Técnica: Cartones y tintas. Tamaño: 50x70. Año: 2018.

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Resulta paradójico que la mejor novela de Jorge Volpi esté ambientada en México; después de todo, a mediados de los noventa él fue punta de lanza del Crack, un grupo de escritores que entre sus principales postulados señalaba la necesidad de la ruptura de esa alianza tan cercana entre nación y narración que ha existido en la literatura mexicana (y latinoamericana). De esas paradojas está hecha la literatura; Una novela criminal, ganadora del premio Alfaguara 2018, es, más allá de que contradice el manifiesto del Crack, un gran libro.
Una novela criminal se presenta como "documental" o "sin ficción", y se basa en el célebre caso de la francesa Florence Cassez, arrestada a mediados de la década pasada y acusada de pertenecer a una banda de secuestradores; los años demostraron que todo fue un montaje de la policía y la justicia mexicanas (por ello, Cassez debió pasar siete años tras las rejas, y su pareja y supuesto líder de la banda, Israel Vallarta, sigue en la cárcel). Aunque Volpi sigue la pista a los numerosos expedientes del caso y a toda la documentación existente, también es lo suficientemente flexible como para arriesgarse a imaginar los vacíos cuando es necesario.
La novela pasa por diferentes fases: en la primera parte Volpi desmonta el operativo de la AFI -Agencia Federal de Investigación- contra Cassez y su "banda", para concluir con contundencia que la organización criminal no existía y que el arresto, visto en directo por los espectadores a través de Televisa, era "una ficción meticulosamente construida por la AFI, convertida para el efecto en una agrupación teatral". Pero Volpi no se queda ahí y luego se enfoca en el proceso judicial al mismo tiempo que en el frente diplomático, que llega a una crisis por la decisión del presidente Calderón de no dar su brazo a torcer frente a las presiones francesas, incluso cuando era claro que el proceso mostraba fallos gruesos (Calderón quería victorias mediáticas en su "cruzada" contra la violencia que asolaba al país).
Sabemos que los gobiernos latinoamericanos usan el poder judicial como un arma arrojadiza para arrinconar a quienes ven conveniente; el mérito de Volpi consiste en arrojar luces sobre la forma específica en que se lleva a cabo este abuso. De a poco, Volpi acumula pruebas para mostrar cómo este caso policial puede servir de núcleo generador de una "verdad" social. La "verdad" de la novela sirve para entender la forma en que en México las instituciones al servicio de los ciudadanos -el poder judicial, la policía- son capaces de armar "una argamasa de verdades y ficciones" con tal de arribar a conclusiones decididas de antemano: se puede acusar sin problemas a los inocentes si es que un par de policías de peso -Luis Cárdenas Palomino y Genaro García Luna- ha decidido inventarse un triunfo para el gobierno (las razones suelen ser incluso más burdas y arbitrarias). En un sistema tan corrupto como el mexicano, ya no se trata simplemente de mentir de manera sistemática, sino de crear un ambiente donde estas mentiras "ya no incomodan a nadie y la distinción entre verdad y mentira se torna irrelevante".
Cassez fue liberada gracias a la presión internacional. El mexicano Israel Vallarta no tenía quien presionara por él, y por eso sigue en la cárcel. Una novela criminal sugiere que es inocente. Pero estamos en México, donde no hay presuntos inocentes sino presuntos culpables, de modo que Israel seguirá ahí hasta que un poderoso no decida hacerle caso a los expedientes sino a su intuición o necesidad política.
(La Tercera, 14 de agosto 2018)
Técnica: Cartones y tintas. Tamaño: 50x70. Año: 2018.
