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Escrache y ‘outing’

La palabra no ayuda. Procedente de Argentina, escrache no sólo nos resulta rara sino que tiene una cierta sonoridad de escupitajo poco adecuada a lo que designa, actos pacíficos de protesta ante los domicilios y lugares de trabajo de políticos en ejercicio. No se trata sin embargo de actos nuevos en el mapa de la indignación ciudadana. Hace ya años, cuando los derechos sexuales de una notable parte de la población estaban cercenados y pisoteados, comenzó a practicarse en los Estados Unidos, y desde allí pasó a Gran Bretaña, el ‘outing'. En los años 90 también entre nosotros se habló de ello, y ciertos grupos de activismo gay lo preconizaron y llegaron a amenazar con su puesta en práctica, que fue muy reducida o no llegó a calar. Los cambios que se han producido en ese terreno en los tres últimos lustros lo han hecho innecesario, aunque por desgracia no en todos los países por igual. El continente africano y asiático y otros lugares más próximos a nosotros siguen discriminando a las mujeres y a los homosexuales, y ayer mismo pude ver en televisión a una chicas semi-desnudas interrumpiendo la visita oficial a Alemania de Vladimir Putin, el dictador neo-estalinista de Rusia que persigue las libertades femeninas, los derechos humanos y hostiga con sus bien entrenados matones a los disidentes.

      Lo que los distintos frentes de liberación gay pretendían con el ‘outing' era sacar de sus casillas de hipocresía y doble moral a los numerosos homosexuales homófobos del alto clero católico, a los obispos que sospechosamente protegían a sus sacerdotes culpables del delito de pederastia, a los ministros, alcaldes, diputados y mandos policiales que practicaban en su vida privada el amor con los de su sexo y al llegar al despacho o a la comisaría maltrataban y firmaban leyes contra sus homólogos. El ‘outing' era una forma radical de autodefensa contra la arbitrariedad y la injusticia, pero también la avanzadilla de una postura que hoy, por fortuna, se extiende en otras capas de la sociedad: el poderoso, el dignatario, el gobernante, no puede -una vez elegido en las urnas o nombrado a dedo- quedar libre de la fiscalización de los ciudadanos a los que tendría que servir y en vez de ello engaña o roba, incumpliendo con lo encomendado. Aquellos activistas históricos del ‘outing' querían sacar a la luz a los suplantadores, a los traidores a su propia causa. Hoy, entre nosotros, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) pretende meter en el interior de los despachos y las casas la noción de que los políticos no han de tener una ilimitada carta blanca en función de una suma de votos, como si los votos estuvieran por encima de los principios equitativos y la moralidad pública.

       La democracia se asienta por supuesto en el ejercicio de las votaciones libres, pero la democracia no es lo que era, y no únicamente en España. Que no sólo el PP sino otros partidos del ámbito español, a izquierda y derecha, se vean sujetos a estas iniciativas de protesta dice mucho de su pertinencia, de su honda y trascendental razón de ser: respuestas desesperadas de la ciudadanía. Mientras eso sucede, la contestación que dan los hostigados de los distintos estamentos no se sostiene: acusan a los que se manifiestan con pancartas y voces de coaccionar y querer desviar la recta conciencia de los electos. ¿Olvidan los portavoces del gobierno que ellos mismos llevan más de un año diciendo que los recortes sociales, los nuevos impuestos, las incumplidas promesas de generación de empleo y bienestar, se deben a que no sabían lo que les esperaba en los arcanos -y en las arcas- ministeriales? Con mayor razón pueden decir los afectados por la hipoteca que tampoco ellos sabían el alcance de lo que un banco les prometía en tiempos en que la crisis no se avizoraba.

     Cuando el PP y algún otro partido que concuerda en ese punto proclaman que la dación en pago generalizada rompería el propio sistema del préstamo hipotecario, yo, que no soy economista, puedo creerles. Alguien que recientemente, cuando la situación ya anunciaba la catástrofe, se haya hipotecado aventureramente, no está en la misma posición de protestar. De ahí que se reclame (y me parece justo) que al menos los que fueron tan víctimas de lo desconocido y lo impredecible como Rajoy dice haberlo sido al llegar a la Moncloa, sean eximidos de esas asfixiantes cargas por unas hipotecas que les estallaron en las manos, como le estalló, parece ser, al gobierno el desplome de los mercados y la deuda.

