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No es el macero negro

David Cameron no es el macero negro, uno de los protagonistas del ritual que rodea al discurso de la reina. El macero negro, Black Rod en inglés, es el jefe de la seguridad de la Casa de los Lores, que cuenta entre sus extrañas obligaciones la de que le echen la puerta en las narices en el momento solemne en que se acerca a la Casa de los Comunes para convocar a los representantes del pueblo a que escuchen las palabras de la soberana.  Muchos creen que, como en el guión, el pueblo soberano también abrirá a continuación las puertas a David Cameron cuando el primer ministro británico llame por tres veces con la maza negra de la renegociación del estatus de Reino Unido en la Unión Europea y convoque el referéndum sobre su continuidad como socio. Algo hay de Black Rod en el guión de las grandes crisis europeas. Alguien, uno de los grandes países, llega con sus exigencias, casi siempre inadmisibles. Todos ponen el grito en el cielo. A continuación llega la negociación a cara de perro. Y finalmente, tras largas peleas, se produce el acuerdo, usualmente monetizable, que se presenta como un final feliz y es una enorme componenda que cada uno de los socios puede vender en su país como un éxito. Esta vez no será tan fácil. Por primera vez cada parte va a pedir exactamente, y no otra cosa, que lo que la otra parte no puede entregar. Londres quiere una reforma de los tratados e incluso que desaparezca la declaración de intenciones que viene presidiendo los textos fundamentales desde el Tratado de Roma, sobre ?una unión más estrecha entre los pueblos europeos?. Berlín y París, que son los que toman el mando en las crisis, aunque ahora sea siempre más Berlín que París, no quieren saber nada de una nueva reforma de los tratados. La libre circulación de personas es uno de los puntos de fricción que separan a las pretensiones británicas de control sobre la inmigración, incluida la intraeuropea, con los defensores de las libertades del mercado único como un todo innegociable. Cameron ya se ha avanzado con el mero anuncio del censo de votantes en el referéndum. Podrán votar los malteses, los chipriotas y los irlandeses residentes en Reino Unido, al igual que los llanitos de Gibraltar, por supuesto, pero no los europeos. Podrán los australianos y los indios residentes en Reino Unido, pero no los británicos que lleven más de quince años fuera de su país, por ejemplo en algún país europeo. Londres dice a las claras que le importa más la Commonwealth que la Unión Europea. La respuesta que se está trenzando es doble. Habrá que imaginar incentivos que permitan a Cameron salvar la cara ante sus electores sin darle nada sustancial: progresar en el mercado único digital y de servicios, acuerdos comerciales como el TTIP e incluso una simplificación normativa. Pero a la vez, habrá que prepararse por si a Black Rod no se le abre la puerta. Berlín y París se disponen a avanzar todavía más en la unión económica, fiscal y social entre los 19 países del euro. La huida de Cameron hacia delante puede llevar al blindaje de un núcleo duro alrededor del euro en una Europa dos velocidades.

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28 de mayo de 2015
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Asuntos Metafísicos 98: ¿Qué significa ahora la palabra naturaleza?

La física suelta lastre.

La física  va desembarazándose de conceptos que durante  largo tiempo fueron considerados algo así como trascendentales del orden natural  y en consecuencia  soporte de la propia disciplina.  La cosa empezó por   el espacio y el tiempo (o si se quiere las métricas  del  espacio euclidiano y su correlativo tiempo, absolutizadas  por Newton y Kant) que sólo perduran como marco de los fenómenos cuando reducimos nuestro universo a un sólo referencial galileano, es decir, cuando hacemos abstracción de la complejidad del universo real (por ejemplo: vivimos en el seno de un tren sin ventanas, que se desplaza a velocidad rectilínea uniforme, e ignoramos que hay un exterior).

Pero  esta suelta de lastre  también afecta al concepto mismo de materia que ha perdido gran parte de su peso.  De entrada en el plano terminológico, pues mantener  el concepto de materia para referirse a entidades como el fotón supone desligar tal concepto  del de masa, con lo cual abre la puerta a toda clase de equívocos.   A ello cabe añadir que a cada partícula de materia cabe asociar una partícula de anti-materia y  que las leyes fundamentales de la física se aplican tanto a la materia como a la anti-materia (tanto al electrón como al positrón).  Está además la idea de campo,  que bifurca la física puesto que las leyes del campo no son las leyes de la materia. En suma: haciendo de la materia un caso particular de obediencia a lo que  la física describe, la concepción de la naturaleza se estaría  emancipando  de otro  aspirante a ser considerado absoluto; ni el espacio, ni el tiempo, ni  la materia perduran ya como trascendentales del orden natural. ¿Qué queda pues?

Physis más allá de la entidad material y de las entidades dotadas de propiedades

Deberían  al menos quedar  entidades dotadas de atributos bien definidos. Si se trata de partículas (sean  materia o de anti- materia) deberían como mínimo tener ubicación bien precisa (con independencia de que nosotros la conozcamos o no). Si se trata de campos deberían en cada caso tener un valor bien definido.

En suma: lo que nosotros atribuimos a las entidades físicas es propiedad de las mismas;  una cosa  física (materia, campo, anti-materia, etcétera) debería al menos ser una cosa  dotada de propiedades.

 De hecho esta condición de ser propietario de lo que es susceptible de serle atribuido vale también para las cosas que sin ser físicas son objeto de esa constricción para el sujeto que supone el conocimiento. Me detendré en esto: ¿Qué diferencia esencialmente al concepto de hurí del concepto de triángulo  rectángulo? La diferencia poco tiene que ver con  la física. Así el hurí es ciertamente un ente imaginario pero si nos limitamos a la geometría euclidiana,  el  triángulo rectángulo no tiene entidad fuera del sujeto que  hace geometría.  La diferencia entre ambos es sin embargo muy clara: al hurí, ángel femenino del paraíso islámico, podemos atribuirle multitud de predicados,  eventualmente opuestos y hasta contradictorios,  sin que haya manera de confrontación objetiva para saber cuáles son los que efectivamente le pertenecen; esto no ocurre por el contrario tratándose del triángulo rectángulo euclidiano: el atributo según el cual sus ángulos suman dos rectos es una propiedad del triángulo; también lo es que el cuadrado de la hipotenusa es la suma del cuadrado de  los catetos.

En general, referirse a una cosa (el res latino que fue asociado con causa, de tal manera que una cosa no es solo  un asunto dado, sino también  aquello que lo hace inteligible). es hablar de realidad o irreductibilidad a las construcciones imaginarias del sujeto. Conocimiento de una cosa es atribución de predicados que son propiedades de la misma. Si el sujeto del que se predica algo permite atributos fantasiosos es que no se trata realmente de una cosa.  Y desde luego si pasamos de considerar con nuestra mente una  propiedad para focalizarnos en una segunda, la primera no desaparece sino que simplemente ha dejado de ser foco de atención. El triángulo euclidiano presenta su propia constitución,  se impone al sujeto, éste no puede seleccionar sus efectivas  propiedades, aunque pueda no estar observando en acto más que una de ellas; el triángulo rectángulo euclidiano es una cosa mental, pero una cosa objetiva. 

