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La muerte en Facebook

Me enteré a través de un recado de Andrés Hoyos, el creador del grupo "El aforismo nuestro de todos los días" en el sitio de red social Facebook:

"Subject: Adiós muchachos, compañeros...

No, no es que los creadores de este grupo nos hayamos cansado, sino que cuando lleguemos a 1.200 amigos (casi no falta nada) nos quitan de una la posibilidad de escribirles a todos. Es raro, pero sucede que los dueños de Facebooks tienen ticks raros"...

/upload/fotos/blogs_entradas/el_malpensante_med.jpgAndrés Hoyos está detrás de la revista colombiana El Malpensante y al crear el grupo en Facebook tenía un proyecto estimulante, crear un flujo de aforismos:

"En medio de tanto fárrago y de tanta confusión, uno no sabría agradecerles lo suficiente a los aforistas, voluntarios e involuntarios, por su brevedad. En una oración, o a lo sumo en un par de párrafos, nos dicen algo que queda resonando en nosotros, algo que nos rebota por dentro más de una vez, como si fuera una canica alegre e inquieta que alguien nos hubiera metido por los ojos. Y, sí, hay aforistas involuntarios, incluso son la mayoría. Piénsese no más en Oscar Wilde, quien nunca se sentó a desgranar aforismos uno tras otro, sino que descargaba cada metrallazo en textos sueltos o en la simple conversación de todos los días. Citemos dos infalibles:

  • ‘Un gentleman inglés galopando detrás de un zorro: lo inefable en persecución de lo incomible.'
  • ‘El mundo era mi ostra, pero usé el tenedor equivocado.'

      En este grupo iremos incorporando tanto los aforismos voluntarios como los involuntarios, despacito pero con buena letra, con la idea quizá de algún día hacer con todo ello un libraco divertido. Ese libro no nos sacará de pobres, pero tal vez sí disminuirá en algo nuestra pobreza mental. Trataremos de proveer algún contexto, y eso pedimos a los amigos que se metan a mecaniquear aquí con nosotros.

      Una sugerencia: aporten cualquier cita citable que les llame mucho la atención para que los demás la pongamos a rebotar. Ojo, para que un aforismo lo sea, debe poderse leer más de una vez, incluso con frecuencia, sin que por eso pierda su filo."

      El éxito fue desproporcionado. El lunes por la tarde, el grupo tenía a 1262 miembros que habían acumulado a 752 aforismos (mucho más de uno por día) todavía accesibles. Pero Facebook no conoce el crecimiento exponencial. Al prohibir la comunicación interna a un grupo que incluye a más de 1200 miembros quita la posibilidad práctica de una convivencia. Muere el grupo como, en biología, mueren los organismos asfixiados por el exceso de su crecimiento. Se ahogan en los residuos de su propio metabolismo. Entre las últimas entregas, varias sobre la muerte que recuerdan lo que decía Paul Morand (todo se acaba bien, pues todo se acaba). Elegí a tres:

      "Casi todas las palabras leídas son palabras de un muerto." (Héctor Abad)

      "La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene." (Borges)

      "La muerte se paga viviendo." (Ungaretti)

      Prueba de lo último, Andrés Hoyos no se detiene; su último recado: El Malpensante lanza un nuevo grupo, llamado "20-20 ¡Regalías para las artes y las ciencias!". Invitamos a nuestros amigos a echarle un vistazo.

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      25 de marzo de 2008
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      Criaturas y creadores