       He repudiado siempre los actos en que se impide hablar, en nombre de la democracia, a un intelectual o un alto cargo, lleve el apellido de Aznar, de Savater o de una ingenua diputada del PSOE. Todos merecen el uso libre de la palabra. Los escraches no atentan contra eso. Son ‘outings' asamblearios, estentóreos y, por supuesto, extraparlamentarios. Triste noticia. Pero ¿acaso es noticia en cualquier parlamento, de Madrid, de Barcelona o Bruselas, que los ciudadanos, incluidos muchos de los que aún votan, han dejado de creer en quienes les representan? Esa es la enfermedad senil de la política actual, y por lo que yo mismo he visto en las calles y en los informativos, la mayoría de los manifestantes contra el desahucio y las estafas bancarias no son feroces anti-sistema sino personas que sin duda preferirían estar tranquilas en su casa, si se pudieran quedar en ella.

   Dos cuestiones finales de procedimiento. Comprendo el espanto de cualquier demócrata que vaya a manifestarse por el PAH y encuentre a su lado la boina de Tasio Erkizia. Pero compartir esa buena causa con semejante individuo no hace etarra al resto de los manifestantes, que sólo van armados de pegatinas. Sostener lo contrario es como decir que la foto de Hitler y sus comandantes aplaudiendo una representación de ‘Tristán e Isolda' convierte en nazi a Wagner.  

    Y se ha exagerado mucho lo del bebé de la vicepresidenta. Los 300 que en Madrid se manifestaron ante su chalet querían dejarse oír y señalar con el dedo. A nadie le gusta que le chillen y que le marquen, pero ¿no conlleva el oficio bien remunerado de político la carga de una exposición dentro y fuera de los despachos que todos pagamos? La criatura de la señora Sáenz de Santamaría, que me parece por cierto lo más sensato y discreto que hay en el gobierno, merece toda la ternura y el cuidado que sin duda recibe de sus padres. Es altamente improbable que ese niño de corta edad, que tendrá el sueño fácil y la memoria sin formar, sufra un trauma por el eco de unos incomprensibles ‘slogans'. Los niños, incluyendo naturalmente a los que tienen sólida cuna, buena ropa de cama y hogar confortable, han de dormir en paz.

 En Madrid, en Galicia o Valencia, quienes están saliendo por la calles a voz en grito sólo quieren quitarles el sueño a sus señorías. A unos padres y madres que con su voto pueden privar de techo a los incautos, a los angustiados, a los desposeídos.

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26 de abril de 2013
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III. Code name: chocolate

Bajo la tesis ya tan recurrida de la contrainsurgencia de "sacar el agua al pez", uno de los principales blancos fue al pueblo indígena itzil que habita en el Quiché, al nororiente de Guatemala, al que se buscaba diezmar, o acaso hacer desaparecer, señalado como colaborador de la guerrilla por los golpistas, y en eso no había tapujos. Uno de los voceros militares de Ríos Montt llegó a decir en público que lo mejor que podía hacerse para derrotar a los subversivos, era "matar a los indios". Y con esto quería decir ancianos, hombres, mujeres, niños.
Hoy, tres décadas después, y a los 86 años de edad, el cruzado neo pentecostal comparece por fin delante de un tribunal civil para responder por varios cargos criminales, el más importante de ellos el de genocidio, junto al general Mauricio Rodríguez Sánchez, entonces jefe de Inteligencia militar (G-2).
Los testigos, aún con el temblor del miedo en su voz, relatan atrocidad tras atrocidad, y sus palabras desafían a la imaginación más tenebrosa. Para entonces muchos eran niños que lograron escapar de la sentencia de muerte decretada contra todos ellos por el alto mando. Ríos Montt sabía muy bien de historia sagrada, y los planes que aprobó se parecen mucho a los del rey Herodes, sólo que más sofisticados. Los niños itziles tenían un nombre cifrado en esos planes: chocolate. No había que dejar a un solo chocolate vivo.

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26 de abril de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La insoportable libertad obligatoria

Azúa es admirable, primero, porque es el lector más poderoso del continente, el que nunca desiste, lee y lee, qué no habrá leído es hombre. Ya desde jovencito, conseguía que lo echaran de clase para poder leer a sus anchas. Pero la cosa es que siempre le hace buen provecho. Azúa alcanza la preceptiva decepción lectora, que le pasa bastante enseguida, porque además es muy listo, y no se le nota nada, ya sólo por eso es alguien fuera de serie. Luego, porque ha escrito los mejores ensayos sobre literatura que conozco, los que podrían estar en Lecturas compulsivas y El aprendizaje de la decepción. No habrá mes, qué digo mes, no habrá semana, que no les haga una visita y aprenda cosas inauditas.  Sólo con su diccionario de las artes hay para una tarde entera de encantadoras y ascéticas meditaciones. ¿Quién leído con más gracia a Hegel? ¿Quién ha visto mejor que él la singularidad inverosímil de una novela como Camino de perfección de Baroja? ¿Quien vio, antes que él, que el Héctor de la Ilíada es de Stendhal?
 
