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Dos polémicas y el Monte St. Michel

Lo bueno de la vida literaria en Francia es la falta de demoras al momento de empezar una polémica. Tenemos dos casos excelentes que van a apasionar a su clase mediática y a sus intelectuales.

1. Houellebecq y su madre

El libro será publicado el 7 de mayo, pero en París ya se habla en todas partes de L'innocente (La inocente) de Lucie Ceccaldi. El nombre de su autora se parece mucho a la identidad de la madre, Jeanie Ceccaldi, en la novela de Michel Houllebecq, Les particules élémentaires (Las partículas elementales). No es casual. Se trata de la respuesta a Houellebecq por parte de su madre. El novelista, que no fue criado por ella, se dedicó a machacarla, llegando a decir que no estaba viva, además de pintarla como una figura negra en su libro. En la vida, parece gozar de buena salud y de un fuerte temperamento al decir, según un extracto de su obra: "con Michel, volveremos a hablar el día en que Michel, en un lugar público, reconozca ser un mentiroso...".

Houellebecq, que es un maestro insuperable en el arte de las relaciones públicas, se ha quedado mudo, por el momento. Pero, al apuntar a la figura más visible de las letras en Francia, el libro plantea otra vez el debate sobre la importancia de la obra de Houellebecq (es decir, su existencia real aparte de la acumulación de provocaciones del autor). Se sigue el testimonio de la madre en varios sitios como el de 20 minutes o de Libération, pero como suele ocurrir en muchos casos el mejor artículo se encuentra en el sitio de The Guardian. Lo interesante en la polémica es el vínculo fuerte de la madre de Houellebecq con Argelia y el mundo árabe, sabiendo que el escritor insultó a la fe islámica. (Para entender el alcance de la polémica se puede releer una entrevista con el autor en la biografía no oficial de Houellebecq, Denis Demonpion )./upload/fotos/blogs_entradas/stmichel_med.jpg

Último detalle: Michel Houellebecq se llama Michel Thomas. Se lo puso su nombre para recordar al Monte Saint Michel con su famosa abadía benedictina.

2. La importación de Aristóteles

La segunda polémica ya está en camino por la publicación del libro Aristote au Mont Saint-Michel. Les racines grecques de l'Europe chrétienne de Sylvain Gouguenheim, en la casa éditorial Le Seuil. Pierre Assouline, en su blog ‘La République des lettres' tocó el tema el domingo pasado y ya tenía 400 comentarios el martes al mediodía. ¿De qué se trata? De una furiosa polémica entre especialistas de la historia medieval para saber cómo los textos de Aristóteles llegaron al mundo cristiano. Gouguenheim, profesor de la Escuela normal de Lyon (la escuela que forma a los profesores), reconoce un papel fundamental en las traducciones del griego al latín hecho por los monjes benedictinos del Monte Saint Michel. Lo que hace decir que menosprecia el papel de los arabo-musulmanes y de un centro intelectual como Córdoba en la difusión del pensamiento griego clásico. Y claro, al final, Assouline acusa a Gouguenheim de desconocer los matices entre islamistas y musulmanes. El diario Le Monde parecía inclinarse a favor de la tesis de Gounghenheim antes de publicar una tribuna que denuncia su tesis. Viva la polémica.

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29 de abril de 2008
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Hacienda

¿Y la charla que di en Jaén hace seis meses? ¿Me habrán mandado el certificado de retenciones? ¿Y el IBI? ¿Y el seguro de la casa? Poco a poco me voy hundiendo en una montaña de papeles, y cuando entregue en Hacienda el sobre con la declaración de la renta respiraré pensando que aún me queda un año por delante de descanso, pero haré mal en relajarme porque la próxima ya está encima. Me parece que fue ayer cuando me desesperaba buscando el IBI de las narices, como ahora mismo. Así que creo que todo lo que ocurre entre una declaración de la renta y otra es un mero paréntesis que sirve para generar y acumular los papeles que hay que buscar y reunir en estas fechas primaverales en que todos tendríamos que echarnos a la calle a disfrutar de la vida.