      Rafael Argullol: Adán y Eva estaban en la misma condición del andrógino. De hecho, Adán y Eva forman una unidad andrógina primigenia antes de ser expulsados del paraíso.
      Delfín Agudelo: Pensando en variaciones o episodios de seres primigenios, se me viene a la cabeza Frankenstein. Me parece interesante traerlo a colación cuando se tiene en mente la situación de Adán y Eva, puesto que tiene el irredimible y trágico castigo de la soledad—no tiene ninguna religión a la cual acudir para solventar su estado y sabe que nunca tendrá una compañía amorosa. Así como Adán y Eva cuando caen tienen la noción epifánica del amor a sí mimos— la conciencia del ser—, Frankenstein desarrolla lo contrario, que es el rechazo a sí mismo, y es casi una mezcla, me atrevería a decir, entre Job y la pareja edénica, porque es el reclamo absoluto al Doctor Frankenstein del por qué lo ha creado, pregunta que surge con todas las connotaciones que la obra implica: la facultad del lenguaje, y sobre todo del lenguaje poético. No le pide la muerte, pero sí la explicación de su creación.
      Rafael Argullol: Es un poco las cajas de muñecas rusas en las que estamos colocados a lo largo de la modernidad, al menos desde le renacimiento: el hombre nostálgico, sintiendo la profunda escisión que ha significado la caída, quiere llegar de nuevo al paraíso. La pérdida del paraíso implica el intento de llegar de nuevo al paraíso. En la tradición religiosa, llegar de nuevo significa llegar a la nueva Jerusalén, o a la resurrección de la carne, al cuerpo glorioso, toda una serie de figuras escatológicas de la tradición cristina que vendrían a ser la resolución de la simetría paraíso-paraíso perdido-paraíso recobrado. Lo que ocurre es que llega un momento justo en el renacimiento, con la entrada en crisis del edificio espiritual cristiano en Europa, y el funcionamiento de las nuevas fuerzas liberadoras—el racionalismo y la iluminación—, que el tema de ese juego nostálgico del paraíso que lleva a la necesidad de recuperarlo se traslada del cielo a la tierra, de lo ultraterreno a lo terreno. Es cuando nace esa fuerza fundamental, demoníaca y llena de contradicciones del hombre moderno. Se intenta entonces realizar el paraíso en la tierra a través de las fuerzas de la técnica, del progreso y la técnica, de la revolución social, de diversos ámbito a través de los cuales el hombre aspirará a crear este nuevo paraíso. El caso Mary Shelley es evidente: sigue una idea que ya expuso el joven Goethe en el poema “Prometeus”, que inspiró mucho su obra —Frankenstein o el moderno Prometeo. El joven Goethe, que aún se movía en la órbita del sturm und drang, dice: “Ahora no te necesitamos, Dios. Ya tenemos la autonomía, la fuerza suficiente para crear absolutamente, o hundirnos en el intento”. Creo que en la novela de Shelley el Doctor Frankenstein es el producto de ese proceso. Crear una criatura perfecta, pero se cuela la imperfección del mal por medio. Entonces el resultado es híbrido, y esta criatura perfecta reproduce los mismo problemas que tiene la misma conciencia humana. Esta saga ha tenido varias continuaciones, y una de ellas, obvia, es Blade Runner. Se remonta a los replicantes que siguen el mismo proceso, a crear la criatura perfecta que entra en contradicción: empieza a pensar en términos de escisión, compañía, muerte, y quiere saber, el juego de espejos del hombre que también quería saber, el tema del Doctor Frankenstein y Prometeo.
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      25 de marzo de 2008
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      Coches (2)

      Además, sus aparatosos motores funcionaban con gasolina, que era el combustible de la época antes de pasar al hidrógeno y al aceite de girasol, y por eso algunos ardían al colisionar. Por no hablar de las ruedas, un invento que arrancaba de unos cinco mil años atrás y que aún no habían superado.

      En los manuales leerán que cuando había que comparar algo malo (infartos, epidemias o catástrofes) con algo peor siempre se comparaba con las bajas por accidentes de tráfico y se preguntarán por qué, si se retiraron los anuncios del tabaco y del alcohol de la televisión, no se retiraron los de coches, o por lo menos no se dejó de enaltecer la sensación de libertad y alegría producidas por la velocidad. Y les resultará bastante contradictorio que junto a uno de estos anuncios engrandeciendo los caballos y potencia de un modelo aparezca otro de Tráfico pidiendo prudencia y sentido común para rebajar las negras estadísticas de cada fin de semana. También les llamará la atención que llegásemos a considerar el coche, no sólo un medio de transporte a falta de algo mejor, sino un complemento más como los zapatos o el reloj, cuando no una armadura, desde cuyo interior ser dueños del mundo. 