Ahora, lo mejor es su capacidad de estar en todas partes. Hay una tienda en Tarazona, o había, que nos hemos hecho mayores, no diré dónde, que luego me llaman la atención, una tienda, digo, que vende mantas zamoranas, que luego resultan ser enguerinas, aprendizaje de decepción, pues al lado hay una librería donde sólo tienen Azúa y aquellos libros de la colección Reno, no sé si caes, bueno, Azúa en Tarazona, ¿no es envidiable?O bien, vas a hacer la mili a algún sitio interesante, pongamos Burgos, y allá estaba Azúa, no de alférez, que bien podría, sino en un artículo de Triunfo ¿no es sensacional? Y, bueno, ahora nos regala Autobiografía de papel, que es aquella Autobiografía sin vida, pero destilada y sublimada. Porque lo mejor de todo es ver cómo Azúa mejora, se aposenta en Madrid, quién iba a pensar, forma una familia maravillosa, y escribe, no digo lee, que eso se le supone hablando de quien hablamos, escribe cada vez mejor. Ahora ha sutilizado su visión de la literatura en este volumen fino, adornado por ese Spitzweg en la portada, justo ése tan gracioso y frecuentado, pero que le estaba reservado a él, lector de pies ligeros, mirada libre y alma noble. Felicidades.


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26 de abril de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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97. Complejidad, novela, supervivencia.

Suele decir Antonio Orejudo que la novela debería ser aquello que el cine no puede contar. Pienso mucho en esta frase. Y lo cierto es que he visto Tabú (2012) del portugués Miguel Gomes, y me pregunto qué novela podría competir con esta historia, qué libro podría rivalizar con sus recursos y su arrolladora potencia narrativa y estética para contar una trama que sucede en dos épocas distintas. Narrar a personajes inolvidables con profundidad metafísica, carga sociopolítica, estilo, etc., puede hacerse asimismo mediante una película y quizá mejor, pues tiene más recursos expresivos (imagen, música, palabra, gestualidad actoral, inflexiones de voz). Temo que sólo hay dos opciones hacederas para la novela: la de Orejudo, que vindica que ésta se centre en el virtuosismo verbal/formal, o la reinvención del genero, convirtiendo la novela en un campo estético de batalla (que es lo que he defendido), convirtiéndola en un lenguaje de lenguajes narrativos. Pero creo, sinceramente, que la tercera opción convencional de contar una especie de película describiéndola con palabras (que es lo que hacen muchas novelas actuales, sin altura formal, ni profundidad en temas, ni solidez en personajes) tiene cada vez menos sentido. Es decir: la novela no ha muerto, ni mucho menos, tiene ante sí dos opciones: ser complejamente estética o ser estéticamente compleja. Para todo lo demás, cámara digital y YouTube. Lo digo como lo siento. No se preocupen, no soy nadie. / Por eso me ha gustado Leonardo (Lengua de Trapo, 2013) de Guillermo Aguirre, porque no podría rodarse. De ninguna forma. Sería imposible llevar al cine el capcioso modo en que el protagonista se cuenta en primera persona, dejando caer lo peor de sí remisa y oblicuamente, con notable elegancia estilística, reflejando en la prosa la demora particular de su carácter. Su aspecto ridículo sería insostenible en una pantalla, donde deberían aparecer los rostros perplejos de los otros, que no aparecen en la novela, construida desde el solipsismo más absoluto. Un yo que no puede soportarse a sí mismo intenta inútilmente explicarse: este es el mayor mérito de Leonardo y lo que es delicioso de leer sería molesto o tedioso al ser mirado. Leonardo es el retrato perfecto del imaginario oscuro de este presente: es mezquino, egoísta, xenófobo, insoportable. Las dos sombrías frases de la novela de Javier Moreno 2020 (2013), “soy un tipo normal en los tiempos que corren. Quiero decir, un miserable”, parecen escritas pensando en el Leonardo de Aguirre. El autor continúa con las metáforas acuáticas que abundaban en Electrónica para Clara (2010), pero el estilo es mejor y la almendra narrativa ha ganado consistencia. / Pensemos en Pierre Michon, en ese estilo alambicado que bucea en la Historia para fraguar una prosa barroca e inimitable. Se me ocurren modelos cinematográficos para Michon, claro: Lew Majewski o Sokurov, pero son tipos de manierismo formal que pueden convivir, en tanto discurren paralelos. La cuestión es que el cine comercial comparte terreno con la novela convencional. El futuro de ésta, próximamente, en sus pantallas. De cine.



