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Desastre aéreo

Cuando un coche tiene un accidente, enseguida se sabe si es que iba con exceso de velocidad, si adelantó indebidamente, si hubo fallo mecánico o si el conductor se durmió o estaba bajo los efectos del alcohol. Un avión es una máquina más complicada, que además vuela, pero cuyo control no depende de un particular, sino que está bajo la supervisión de una compañía aérea, de una flota de expertos y que es tripulada, no sólo conducida. Además existe un historial de averías del aparato y esas cajas negras que recogen hasta la última palabra dicha en la cabina. Mi pregunta es si de verdad se necesita tanto tiempo para saber qué provocó el accidente del avión de Spanair. Poco a poco van llegando noticias dispersas que se van descartando como posibles causas sin llegar a la causa o causas que produjeron la tragedia y que necesariamente existen.

Nadie se responsabiliza de nada, el tiempo todo lo diluye y cuando se sepa algo concreto los ánimos estarán más calmados y la mente distraída con otras cosas.

Incluso en estas circunstancias no pongo en duda que el avión sigue siendo el medio de transporte más seguro y que cuando ocurre lo que ha ocurrido con el MD-82 su impacto social y mediático es brutal, superior al de otro tipo de accidentes. Pero también es cierto que hay compañías que no ofrecen ningún tipo de explicación a los viajeros, que les hacen esperar horas y horas cuando no días enteros sin saber a quién acudir. Si a esta falta de consideración y de estar en manos de la nada añadimos una tragedia como la ocurrida, la sensación no es buena. Mientras tanto, mientras todo se aclare, el dolor de los familiares por sus víctimas nos apena a todos.

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29 de agosto de 2008
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La auténtica buena acción

El artista ha de servir ciertamente a sus semejantes, pero tan sólo puede hacerlo permaneciendo artista. Pues del verdadero fruto se alimenta la comunidad aun sin saberlo. Aquel que proclama el carácter ético de sus motivaciones creadoras es comparable al fariseo que loa su propia since­ridad. Al igual que la auténtica buena acción, el verdadero arte es ético sin proclamarlo, forjándose en el silencio:

"Sentía que no debía preocuparme de diversas teorías literarias que me habían durante un tiempo creado inquietud- concretamente las desarrolladas por la crítica durante el affaire Dreyfus, retomadas durante la guerra, y que en general tendían a ‘sacar al artista de su torre de marfil', a que tratara de temas no frívolos ni sentimentales, sino descriptivos de grandes movimientos obreros o, en su defecto, grandes masas, en cualquier caso nunca insignificantes ociosos...De hecho, incluso antes de discutir su contenido lógico, tales teorías me parecían denotar en quienes las sostenían una prueba de inferioridad, como un niño realmente bien educado que escuchando en la casa en la  es invitado a personas que dicen ‘nosotros no nos andamos con remilgos, hablamos con franqueza', siente que ello denota una calidad moral inferior a la buena acción pura y simple que no dice nada. El verdadero arte nada tiene que ver con proclamaciones de este tipo y se realiza en silencio." (La Pléiade 3 p. 881.)

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29 de agosto de 2008
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Todos los premios, el premio

/upload/fotos/blogs_entradas/premio22_med.jpgLos premios literarios están todos amañados: ahí tienen otra de esas mentiras que han prendido aprovechando la yesca de la suspicacia, tan abundante en este mundillo algo reseco de nuevas ideas. Es cierto que muchos de ellos, sobre todo los más importantes, están destinados a personajes conocidos, a escritores más o menos de relumbrón cuyos solos nombres resultan un gancho para las rápidas ventas de sus libros. Más vale no presentarse a ellos. Y por lo mismo, ya que todo el mundo parece saberlo igual que yo, tampoco me resulta claro que siempre haya tantos concursantes, edición tras edición. Tanto olímpico enfadado con la venalidad de esos premios a los que muchos envían por triplicado sus trescientas páginas de novela esperando que la calidad sin fisuras de su obra se abra paso en el magín de los jurados...y por fin se haga justicia!

