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El dinero libidinal

"Al terror intermitente y violento de epidemias excepcionales, ha sucedido el temor constante a endemias ordinarias que hasta ahora habían pasado desapercibidas", dice Paul Virilio en Ce qui arrive. La epidemia es, entre el sensacionalismo, la estrella. De un superprotagonismo a otro, /upload/fotos/blogs_entradas/paulvirilio_med.jpgdel "efecto tequila" al "mal de las vacas locas", de la "fiebre aviar" a la "crisis financiera". La película del mundo va plasmándose sobre una pantalla global donde se suceden los sensacionales spots del fin del mundo. Unos más y otros menos, los impactos van todos dirigidos  a convertir el temor en la sensación primordial de la existencia, sea la existencia de los seres humanos o de la Naturaleza. Como en los tiempos primitivos el miedo exterior provoca una introyección de la amenaza y con ella se agudiza la desconfianza permanente, la alerta incesante, la vida suspendida de un hilo, cada vez más fino y débil, expuesto al inminente soplo del Fin Final.

¿Será precisamente esta conclusión la que trae consigo la actual implosión del sistema? Si el capitalismo tuvo su pilar inaugural en el comercio y, dentro del comercio, en la estructura libidinal del dinero, signo de la represión sexual de la mujer y su cosificación como mercancía, ¿qué posibilidades le queda al capitalismo de prosperar cuando la mujer se libera y pasa de objeto a sujeto, de mercancía a especulador, de patrón de intercambio a actor,  de la esclavitud a la manumisión, del encierro de su libertad a su libre proliferación epidémica en todas las esferas del conocimiento, del negocio, de la cultura o del poder? ¿El verdadero fin del mundo conocido? El radical fin del mundo patriarcal con el dinero/fetiche. Los tiempos cambian y precisamente por el flanco que menos era posible  prever. Todos los hundimientos (del sistema, del imperio, de la normalidad,  de la masculinidad, del buque) llegan por el flanco que menos se espera. La Causa Suprema, la Causa Determinante, nunca deja oír sus pasos y jamás muestra el rostro de su causalidad.

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12 de noviembre de 2008
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La nueva corte de Washington

Dime de quién te rodeas y te diré quien eres. La instalación de un nuevo presidente en la Casa Blanca es un rito de paso que da lugar a muchos exámenes y pruebas. Estamos ahora en el momento de las apuestas, las sugerencias, las presiones...Los distintos grupos de interés quieren colocar a quienes les representen. Los más ambiciosos se abren pasos a codazos. Los hacedores de reyes, esos personajes que quieren hacer notar su influencia, intentan imponer a sus recomendados. Todo esto se traduce en filtraciones, rumores o meramente en la utilización abierta de los medios de comunicación para lanzar un nombre, un globo sonda o un valor que no estaba en el mercado.

La lista de quienes pueden recibir grandes encargos del presidente Obama empieza a ser larga. En ella están candidatos presidenciales derrotados como John Kerry o Hillary Clinton, actuales cargos de Bush como Robert Gates, republicanos con cargo como el gobernador de Califormia Arnold Schwarzeneger o sin cargo como Colin Powell, antiguos secretarios de Estado de Clinton como Lawrence Summers, un ex embajador en Naciones Unidas como Richard Holbroolke, un ex vicefiscal general como Eric Holder o el presidente de la Reserva Federal de Nueva York Timothy Geithner.

Se detecta, de una parte, una cierta voluntad de apertura partidista, transversalidad o, como se dice en Estados Unidos, bipartidismo: hay que trufar el nuevo equipo con los nombres de algunos republicanos ilustres. De la otra, destaca en las quinielas la cantera del anterior presidente demócrata, Bill Clinton. Esto último también sucede con los equipos que están preparando el relevo: John Podesta, el último jefe de gabinete de Clinton, es quien se encarga de ello; y el próximo jefe de gabinete ya nombrado, Rahm Emanuel, fue consejero especial de la Casa Blanca entre 1993 y 1998.