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El reparto Lomas de Monserrat hasta hace poco hervía de paramilitares encapuchados. Muy cerca de allí se encuentra la Universidad Nacional Autónoma, tomada por estudiantes desde los inicios de la protesta cívica que sacude al país. Siempre fue inminente un ataque para desalojarlos, el cual se dio por fin la tarde del viernes 13 de julio. Los estudiantes corrieron a refugiarse en la vecina iglesia de la Divina Misericordia, y los disparos incesantes continuaron hasta la madrugada del sábado 14, ahora contra la iglesia, dejando dos muertos. Los encapuchados continuaron en Lomas de Monserrat tras la "operación limpieza", y el 23 de julio aún estaban allí.
Esa noche, Raynéia da Costa, de 31 años, originaria de Pernambuco, estudiante de sexto año de medicina, tras terminar su turno de practicante en un hospital, asistió junto con su novio, Harnet Lara, a una fiesta en ese reparto.
Bella como una modelo de revista de modas, según se la ve en las fotografías de su muro de Facebook, había llegado a Managua 6 años atrás, recién casada con un nicaragüense de quien después se separó.
Para sostener sus estudios fabricaba "brigadeiros", trufas de chocolate y coco, y cuando sus compañeros la veían acercarse sonriente ofreciendo su bandeja de dulces, silbaban en su homenaje La garota de Ipanema.
Tras la fiesta, cerca de medianoche, los novios abandonaban el reparto, ella por delante conduciendo su auto, un pequeño Suzuki, y él detrás al volante del suyo. Al escuchar disparos, Harnet aceleró y la encontró sentada en el pavimento, bañada en sangre. Ya herida, había logrado deslizarse fuera del vehículo.
Al descubrir a tres paramilitares encapuchados, las armas en ristre, se acercó con las manos en alto. La cargó en brazos hacia su auto, sin que los enmascarados se lo impidieran, para llevarla al hospital más cercano. Es lo que relató a los practicantes que la recibieron en la sala de emergencias, algunos de ellos compañeros de clase de Raynéia.
Todo fue inútil. Había recibido un balazo lateral de alto calibre a la altura de las costillas que le dañó el corazón, el diafragma, y parte del hígado.
Agentes de policía se presentaron al hospital en busca del novio para llevarlo "a reconstruir la escena", pero los médicos lo impidieron debido a su estado de shock. Fue dado de alta al día siguiente.
La Policía imputó primero a un guarda de seguridad del reparto, al que no identificó. Pero luego señaló a Pierson Gutiérrez, de 42 años de edad, oficial del Ejército hasta 2009, y profesor de taekwondo, a quien le fue incautada una Carabina M-4, de uso militar.
Gutiérrez, militante del partido oficial, es empleado de Petronic, que funciona bajo el paraguas de Albanisa, la empresa a cargo del negocio del petróleo venezolano. Tiene sus oficinas en Lomas de Monserrat.
Desde que abandonó el hospital, no se sabe de Harnet. Se lo tragó la tierra. El Suzuki de la víctima desapareció de la escena del crimen. Se esfumaron los paramilitares de Lomas de Monserrat. Las cámaras de vigilancia del vecindario fueron desmontadas.
El inculpado fue presentado subrepticiamente en los tribunales el 1 de agosto, feriado obligatorio pues se celebraba al patrono de Managua, Santo Domingo de Guzmán. La audiencia se celebró a puertas cerradas.
Las malas novelas resultan incongruentes. Y mal contadas. La Fiscalía empieza por culpar a la víctima de su propia muerte por conducir de forma "descontrolada y con actitud sospechosa"; y respecto al hechor, explica que venía de buscar, a esas horas, un local para abrir una escuela de taekwondo; de camino se acordó que conocía en Lomas de Monserrat a unos guardas al servicio de Displuton S.A, una empresa de seguridad también cubierta por el paraguas de Albanisa,, y fue a ofrecerles capacitación en defensa personal y uso de armas de fuego.
Es entonces cuando queda sellada la suerte de Raynéia. "Debido al comportamiento y movilización errática del vehículo" los guardas sentían "que sus vidas estaban en peligro", dice la Fiscalía. Ambos portaban escopetas.