                                                    ***

Cuando la cosa observada  es una cosa física (materia, campo, energía, anti-materia), entonces  a la propiedad de los atributos se añaden  otros rasgos  que no conciernen a entidades como los polígonos euclidianos. Así, en el marco de la relatividad restringida,  una cosa física se ubica en un continuo espacio-temporal, tiene a la velocidad de la luz como un invariante, su propia velocidad no puede superar dicha velocidad y, en consecuencia, aquello de lo que puede ser causa o efecto está sometido al principio de localidad (grosso modo: si  en el intervalo de tiempo entre el acontecer de dos observables A  B, la luz no pudiera cubrir la distancia espacial que les separa, entonces el uno no puede tener influencia alguna en el otro. -1- ). La localidad  se halla vinculada  a un conjunto de principios ontológicos gracias al cual  cabe, según Einstein, hablar de cosas  dotadas de propiedades  físicas.  Cabría decir que   esos  principios ontológicos son  la expresión de que las cosas dotadas de propiedades de las que el discurso se ocupa constituyen realidades físicas y no realidades de otro orden. Pues si, como antes  indicaba, cabe  decir, que  la relación determinada entre las medidas de los catetos y de la hipotenusa es una propiedad del triángulo rectángulo euclidiano,  no tiene por el contrario sentido atribuir al mismo  determinaciones que dependen de la localidad,  ni de una condición individual en la que la localidad juega precisamente un papel.   

Al igual que ocurre con realidades cuya objetividad es meramente matemática, los diferentes atributos  de una entidad física  determinada pueden eventualmente no ser conocidos a la vez. Cuando prestamos atención a uno de ellos es posible que el otro escape a nuestra observación, mas no debería pasarnos  por la cabeza que haya desaparecido. Simplemente, pensaría un físico pre-cuántico, ese atributo ha dejado de ser observado, pero sigue ahí susceptible de ser observado de nuevo, pues de lo contrario ¿cómo diferenciar una entidad objetiva de una entidad  arbitraria, una entidad en cuya forja la imaginación es quien legisla?  

Corolarios de la incertidumbre.

Muy diferente es la perspectiva  cuando consideramos simplemente el hoy casi popularizado  principio de incertidumbre en física y su traducción en el formalismo de la mecánica cuántica ortodoxa: cuando estamos observando la velocidad entonces la posición no es una propiedad de ese sistema. En la jerga: un sistema sólo posee una  propiedad observable si  el vector o función de onda que a un momento dado lo describe es propio del operador matemático que representa a tal observable; mas  ninguno de los vectores de la posición constituye un vector propio del operador velocidad.

Es imprescindible precisar que esta interpretación de los fenómenos cuánticos no es la única. El contra-ejemplo más exitoso es el de la mecánica de Bohm -2- . Pero el hecho mismo de que esta teoría alternativa no sea por todos aceptada, el hecho mismo de que se siga discutiendo si una entidad física es forzosamente una cosa con atributos que efectivamente posee, constituye algo radicalmente abisal en la historia de las interpretaciones de la physis y por consiguiente en la historia de la metafísica.  Pues una cosa es decir que la realidad  física no es  forzosamente material (puede ser campo o anti-materia) y algo bastante más grave barruntar que ni siquiera está formada por entidades objetivas dotadas de propiedades intrínsecas, pues ello equivale a decir que ni siquiera está formada por cosas irreductibles a  la consideración parcial  que  un sujeto pueda tener a un momento dado.

En suma, plantear la cuestión de la physis, la heideggeriana pero también cuántica interrogación  de qué es la physis y  cómo se determina, quizás no suponga ya focalizarse en la materia, pero cuesta trabajo asumir que no suponga siquiera focalizarse en la cosa (materia, antimateria, o campo) dotada de propiedades, lo cual es precisamente lo  puesto  en entredicho por el socavamiento de los principios ontológicos a los que en estas columnas centradas en la metafísica he venido refiriéndome, y que condicionan nuestra percepción de la naturaleza -3- , pues son la expresión misma de la constricción natural; principios que cabe remontar  efectivamente  a los pensadores jónicos, que Aristóteles fue quizás el primero (como en tantas otras cosas) en formular parcialmente, que Newton, Galileo  y  Kant parecen dar por indiscutibles trascendentales del mundo físico y cuyo peso es sin embargo explicitamente  reivindicado por Einstein... por el hecho de constatar que empezaban a ser seriamente cuestionados.

Dada la correlación entre nuestra representación de la naturaleza y los principios reguladores, sostener  la autonomía de la primera es dar por supuesta la solidez de los segundos. Si esta solidez se quiebra, entonces también la seguridad de la primera se tambalea.

Inevitable la interrogación sobre el sujeto.

Si los postulados que determinan nuestra concepción de la independencia de la naturaleza en relación a nuestras construcciones se muestran en algún caso particular  frágiles, entonces surge la sospecha de que la naturaleza en general  pudiera eventualmente no responder a los mismos. Sospecha, en suma, de que efectivamente estos principios constituyen postulados, no  axiomas: no se trataría  de algo que tiene la dignidad de lo evidente,  algo que la propia naturaleza ha impuesto. Mas si la naturaleza no muestra tal cosa, entonces sólo cabe una posibilidad: nosotros hemos introducido tales postulados; nosotros hemos sobre-determinado la naturaleza con los mismos; nosotros los hemos impuesto, sino como caracteres de la naturaleza misma, sí al menos como prismas  a través de los cuales la naturaleza es percibida. Mas si es así, ¿qué significa nosotros?; ¿qué potencia en nosotros ha decidido que la naturaleza es algo en sí y obediente a la localidad, el determinismo, la causalidad y la individuación?


-1- Hay que precisar que si entre ellos se da algún tipo de correlación esta se deberá al origen común de ambos; dicho  en la jerga de los físicos: a lo que se da en la intersección del cono de luz incidente de ambos.

-2-  Gracias a la introducción de variables suplementarias, habitualmente designadas con la expresión confusa de "variables ocultas", un sistema puede tener valores bien definidos para observables de los que el vector actual no es propio.

-3-He resumido aquí  en varias ocasiones estos principios, mas para no obligar a volver atrás presento  en esta nota un pequeño compendio:

Causalidad y determinismo. Nuestra conformidad a la necesidad nos confiere la certeza de que para todo acontecimiento hay otro acontecimiento (o conjunto de acontecimientos) al que se encuentra vinculado  de manera uni-direccional, es decir, este último determina sin que la recíproca sea cierta. Expresión mayor de esta vinculación uni-direccional es que el primer acontecimiento es previo, lo cual  considerando la techne, tiene la consecuencia siguiente: el sujeto humano es susceptible de modificar parcialmente el acontecimiento futuro, pero de ninguna manera tiene posibilidades de  una intervención en el pasado.

Ello significa simplemente que funcionamos en conformidad al principio de causalidad,  el cual presentado en el sentido  de la dirección temporal se convierte en principio de determinismo,  de tal manera que el devenir de dos cosas idénticas  será coincidente,  salvo intervención de desconocidas variables en el arranque, con lo cual la aparente identidad sería mera similitud, o de influencias exteriores en el proceso. Principio que,  en su vertiente cognoscitiva, garantiza que  el hipotético  conocimiento de todas las variables en el arranque de un proceso no sometido a nuevas influencias (ese proceso que constituye el mundo por ejemplo) podríamos prefijar cada uno de sus eventos.

Localidad. La naturaleza permite que dos entes con  origen común (dos auténticos gemelos por ejemplo), compartan rasgos destinales aunque se hallen alejados, pero no posibilita una acción local (es decir, no reductible a algún elemento causal en  la común matriz) sobre  uno de ellos  que  a la vez  tenga efectos sobre el otro.

Individuación. La naturaleza contempla relaciones entre los individuos, pero no tolera que estas relaciones anulen la individualidad, de tal manera que lo real venga a ser la relación y no los relacionados: la naturaleza en suma no tolera el holismo, no tolera que una pluralidad de estados físicos representantes de individuos sea reemplazada por un estado  único  que sería representante del todo.