/upload/fotos/blogs_entradas/se_abre_el_plazo_para_confirmar_el_borrador_de_la_renta_med.jpgCorre la leyenda de que Hacienda tiene informatizados todos los datos de los ciudadanos, de que lo sabe todo de nosotros, así que uno se imagina que la Agencia Tributaria es un ente sumamente sofisticado, donde refinadas mentes perversas nos han atrapado para que no podamos escapar de nuestros actos, pecados, triquiñuelas, olvidos, malentendidos, pero sobre todo para que algunos nos sintamos completamente inútiles y  nos demos de bruces con la realidad.

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29 de abril de 2008
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Expectativa

La pena se siente como una expectativa.

Esta sentencia, caída sobre la pantalla y que parece desdecir el lugar común de que el estado triste sólo contribuye a escarbar más hondo, posee -intuyo- una verdad interna que sólo este azar me ha permitido ver con nitidez. Porque, bien visto, ¿cómo no sentir que la pena establece una suerte de aplanada pista de despegue o, una peana, aún vacía, que deja sitio para lo mejor?

El mal y el bien pertenecen de hecho a una igual naturaleza y el pasadizo entre uno y otro es el más franco que imaginarse pueda. Del bien al mal y viceversa cunde una corriente de solidaridad  y de expectativa. No hay bien que no proceda de una situación peor, ni mal que no crezca gracias a la dicha de antes. La pena opera así como el primer plano donde pueda posarse alguna dicha, mayor o menor, atraída precisamente por el señuelo del dolor. Puede parecer en efecto una tesis cruel o estrafalaria pero se trata simplemente de una ecuación biológica, el funcionamiento natural del sistema de nuestras vidas en las que nos salvamos gloriosamente de algún peligro de muerte y morimos sólo gracias a la presencia de vitalidad.

La pena se siente como una expectativa.

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29 de abril de 2008
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Tiempo sin mentira

La exigencia de respeto a lo que de radicalmente singular, de auténticamente digno y valioso, se da en el ser humano es el motor de todas las reivindicaciones de la muerte digna. Lo que se pide es simplemente que en nuestras sociedades se restaure una suerte de código moral, casi un código de honor, en el que prime la asunción lúcida de la finitud y se denoste el que las huellas del tiempo en los cuerpos, sean perturbadas y hasta corrompidas por las huellas que en esos mismos cuerpos deja el rechazo fóbico de  lo inevitable.

Se trata, una vez más, de una cuestión de afirmación o de nihilismo. Amar la vida humana es una permanente apuesta por que se restaure ese momento de estupor y felicidad en el que nuestra condición meramente natural quedo relativizada: relativizada en esa escisión matriz, en esa Krísis (término griego para designar nuestra emergencia como seres de juicio) por la cual los seres animados o inanimados del entorno, hasta entonces meros individuos, meros focos para nuestra capacidad de afección sensible, adquieren forma, vienen a ser representantes de una clase o idea, configuran el mundo de un ser de razón.

Amar la vida humana es una permanente apuesta por una reminiscencia de lo que significó ese momento prístino. En tal mundo emergente no había aun Dios, ni esperanza de escapar a lo humano, pero sí había conmoción y luz, pues ya todo estaba empapado de palabra. Palabra de inmediato interrogante, ávida de saber analítico, clasificatorio y comparativo; palabra atravesada por el estupor ante la presencia misma del ser y de las formas.

Hay quizás seres afortunados en quienes aquel estupor, aquel sí a la naturaleza, marcado por el deseo de conocerla y reducirla, no fue nunca sustituido por la afectación del saber, ni por la asunción de respuestas edulcorantes a los misterios de la vida; seres afortunados en cuyas vidas nunca fue neutralizado aquello que realmente interpela; seres, en suma que han permanecido en lo verídico.