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25 de abril de 2013
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50 sombras del feminismo

Así se titula un libro, hábilmente presentado como respuesta al éxito de la célebre trilogía de E. L. James -50 sombras…-, que sigue traduciéndose con vigor y alimentando en todo el mundo fantasías románticas de sumisión, caviar y bondage. Un grupo de autoras toman como punto de partida La mística del feminismo de Friedman y se dedican a analizar el denostado “ismo”, que a menudo se ha identificado con la fobia, o lo que es peor, con la guerra contra los hombres, en lugar de blindarse gracias a la única noción radical de este: las mujeres son personas. Desde la sexualización de las niñas hasta la desigualdad de sueldos, los males de la pornografía o las esposas objeto de los futbolistas, las sombras que acechan al feminismo parecen aún opacas e inamovibles. Pero también hay miradas triunfalistas, no exentas de sarcasmo, como la de Sandi Toksvig cuando relata cómo, en una ceremonia de graduación, las chicas iban vestidas como prostitutas, hasta el extremo de que no podían sostenerse sobre sus altísimos tacones y tenían que apoyarse en sus padres: “En mi tiempo podías ser literata o prostituta, pero no ambas cosas”. A menudo se señala al sistema para identificar la bestia negra que retrasa el derrumbe de los techos de cristal. Pero ¿qué hay de nosotras y nuestra herencia? “¿Por qué cuando un hombre me mira a los ojos, sigo bajando la cabeza?”, se pregunta mi amiga Esther, quien asegura que se enfada consigo misma por no poder dominar ese gesto de inhibición acaso registrado en sus pliegues culturales y biológicos que obliga a claudicar incluso a las más liberadas. Como si, aherrojadas por el veneno de siglos, se sintieran desnudas al mantener la mirada y un instinto paralizador les ordenara mostrase cabizbajas. Pienso en todas esas miradas cruzadas. Hombres y mujeres que por un instante logran que algo suyo nos atrape. El juego del azar nos sigue enamorando hasta el extremo de que se convierte en el primer asunto que una pareja comparte y va agrandando a lo largo de los años. Y son bien pocas aquellas que reconocen que él, un día, la miró por primera vez a los ojos y ella rehusó su mirada. Pienso en aquellos que dicen: “Ahora mandáis vosotras. Sois las que decidís cuándo queréis sexo y cuándo no”; atrevidas, competitivas, sagaces, depredadoras… describen a una nueva raza de mujeres liberadísimas y sin miramientos. Por otro lado, escucho el tan manido “ya no hay hombres que valgan la pena” por parte de quienes defienden las virtudes de la soledad, aunque anhelen todo lo contrario. Eso sí, cuando un hombre las mira a los ojos, inexplicable pero no deliberadamente, continúan bajando la mirada. (La Vanguardia)

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25 de abril de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Queremos investigar

Un nuevo y potente tópico se está instalando entre nuestras creencias, una idea que señala la estupidez generalizada de quienes nos dirigen en abierta oposición a la soberana inteligencia de las multitudes. Puede aplicarse en todos los ámbitos, pero es en la acción política donde tiene mayor presencia. Cuenta con asideros argumentales en el estado de nuestras instituciones, las dificultades para gobernar la economía, el deterioro de los liderazgos o la extensión de la corrupción, pero encuentra su epifanía en el éxito de las tecnologías de la información y de la comunicación para dar poder a los individuos y a los grupos en detrimento de quienes les venían organizando, dirigiendo o representando.

No vale para un país o un continente. Es de aplicación global, como la tecnología y la economía que la acompaña. Antoni Gutiérrez Rubí lo desarrollaba ayer en estas mismas páginas a propósito de las ILP (iniciativas legislativas populares) en el artículo 'Queremos legislar', en el que fundamentaba así el deseo expresado en el título: "No solo porque queremos, podemos y debemos, sino porque sabemos. El conocimiento disponible en la sociedad abierta y en red es superior al de sus representantes y expertos. No estamos hablando de masas inertes y amorfas, sino de multitudes activas e inteligentes en la sociedad red, capaces de articular ?o al menos iluminar? soluciones públicas para problemas complejos si se dispone de entornos abiertos gracias a la tecnología".

