Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Asuntos metafísicos 17: Por mediación del animal humano la naturaleza actualiza su potencia.

Como el lenguaje corriente indica, frente a las cosas naturales se sitúan las cosas artificiales, es decir, los productos de la técnica y del arte (las dos vertientes de lo designado por el término griego technè). Polaridad que indica simplemente la imposibilidad de que las cosas artificiales surjan de la naturaleza directamente, es decir, sin mediación del ser humano.
Impotente para generar sin el hombre un monumento o un útil práctico, la naturaleza es también impotente para evitar que el fuego se desplace hacia "lo alto" cuando se halla en "lo bajo" (aristotélico lugar de la tierra, como lo alto lo es del fuego, aspecto que en la reflexión de hoy carece de importancia). En tal sentido, el escultor, el artesano que forja un elemental carro y el héroe que da el fuego a los hombres (es decir les permite retenerlo) se hallan unificados por el empeño de arrancar la necesidad natural a la inmediatez: utilizan la propia complejidad de la naturaleza para hacer surgir posibilidades que sólo el hombre contempla.
Vemos así, la enorme trascendencia de lo que significó en la historia evolutiva la aparición del animal humano. Cabe decir que en esta auténtica emergencia (en el sentido técnico del que aquí será cuestión más adelante) la naturaleza se abrió a su propio potencial, incluido ciertamente el potencial de destrucción. La technè es tanto contrapunto de la naturaleza, como abismal culminación de la misma. Pues si en ausencia del hombre la naturaleza está cercenada en su potencia, con el hombre alcanza también la dimensión más letal de su despliegue. Si en la historia evolutiva no se hubiera dado el animal humano, la naturaleza mantendría ciertamente su potencialidad de llegar a desplegarse en la formación de la ciudad de Venecia y en la explosión de Hiroshima, pero tal potencia... simplemente no se hubiera nunca actualizado. El hombre, el ser de razón, lenguaje y técnica, es pues el eslabón en la historia natural que otorga a la naturaleza la ocasión de revelarse. No es este un rasgo menor de su singularidad y me atrevo a decir de su grandeza.

Leer más
profile avatar
15 de octubre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Cerrar el gobierno

Después de varios días de cierre del gobierno federal de los Estados Unidos, no han faltado comentarios burlones acerca de que el país ha funcionado incluso mejor que antes; quizás haya que cerrar el gobierno con más frecuencia, han sugerido algunos. Lo cierto es que, para prevenirse frente a este tipo de incidentes, hace un buen tiempo que varias áreas del gobierno funcionan de manera autónoma, independientemente de la aprobación o no del presupuesto federal, con lo que el cierre del gobierno no ha sido total. Aun así, aparte del golpe significativo en la economía -caída de los mercados, disminución del PIB trimestral de los Estados Unidos- y la mala imagen para el turismo -los museos de Washington cerrados, al igual que atracciones como la Estatua de la Libertad y todos los parques nacionales-, el hecho de que 800.000 trabajadores federales hayan sido enviados a casa evidentemente tiene un gran impacto en la maquinaria a veces invisible del gobierno. Lo peor de todo es que ni el presidente Obama ni los republicanos parecen tener el menor apuro para llegar a una solución negociada.

En el núcleo del problema se encuentra el plan de salud de Obama, del cual algunas partes centrales entraron en funcionamiento la semana pasada. El ala radical del partido Republicano -los congresistas afiliados al Tea Party- había amenazado hacía tiempo con no dar los votos necesarios para aprobar el presupuesto si Obama no renunciaba a su plan. Por supuesto, Obama no cedió, confiado en que se impondría su postura de sentido común -un plan clave del gobierno reelegido en las recientes elecciones no podía depender de una minoría de diputados del partido derrotado-. No contaba con que el Tea Party estaba dispuesto a llegar a las últimas consecuencias, arriesgando incluso una demora en la recuperación de la imagen del partido republicano para los votantes moderados (en la últimas encuesta del Washington Post, el 70% de los votantes desaprueba la forma en que los republicanos están manejando el impasse).