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      25 de marzo de 2008
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      Sin anestesia

      Fui uno de tantos que en su momento detestaron Crash, la película de Paul Haggis, y que en consecuencia se quedaron mudos cuando le dieron el Oscar a la mejor película. Ahora volví a quedarme mudo en presencia de su nuevo film, In the Valley of Elah (que aquí en la Argentina se estrenará con el inadecuado título de La conspiración), pero por motivos completamente opuestos. In the Valley of Elah es un drama que no cae en ninguna de las trampas -porque eso eran, trampas: argumentales, sentimentales, políticas- de su predecesora. Su protagonista, Tommy Lee Jones, debería haber sido nominado este año al Mejor Actor, en vez de la candidatura a Mejor Actor de Reparto que obtuvo por No Country For Old Men. Seguramente habría perdido igual con Daniel Day Lewis, cuyo desempeño en There Will Be Blood está siempre al límite del desborde. Pero la actuación de Jones en Elah habría merecido cuanto menos una mención de honor: contenida hasta el límite del minimalismo, es aun así el corazón mismo del relato que protagoniza.

      Basada en la historia real de Richard Davis, un veterano de Irak que fue asesinado en los Estados Unidos en el año 2003, In the Valley of Elah se concentra más bien en Lanny Davis, su padre, a quien Haggis rebautiza Hank Deerfield (Jones). Ex policía militar, actualmente retirado, Deerfield recibe un llamado oficial que le informa que su hijo ha desaparecido. Al principio piensa que ha desaparecido en el frente iraquí, pero de inmediato se le informa que su hijo Mike había regresado a los Estados Unidos días atrás. Sorprendido por el hecho de que Mike no le hubiese informado de su vuelta, Deerfield emprende su propia búsqueda. No tarda en enterarse de que su hijo ha sido asesinado, y del modo más brutal: a puñaladas, descuartizado y quemado en un pastizal.

      Al tiempo que investiga el crimen por las suyas, Deerfield va comprendiendo cuán diferente era el Mike de los últimos tiempos al chico que creyó criar. Elah narra con gran economía lo que la guerra en Irak (yo sé que todas las guerras son iguales, pero parafraseando al Orwell de Animal Farm, es preciso aclarar que algunas son más iguales que otras) ha producido en el alma de los soldados americanos: no sólo de Mike, sino también en el de sus compañeros de compañía y amigos del alma. Al mismo tiempo Haggis nos fuerza a contemplar los hechos a través de los ojos desapasionados y prácticos de Deerfield, que escapa por naturaleza del sentimentalismo (algunos encontrarán fría la reacción ante el crimen de su hijo, pero la actuación casi zen de Jones sugiere otra cosa bajo su fachada impermeable) para preguntarse qué ocurrió en verdad y qué se puede hacer con las barajas que nos han tocado. En este sentido, Elah me parece infinitamente superior al nihilismo cool de No Country For Old Men. Como su personaje principal, no rehuye nunca el drama que vive pero tampoco deja de preguntarse qué se puede construir, qué se debe construir aunque no se cuente con más material que hueso y cenizas.

      Me pareció un drama sólido, convencido de la elocuencia del caso que presenta al punto de no necesitar de discursos ni de escenas gratuitas. (Aquella que escamotea el instante en que Deerfield informa del crimen a su mujer es modélica: sólo advertimos que ella ha derribado la mesa del teléfono cuando la conversación está a punto de terminar.) No es de extrañar que el público americano le haya vuelto la espalda en su momento: In the Valley of Elah es dolorosa y no ofrece analgésicos.

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      25 de marzo de 2008
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      II. Un monstruo siempre bien comido

      La lección moral se repite a lo largo de la historia con sus mismos colores sombríos. Las cabezas desaparecen trituradas en las fauces del monstruo, o ruedan sobre el tablado del cadalso hasta caer en el canasto. Es una lección sabida, vieja de figurar en los catecismos puritanos, desde el tiempo de la llegada de los peregrinos en el Mayflower: haz lo que quieras, pero que nadie se de cuenta; peca con tu cuerpo, pero que nunca lo sepa la televisión. La versión mediática de la cueva de Platón: las figuras de la alcoba deben ser diferentes de las sombras que se proyectan afuera, donde sólo debe verse la familia unida y feliz.

