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Cinco apuntes sobre los Oscar: 'Juno' (5)

De todas las películas nominadas para el Oscar, Juno es la más sencilla: la historia de una adolescente que queda embarazada la primera vez que hace el amor, y que decide conservar el bebé para entregárselo a una familia que desee adoptarlo. Es verdad que Juno no es una adolescente convencional. Vivaz, espontánea y un tanto sabelotodo -no en vano su padre le puso el nombre de un dios con dos cabezas-, Juno (Ellen Page) es de la clase de personas que está convencida de que nada bueno ocurrió en el rock desde el punk del 76 y de que Dario Argento es el rey de las películas de horror. Pero lo bueno de la película es que, aunque se arriesgue al principio de ser considerada tan ocurrente como la misma Juno, le permite a su protagonista mostrarse como lo que en esencia es aunque no le guste: una adolescente confundida, que no lo sabe todo y que necesita respuestas urgentes. Es entonces que Juno deja de ser una comedia idiosincrática sobre familias disfuncionales, al estilo Little Miss Sunshine, para convertirse en una de las historias de amor más dulces que haya visto en mucho tiempo.

La tendencia general es que las candidatas al Oscar sean películas ambiciosas, en su tema y en sus valores de producción. ¿Cómo comparar Juno con el aliento épico de Atonement, con la desmesura de Sweeney Todd, con la sequedad apocalíptica de No Country For Old Men, con el gigante en el centro de There Will Be Blood? Es verdad que a la hora de consagrar un premio se ven mejor las imágenes de superproducción y la música grandilocuente. Después de todo, el Oscar mismo es una superproducción un tanto vacua. Por lo cual imagino que Juno no tiene chance alguna -se llevará el premio al mejor guión original, de la debutante Diablo Cody- y que la estatuilla irá a parar a una de las películas más ‘serias' -o por lo menos más espectaculares a simple vista, como Atonement o No Country For Old Men. Si no gana There Will Be Blood, la película por la que yo votaría, me encantaría que ganase Juno. Un relato precioso, lleno de aquello que Jane Austen definió como sensatez y sensibilidad. 

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26 de febrero de 2008
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El escritor corriente (2)

Cheever se había montado una habitación sin ninguna comodidad en el sótano del edificio donde vivía y todas las mañanas se vestía con traje y corbata para bajar a escribir allí cumpliendo un horario completo de oficina. O sea, no es que quisiera distinguirse del resto de los mortales con ropas de artista, como estamos acostumbrados a ver, sino que se esforzaba por ser como todos. Nos lo podemos imaginar en el ascensor junto con otros vecinos que sí iban a oficinas de verdad, pero mientras los otros se quedaban en la planta cero él seguía descendiendo a lo más profundo de aquellas vidas de clase media en que encontraba motivo de inspiración. Es como si nos dijera: no se puede escapar, pero podemos abrir los ojos.

Le atraían las zonas residenciales o ciudades dormitorio a las afueras de la ciudad, en que se acentuaba más el tipo de sociedad sin emoción que en el fondo criticaba. Pero no criticaba desde fuera, sino desde dentro, como una rana en la charca, respiraba en las aguas estancadas de las que nos habla. Decía, por ejemplo, que "un cuento o un relato es aquello que te cuentas a ti mismo en la sala de un dentista mientras esperas que te saquen una muela". Exprimía lo que tenía alrededor y a sí mismo hasta conseguir unas pequeñas pepitas de oro, que nadie habría podido creer que se escondiesen por allí. 

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26 de febrero de 2008
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El AVE, el ave, la gallina y el anaglifo

Los anaglifos son pequeños poemas divertidos de esos españoles presurrealistas de la Residencia de Estudiantes. Repetían palabra, tenían que incorporar la palabra gallina y se salía por donde se quisiera. Pepín Bello le mandaba algunos a su amigo Ignacio Sánchez Mejías: "El pin, el pan, el pun, la gallina y el comandante". Eran españoles de la risa, de la alegría sin canciones, sin himnos, que pasaban de los lieder de Wagner a la voz de Manuel Torres. El llanto no tardaría en llegar. Ni por ésas, el soltero profesional, el bueno de Pepín, perdió su sentido del humor, sus ganas de jugar ni su pulcra modestia.

A Pepín Bello y a Juan Benet les gustaba disponer viajes a ninguna parte, pero con revisor.