Para todos los demás queda al menos apuntar a que tal veracidad se restaure. Apuntar a que se restaure la atmósfera prístina, la atmósfera del nacimiento o alborozo (la lengua vasca conserva aun esta doble significación en la raíz de la palabra jaio).  Atmósfera en la que los sonidos y los ritmos sólo emergen en un fondo sobre el que la voz, la carne hecha verbo, legisla, de tal manera que todo mensaje es verídico y toda entonación justa.  Atmósfera en la que la presencia animal acentúa aun el sentimiento del abismo que escinde a los meros animales, llamados como las cosas a plegarse a la objetiva topología del  tiempo físico, del raro animal confundido con un tiempo sin realidad física: ese tiempo que (al igual que el espacio euclidiano y el lenguaje) es exclusivamente humano.

Mil veces he trascrito las siguientes líneas de Marcel Proust:

"Afortunados aquellos para quienes, por cercanas que se hallen la una de la otra, la hora de la verdad sonó antes que la hora de la muerte."       

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29 de abril de 2008
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Flujos, trampas

Rafael Argullol: La música europea del siglo XX, la mala música clásica, se ha empeñado en una especie de experimentación hasta el abismo de la propia tradición europea a lo largo del siglo XX. En el siglo XXI será completamente distinto: la experimentación será mezclarse con las otras tradiciones del mundo, con lo cual cambia completamente la perspectiva.

Delfín Agudelo: En principio no había más diferente que a música clásica y la música latinoamericana tropical. El imaginario de cada uno de estos elementos es completamente distinto: la clásica inspira el genio musical europeo del siglo XIX, mientras que el tropical funciona más bien como ese imaginario de no hacer más que bailar y disfrutar de la vida.

R.A.: La diferencia es que en el momento en que un compositor culto, un llamado compositor clásico de música clásica, bebía en las propias fuentes folclóricas y populares para renovar su misma música, cosa que han hecho prácticamente todos los grandes compositores, desde Mozart, Beethoven, Mahler y Tchaikovsky. En América, Héctor Villalobos: todos los hicieron. En estos momentos el folclore y lo popular para un compositor musical es la cultura popular y la cultura popular de todo el mundo. Esta es la gran variación: no es falta decir que se renovará a través del folclore español, o Villalobos a partir del brasileño. Ahora un compositor de cualquier lugar del mundo tiene como materia prima popular para la renovación de su música todas las tradiciones musicales del mundo.

D.A.: Lo más interesante será la caracterización nueva de esa ciudad en la que está transcurriendo todo entre el sigo XX y XXI, Barcelona y Madrid, que están no sé si recuperando, pero sí obteniendo un protagonismo a nivel latinoamericano que no se había tenido a través del siglo XX o XIX. Después de las independencias, Latinoamérica mira a todas partes menos a España. Ninguno quiso ir a Madrid: quería ir a París, como cualquier otro joven, pero si no es París es otra ciudad. Ahora, luego de la migración, se retoma un flujo que es volver al antiguo país conquistador, pero se está creando una mezcla muy grande precisamente en Barcelona. Me encanta ver cómo Barcelona, sujeta a estas migraciones, se va metamorfoseando, ampliando sus limites físicos, musicales y literarios, y abre espacios a más culturas: la calle Trafalgar es calle china, en ciertas partes del Eixample ves supermercados latinos, en fin, se abre un dinamismo…
 
R.A.: Sí, puede ser un fenómeno creativo de carácter revolucionario, con un peligro que evidentemente se está advirtiendo y cada vez más es que la fuerza oscura respecto a esa fuerza positiva es el peligro de la homogeneización, es decir, que todo se parezca demasiado. El proceso de globalización que implica también una globalización del imaginario, origina dos movimientos contrapuestos completamente distintos: uno de carácter positivo, y otro muy peligroso. El positivo es el que ya referimos, el de la creación de nuevos monstruos de la imaginación a través de nuevas mezclas que a la fuerza renuevan las propias tradiciones. El peligro es que esto sea en cierto modo masacrado por esta especie de Moloch universal que es el capitalismo actual con sus medios aplastantes e uniformadores de comunicación, y que creo eso que de alguna manera ya estamos padeciendo cuando viajamos de una ciudad a otra: los mismos anuncios, los mismos comercios, las mismas películas… vivimos en un mundo sometido a una tensión de dos movimientos muy contrapuestos, uno por así decirlo fáustico, y otro mefistofélico. Uno muy creativo y otro que está siendo muy destructivo por el hecho de que está clonando las ciudades. Los medios de comunicación masivos en su dimensión global tienen a clonar la imaginación. La migración viva de las personas con sus historias, con sus relatos orales, etc, tienden a dinamizar la imaginación, son dos movimientos contrapuestos y estamos metidos completamente entre ambos.