Sería fácil descartar el obstruccionismo del Tea Party como prueba de la irracionalidad extremista, incapaz de aceptar la legitimidad de Obama como presidente. Esta postura intransigente, sin embargo, es más bien otra forma de sentido común: aprobar el plan de salud significa expandir el gobierno federal, y con ello, en cierta forma, captar a un nuevo grupo de votantes para el partido Demócrata (los blancos pobres, tradicionales votantes de los candidatos del Tea Party, serían los más favorecidos por el plan de salud de Obama). Enfrentarse a Obama hoy significa adelantarse a una batalla que de todos modos iba a ocurrir en las próximas elecciones. Ante sus seguidores, los congresistas del Tea Party se muestran como políticos dispuestos a todo por defender sus principios (así nacen nuevas estrellas como Ted Cruz, líder en la lucha contra el plan de salud y sin duda futuro candidato a presidente), aunque es difícil que una postura cerrada sea aplaudida por el votante promedio.

Obama, muchas veces veces acusado por el ala liberal de su partido de ser muy pragmático y ceder fácilmente a las presiones republicanas, se ha mostrado esta vez inflexible, lo que ha valido recuperar la estima de los votantes y oscurecer el hecho de que su gobierno se encontraba en horas bajas. Cuenta, además, con antecedentes a su favor (el previo cierre del gobierno, de 1995, terminó favoreciendo al presidente Clinton). De modo que habrá que esperar a la nueva fecha crucial: el 17 de octubre, cuando el gobierno se quede sin dinero para pagar sus deudas si un acuerdo entre demócratas y republicanos no aumenta el techo de la deuda. El sistema financiero mundial depende tanto de que el gobierno norteamericano sea capaz de pagar sus deudas, que un impago tendría un impacto muchísimo mayor que el cierre del gobierno, con amenaza de una recesión más profunda que la del 2008. Ninguna de las partes quiere ceder, pero no les quedará otra alternativa que hacerlo, aunque sea en el último minuto del 16 de octubre. El ejemplo lo deberían dar los republicanos, pues son ellos los principales culpables del cierre, pero no hay que subestimar su capacidad para encerrarse en sí mismos, fieles a su discurso estridente, y seguir, así, ayudando a que los demócratas expandan su mayoría y se mantengan en el poder durante un buen tiempo.

 

(El Deber, 13 de octubre 2013)

 

 

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de octubre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Periodismo de camiseta

Vaya sorpresa se ha llevado Tata Martino. No sabía que aquí iba a encontrarse con el periodismo de camiseta, la modalidad que arrasa entre reporteros y cronistas deportivos y a la que muy pocos son capaces de sustraerse. O eres del Barça o eres del Madrid. Y todo lo que escribas, preguntes o comentes contará para la victoria de tu equipo y la derrota del contrario.

El periodismo de camiseta va más allá del periodismo de club o de filiación, porque ya no se somete a los intereses, como a veces sucede en este oficio, sino abiertamente a los propios sentimientos e ideas, y por eso es un periodismo de excepción. Lo que vale para el conjunto del oficio, en cuando a neutralidad, valores éticos o reglas de comprobación, queda en suspenso en cuanto entramos en esta región periodística tan peculiar y tan hispánica. En el fútbol, cada detalle cuenta para la victoria y, al final, lo único que cuenta es la victoria. De forma que no hay que desperdiciar energías a la hora de conceder méritos o puntos al adversario. Cualquier cosa puede influir en una futura victoria del equipo del periodista de camiseta. Así que pocas bromas.

Tata lleva poco tiempo aquí y no sabe que este tipo de periodismo está muy arraigado y tiene mucha historia. Hay, por supuesto, excelentes profesionales que cumplen estrictamente con las normas de ecuanimidad y equilibrio reclamadas por el periodismo más exigente. Los que tengo más cerca y a los que más sigo lo son, sin duda alguna. Pero el grueso del periodismo deportivo, empezando por la prensa especializada, es descaradamente de camiseta. Tata Martino es un rosarino perspicaz que ha descubierto en poco tiempo uno de los secretos de nuestra vida colectiva. Los secretos, ya se sabe, están tan expuestos ante nuestras narices que ya no somos capaces de verlos. Y esto es lo que nos pasa con el periodismo de camiseta, al que observamos, todavía, con una ingenua conformación originada quizás por una muy antigua politización del fútbol. Nos acostumbramos a que la política influyera en el fútbol gracias a que el Barça era el instrumento de identificación y de integración del que carecía Cataluña durante la dictadura de Franco.

