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En la ciudad del artista sin obra

En Huesca, "ciudad muy aireada" como decía uno de los hijos de ésta vieja, encantadora y pequeña ciudad del norte. Siempre que vengo a Huesca vengo con el recuerdo de Pepín Bello, español, liberal, experto en conectar a los contrarios, maestro en amistades, hombre que al final de su vida-103 años- sin obra conocida, sin trabajos dignos de mención,  sin hijos y con toda la memoria de lo mejor del siglo decía: "yo soy mis amigos". Todos esos amigos famosos, esos que han pasado a la historia de la cultura, de las artes, los Buñuel, Lorca, Dalí, Sánchez Mejías, Alberti, Belmonte, Prados, Benet y otros cientos de amigos de una vida dedicada a no hacerlo.

/upload/fotos/blogs_entradas/la_desesperacin_del_t_med.jpgQuerido Bartleby de Huesca, que como dice Martín Otín- autor del libro fundamental para conocer a Pepín: La desesperación del té. 27 veces Pepín Bello, en la editorial Pre-Textos- podría haber sido un autor del que quedara constancia en los anales de la narrativa española por una muy singular obra narrativa, surrealista a la española, una novela que comenzó  y acabó llamada : Lucas Grupo o el héroe andorrano. La única pega es que después de escribir el primer y el último capítulo se le olvidó escribir el resto. Con Buñuel hizo un "Hamlet" disparatado. Irrepresentable, decía Pepín. Y sin embargo, por empeño de Martín Otín, el querido Petón de tantos comentarios en tardes de fútbol, se representó en un teatro de la ciudad. Por algún lugar anda otra obra suya, El pobre, obra del absurdo y escrita con Alberti. En fin que nuestro Bartleby hizo su obra. No solo se inventó los llamados Anaglifos. Ejemplo:

"El té,

El té,

La gallina

Y el teotocópuli."

Ya saben, repetir el primer verso. El tercero siempre es "la gallina" y rematar disparatando. Fue un juego que todos jugaron en los años de la Residencia de Estudiantes. Pepín, era eso, un propiciador de juegos. Un niño grande que quiso siempre seguir jugando. Hoy me gustaría "jugar" con él, es decir escucharle hasta altas horas de la noche mientras beberíamos el agua que encierran los cubitos de hielo.

Gran tipo que tuvo el arte de nunca hacer nada. O casi nada. Que no es poco.

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14 de noviembre de 2008
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Abismo y magnetismo / II

II. Calamidad a modo. 

¿Va a quedarse en París?, pregunta la mujer en la orilla final del túnel que conecta al avión con la terminal aérea. Asientes, todavía esperando que la funcionaria de aduanas te devuelva inmediatamente el pasaporte y te deje seguir tu camino. No pocas veces te has preguntado por qué los pasajeros de un avión se comportan con esa urgencia compulsiva una vez que lo sienten detenerse. Permanecen de pie a medio pasillo durante largos y nerviosos minutos, como si así lograran salir más rápido, y hasta hay quienes te miran con displicencia cuando te tiras entre dos asientos e incluso te acurrucas, esperando. Pero ahora tienes prisa. Ya tres cuartos de avión fueron desalojados y sólo te detiene la funcionaria. Son las ocho y media de la mañana en mitad de noviembre del 2008, ¿qué se cree esta mujer para tenerte ahí, como su prisionero? ¿Quién le ha dado el derecho para hurgar en tu porta-pasaporte, extraer los papeles y tratar de leerlos?

     Calma, te dices aun a medio berrinche. Ya todos se largaron y tú sigues ahí, detrás de la guardiana que por algún motivo te juzgó sospechoso. Hace unos pocos años, le habrías armado ya una escena que te tendría al borde de la deportación, pero has hecho una cita con París y estás dispuesto a ser razonable, por más que esta fulana se empeñe en arruinarte el día desde temprano. ¿Ya me va a devolver mi pasaporte?, le preguntas con el francés titubeante de quien nunca acabó de estudiarlo, creyendo inútilmente que esa torpeza pondrá el acento sobre tu inocencia. Aunque el punto es que no te crees inocente, será por eso que no te rebelas cuando vuelves a preguntar y no obtienes respuesta. Te preguntas de pronto por qué te escogió a ti de entre todos los pasajeros del avión, como en los años niños te preguntabas por qué la mala suerte venía siempre detrás, bruja malvada.

