Busenattenttat” o “Breast attack” (ataque de tetas).  La filmación muestra a un Adorno de pronto dudoso y rígido, que sin saber qué hacer busca sus papeles, los mete en su maletín y abandona la sala, más gris que nunca.  Según Power, Adorno no pudo entender la función no sexual  ni maternal de unas tetas que eran, más bien, beligerantes o militantes.  Tomó, parece, como una ofensa a su magisterio un acto silencioso y pacífico cuyo significado no quería ser evidente. Había sido uno de los inspiradores del movimiento juvenil de protesta radical de entonces, pero la protesta silenciosa de sus alumnas lo excedió.  Murió pocos meses después. Este “video-ensayo” incluye varias otras focalizaciones, como “Territorios Mezclados”, donde se ilustra otro orden de información crítica: cuando la unificación alemana, las armas del ejército del Este fueron vendidas a los turcos, que las usaron contra los kurdos.  De esas contracorrientes de la información se hace este ensayo sobre la teoría y la práctica de ver más y mejor, no en la mera oposición del gris y el color sino en su trama política: en la invención diaria de la visión crítica de un tiempo que ha dejado de ser nuestro.

 

Ensayo hablado del intelectual público

 

Pensar el siglo XX  (Taurus), de los historiadores Tony Judt y Thimothy Snyder, fue elegido por los críticos de Babelia como el mejor libro del año 2012.  Esa lectura resulta, de por si, intrigante; más allá de los méritos de un libro que, dramáticamente, es su testamento. Judt estaba paralizado por un desorden neurodegenerativo fatal, y en este “libro hablado”, compuesto con su joven colaborador, hace un juicio sumario del siglo veinte, en buena medida a partir de pensadores europeos. Bien conocido por sus ardorosos artículos en el New York Review of Books y por su obra magistral, Postwar: A History of Europe Since 1945 (2005), Judt incluye en Pensar el siglo XX páginas de otros libros suyos, sobre su historia formativa, y vuelve a sus elogios y sanciones de las figuras claves del XX. Es fascinante la figura de un historiador que fue más bien un académico, convertido por Nueva York, según dijo, en intelectual público. La mejor reseña de este libro se debe al  profesor Robert Westbrook, y está en Bookforum (dic-ene 2012). Judt tuvo el valor de hacerse anticonvencional no sólo por sus matrimonios con tres de sus estudiantes graduadas, sino por sus opiniones desafiantes, empezando por su crítica de Israel (el Holocausto, dice, será devaluado por el mal comportamiento de Israel), y terminando con su puesta en duda de las reglas contra el acoso sexual. Sus blancos favoritos fueron Frederic Hayek, Sartre y Ernest Junger; sus héroes son Keynes, Camus y Koestler. Su apasionada postura anti ideológica alcanza también al actual neoliberalismo y su prédica del mercado ubicuo. Creía que la social democracia requería de un estado capaz de propiciar la responsabilidad compartida. La democracia, dice, no es ni necesaria ni suficiente condición para la sociedad abierta porque, “la vasta mayoría de los seres humanos no están hoy capacitados para proteger sus propios intereses.”  A pesar de ese ingenio amargo, se sumó a la idea de un “pluralismo ético,” que seguramente se remonta a la noción de Weber de una “ética de la responsabilidad,” aunque Judt parecía creer en la condición proteica de la idea del Bien.  Un libro, en fin, provocador por un ensayista ferozmente independiente, libre incluso de sus propias convicciones. 

 

Vale la pena, a quien le interese más la historia que los historiadores, cotejar esta evaluación del siglo con otro ensayo, más filósofico y no menos ideo-gráfico, El siglo, de Alain Badiou, publicado el 2005 y traducido al inglés en 2007. Su tesis es más elegante: las evaluaciones del siglo XX, ya sean conservadoras o liberales, buscan desaparecer el siglo XX. La “victoria de la Economía”, nos dice, pretende borrar la crítica y la creatividad de las grandes rupturas y subversiones del siglo. Quizá el éxito en español del testamento de Judt tenga que ver con la actual interrogante no sobre el debatido lugar de Europa en España sino sobre la suerte de España en esta Europa.