La curiosidad de la época en que nos hemos ido adentrando nos la trae la futbolización de la política gracias al poderío y a la influencia del periodismo de camiseta. El oficio ha registrado períodos en los que han sido los periodistas políticos los de mayor influencia, en otros han sido los económicos, y en otros más los diseñadores, los fotógrafos o los digitales los que se sitúan en la cima de la hegemonía profesional y de la notoriedad pública. Ahora el que manda es el periodismo de camiseta. El fútbol es un juego de suma cero que además premia la polarización. Si yo gano los tres puntos, tú los pierdes; pero en caso de empate, nos vemos castigados los dos y nos quedamos con un punto cada uno. Traducido a la política, es un juego que radicaliza y premia a los extremos e interpreta la realidad en términos binarios y opuestos: o amigo o enemigo, nada de terceras vías.

El periodista de camiseta, en cuanto le colocan al frente de un informativo o de una tertulia, trata la actualidad política como si fuera la liga de fútbol. Cuenta con que hay solo dos actores en esta cancha, el Barça y el Madrid, y pelea por la pelota ante el micrófono, la cámara o el ordenador con tanto ahínco como lo hacen los jugadores detrás del balón. No perdona ni una.

La politización del fútbol permitía concentrar los malos humores y el sectarismo en el partido del domingo y mantener para el resto de la semana una actitud civilizada y amistosa con los conciudadanos del otro equipo. Todo lo contrario de lo que sucede cuando el fútbol se proyecta sobre la política y debajo de la camiseta del club aparece otra camiseta de inconfundible reivindicación política. El periodismo deportivo ha resistido al periodismo de camiseta, pero tengo dudas de que la política se salve a estas alturas de los embates del periodismo de camiseta, dedicado desde primeras horas de la mañana a jalear sin vergüenza alguna al partido ideológico al que pertenece.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de octubre de 2013
Blogs de autor

Pechos que no venden

No fue “un episodio capaz de producir objetivamente una perturbación grave del orden”. Así lo dictó en su auto el juez Ramiro García de Dios, ordenando la puesta en libertad de las activistas de Femen que alborotaron el Congreso con sus grafiteados pechos al aire. El juez parte de una premisa monumental: desnudar el torso “en la realidad social del tiempo actual” ya no escandaliza a nadie. Acaso podrían causar disturbio grave las palabras de las activistas, afirma, pero no tanto por su contenido sino por dar voces hasta interrumpir abruptamente las sesión. La lógica del juez parece la propia de una sociedad madura y cansada: resulta más condenable armar griterío entre las bancadas de sus señorías que plantarles un topless reivindicativo en pleno escaño. Protestar con las tetas apuntando a la lente de la cámara no significa protestar más, pero sí conseguir un eco mediático que, a día de hoy, sigue funcionando. Quién lo hubiera dicho. La mamocracia es en nuestros días un lugar común que, como bien advierte el juez, se ha convertido ya en costumbre. Las mujeres exhiben sus tetas por motivos bien dispares: bajo el sol, para mostrar rebeldía, con deseos lúbricos o para amamantar a sus hijos. En las campañas de publicidad, en el cine, en las revistas que promueven un erotismo cool -como la resucitada Lui, dirigida por el escritor y provocador profesional Frédéric Beigbeder; o la barcelonesa Odiseo-, las modelos posan ante fotógrafos estrella en desnudos llamados “estéticos”, glamurosos o minimalistas. Eso ocurre en un dobladillo de la realidad, y por su intensidad como espectáculo predomina en el discurso público de los senos desinhibidos. Pero, en el otro extremo, entre la masa difusa de las vidas corrientes, en las que no hay asomo de exhibicionismo ni de bronca, muchos pechos corren otra suerte: en la Comunidad de Madrid, 30.000 mujeres no han podido someterse desde hace más de medio año a una mamografía preventiva. Asuntos de contratos con clínicas privadas. Recortes. Y como resultado, una dimisión del sistema en toda regla. La Sociedad Española de Oncología Médica ha anunciado su preocupación, y el PSOE pide abrir expediente, pero el caso es que esas 30.000 mujeres de entre los 50 y los 69 años -a partir de entonces te desahucian del protocolo de prevención- aguardan su cita con la máquina. “No respires, no te muevas”. Los pechos oprimidos entre planchas de acero. Una prueba sádica, dolorosa, y aun así salvadora y reconfortante. Cierto que no es lo mismo el amor que el sexo, ni el erotismo que la ginecología. Y que los pechos expectantes de una mamografía poco tienen que ver con los senos morbosamente felices de las revistas que ahora vuelven a los quioscos de la Rive Gauche ni con las tetas protestonas de Femen. En verdad son más noticiables, sí; pero no venden. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
14 de octubre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Han vuelto