La instalación del nuevo equipo llevará tiempo. La costumbre dice que en Thanksgiving, el Día de Acción de Gracias, que cae este año en 27 de noviembre, deben conocerse todos los nombres. Si es así, será el momento de observar y analizar qué tipo de equipo ha construido el nuevo presidente. Si se rodea de los mejores, como apuntan buena parte de los nombres barajados, tendremos un nuevo signo positivo acerca del tipo de presidencia que nos aguarda: ya se ha escrito, entre los profetas optimistas, que Obama será un gran presidente. (Para Estados Unidos, naturalmente. Algo que suele ser también bueno para el conjunto del planeta). Lo malo son los presidentes que se rodean de mediocres y arribistas, o de gente a la que pueden dominar y puentear. Es decir, los presidentes que prefieren la mediocridad y la sumisión a la inteligencia y la rebeldía. No daré nombres ni miraré a nadie.

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12 de noviembre de 2008
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Otro espíritu sobre las aguas

Varios hombres sentados a una mesa están jugando a las cartas. Chupan distraídamente sus pipas de barro y sueltan espesas nubecillas. Tienen entre las manos esos naipes mil veces usados que se pegan a los dedos, pero es justamente esa cualidad doméstica lo que hace que tarden mucho en cambiar de baraja. Los naipes nuevos resbalan suavemente los unos sobre los otros, se deslizan limpios y rectos cuando se abaten sobre la mesa, son duros y fríos. En consecuencia, sólo pueden ser plenamente aceptados cuando, al cabo de los meses, vuelven a tener esa cualidad húmeda, combada, cálida que comparten con el morro de los perdigueros apiñados y ateridos de frío en el patio de la taberna, cuyos leves gemidos llegan a veces hasta la mesa de juego. Entonces algún jugador musita un nombre en susurros, "Momo" o bien "Dana", como si su perro pudiera oírle a esa distancia y es el caso que, en efecto, uno de los canes calla, da dos vueltas sobre sí mismo y se tumba a dormir enroscado sobre el frío suelo.

En otra mesa cercana, dos hombres y una mujer beben vino ligeramente turbio en sendos vasos muy altos, conos de vidrio que reflejan la luz de una lucerna. No hablan, sólo se miran de vez en cuando y comparten una sonrisa, un cabeceo, un alzamiento de cejas. Sobre la mesa de madera rayada por el uso hay restos de nuez. Uno de los hombres ha debido de cascarlas con la empuñadura del cuchillo que puede verse a la derecha, junto a la mano de la muchacha, una mano pequeña y mórbida que queda al final de un brazo blanco, carnoso, desnudo como sus hombros y su cuello, a pesar de ser invierno. Es una moza de las que allí llaman "de cuerpo de oca", apenas adolescente pero ya con el aire rotundo de la matrona que será dentro de escasos años. La ropa es casi lujosa, aunque no tanto como los calzones, el jubón y las botas anchas del hombre del puñal./upload/fotos/blogs_entradas/terborch_el_concierto_med.jpg

De pronto, para nuestra estupefacción, los naipes vuelan de las manos de los jugadores y se fijan en un cuadro que cuelga del museo nacional de Amsterdam. Lo mismo sucede con los perdigueros cuya figura, el pelo corto y suave, el rabo que fatiga la tierra, las orejas colgantes, se trasladan y quedan fijos en otra tela contigua. Y lo más asombroso, igual sucede con la sonrisa que el caballero del puñal ha cruzado hace un instante con la atractiva muchacha de los hombros desnudos. Allí está la sonrisa, tan efímera, tan atada a un instante insignificante, casi inexistente, paralizada por los siglos de los siglos en un cuadro de museo. Seguimos mirando atónitos las pinturas de este milagroso Rijksmuseum y vemos pipas de barro, nueces cascadas, alfombras, sobres de cartas, abejas, una mondadura de limón, la mujer que saca a pasear a su hijo envuelto en un atadijo de lana, otra que arroja a la calle el oscuro contenido de una bacinilla, el vaso de vidrio cónico con el reflejo de la ventana, en fin, la vida corriente, vulgar, sencilla, los objetos, las situaciones comunes, todos transfigurados en obra de arte.

