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Eder. Óleo de Irene Gracia

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¿Para qué una consulta?

Para aprovechar la ocasión e irse antes de que amaine la tormenta perfecta, los que quieren hacerla enseguida, en 2014.

Para salvar la cara, los que la han prometido.

Para terminar de una vez y aclarar hacia dónde vamos, los que ya están hartos.

Para apretarle las tuercas a Mariano Rajoy, los que quieren el pacto fiscal y también los que quieren una España federal, confederal o incluso dual como la vieja Austria-Hungría. (Por eso hubo tantos no independentistas en la Via Catalana y por eso hay todavía mucho margen para ampliar la movilización entre los que ni lo son ni fueron a la manifestación de la Diada).

Para muchos jóvenes que no votaron la Constitución y quieren implicarse en la modelación del futuro, porque no ven razones para no hacerla, sin más, y luego que salga el sol por Antequera.

Para todo demócrata, porque la democracia es gobernar con el consentimiento de los gobernados y no es sostenible para un Gobierno que un 80 por ciento de los ciudadanos de una de sus regiones geográficas exija que se le pregunte por el futuro de sus relaciones con el resto y otro 50 y pico por ciento diga en las encuestas que quiere largarse.

Todos estos conforman el 80 por ciento de los catalanes que están a favor de la consulta. Solo los primeros, los indepes apresurados, la exigen para 2014. Es el catatónico Gobierno central el que luego hace el resto de la faena y va echando a los otros grupos en brazos de los primeros.

Cuanto menos y peor reaccione Rajoy mayor será el número de los partidarios de la consulta y de que sea en 2014. Y también aumentará, naturalmente, el número de los partidarios de la independencia.



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14 de septiembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El conflicto en Siria: un ataque de amenazas

El reciente reporte del United Nations Human Rights Council ha sido contundente: en Siria, ni el gobierno ni los rebeldes se guían por los principios de una "guerra justa". Sólo entre mayo y julio de este año, las fuerzas gubernamentales de el Asad han cometido al menos ocho masacres, y han atacado a hospitales y han usado bombas de racimo; en cuanto a los rebeldes, se distinguen por ejecuciones sumarias. Ambos bandos han torturado a sus enemigos o a sospechosos de serlo; también han secuestrado a gente y usado a niños como soldados.

Pese a todo ese panorama perturbador en una guerra que ya supera los cien mil muertos, Estados Unidos y algunos gobiernos europeos (sobre todo el de Hollande en Francia) se han sentido con la obligación de actuar solo cuando el gobierno de el Asad ha utilizado armas químicas contra su propia población, causando alrededor de 1.500 muertos; el uso de armas químicas es una transgresión moral inadmisible, aunque queda la duda de por qué otros crímenes de guerra no escandalizan tanto a la opinión pública. ¿Estamos tan acostumbrados a que se masacre a civiles con armas convencionales?

La opinión pública y los líderes de opinión en los Estados Unidos entienden el estatus particular de las armas químicas. Sin embargo, cuestionan que una intervención norteamericana contra al Asad termine ayudando a los rebeldes, que tampoco juegan con armas limpias y entre los cuales se encuentran varios grupos de extremistas islámicos. En una desastrosa situación moral, en la que ambos bandos -uno más que otro- han cometido abusos, no se ve con claridad por qué los Estados Unidos tenga que intervenir a favor de uno. Tampoco convence cierta soledad del país en este desafío, que Obama no haya podido armar una amplia coalición internacional que respalde su decisión de "castigar" a al Asad. A eso se añade el cansancio, el desgaste psicólogico de haber participado en guerras continuas (Afganistán, Irak) durante más de una década. El secretario de Estado John Kerry, casi como pidiendo disculpas, dijo que sería un "ataque muy pequeño" contra los arsenales químicos del gobierno sirio, y que no habría guerra; críticos conservadores y liberales han escuchado esta historia antes y utilizan una imagen repetida para ponerle reparos al plan de Obama: se trata de "una cuesta resbalosa" ("slippery slope"), es decir, un pequeño paso que puede llevar a eventos que no estén bajo el control de los Estados Unidos y por lo tanto conducir a algo tan grande como una nueva guerra.