     Te gustaría pensar que éste es un privilegio para quien cuenta historias, pero vuelve la prisa y te desespera. Se supone que alguien te espera afuera, podría ser que al salir ya no estuviera allí. Al cruzar migración, la mujer se apodera otra vez del pasaporte y miras hacia arriba, nada más, resistiendo la tentación de arrebatárselo. ¿Por qué a mí?, le preguntas, y ella entonces te mira y escupe un ¿Por qué no? que le devuelve entero su pequeño poder. Lo que Dostoievski llamaba el entusiasmo administrativo. Imposible ignorar su satisfacción cuando, con toda la pachorra del universo, revisa una por una las cinco o seis maletas que aún quedan en la banda, deseosa de enterarse que traes alguna otra aparte de la tuya, llena de sabrá el diablo qué substancias infames.

     Si sólo te dijera por qué te eligió, te darías por más que bien servido. La miras registrar tu equipaje con avidez y minuciosidad, lo cual implica deshacerlo entero y volverlo a meter de cualquier forma. ¿Por qué yo?, te preguntas con resignación, ya no como la víctima de su miopía sino desde el pellejo del narrador. ¿Habrá acaso un manual, un curso, un decálogo que permite al agente aduanal reconocer los principales signos que identifican al maleante de entre la gente honesta? ¿Es en realidad miope su apreciación, o puede ver en ti ese magnetismo que desde siempre arrastras y llama a los problemas por nombre y apellido? Si al menos te dijera la razón, saldrías del aeropuerto Charles de Gaulle pertrechado de alguna información valiosa.

     Cuando al fin te libera, la duda sigue allí. ¿Por qué yo y no el siguiente, o el anterior, o cualquiera, carajo? Imposible saberlo, pero al cabo ya tienes algo que contar. La vida siempre te parece mejor cuando encuentras que hay algo digno de ser narrado, así te haga pedazos el buen ánimo. ¿Y si fuera eso lo que la mujer vio? ¿Y si al final te hubiese hecho un favor? Cuando se abre la puerta, respiras aliviado porque aún esta allí el chofer con tu nombre en el cartón. No han ni subido al coche y ya le estás contando la pequeña historia.

     No eliges a la vida; ella te elige a ti.

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14 de noviembre de 2008
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La mano negra

La magnitud del "Estado Negro Mundial" genera el agujero negro de cuyas proporciones y duración nadie sabe nada. Ese negror es el color fundamental de la crisis. Su oscura inconmensurabilidad en tiempo y en profundidad se corresponde con la naturaleza intrínseca de la naturaleza negra. El negro sin fondo o la opacidad total. La espesura de lo desconocido y el peso de la mano que sin darse a ver estrangula, aplasta, esclaviza, modela la extraña figura del porvenir.

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14 de noviembre de 2008
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Exilio de filósofos

"De este malecón en 1922 salieron en expedición forzada hacia el exilio, ilustres hijos de nuestra patria: gentes que enriquecían la filosofía , la ciencia y la cultura. La sociedad filosófica de San Petersburgo erige esta placa en su memoria."

Evocaba hace unos días esa "ternura común por las cosas", que quisiera un mundo armonizado en ausencia de toda contradicción interna, lo que a juicio de Hegel impide simplemente alcanzar realmente la única armonía posible, que resulta siempre de la tensión misma, tensión generada por la diferencia y la contradicción inherentes a la vida natural y sobre todo social.