¿Qué pudo suceder en la Holanda del siglo XVII para que se diera este ataque feroz, despiadado, contra lo más humilde, aquello a lo que nadie había dado importancia, lo que siempre pasó inadvertido como mera dilación de nuestra piel, de modo que ya nunca más el naipe usado, el morro del perdiguero, la copa de vino o la sonrisa galante pertenezca a sus dueños sino a todo el mundo? Porque desde el momento en que fueron elevados a obra de arte, aquellos objetos y momentos de la vida común dejaron de ser instantes y cosas personales, individuales, inconfundibles, vivientes, y se convirtieron en signos perfectos, así que ya nunca más pudimos beber en ese vaso alto de vidrio sin pensar que era un Terborch, ni percibimos una sonrisa tabernaria sin recordar a Brouwer, ni pudimos pisar una alfombra que no nos dijera: "Cuidado, soy un Vermeer".

En el paroxismo de esta elevada abstracción y con un insoportable grito de alegría, Heidegger celebra que en las botas pintadas por Van Gogh se encuentre la fatigada experiencia de las botas verdaderas, sus múltiples caminos, la apretura de unos pies deformados y contrahechos, el barro, el polvo, toda una vida al servicio de su dueño. Y sin embargo, es todo lo contrario: esas botas elevadas de rango ya no son el útil del labriego, del caminante, del peregrino o del propio Van Gogh en tanto que excéntrico ciudadano, buen bebedor y de oficio sus pinceles, sino el signo abstracto del dolor humano encarnado por un icono que destruye para siempre las viejas botas que todos hemos amado con locura y por cuyo amor hemos tardado demasiados años en comprar unas nuevas. Pero las nuevas son duras, inflexibles, frías y no las redimen nuestras viejas botas convertidas ahora en obra de arte. También Van Gogh era holandés, claro está, y verdugo de botas, sillas de mimbre, mesas de billar, jugadores de naipe o comedores de patatas. Nunca, que yo recuerde, de sonrisas, aunque sí de orejas recién cortadas o de pipas encendidas que en breve se apagarán. Toda esa vida inmediata y verdadera, cálida y desesperada y dolorosa y placentera, la nuestra, la de todo el mundo, abstraída ahora y petrificada en una imagen única y universal.

¿Por qué en Holanda y durante esos años? ¿Por qué había llegado el momento de condenar a la eternidad precisamente lo menos duradero, lo más próximo a nuestra piel? Hay una vieja leyenda que explica este misterio mediante una adulación del pueblo holandés, el cual habría ganado su tierra al mar y a los poderosos ejércitos español y francés, con tanto sacrificio, tanta inteligencia, tan sobrado coraje, que en cuanto gozaron de una bien ganada paz miraron a su entorno como sólo se mira a lo divino y pidieron que se detuvieran los amados objetos comunes, lo cotidiano, el milagro de la vida vulgar, que se eternizara, para luego colgar de sus paredes ese milagro que es un vaso de vino, nueces de cáscara rota, viejas botas o naipes fatigados. /upload/fotos/blogs_entradas/naturaleza_muerta_con_brida_med.jpgSólo que cuando eso tan íntimo y efímero se vive como un milagro, deja de ser prescindible y efímero y pasa a convertirse en un desafío del intelecto, algo así como el deseo de una fórmula sensible para una geometría material. "Una copa común significaba más de lo que significa, como si se tratara de la suma de todas las copas: la esencia de su especie", escribe el poeta Zbigniew Herbert en Naturaleza muerta con brida, escrito bajo el hechizo de Holanda.

Establecidos ya en su paz, en su negocio, en sus bellas y limpias casas repletas de objetos valiosos, dice Hegel, los holandeses se enfrentaron a un horizonte de espesa bruma, a una atmósfera gris, de modo que buscaron con enconada fascinación las luces, los reflejos, la coloración y los juegos lumínicos. ¿Atmósfera gris, horizonte de bruma?, esa es la vida que todos vivimos. Fue en efecto la terrible inanidad de la vida vulgar tan duramente ganada, lo que les llevó a proponer una eternidad alternativa (pero sólo figurada), espantados por la nueva guerra que ahora se les desataba y en la que tanto los vencedores como los vencidos iban a ser ellos mismos, la guerra de la insignificancia del vaso de vino, del naipe viejo, de la muchacha blanca como una oca, cuando ya no se puede vivir pegado a lo inmediato, cuando se alarga el tiempo y se impone la abstracción, cuando la transacción comercial es más fuerte que la lucha contra el mar o la muerte. Cuando las cosas pasan a ser mercancías.