Nos encontramos ante una nueva rebelión de las masas que revierte el esquema propuesto por Ortega hace 80 años, cuando identificaba al hombre masa, fruto de la democratización y base sociológica de los totalitarismos. Aquellas multitudes que Ortega consideraba mostrencas hoy usan teléfonos móviles y tabletas, y muy pronto gafas Google, con las que toman imágenes, comunican e interactúan. La apariencia puede ser de entretenimiento, sobre todo cuando los escenarios turísticos, los estadios deportivos o la romana plaza de San Pedro relampaguean por los millares de flashes de los móviles multitudinarios, pero de pronto surge un acontecimiento inesperado y trágico en el que se manifiesta la profundidad del fenómeno y las novedades, merecedoras de reflexión y de debate, que introduce en nuestra vida pública.

Este es el caso del atentado de Boston del 16 de abril y la posterior caza al hombre en búsqueda de sus autores, un conjunto de hechos que constituyen un buen punto de partida para la comprensión de estos cambios. Nada de lo que allí ha sucedido, desde la acción criminal de los hermanos Tsarnaev hasta la detención de Dzhokhar, puede comprenderse sin la nueva rebelión digital de las masas y específicamente sin el registro de imágenes por parte del público, la transmisión por las redes sociales e incluso la participación directa del público en la interpretación de los millares de datos que iban vomitando sin parar las redes sociales. Hasta el punto de que la ilusión de que una multitud inteligente estaba al cargo de la investigación del crimen llegó casi a imponerse a una sociedad que ya ha experimentado en muchos campos el poder de la tecnología en manos del público. Corroboraban esta impresión los graves errores informativos en que incurrieron medios tradicionales como la cadena de televisión de noticias continuas CNN, la agencia de prensa AP o el diario The Boston Globe, así como la difusión de sospechas sin fundamento sobre ciudadanos inocentes.

"Los medios, tal como los hemos conocido, han cambiado para siempre", escriben los redactores del Daily Barometer, un pequeño diario universitario de Oregon. "Chequeábamos nuestros teléfonos, no mirábamos la CNN. No íbamos a los portales del Boston Globe o el Boston Herald. Y definitivamente no íbamos a esperar a la edición del diario en papel del día siguiente para ver el relato de Associated Press. Todos estábamos en Twitter". "Ha sido el primer gran relato periodístico interactivo", "el primer gran acontecimiento en el que millones de personas se convirtieron en parte del relato ellas mismas", ha señalado Felix Salmon, de la Columbia Journalism Review.

Las filtraciones de Wikileaks ya proporcionaron una ilusión similar, la del acceso directo del público a documentos secretos revelados por organizaciones de hackers. Las multitudes quieren investigar y esto es una novedad, pero al final quien proporciona la inteligencia para comprobar datos y sacar conclusiones es el FBI en su tarea policial y el periodismo profesional en la suya. Los medios tradicionales que se equivocaron fueron los que siguieron las redes sociales, no los que hicieron bien su trabajo. También Obama sacó sus conclusiones: "En la era de la información instantánea hay la tentación de aferrarse a cualquier información, a veces para saltar a las conclusiones. Por eso es importante, ante una tragedia como esta en que la seguridad pública está en riesgo y las apuestas son tan altas, que hagamos las cosas bien. Por eso investigamos. Por eso comprobamos los hechos de forma exhaustiva".



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25 de abril de 2013
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Singular crisis de desarrollo espiritual (II)

Preliminar: llevar el problema a la filosofía

A modo de preliminar retomo una acotación ya expuesta en una columna anterior.
Transcurridos 20 años, referirse sin más (como hacía en la columna anterior) al artículo de Zeilinger y equipo que avanzaba el protocolo en 1993 o la publicación de resultados experimentales de 2002, puede provocar irónicas sonrisas si uno lo hace en un medio académico, precisamente por que se habla de lo que todos sabemos. "Todos"- es decir los que están por profesión o afición en berenjenales cuánticos- saben que ya fue en 2002 cuando se probó experimentalmente lo que se entiende por cesión o más bien trueque de entrelazamiento (Entanglement Swapping).
La remisión directa a lo que en su día se reveló novedoso en relación a nuestra ordinaria concepción del entorno o de nosotros mismos, corre peligro de ser tomada como reiteración de lo bien sabido. Pero que sea bien sabido no es razón para que desaparezca el espontáneo y fresco estado de ánimo que lleva a la interrogación cabalmente filosófica, que el científico tiene derecho a plantear, como lo tiene simplemente el ciudadano (sin duda exigiéndose a sí mismo un esfuerzo en las necesarias mediaciones). ¿Cómo no va a ser motivo de estupor el que dos realidades físicas espacialmente separadas se encuentren vinculadas por la simple constatación de que otras dos lo están? ¿Cómo es posible, se preguntará cualquiera que haya entendido el protocolo evocado, confirmado como decía por efectivos experimentos? ¿Qué confianza seguir teniendo en las ideas nucleares con las que elaboramos nuestro concepto del orden natural, entre ellas la de que no puede haber intervención física a distancia (es decir intervención no mediada ni por la materia ni por el campo) si las partículas a las que se reducen las cosas que percibimos se comportan de este modo?