Pierson, diligente en proteger a sus amigos, sacó de su auto la carabina M4, se apostó tras un poste de alumbrado, y disparó contra el Suzuki.
La Fiscalía acusa al hechor de homicidio, que merece una pena menor a la de asesinato. Pronto estará libre, digamos, por razones de salud, como es usual cuando se trata de estos juicios arreglados.
Mientras tanto, el cadáver de Raynéia, la muchacha que se pagaba sus estudios vendiendo brigadeiros, ya fue sepultada en su tierra natal de Pernambuco.
Nos remojamos poco. Estos días de calor sajariano aún se ve a algún individuo acercarse a una fuente, abrir el grifo y humedecerse los pulsos, pero tímidamente, como si este fuera un acto delictivo, un abuso sexual consumado a cielo abierto. Recuerdo a unas hermanas aragonesas, de librea teresiana, tratadas por mí hace mucho en Barcelona, que, casi como secreto de confesión, nos hablaban de su infancia, de los veranos en un vetusto caserón familiar, perdido en la estepa monegrina, donde había tan poca agua que aprovechaban la que quedaba en los vasos, tras las comidas, para regar un geranio, el único detalle vegetal, la única frivolidad consentida en un clan siempre vestido de negro, cuyas propiedades, por cierto, eran administradas por el padre de Ramón José Sender Garcés, que acudía los domingos, montado en una polvorienta bicicleta, con una cartera colgando del manillar, para devorar un contramuslo de pollo al chilindrón y repasar las cuentas.
Técnica: Cartones y tintas. Tamaño: 50x70. Año: 2018.
Desde su aparición en las costas de Jonia con los Tales, Anaximandro, Anaxímenes, etcétera, nunca hubo para la metafísica tiempos favorables. Indicio de ella son las dramáticas vicisitudes por las que han pasado algunos de los protagonistas de estas columnas, en razón simplemente de haber abordado problemas metafísicos de manera decidida, y haber ofrecido respuestas no conformes a la ortodoxia de turno.
Problema metafísico dónde los haya es el de la libertad y el determinismo, que ha tenido toda clase de enfoques y respuestas, consistiendo una de las más exitosas en oponer el determinismo de la naturaleza a la libertad del sujeto que (eventualmente) reflexiona sobre la naturaleza. Suele citarse al respecto un párrafo de los Principios de Filosofía (parte I sección 41) de Descartes: "Hay libertad en nuestra voluntad y que en muchas ocasiones tenemos el poder de suspender el consentimiento de nuestra voluntad. Ello es tan evidente que podemos considerarlo como la primera y más general de las nociones innatas"
Sin embargo si suponemos que el entorno natural está sometido a leyes deterministas, entonces la libertad del sujeto es indemostrable; se trata sólo de un postulado que cabe aceptar o no aceptar. El pensador americano John Searle escribía al respecto (Freedom and Neurobiology, Columbia University Press 2008 p.11) que entre los problemas filosóficos actuales el de la libre volición -Free Will- es quizás el que está más lejos de tener una solución.
De ahí la gran importancia que para el asunto supuso la mecánica cuántica, ya que esta disciplina pone en tela de juicio el determinismo natural (al menos en la interpretación estándar, pues la discusión estáabierta), lo cual posibilita un argumento tan elemental como el siguiente: estamos tan poco pre-destinados como lo está en general la naturaleza... salvo si rechazamos que somos seres naturales.