Artículo publicado en: El País, 8 de noviembre de 2008.

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12 de noviembre de 2008
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El reverso de Rita Levi- Montalcini (2)

Arrastrar la vejez como se arrastra un fardo, escribía ayer en relación a esa pretensión de ser amado no por la actual condición sino por la que ya has perdido. A edad muy avanzada una persona puede ser amada por las eventuales virtudes morales, por la tensión con la que  mantiene la vida del espíritu (así  el evocado caso de Rita Levi-Montacini, que conserva  a los 100 años no sólo la lucidez, sino la voluntad creativa en disciplinas en la que tantos tiran la toalla apenas alcanzado el medio siglo), o simplemente por la entereza con la que se contempla de frente la debilidad de cuerpo y espíritu, sopesando si el platillo de la dignidad sigue o no prevaleciendo sobre el platillo de la decrepitud.

Lo que no cabe -salvo en esa corrupción del amor que es el gusto por lamer el muñón del leproso- es que sea realmente amada la persona que reduce su existencia a gestionar los dividendos de lo que un día fue fertilidad creativa y en consecuencia objetiva riqueza. Incapaz ya de forjar una fórmula o labrar una frase, pero engañándose a sí misma con la vana esperanza de que los demás no percibirán esta impotencia suya, esa persona pide del otro a vez la devoción ante el genio y la sumisión ante el amo; exige que al tenderle las pantuflas que no puede alcanzar por sí misma (en razón aun más de la pereza que de la enfermedad), se alcen unos ojos que conserven un rescoldo de embelesada y juvenil inocencia.

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12 de noviembre de 2008
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Deconstruyendo al autor

Fotograma Rafael Argullol: Pero se rompe una y parece que la multitud a través de los medios puede asomarse al edificio, y entonces todo tiene una demoníaca coherencia que hace que el escritor se convierta en uno de los personajes de sus propias obras.

Delfín Agudelo: Hay dos películas que creo que de alguna manera ilustran esto. Una tiene que ver con u escritor y otra con una persona que vive su vida imaginativamente. Pienso en Big Fish de Tim Burton, que es la creación de la realidad a través de personajes bizarros con los que al final se encuentra; y más cómico aún, una película que comentamos hace poco, Deconstructing Harry de Woody Allen: aparentemente es la constante preparación para su propio juicio a través de mundos imaginativos o de una existencia de veraz ficción. Esta súbita revelación de la interioridad no deja de ser en muchos aspectos peligrosa para el escritor como ser humano y como cohabitante en un sistema judicial y legal, puesto que todo lo que está diciendo puede ser utilizado luego en contra suya. Uno de los casos más representativos es el de Wilde, cuando Carson le acusa en su juicio por inmoralidad no solamente de frases escritas a Lord Alfred, sino de frases escritas en Dorian Gray: resulta utilizando la ficción para juzgar en la realidad.

R.A.: Es que si se llegara a imponer esa idea orwelliana de que evidentemente los argumentos de los escritores ya llevan en sí la trama de su propio delito -como en el caso que efectivamente se dio hace relativamente poco, no sé si en Polonia o alguno de los países del este, en que hubo alguien que primero asesinó y luego escribió una novela sobre el asesinato-es decir, si eso se convierte en una pauta general por la presión de la llamada opinión pública, nos encontraríamos con una especie de censura brutal de la literatura. Y eso podría pasar: de la misma manera de que lo políticamente correcto ha estado presente en todos los campos, también ahora empieza a aplicarse de manera bastante coactiva en el campo de la literatura. Volviendo sobre un autor ya comentado, me gustaría saber si en nuestros días Nabokov libraría la piel si publicara Lolita, porque muy probablemente sería acusado de escándalo público, sexual y de pederastia. Si se llegara a querer alguna escuela crítica, de carácter orwelliano, en el cual se juzgara todo a través de la propia construcción del escritor, qué pasaría: que cada vez más los escritores serían fabricantes de artefactos en los cuales no se refleja para nada su propia verdad. Un escritor que fabrica best sellers, generalmente no coloca nada de su verdad, sino solo piensa en el público, en comunicarse en medio de la oferta y la demanda. Pero claro, la imagen que nosotros defendemos del escritor que es aquél que se vierte o intenta verter lo que su experiencia y verdad le dictan no puede estar escribiendo coaccionado por esa especie de ojo orwelliano que le juzgará según las tramas que construye.