La opinión pública internacional tampoco está convencida del plan de Obama. Las razones son diversas: están quienes desconfían de los Estados Unidos como garante del orden moral y señalan que en ocasiones recientes (Irak) ya ha manipulado a inspectores nucleares para fabricar una guerra; como confiar en la policía, dicen, si la policía no ha sido un modelo de virtud. Y están quienes ven a Siria como una excusa para que los Estados Unidos actúe una vez más como un imperio arrogante y tonto, capaz de provocar muchas muertes de ciudadanos inocentes como castigo por tantas muertes de ciudadanos inocentes provocadas por al Asad.     

Lo más curioso de todo es que ni el mismo Obama parecía convencido de su plan. El "guerrero reticente", lo ha llamado la revista Time. Así es como el premio Nobel de la Paz, en vez de saltarse el escollo del Congreso --como se suele hacer en estos casos--, decidió que no podía atacar sin previa autorización de un Congreso controlado en la Cámara Baja por la oposición. Obama sólo quería ganar tiempo para conseguir más aliados; no lo logró, y al final, para evitar una derrota en el Congreso, tuvo que apoyarse una salida intempestiva de John Kerry, que insinuó en una entrevista que los Estados Unidos estaría dispuesto a no atacar si Siria ponía su arsenal químico a disposición de una fuerza internacional y luego permitía su destrucción. Esa salida de Kerry se convirtió en punto de partida del gobierno ruso para que buscara salvar a su aliado sirio con un proyecto de desarme. El martes por la noche, las principales cadenas televisivas dieron paso a un mensaje de Obama que parecía urgente pero en realidad no lo era: pedía al Congreso que postergara la votación autorizando un ataque que, al fin de cuentas, no quería llevar a cabo.

En su mensaje, Obama fue por primera vez claro y explícito, incluso moralmente convincente en cuanto a la necesidad de intervenir con fuerza para que al Asad entienda que cualquier uso de armas químicas tendría serias consecuencias. Pero ese mensaje no ha logrado cambiar muchas posturas. De hecho, todo sigue igual esta semana, excepto por algo importante que pasó un poco desapercibido: por primera vez, el régimen sirio admitió que tenía armas químicas y que estaba dispuesto a firmar el tratado internacional para evitar su proliferación (Siria es uno de los escasos países que no ha firmado ese tratado). De algo sirven las amenazas del imperio, por más que, en principio, no parezcan convencer a nadie, ni siquiera a quien las profiera.      

 

(revista Qué Pasa, 13 de septiembre 2013)   

 

 



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13 de septiembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Entre dos Diadas

Hace un año Cataluña se situó en el mapa internacional. Hasta la Diada de 2012 nadie la localizaba  en la geografía de los conflictos. Se encargaron de hacerlo, primero, la multitud del ?millón y medio? que ocupó las calles de Barcelona y, luego, la reacción seguidista de Artur Mas, con la disolución del parlamento y la convocatoria de unas elecciones que el presidente quiso convertir en plebiscito. La decepción del resultado electoral hizo su mella en las redacciones de los medios internacionales y en las cancillerías: no había para tanto; habían anunciado un terremoto y no ha pasado de un susto sin importancia. Vuelta a la normalidad.

¿Qué ha sucedido en un año para que Cataluña aparezca de nuevo y ahora todavía con un perfil más dibujado y preciso en los mapas internacionales? Pocas cosas. Pocas en la política catalana, donde hay un gobierno paralizado y sin capacidad para hacer ni siquiera los presupuestos. Pero menos todavía en la política española, donde la Diada de 2012 fue recibida por Rajoy con palabras despectivas --el lío y la algarabía-- y las elecciones fueron leídas como una desautorización ya no de Mas sino del independentismo.

Pues bien, es precisamente la nula reacción política ante un movimiento que hizo su primera gran demostración de fuerza hace un año lo que explica que la repetición se haya convertido en una segunda demostración todavía más intensa. Este tipo de dinámicas funcionan de maravilla en el vacío, que hasta ahora ha sido casi absoluto en La Moncla. Artur Mas, de su parte, sin una mayoría sólida y asfixiado financieramente, apenas ha gobernado y ni siquiera tiene márgenes para gobernar, pero en cambio sí se ha movido. Y no únicamente en dirección al gobierno de Madrid.