Así pues la revolución cuántica supondría un paso decisivo a favor de la tesis de que nuestras acciones no se hallan inscritas en algún registro previo. Esta es grosso modo la posición de Arthur Stanley Eddington cuando, asumiendo las implicaciones de la teoría cuántica, pone honradamente en tela de juicio el radical determinismo que hasta entonces había defendido basándose en la teoría de la relatividad, a cuya confirmación en astronomía el mismo había contribuido. A su juicio la ciencia "retira su oposición moral al libre albedrío" (The Nature of the Physical World, New York University Press 1928, p.294-5). Pues bien, una versión inversa es la del Free Will Theorem, Teorema del libre arbitrio, o de la volición libre, debido a los matemáticos John Conway y Simon Kochen (John Conway and Simon Kochen " The Free-Will Theorem", 2004; nueva versión respondiendo a las críticas y objeciones "The Strong Free Will Theorem", 2009). El teorema viene a decir:
Supongamos que el científico ha de realizar una medición (concretamente el cuadrado del spin de una partícula), cuyo resultado está asociado a la dirección en la que dispone sus aparatos. Supongamos además que el experimentador no está determinado a elegir una u otra dirección por razones derivadas de la información que posee, obviamente tampoco por una arbitraria orden. En suma, en el acto de disponer sus aparatos obedece exclusivamente a su voluntad, y no a eventos o imperativos externos, de los cuales haya podido tener información. Pues bien: complementando esta circunstancia con ciertos presupuestos (tres axiomas de hecho), el teorema del libre albedrío indica "grosso modo" que tampoco las partículas pueden hallarse determinadas por la información de la que en el pasado han sido receptoras. En otros términos: supuesta la libertad del observador, el teorema nos dice que la partícula carece de historia, o al menos, según la explicita declaración de los autores, no está determinada por historia alguna. El teorema del libre albedrío puede ser considerado desde diferentes perspectivas:
La primera, propiamente matemática, cabe decir que no es susceptible de objeción alguna: aceptados las premisas, la consistencia es absoluta, como no podía ser menos dados los autores, y el nivel de exigencia elemental que para la comunidad matemática supone presentar algo como un teorema. La segunda concierne a los tres axiomas de base. Aquí hay margen para la discusión, puesto que de alguna manera se imbrican problemas de hermenéutica respecto a los resultados cuánticos- en el caso de los dos primeros- y de la Relatividad restringida -en el caso del tercero. Por ello los autores se refieren a estos puntos de arranque como axiomas, cuya no aceptación fuerza de inmediato a abandonar el asunto. No puedo aquí más que pedir al lector que acepte no sólo la consistencia matemática del teorema sino las fuertes razones que existen para asumir los postulados en los que se basan. Lo que me interesa es poner el acento en una importante consecuencia metafísica que se deriva de uno de esos postulados, a saber:
Los acontecimientos que constituyen la aparición de una propiedad en una partícula A y la aparición de una segunda propiedad en una partícula B, pueden ser indisociables aunque no haya manera de explicar esta conexión ateniéndose a las formas de explicación de que dispone la física clásica. Se dice en este caso que las partículas A y B se hallan entrelazadas (entangled en la terminología anglo-sajona al uso). Es clave señalar que a la asunción de este extremo no nos lleva ni nuestra intuición de cómo funciona la naturaleza, ni el entendimiento que tengamos de la misma en razón de la observación científica clásica (de hecho el axioma contradice a ambos), sino el poder experimental de la mecánica cuántica. Y aquí lo importante:
La libertad de las partículas a las que se refiere el Free Will Theorem concierne de entrada a las partículas entrelazadas (otra cosa es si hay o no manera de extenderla al conjunto de partículas como los autores parecen pretender, asunto en todo caso problemático). Libres del pasado son las dos partículas inseparables, no cada una de ellas por separado. Los autores hablan de semi- libertad, lo cual mostraría la diferencia con el caso del mero azar (ilusoriamente representado por la imagen de una auténtica moneda tirada al aire); pero por mi parte prefiero hablar de libertad... compartida, intrínsecamente compartida, hasta el punto que cabe decir: lo auténticamente libre es el entrelazamiento.
