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Hugo Barragán Ortiz

Tenía 73 años de edad y lo mataron a golpes y puñaladas el 10 de octubre de 2005. Era conductor del programa "Por la Mañana" que transmite la XEJF Radio Max, colaborador del diario La Crónica y cronista de la Cuenca en Tierra Blanca, Veracruz. La policía detuvo a Sergio Quevedo Alonso "El Paleta" y Ángel Morales Illescas "El Avión" como presuntos responsables de los delitos de robo calificado y homicidio calificado, aunque el procurador Emeterio López Márquez consideró en un principio el asesinato por un móvil "pasional", ya que el periodista asesinado era homosexual. El caso fue cerrado.

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13 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Presidentes

Uno, Bush, que sale y que nunca debería haber entrado, otro, Obama, que está a punto de llegar y ojalá no acabe desilusionándonos, otro, Bartlet, que, sin duda, se quedará durante mucho tiempo. A éste le hemos dedicado estos días, Pilar y yo, algunas horas disfrutando de los últimos episodios de ?El ala oeste de la Casa Blanca? que en Portugal prefirieron titular ?Los hombres del presidente?, título eminentemente machista, puesto que algunos de los personajes más importantes de la serie son mujeres. Jed Bartlet, interpretado por Martin Sheen (¿se acuerdan de ?Apocalipse Now”?), es el nombre del presidente que venimos acompañando con un interés que nunca se ha enfriado, tanto por la tensión dramática de los conflictos como también por algunos aspectos didácticos siempre presentes acerca del modo norteamericano de hacer política, tano en lo bueno, como en lo pésimo. Bartlet llegó al final do su segundo mandato y por tanto está de salida. Estamos en plena campaña presidencial, una campaña en la que no han faltado los golpes bajos, pero que acabará (ya lo sabemos) con la victoria del mejor de los candidatos, un hispano con las ideas claras y de ética impecable chamado Mattew Santos. Por supuesto es irresistible pensar en Barack Obama. ¿Tendrán los autores de la serie el don de la profecía? Es que entre un hispano y un negro, la diferencia no es tan grande.       



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13 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Dos breves reseñas de Un lugar llamado Oreja de perro

"Amigos" óleo de Luz Letts. Fuente: luzletts.com El sábado 10 de enero aparecieron dos breves reseñas de mi novela Un lugar llamado Oreja de perro. La primera apareció en la revista Somos, que edita el diario El Comercio y es anónima. Dice:Finalista del Herralde de novela, Thays se decanta sorpresivamente por la tragedia de la fractura nacional, cuando su personaje recorre el crepitante camino de los muertos. Un viaje a un pasado que nunca se quiso ver y que quizá aún sea difícil percibir y asimilar desde nuestros propios esquemas de horror. Un periodista asignado a una de las zonas más convulsas durante el conflicto armado interno, donde miles de víctimas aún mantienen cuentas pendientes con las fuerzas opresoras del Estado, lentamente descubre, junto a una mujer que le repele, las espeluznantes oscuridades de la larga noche de la violencia. Entrega con la que Thays muestra oficio y nervio.Por cierto, ¿la mujer que le repele se refiere a Jazmín? Yo no creo que el protagonista sienta repulsión por Jazmín; quizá no puede entenderla, pero no le repele. La segunda apareció en La Verdad, periódico regional de Murcia, y me la envió un gentil lector de Moleskine Literario. El autor es Antonio Parra Sanz y se titula "Trallazos de amargura" (tuve que buscar qué significa trallazos en el diccionario. Significa "latigazos" o "ruidos violentos" o "chasquidos de la tralla -látigo- e incluso cañonazo, en fútbol) . Dice:Una carta, una simple carta que escribir, es el punto de partida de esta novela, una carta que su protagonista no sabe cómo escribirle a la mujer que acaba de dejarle, y que le martillea mientras acude, para cubrir una visita presidencial, a una de las zonas más castigadas por las guerras entre el ejército y Sendero Luminoso. Pero redactarla no será tan sencillo, porque tras ella se esconden demasiados lastres, empezando por la muerte de Paulo, el hijo que él y Mónica tuvieron. Iván Thays presenta esta novela con una intensidad considerable, y sin rehuir el combate con la historia reciente de su país. Oreja de Perro es un lugar desolado, cuya altura saca lo peor de cada ser humano, y en el que se han congregado un buen número de periodistas y militares. Precisamente por eso el protagonista encuentra una serie de personajes caóticos: Jazmín, una mujer que arrastra un secreto en su vientre, Scamarone, un fotógrafo viejo y resabiado, una limeña que sueña con amar a un corresponsal de guerra, o un hombre amnésico que estudia chino. El ambiente que Thays recrea es opresivo y descreído, las huellas de los desmanes están aún demasiado frescas, y no van a cerrarse con un programa de beneficios sociales. Pero la espera ayuda también al protagonista a bucear en sus recuerdos, para saber si aún puede reencontrarse con una existencia que merezca la pena vivir, de ahí el fraseo corto, como trallazos de amargura, y la intermitencia calculada con la que se entremezclan el presente y su demoledor pasado. Una mezcla que se presenta con una acertada primera persona narrativa, y unos ojos que no sólo contemplan a las criaturas que pasan por su vida en esos días de espera, sino que escrutan la política, la inconsistencia humana y hasta la venganza, aunque muchos la disfracen de nuevos rebrotes terroristas. Thays es un autor que no sólo no le da la espalda a su realidad, sino que busca la mejor manera de reflejara en sus obras, analizándola pero también enfrentándose a ella.