"Recuerdo que me desperté, sería después del mediodía. Abrí los ojos, vi el cielo sobre mí. Era azul, con pocas nubes; hacía calor y supe al momento que el calor era excesivo para abril. Casi se podía decir que era un calor de verano." Quien habla no es otro que Adolf Hitler, quien un buen día de 2011 despierta en Berlín, vestido con su chamuscado uniforme militar, como si nada hubiese pasado. Con más de un millón de ejemplares vendidos en Alemania, Ha vuelto, de Timur Vermes (2013) se alza como una desopilante sátira, más que del propio Hitler, de la Alemania Federal en la que éste se descubre de pronto.

Como si las décadas trascurridas desde su suicidio en 1945 hubiesen sido un paréntesis, Adolf conserva la misma edad de entonces -y las mismas ideas. Tras vagabundear sin rumbo y analizar con idénticas dosis de agudeza y azoro las transformaciones sufridas por la Patria desde el final del conflicto armado, un quiosquero le ofrece refugio y él no tarda en comprender que Alemania lo necesita tanto como en 1933. A partir de aquí, la imaginación burlesca de Vermes alza el vuelo y, tras una serie de aventuras propias de un pícaro del Siglo de Oro, nuestro héroe -nuestro antihéroe- se incorpora a la sociedad del espectáculo al participar en la emisión televisiva de un célebre comediante que, no por casualidad, es de origen turco.

Sin jamás silenciar sus convicciones, que como antaño van de su profundo desprecio hacia las instituciones democráticas a un odio serval hacia los extranjeros, Hitler es recibido por la audiencia con idénticas dosis de asombro y escándalo. Mientras para unos no es más que un bufón que desgrana proclamas de mal gusto, para otros -intelectuales y periodistas liberales incluidos- es un lúcido analista que pone en evidencia las peores facetas de la Alemania unificada. Protegido por la directora de la cadena, aplaudido por la crítica (se hará acreedor al Premio Grimme, el más importante de la televisión germana) y venerado el público, Hitler se convierte en una estrella de los medios -igual que antes. Sus dotes histriónicas se mantienen intactas, lo mismo que su capacidad para polarizar a quienes lo escuchan. En cualquier caso, nadie sale indemne ante sus arengas y ante la manera en que exhibe, sin cortapisas, las aristas más banales, mezquinas o contradictorias de los políticos democráticos con quienes se enfrenta.

            El dispositivo humorístico de Vermes se despliega, así, en una doble vía: a la vez que presenta al Führer como el payaso histérico que fue en la realidad, utiliza todos los clichés asociados con su figura para mostrar la propensión alemana a venerar a figuras de esta calaña. Y, al tiempo que contrasta su anquilosado discurso de odio con la banalidad políticamente correcta de nuestros actuales dirigentes, se mofa de la hipocresía alemana frente a temas como la inmigración turca, la Unión Europea, los alegatos ecologistas o los derechos humanos.

            Aunque en los años treinta y cuarenta no dejaron de aparecer virulentas caricaturas del líder nazi, entre las que sobresale El Gran Dictador de Chaplin, en nuestros días no deja de resultar arriesgado utilizar al mayor villano de la Historia, responsable de millones de muertes, como personaje central en una novela "cómica". Vermes sale bastante bien librado de la proeza, pues si bien procura no centrarse en los episodios más atroces de su carrera -"La cuestión judía no es graciosa", admite su personaje en cierto momento-, tampoco los evita e incluso, al referirse a la "cuestión turca", llega a actualizarlos.

