Javier Rioyo
Contaba ayer Luis García Montero la conveniencia de aplaudir una puesta de sol. Unos aplauden los atardeceres del mar de Cádiz, otros aplaudimos la manera de ponerse el sol en este finisterre de otro sur, el sur gallego. Qué hermoso es un atardecer, siempre repetido, siempre igual, siempre diferente. Cuando esperamos el último rayo del sol, esperamos en silencio, admirando, con la pequeña emoción de volver a ver un espectáculo que nos gusta, que conocemos, que cambia cada día pero que lo hace sin grandes sorpresas. El placer, el gozo de volver a ese lugar de los sentimientos dónde están algunas cosas que nos gusta repetir. Volver a mirar una puesta de sol. Volver a besar. Todos los besos son diferentes. Como diferentes son los atardeceres.
Nunca hemos visto el rayo verde. Incluso no estamos seguros de que exista pero no hay atardecer que no tengamos la esperanza de que alguna vez tengamos ese premio. ¿Será una superstición? Es posible pero desde que leímos a Julio Verne siempre esperamos esa última luz que algunas veces, dicen, se produce con el último rayo del sol.
Volvimos a ver la película de Eric Romher, uno de sus cuentos morales, "El rayo verde". Habían pasado más de veinte años desde que una tarde en los cines Alphaville salimos tristes y alegres de esa historia de una mujer vegetariana, espiritual, soñadora, solitaria y maniática. Una extraña mujer que no estamos seguros de haber querido conocer. Una mujer que confía en cuentos, en leyendas, en señales que hacen que la vida pueda cambiar. Ver el rayo verde y cambiarte suerte. Ver el rayo verde y encontrar el amor. Una hermosa manera de engañarse, de ilusionarse cada día con otro atardecer. Me vuelve a gustar ese cuento moral del Romher, siempre me gustan esos franceses moralistas tan inmoralistas, desde los pensadores del siglo XVIII a los cineastas que vinieron con la nouvelle vague. Tengo que volver a Romher.
Sigo sin ver el rayo verde pero me gusta aplaudir cada día los atardeceres de este sur del norte hacia el noroeste. Este lugar que es como esa Andalucía imaginada, idealizada de Luis García Montero, de Luis Cernuda de otros andaluces que saben que también en Galicia está esa metáfora del sur, esa Andalucía que todos nos merecemos. Unos más que otros. Brindis al sol en esta mañana de luz de Agosto. Aplauso al sol cuando se esconda por nuestro mar de todos los veranos.