      Es lo que ocurrió últimamente con la renuncia del gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer, calificado de manera unánime por los medios de comunicación como un superhéroe desde cuando era Fiscal del estado, campeón en la lucha contra las mafias, los narcotraficantes, las redes ilegales de juego, la prostitución organizada, el Elliot Ness de los tiempos modernos, capaz de poner de rodillas a los gángsteres.

      Pero al gobernador le gustaban las citas clandestinas con prostitutas de lujo, y del trono de la santidad pasó a los abismos del pecado. Sindicado, procesado y sentenciado de manera sumaria, tuvo que comparecer dos veces delante del micrófono: una buscando sacar la cabeza de las fauces del monstruo, y conformar su apetito con un mea culpa, y la otra, ya rendido, para ofrecer la cabeza sin más remedio, y renunciar. Los sacerdotes que cuidan de que el monstruo esté siempre bien comido, no querían menos. 

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      25 de marzo de 2008
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      Impotencia y agitación en el Tibet

      El resto del mundo padece de impotencia ante China. No es capaz de ejercer presión alguna para impedir la fuerte represión de la revuelta en Tibet. ¿O no es lo que parece?

      Por las declaraciones públicas, diversos políticos europeos reconocen que China es mucha China, y que Europa (y EE UU) necesita más a China que al revés. La situación de la economía globalizada ha puesto a China como un segundo motor de recambio ahora que renquea el primer motor, Estados Unidos. Y sin embargo, es posible que pronto veamos cómo la infección americana se contagia a China y al resto de Asia, y de ahí -y directamente desde EE UU, a Europa.

      La impotencia occidental en Asia ya salió cuando se produjo la revuelta de los monjes budistas -como en parte en Tibet- en Myanmar (Birmania). ¿Pero quién se acuerda hoy de éstos? Nadie pudo hacer nada pues hay escasa presencia extranjera y los intereses económicos dominaban. Ante el Tibet, casi nadie quiere poner en peligro sus relaciones con China con un boicoteo, aunque fuera parcial (lo que no parece posible) de los Juegos Olímpicos, que, sin embargo, se han convertido en el talón de Aquiles del régimen de Pekín.

      Pero en Tibet lo que está ocurriendo puede que no sea, o no sea únicamente, lo que parece. Está revuelta parecía en buena parte preparada. De hecho, algunos blogs y análisis, como el de Gary Wilson, que me manda Michel Collon, ven detrás de lo que está ocurriendo una organización muy meticulosa de los acontecimientos que estaba preparando esta revuelta desde hace tiempo. Conviene seguir la pista a John Ackerly, presidente de la campaña Internacional sobre Tibet, que, según Wilson ha trabajado con el Gobierno y el Congreso en EE UU en relación con y que anteriormente, durante la Guerra Fría, se encargó de trabajar con disidentes en Europa del Este -es un profesional en apoyar la disidencias-. Ackerly se ha convertido en una fuente de información, o desinformación, básica en EE UU sobre lo que está ocurriendo en Tibet. Wilson añade que hubo reuniones previas en India, y que algunas organizaciones en enero pasado establecieron el Movimiento Tibetano de Sublevación Popular, fijando la fecha de su acción para el 10 de marzo, y con el boicoteo a los Juegos Olímpicos como uno de los objetivos. La CIA (que ya removió esta agua en 1959) tendría un papel en esta agitación que puede constituir en parte una señal de EE UU a Pekín. Todo esto es para tomarlo con cautela, pero indicaría que las cosas no están ocurriendo sólo por casualidad ni se trata sólo de una rebelión espontçanea.

      Las teorías conspiratorias a veces sobran. Naturalmente el terreno está abonado por la represión China en Tibet desde hace 49 años. Le agradezco a Jaime de Ojeda su clarificador comentario en este blog (20/03/08)  sobre el racismo y el sentido de superioridad Han en China. Sabe de lo que habla. Pues habla chino y fue embajador español en Pekín.

      Y que me disculpe Ray pues ayer me comí, al pegarlo, el final de mi comentario. Ya ha quedado subsanado.