El presidente ha hecho dos cosas, cuyo calado se ha ido dibujando justo en las vísperas de la Diada. De entrada, se ha reafirmado en su agenda y calendario, fiel al pacto establecido con ERC, en el que este partido le dio la investidura y obtuvo un cierto 'droit de regard' sobre la acción de Gobierno, a la vez que situaba a su presidente, Oriol Junqueras, como jefe de la oposición. Está claro que Mas contempla todos los pasos, uno detrás de otro, que conducen a intentar la celebración de una consulta en 2014 e incluso intentar que Esquerra se incorpore al gobierno en algún momento, cosa que no significa su renuncia a a mantener la llave de la disolución parlamentaria ni su propósito de mantenerse en cualkuqiera de los casos dentro de la legalidad.  En segundo lugar, y en dirección contraria, ha tendido los puentes del diálogo, que significa tener un buen pulso de lo que piensa el adversario y facilitar lo mismo a la otra parte; y lo ha hecho a pesar de ERC, que solo quiere que se hable para concretar la consulta y la pregunta.

La inacción política ha sido la clave del éxito de la acción en la calle. Y también del éxito mediático. La gran sorpresa de todos los observadores extranjeros la proporciona el quietismo del Gobierno central y su contraste con la perfecta organización de una movilización de masas como la que se desplegó en la Via Catalana, que no se puede hacer sin una logística casi perfecta. En un año se ha pasado de la sorpresa por la espontaneidad a la sorpresa por la excelencia organizativa. Se supo en 2012 que había voluntad y se sabe en 2013 que está organizada. La conclusión es clara: esto va en serio, detrás hay gente que sabe lo que se trae entre manos y es una auténtica frivolidad no tomárselo como tal. El quietismo ya no tiene más recorrido. Rajoy se debate desconcertado entre quienes le piden mano dura con los catalanes, con suspensión de la autonomía y recurso a los tribunales, y quienes le piden una oferta sustancial que actúe como cortafuegos e introduzca un ritmo distinto, le sirva para recuperar la iniciativa y ataje el deslizamiento de la opinión pública hacia la independencia. El éxito de una iniciativa de este tipo dependerá de dos cosas: de la rapidez con que se presente y de la capacidad para convertir esta oferta en un proyecto político y no en una propuesta apaciguadora y oportunista. Si no se hace así, de prisa y con mucha mano izquierda, puede que no sirva para nada.

Y, sin embargo, la tentación de Rajoy, lo que le dicta su carácter, seguirá siendo la de no hacer caso ni a unos ni a otros. Esperar que todo se enfríe un poco para volver al nirvana de la inacción. No meterse en líos, sobre todo. Ni castigar provocadoramente a los catalanes como le piden desde la derecha, aun a costa de alimentar la espiral de la polarización y, por tanto, el independentismo reactivo; ni cederles algo como le insinúan sus moderados, al precio de enajenarse a sus propias bases políticas en el conjunto de España sin ganar ni un solo voto en Cataluña. Justo seguir mareando la perdiz con la vana esperanza de que la economía mejore, escampe el mal tiempo político y los independentistas empiecen a cansarse.

Si se mantiene en sus trece, dentro de un año, en la tercera Diada, el movimiento, todavía más reforzado y seguro, entrará en una nueva etapa, todavía más imposible en todo, incluido el retroceso, y de respuesta desde Madrid cada vez más cara y complicada. Nada permite pensar que decline o ni siquiera que pierda su capacidad de movilización en la calle si persiste el vacío político al otro lado. Seguro que la opinión internacional, ahora todavía distraída y escéptica, empezará entonces a virar hacia una lectura mucho más negativa para el gobierno español.



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13 de septiembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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78. Crónica

Crónica alucinada del 3er Simposio Internacional sobre Libro Electrónico (Conaculta, México D.F., 10-13 de septiembre).