 

Intercambio de entrelazamiento con dilación temporal

 

En este auténtico crescendo de interrogantes filosóficos determinados por la física cuántica hubo en 2012 aún novedad, una vez más gracias a los experimentos del equipo del referido Anton Zeilinger, aunque el embrión de la cosa data ya del año 2000 con protocolos avanzados por Asher Peres.
En abril de 1999 Asher Peres sometía al juicio de la revista Journal of Modern Optics, un experimento mental relativo al entrelazamiento cuántico con la particularidad de que la medida determinante se realizaría con posteridad al de las otras partículas. El artículo sería publicado al año siguiente (J. Mod. Opt. 2000, 531) (1).
En abril de 2012 Anton Zeilinger y su equipo publican los resultados probatorios de que el experimento de Peres era algo más que mental: el protocolo matemático que había sustentado la idea de Peres se confirmaba experimentalmente en todos sus términos. Sintetizo el asunto tal como es presentado por Zeilinger y equipo (2).
Dos observadores distanciados arbitrariamente, que en razón de convención al uso llamamos Alice y Bob, preparan con total independencia cada uno, su pareja de partículas entrelazadas: 1, 2, Alicia ; 3, 4, Bob (3).
A continuación Alicia y Bob proceden a separar las partículas en su pareja. La partícula 2 es enviada por Alice a un tercer protagonista llamado Víctor (en el experimento de Peres, Eva) y lo mismo hace Bob con la partícula 3. Conviene suponer que todo el proceso se repite idénticamente, de tal manera que de cada una de las fuentes van sucesivamente surgiendo partículas en gran número.
El próximo paso dado por Alicia y Bob es que cada uno de ellos mide a lo largo de arbitrarias direcciones los valores del spin de las partículas 1, 4 que han respectivamente conservado. El experimento concreto se hizo con fotones y no con electrones, de ahí que en el esquema se hable de medida de la polarización en lugar de medida del spin, mas para no multiplicar aquí los conceptos y grafías haré la ilustración por analogía a lo que ello supondría en el caso del spin.
 
 
 
 
 
Conviene detallar todas las condiciones y los pasos:
a) Las fuentes generan sucesivamente gran número de copias de las parejas de partículas de manera a que puedan realizarse repetidas medidas.
b) Alice apunta para cada copia de la partícula 1 el resultado obtenido y lo registra, mientas que Bob hace exactamente lo mismo con las copias de la pareja 4. Como las partículas 1 y 4 no tenían vínculo entre ellas, la eventual comparación de las medidas no mostraría ni correlación ni anti correlación. Tanto pudiera salir arriba, arriba como arriba, abajo; abajo, arriba, o abajo, abajo (recuérdese que ello no ocurre con las partículas 1, 2 ( ni 3, 4), pues el hecho de que en el origen estén entrelazadas en el estado de Bell que supone spin total cero, se traduce en que, al medirlas por separado , si se comparan los resultados hay necesariamente anti-correlación.
c)En total ignorancia de lo ya obtenido por Alice y Bob, Víctor procede en cada copia del par 2, 3 que recibe:
-Sea a una medida convencional, registrando el resultado obtenido en cada caso.
-Sea una medida de Bell, la cual, como ya he indicado, puede con igual probabilidad dar como resultado cualquiera de los cuatro estados de Bell).
En un caso como en otro Victor comunica los resultados tanto a Alice como a Bob.
d)Tras recibir la información de Víctor, Alice agrupa todos los resultados de las copias 1 que son correlativas de las copias 2 para las que Víctor ha obtenido un determinado resultado. Bob efectúa lo mismo con los copias 4 que son correlativas de 3.
En el caso de que Victor haya efectuado una medida de Bell, Alicia y Bob tienen cada uno cuatro grupos de partículas que corresponden a los cuatro grupos de Víctor. Es muy importante remarcar la información de Víctor constituye el criterio que permite establecer los grupos.
e) Alice y Bob comparan sus resultados grupo a grupo y comprueban lo siguiente:
Si Victor ha procedido a una medida convencional o separada las copias de 1, 4 correspondientes a las 2, 3 de Víctor son como era de esperar separables.
Si Víctor ha procedido a una medida de Bell las parejas de partículas de cada grupo de Alice y de Bob correlativas de cada grupo de Víctor responde a lo que hubiera ocurrido si tales partículas procedieran de una fuente en la que compartían el estado de Bell del grupo de Victor. Por ejemplo si este estado es el spin total cero ( en la jerga el singlet state ya familiar), entonces en la comparación de los resultados de las partículas correlativas medidas aisladamente por Alice y Bob tendrán todas ellas spin opuesto, lo cual no casa con el hecho de que tales partículas (copias de 1 y 4) carecían de matriz común y no tenían por tanto que estar ni correlacionadas ni anti-correlacionadas.