Realismo. En fin, compendio casi de lo que precede: tales constricciones son cosa de la naturaleza, no cosa de los hombres que se insertan en la naturaleza y la contemplan. No se trata siquiera de una de una toma de posición, se trata casi de un corolario de la subsistencia de la naturaleza respecto a intervenciones y creaciones exteriores. Decimos que la naturaleza no es aleatoria en su comportamiento, pero decimos que esta necesidad procede de la naturaleza misma, es decir somos simplemente realistas. Ello se traduce en que nos relacionamos con esas cosas del entorno dotadas de propiedades con el sentimiento bien anclado de que las mismas no dependen de nosotros, contrariamente a  las representaciones que nos hacemos de ellas, las cuales obviamente no se darían sin nosotros, y  que en el mejor de los casos nos ayudan a relativizar la barrera que nos separa de las primeras. Las cosas, en suma,  tienen su ser y su devenir y seguirían teniéndolos, aun en el caso de que no estuviéramos nosotros como testigos.

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28 de mayo de 2015
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PostFútbol, el deporte que se juega hoy

En las últimas semanas se ha puesto de moda, especialmente en Argentina, la idea de que el fútbol está muriendo. El poder gigante de las barras, los millonarios manejos extradeportivos y las decisiones futbolísticas en manos de políticos y empresarios y anunciantes, serían los culpables de esta agonía. ¿El fútbol está muriendo? ¡Pamplinas! El fútbol murió hace rato y lo que vemos ahora es el postfútbol.

El postfútbol es un deporte financiero, tan apasionante y con tanta adrenalina como el viejo balompié, donde un buen contrato se celebra más que un gol y los millones vuelan sobre los estadios como el nuevo papel picado. Una de las últimas grandes novedades postfutbolísticas llega desde Brasil. Según una publicación del diario Estado de Sao Paulo, la federación brasileña vendió en una cifra récord un paquete con varios amistosos de la verdeamarela alrededor del planeta. Pero el negocio, redondo igual que la antigua pelota, tiene un par de cláusulas. El equipo debe jugar siempre con titulares, de lo contrario se los multa. Y no sólo eso, la empresa que pagó los derechos (se llama ISE y es parte del Dallah Al Baraka, uno de los dos mayores grupos económicos de Medio Oriente), puede vetar jugadores.

¿Es esto normal? En el PostFútbol sí. ¿Nadie se sorprende de estos negocios de las federaciones? En el PostFútbol no.

Según la investigación del periodista Jamil Chade, corresponsal del diario Estado en Ginebra, el Grupo Dallah Al Baraka tiene casi 40 mil empleados en todo el mundo. Sin embargo, la empresa ISE (dueña de los derechos de la selección de Brasil) tiene su dirección en las Islas Gran Caimán y en esa oficina no trabaja nadie. Ni siquiera hay un teléfono, ni escritorios, ni puertas, ni ventanas.

Uno no hace ciencia ficción si imagina a un ejecutivo árabe, en alguna oficina de Medio Oriente, mirando la lista de convocados por Brasil. Revisa los nombres con detalle, viendo a qué jugador va a borrar. Dunga, el entrenador de los penta campeones, convertido en una suerte de excusa perfecta para el buen final de un negocio. Y el empresario de Medio Oriente cumpliendo su papel del omnipresente Gran Hermano, que pone o saca jugadores que más tarde entrarán a la cancha. A ese campo deportivo donde más tarde, y con público fanático y transmisión televisiva planetaria, los atletas harán como que juegan ese viejo deporte iniciado en Inglaterra y que se llamó fútbol.

 

 

 

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27 de mayo de 2015
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El color es la tendencia

La política presenta las tendencias de su nueva colección primavera-verano, y, como glosaría nuestra poesía costurera, destaca por encima de todo su “oda al color”. De la uniformidad al eclecticismo vivaz, del ineludible bicolor a la exuberancia de los tonos solares e improbables combinaciones. Se anticipa que se llevará el naranja C’s con el azul pepé, al estilo del gusto germano de Jil Sander; o el mandarina de Compromís con el bermellón socialista, en un solapamiento de magentas tan Desigual. Pocos se hubieran atrevido a prever que el coral de Barcelona en Comú podría llegar a entonar con el rojo Ferrari del PSC, incluso con el amarillo limón de la CUP o el oro viejo de ERC. Emulando a los grandes reyes del colorama en la pasarela italiana -siempre tan ingobernable-, de Marni, Pucci y Missoni a Renzi, Berlusconi, Bossi o Grillo, la política española quiere ser atrevida conjuntando tonos, o mejor dicho pactándolos. Se acabó “vestir a la española”, como en los monocromáticos siglos XVI y XVII, mientras el Renacimiento coloreaba alegremente toda Europa. Hoy la palabra mantra es diálogo y la tremendista, debacle, pero la que resuena en las calles es colorines, como los que tiñen los mapas pintarrajeados tanto en las escuelas de primaria como en periódicos y telediarios. El predominio de los tonos radiantes refleja la necesidad de luz. Colores extremos, vitaminados, que quieren ganar terreno. ¿Se han fijado en la gama de naranjas que insisten en representar confianza y transparencia? Desde el blanco con sonrisa mandarina de CiU hasta el ascendente naranjito de Ciudadanos, pasando por el guiño en degradé de Compromís. Un color exótico, llamativo y subestimado, una tonalidad que se convierte en la clave para gobernar desde Madrid hasta Murcia o La Rioja. Luego está el púrpura cardenalicio de Podemos, más escarlata que magenta -el tono corporativo de UPyD-, más poderoso que descalabrado. Por mucho que, un poco subido, se arrogue las victorias de Colau y Carmena, tratando de concertar en singular los frentes comunes, en Madrid se lleva el verde clorofila de Ahora Madrid. Según Eva Heller en su Piscología del color, “con el adjetivo verde puede darse a múltiples fenómenos de la civilización una pincelada ‘natural’”. No es extraño que cuando le preguntaron a Carmena a qué iba a dedicarse durante la jornada de reflexión respondiera que “a regar las plantas”. Agua y abono popular a la lista encabezada por la juez retirada han fortalecido a una ilusionante opción, que debe demostrar que el mosaico de colores que propone no es capricho de temporada. Moda urbana: refrescante, transgresora, colorida y sin aspiraciones a convertirse en clásica, aunque sea el principio y el fin de cualquier tendencia. (La Vanguardia)

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27 de mayo de 2015
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Tiempo de contar en serie

He oído alabar tanto las series de televisión ahora tan de moda, que por fin me puse a ver una de ellas, Madmen, hasta salir airoso de mi tarea tras recorrer una extensa galería de cerca de 200 capítulos, que significan unas 150 horas; algo para lo que se requiere espíritu atlético, pues se acabaron aquellos tiempos en que se imponía esperar un próxima tanda para ver el siguiente episodio, como sigue ocurriendo con las telenovelas, que pueden llegar a tener a alguien entretenido frente a la pantalla hasta un año entero.

Eso de las esperas dilatadas capítulo a capítulo, que formaban parte de lo que podríamos llamar "la estructura del suspenso", está pasando a mejor vida, igual que ocurrirá con la televisión misma de señal abierta, y aún la de cable, tal como hasta ahora la hemos conocido. Las predicciones dicen que la televisión de penetración directa e instantánea, tipo Netflix, es la que se impondrá en el futuro cercano, y eso permitirá al espectador verse toda una serie en tiempo continuo,  según su aguante y su ociosidad, en vela, si quiere, hasta el amanecer, o más.

Con la televisión de programación libre e instantánea se acabaron las expectativas ansiosas sobre lo que trae el siguiente capítulo, y la transmisión lo aguarda a uno donde la dejó. Por 5 dólares mensuales pueden verse todas las películas y las series del mundo de una sola sentada, si así nos place, lo cual no puede negarse que es bastante democrático. 

Madmen tiene lugar en los años sesenta del siglo pasado, y se puede ver la historia pasar a través de los personajes, no sólo en sus vestimentas, muebles, autos, ambiente doméstico, objetos de consumo, cuya representación fiel y minuciosa es admirable, sino en los acontecimientos de la época, del asesinato de Kennedy al de Martin Luther King, los años de Nixon, la guerra de Vietnam y la cultura hippie.