A este malecón llamado "Lugarteniente Schmidt" se llega por el puente del mismo nombre que, en San Petersburgo, cruza el Neva desde el embarcadero de los ingleses. Este brazo del Neva, llamado "grande" desemboca en el "Morskoi Togrovii Port", zona de barcos de carga y horizonte propiamente marítimo de esta admirable ciudad, que en el imaginario de algunos es aún sobre todo un puerto.

En 1922 la Rusia de la Revolución de Octubre salía de una tremenda Guerra Civil que había arruinado su agricultura, generado hambrunas, hundido la capacidad adquisitiva del rublo y costado millones de vidas humanas. Pero esa misma Rusia era un hervidero de proyectos artísticos, científicos y desde luego filosóficos, todos ellos intrínsecamente vinculados a un ideario de emancipación social. Hablaba aquí mismo de la "máquina" Rodentxo-Maiakovsky, que en ese mismo año 1922 ponía su enorme talento y toda su exigencia al servicio de la causa que -en el mundo entero- conmocionaba a todo aquel que simplemente tuviera entrañas.

Pero en esa misma Rusia, en un muelle de la ciudad que paradigmáticamente encarna la Revolución, se embarcan para el exilio filósofos. No sé de qué personas se trata, ni cuál era su valía. Simplemente me hacen recordar que también Sócrates fue invitado a exiliarse. Hay aquí como un indicio de que en sus años más fértiles la Revolución de Octubre se desgarraba internamente... hasta acabar abismándose. Quizás este sea el destino de todos los idearios de emancipación del ser humano, lo cual no justifica que dejen de ser alimentados. Pues pasa con la libertad lo que ocurre con la verdad: una cosa es no conseguirla y otra cosa es renunciar a ella. Lo primero es trágico, lo segundo es simplemente lamentable, y casi siempre expresión de cobardía.

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14 de noviembre de 2008
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Las dos Españas

Ahora podemos volver la vista a ese pasado, a nuestra guerra y posguerra, y abrir las fosas comunes que faltan por abrir y escribir la historia. La paralización cautelar de las exhumaciones de 19 fosas por parte del Fiscal interrumpe una labor que debería llevarse con toda normalidad. La sociedad ya ha demostrado sobrada y pacientemente que está preparada para saber. Lo que ha ocurrido no se debe ocultar, no es bueno para la salud mental de nuestro país.

Tampoco me parece que se deban ocultar, o no publicar, los nombres de los responsables o victimarios tal como sugiere Santiago Carrillo. Comprendo sus razones: a estas alturas a quienes podría perjudicar es a los hijos y nietos de quienes cometieron aquellas atrocidades. Pero también para este caso la sociedad puede estar preparada. Ahí tenemos, por ejemplo, a los nietos de Franco. Nadie se mete con ellos. De hecho, la nietísima es muy popular y querida por la gente, se pasea por los platós de televisión, interviene en programas millonarios, y no lo hace porque sobresalga en alguna parcela del arte o las ciencias sino precisamente por ser la nieta del dictador. Y así algunos más de esa prole. Después de esto creo que podremos resistir cualquier cosa. La gente es muy comprensiva. Ha llegado el momento de abrir el pasado y acabar con el fantasma de las dos Españas, que es algo que siempre les ha venido muy bien a quienes saben sacar tajada de cualquier situación.

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14 de noviembre de 2008
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Abismo y magnetismo / I

I. La peliaguda duda. 

¿Por qué a mí?, te has preguntado tantas veces, desde los años en que la respuesta se anunciaba por fuerza mística, pues sólo acaso los adultos habrían conseguido responderla, aunque no hubiese forma de confiarles la duda que, según tus temores, te incriminaba. ¿Cómo evitarlo, pues, si cada nueva calamidad te caía del cielo y ahí estabas, otra vez en problemas? Era como si una firme maldición te atara a esa cadena de eventos estrambóticos que al final señalaba tu destino con el dedo flamígero del azar indeseado. Inclusive llegaste a pensar que cada una de las calamidades sobre la Tierra tenían que sucederte precisamente a ti, que tanto les temías pero igual no podías detenerlas. Si en la escuela inventaban una nueva sanción, era seguro que llegado el momento te la aplicarían. No fallaba. O sería que tú eras el que fallabas, a decir de prefectos y profesores, quizá confabulados con el destino para darte lecciones nunca solicitadas y sin embargo, ay, indispensables.