 

Cuando llegué al auditorio del Museo de Antropología me senté en el sitio donde me vi, ya dispuesto para tomar notas, a mí mismo. Encajé en mi cuerpo sentado y todo fue fácil. La madera cúbica de los muros pixelaba la mirada lateral; parecía que la imagen estaba a medio hacer, desconfigurada. Roger Bartra habló de exocerebros aunque el suyo estaba muy en su sitio. Alejandro Katz se preguntó a qué huelen los libros electrónicos. Eric Marbeau habló muy bien de Francia, ahí parecía francés. Katz recordó que el fetichismo del olor de los libros es absurdo: ahora son de pasta prefabricada con trazas de aluminio; los que olían bien eran los antiguos de fibra vegetal, podías apreciar el cáñamo u otros componentes aromáticos. Un libro actual huele más bien a caca (eso dijo Hernán Casciari que había dicho su hija). Marbeau alabó el proteccionismo francés, Javier Celaya alabó los agentes del mundo del libro que no necesitan protección para hacer cosas y defendió la desprotección del copyleft. Vino alguien de Amazon y lanzó algunos chistes, no demasiado graciosos. Por Librerías Gandhi habló Manuel Dávila y dijo cosas inteligentes sobre el nuevo paradigma editorial. Defendió a ultranza al lector. Lo agradecí, aunque nadie parecía atacarme. / "Ya tuve que escribir 200 veces (...) ‘me gusta el profesor de matemáticas'. Ahora el copiar y pegar del ordenador acabó con el castigo", Rodrigo de Souza Leão, Todos los perros son azules (2008); Sexto Piso, Madrid, 2013, p. 36, traducción de Juan Pablo Villalobos. / Copiar y pegar. Se habló de eso, creo; quizá fui yo quien lo comentó, no lo recuerdo. Hubo un representante de eso ya está hecho sin haber leído el libro, hay uno en todos los congresos. El segundo día se coló una mariposa blanca en el Auditorio Jaime Torres Bodet, y la estuve mirando y pensé en el verso de Torres Bodet, "me toco... y eres tú, eres tú quien me toca", y pensé que ese verso podría haberlo escrito Rodrigo de Souza Leão. / Curioso que Google está en todas partes pero su representante no acudió. Lluis Abián impartió un taller de ilustración, y no fui. Yo intervine en una mesa redonda y él no vino. Hoy René López Villamar dará un taller de autoedición y no asistiremos ninguno de los dos. Vivimos en un mundo cruel. / Casciari sostuvo que ya no nos concentramos, aunque comprendí todo lo que dijo, y que hay que cambiar los cuentos infantiles. En eso estamos de acuerdo. Los bibliotecarios argumentaron que esto del libro electrónico está muy bien, pero que les preocupa la falta de lectores, digitales o no. Quizá fueron los más sensatos. Nabokov tenía una biblioteca de mariposas. Dije que la nostalgia intenta conectarte telepáticamente con otro lugar. Sí, a ti. Los maestros cortaron las calles. Si tienes seis yoes es hexocerebro. / "¿Cómo se puede extrañar un lugar de donde nadie viene, a donde sólo se va? Al manicomio sólo llega gente", sentencia Rodrigo de Souza Leão.



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13 de septiembre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Por qué es tan importante esta botellita

Porque una letra de su inscripción conlleva un giro copernicano en la lectura establecida de la épica griega.
 
Hay testimonios antiguos, como el de Dionisio de Halicarnaso y el del escoliasta de Dionisio Tracio, que refieren el hecho de que Helena se escribió con digamma inicial. Estudiosos modernos, cuyos nombres pasaremos piadosamente por alto, han ninguneado y menospreciado la valiosa observación por “tardía y literaria”. Como si pudiera haber algo más tardío y literario que un estudioso moderno. En todo caso, nos tranquiliza la severidad insobornable de los especialistas que sólo tendrían en cuenta un testimonio sobre la digamma, si procediese de un analfabeto lo bastante antiguo.
 
Otro indicio patente y saltón de que Helena se escribió y pronunció con digamma inicial se lee en el hexámetro 329 del canto III de la Ilíada. Ahí, la última sílaba de Alejandro antecede a Helena y, para que el hexámetro se escanda como es debido, presenta un alargamiento sólo explicable por el hecho de que el poeta cante el nombre de la divina con digamma inicial. Los especialistas modernos tampoco se han dejado impresionar por el dichoso poeta, unos porque lo tienen por inexistente, y otros por analfabeto, y los restantes porque dicen que un alargamiento ante la cesura es una vulgaridad indigna de su atención.
 