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Pivot y demasiados libros

Bernard Pivot. Fuente: El Malpensante PREFACIOSiempre leo el blog de Ezequiel Martínez, "En minúscula". Y hoy me sorprendió ver mi cara (más flaco que ahora) en uno de sus post. Me refiero a aquel titulado "Ya vienen los Herralde", en el que advierte que a partir de enero se venderá mi novela en Argentina. Ezequiel también dice:Me acaba de llegar un correo electrónico con las novedades de Anagrama para enero en la Argentina. Tendré que conformarme con eso, porque hace rato que no me envían ningún ejemplar de lo que distribuyen aquí (¿suena a mangazo?). Lo que más me interesa del listado (que incluye títulos de W.G. Sebald, Arto Paasilinna, A.M. Homes y Nick Hornby), son las novelas que llegaron a la pole position de la última edición del Premio HerraldeAl parecer, las distribuidoras latinoamericanas son todas iguales: boletines electrónicos pero nada de ejemplares a la prensa. Al menos en Perú es así, y por lo visto también en Argentina. No puedo prometer que te mandaré el libro de Daniel Sada, querido Ezequiel, pero mándame un comentario a este post con tu dirección (que no publicaré) y te envío mi novela. Me da una ilusión enorme que la leas.POSTSin embargo, lo que quiero realmente comentar aquí es el artículo de Bernard Pivot, aparecido en El Malpensante, bajo el título de "¡Libros!". Ezequiel le dedica un post en el que dice:A pesar de que ya está retirado de la pantalla, el periodista y crítico francés sigue activo. Por estos días encontré en la revista colombiana El Malpensante una nota suya con la que me sentí absolutamente identificado. Bajo el sobrio y descolorido título de Libros, Pivot desmenuza línea por línea, párrafo a párrafo, una irrefutable teoría acerca de cómo "la verdadera ambición de los libros es la de expulsar a los hombres de las bibliotecas y de sus casas y ocupar todo el territorio para su grandioso y solitario goce". Algo de lo que comparte con los lectores son sus frustradas estrategias para liberarse del exceso de volúmenes que habitan ya no en su biblioteca, sino también en cada habitación, pasillo o recoveco de su casa. Pero no sólo eso: también revela qué hacen los libros mientras nadie los lee, mientras nadie los mira. Cuenta, especula o comprueba cómo sus libros huyen, se mueven, hablan, copulan, se rebelan o respiran movidos por un libre albedrío y en dimensiones que nosotros, mortales lectores, jamás podremos percibir.Todo bibiómano consumado va a encontrar en las palabras de Pivot un espejo donde mirarse. Esa otra dimensión desonococida, la de los libros que domestican nuestra existencia, nos estará vedada hasta el fin de la eternidad.Leo eso y no puedo evitar una sonrisa: Justamente por estos días estoy pensando que debo desalojar mis libros de su hábitat porque están a punto de cubrirme enteramente o, peor aún, cumplir su misión y sacarme de la casa. Ya se desbordaron los malditos. ¿Para cuándo el Amazon Kindle en español? En fin, quizá a eso se refería Cortázar en "Casa Tomada", a los libros. En lo que sí estoy de acuerdo completamente con Pivot es que los libros copulan. Sí, lo hacen toda la noche. Los escucho asustado y confundido (sobre todo ahora que tengo visitas en mi casa). ¿Y qué hijos engendran esas cópulas? Nuestros propios libros.