            Aun así, la obra deja un regusto amargo, no tanto porque asiente la posibilidad de que un monstruo como Hitler pudiese recuperar su lugar en nuestra vida pública -así sea como provocador televisivo-, sino porque la voz de Hitler que escuchamos sin tregua termina pareciendo, si no simpática, al menos tolerable. Sin duda, el golpe de ingenio de Vermes resulta desternillante -por ejemplo, cuando una panda de neonazis golpea al propio Führer llamándolo "perro judío" o cuando éste intenta formalizar un pacto con el Partido Verde-, pero se queda corto al examinarlo desde dentro.

Sin duda ha transcurrido ya el tiempo suficiente para que el humor pueda servir otra vez como herramienta para destripar a un individuo como Hitler, pero, acaso demasiado engolosinado con su ocurrencia, Vermes no consigue que la risa se nos congele en el rostro al observar de cerca a su personaje, quien termina convertido en un pobre diablo que triunfa por repetir obsesivamente su ideario en una época que se limita a celebrar cualquier salida de tono. Como sea, para imaginar el impacto que una novela semejante podría alcanzar en nuestro contexto, habría que imaginar un escenario equivalente, por ejemplo una novela en la que alguno de nuestros lamentables tiranos, como Gustavo Díaz Ordaz, resucitase en 2013 y, decepcionado ante la pérdida de los valores nacionalistas del PRI, coquetease con la posibilidad de incorporarse a Morena.

 

Publicado en Reforma, 13.10.13

 

Twitter: @jvolpi

 

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
13 de octubre de 2013
Blogs de autor

El poder de los zapatos

Hace un mes me ‘fichó’ la revista digital The Objective (www.theobjective.com), un medio nuevo y creativo, que informa a partir del fotoperiodismo. Comienza con fotos impactantes y relevantes y desde allí va a los datos, los relatos y las opiniones. En la falsa pelea entre textos y fotos, este medio radicalmente de este tiempo sale de esa idea de que “una imagen vale más que mil palabras”, para hacer que estas dos formas de contar dialoguen y se refuercen mutuamente.

Quiero decir: para The Objective, una imagen da lugar a mil palabras.

Yo, hombre de palabras, estoy orgulloso de pertenecer a El Subjetivo, el equipo de columnistas de The Objective, junto con grandes firmas como Carme Barceló, Carlos Carnicero, Carme Chaparro y Antonio Orejudo. Parto de alguna de las fotos que llenan los ojos y hacen pensar, para contar, recordar o reflexionar. Es un género de riquísima historia este de reflexionar a partir de lo que dicen las fotos. Susan Sontag es la gran referente. En España  el gran “lector de fotos” es Juan José Millás en la Revista Dominical de El País.

En mi colaboración de esta semana, miro la foto impactante que ven aquí arriba y me acuerdo de un texto que publiqué hace unos años en la exquisita revista Etiqueta negra, sobre mi amigo panameño Hitler Cigarruista. Vueltas de la vida: me ayudó muchísimo a dar forma y sentido a aquel texto el entonces editor de Etiqueta negra y hoy responsable editorial de The Objective, el excelente periodista y editor peruano Toño Angulo Daneri.

Les comparto ahora estas ideas sobre los zapatos de los muertos.  

*          *          *

En el Museo del Holocausto en Washington hay una sala donde el visitante se enfrenta, sin aviso y sin preparación, con la imagen más espantosa de los campos de concentración. Es la sala de los zapatos. Centenares de zapatos, ablandados y deformados por el uso, se desparraman por el piso como reliquias de sus viejos dueños. Son zapatos reales de víctimas reales de la locura homicida nazi. Los zapatos gritan, acusan, atormentan las conciencias.

Una vez, hace años, di un taller de periodismo en Panamá y uno de los participantes, un morocho engominado y sonriente, llevaba por nombre Hitler. El nombre se lo había puesto su padre, un panameño de ideas, digamos, radicales. ¿Por qué le puso a su hijo semejante nombre? ¿Por qué el hijo no se lo cambió? Se lo pregunté una y otra vez. Y la única respuesta de Hitler el periodista fue contarme que de un viaje profesional a Washington le trajo a su papá una postal con los zapatos del Museo del Holocausto. Y al visitarlo, le entregó la postal. Nada más. Ni una palabra. El padre, me contó Hitler, guardó la postal de los zapatos en su mesa de luz. Y tampoco le dijo nada. Pero Hitler me dijo, en voz queda, que su padre se impresionó mucho con la foto de los zapatos. 