También hay otros premios literarios que parecen producto de un negocio más discreto entre agentes o editores y se conceden a novelistas por los que se apuesta más o menos en firme. Suelen ser premios en los que sospechosamente gana algún escritor relativamente conocido y a veces, vaya coincidencia, que ya ha publicado en el sello que auspicia el premio. Pero por lo que sé, incluso estos últimos tienen que competir. Digamos que no están del todo concedidos, sino que algunas novelas (o una sola) pasan directamente a cuartos de final donde tienen que luchar con los libros elegidos limpiamente por el jurado que, como me consta, nunca sabe cuál es el libro que se ha colado, pues todos van con pseudónimo.

Pero muchos, muchísimos otros -y entre ellos alguno de prestigio y dinero- resultan completamente limpios y honrados, pues sustentan su crédito precisamente en estar libres de sospecha. Hay un comité de lectura, un filtro previo que deja a los jurados con la absoluta responsabilidad de premiar lo que su criterio dicte, sin saber quién o quiénes son los participantes. Y eso resulta valioso para el escritor novel que puede así calibrar la calidad de su trabajo o al menos la aceptación del mismo ante unos lectores que no lo conocen de nada y por lo tanto están fuera de sospecha respecto a sus juicios de valor.  Pero hay un motivo, a mi entender, más valioso para participar en uno de los muchos premios que se prodigan en España e Hispanoamérica: Enviar a concurso un cuento, un conjunto de cuentos o una novela significa además poner a prueba nuestra capacidad de trabajo y nuestra disciplina: hay un plazo y es necesario terminar, corregir y pulir el texto para cumplir con el mismo. Esa obligatoriedad para con el trabajo literario -un poquito agobiante, también- es el germen de las buenas ficciones. Los premios pueden dar dinero e incluso reconocimiento, pero sobre todo nos dan rigor y disciplina a la hora de escribir.

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29 de agosto de 2008
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Puente aéreo

/upload/fotos/blogs_entradas/ithaca_med.jpgHace unos días Gustavo Faverón estuvo por Ithaca. Su esposa, Carolyne Wolfenzon, tenía que defender su excelente tesis doctoral sobre la novela histórica en América Latina (esta tesis hará mucho por, entre otras cosas, consolidar el prestigio creciente de di Benedetto, un autor conocido sobre todo por Zama). Durante un par de noches, Gustavo, Carolyne y yo nos pusimos al día y hablamos de todo y de nada, como tiene que ser.

Gustavo tenía una sorpresa para mí. El manuscrito de El anticuario, su primera novela. Acabo de leerlo. Es una excelente novela, que echa por tierra ese lugar común de que en todo crítico anida un novelista fracasado. El anticuario comienza con ecos intencionales a Borges y Paul Auster, para luego desmarcarse y crear su propio mundo narrativo. Esta es la historia de Daniel, un hombre encerrado en un sanatorio mental, y de los intentos del narrador por comprender por qué Daniel, un día tres años atrás, en un acceso de locura, mató a su pareja, Juliana. La atmósfera es la de un cuento de terror, pero los sustos no tienen mucho que ver con fantasmas góticos sino con las intermitencias del corazón, con los extraños lazos fraternales y sentimentales que nos unen y también desunen.

Tengo mucho más que decir sobre esta novela, pero es un poco raro reseñar un libro que por ahora sólo existe como manuscrito. En todo caso, me alegra saber que, una a una, todas las promesas de lo que podía llegar a ser Gustavo están siendo cumplidas.

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29 de agosto de 2008
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Lo fácil de lo difícil

/upload/fotos/blogs_entradas/nietzsche_ecce_homo_med.jpg"Nunca me ha parecido tan fácil, tan facilísima la vida, como en aquellos momentos que exigía de mí las cosas más difíciles". La sentencia es de Nietzsche (¿cómo no?) y se lee precisamente en su libro Ecce homo.