Cuando empezaba con los primeros capítulos, no desprecié el juicio de que estas serie vendrían a ser en el siglo veintiuno lo que fue la novela en el siglo diecinueve: la manera extensa, panorámica, profunda, de narrar las vidas de los seres humanos en el escenario cambiante de la historia, yendo de las vidas hacia la historia, y viceversa, tal como en las grandes sagas de Balzac, de Pérez Galdós o de Dickens. Novelas extensas, series extensas. ¿Pero es eso suficiente? Las similitudes entre novela y serial, no pueden empezar por un asunto de longitud, Guerra y Paz tan larga como Madmen.

Y un alegato a favor de estas series es que pueden ser vistas de manera continua, tal como ocurre con las novelas: si nos atrapan, las seguimos leyendo hasta el final. Cierto. Pero nadie se lee de una sentada un libro tan extenso como Crimen y Castigo, por intrigante que sea.

La gran diferencia está en que la novela está hecha de palabras que en la mente del lector se convierten en imágenes, mientras que la serie lo que nos ofrece son fundamentalmente imágenes, que se vuelven más repetitivas que las palabras.

La virtud del cine, y no de la serie, es su capacidad de síntesis, saber que no todo puede ser mostrado dentro de un tiempo limitado, y  que el director no pretende imitar al novelista cuando se trata de adaptaciones, sino crear un universo paralelo, y allí están la magia de El Gran Gatsby de Elliot Nugent, y de Matar un ruiseñor de Robert Mulligan, por ejemplo.

Pero la serie se expone a lo repetitivo, sobre todo si uno tiene la oportunidad de ver sus capítulos de manera continua, y entonces lo que parece ser la gran novedad se vuelve su gran defecto. Los personajes cínicos y decadentes de Madman, que pertenecen al mundo de la industria de la publicidad, repiten de manera infinita los mismos actos, y mi ocio no ha llegado a tanto como para ponerme a contar las veces que alguien toma una botella y se sirve un trago o enciende un cigarrillo; o las veces que una pareja se mete en la cama, tanto que estas escenas podría volverse prescindibles y simplemente anotar: aquí una toma de sexo.

Y como una tiene el todo enfrente, puede asomarse a lo que pasa puertas adentro de la cocina, algo de lo que un buen novelista sabe cuidarse siempre, enseñar la lista de ingredientes que se van tachando a medida que son usados: infidelidades, divorcios, prostitución, arribismo, dinero, suicidios, homosexualidad...el  director y los guionistas demuestran que cuidan con celo los intereses de los espectadores. 

Es cuando una historia se va construyendo mientras se filma, en base a lo que el público quiere, y para eso están los surveys, los focus groups,  y así el argumento puede ir cambiando de acuerdo a las tendencias que marcan las preferencias. Dickens, que también escribía en seriales, aunque sus lectores, claro está, debían esperar al capítulo siguiente, recibía por correo miles de sugerencias, pero no se dejaba ir por el gusto público, sino por lo que el relato necesitaba, y era el quien lo sabía, y nadie más.

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27 de mayo de 2015
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Cuarenta años de Terra Nostra

 

Una novela hospitalaria

 

¿Cuáles son las virtudes que tiene Terra nostra para ayudarnos a entender quiénes somos en el México actual en el contexto hispanoamericano?

 

Esta novela es un curso universitario completo. Todos los mexicanos deberían leerla y obtener un titulo de licenciatura en mexicanidad moderna, crítica y celebratoria. Nos dice que México está hecho de grandes tradiciones: en primer lugar, la nacional, que es un archivo de la cultura de la Mezcla. Lo más moderno, lo sabemos desde Cervantes, es la mezcla de saberes, versiones y lenguajes. Lo que pretende ser castizo, incontaminado y meramente europeo es tradicional, patológico y cursi. Y segundo, la tradición atlántica, el México sin fronteras, hecho también de su memoria liberal, su gesta revolucionaria, y la diferencia que hace en el mundo.  No es casual que la violencia se haya dirigido contra los campesinos, los estudiantes, las mujeres, y ahora los maestros. Terra nostra apuesta por las sumas atlánticas, por un horizonte hecho desde la literatura y por una tierra hospitalaria.

 

Terra nostra no es una obra sencilla ¿por qué decirle a los mexicanos, de cualquier edad, que hay que leerla?, ¿qué obtendrán?

 

Esta novela celebra con gusto y pasión su conversión de la historia en relato, con lo cual nos demuestra que nuestra identidad ya no es racial, social o política, sino que es cultural, porque está hecha por la literatura, las artes,  el cine, la cultura popular, que abren un espacio de mayor libertad, forjado por la versión mexicana de lo moderno. Terra nostra se lee hoy mejor que nunca. Es más actual, más fraterna y necesaria para remontar este destiempo mexicano . Fuentes representó siempre la libertad de la literatura frente a las pestes de la política autoritaria, el clientelismo y la banalidad del poder. Esa independencia de su obra, de su voluntad transfronteriza y de su capacidad de invención, supuso en él un ejercicio de la libertad estética. Su narrativa forma parte del trabajo cultural por hacer de la literatura un modelo creativo de la modernidad latinoamericana. Esta novela es un territorio de salud cultural, postula un futuro, sobre las ruinas, bienvenido. En eso Fuentes es heredero de Alfonso Reyes, porque creyó que México y América Latina son la promesa de un mundo inclusivo.

 

La novela más radical

 

En Terra nostra los personajes no se explican por su pasado, se explican por su proyecto futuro, pues se están rehaciendo permanentemente, vienen de la historia, del mito, de la memoria, y se construyen como una hipótesis del devenir .

 

Cuarenta años después resulta más útil ahora. Hoy cualquier sujeto es un agente cultural construido por  la cultura literaria, la artística y la  popular, tanto como por la tecnología, los medios sociales y la información. Esta novela es también una Nube virtual, que incluye todas las novelas en su sistema de sintonías  abiertas, que nos libera de las genealogías de la tradición carcelaria.

 

Pedro Páramo se explicaba por la función del padre; Juan Preciado debe morir para saber quién es.  Octavio Paz dijo que somos hijos de una violación, de la conquista española, que nos define desde el trauma y nos condena a la soledad.  El primer libro que excede esos mitos, que explicaban al sujeto por su pasado, es Terra nostra.

 

Algún chico listo debería subir Terra Nostra a Internet, pues es un “hipertexto.” Carlos Monsiváis dijo que se requería una beca para leerla, pero hoy bastaría con una aplicación, con un programa para navegarla.

 

“Increíble el primer animal que soñó con otro animal. Monstruoso el primer vertebrado que logró incorporarse sobre dos pies y así esparció el terror entre las bestias normales que aun se arrastraban, con alegre y natural cercanía, por el fango creador.”  En este comienzo de la novela advertimos que el “yo” se descubre en el espejo del “tú.” Y es gracias a esa imagen (desencadenada en el sueño como la distinción final de lo humano) que el hombre se hace sujeto, quien a su vez se hace lector. El horizonte del futuro será suyo, gracias al sueño y el lenguaje.

 

Hipertexto y geotextualidad

 

¿De qué manera se leyó Terra nostra hace 40 años cuando se publicó?

 

Como una Summa teleológica. Como una desaforada "imagen del mundo". Gracias a ella, nos seguimos graduando en nuestra mayoría de edad de lectores, en nuestra capacidad creativa para hacer más legible la resta de humanidad que la violencia, la política y la competencia nos han impuesto, hoy día, desde la conversión feroz de la vida cotidiana en mercado. Fuentes, más bien, cree que desde la plaza pública, desde el foro, el lenguaje nos permite reconstruirlo todo de nuevo.