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12 de noviembre de 2008
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III. No hay cadena perpetua

Pero no eran palabras de un decorado retórico las que Lévy escuchó con desdén, sino un detonante, cuando pocos pensaban en Obama para presidente. Y su virtud ecuménica se halla otra vez en el formidable, y ya célebre discurso sobre la raza que pronunció en Filadelfia el 18 de marzo del 2008, para salir al paso de las incendiarias declaraciones del pastor negro de su propia iglesia, el reverendo Jeremiah Wright, que amenazaban con hundir su campaña para ganar las primarias. Otra clase de racismo, el racismo negro, que asustaba a los potenciales votantes blancos.

Obama no eludió entonces el tema de la discriminación y de la desigualdad racial de que históricamente han sido víctimas los negros en los Estados Unidos, pero desmintió que se tratara de una cadena perpetua, y dijo que en la dinámica de los nuevos tiempos, si el cambio debería venir para los negros, también debería venir para los demás grupos raciales en Estados Unidos; otra vez, y siempre, la respuesta ecuménica que no olvida la naturaleza de un país de múltiples procedencias:

"Podemos tener diferentes historias, pero tenemos esperanzas comunes; podemos lucir diferentes, y podemos venir de lugares diferentes, pero todos queremos avanzar en la misma dirección".  Hablaba no desde una ausencia de identidad, como lo juzgó Lévy, sino desde la identidad de todos.

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12 de noviembre de 2008
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Bruno el oscuro

La novela se llama Frágil y es la historia de alguien que logró ser fuerte (o al menos aquello que nuestra sociedad identifica con fortaleza) al precio de convertirse en nada. Bruno es un hombre joven, con una infancia desgraciada cuyo recuerdo intenta suprimir. Esa negación lo deja vacío, lo convierte en uno de los hombres huecos de The Waste Lands. /upload/fotos/blogs_entradas/frgil_med.jpgLa escritora Paula Pérez Alonso lo describe así: ‘Era un desconocido incluso para sí mismo'. Despojado de toda identidad, Bruno se convierte en un observador. Munido de un mapa de Buenos Aires, recorre el circuito que se ha armado para ver vidas ajenas. ‘Buscaba encontrar, con una mirada perspicaz, aquello que revelara la verdadera naturaleza de la vida', escribe Pérez Alonso: justamente aquello que a Bruno se le escapa como agua entre los dedos.

El encuentro con Celeste lo desbarata. Ella existe en otro plano; de hecho la encuentra en las alturas, Celeste se monta sobre zancos para repartir volantes de propaganda de un misterioso Centro de la Liberación, que promete ayudar a sus clientes potenciales a romper con todas las esclavitudes. Una palabra que Pérez Alonso repite como sonsonete es la siguiente: sobreadaptación, sobreadaptado. Eso es lo que todos hacemos, lo que todos somos para funcionar en nuestro medio, eso es lo que Bruno hace y es, aun con su historia extrema: por eso arma circuitos para circular por la ciudad, por eso trabaja en sistemas, lo suyo es cartografiar, concebir diagramas para lidiar con la realidad vestido de guantes -un turista de la vida.

Pero la levedad del turista se le vuelve imposible ante Celeste. Ella es la tentación de ser, por eso Bruno le propone un juego: que le revele qué ve en él, cuando Bruno mismo se mira al espejo y ve nada. La forma que empieza a entrever entonces -Bruno es oscuro por nombre, ‘mi nombre es mi forma' le dice Humpty Dumpty a Alicia- le hará pagar un precio, pero ¿qué identidad no lo cuesta? En los ojos de Celeste, Bruno recupera su historia y su alma. Que la suya no sea la forma de un ángel es lo de menos, lo que importa es que empieza a sentirse ‘uno como cualquier otro'. Aun cuando eso suponga aceptar la parte nuestra que siempre quisimos negar, la certeza de que ‘todos podíamos ser criminales, ladrones, verdugos, estafadores, parricidas, violentos, traidores, asesinos'. He ahí la verdadera naturaleza de la vida, la posibilidad que se nos entrega de serlo todo, empezando por lo malo.