Este hombre que se tuvo por un superhombre, un ser superlativo, no podía enfrentarse tan solo a los desafíos más comunes (aunque también los padeció en cuanto autor de libros, en cuanto enfermo su salud y como amante) pero ocurre que muchas de sus más acaloradas y jactanciosas soflamas acaban calentándonos el corazón.

Toda situación que no alcanza a culminar en su máxima gravedad induce a juguetear con ella, afrontándola más o menos de acuerdo a los cánones o reduciendo su variable valor según los asesoramientos populares. También cabe taparse los ojos ante su inoportunidad y dejar que las circunstancias, el tiempo, el azar o la sabia conjunción de los astros decidan la conducta a seguir u obedecer. En esos casos, en situaciones sin la máxima dificultad, hace más difícil clavar un diagnóstico, ser preciso en la consideración y actuar atinadamente o en consecuencia, la inteligencia, la energía y el saber, se ponen más a prueba ante la volatilidad del mal que ante las adversidades que "no tienen vuelta de hoja". Ser héroe ante el acoso más grave no despierta gran interés gnoseológico. Lo difícil, lo más difícil, lo interesante, es tratar con circunstancias que no habiendo cuajado en un objeto tan duro como una roca, presentan una plasticidad que brinda diferentes puntos de vista. Su masa aciaga puede llevarnos al abismo pero en esa caída formidable nunca sabremos quién ha sido el verdadero autor de la tragedia. En el caso, sin embargo, del mal absoluto nuestra oposición absoluta crea obligadamente un espacio fulgurante.

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29 de agosto de 2008
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Galería de espectros: Goliat

Rafael Argullol: Hoy, en mi galería de espectros, he visto la cabeza cortada de Goliat.

Delfín Agudelo: ¿Viste acaso el espectro representado por Caravaggio?

R.A.: Sí. Pero la cabeza cortada de Goliat no es solamente pintada por Caravaggio sino es como si Caravaggio se hubiera mirado al espejo porque se autorrepresentó en esta cabeza. Es un viraje interesantísimo que también puede contarnos sobre los cambios que se producen en el barroco que Caravaggio está representando con respecto al renacimiento. La querencia renacentista por el personaje David es cambiado en el caso de Caravaggio y otros artistas barrocos por la atracción por el derrotado y degollado Goliat. El ejemplo preciso es Caravaggio, hasta el punto de identificarse con él. A mí esta identificación me parece interesantísima, que realiza no una sino varias veces, porque en ella se pone de manifiesto también que ese maravilloso pintor lo tenía muy asumido. Y era el papel sacrificial del artista frente al equilibrio o serenidad armoniosa que en general defiende el artista renacentista. El artista barroco introduce un juego mucho más dramático de luces y sombras, en el cual en cierto modo someterse el propio artista al ser la víctima, a ser sacrificado en aras del arte, se convierte en un juego habitual. En ese sentido Caravaggio tiende en su obra a mostrar un violento masoquismo, espléndido desde el punto de vista pictórico y visual -no olvidemos que es Caravaggio quien lleva más lejos esa iluminación interior de los cuerpos propia del barroco-, pero que en su caso se manifiesta sobre todo en las pinturas de los últimos años, que es cuando adopta fundamentalmente la máscara de Goliat. La pintura de los últimos años adopta una casi insoportable tensión dramática, sacrificial, que nos puede hacer llegar a la conclusión de que el artista sólo llega al final de la obra si es capaz de arrojarse en esa misma obra y en cierto modo si es capaz de extinguirse en ella.  

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29 de agosto de 2008
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Las leyes de Somoza

/upload/fotos/blogs_entradas/pedro_joaqun_chamorro_cardenal_libro_med.jpgEl viejo Código Penal usado por el juez para condenar al poeta Ernesto Cardenal, fue reformado en tiempos de la dinastía Somoza gracias al poder de un personaje llamado Cornelio Hüeck, allegado íntimo del dictador, que inició un pleito por injurias y calumnias contra Pedro Joaquín Chamorro, quien desde las páginas del diario La Prensa fustigaba los negocios sucios y los abusos de poder del propio Somoza, y de su cómplice Hüeck.