El AVE llegaba a Barcelona y en Madrid se recordaba a Pepín entre amigos. Les gustaba viajar en tren, incluso imaginar que viajaban en trenes inventados. Afición que siguió hasta los años de amistad con Juan Benet en los que, como niños muy serios, se disponían al viaje a ninguna parte, pero con revisor.

Volvíamos de la civilizada y poética Ronda. Donde nació Giner de los Ríos y el toreo. Ciudad de aristócratas y bandoleros. Y como por asalto, tomamos el AVE por el lado más noble: El Club. ¿Quién no se aprovecha de un error? Nos acomodamos entre españoles disfrazados de cazadores austriacos, escopetas que asesinan perdices -lo contrario de la caza, según Delibes y otros- y españoles satisfechos y de derechas eternas o renovadas. No confundir con la derecha liberal de Bello y su pandilla. Liberales de un lado o del contrario. /upload/fotos/blogs_entradas/esto_no_es_msica_med.gifEn primera fila, más inquirido que aplaudido, volvía a casa una de las cabezas -o lo que sea- del nuevo integrismo a la española. Ángel Acebes. Yo estaba parapetado con mi lectura preferida de las últimas semanas, Esto no es música, de José Luis Pardo, aunque no podía evitar escuchar: "¡Ángel, dales caña! ¡Pero de verdad! ¡Ahora están acorralados! ¡Y nada de mariconadas, eh! ¡A por ellos! ¡No querrás que soportemos otros cuatro años!". No tengo mucha afición a cierta gente y no recordaba el rostro de la derecha dura a la española. Me gustaría que las derechas fueran como el puritano y demócrata Santayana. No van por ahí los tiros.

Intenté escaparme de esa realidad con la música leída de Abbey Road, pero sus voces eran capaces de distorsionar. Un verdadero malestar entró en mi cultura de masas. Sonó un móvil, el politono: el Himno nacional. Soy de una clase de españoles sin himno. Ni ganas. Yo escucho a los Beatles. O a Jane Birkin, que cantaba y decía "viva la España". Nada que ver con los que a la salida de su concierto, con banderas azules y otros pájaros, gritaban: ¡Viva España! Caricia en la voz de Birkin, agresión en las suyas. Pues eso: la derecha, la derecha, la gallina y Acebes. Qué cante.

Artículo publicado en: El País, 24 de febrero de 2008.

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25 de febrero de 2008
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I. Lujos de la pobreza

Quiero agregar una secuela a mis comentarios sobre la violencia en Guatemala, y la recién instaurada pena de muerte. Esta última será aplicada, no a través de los métodos primitivos que se pensarían en un país donde faltan los recursos esenciales para la salud y la educación. Ni el paredón de fusilamiento, con balas al fin y al cabo baratas, ni el menos barato procedimiento de la horca, donde solamente se precisa de una cuerda y un tinglado. /upload/fotos/blogs_entradas/granja_penal_de_rehabilitacin_pavn_med.jpgComo en muchas otras cosas, en América Latina, aquí también copiamos la tecnología de última generación: los condenados a muerte serán ejecutados por medio de una inyección letal, en uno de esos recintos asépticos que solemos ver en las películas de Hollywood, y que se parecen al interior de las cápsulas espaciales.

La cámara de ejecuciones se encuentra localizada en la Granja Penal de Rehabilitación Pavón, distante 26 kilómetros de la ciudad de Guatemala, y se inauguró en el año 2000, como una manera de anunciar que el nuevo siglo traía la modernidad dejando atrás a la escuadra de fusileros, que, según la tradición, al momento de situarse frente al reo, recibe uno de ellos, al azar, una dotación de balas de salva para paliar así los cargos de conciencia.

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25 de febrero de 2008
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El escritor corriente (1)

Fredric Brown fue un escritor de ciencia ficción, novela negra y relatos fantásticos que cuando se sentía bloqueado y no se le ocurría nada que escribir se montaba en la parte de atrás de un autobús y recorría varios estados mirando por las ventanillas y, todo hay que decirlo, bebiendo, hasta que encontraba la inspiración. /upload/fotos/blogs_entradas/fredric_brown_med.jpgImaginamos que entonces regresaría a casa y se pondría manos a la obra hasta dar forma a esos cuentos llenos de encanto y atrevimiento que nos hablan de extraterrestres y de lo absurdo que les resultaría nuestro pequeño mundo. No se sabe demasiado de este hombre porque llevaba una vida corriente y bastante alejada de los ambientes literarios y de la fama. Digamos que vivía comprometido hasta los huesos con algo que sólo se exigía él mismo. Vivía el día a día así, imaginando e inventando lo que tenía alrededor  y cuando la gracia o la intuición lo abandonaban no las esperaba trabajando (que es lo que siempre se aconseja), sino que no tenía empacho en salir a buscarlas en autobús. Desde luego, lo que encontraba no podía llevárselo a casa en una bolsa pero tampoco nadie podía robárselo por el camino. Era tan suyo como él mismo.