     Con los años llegaste a una conclusión: si esas calamidades te perseguían por necesidad, ello era síntoma de una predestinación a la cual no debías volver la espalda. De hecho, durante los tortuosos años niños, habías aprendido de la fatalidad una larga cadena de mañas y recursos espontáneos que otros, menos versados en capotear adversidades variopintas, no imaginaban siquiera posibles. ¿Por qué a mí? ¿Por qué iba a ser, al fin, si habías elegido el juego de vivir contando historias, y a quien nada le ocurre nada podrá narrar? ¿Y si aquellas jodiendas infumables fueran en realidad una bendición que tú mismo imantabas, con esa hambre de caos que jamás controlaste, probablemente porque nunca quisiste? Sería por eso que más tarde los problemas dejaron de llegar, y empezaste a buscarlos por tu cuenta. ¿Y por qué no a mí?, fue la nueva pregunta, siempre que algún peligro asomaba las napias y ya te parecía apetecible como el rastro olfativo de una ninfa sin frenos.

     Empujar al azar hasta su orilla, de modo que los momios quedaran en tu contra y hubiera que remar en el sentido opuesto a la corriente: una vez que se cae en tal prurito, no es difícil hallar placer en él. Apostar contra uno, cerrarse las salidas, y enseguida lanzarse a buscar el milagro. Encontrar la manera de no caer al abismo a fuerza de moverse en sus orillas. Dejar que los problemas se agiganten, esperar a que todos te den por perdido y justo entonces regresar desesperadamente a consumar una proeza gloriosamente innecesaria. ¿Qué necesidad tienes?, preguntaban tus pocas amistades sensatas y no había manera de explicarles. Había que hacerlo, punto. Había que pasar por la gasolinera con la aguja apuntando a la reserva y darse el gusto de no cargar gasolina. Ver en la carretera la señal de peligro y acelerar, para ver si de veras es tan peligroso. Lanzar por gusto la moneda al aire cuando podías elegir el camino seguro, pero algo en él te hacía desconfiar. Asquearse ante el consejo del juicioso y correr buscar el atajo maldito, pues alguien muy adentro sospecha que es la única salida digna. Saber, de cualquier forma, que todavía en la última orilla queda la opción de dar el salto hacia la nada y regresar de ahí con el pellejo a salvo. Nada que no haga uno cuando cuenta una historia que parece falsa y hay que hacerla verdad, a cualquier precio...

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14 de noviembre de 2008
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Esa extraña reunión de Washington

Pongamos las cosas en claro. Esa reunión ni es lo que se dice ni puede salir de ella lo que se está contando. En primer lugar, no es el G 20. Parte de la idea del G 20 de ampliar los encuentros entre los mandatarios de los países más ricos a los principales países emergentes. Pero no es el G 20 porque este formato ha reunido hasta ahora sólo a los ministros de Economía y Finanzas. Tampoco es exactamente el G 20 porque la presidencia anual corre a cargo este año de Brasil, país que naturalmente estará representado pero que no es el convocante de la reunión como correspondería: los convocantes son Nicolas Sarkozy y George Bush, dos presidentes en precario, que hacen uso uno del otro para reforzarse mutuamente; el primero en sus últimos días en la Casa Blanca para dorar un poco es lamentable cuadro que deja a su sucesor, el segundo para hinchar y a ser posible prolongar su presidencia semestral de la Unión Europea. Ni siquiera es el G 20 por la lista de países que acuden: Holanda y España se han sumado al encuentro, con toda la lógica del mundo, y eso no hace más que mejorar el formato de la reunión, pero no pertenecen a este grupo en el que se integran las economías que fueron hace unos años de países en desarrollo.