  

Usted ha dicho que Terra nostra es la novela mayor de Fuentes...

 

La narrativa de Fuentes se debe a nuestra lectura. Unas novelas sintonizan con unos momentos históricos y otras con otras demandas y expectativas. Son relatos que afincan en la experiencia viva del decurso histórico, y hoy día, en este momento mexicano de restas y menoscabo, Terra nostra adquiere una actualidad más viva, como si se escribiera en el decurso de nuestra lectura. Fuentes dio siempre lecciones de futuridad en sus libros, y éste tiene una vivacidad urgente, se debe a una encrucijada de la experiencia hispánica, que se decide entre opciones, por un lado, autoritarias y reaccionarias y, por otro lado, radicalmente democráticas,  que se deben a un renovado proyecto de reconstrucciones. Esa articulación de pasado y futuro, de historia y utopía, solo es posible en el relato, en las actas de la tribu que es Terra nostra, reescritura de la historia y programa de sumas felices. Esta novela es una saga del optimismo en la creatividad popular y el arte de recordar, entre la tradición humanista y la fraternidad herida.

 

Una novela en la que Carlos Fuentes apostó por reformular la historia a través de la novela, ¿de qué manera lo logró?

 

Haciendo de la historia ficción y de la literatura hospitalidad. La suma de orillas, de orígenes y destinos que esta novela postula es una verdadera casa del lenguaje, donde recuperamos nuestro lugar más creativo. Fuentes logró esa suma inclusivamente, construyendo no una pirámide de los sacrificios sino un habitat donde la celebración de lo que somos y la afirmación de lo que podemos ser postulan un lenguaje de reconocimiento y acogida. Es una novela donde la inteligencia de los afectos nos propone acordar y construir.

 

¿Cómo adentrarse en su lectura?

 

No estamos acostumbrados a las demandas de una novela enciclopédica, que nos convoca a convertir al tú en la medida del yo, y que nos exige trabajos de lectura para los que no hemos sido educados. Por eso, postula una tribu de lectores utópicos, capaces de creer que una novela puede ser un mapa de mundo por hacerse. No está sola. En su constelación rotan la rebeldía contrahegemónica de Juan Goytisolo; la épica del ego desamparado,  que se busca a sí mismo en el espejismo de las novelas de Javier Marías; la creatividad de una saga heterodoxa que alienta la rebeldía de los libros de Julián Ríos; la arquitectura barroca que levantan las novelas de Edgardo Rodriguez Juliá en su trópico melancólico; las voces alucinatorias de las mujeres aferradas al hilo del lenguaje en las sagas de Diamela Eltit; la vitalidad de Manuel Vilas, que reescribe la biografía del sujeto en batalla contra la lengua autoritaria que hemos heredado; el apocalipsis celebratorio de Juan Francisco Ferré en sus narraciones de  humor lúcido y eros lucido; la inteligencia que Agustín Fernández Mallo urde en sus fábulas desde el futuro del relato;  la rebelión contra el lector patriarcal (obsceno y feroz) que alimenta Marina Perezagua, cuyos cuentos se niegan a reconstruir el cuerpo dispersado del héroe en español.

 

Novela enciclopédica, pero al mismo tiempo una de las obras más ambiciosas de Carlos Fuentes, ¿cómo definir la vigencia de Terra nostra?
 
 

 

Hay que leerla a sorbos, despacio y con paciencia alerta. Poco a poco, la novela nos va ganando con su energía creadora, su prosa límpida y dialogante, sus historias circulares que se ceden la palabra como un teatro de la memoria. Pronto, nos gana el placer de su registro, la lucidez de su capacidad de sumar, la transparencia de su diálogo humanista. Nos damos cuenta de que somos parte de la novela, no solo como lectores sino como los hablantes sucesivos que nos devuelven al mundo terrestre como si fuera nuestro.
 
 

¿Qué les dice a las nuevas generaciones de lectores?

 

Les dice: no pudimos.  Pero releer es hacer, imaginar otra hechura, rearticular lo real no solo como pesadilla heredada sino como sueño por hacerse. Por eso, en este siglo Terra nostra es un manual de definirnos entre sus espejos desenterrados.

 

Hacia una edición depurada

 

Esta es una novela que no hace mucho  aprendimos a leer. Cuando apareció (1975) los lectores no estábamos preparados para subir esa pirámide.

 

Es la novela más joven de Carlos Fuentes porque está escrita para el lector del futuro. No es Pedro Páramo donde todos están muertos ni La muerte de Artemio Cruz , donde todos son corruptos, sino el devenir de una historia donde todos podemos ser, felizmente, creativos. Es decir, lectores libres.

 

Esta novela dialoga con nuestra gran tradición humanista. Desde  La Celestina y El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha hasta el Ulises  y las grandes novelas del “boom” de la narrativa latinoamericana. Cuando la escribió estaba en boga la ambición de la novela total –idea cultivada por Proust, Thomas Mann y James Joyce– como una forma que cristaliza la lectura de una época. Así que es una novela de gran ambición narrativa y de un gran optimismo en el lector. Proust imaginó un lector que despierta muy temprano; Joyce, en Finnegans Wake (la más próxima a Terra nostra), a un lector favorecido por el insomnio, como dijo Eco. Joyce llegó a sospechar que la segunda gran guerra se declaró para interrumpir la lectura de su novela.

 


Fuentes nunca escribió dos novelas iguales. Usualmente, cuando un novelista encuentra un estilo y se beneficia de una visión del mundo, continúa reescribiendo a partir de ese estilo. Y el ejemplo más claro fue la publicación de Aura y La muerte de Artemio Cruz el mismo año de 1962, ya que se trata de dos relatos disímiles, se diría escritos por dos autores distintos.

  

En suma, hoy tenemos la posibilidad de hacer una lectura más fresca y creativa de esta obra monumental, donde se distingue su lenguaje vívido, intenso, reverberante y poético, que discurre en varias direcciones y llega a formar una pirámide azteco-española, un edificio de laberintos que hace de la lectura una geotextualidad.

 

La edición depurada de Terra nostra que he preparado con Ana González Tornero para la serie de Obras reunidas de Fuentes en el Fondo de Cultura Económica, corrige unas 250 erratas, incluye notas aclaratorias, y ensayos introductorios.

 

 Una novela para el 21

 

 ¿Qué es la libertad del sujeto? Lo que puede decir y hacer con el lenguaje.

 

Quienes reapropiaron la noción de "terra nostra" fueron los mestizos americanos, en un acto de rebelión contra los colonizadores españoles. No hay que olvidar que las lenguas originarias incorporaron al castellano gracias a su sintaxis aglutinante,  y tuvieron, muchas veces, una relación íntima con la lengua colonial.

  

Fuentes postula que el yo sólo puede hacerse con el lenguaje. No tiene una identidad permanente y está creando siempre horizontes de futuro. Ese futuro empieza en la caja de herramientas que es el lenguaje.

 

Los mestizos solían decir, para alarma de las autoridades coloniales, que ellos eran doblemente dueños de la tierra americana: primero, porque la habían heredado de sus madres; segundo, porque la habían ganado con sus padres españoles. En esa versión irónica de la experiencia colonial, se advierte ya que la lengua americana  es una metáfora de reapropiaciones. Y que el lenguaje será la ruta de abrir el horizonte, de hacer lugar.

 

Pero la tierra es también nuestra, de cada lector, porque la novela es un territorio de la lengua. Y en la novela, como en la lucidez ganada por un sueño, el yo es constituido por el tú, entre el lector y el autor, entre el narrador y los hijos del habla, entre el Quijote y Cien años de soledad, entre la Celestina y Buñuel, entre Joyce y Juan Goytisolo, entre la cultura popular española y la cultura carnavalesca latinoamericana.