Personalmente me gustan mucho los escritores que llevan una vida vulgar porque comprenden muy bien a sus semejantes, sus sueños y frustraciones, su angustia y ratos de ensoñación. Esos escritores, cuyos vecinos puede que ni sepan que son escritores. Sospechar que entre nosotros, en el metro, autobuses o en la cola del pan  circulan seres como Fred Brown pone un punto de lucidez en nuestra existencia. De hecho Brown tenía el oficio de linotipista, lo que le hacía casi demasiado normal, algo que debía de echar mucho de menos uno de los más grandes autores norteamericanos, y completamente distinto al anterior, John Cheever.  

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25 de febrero de 2008
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Citaciones

Tengo que citar una frase del último gran discurso de Fidel Castro Ruiz, pronunciado el 17 de noviembre de 2005 por el aniversario 60 de su ingreso a la Universidad de La Habana. Esta frase, la tenía apuntada para un día como hoy donde se comenta su salida del poder. Es una muestra de orgullo insuperable. Es la frase de un hombre que suena como si fuese a vivir más allá de su muerte y lo hace citándose a sí mismo: "Una vez dije que el día que muera de verdad nadie lo va creer, podría andar como el Cid Campeador, que ya muerto lo llevaban a caballo ganando batallas".

La gran batalla de Fidel ahora es la clásica lucha de un jubilado en contra de la enfermedad. Ya no puede hacer nada para mejorar su posición en la historia. Desde el verano de 2006, cuando en un vuelo al amanecer entre Cienfuegos y La Habana explotaron sus entrañas, es un hombre condenado a escuchar las valoraciones de los otros sobre su reinado. Por ejemplo, un párrafo escrito con prisa por Jorge Domínguez, el mejor "cubanólogo" de EE. UU., publicado en Foreign Affairs en español (octubre-diciembre de 2006) en un intento de balance final de la vida del ahora excomandante en jefe. Es la segunda cita que quiero hacer: "¿Fue cruel? Sí. ¿Atropelló al poder público? Sí. ¿Cometió crímenes en nombre de la revolución, la patria, la soberanía nacional y el socialismo? Sí. ¿Fue un obstáculo para la prosperidad de los cubanos, el ejercicio de los derechos humanos de ese pueblo y la realización de una democracia plena? Sí. Y, la historia, ¿lo absolverá, como dijo en 1953 que así sería? No."

Fidel sale del poder para ir al vacío de la jubilación, tal como recuperó el poder, hace medio siglo, en un vacío total de la vida pública. Hart Philips, la corresponsal de The New York Times en La Habana, no se equivocó al escribir, en el diario del 2 de enero de 1959, que se trataba de un proceso de jubilación de una ocupación del vacío por otro, con un primer párrafo cuidadosamente compuesto. Es la tercera cita: "Fulgencio Batista renunció ayer como presidente de una Cuba trastornada por la rebelión y se fue para el exilio en República Dominicana. Las fuerzas rebeldes de Fidel Castro se movieron de manera tranquila para tomar el poder a lo largo de la isla."

/upload/fotos/blogs_entradas/ados_a_mama_med.jpgFidel llegó al poder no a través de una victoria de sus guerrilleros (había varios movimientos de rebelión en la isla y las ciudades mantenían una vida bastante normal) sino por la huida de un sultán tropical: Batista cayó. Nada que ver con lo ocurrido ayer en el palacio de las convenciones de La Habana. Fidel se va al vacío pero sigue un Castro después de Castro. No se comprueba lo que era la anticipación de Reinaldo Arenas en 1974 en Adiós a Mamá (Tusquets editores): "Ahora que Fidel Castro cayó, lo tumbaron o se cansó, todo el mundo habla, todo el mundo puede hablar. El sistema ha cambiado otra vez. Ah, ahora todo el mundo es héroe. Ahora todo el mundo resulta que estaba en contra. Pero entonces, cuando en cada esquina había un Comité de Vigilancia..."