 

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29 de abril de 2008
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El triunfo de los puritanos

Los cigarros habanos de la era Kennedy, que llegaban a la Casa Blanca de contrabando,  y los cigarrillos que van desapareciendo aún de calles y parques, donde la prohibición de fumarlos se extiende de manera implacable, se deshacen en puro humo placentero, y ni siquiera responden a las funciones biológicas esenciales. Por tanto son abominables pecados volátiles, sin esencia ni justificación ninguna ante las altas potestades morales. Pero los cigarros habanos aún se defienden frente a las severas campañas de salud, quizás porque sus precios de lujo los reducen al consumo de una elite que ya puede morirse sola, sin riesgos de que cunda su mal ejemplo.

Fidel hace tiempos había dejado de fumar, puritano como fue volviéndose en muchos sentidos ante el avance de la edad. Una vejez sin excesos, comportarse frente a las cámaras de televisión, de pie ante las tribunas, como un buen padre de familia austero y sin vicios, que puede enseñar lecciones sacadas de los pecados del pasado.

Terminó así abominando de los aromáticos habanos fabricados especialmente para él, una provisión siempre a mano a cargo de un ayudante, algo que Kennedy ya no tuvo tiempo de hacer, aunque es dudoso que hubiera dado ese paso. Ya sabemos que de puritano no tenia nada, según abundan los ejemplos en sus biografías: la falta de ejercicio sexual le daba dolor de cabeza. Sería que como buen católico irlandés bien sabía que los pecados siempre son remitidos, aún en el último momento, mientras que en el cielo de Fidel nunca hubo santos de los que ocultarse. 

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29 de abril de 2008
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El último espectador (10)

Para hacer más transparente su plan -esto también es un absurdo, dado que nunca quiso ser transparente-, Piglia debería haber escrito otro cuento apócrifo a la manera de Luba, aquel que atribuyó a Roberto Arlt. En este cuento, traspapelado entre los apuntes que Borges habría dejado al morir, Cervantes trataría de escribir La canción de Rolando palabra por palabra -y le saldría el Quijote.

/upload/fotos/blogs_entradas/el_juguete_rabioso_med.jpg¿No se convirtió Shakespeare en Shakespeare mientras trataba de ser Christopher Marlowe? ¿No es evidente que Roberto Arlt quiso escribir La pimpinela escarlata cuando produjo El juguete rabioso? Esta novela no existiría si Arlt no hubiese soñado con escribir un folletín, que se le torció por el camino como a Menard su deseo de concebir una obra maestra.

Así ha ocurrido siempre. "...Poe, que engendró a Baudelaire, que engendró a Mallarmé, que engendró a Valéry", dice Borges en Pierre Menard remedando las genealogías bíblicas. Una forma de entender si un artista es grande o no pasa por determinar si ha engendrado o no a otro artista grande -del que por supuesto, no puede hacerse responsable.

Los mejores momentos del arte ocurren cuando aparece algo que la tradición no preveía ni anticipaba claramente. La canción de Rolando no permitía anticipar la creación del Quijote. El teatro de Marlowe no permitía anticipar el estallido de Shakespeare. Nadie estaba preparado para Moby Dick, ni siquiera los lectores de la obra previa de Melville. No tiene sentido trasladar a la tradición la devoción que antes se reservaba para las religiones. Entiendo que críticos y académicos trabajen para conservar este corpus. (Quizás haya que ver aquí otro de los motivos del berenjenal de hoy: demasiados profesores escribiendo ficción, demasiados Menards justificando sus fracasos.) Pero en lo que a los artistas concierne, la tradición está allí para ser devastada, maltratada, saqueada, mal leída -y hasta ignorada.