Fue una reforma pasada a todo vapor el Congreso Nacional dominado por Somoza, y hecha a la medida de los deseos de venganza de Somoza y de Hüeck contra Chamorro: se creó así un procedimiento sumario para los juicios por injurias y calumnias, sin derecho a recurrir el acusado ante la Corte Suprema de Justicia en caso de ser condenado. La "ley Hüeck" dice también que en caso de que el condenado se niegue a pagar la multa, que en este caso es de 20.000.00 córdobas, deberá sufrir un día de cárcel por cada córdoba de la cantidad total, es decir, el poeta Ernesto Cardenal debería ahora cumplir una condena de 20.000 días, para lo que un hombre como él, de 83 años de edad, necesitaría otra vida entera.

Las leyes de Somoza sirven entonces para juzgar y condenar a mansalva a un poeta de talla universal, y que fue uno de los símbolos de la revolución, sólo porque, igual que en tiempos de Somoza, decir lo que uno piensa del régimen se vuelve un delito de lesa majestad.

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29 de agosto de 2008
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El final de la línea

Hoy Shakespeare sería un guionista', le dijo George Steiner a Juan Cruz en el dominical de El País. Estoy de acuerdo. Un hombre acostumbrado a beber la reacción del público como si fuese el agua necesaria para vivir no se resistiría a la multiplicación que representan el cine y la TV. Y mucho menos a estar en la cresta de la ola, en aquel medio popular -el adjetivo no está de más aquí: el teatro isabelino era la TV de su día- donde se estén cocinando las obras más interesantes, más vitales y más cuestionadoras. ¿O acaso no resulta evidente que la ficción televisiva de hoy produce relatos más profundos y perturbadores que buena parte de la novelística actual?

Viendo los materiales extras de la quinta temporada de The Wire, descubrí a Joe Klein -columnista político de la revista Time y autor de aquel best-seller político de consecuencias incendiarias, Primary Colors- suscribiendo un argumento parecido. ‘¿Qué a The Wire no le han dado nunca un Emmy? ¡Si tendrían que darle el Nobel de literatura!', dijo, sin temor a ser hiperbólico. Yo al menos atesoraré la edición en TV de las cinco temporadas en el estante de mis obras dilectas, desde Moby Dick -la novela original- a Citizen Kane, desde Prime Suspect -la miniserie inglesa- hasta Watchmen... y las obras completas de Shakespeare, por supuesto. Porque mi cabeza no hace distingos entre soportes: en el fondo no importa si se trata de novela u obra teatral, serie de TV, cine o historieta, lo que busco son historias inolvidables. ¡El formato es lo de menos!

Y de manera consistente, The Wire ha sido para mí una historia inolvidable. En su entrega final, el creador y productor David Simon -asistido por un equipo del que forman parte los maravillosos escritores Dennis Lehane, George Pelecanos y Richard Price- se ha centrado en el mundo de la prensa, y en particular en la decadencia de los diarios, formulándose la pregunta de cuán lejos se puede llegar con una mentira. (En una sociedad como la nuestra, la tentación es creer que se trata de una pregunta retórica.) Siempre centrada en Baltimore -que es el mundo, qué duda cabe- y con eje en un grupo de policías que tratan de hacer su trabajo en contra de la burocracia, de las presiones políticas y de los recortes de presupuesto, The Wire vivirá para siempre como un relato sobre un sistema que devora a sus criaturas y escupe sus huesos para saciar la sed general de espectáculo. Al tiempo que analizaba en profundidad el laberinto sin salida de nuestras sociedades, The Wire creó una galería de personajes imperecederos. El cierre de su temporada final, enhebrando los destinos de gente tan disímil como el killer Omar Little (Michael K. Williams), el drogadicto Bubbles (Andre Royo) y el adolescente Duquan Weems (Jermaine Crawford, interpretando uno de los personajes más desgraciados de la historia desde Oliver Twist -pero sin final feliz), constituye uno de los picos más altos del arte al que ha llegado la TV en su medio siglo de vida./upload/fotos/blogs_entradas/jimmy_mcnulty_dominic_west_med.jpg

Yo no puedo evitar sentirme identificado en alguna medida con el renegado de Jimmy McNulty (Dominic West). Contemplando el arco de su historia, la vinculé a la definición de la vida que George Steiner atribuyó a Samuel Beckett en la entrevista de Juan Cruz: ‘Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor'.