 
*** 
 La diferencia esencial con el intercambio de entrelazamiento previamente considerado estriba en este hecho de que Alicia y Bob proceden a medir antes de recibir información de Víctor.

Así, aunque el resultado no difiera respecto al "convencional" intercambio de entrelazamiento (3) hay en el proceso algo singular. Sólo ulteriormente Víctor realiza una medida de Bell en las partículas 2 y 3 que ha recibido, como resultado de lo cual estas quedan entrelazadas, y sólo ulteriormente informa a Alice y Bob de lo que ha obtenido, es decir, del estado concreto de Bell que expresa el entrelazamiento. Y al proceder a medir repetidamente antes del trabajo de Victor, Alice y Bob habían comprobado empíricamente que los resultados no estaban marcados por ley alguna de correlación ni de anti correlación. Se habían limitado a verificar resultados aleatorios y tomar cuidada nota de los mismos.
Si Victor no hubiera procedido a medir seguiríamos en esa aleatoriedad ; y si habiendo procedido a medir no hubiera comunicado el resultado, también. Mas ahora ya no es el caso, ahora que saben lo que Víctor sabe es ya imposible que el resultado (o sea, el conocimiento del rasgo de su partícula) que alcance Alice sea independiente del resultado que alcance Bob. Así pues, entre la medida de Víctor más la comunicación del resultado se ha conseguido que lo que tenía subsistencia independiente deje de tenerla. Así de sencillo...y de tremendo.

 

¿Influencia en el pasado?

Pero hay un último paso en este crescendo cuántico. Supongamos que las copias de las partículas 1 4, tras ser registradas respectivamente por Alice y Bob son total o parcialmente destruidas, mientras que las copias de 2 y 3 siguen su camino hasta ser medidas por Victor. Entonces, en el momento en que Alice y Bob comparan los resultados de cada grupo en función de la información dada por Bob, ya sólo tenemos registro de datos sin soporte material que los confirme, sólo tenemos información de lo que era. Pues bien, todo sucede exactamente como hemos visto: considerando el grupo en el que Víctor ha obtenido spin total cero las partículas correspondientes de Alice y Bob se hallan anti-correlacionadas, mientras que antes de la información de Víctor era imposible tener criterio alguno de correlación ni de anti-correlación.
Recuérdese una vez más que el único criterio no meramente empírico de la ordenación de resultados para la formación de grupos reside en la información que proporciona Víctor. No se está diciendo que esta información cambia los datos empíricamente logrados. Se esta diciendo que una ley ordena ahora desde el exterior estos datos. ¿Una ley ordenadora de un estado de cosas? No desde luego si por cosa entendemos realidad física. Pues dado que esas cosas han desaparecido se trataría de una intervención en el pasado. Aunque el propio Zeilinger ha parecido dejar pensar que ello es así al hablar de "quantum steering into the past", lo único que podemos decir es que la medida hecha por Víctor y la información de sus resultados determina el saber de Alice y Bob, dejando entre paréntesis la cuestión sobre si hay o no en el mundo algo más que este mero saber de lo que denominamos cosas.

 

_______________________

(1)  El abstract es el siguiente: "Two observers (Alice and Bob) independently prepare two sets of singlets. They test one particle of each singlet along an arbitrarily chosen direction and send the other particle to a third observer, Eve. At a later time, Eve performs joint tests on pairs of particles (one from Alice and one from Bob). According to Eve's choice of test and to her results, Alice and Bob can sort into subsets the samples hat they have already tested, and they can verify that each subset behaves as if it consisted of entangled pairs of distant particles, that have never communicated in the past ever indirectly via other particles".