De esta historia me acordé hoy cuando vi en 'The Objective' la foto de los zapatos viejos y gastados conmemorando en Ucrania el "holocausto" del SIDA. Los miles y miles de muertos por la horrenda enfermedad que nació en los ochenta, que deja sin defensas a una mayoría de víctimas de estigma social: homosexuales, drogadictos, pero también cada vez más amplias de la población: heterosexuales, fetos por nacer, enfermos que necesitan transfusiones de sangre. 

*          *          *

¿Qué está pasando con el SIDA? ¿Por qué no está tan presente en los medios como en su época más visible, los noventa?  Tal vez porque en los países ricos de Occidente se han encontrados medicinas que alargan y mejoran mucho la vida de los afectados. Tal vez porque ahora se ha vuelto, como otras enfermedades invisibles (el cólera, la lepra, la tuberculosis, el mal de Chagas), una enfermedad de pobres. 

El SIDA sigue matando a mansalva en el Tercer Mundo, sobre todo en África. Los discursos de líderes religiosos como el anterior Papa Benedicto condenan el método más efectivo y barato para combatirlo, el condón. ¿Se animará éste nuevo a romper con ese crimen? Para animar a Francisco a no seguir condenando a millones a este otro “holocausto”, propongo inundarlo de postales de esta plaza de Ucrania. Tal vez, la foto le cause una impresión similar a la que tuvo el padre cuando su hijo Hitler lo obligó a mirar a la cara esos zapatos que su ídolo había dejado huérfanos.

Leer más
profile avatar
12 de octubre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El partido de la Antieuropa

La izquierda copia a la derecha en economía. La derecha a la izquierda en divisiones y falta de liderazgos. Ambas copian a la extrema derecha en sus guiños contra Europa y contra la inmigración. Y ahí está el resultado: la extrema derecha gana unas elecciones parciales y se sitúa por primera vez en cabeza de los sondeos, concretamente para las elecciones europeas. Esto sucede en Francia, pero de forma menos escandalosa está sucediendo en todas partes.

La fórmula que funciona es la suma de tres factores: nacionalismo, rechazo del extranjero, abominación del establishment político. Quien la ha encontrado en Francia es el Frente Nacional, el partido tradicional de la ultraderecha, pero en otros países quienes declinan estos temas, todos juntos o de forma parcial, son una multitud de alternativas políticas, a veces perfectamente honorables, que prosperan en sondeos y elecciones cabalgando en la antipolítica y a costa de los partidos y de las ideologías tradicionales.

Incluso los más puros como los grillini del italiano Movimiento Cinco Estrellas se hallan bajo los efectos magnéticos de las ideas que vienen, a veces camufladas, de las fuentes emponzoñadas del extremismo. Su jefe, el cómico Beppe Grillo, está a favor de mantener el delito de inmigración ilegal que impusieron Bossi y Berlusconi y ha confesado en su blog que escondió sus ideas para poder pescar votos de todos lados.

No estamos ante un movimiento pendular, sino un mar de fondo que viene de lejos, tan lejos como las ideas del Frente Nacional, que ha sabido convertirlas en respetables y en alternativa creíble. Así es como podemos prepararnos para encontrarnos con un Parlamento Europeo en el que tendrán un peso enorme los eurodiputados antieuropeos, xenófobos y chauvinistas, en un momento especialmente delicado para la UE, cuando estamos a punto de realizar la unión bancaria y nos enfrentamos a retos como el de la inmigración, tan cruelmente planteado por la tragedia en la costa de Lampedusa.

Las elecciones europeas no suelen movilizar a los electores, que nos las tomamos como si fueran un voto gratis, una especie de salva de advertencia especialmente útil para castigar a quienes gobiernan. Es una visión errónea, sobre todo después del Tratado de Lisboa, que ha incrementado los poderes del Europarlamento y le ha proporcionado mejores palancas de acción e influencia frente a la Comisión y al Consejo.