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25 de febrero de 2008
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Al leer los periódicos…

/upload/fotos/blogs_entradas/marcel_proust_med.jpg"Madame Verdurin, lamentándose por sus jaquecas de no tener cruasanes que mojar en su café con leche, acabó por conseguir una receta para que se los hicieran en cierto restaurante... Sin dejar de mojar el cruasán en el café con leche necesidad y de dar capirotazos a su periódico para que se mantuviera abierto sin que ella tuviera necesidad de sujetarlo con la mano de mojar el cruasán, decía: ¡Que horror! Esto es más horrible que la más horrible de las tragedias... Mientras, con la boca llena, hacía estas desoladas reflexiones, el aire que sobrenadaba en su cara, traído a ella probablemente por el sabor del cruasán, tan eficaz contra la jaqueca, era más bien un aire de plácida satisfacción."

Amparados por el privilegio de su posición social los Verdurin, personajes emblemáticos de la Recherche de Marcel Proust, consiguen instrumentalizar al servicio de sus frívolas existencias tanto las catástrofes vehiculadas por los periódicos como una guerra que transcurría a escasos kilómetros de sus domicilios y que conmocionaba la historia europea... Fácil es, pues, suponer qué clase de rentabilidad psicológica cabe extraer de conflictos en los que las víctimas son exclusivamente exóticas y ocasión idónea para que almas bienpensantes (a veces alcahuetes del sistema político y social que hace inevitable ese tipo de conflictos) nos extasíen con discursos relativos a la unidad moral de los humanos, la solidaridad internacional, el triunfo del derecho y hasta el espíritu de sacrificio.

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25 de febrero de 2008
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Cumbres nevadas, banderas al viento

El asunto de la semana han sido las múltiples agresiones contra candidatos a las elecciones, llevados a cabo por grupos de hombres y mujeres fascistas que los medios de persuasión se empeñan en llamar "universitarios". Las agresiones estaban bien calculadas: Cataluña, Madrid y Galicia. Del País Vasco no hace falta decir nada. Allí el fascismo es endémico. Por primera vez, sin embargo, da la impresión de que algunos nacionalistas han comenzado a percatarse del monstruo que han creado, una Gotzilla ataviada con el traje de coros y danzas. Por lo menos en Cataluña es la primera vez que las condenas oficiales tienen alguna credibilidad y se difunden un poquito. Nada contundente, sin duda, pero ya no es la sonrisita del colega.

Las escuadras han ido creciendo gracias a la impunidad con la que han actuado hasta ahora y recuerdan poderosamente a aquellos grupos de "Defensa Universitaria" que se dedicaban a partirle la cara a los estudiantes más o menos de izquierdas. Como ellos, los fascistas actuales son de familia acomodada, se amparan en la patria y la bandera, son los perros guardianes de la oligarquía local y gozan de línea directa con las autoridades. Muchos son parientes de los mandos en plaza, caciques regionales que ya no usan correajes sino chequeras. Todos ellos viven del Régimen y se les paga al contado. Sin embargo, a diferencia de los de "Defensa Universitaria" a cuyos mandos identificaron unos pocos periodistas valientes con riesgo de sus vidas, no verán ustedes una sola identificación de los actuales paramilitares. Es más: actúan a cara descubierta, persuadidos de que no corren el más mínimo peligro mientras su familia controle los parlamentos autonómicos.

Tal es la diferencia entre el franquismo y el peronismo. Los franquistas sudaban al pensar en la izquierda. El peronismo ni siquiera hubo de preocuparse por semejante trivialidad. La izquierda, simplemente, no existía porque (decían los peronistas) la izquierda eran ellos. Por la misma razón nuestros fascistas osan llamar "fachas" a sus víctimas: la izquierda (dicen) son ellos.

Artículo publicado en: El Periódico, 23 de febrero de 2008.

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25 de febrero de 2008
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Luz silenciosa

Carlos Reygadas, no se lo pierdan. Los críticos le oponen la consideración de que su última película Luz silenciosa es una copia directa de Ordette de Dreyer pero prácticamente todo, en el arte, es una copia sucesiva.

Así como la ciencia acepta seriamente que no hay paso adelante sin apoyo en el estribo precedente, el arte se ha jactado infantilmente de su alta independencia respecto al pasado.