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      25 de marzo de 2008
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      I. El cadalso de los pecadores

      /upload/fotos/blogs_entradas/micrfono_med.jpgEl monstruo que en Estados Unidos devora pecadores en nombre de la moral pública exige víctimas propiciatorias de tiempo en tiempo, y mientras no se siente ahíto, su estómago ruge encabritado. Y es un extraño altar de sacrificios al que los inmolados suben, mientras los sacerdotes vigilan que las amarras están bien ceñidas, y la cabeza entre dentro de las fauces de la bestia, donde va a ser triturada. El altar es la televisión, y el medio de ejecución pública es el micrófono. Y las cámaras, los focos, si queremos prescindir del símil de las fauces sangrientas.

      Ya estamos acostumbrados a ver a las víctimas subir al cadalso para hacer su mea culpa, la confesión de que han pecado contra la moral privada, lo que significa ofender a la moral pública, no importa que no se trate de delitos legalmente válidos: adulterios consumados enteramente, o a medias, en una oficina de poco ambiente romántico, encuentros con prostitutas caras en moteles de mala muerte, o en hoteles de lujo. Tímidas cartas escritas por respetable políticos a jovencitos subalternos suyos, en busca de cariño y compañía.

      Presidentes, gobernadores, senadores, diputados, pastores protestantes, obispos católicos, teleevangelistas, comparecen periódicamente en el altar de los sacrificios para confesar y purgar sus pecados de conscupicencia, pero, siempre, sólo porque otros se dieron cuenta y es inminente la divulgación del pecado, no por propia voluntad penitente.  

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      24 de marzo de 2008
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      Abierto o cerrado

      Soy un fanático del blog de "La petite Claudine". Como llevo varios años leyéndolo tengo una cierta idea (quizá equivocada) de su autora. Me imagino a una persona culta pero de doble cultura: que tiene el clasicismo en su ROM (Read only memory) y la novedad digital en su RAM (Random access memory). Creo necesario añadir algo de fantasía sexual y de gran interés por el diseño para completar una personalidad y tono que no se puede comparar con otra oferta de contenido en la red.

      Leyendo el último post, "El mundo en veinte tomos", he descubierto por fin la confirmación de mi sospecha: la autora del blog es una inmigrante en el mundo digital. Una inmigrante de verdad: tuvo otra vida antes en el mundo pre-digital. Se siente cómoda frente a la pantalla, pero su "isla del tesoro" es de papel; en su caso se llama ETJ: El Tesoro de la Juventud. La manera en que Claudine habla de esta obra nos recuerda a todos una emoción sencilla, potente, honda, ineludible: encontrarnos con lo que fuimos por la mera magia del reencuentro con una lectura de nuestra juventud.

      /upload/fotos/blogs_entradas/journal_des_voyages_med.jpgDesconozco por completo esta enciclopedia de 7.172 páginas pero, como francés, crecí con algo parecido al ETJ, que era la colección completa del Journal des voyages. Somos también y quizá -sobre todo- lo que hemos leído.

      Por eso, al leer el post de "La petite Claudine", que tiene que ver con Nabokov y Cortázar y un cuadro de Joachim Patinir, uno tiene que pensar en lo que hacemos al conectar jóvenes a la red: seres distintos. Mi juventud y el principio de mi vida adulta fue una serie de encuentros con obras cerradas (mejor dicho con libros) que me tenían prisionero y feliz entre sus páginas. ¿Dónde se configura ahora una inteligencia y dónde se ubican las emociones en un sistema abierto? No lo sé pero hay que leer a esta maravilla de la petite Claudine por el mero placer de seguir su emoción y para preguntarnos ¿cuál es el ETJ de la era digital?

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      24 de marzo de 2008
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      Entre Sauras, músicas y objetos encontrados

      Música y religión, un clásico de los matrimonios tradicionales. Siguen casados por la Iglesia desde tiempos inmemoriales. A pesar de que la música, la mejor, no necesita intermediarios para hablar con Dios. Suponiendo que exista. Cada año, en Cuenca se produce el milagro. No creemos en Dios, pero creemos en Bach. Este año sumamos creencias: creemos en Messiaen, un santo tan cercano. Y en otros santos lejanos que se pueden llamar Cristóbal de Morales o Froberger.

