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Cumbres nevadas, banderas al viento

Por 25 de febrero de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Félix de Azúa

El asunto de la semana han sido las múltiples agresiones contra candidatos a las elecciones, llevados a cabo por grupos de hombres y mujeres fascistas que los medios de persuasión se empeñan en llamar "universitarios". Las agresiones estaban bien calculadas: Cataluña, Madrid y Galicia. Del País Vasco no hace falta decir nada. Allí el fascismo es endémico. Por primera vez, sin embargo, da la impresión de que algunos nacionalistas han comenzado a percatarse del monstruo que han creado, una Gotzilla ataviada con el traje de coros y danzas. Por lo menos en Cataluña es la primera vez que las condenas oficiales tienen alguna credibilidad y se difunden un poquito. Nada contundente, sin duda, pero ya no es la sonrisita del colega.

Las escuadras han ido creciendo gracias a la impunidad con la que han actuado hasta ahora y recuerdan poderosamente a aquellos grupos de "Defensa Universitaria" que se dedicaban a partirle la cara a los estudiantes más o menos de izquierdas. Como ellos, los fascistas actuales son de familia acomodada, se amparan en la patria y la bandera, son los perros guardianes de la oligarquía local y gozan de línea directa con las autoridades. Muchos son parientes de los mandos en plaza, caciques regionales que ya no usan correajes sino chequeras. Todos ellos viven del Régimen y se les paga al contado. Sin embargo, a diferencia de los de "Defensa Universitaria" a cuyos mandos identificaron unos pocos periodistas valientes con riesgo de sus vidas, no verán ustedes una sola identificación de los actuales paramilitares. Es más: actúan a cara descubierta, persuadidos de que no corren el más mínimo peligro mientras su familia controle los parlamentos autonómicos.

Tal es la diferencia entre el franquismo y el peronismo. Los franquistas sudaban al pensar en la izquierda. El peronismo ni siquiera hubo de preocuparse por semejante trivialidad. La izquierda, simplemente, no existía porque (decían los peronistas) la izquierda eran ellos. Por la misma razón nuestros fascistas osan llamar "fachas" a sus víctimas: la izquierda (dicen) son ellos.

Artículo publicado en: El Periódico, 23 de febrero de 2008.

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Félix de Azúa

Félix de Azúa nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Ha publicado los libros de poemas Cepo para nutria, El velo en el rostro de Agamenón, Edgar en Stephane, Lengua de cal y Farra. Su poesía está reunida, hasta 2007, en Última sangre. Ha publicado las novelas Las lecciones de Jena, Las lecciones suspendidas, Ultima lección, Mansura, Historia de un idiota contada por él mismo, Diario de un hombre humillado (Premio Herralde), Cambio de bandera, Demasiadas preguntas y Momentos decisivos. Su obra ensayística es amplia: La paradoja del primitivo, El aprendizaje de la decepción, Venecia, Baudelaire y el artista de la vida moderna, Diccionario de las artes, Salidas de tono, Lecturas compulsivas, La invención de Caín, Cortocircuitos: imágenes mudas, Esplendor y nada y La pasión domesticada. Los libros recientes son Ovejas negras, Abierto a todas horasAutobiografía sin vida (Mondadori, 2010) y Autobiografía de papel (Mondadori, 2013)Una edición ampliada y corregida de La invención de Caín ha sido publicada por la editorial Debate en 2015; Génesis (Literatura Random House, 2015). Nuevas lecturas compulsivas (Círculo de Tiza, 2017), Volver la mirada, Ensayos sobre arte (Debate, 2019) y El arte del futuro. Ensayos sobre música (Debate, 2022) son sus últimos libros.  Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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