De los electores europeos depende ahora que el próximo mes de mayo situemos a una fuerza populista antieuropea en el corazón representativo de la Unión Europea. Además de trabajar legislativamente contra Europa, esos diputados representan exactamente los valores más contrapuestos a la unión de los europeos: las fronteras, los enfrentamientos entre nacionalismos y, sobre todo, la exclusión del extranjero. Son el partido de la Antieuropa.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
12 de octubre de 2013

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Achab es Achab para siempre

 

Moby Dick, de Hermann Melville se publicó en 1851. El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, 48 años después, en 1899.

¿En qué se parecen el relato de Marlow y el de Ismael?

El neoyorquino Melville creyó haber hecho el ridículo y murió olvidado por
todos los que lo consideraron un escritor insignificante.

Sin embargo, la posteridad le rinde tributo por su obra maestra.

Para escribir Moby Dick le resultaron muy útiles a Melville sus aventuras de marinero a la deriva y su estancia con los caníbales de las Islas Marquesas, pero sobre todo le sirvió su pasión por la Biblia, y por Shakespeare.

Para los que no recuerden el argumento les diré que Ismael ("Llamadme
Ismael") llega al puerto de Nueva Bedford y de ahí viaja hasta la isla de
Nantucket, colonizada por los cuáqueros, para enrolarse en el primer barco
ballenero que lo admita entre su tripulación.

Ismael se embarca en el Pequod junto a los personajes que le acompañarán en
su desgraciada travesía. Entre los oficiales: Starbuck, el hombre recto y
honesto, Stubb, el de invulnerable despreocupación, y Flask, el indolente y
mediocre.

Entre los arponeros: Queequeq, el caníbal que se convertirá en el más fiel
amigo protector de Ismael; Tashtego, el indio avezado y sin miedo, Daggoo,
negro de gran estatura y fuerza, y Fedallah, el misterioso protegido del
capitán Achab.

Una tripulación, dice Ismael, "que parecía especialmente escogida por alguna
fatalidad infernal para auxiliar a Achab en su viaje monomaníaco".

Achab es el protagonista perfecto de Moby
Dick
. La figura que rige el drama de un viaje a ninguna parte. Los otros
personajes son comparsas de su despiadada obsesión.

Achab está al mando del navío pero en lugar de comportarse como el capitán
del Pequod se mueve en cubierta como si fuera un arconte del destino.

Según Peleg, copropietario del barco, Achab "es una especie de enfermo,
aunque no tiene aire de serlo. En verdad, no está enfermo, pero tampoco está
bien. Es un hombre raro. Es un gran hombre, no es religioso pero se parece a un
dios".

Y añade:

"Ha clavado su lanza en enemigos más poderosos y extraños que las
ballenas".

Ismael observa que el capitán lleva el nombre de un rey perverso de la
antigüedad, ese que cuando murió asesinado, ningún perro quiso lamer su sangre.

Achab, tan premonitoriamente bautizado, es el capitán del Pequod pero su
propósito no es capturar ballenas sino dar caza a la bestia que, en una antigua
incursión ballenera, le arrancó una de sus piernas y lo transformó en un
imbatible monstruo de rencor; el obcecado, vengativo, temerario, inflexible, cruel
y feroz capitán Achab.

Este drama metafísico en medio del océano no es una aventura, no es un
episodio de la lucha del hombre contra la naturaleza: es una parábola sobre el
poder del odio, sobre el modo en que los hombres acuden furiosos en busca del
destino que los destruirá.

Ismael nos desvela en su relato una de las cualidades del odio: la reacción
mimética que produce.

"En mi había un sentimiento de simpatía místico y vehemente; el odio
inextinguible de Achab parecía mío. Con oídos ávidos escuché la historia de ese
monstruo asesino contra el cual yo y los demás habíamos prestado juramento de
violencia y venganza".

El barco se hunde, todos se ahogan. Excepto Ismael, el único superviviente
de la extraña cacería, el único que regresó para contarlo. "Solo yo regresé
para contarlo", dijo Job. Ismael es el cronista del viaje emprendido por Achab
contra sí mismo.