  

Lo que busca Terra nostra es crear un nuevo lector. Y esa poética funciona mejor en este siglo de lecturas menos genealógicas y más dialógicas, menos nacionales y más trasatlánticas.  Es una novela que no ha terminado de leerse porque empieza a ser leída cada vez mejor.

 

 

Respuestas a Yanet Aguilar Sosa (El Universal), Juan Carlos Talavera, (Excelsior), Jesús Alejo Santiago (Milenio), Silvia Isabel Gámez (Reforma).

 
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26 de mayo de 2015
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Oportunidad

Estuve pendiente hasta el último momento de los resultados que obtenían los tres partidos que me interesaban, Ciudadanos, UPyD y Podemos. Son muy distintos entre sí. Los dos primeros nacieron como reacción contra el nacionalismo etnicista y excluyente que oprime Cataluña y el País Vasco con su intolerancia. Ambos partidos siguen la lucha por las libertades iniciada en la Transición. Podemos es el heredero de la tradición totalitaria y caudillista española que ha trocado el comunismo por la corrección política. De los tres sólo dos podrán influir sobre la ciudadanía.

El desastre de UPyD es una triste pérdida. Fue un partido esencial para comenzar la batalla contra la corrupción. En los últimos meses hubo de suspender algunos procesos judiciales contra los corruptos porque ya no tenía fondos para pagar abogados. Su fracaso electoral es el resultado de un fallo de cálculo por parte de Rosa Díez. En lugar de entender que UPyD y Ciudadanos estaban hermanados por el mismo origen, la rebeldía contra la opresión nacionalista, creyó que eran dos formaciones en competición. No quiso negociar una suma y se empecinó en la división. Los errores, en política, no suelen tener remedio.

Los resultados no son el fin del bipartidismo, el nuestro es un país muy conservador, pero sí la aparición de una nueva oposición entre un partido, Ciudadanos, que quiere arrojar al pasado el cainismo español, y otro, Podemos, que va a mantenerlo. Rivera lo dijo con gran propiedad: Ciudadanos exige justicia mientras que Podemos clama venganza.

La decadencia de los viejos partidos, meras maquinarias clientelistas, puede que se acelere. Está al alcance de Ciudadanos y Podemos inaugurar un modo más inteligente de tratar a la población. Sólo así podrán ganar la verdadera confrontación: las generales de diciembre.

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26 de mayo de 2015
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¿Qué queda de los señoritos de Jerez?