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Siri Hustvedt entrevistada

Siri Hustvedt. Fuente: Jon Uriarte/ el paísElegía para un americano (Anagrama) es el título de la nueva novela de la escritora norteamericana Siri Hustvedt, quien ha sido entrevistada en el suplemento Babelia este fin de semana. Sobre Siri pesa una sombra muy densa, al menos en el castellano, por ser la esposa de Paul Auster (y madre de la hermosa Sophie). Pero ya es tiempo de que empiece a reconocerse en ella a una escritora autónoma, con sus propias obsesiones y su propio talento. El detonante de esta novela es el recuerdo de su padre, fallecido hace unos años, y la lectura de un diario que dejó éste al morir: "Las memorias y las cartas, eso es lo que quedó una vez que falleció mi padre. Los muertos viven en las palabras que dejan escritas" dice Siri para explicar su novela. Y la nota continúa así explicando la trama:Erik, el protagonista, es un psiquiatra y psicoanalista, vecino de Brooklyn recientemente divorciado. Tras el funeral de su padre comienza a tomar notas y lee sus memorias. Entre los papeles que encuentra con su hermana Inga hay una enigmática carta que aviva su curiosidad. Le mueve su deseo de atar cabos, de reconstruir desde un nuevo ángulo la figura paterna perdida. "Cuando alguien muere, el deseo natural es buscar a esa persona, las zonas oscuras que no conoces; intentar desentrañar su personalidad. Es un impulso", dice Hustvedt. El juego de la novela transfiere los recuerdos del padre de la escritora al padre de su personaje de ficción. A partir de ellos se construye el recuento en primera persona de la vida del solitario Erik a lo largo de un año de duelo. Mientras el narrador de la novela trata de recontarse su propia historia y asumir la pérdida, escucha a sus pacientes en terapia; fantasea con su vecina; sufre el inquietante acoso fotográfico del novio de ésta; y brinda su apoyo a su hermana Inga, y a su sobrina. Sus pacientes luchan por encontrar la cordura. La bella inquilina del piso de abajo intenta mantener el equilibrio con el perturbado artista que quiere documentar hasta el extremo su vida. Inga intenta sobreponerse a la doble pérdida de su padre y de su esposo y reconciliarse con oscuras historias del pasado que la chismosa periodista husmea, en busca de carnaza y escándalo. Las historias se entrecruzan entre otras cosas con reflexiones sobre el poder de la narrativa, comentarios sobre la obra de Kierkegaard y discusiones de psiquiatría. Hustvedt sonríe al confesar que su madre, con quien mantiene una estrecha relación, tras leer dos veces la novela, tuvo una visión doble de su hija. "Ella me dice que piensa que yo soy Inga y Erik, los dos hermanos. Esto me parece bastante justo y adecuado". Con Inga, Siri comparte la condición de mujer-de-un-escritor-archifamoso. El personaje de ficción tiene la sensación de que muchos sólo la reconocen dentro de la órbita de la gran estrella. "Me quejaba y protestaba sobre mi suerte como la olvidada, incomprendida mujer intelectual", le dice Inga a su hermano en la novela. ¿Y cómo son las cosas fuera de la página? "Si no estuviera casada con Paul hubiera sido complicado escribir eso, no sonaría verdadero, igual que tampoco podría haber incluido las experiencias de un soldado en el frente durante la Segunda Guerra Mundial sin los textos de mi padre".



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12 de enero de 2009
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Tras la ruina, cambio de costumbres

Nadie tiene ni idea de cómo será el mundo cuando comience de nuevo a girar y los medios de persuasión nos ordenen un cambio de lenguaje. Para explicar el final del actual expolio bancario suelen emplear una fórmula curiosa: "la salida de la crisis". Los gerentes quieren dar a entender que eso llamado "crisis" es una enfermedad infantil: primero grandes ataques de fiebre, luego estabilidad y al poco regresa la salud para cargar de energía a ese niño que ahora es un adulto. La metáfora, sin embargo, es beocia. Nada de enfermedad. A lo que más se parece es a una guerra, aunque de momento los muertos sólo sean económicos.

Nunca se ha visto una súbita ruina que no vaya seguida por un notable cambio social. Las decadencias financieras graves suelen acompañarse de guerras devastadoras para la población, pero muy ventajosas para la elite de los negocios. Supongamos, sin embargo, que en este caso a la ruina no le suceda la inyección lucrativa de una guerra mundial. ¿Qué sucederá cuando cambie el vocabulario? La crisis de los años treinta propició los totalitarismos fascista y comunista que se midieron en la Segunda Guerra Mundial y cuyos efectos económicos dieron el poder global a los EE UU en estudiado reparto con la URSS. Ha sido un largo ciclo: todavía vivimos de los restos de aquella guerra (fría). La mayoría de los políticos actuales mantienen el vocabulario del siglo pasado: nacionalismo, izquierda y derecha, rojos y azules, demócratas y fachas... No en vano casi todos se educaron políticamente en el totalitarismo. Los más jóvenes carecen de lenguaje propio y sorprende su escasa pericia para usar frases compuestas.