Cuando Starbuck se enfrenta a la empecinada locura de Achab, exigiéndole
que deje de perseguir al monstruo, que acabe de una vez con la locura que será
la perdición de todos, Achab le responde con unas palabras de formidables
resonancias bíblicas pero que a nosotros inevitablemente nos recuerdan a Borges:

"Achab es Achab para siempre. Esta escena está escrita, es inmutable. Tú y
yo la hemos ensayado un millón de años antes de que se extendiera este océano."

La conciencia trágica que tiene Achab de sí mismo nos recuerda la lucidez
de los dramaturgos griegos. Achab conoce la desdicha de su odio vengativo pero su
conciencia abarca todo lo imaginable.

"¿Se me niega el último orgullo del capitán naufrago más despreciable?
¡Ahora siento que  mi mayor grandeza está
en mi mayor dolor! ¡Acudid desde los confines más remotos, olas audaces de toda
mi vida pasada! ¡Formad la ola inmensa y única de mi muerte!

Para los que leyeron la novela y vieron a muy temprana edad la versión
cinematográfica que John Huston y Ray Bradbury hicieron de Moby Dick, y
recuerdan las alegorías que se han ido haciendo sobre la ballena y Leviatán, como
si el memorioso cetáceo fuera una alegoría del Mal, coincidirán en reconocer que
el verdadero motivo de espanto a lo largo de la travesía es el rencor del capitán
Achab.

Es probable que el lector, en la medida en que hace suyo el largo monólogo
de Ismael, quiera saber todavía más y vaya descubriendo el misterio de una
antigua sospecha. 

Conrad desvela claramente en su relato lo que Melville tan
solo insinúa en el suyo: nosotros somos el origen del horror.

El único protagonista de la novela al que no se oye hablar ni una sola vez
a lo largo del relato es la ballena. Tan solo es una presencia poderosa
alentada por una fuerza indestructible.

Pero otra novela, la de Mary Shelley, la autora del mito del doctor Frankestein,
nos proporciona la voz que Melville no quiso darle a Moby Dick. El cadáver
resucitado y apañado por Frankestein dice:

"¿Por qué he de respetar yo a quién no me respeta? Haz que el hombre en vez
de odiarme, me acepte e intercambie conmigo sus bondades, y verás que en lugar
del mal puedo atraer sobre él toda clase de beneficios y bendiciones. Pero sé
muy bien que esto no puede realizarse, porque los sentimientos que animan al
hombre son un muro invencible para nuestra unión".

Para saber cómo nos han influido las obras maestras debo sumergirme en los viejos
recuerdos y reconstruir las huellas dejadas por Moby Dick en mi mente infantil
y esto es lo que encuentro.

1.      Una desconfianza sarcástica hacia la Autoridad. (Sobre todo si
la autoridad nos gobierna con sus obsesiones enfermizas). Es una mezcla de risa
y desdén la que me inspiran las órdenes dadas en el puente de mando: "por ahí
resopla, no, no, por ahí no... ¡más oro para el primero que la vea!"

2.    Una aguda intolerancia hacia los traidores de la amistad. Teniendo en
cuenta que todos nos estamos jugando la vida, la amistad vale tanto en tierra firme como  a bordo de un bote sacudido por un cetáceo.

3.     Una irritada misantropía que nace al recordar la fiel obediencia de los marineros y arponeros obcecadamente dispuestos a morir a cambio del oro que les prometen desde el puente de mando.

4.    Una duradera simpatía por los salvajes (todos los viajes que he hecho por América, Africa y Asia, los emprendí en busca de Queequeq). Recuerden lo que dice Ismael: "la verdad es que estos salvajes tienen un sentido innato de la delicadeza, dígase lo que se quiera de ellos; es maravilloso hasta qué punto son esencialmente corteses". En este apartado se incluyen los caníbales.

5.     Una secreta complicidad con los animales. Sobre todo con
los perseguidos y vejados.

6.    Un desdén mal disimulado por los cazadores. Los asocio en
mi mente infantil con los gobernantes. Gobernantes y cazadores conservan en mi
mente infantil el mismo aspecto.

7.     Una comprensión intuitiva: sólo odian los que no se soportan.

 

Bueno esto es lo que hay en mi mente infantil. En la mente del niño que leyó Moby Dick.

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
11 de octubre de 2013
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.