“Defina Jerez?, le pidió un periodista estadounidense a Carmen López de Solé, esposa de Manuel de Domecq Zurita, en una visita a Nueva York. Eran los años setenta. Los americanos estaban acostumbrados a las ocurrencias: ?Jerez es un incesto alcohólico legalizado?, respondió. La frase apareció en las portadas, junto al relato esplendoroso de la colonización mundial del brandy. La espontaneidad de esta sevillana de familia adinerada, diecisiete años más joven que su marido, y cuya boda fue ?un poco escándalo? al no pertenecer a las familias jerezanas de toda la vida, describía con ingenio lo que difícilmente se podía percibir desde este oasis de la alta sociedad integrada por bodegueros, exportadores de vinos y aristócratas. Un microclima social. La cronificación de una endogamia que ha mezclado santos y profanos. Un extenso linaje que cruza legítimos con bastardos, mujeriegos y homosexuales, camperos y viticultores, y que ha matrimoniado a primos segundos, terceros y cuartos ?llegando a cristalizar el doble apellido Domecq Domecq?. Aquí se conserva un rancio spanglish que, a día de hoy, se sigue hablando en cocinas y palacios, donde es habitual combinar un ?How do you to feel today?? con ?vamos a tomar una coca de cebolla confitada y unas croquetitas?. ¿Cómo fue capaz de congelarse el tiempo en Jerez, cuna del señorío y el anarquismo fin de siècle, donde andaluces, ingleses, irlandeses y franceses ?los Domecq proceden del Bearn? amasaron fortunas y engordaron sus hígados? Los Terry, Osborne, Bohórquez y López de Carrizosa, o los Gordon, Gilby, González y Byass, después de embotellar las botas de sherry, plantaron un árbol, o mejor dicho, todo un bosque genealógico en una de las ciudades que ha persistido en costumbres y maneras propias del siglo XIX. ?Jerez seduce y cautiva. Por lo que es y, sobre todo, por la nostalgia de lo que fue?, me cuenta María Dueñas, cuya última novela, La templanza, narra la historia de un indiano lleno de urgencias y una distinguida jerezana envuelta en claroscuros, y de una desolada casa-palacio? y una viña con nombre de virtud. Niñas bien de pelo pajizo y pecas en la nariz que se casaron con sus primos y siguen cristianando a sus bebés con faldones de encaje decimonónicos. Duquesas y marquesas de apellidos compuestos que cocinan como profesionales y se deshacen de la ropa de cama cada año. ¿Y los señoritos? ¿Qué queda del maridaje entre latifundio y club de polo, de los trajes a medida encargados en Savile Row y la capillas del Santísimo? Del ?Domecq obliga?, lema heráldico de la ilustre familia, hasta la liquidación de las bodegas patrias, hoy en manos de multinacionales. Del mecenazgo de artistas y flamencos al derrame patrimonial que ha convertido una buena parte del pasado en escombros. ?¿Señoritos? Es casi un insulto. Un denostado esnobismo levantado sobre personajes singulares de quienes se decía que el padre había sido un trabajador, el hijo, rico, y el nieto, un pordiosero?, resume Mauricio González-Gordon hijo, actual presidente de la bodega González Byass. La explicación del mito tiene varias perspectivas: una de ellas asegura que se trata de un prejuicio de Madrid que intenta catalogar un estilo de vida, pero que en realidad solo tiene que ver con gente ociosa que no pega ni clavo. Otra es la que señala a personajes como el exalcalde Pedro Pacheco, hoy en la cárcel condenado por prevaricación y malversación de caudales: ?Al principio llevó a cabo buenas iniciativas, pero después se endiosó y tomó medidas drásticas que ahuyentaron el capital de Jerez?, explica Pedro Rebuelta, director de la bodega. ?¿Un señorito? No sé lo que es; yo me paso la vida trabajando. Clases sociales hay en todos los países, y se puede ser un gilipollas sin pertenecer a ninguna clase?, zanja Antonio Domecq Domecq, nieto del mítico Alvaro Domecq Díez, exrejoneador dedicado hoy a la instrucción en su finca, A campo abierto, en Los Alburejos. A la entrada del palacio de Benavente, propiedad de Manuel Domecq Zurita, vizconde de Almocadén, y su esposa Carmen de Solé, se recuesta contra el muro un hombre de piel curtida que no se sabe muy bien si pide limosna o espera a su camello. A su lado, una niña de unos diez años con gafas rosas, cazadora tejana y marcado seseo le da el aviso: ?Aquí vive un marqués (sic) que no deja entrar a nadie. Todo esto es suyo?. Los jack russell terrier empiezan a ladrar como fieras, hasta que el vizconde, que durante tantos años fuese el embajador de los vinos de Jerez por todo el mundo, abre los porticones. Murales con motivos vegetales, heráldicos y religiosos enmarcan el patio en una sinfonía onírica, atrevida, con desnudos en el Edén entre fuentes de agua y peonias. Criado sin padre, Manuel Domecq Zurita vivió durante la guerra en el hotel Minzah de Tánger, siempre protegido por una madre tan digna como ajena al resentimiento por el abandono de su marido, Pedro Domecq González, bígamo y cosmopolita. A su familia les llamaban los perversos porque en aquella casa la gente fumaba, bailaba y escuchaba los discos recién importados de Bing Crosby. ?El mundo estaba allí para tomarlo. El dinero no era un obstáculo, mi familia era riquísima, las mujeres, guapísimas, no había nada que los parara?, recuerda el vizconde. Hace un par de años estuvo a punto de morir, y Carmen, su mujer, le llevó su crucifijo de madera a la UCI, donde no se podía entrar nada y quedó esquinado entre sueros y catéters. ?Y Manolo, mi príncipe, sobrevivió?. Dice la tradición que aquí no hay lugar para tonterías, que es como le llaman ellos al sentimentalismo. Belén Domecq de Solé, afamada interiorista y, según su padre, mujer de carácter firme que es una autoridad en lo que se propone, me revela que, de pequeñas, ella y sus hermanas jamás fueron abrazadas o besadas por él: ?Abrazos y besos en la familia son tonterías, uno de vez en cuando y basta?, sentencia. ?Aquí hay dinero con alma, no con ostentación. El nivel social se demuestra en los valores del alma. Nuestras hijas, por ejemplo, pueden ir a todas partes y no llaman la atención por otra cosa que por su valor moral?. Manuel, maestro en el arte del buen vivir, posee una experiencia estética propia de renancentistas. El flamenco siempre ha estado cosido a Jerez, apoyado en la buena resonancia que han dado las bodegas. Ante visitantes ilustres, ya fueran Octavio Paz, David Hockney o Jean Cocteau, se organizaba una de cante. Recuerda una vez que se fueron al Puerto a una fiesta flamenca muy privada donde Lola Flores, ya muy de madrugada, acabó bailando desnuda sobre una mesa. ?Se hizo el silencio en medio de la juerga. El cuerpo se convirtió en una llama incandescente, en un fuego incontrolado que crecía y que era imposible dejar de mirar. Los pies descalzos lamían la madera en unos pasos cortos y sinuosos. Estaba poseída o nos poseyó a todos? . En los óleos que cuelgan de las paredes han quedado bien plasmados esos orígenes foráneos: dignas damas con vestidos sin manga, rebequitas de cashmere, perlas, y cómo no, un perrito en su regazo. Porque los perros son uno de los bienes más preciados entre la sociedad jerezana. No se entiende la vida sin ellos. Ladran en los patios palaciegos y los salones con mantita y brasero. Hay una anécdota de Manolo, contada en el libro que le escribió Carmen Oteo, Lágrimas del vino, que lo demuestra: cuando era niño, desapareció su perra más querida, y la familia prefirió decirle que se la había arrebatado un pariente a que había sido atropellada. Le pregunto si no es más cruel la mentira que la verdad: un secuestro ante un desafortunado accidente. ?Por una parte, aquello formaba parte de una educación sobria donde no cabían tonterías. Y por otro, los perros siempre han formado parte de nuestra vida. Son clarísimos, definidos en el amor, te quieren?. Los besos perrunos a menudo han sustituido a los humanos. ?Sí, nuestras familias no eran de besos y abrazos, bastante fríos, no nos rozábamos mucho; a mí el contacto físico me parece importantísimo: a mi hijo de 19 años lo sigo abrazando?, asegura Mauricio González. Sni ?ni sí ni no, todo en la misma palabra? es un palabro acuñado en esta ciudad de más de 200.000 habitantes, llena de torres, iglesias y monasterios, con una granja de cocodrilos y un premio internacional de motociclismo. Los fenicios ya hacían vino en sus tierras. Sherry, así de coqueta suena la internacionalización de su nombre. Sherish, le llamaban los árabes; Xerez, en el medievo, y hoy, su aeropuerto con vuelos diarios a Londres se abrevia XRY. Shakespeare dejó escrito un elogio a su vino: ?Un buen jerez produce un doble efecto: se sube a la cabeza y te seca todos los humores estúpidos, torpes y espesos que la ocupan…?. Según la dirección del viento, se percibe más o menos la resaca del vino. Un olor acre, a uva macerada y alcohol destilado, que persiste, empecinado, desde 1835, año en que se compra La casa, origen de las actuales bodegas González Byass. ?Aquí inventamos la aromaterapia?, dice a modo de guasa Paco, guía de la bodega. ?Le llamamos sorbo de los ángeles a las partículas de alcohol que se pierden en la evaporación y te ponen contento?, añade. En los archivos de González Byass, con una sobria arquitectura, se conservan más de 200.000 cartas y centenares de fotos, de Jorge VI y el Duque de Kent; Alfonso XIII y Victoria Eugenia, en una visita en 1927; el actual Rey, Felipe VI, junto a su promoción de la Academia General del Aire; pero también de Manolete, Picasso, Vargas Llosa o Margaret Thatcher. Las paredes de La Concha, construida en honor de la Reina Isabel II por el mismísimo Gustave Eiffel en1869, están ennegrecidas. La humedad tiene un alto grado de penetración y tolerancia. Mauricio González Gordon, presidente de las bodegas y quinta generación desde que su tatarabuelo, Manuel María González Ángel, pasara de exportador a productor asesorado por su tío José María, tío Pepe, me define el Jerez como una mezcla perfecta de ?elegancia, naturalidad y estilo?, y recurre al flamenco, que está unido al vino en busca de expresividad: ?Es como cuando lo escuchas y lo tienes en los labios y en el corazón, pero no puedes, no sabes, cantarlo. Te hace sentir y te ayuda a comprender las cosas?. González Byass exporta más de la mitad de su producción anual ?el porcentaje de los 45 millones de litros de vino jerezano vendidos más allá de nuestras fronteras alcanza el 70%?. Durante los años de la crisis ha crecido un 25%, y el pasado 2014 facturó 250 millones de euros. La más emblemática de las bodegas tiene 150 accionistas y a tres generaciones familiares en su junta. Del Beronia a Tío Pepe, de protectores de Doñana a mecenas, se sienten orgullosos de haber modernizado el oficio: Mauricio tiene un MBA y Rebuelta, el primer director profesionalizado ?no heredado?, es Icade. Ambos, considerados en Jerez ?unos señorazos?, me aseguran que la aristocracia jerezana ?es muy sencilla, humana y sociable, que alterna con el pueblo en vez de colocarse en un pedestal?. Por la tarde, en casa de Rebuelta, casado con Almudena Domecq, juegan una partida de croquet mientras los rayos del atardecer atraviesan la geometría de los palos. Niños, jóvenes y seniors; camisetas deportivas y chaquetas de tweed verde. De repente, aparece una mujer de mirada profunda con el pelo recogido. Es Carolina Ruiz-Mateos, sobrina del dueño de Nueva Rumasa y las bodegas Ruiz-Mateos Rivero. Viene a dar clases de flamenco rancio y puro ?como lo aprendió ella en las escuelas de Angelita Gómez y María del Mar Moreno? a la hijas de Pedro y Almudena y sus amigas. Así se gana la vida. ?No ha sido fácil perder tierras, caballos, patrimonio. Menos mal que mi padre tenía alzhéimer al final de su vida y no se dio cuenta. Mi tío nos arruinó, nos dejó sin un duro?. Y a diferencia de tantos entrevistados, que a menudo cuando recuerdan que hablan con una periodista te ruegan ?esto no lo pongas?, Carolina dice: ?Puedes ponerlo tal cual?. David Fesser Lucky también repite la máxima ?sin tonterías?. A los dieciocho años, su Ford Fiesta dio dos vueltas de campana. Se quedó paralítico. Es tan educado que daba las gracias a cada enfermera en la UCI, donde permaneció durante tres semanas. Hoy es un hombre libre que ha pilotado helicópteros y ha volado en parapente y autogiro. ?Nada de lloriqueos. Los límites son mentales?. Fesser, con negocios en República Dominicana, ha viajado por todo el mundo y se siente ?un outsider de Jerez?. Regenta Las Cuadras, un bar donde se escucha flamenco y se come de maravilla, ubicado en las antiguas cuadras del Palacio de la Condesa de Casares, propiedad de su familia, emparentada con el Duque de Abrantes. ?España es un pueblo de pandereta y zambomba al que le encanta el drama. Tal vez a nosotros nos ven fríos. Yo le daba la mano a mi padre, me avergonzaban los besos. Aquí la gente llora en su casa, no somos unos desalmados?. Los hubo que enseguida volaron a las Américas, como David, o a Madrid, como el pintor Cristian Domecq. En los años ochenta era considerado el Hockney madrileño, gracias a sus retratos a personajes emblemáticos de La Movida. El Reina Sofía tiene obra suya. Hijo de Beltrán Domecq González y Ana Cristina Williams ??mi madre era muy guapa, atractiva, flemática, y sufrió bastante porque era independiente??, asegura que tiene su infancia muy definida: Jerez me resulta un mundo pintoresco, tradicional? para nada me siento la oveja negra?. Cristian es un hombre sensible y solidario, ha contribuido con la venta de sus obras a la investigación contra el SIDA y está provisto de un terciopelo humano, hipersensible y escurridizo. ?En el arte yo soy constante en mi inconstancia, como las olas del mar?. Y representa la declinación artística de uno de los apellidos más clonados de la alta sociedad: ?La endogamia de Jerez no se me hace cuesta arriba porque sé de qué va, aunque no me identifico con ella. Incluso me resulta agradable, aunque yo soy claramente progresista?, dice. ?Los jerezanos son cosmopolitas, pero dentro de un orden. Lo outsider no les divierte nada?. De Jerez a los pueblos de la costa, Barbate y Zahara, los toros pastan en paz, ajenos a la fiereza del duelo. En Medina Sidonia el paisaje abre las cortinas hacia las marismas. El cortijo de los Domecq Romero, Los Alburejos, consiste en una enorme construcción crecida a lo ancho y dos plazas de toros, una cubierta y otra a cielo abierto. Son las 10 de la mañana de un domingo y la casa huele a café y a ventisca, cruzada por las corrientes de aire que contrarrestan el olor de las chimeneas, que a esa hora vuelven a crujir. Isabel y Antonio son los hijos de Fabiola Domecq Romero y Luis Fernando Domecq Ibarra. En 1991, la familia sufrió una tragedia: murieron sus cuatro hermanas en un accidente de coche. ?Tenemos mucha fe, nos apoyamos en Dios. Mi madre lo resistió fenomenal. Pocas veces la vi llorar?, me cuenta Isabel. Cada domingo, los Domecq Romero, después de desayunar, oyen misa en la capilla del cortijo. Y, después, al campo. ?Aquí no te aburres, no hay día para tanto plan: montar a caballo, monterías, tentaderos, acoso y derribo… Se vive en la gloria, y voy a Madrid cada vez que me da la gana?. Isabel es una mujer austera y emprendedora, y su finca, idea de su tío Álvaro Domecq Romero ?fundador de la Real Escuela Andaluza de Artes Ecuestres? es pionera en el ocio taurino. Todo aquí, las mesas camilla y los retratos familiares, incluidos los de Franco cuando iba a cazar a Las Lomas, pero también cuelgan los sombreros mejicanos y las chaparreras. Las viejas tradiciones se deben mantener, piensan los habitantes de este microclima social, absolutamente convencidos de que Podemos, en Jerez, no tiene ningún futuro. (Icon)