 

Alarma por los pueblos originales

 

¿Cómo no escuchar la alarma que nuevamente recorre el precario habitat de las poblaciones originales de las Américas?  La violencia, acoso y marginación que vive el pueblo Mapuche en Chile es del todo ilegible, salvo que uno lea la historia desde el modo de producción dominante, en este caso, la forma del latifundio a costa de la propiedad comunal. La reciente tragedia de una pareja de propietarios asesinada, es un caso condenable y policial; pero se utiliza como otro dictamen oficioso contra los mapuches, cuya exacerbada disputa con esa familia era antigua. La irresolución del drama, a costa de esa nación acorralada, amenaza con propagar la violencia. Sólo los nacionalistas creen que hay una sola nación en un país donde la violencia demuestra que hay varias. Y es lamentable que sean los gobiernos democráticos los que sumen más víctimas. No es demasiado distinto el estado de emergencia indígena en Perú, donde las comunidades protestan, a veces con violencia, la contaminación de sus aguas por las empresas mineras.  Este es un drama que vivió Estados Unidos en el siglo XIX. Lo solucionó desplazando a las tribus de sus tierras, como ya lo había hecho al comienzo de las colonias, cuando fueron desplazadas de las tierras donde el tabaco equivalía al oro de América hispánica. Hoy, en Estados Unidos, no se podría hace otro tanto, pero hay una mecánica paralela: si una real reforma migratoria no se hace efectiva con este gobierno de Obama, seguiremos teniendo padres desplazados de sus hijos, acusados de migrantes “ilegales.” Pero la irresolución del drama ecológico peruano (que algunas empresas extranjeras ofrecen reparar desviando sus residuos) se posterga agónicamente. Y la violencia se cierne, azuzada por una prensa extremista, políticamente suicida.  

 

 

 

 

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
23 de enero de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

La obligación de decidir

Es difícil discutir el derecho a decidir. Más fácil es disentir de la obligación de decidir. Quienes reivindican el derecho a decidir no lo sienten como una obligación. Pero no es el caso de quienes no lo ven claro, quienes tienen dudas o quienes directamente no están de acuerdo. Todos estos lo perciben como la obligación de decidir, algo con lo que difícilmente se puede estar de acuerdo.

Eso se ha resuelto en las elecciones, dicen quienes defienden el derecho a decidir. También es un argumento dudoso: no todo el mundo entiende las elecciones de la misma forma. La teoría del mandato electoral tiene sus partidarios, pero cojea por muchos lados. Que cuatro de los seis grupos parlamentarios que conforman la cámara catalana defiendan nominalmente el derecho a decidir no significa que todos coincidan en el qué, el cuándo y el cómo: sin ir más lejos, para el PSC no es lo mismo que para CiU, como para CDC no es lo mismo que para UDC.

Veamos. Es posible, por ejemplo, que alguien defienda el derecho a decidir al final y como coronación de un proceso de negociación en el que las dos partes de este asunto concuerdan la nueva relación que se quiera establecer y la ratifican mediante una o varias consultas, a todos o a una de las partes. Derecho a decidir, sí; por parte de los catalanes solos, también; pero al final del proceso, simultáneamente a una consulta a todos los españoles; concordado con todos; y por supuesto, dentro de la legalidad. También es posible lo contrario. Que el derecho a decidir se anteponga a cualquier otro paso. Que se sitúe por encima de cualquier legalidad. Que se reduzca el diálogo con Madrid a un mero trámite previo a una decisión unilateral. Los argumentos que se utilizan para defender este procedimiento son muy serios, tan serios como que son autorreferenciales: decido solo yo, y quiero decidir que soy soberano, por la única y exclusiva razón de que soy soberano y de que no admito ni puedo admitir ninguna otra soberanía por encima de la mía.

Así planteado el derecho a decidir ha decidido antes de tomar la decisión. Basta con adherirse al derecho a decidir previo a cualquier negociación para que se convierta automáticamente en la decisión misma. Se entiende que quienes estén en desacuerdo con tanta perentoriedad lo sientan como una obligación que se les impone para no quedar descabalgados e identificados con el PP y C?s. También se entiende que quienes quieren ejercerlo se dejen de zarandajas y exijan decidir lo antes posible, ya, aquí y ahora, sin mayores dilaciones, antes de que la crisis escampe. Tiene, además, una ventaja: si no lo sacan adelante al menos sacarán réditos electorales y dividirán a los socialistas.