Eddington se refería al no determinismo natural limitándolo al hecho de que la mecánica cuántica muestra la indiscutible existencia de procesos estocásticos, y ello sin recurrir a la intervención del sujeto. Desde este punto de vista el Free Will Theorem parece una restricción: las partículas no dependen de su historia... sólo a condición de que nosotros tengamos libertad y de que ellas estén entrelazadas. Pero precisamente esta doble condición es cuando menos indicio de que se trata de algo más complejo que el mero indeterminismo.
En ciertas interpretaciones (de hecho semi-asumidas por el propio Eddington) el sujeto que efectúa las mediciones es partícipe del resultado de las mismas. Si además dicho sujeto es libre, entonces es partícipe de una suerte de libertad en el orden natural, subordinada... al hecho de que en este una partícula comparta destino con otra partícula. No hay por así decirlo libertad para los individuos sino para lo conexionado.
Y saliéndome ya de la cuestión: ¿no es también el caso tratándose de los sujetos que proceden a medir? ¿No se hallan los individuos sometidos a esa intrínseca conexión que supone erigirse en sujeto de conocimiento? Los dos observadores de una y otra partícula se ponen de acuerdo para medir en la misma dirección, pero no se ponen de acuerdo respecto a los presupuestos que permiten tener criterios de medición. Este acuerdo es previo, y de alguna manera cabe decir que no se trata de un acuerdo entre sujetos empíricos, sino de adecuación de los mismos a una subjetividad única... a la cual Kant apuntaba cuando se refiere a la condición de posibilidad del conocimiento; se trata en definitiva no de dos individuos meramente vinculados, y que hubieran podido no estarlo, sino de dos individuos intrínsecamente acordados en la objetividad. Algo ciertamente diferente de la auténtica intersubjetividad sin objeto que sólo se da en el sentimiento compartido de lo bello y lo sublime, al que se refiere la también kantiana Critica de la facultad de juzgar. Pero este es efectivamente otro cantar .
ANEXO: DEMOSTRACIÓN DEL TEOREMA. Es posible que algún lector se interese por el meollo del asunto, es decir por la demostración del teorema. Las presentaciones de la misma son múltiples. La que los autores ofrecen en su versión Strong es a mi juicio más clara y elegante. De todos modos, en una conferencia dada en Auckland en enero de 2005, John Conway, co-autor del teorema, ofreció una versión recogida por uno de los presentes, y puesta a disposición en la red bajo el título de "Conway's Proof of the Free Will Theorem". Como me parece particularmente clara y concisa me sirvo aquí de ella, adaptando la gráfica, para sintetizar el extremo clave. Recordemos los presupuestos:
1).Dos partículas entrelazadas A y B de spin 1 son contempladas por dos observadores interesados en medir el cuadrado de tal spin. 2) Los observadores tienen libertad de elegir la dirección entre 33 determinadas en un cubo llamado de Peres. 3) La física cuántica determina que si tres direcciones x, y, z son perpendiculares entonces a dos de ellas corresponde el resultado 1 y a la tercera el resultado 0. 4) El teorema de Kochen Specker hace imposible considerar que este resultado sea una función exclusivamente del conjunto de direcciones del cubo de Peres. 5) Si las dos partículas son medidas en la misma dirección el resultado (sea 1 sea 0) es el mismo. 6) Hay un límite (en principio la velocidad de la luz, pero ello no es imprescindible) a la velocidad en la que la información puede ser transmitida de una partícula a otra; no hay transmisión instantánea. 7) El observador de A mide siempre sucesivamente tres direcciones ortogonales (x, y z), mientras que el observador de B mide en una sola dirección w. 8) La libertad de los observadores les permite ponerse de acuerdo para eventualmente elegir medir en la misma dirección, es decir cada vez que el de la izquierda (digamos) mide en una de las tres direcciones ortogonales que está considerando, el de la derecha hace lo mismo.