El sonido que representaba la digamma en griego correspondería aproximadamente a un híbrido entre la /w/ inglesa y la alemana, una suerte de /u/ consonántica, que para abreviar reproduciré como /v/.
 
El frasquito —en griego, aryballos— cuyo croquis se ve arriba es importante porque tiene inscrita la dedicatoria agradecida de un señor espartano llamado Deinis a la divina Helena. Memoremos aquí la relevante circunstancia de que, alrededor del 650-600 a. C., que es la datación del artefacto, la espartana era una sociedad que veneraba la guerra. 
 
En el original broncíneo, la inscripción no se lee con la claridad que se ve en ese dibujo debido a Anne Jeffery, que estudió la pieza bajo el microscopio y estableció su texto. Lo más importante es que dejó sentado que el nombre de Helena se escribió en efecto con digamma inicial. (Para aficionados: hay que empezar a leer desde la derecha y de arriba abajo "Deini…". La digamma está a la izquierda del círculo central, pegante y casi confundida con la épsilon que le sigue. Hay otra digamma en el cuello del aryballos, la segunda letra contando de arriba abajo.)
 
Ahora, ¿por qué es tan importante la prueba de convicción de la antigua presencia de esa letra en el nombre de Helena? Porque nos permite revestir a la diosa Helena, ahora Velena, con el atuendo que muestra cuantísimo se parece, como es natural, a sus primas hermanas, las diosas indoeuropeas de la guerra. En efecto, escrita Velena, es clavadita a Velinas y Vellaunos, diosas de la guerra en lituano y galo, respectivamente. Y el vivo retrato de su prima Dvelona, diosa de la guerra en latín arcaico, que luego, así como Velena pasó a ser Helena, derivó a Bellona. Por cierto esta diosa Dvelona es melliza de Dvelum, que en latín posterior fue Bellum ("guerra"). Y de Dvelum proceden “duelo”, “doler” y “dolor”, los viejos conocidos… Otra prima hermana de la griega Velena era la hitita Valis, también detentadora del importante cargo de diosa de la guerra, que muestra su semejanza y parentesco inconfundible con wæl (“matar”, en inglés arcaico) y vulnus ("herida", en latín). Y otra prima más era Varuna, diosa védica de la guerra. Ésta tiene su interés porque muestra la conocida deriva fonética de /l/ a /r/, o sea, de lateral sonora a vibrante también sonora, que se evidencia en Wærra ("guerra" en gótico arcaico) de donde proceden el inglés war, el castellano guerra, y el francés guerre. No olvidemos el alemán Weh ("dolor"), el inglés woe, y el latín vae (sí, el de vae victis!) miembros señalados de la saga.
 
Total, que la digamma inicial permite concluir de manera incontestable que Helena era la diosa de la guerra en la épica griega. Y así, no sólo podemos entender como pasaje irónico de suma genialidad aquél de la Ilíada, canto III,  125 y ss., donde Helena “Tejía un esplendente y purpúreo paño doble, y estampaba en él las incontables batallas que los troyanos domadores de caballos y los aqueos de corazas broncíneas padecían por su causa”, sino que además la diosa de la guerra aparece como la diosa de la épica y del oficio de escribir, porque componer poesía es tejer estampados de palabras. Recordemos aquí la antiquísima evidencia: texto significa tejido, metáfora que data como mínimo de la Ilíada.
 
Así que, cuando Helena teje el tapiz que es la guerra, compone en un arte que simboliza la épica escrita, y crea una pieza cuya dimensión desborda la Ilíada e incluye al poeta (tejedor oculto) y a ti lector, para cuyo recreo se teje el tapiz.  Y ahora es cuando mejor se ve que Helena, diosa de la guerra, tiene conciencia de ser, a la vez, eterna diosa del canto y la poesía: “seremos cantibili para los hombres venideros”, le dice a Héctor poco después, en la misma Ilíada, VI, 358.
 
Por eso es tan importante el frasquito broncíneo, porque tiene una inscripción probatoria de que en la épica griega antigua, la diosa de la guerra y la del canto son la misma diosa: la divina Helena. Alegoría admirable e irónica que lleva veintiséis siglos sin ser entendida. Un respeto a los poetas.
 
P. D.  
Todo se ha perfeccionado de Homero a esta parte, salvo la poesía.
Leopardi 


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12 de septiembre de 2013
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