Una novela atrevida, Frágil. Al menos en mi léxico, ese adjetivo es el mejor de los elogios posibles.  

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12 de noviembre de 2008
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The Decemberists: Valerie Plame

El pasado domingo escuché y vi por primera vez a The Decemberists. La pasé muy bien con esta banda de Oregon, de canciones "indie pop" con letras muy literarias. ¿El mejor momento? Cuando cantaron su canción más nueva, "Valerie Plame". El nombre, claro, es el de la espía de la CIA que, debido a que su esposo se oponía a la guerra en Irak, fue "descubierta" por el periodista conservador Robert Novak. En la interpretación del carismático Colin Meloy, y en la de sus fervorosos seguidores --casi todos estudiantes universitarios liberales, un sólido bloque de apoyo a Obama-- esa noche en Ithaca, la canción se convirtió en el símbolo del final de una era y el principio de otra.

Ésta es la letra de la canción:

Oh Valerie Plame
If that really is your name
I would just shout the same
To the world

Dear Valerie Plame
So they made a wreck of you
But give me the rest of you
And I'll give the world

But you were just some silly girl
Taking in the sights of your empire's colony

So I took you into my confidence
Without a thought of consequence
To my heart or to my mind

But Valerie Plame
If that really is your name
I would just shout the same
To the world

La da da de da
la de da da
la de da da da da dada da

Oh Valerie Plame
If that really is your name
I would just shout the same
From up high

Dear Valerie Plame
I'll look for that long exchange
Outside of the Bureau Change
In Shanghai

But I was just some stupid boy on a bus
When your nom de guerre was Codename Caroline

And so my Vespa became your chariot
From the Green Zone Marriott
To be etched upon my mind

But Valerie Plame
If that really is your name
I would just shout the same
To the world

And when they flashed your picture 'cross the screen
How my heart seemed to leap out of me
And they attached a list of your identities
But the one you'll always be

Is Valerie Plame
If that really is your name
I would just shout the same
To the world

Valerie plame
If that really is your name
I would just shout the same
To the world

La da da da da da da.. hey hey Valerie Plame (x3)

 

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12 de noviembre de 2008
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Leodegario Aguilera Lucas

Director de la revista Mundo Político de Acapulco, Guerrero. Lo mataron el 23 de mayo de 2004 presuntamente por la disputa de unos terrenos. Sus vecinos Alfonso Noel Vargas Baños, Juan Carlos Salinas Moreno y Alberto Cárdenas Flores lo asesinaron con un revólver calibre 38, luego lo quemaron y lo enterraron en el patio de la casa de uno de ellos. La policía descartó cualquier móvil político.

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11 de noviembre de 2008
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Sarah Palin: Quinta Avenida

Sarah Palin ha pasado a ser ante el mundo una soberana ignorante, una trepa que pretendía puentear a McCain en el discurso del adiós. Ha pasado a ser una choriza que en cuanto ha tenido la oportunidad ha llenado la casa de ropa de diseño. Tal vez la Palin, oliéndose la que se avecinaba, pensaría que esto era lo único que iba a sacar en claro. Ha pasado de ser la esperanza blanca, por así decir, de la campaña de McCain a ser alguien con quien este mismo McCain, por lo visto, apenas quiso tener trato. Aunque no debe de estar descontento del todo porque al menos le está sirviendo para colgarle todos los marrones y fracasos. ¡¡Muy bonito McCain!! ¡¡Muy valeroso por tu parte!! ¡¡Tienes madera de héroe!!

Sarah, no devuelvas todo el vestuario, qué más da, de perdidos al río. La Bolsa no se va a recuperar porque tú te quedes sin ese abrigo gris tan mono de cuello militar. La primera vez que te vi me pregunté qué había detrás de esos oscuros trajes bien cortados a tono con tu talante antiabortista, qué había detrás de tus gafitas y de tu rostro anguloso de sonrisa simplona. Te acababan de construir una imagen y ahora están destruyéndola. No devuelvas la ropa.

¡Ah! ya sé lo que vi en ti aquella primera vez: una cara bastante dura, imprescindible para llegar a cualquier parte, por supuesto con "la ayuda de Dios".

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11 de noviembre de 2008
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El Boomeran(g)
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