Quizás la mejor película de Piglia que Piglia no escribió nunca sea Memento. Un policial donde un hombre olvida su historia cada noche y aprende a depender tan sólo de lo que escribe para sí mismo, mensajes que graba sobre su piel. Todo lo que no le sirve para sobrevivir ese día merece ser olvidado, salvo su propia tradición, la que crea al utilizar su propio cuerpo -y por extensión su propia existencia- como una página en blanco. Para el protagonista del film narrar no es difícil. Simplemente es necesario, condición sine qua non de su supervivencia. 

                                                      (Continuará.) 

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29 de abril de 2008
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Novelas políticas

Cada sábado, hay dos lecturas importadas desde Londres que son imprescindibles para mí: el suplemento Review de The Guardian que es de hecho un suplemento dedicado a la literatura; y el Financial Times, que tiene una reseñas excelentes como la que aparece en la última, The Spin in the tale. Es imposible traducir este título, pues sí sabemos que tale quiere decir cuento, pero  a lo que se llama spin en la política inglesa no es "torbellino" o "trompo" sino "trampa", una manera de engañar a la opinión pública, de cometer un abuso de comunicación sin salir del juego clásico de la política. El artículo es apasionante: al explicar cómo el gobierno de Margaret Thatcher provocó la aparición de una serie de novelas que pretendían describir la sociedad inglesa bajo el mando de la dama de hierro su autor, Adrian Turpin, no reconoce el mismo mérito a Tony Blair.

Se define muy bien, en este artículo, el trabajo de los novelistas que se meten en este camino: "su trabajo no consiste en decirnos algo sobre la gente en el poder, más bien de mostrarnos cómo ideas políticas, aunque parecen abstractas e impersonales, entran en el tejido de la vida diaria, infiltrándose en los hogares, lugares de trabajo y hasta en nuestras relaciones personales." Es lo que hacía Balzac en Francia y su obra sigue siendo lo mejor que se puede leer para entender a un amplio período del siglo XIX. El primer ministro Tony Blair, al abusar del spin, es decir, de una comunicación tan hábil que se sabía de la existencia del cambio sin ser capaz de entenderlo por completo, quitó mucho terreno a los novelistas.

No voy a citar el detalle del análisis de novelas inglesas que me quedan por leer (South of the River de Blake Morrison parece muy prometedora con su presencia obsesiva de los zorros, pues Blair prohíbe cazar con una jauría de perros a los zorros que entran en las ciudades) pero creo que Turpin pide algo obvio: sólo se entiende una vida política si se tiene su traducción literaria. Es una reflexión ineludible al cerrar la ambiciosa novela de Edmundo Paz Soldán, Palacio Quemado (Alfaguara). ¿De qué se trata? De Bolivia. De una Bolivia de verdad, es decir, la Bolivia de las "dos Bolivias", de los cuatro idiomas (español, quechua, aymara y guaraní), con su "guerra de la razas"; un país donde "los hombres de poncho no llegan al palacio".

El Palacio Quemado es el palacio presidencial en La Paz. El narrador se presenta como una persona apartada del poder (no lleva un cargo concreto) pero vive dentro del palacio y del posible spin: tiene como tarea escribir los discursos del presidente. Aparte de unas evocaciones del pasado (con una buena evocación de Barrientos), existen tres figuras clave para personalizar a la política: Fernando Canedo de la Tapia, presidente, blanco, es un veterano del poder (ya fue presidente en el pasado) y ahora un claro caso de "quiero pero no puedo"; Mendoza, el vice-presidente, es un hombre culto pero que lleva la cultura occidental en su cabeza; el Coyote es un ministro duro, desleal, quitando terreno a los blandos que no usan la fuerza del estado. Por fin hay el líder de la oposición, Remigio Jiménez, que se apoya en la influencia de los cocaleros.