Empecemos por ser conservadores, es decir, por considerar que cada una de las partículas al dar la respuesta responde a su pasado, es función de ese pasado. Sea fA la función para la primera partícula y fB la función para la segunda. Los argumentos de la función fA pueden ser los siguientes: la dirección efectivamente elegida en cada momento entre las tres ortogonales, llamémosla y; el orden en el cual procede a medir por ejemplo z, x, y (pues si por ejemplo ha medido z saliendo1, luego ha medido x saliendo también 1, entonces al medir y saldrá necesariamente 0; cosa que no es obligada si empieza midiendo y, o incluso si ha medido primero sólo una de las otras dos y ha salido 1; nótese que el observador de B que mide en una sola dirección no tiene este problema); la información IA que le llega exclusivamente a ella y no a B; la información IB que recibe exclusivamente la otra partícula (y que podría eventualmente serle transmitida por esta); la información común IA B (como las partículas están espacialmente separadas IA sólo puede provenir del cono de luz incidente, mientras que IA B sólo puede proceder de la intersección de los conos de luz). Razonando de manera análoga para la partícula B, y teniendo en cuenta que el observador de B mide sólo en una dirección (evitando así que el orden sea variable) tenemos las dos funciones siguientes:
fA (y, (z, x, y), IA, IB, IA B)
fB (y,(y), IA , IB, IA B).
Considerando que los eventos que constituyen la medida en una y otra partícula están separados espacialmente (y que la velocidad límite de transmisión de información es la de la luz), ni IB puede ser transmitida a A, ni IA puede ser transmitida a B. Las funciones se reducen pues a la forma:
fA (y,(z, x, y) IA, IA B)
fB (y,(y), IB, IA B).
Cuando pasamos de una medición efectuada en un momento t1 a otra efectuada en un momento ulterior t2, la información IA B se modifica (pues la intersección del cono de luz se amplía). Sin embargo, para cada experimento particular (medición por ambas partes por ejemplo de la dirección z en el instante t0) la información común IA B es la misma. Podemos pues identificar o fijar en la función IA B como una constante I0, quedando la cosa así:
f A (y,(z, x, y) IA, I0)
f B (y, (y) IB, I0)
IA IB siguen siendo argumentos que pesan para diferenciar ambas funciones. Y sin embargo...hemos aceptado que los dos observadores han tomado la libre decisión de medir en la misma dirección; y hemos aceptado asimismo el axioma Twin que garantiza en este caso la identidad del resultado. Podemos pues escribir:
fA (y,(z, x, y) IA, I0) = fB (y, (y) IB, I0).
Y argumento final (sutil más que complicado): f A no puede ser modificada por eventuales cambios en IB constituyendo pues una constante respecto a esta última. Pero el resultado de ambas funciones cuando se mide en la misma dirección es el mismo, así pues f B ha de ser también constante respecto a IB, es decir, constante respecto a la variable de información que hereda de su pasado.
Argumento simétrico permite concluir que f A es constante respecto a IA, es decir, constante respecto a la variable de información que hereda de su pasado. Podemos pues suprimir IA e IB quedando la función en la forma:
f A (y,(z, x, y), I0) = f B (y, (y), I0).
Pero si la información común I0 es constante, y la información procedente del pasado (la historia privada de cada partícula) no cuenta, entonces la única variable es la dirección común elegida libremente por los experimentadores (reductibles a uno sólo, si se quiere, que opera en realidad como libre sujeto del conocimiento) y de esta variable depende exclusivamente el resultado, el cual muestra su conformidad a lo establecido por la mecánica cuántica: 101. Tenemos en síntesis una función 101 cuyo exclusivo argumento es la dirección elegida en el cubo de Peres. Pero ello...no puede ser, simplemente por encerrar contradicción interna.
Mas si la partícula no obedece ni a la dirección en la que es medida ni a su pasado, su respuesta a la medición a la que es sometida es una respuesta libre...o semi-libre, dado el evocado hecho de que esta su libertad pasa por el entrelazamiento con la segunda partícula.