El derecho a decidir como premisa previa y exclusiva, que es lo que defienden CiU y ERC, es un programa de ruptura. Fruto de un mandato, pero no precisamente electoral sino de los manifestantes incontables, de la movilización y agitación popular. Legítimo, por supuesto. Pero ruptura. Con la Constitución y con el marco legal vigente. Así de llano. Se puede intentar, pero hay que tener fuerzas para coronar la cima. Y hay que contar con aliados fuertes e influyentes dentro y fuera para acompañar la cordada, cosa más que dudosa, a estas alturas al menos. Y luego, aceptar con todas las consecuencias el riesgo de que se fracase e incluso de que se pierda más en el intento de lo que se gane. Ha sucedido ya otras veces. Y sabemos el precio que hemos pagado.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
22 de enero de 2013
Blogs de autor

Sin ser Rimbaud

Leos Carax no es el Rimbaud del cine francés. Ha vivido demasiado después de su fulgurante debut (tiene ya más de cincuenta años), ha escapado de Francia a veces pero no se ha perdido en ningún desierto, y aunque el infortunio le acecha (los graves accidentes sufridos por sus actores Denis Lavant y Guillaume Depardieu, la muerte trágica en agosto de 2011 de su mujer, la actriz rusa Katerina Golubeva) él sigue incólume gozando del apoyo del ‘set' más ‘chic', como demuestra que estrellas del renombre de Kilie Minogue y Eva Mendes trabajen para él en ‘Holy Motors' rebajando sin duda su salario. Sin embargo, ningún otro cineasta que yo conozca ilumina el infierno como Carax, y ninguno deslumbra en la oscuridad de los signos tanto como lo hizo Rimbaud en su corta obra poética.

     ‘Holy Motors' es su quinto largometraje, dentro de una trayectoria muy pausada, no siempre por voluntad propia. Debutó en el festival de Cannes de 1984 con ‘Boy Meets Girl', un ágil ejercicio de homenaje adolescente al espíritu y a ciertas formas de Godard; la resonancia que alcanzó ese film le permitió rodar poco después la primera de sus obras maestras, ‘Mauvais sang', un título que es un guiño deliberado a Rimbaud, quien en el segundo fragmento de ‘Una temporada en el infierno', titulado ‘Mala sangre', escribe entre sus maravillosas exclamaciones esta jaculatoria: "¡Qué siglo de manos! Yo nunca dominaré mi mano." Alex, el protagonista de ‘Mauvais sang' (Denis Lavant), es requerido por unos ‘gangsters' para el robo de un milagroso antídoto que podría salvar a la humanidad de una nueva plaga infecciosa (el SIDA ya causaba víctimas en 1986, fecha de la película), y lo que buscan en él es precisamente la velocidad de su larga mano. Alex no la domina, y podría decirse que Carax, que tiene para la escritura fílmica una de las manos más portentosas del cine contemporáneo, tampoco. ‘Los amantes del Pont Neuf' siguió en 1991, y a esa segunda obra maestra delirante del director le sucedió en 1999 ‘Pola X', en gran parte fallida adaptación de la novela de Herman Melville ‘Pierre o las ambigüedades', que Carax transpuso a una Francia escindida entre la "vie de château" y la ‘banlieu' parisina de los emigrantes.

     Trece años han pasado, así pues, antes de que Carax, que fue perdiendo fulgor a medida que sus películas cobraban la mefítica fama de traer desgracias y bordear el ridículo, haya realizado la tercera y turbadora obra maestra de su filmografía. Aunque el cine de Carax ha sido siempre proclive a los géneros, con atisbos del ‘gothick', del ‘gore', de la ciencia-ficción y el ‘thriller', ‘Holy Motors' alcanza el apogeo de todos ellos, añadiendo, en las única escenas sentimentales de una película que elude el romanticismo de las emociones, el musical. Carax es también una ‘rara avis' en las riquísimas bandas sonoras de sus películas, que trabaja cuidadosamente, con músicas pre-existentes (desde Mahler a David Bowie) o escritas ex profeso, nunca puestas para rellenar sino para dar un contrapunto a la textura dramática de la historia. Los dos números musicales de ‘Holy Motors' desafían con toda bravura (y superan) los abismos de la ridiculez. En el primero, la larga secuencia del interior y la azotea de la Samaritaine, los grandes almacenes cercanos al Pont Neuf abandonados y llenos de derrelictos antes de su reconversión inmobiliaria sirven de grandioso féretro a la canción de despedida que interpreta Kylie Minogue, en un estilo que evoca el de las tragedias cantadas de Demy (‘Los paraguas de Cherburgo', ‘Una habitación en la ciudad'). Pero hay otro posterior, que marca el fin de la jornada del protagonista, Monsieur Oscar, su regreso al hogar personificando al "hombre de la casa", y la canción excelente del vocalista masculino para mí desconocido nos introduce muy sugestivamente en una casa de muñecas en la que los juguetes son simios amorosos.