En eso estamos todos. 

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29 de agosto de 2008
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Gorki Águila

A pesar de las noticias sobre la reducción del número de prisioneros políticos en Cuba y del supuesto cambio promovido por Castro II (apodo de Raúl Castro) estoy preocupado por la situación de Gorki Águila. Tal como lo cuenta la BBC el cantante del grupo de rock Porno para Ricardo fue detenido por "peligrosidad social", manera suave de decir que las autoridades cubanas quieren sacar a una persona de la calle. Un individuo peligroso no ha cometido ningún acto castigado por la ley pero puede ser condenado a la cárcel (entre 1 y 4 años) para prevenir este acto potencial (es la ley cubana).

Por supuesto, la blogosfera de la oposición cubana se moviliza y se muestra indignada. En mi opinión, es un acto cometido por un tonto de la burocracia, Castro II no está al tanto, acaba de descubrir un error y ahora vive la alternativa clásica: perder la cara frente a la "oposición" o actuar de manera inteligente devolviendo a Gorki Águila al territorio natural de un rockero, la calle.

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28 de agosto de 2008
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La vida de un pulpo

No sabemos mucho, algunos no sabemos nada, de la vida del animal marino que tantas veces nos hemos comido. Es uno de los símbolos de este lado del mundo, es el principal sustento para muchos humanos cercanos al mar o de tierra adentro. El pulpo, como el bacalao, aguanta el tiempo y el clima. Una vez leí un apasionante libro sobre la vida del bacalao y su importancia en el crecimiento de ciudades claves del mundo occidental. El bacalao permitió que el hombre de secano comiera ese preciado alimento lejos de su entorno.

Un estudio de la Universidad de Vigo nos revelará en unas semanas uno de los secretos que rodean a este Octopus vulgaris, ¿cuál es la edad del pulpo? No sabemos, algunos, si ese exquisito compañero de mesas, de barras de tabernas, de días de fiesta es mayor, joven o medio pensionista. Y no sabemos si viven mejor aquí, en las costas gallegas, o en las orillas de Lesbos o en los mares australes. Nos preocupamos muy poco por eso que ingerimos. Apenas nos preocupa su vida, su recorrido, su sexualidad, sus viajes o su muerte. ¿Cuántos años habrá pasado comiendo sardinas -o lo que coma- para llegar a ser ese trozo cocido, cortado, aceitado y salpimentado que me dispongo a comer? Estoy deseando saber un poco más de la vida del pulpo. Tengo un difuso recuerdo de un libro, creo que de Roger Callois, que hablaba de la apasionante vida de los pulpos. Lo buscaré.

El otro día comiendo una anguila en las orillas del Avia recordé la apasionante vida, el maravilloso recorrido que hace este pequeño y carnívoro pez. Desde los ríos gallegos al mar de los Sargazos, cerca de las Bermudas, dónde desovan y mueren. Y desde dónde las larvas vuelven por el camino marítimo de sus progenitores para hacer el recorrido, ser angulas y, con suerte, sobrevivir como anguilas para vivir tranquilas en el río y volver al mar para el camino de vida y muerte. Vida viajera, llena de aventuras y también de hermosos lugares para el reposo.

¿Y la lamprea? ¿Cómo será la vida de la lamprea? Creo que me queda mucho por leer. Necesito unas décadas. Quiero sobrevivir a los pulpos que me tengo que seguir comiendo.

Por cierto, que canción tan bonita dedicaron al pulpo los queridos Beatles. Ahora mismo me voy con su música a tomar una de pulpo. Me quedan minutos de vacaciones.

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28 de agosto de 2008
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