Sigamos con los asistentes. Sabemos que Barack Obama no va a ir y ni siquiera desea convertirse en un interlocutor de los asistentes en paralelo a la reunión. Tampoco habrá una representación de su equipo en el encuentro. No hay dos presidentes de Estados Unidos a la vez, se ha cansado de repetir. El presidente electo estará en Chicago, donde vive y tiene su distrito senatorial. Pero una cosa será la reunión estricta, con su comunicado y sus fotos y otra muy distinta los contactos oficiosos en los pasillos y en los hoteles y restaurantes de Washington. Como todo el mundo da por hecho que las delegaciones extranjeras querrán entrevistarse con gente de Obama, habrá tres interlocutores para atender las peticiones, según ha contado The Washington Post.

Dos de los interlocutores han sido dispuestos por los consejeros de Obama. Se trata de la ex secretaria de Estado, Madeleine Albright, y del ex congresista Jim Leach, un ‘republicano de Obama', que le apoyó públicamente en la convención Demócrata en Denver. Y en un tercer caso, ha sido la propia Casa Blanca la organizadora del contacto: se trata del profesor de Georgetown y ex consejero de Clinton, Daniel Tarullo, que forma parte de los equipos de asesores de Obama y apareció en la foto de Chicago de la primera rueda de prensa después de la victoria. Tarullo está muy arriba en la lista para ocupar el cargo de máximo negociador comercial de Estados Unidos.

La confusión que reina en torno a la reunión no disminuye ni un ápice su importancia. La tiene el sólo hecho de que se aborde la crisis financiera en una cumbre a la que se convocan las grandes economías emergentes, y principalmente a China. Supone reconocer, de entrada, que se ha terminado la época en que Estados Unidos y Europa eran los únicos que discutían y tomaban decisiones cuando había que abordar situaciones difíciles. Cabe suponer, además, que se pondrá en marcha un debate a fondo, que desbordará a los gobiernos participantes, sobre cómo hay que organizar el nuevo orden económico y financiero internacional.

Está claro que sobra prosopopeya. No habrá reforma alguna del capitalismo, será un proceso lento y complejo, tardaremos en saber la orientación exacta del proceso. Exactamente el tiempo en que la nueva Administración Obama se instale y adopte posiciones claras: de momento el equipo del nuevo presidente prefiere no comprometerse ni atarse las manos. Y por eso se ha quedado en casa.

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14 de noviembre de 2008
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Clase XXV. El relato hiper breve I

Vamos a hacer un breve (y nunca mejor dicho) paréntesis en nuestras clases acerca de los discursos o estilos narrativos. Antes de abordar el discurso libre directo -que es el que nos falta- propondremos un tema que nos resulta muy sugerente: el micro cuento, microrrelato o, en palabras de uno de los cultores más exquisitos del género, Juan Aparicio, "relato cuántico". Es interesante esta acepción pues, como saben, de una partícula cuántica sólo se pueden preguntar dos cosas mutuamente excluyentes: cuál es su trayectoria o dónde está. Algo similar ocurre con el micro cuento o el cuento cuántico, pues su rotundidad obedece a una máxima economía que hace imposible preguntarse muchas cosas sobre él so riesgo de que las respuestas lo anulen.

Se le llame como se le llame, el caso es que la esencia del relato hiper breve, su fugacidad, su paso raudo por nuestra lectura es casi como la sombra de un pájaro en pleno vuelo. No es un género reciente y además tiene cultores brillantes, entre ellos el propio Hemingway cuyo brevísimo relato resulta estremecedor y dice así: «For Sale: Baby shoes, never worn.» (más o menos: «En venta: zapatos de bebé, nunca usados.» Y también claro, nuestro paradigmático Augusto Monterroso y su dinosaurio. ¿Qué es pues el relato hiper breve? Es la absoluta condensación de una historia, su puro núcleo, y funciona igual que un organismo más complejo pues tiene personajes, trama, una dirección...pero sobre todo, aunque no siempre, una elipsis. Es decir que en esos casos el centro del micro relato es vacío, sólo sugerido, nada más que alusión -e ilusión- como en el caso del cuento de Hemingway o en el del propio Monterroso, que no trascribo aquí porque me da pereza teclear tanto. Un micro cuento es a veces una semilla, pues bastan unas pocas frases para que el lector adivine qué germinará al terminar de leerlo. A veces su núcleo es también su resolución, como una sorpresiva escena final que termina por reacomodar toda la lectura previa.