      Con la suprema libertad del rapto lírico, con el uso medido del paroxismo, con el sinsensentido como norma, ‘Holy Motors' presenta un viaje al fondo de la noche contemporánea, un retrato al sesgo del subsuelo de la vida violenta, que el propio director resumió así: "veinticuatro horas de la vida de un ser que viaja de vida en vida, como un asesino solitario y frío yendo de una presa a otra [...] a veces hombre, a veces mujer, a veces joven, a veces viejo moribundo [...] asesino, mendigo, director general, criatura monstruosa, trabajador, padre de familia". Es una descripción veraz e incompleta. En los doce personajes que Lavant interpreta, caracterizándose ante nosotros cada vez en el camerino del interior de la limusina que le lleva por París, hay un ejecutor y una víctima, y la identidad cambiante nunca revela el enigma: ¿está su bárbara crueldad impuesta por él mismo, o se la imponen los dueños de la ficción capital que rige el mundo? Y la sutileza, la fragilidad del sanguinario, ¿resulta a menudo tan radiantemente bella por el esfuerzo de un alma singular o porque tiene detrás el gran aparato de la perfección técnica?

      Hay, en esta película de refinada elaboración digital, tres grandes motores sagrados. El primero es París, la ciudad de los sueños realizados de Carax, presente en todas sus obras, y en cuatro de ellas con la categoría de trágico ‘lugar ameno' situado en torno al Sena. ‘Holy Motors' se llama también el garaje donde de noche acuden a morir las limusinas en las que, se supone, viajan cada día a su destino de seres de ficción los actores o marionetas como Monsieur Oscar. Allí esos vehículos duermen, se hablan de chasis a chasis, se quejan de su suerte: el mundo prescindirá pronto de sus carrocerías gigantescas y anacrónicas, que no caben en nuestras calles ni en nuestra economía. ¿Pero seguirá existiendo el ‘holy motor' de nuestro cuerpo? Nada es más sagrado que la carrocería del ser humano, pero esta película atrevida, inquietante, feroz y delicada, nos sugiere, en su tejido de imágenes, inexplicables muchas y todas hechizantes, que tal vez ya no seamos dueños de nuestro propio cuerpo, de nuestra propia mecánica individual, embutida, como en el verso de Nicanor Parra, de ángel y bestia.

Leer más
profile avatar
22 de enero de 2013
Blogs de autor

Tras la catástrofe (III): la especie que arranca a la insignificancia

Tras el diluvio, Noé vivió todavía 350 años. Sus hijos Sem, Cam y Jafet junto a sus esposas, más los animales del arca fueron suficientes para garantizar el ciclo de las generaciones y con ello la pervivencia del ser humano, es decir, del ser por el que se cumple la palabra de Jahvé relativa al perdurar de la vida animal. Vida reducida a las formas o especies de las que el hombre es testigo y que están por él conservadas. La extensión de este cuidado a las especie vegetales, convertiría ya al hombre en depositario de la vida en general y con ello en efectiva medida de las cosas esenciales.
Sabemos que la especie hombre es resultado contingente del devenir natural, mas sin embargo a ella incumbe la tarea de conferir a la naturaleza un sentido, a saber, el de ser cimiento para asegurar precisamente la existencia del hombre. Y esta contemplación de la naturaleza como el primer eslabón en la causa del ser que otorga significación, además de arrancarla a la ciega insignificancia de lo meramente dado, tiene como inmediata consecuencia el imperativo de asegurar la salud de ese orden natural. Amar la naturaleza y luchar por su buena ordenación aparece así como inmediato corolario del amor de la especie humana, de tal manera que el fundamento de una actitud racionalmente ecológica no es otro que el deseo de plenitud para la especie humana.

Leer más
profile avatar
22 de enero de 2013
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.