/upload/fotos/blogs_entradas/palacio_quemado_med.jpgLo bueno que tiene la novela es su voluntad de no retratar de manera directa a actores reales de la vida política. Lo bueno y lo malo, quizás, es de no apartarse del retrato de la política como laberinto de retórica, envidia, retórica e impotencia. "La oposición a la ofensiva, el gobierno paralizado, ambos incapaces de ofrecer respuestas o alternativas concretas que fueran más allá del rechazo a ultranza o la defensa tímida del modelo neoliberal" es una descripción fiel de la política en muchos países de América Latina y la novela se parece mucho a esto. Tal como lo leí en el blog de Garzón Vallejo hay algo extraño en este libro: se lee de un tirón hasta el final, no se puede eludir una página y tampoco convence, deja la sensación de que no se logró todo. Una hipótesis: es un síntoma de un éxito pues la política es así, es el cuento de nunca terminar aunque seguimos escuchándolo.

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28 de abril de 2008
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Urueña – Villa del libro

No conocía Urueña hasta que no he sido invitada a los encuentros sobre relato celebrado allí el 18, 19 y 20 de abril. Ni siquiera había oído hablar de este pueblo y ahora sé dónde está, cómo es y, lo mejor de todo, me gustaría volver. Está a 55 kilómetros de Valladolid y es pequeño, empedrado, medieval, rodeado por una muralla bastante conservada, con un castillo que le da un tono de cuento muy apropiado, y varios monumentos más. La gran idea ha sido convertirla en libro, que el reclamo turístico sea un tipo de cultura dinámica, que haga participar al visitante, que lo implique, que no sea un lugar más de donde salir con el estómago lleno, sino también con la cabeza o por lo menos con un libro que llevarse a casa. Ha sido una buena idea darle a este lugar un sentido más allá de sí mismo. El éxito -si nos fijamos en lo ocurrido en el pueblo galés Hay-On-Way, donde nació el famoso Hay Festival- parece posible. Y es que con el tratamiento adecuado la cultura siempre ha sido un reclamo, que nos hace pensar que no salimos de casa a lo loco sino con un destino que nos va a devolver en mejores condiciones.

No puedo decir más, estuve lo justo para leer un relato, escuchar otros, comer bien y visitar las librerías llenas de lectores que ya tienen un lugar propio donde encontrarse en su salsa.

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28 de abril de 2008
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Malos pensamientos

/upload/fotos/blogs_entradas/pensamiento12_med.jpgEl pensamiento que de tanto nos sirve, con frecuencia se excede en su generosa solicitud. Muchos de los males que nos aquejan y se afincan en nosotros obedecen a la excesiva manía persecutoria del pensamiento que, tomando un asunto entre sus fauces, no deja el bocado amargo que acabará entristeciéndonos. En estos casos se desearía que el pensamiento actuara con menos empeño o eficiencia y transmigara a zonas donde no hay nada que apresar. La relajación se relaciona con este viaje hacia la ausencia de pensamiento o con un pensamiento tan diluido en su composición que ninguna materia interior sería un tropiezo. Pensamiento líquido y evaporado hasta el punto en que no fuera posible la suspensión de ninguna dureza. Pensamiento, en fin, en estado puro, libre de elementos cortantes y pesados que, en su interacción, convierten de hecho la cabeza en un artefacto de y hasta en un odioso aparato que pensando nos duele.

Contra el mal de pensamiento el olvido absoluto. Pero ¿cómo producir olvido? ¿Cómo librarse del pensamiento? Cualquier ejercicio hacia ese fin se enreda con la complejidad del pensamiento y accidentalmente lo activa, con lo que de nuevo, como siguiendo una orden tajante y su carril tenaz, nos conduce irremediablemente a la sede del martirio.

Cerramos los ojos, los oídos, la boca y todavía el pensamiento sigue iluminado y en infatigable actividad. "Piensa en otra cosa", se nos dice, para aliviar el mal pensamiento y en la otra cosa, mágicamente, aparecen inesperados pasadizos que nos conducen de nuevo a la estancia central. El espacio donde se encuentra aquel pensamiento fulgente que lejos de disiparse en su dilatación, se comporta como una acerada inundación donde naufragamos todo el día, otro día, hasta que la misma fatiga temporal mineraliza la obsesión y la descarga en el almacén común, desordenado, como una antigua y oxidada materia prima.

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28 de abril de 2008
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El Boomeran(g)
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