La propuesta de la semana:

En esta ocasión no vamos a escribir un relato hiper breve, pero sí algo que se le parece: un epitafio. El epitafio es, en cierto sentido, un relato hiper breve que pretende condensar en dos o tres líneas toda una vida, de manera que qué mejor que intentarlo como si fuera un cuento. Les damos tres opciones para que elijan la que deseen: (1) el epitafio propio, (2) el epitafio de un amigo...o (3) el epitafio de un enemigo: apenas dos o tres líneas. Quizá tan sólo una frase. Y debido a la brevedad del ejercicio, les invitamos a que lo cuelguen directamente aquí en la página, no lo envíen al correo: vamos a hacer de esta sección de comentarios un hermoso camposanto lleno de ingenio. Y ahora sí, queremos que además de colgarlo, nos digan cuál les gusta más. Los esperamos. 

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14 de noviembre de 2008
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Galería de espectros: Durero mayestático

Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he visto el espectro de Durero.
Delfín Agudelo: ¿Te refieres acaso al retrato fechado en 1500 que está en el museo de Munich?
R.A.: Sí, el autorretrato que se hizo Durero que creo que resulta en el autorretrato más audaz que se había hecho hasta el momento en toda la historia de la pintura europea. En él Durero se autorretrata como si fuera Cristo mayestático; es decir, frente a las tendencias de otros pintores, de manera suprema Miguel Ángel o Caravaggio, que tienden a representarse como víctimas de sacrificio, aquí Durero quiso hacer una especie de reafirmación central de su figura, y de la figura del nuevo artista renacentista, y para ello no se le ocurrió un procedimiento más impactante que tomar el modelo del propio Cristo mayestático y en cierto modo enmascararse con ese modelo. Ahí, de alguna manera, se inauguraban dos grandes líneas de inspiraciones para los autorretratos de la pintura europea: una en el que el pintor se ha visto como Cristo crucificado, y otra en la cual se ha visto como Cristo en majestad. El primero que lo hizo con tanto descaro pero al mismo tiempo con tanta autoafirmación del talante del artista fue Durero en ese magnífico autorretrato que sin embargo tiene algo que choca con la prudencia con que sus contemporáneos se reflejaban en la pintura

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14 de noviembre de 2008
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Guerra a los graffiti

Si a Sarkozy no le gustan los muñecos atravesados de alfileres, menos si se trata de su propia efigie, a Berlusconi no le gustan los graffiti en las paredes, porque alega que lo hacen sentir como si estuviera en África, y no en Europa.  Todos aquellos sorprendidos en el acto de pintar con spry una pared serán detenidos en el acto, y castigados con prisión, o con severas multas que pueden llegar a los 30 mil euros si se trata de monumentos públicos los que sufren la mano de los anónimos artistas callejeros.

Berlusconi, que tiene sus propios cánones sobre el arte, mide los graffiti con la misma vara que mide a la camorra, y a los tachos de basura que se acumulan por cientos en las calles de Nápoles y otras ciudades italianas; un asunto de recoger la basura y borrar los muros para convertir el paisaje en un atractivo estético para los turistas, porque las medidas contra los  graffiti están destinadas a mejorar la imagen de Italia en el extranjero, según las palabras del primer ministro. Algo quizás un poco más fácil que acabar con la camorra.

Una extraña creencia esa de Berlusconi,  de que los graffiti hacen recordar a África. Hasta ahora hubiéramos pensado en los niños famélicos acosados por las moscas mientras agonizan, y que parecen ancianos, más que en las paredes llenas de graffiti.  

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14 de noviembre de 2008
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