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26 de mayo de 2015
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Aterriza como puedas

Las ocho de la tarde es una buena hora para regresar a casa, reclinar el asiento del avión y leer las sobras de los periódicos. Los pasajeros frecuentes del puente aéreo se reconocen por sus gestos mecánicos al pasar por el escáner. El staff de tierra, comandado por Conchita Vinagre, se desvive por aliviar el mareo de los nuevos nómadas que siempre están a punto de perder el vuelo. Exceptuando la música del avión, a menudo infame, llega un momento de tregua al empezar a recorrer la pista cuando los motores arrullan al pasajero que va aflojando tensión y cintura. A menudo me invade la sensación de sentirme a salvo rumbo a las avenidas aéreas donde pastan las nubes en silencio, sin teléfonos móviles ni atascos. “Señoras y señores, parece ser que tenemos problemas con una rueda que no debe afectar a la seguridad del vuelo, pero por prevención debemos regresar a El Prat”, comunicó el comandante Javier Pombo de la Serna el pasado miércoles al pasaje, veinte minutos después de despegar con esquivas vibraciones. En un instante, la normalidad se empaña de excepcionalidad, y como si no fuera contigo intimas con tu compañera de asiento, que, incrédula, arquea las cejas hasta alcanzar la raíz del pelo. Todas las fantasías que anidan en nosotros sobre una catástrofe se despliegan en el justo momento en que la distancia proxémica se rompe voluntariamente: dos desconocidos enlazan sus manos; una mujer chilena llora, dice que la esperan demasiados nietos como para no regresar; la pareja de al lado pertrecha a sus bebés con el cinturón y un firme abrazo, a la misma vez que las azafatas resoplan y activan el protocolo de emergencia. El avión está en silencio, suspendido en la incógnita. A pesar de prohibirse el uso del móvil, mi compañera me anima a mandar algún “te quiero” por si acaso. De la estratosfera bajamos hasta casi tocar el mar, y las casas en miniatura se expanden a tamaño real. El comandante -después sabré que es sobrino del gran periodista Jesús de la Serna- se aproxima a tierra con un ligero contoneo, sin la rueda recauchutada que perdimos a trozos. Cerramos los ojos por instinto, esperando un gran impacto que no llega. El pasaje aplaude. Los que logran acoplarse al último avión se desahogan mostrando la punta de su yo: ahí está el chulo que manda callar, el que se cuestiona por qué sólo tienen cabida las tarjetas oro, el que pide vino nada más subir con una euforia contrahecha¿ Cuatro pasajeros se prometen crear un grupo de Whats­App mientras un soriano que trabaja en suministros me explica técnicamente el problema: “La banda de rodadura saltó al despegar”. Eso mismo que ocurrió al Concorde. Al poco añade que él votará a Podemos y su mujer a Ciudadanos. La vida vuela hasta rular firme. Vínculos instantáneos, intercambio de tarjetas. El olor a tabaco resigue la cola del taxi. Dentro, se oye Radio Nacional, que suena a medianoche cerrada. La ciudad se acuesta y crece el deseo de un buen pan con tomate. Dicen que el miedo da ­hambre. (La Vanguardia)

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25 de mayo de 2015
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La bacteria

Si supiéramos cómo actuar apropiadamente en cada circunstancia, seríamos dioses. Los dioses se caracterizan porque incluso equivocándose nadie lo nota. Más aun: toda obra que realizan se convierte en objeto ejemplar. Pero ¿cómo ser ejemplar no perteneciendo a ese coro?  Imposible dictar norma alguna para lograr que acertando dejemos de mortificarnos   y que errando no terminemos nunca de menospreciarnos. 

Siendo humano, es corriente fijarse en lo bien que alguien ha obrado para alcanzar directamente el éxito o una apacible felicidad. Sin embargo, ¿qué opinará este tipo de sí mismo? Con toda seguridad, el ejemplo de alguien superior le hará consciente de sus seguras deficiencias y así, en la insatisfacción hallará la más continuada emoción.

Vivimos insatisfechos porque existen siempre los demás. Vivimos solos porque nos queremos menos al compararnos con los mejores. Nos torturamos porque suponemos que existe una excelencia objetiva que no alcanzaremos jamás. Vivir, por tanto, es sentirse permanentemente enfermo. Enfermo del alma, de la cabeza, del cerebro, la espina dorsal o el corazón, todos los órganos cruzados por una tenaz superbacteria que obstruye el humor.

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25 de mayo de 2015
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