(2) Zeilinger y su equipo reivindican este legado de Peres en el abstract de su artículo de Nature Physics 8,480-485del 26 de abril de 2012: "Motivated by the question of which kind of physical interactions and processes are needed for the quantum entanglement, Peres has put forward the radical idea of delayed.choice entanglement swapping. There entanglement can be produced a posteriori after the entangled particles have been measured and may no longer exists. Here we report thr realization of Peres's gedanken experiment. Using four photons, we can actively delay the choice of measurement-implemented through a high speed tunable bipartite-state analyser and a quantum random -number generator-on two of the photons into the time -like future of the registration of the other two photons. This effectively projects the two already registered photons onto one of the two mutually exclusive quantum states in which the photons are either entangled (quantum correlations) or separable (classical correlations). This can also viewed as 'quantum steering into the past' ".

(3) De nuevo se trata de uno de los estados llamados de Bell y la grafía utilizada para reflejar el entrelazamiento es:

 

dónde i j designan sea las partículas 1,2 sea las partículas 3, 4.

El estado global considerando las dos partículas es

 

ecuación que puede ser re-escrita de manera alternativa, por ejemplo 

 

 o bien

 

 

 

donde

 

 

 son los cuatro estados de Bell.  

 

(4) De hecho, técnicamente ello se muestra con nitidez en la ecuación (3) de la nota en la que se presentan los estados de Bell.

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25 de abril de 2013
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Para escribir crónicas tengo una herramienta secreta. Se llama Lisa.

Acaba de cumplir tres años. Es negra azabache y saca una lengua descomunal cuando está cansada. Es un hermoso perro labrador hembra. ¿O debería decir una labradora?

Lisa tiene las cualidades perfectas para el periodismo: se detiene a oler cada pis y caca que encuentra en la calle, mete la nariz en el culo de todos los perros con los que se encuentra, tiene mucha paciencia y se adapta con gran inteligencia emocional a los juegos que proponen los otros chuchos.

En nuestra división del trabajo familiar, yo la saco a primera hora de la mañana y  después de cenar. Cuando volvemos de una cena o un espectáculo, ni siquiera me quito el abrigo. Abro la puerta, tomo la correa y la acompaño a la calle, aunque sean las cuatro de la mañana.

Cuando Lisa y yo salimos, mientras espero que de vueltas por el pasto y se decida a bajar las patas y levantar la cola, aprovecho para pensar, meditar, decidir, evaluar. Trabajo muy concentrado. Como mis salidas con Lisa son pura acción y alegría (Lisa siempre me pone contento), me deja toda la cabeza libre para darle vueltas a la crónica, el reportaje, el perfil, la clase o el capítulo de libro que estoy tramando.

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Creo que todos tenemos que tener uno o más momentos en el día en que nos obliguemos a desempeñar una tarea que nos dé tiempo para pensar. Tenemos que estar solos – puede ser en el baño, o caminando por la calle, o en la cama, o en un sillón – o mejor aún, con una perra como Lisa, que nos mira como diciendo: ¿Ya está? ¿Ya te diste cuenta de cómo tiene que empezar esa crónica? ¿Podemos volver?

Hace un par de años estaba trabajando en un largo perfil de Plácido Domingo para la revista Gatopardo. No lo hubiera podido hacer sin esas mañanas y noches con Lisa. ¿Qué tengo hoy? ¿Cómo voy?, me preguntaba cada día mientras recogía la caca en su bolsita negra y le hacía el moño.

En uno de esos momentos me vino la primera escena como una iluminación.

En un momento de la última función de ópera que cantó Domingo antes de cumplir los 70, las chicas del coro lo elevan sobre sus cabezas, y él, acostado sobre las manos de las bailarinas, descalzo, se pone a caminar por la pared mientras canta un aria muy difícil.

Es en parte una escena circense, pero es mucho más: es gran arte, es un auto-desafío de un artista único y es la escena en la que veo, escucho, percibo con mis sentidos la locura de un hombre a punto de cumplir 70 años, que ya lo ha hecho todo, pero que necesita seguir caminando por las paredes.

Creo que es un buen comienzo, y muchos me lo comentaron después. Pero para que llegue la inspiración uno tiene que ponerse en situación, estar abierto, ayudarse. Y yo se lo debo a mi perrita negra.

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Nunca me siento a proponer, a organizar o a escribir un texto largo sin haber dedicado conscientemente dos, tres o cuatro salidas con Lisa a darle vueltas en la cabeza.

Por eso les recomiendo a los que quieran escribir algo complejo (y casi todo lo que vale la pena es complejo), que se impongan una tarea diaria que no les implique estar con otra gente, ni frente a la tele, ni ante la pantalla. Cocinar es bueno. Lavar los platos, mejor.

Pero lo mejor de todo, para mí, es hacerse con un perro como la que duerme ahora a mis pies. ¿Verdad, Lisa?  

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24 de abril de 2013
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El Boomeran(g)
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