Claro que no es así. La diferencia, entre ciencia y arte, y no absoluta, se basa en que los artistas se relacionan más y mejor con el sistema de la moda que los científicos, aunque no debe desdeñarse nunca la influencia de las modas, en métodos y objetos de estudio, en cada época de la investigación. Pero el arte, sin duda, tiene más que ver con la veleidad y, desde luego sus reglas son incomparablemente más proclives a la trasgresión, la perversión o la prostitución.

Reygadas, en fin, ha observado obsesivamente la estética de Dreyer y de este fervor ha nacido su última obra, Gran Premio del Jurado en el pasado festival de Cannes. Luz silenciosa bulle de belleza, no importa si a partir de una primera versión aprendida, reelaborada, reinterpretada o calcada con papel carbón. De esta película realizada, además, con actores no profesionales y colectados de una anacrónica comunidad menonita en el norte de México, se desprende un sabor muy raro, tal como si nunca hubiéramos probado este fruto del cine. El idioma plaudietsch en que se expresan, envuelto en español y salpicado de francés, desemboca en un guiso singular que, pese a la carga de sus legados, puede presumir de su muy halada diferencia.

No basta, además, ser un buen director de cine. Hay que tener gusto para muchas cosas más. Gusto para la narración, gusto para el vestuario, gusto para la luz y la cadencia del tiempo, especialmente.

En Luz silenciosa, el silencio de la luz propicia una sólida presencia del tiempo. El tiempo se hace un bulto incandescente, paradójicamente ligero como una espesa niebla o pesado como la blenda. La pantalla es su plasmación absoluta. No sucede nada en la secuencia, la cámara no se mueve, los actores no se conceden un gesto y el tiempo domina toda la profundidad y superficie el cuadro. La luz sin movimiento ni ruido tiende a anestesiarlo y la ausencia de toda velocidad contribuye a pulimentarlo. Vean Luz silenciosa y no dejarán de hablar después. O, en silencio, no dejaran de verse brillar interiormente. El corazón, el alma y otras vísceras escondidas.

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25 de febrero de 2008
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Galería de espectros: Diotima

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, he vislumbrado el de Diótima.

Delfín Agudelo: ¿Viste acaso a la Diotima de Platón, o la de Hölderlin?

R.A.: Creo que ambas son la misma: una es la reencarnación de la otra. Hölderlin, en Hyperion, utiliza ese nombre misterioso y magnético que sale de El Banquete de Platón, y lo utiliza directamente como inspiración de lo eterno femenino en su obra. A mí Diótima siempre me ha parecido un personaje muy enigmático, incluso tal como se presenta literariamente en la obra de Platón, que es como un juego de muñecas rusas, ya que en ésta obra Platón evoca una reunión que le han contado; a su vez, en esa reunión, ha habido distintas voces; y al final la voz de Sócrates, las muchas voces discutiendo sobre Eros, sobre el Amor. Pero Sócrates no habla sobre la teoría del amor, sino que dice haber sido iniciado por un personaje realmente enigmático, Diótima. Es la única vez que aparece en toda la literatura griega una supuesta mujer que era sacerdotisa en Mantinea, y ya la ciudad en sí misma es muy evocadora porque conlleva mántica, adivinación: comparten la misma raíz. Nos encontramos con un juego de sombras en que vamos avanzando desde la narración de Platón a lo que dice El Banquete, sus distintas voces y la voz de Diótima trasladada a través de la voz de Sócrates. Por lo tanto es un personaje que se mueve en unos entresijos muy interesantes. Además, es el personaje que traslada uno de los núcleos de la visión platónica de la belleza, ya que en todo El Banquete hay una discusión acerca del significado de Eros. Sócrates da su propia versión, pero cuando alude a la iniciación que le ha hecho Diótima en los misterios del amor, alude a un camino que es en principio racional, una escalera en la que cada uno de los peldaños es racional, y se pasa del amor físico al espiritual. El último peldaño, el que significa el salto hacia la belleza en sí misma, es un peldaño completamente mistérico, oscuro, y es ese peldaño el que Diotima en cierto modo rige, en el cual ella ha introducido iniciáticamente a Sócrates. Lo que hace Hölderlin con ese maravilloso personaje es retomarlo y convertirlo en el amor ideal, el amor romántico ideal de Hyperión que no deja de ser su alter-ego en esa novela de formación. Hölderlin cierra el círculo iniciado por Platón y de alguna manera Diotima nos evoca quizá el rasgo más limítrofe, más enigmático de lo erótico.
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25 de febrero de 2008
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