      Hay otras semanas santas, otras playas, otros paraísos artificiales, pero la de Cuenca tiene más música.

      Ya lo decía Cioran, hablando de Bach: "Pensar que tantos teólogos y filósofos han perdido días y noches buscando pruebas de la existencia de Dios. Olvidando la única". Algunas músicas nos hacen pensar en Dios. Aunque si siguiéramos los consejos del contradictorio rumano, pensaríamos en Dios noche y día, lo desgastaríamos. Su uso y trivialización lo harían indiferente. Hace tiempo que Dios es para mí una pasión fugitiva, una moda del espíritu, tal como lo expresó el pensador de la podredumbre. Ahora es una cosa de los otros. De unos que hacen procesiones. De otros que juegan a la Bolsa y hacen las guerras.

      Vuelvo a Cuenca para disfrutar con la música. Y con algunas lágrimas que tiene la música. Pero también para encontrarme con los pucheros y sus paganos manipuladores. Y tropezarnos con Antonio Pérez, sus objetos, sus sujetos y sus hallazgos no tan casuales. Doble sorpresa artística en la vieja ciudad levítica: entre los Saura y Esteban Lisa.

      Exposición de ese gran desconocido que fue Esteban Lisa. Pintor autodidacta que nunca expuso en vida, manchego exiliado económico, que pasó su juventud durmiendo tras la barra de un bar y dialogando, sin saberlo, con las vanguardias. Me lo dijo Pérez y era verdad. Se puede comprobar en su convento que es su fundación. Tan ibérico Antonio Pérez, tan poco santo y siempre entre muros o caminos donde se encuentran el arte y sus misterios.

      Misterioso asunto era la desaparición de la Fundación Antonio Saura, otro conquense adoptivo. Uno de los artistas españoles que convivieron con esa ciudad de pecados y pecadores, de penitentes silenciosos y de ruidosas turbas. Antonio Saura después de muerto, en viva compañía de su hermano Carlos, el fotógrafo que hizo cine, ya tiene lugar abierto para dejarse mirar en pinturas y en su obra gráfica. No fue fácil, todavía hay litigios pendientes. Ya se sabe que las fundaciones siempre tienen muchos líos, muchos intereses y muchos novios. Le pasaba a santa Teresa. Les sigue pasando a los artistas vivos o muertos. Tan cerca del mercado, tan lejos de las santidades.

      Hay otras semanas santas, otras playas, otros paraísos artificiales, pero la de Cuenca tiene más música. Y a Dios de su parte.

      Artículo publicado en: El País, 23 de marzo de 2008.

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      24 de marzo de 2008
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      Sesión IX. Textos comentados.

      Esta larga semana nos ha resultado bastante productiva e interesante, pues nos ha permitido ver y contestar -con un poco más de tiempo del habitual- los muchos planteamientos con que los participantes han resuelto nuestra propuesta. La gran mayoría de los amigos que han enviado sus textos nos han demostrado que supieron captar la esencia de lo que les sugerimos, es decir, el valor de la metonimia y la elipsis, la gran potencia que adquiere un relato cuando el narrador maneja los silencios y convierte las páginas de su ficción en un territorio lleno de sugerencias, invitando así a que sea el lector el que tome parte activa del desarrollo de la historia con sus opiniones. Para ello era necesario que tomáramos un objeto -la piedra lanzada en el estanque- y lo cargáramos de sentido, de todo el sentido de aquello que no decimos en el texto. Dando pequeñas pistas, haciendo algunas alusiones, acicateando la curiosidad del lector terminamos por trasladar la fuerza de lo que contamos, el verdadero meollo de la cuestión, a ese acto de lanzar la piedra en el estanque.  En algunos casos, no obstante, además de cargar de sentido ese objeto, esa actitud, se ha contado demasiado, perdiéndose así lo que se proponía. Pero nos han sorprendido muy gratamente el nivel (no sólo de participación) de los resultados. Colgamos tres de esos ejemplos para que todos podamos ver en qué se ha cumplido la propuesta y en que ha fallado. Esperamos pues sus comentarios y sus sugerencias.

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      24 de marzo de 2008
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      El Boomeran(g)
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