Mientras dure la así llamada "crisis" se va a forjar el vocabulario del futuro y sin duda los políticos de la próxima década se verán obligados a cambiar de retórica. Nadie sabe, por ejemplo, cómo podrán seguir amparando al sistema financiero que en último término controla los mecanismos democráticos. ¿Qué discurso pondrán en pie para justificar el fracaso financiero? ¿Y sus sueldos?

/upload/fotos/blogs_entradas/theindustriesrevolution_med.jpgUn libro reciente (Jan de Vries, The industrious revolution, Cambridge UP) estudia un fenómeno similar que tuvo lugar en el comienzo de la edad moderna. Lo cierto es que todavía nadie puede explicar de un modo convincente por qué a mediados del siglo XVII se dio una mutación tan súbita y general. El caso es que en menos de cien años la sociedad tradicional que había vivido básicamente de lo que producían unas células familiares casi autárquicas, se convirtió en una sociedad que compraba fuera del hogar (en el mercado) multitud de objetos innecesarios. El proceso comenzó hacia 1650 en los Países Bajos, Gran Bretaña y las colonias americanas, pero se extendió luego al mundo entero.

Lo chocante es que esa transformación no tiene explicación racional alguna. De nuevo nos topamos con frases tan vacías como nuestra "crisis de confianza" que no explica nada. En el caso barroco la palabra es "deseo". De pronto y sin razón discernible, las familias comenzaron a desear vajillas, cubertería, trajes más calientes y hermosos, cortinas en las ventanas, carruajes, lavabos, jabón, ropa interior, dieta variada... lujos que habían sido considerados pecaminosos en las familias pobres o de clase media y que las iglesias habían combatido como caprichos impíos.

Para dejar de vivir con lo que producían y acceder a un excedente que permitiera comprar lujo y confort, las familias urbanas pusieron a trabajar a las mujeres y los hijos. Las hijas ingresaron en la servidumbre. Los hombres ampliaron sus jornadas laborales. Se redujo el horario dedicado a las prácticas religiosas. Las mujeres comenzaron a dominar algunas técnicas, sobre todo textiles. En fin, el conjunto de cambios fue extenso y lo mejor será que lean al doctor De Vries. Lo que nos importa es que ese "impetuoso deseo" (una "crisis de confianza" a la inversa) se afianzó con la Revolución Francesa y poco después la Revolución Industrial aumentaría exponencialmente un proceso que se alarga de 1650 a 1850.

La "crisis" barroca no sólo creó la llamada "edad moderna", también hundió las cuentas del clero y el prestigio de los intelectuales, todos ellos enemigos feroces del dispendio y del lujo. Hay que esperar a Mandeville y a Adam Smith para oír hablar a favor del deseo, del dispendio, del mercado y del confort. Es asombroso que el primer relato de este proceso moderno aparezca en España. Don Quijote es un ilustrado tradicionalista (hoy estaría en Izquierda Unida) que quiere defender la poesía del mundo heroico, pero se rompe la crisma una y otra vez contra el mundo prosaico, moderno, práctico y ajeno a los milagros, los torneos, los gigantes y las doncellas desvalidas.

Nuestra crisis no parece muy distinta de la barroca, aunque sólo estemos en su inicio. ¿Cómo será el mundo que emerja de esta mutación? ¿Y dónde tendrá su centro? ¿Seguirá hablando en inglés? ¿Y regalando teléfonos móviles a sus niños? ¿O quizás nos espera algo más interesante? ¿La unidad de los ciudadanos contra la casta bancaria y sus lacayos políticos? ¿Partidos que defiendan al votante en lugar de exprimirlo? ¿Reaparición de la guerrilla urbana? ¿La extinción del automóvil privado? ¿Un nuevo totalitarismo? En todo caso, hay algo seguro: dentro de cinco años no nos reconocerá ni nuestra madre.

Artículo publicado en: El Periódico, 11 de enero de 2009.

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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Las mejores películas de 2008

Hechas las mismas salvedades del último post (esto es: todavía no pude ver The Wrestler, Doubt, The Curious Case of Benjamin Button, Milk, Slumdog Millionaire, Defiance, Synechdoche, NY, Frost / Nixon, ni las dos últimas del hiperkinético Clint Eastwood: Changeling y Gran Torino, por mencionar algunos de los films con mejores críticas de los últimos tiempos), aquí va mi lista con las películas que más disfruté este año.

The Dark Knight. "La mejor película de superhéroes de la historia" según Stephen King, que además ofrece la siguiente analogía: "...es a esa clase films lo que El Padrino II fue a las películas de gangsters: un evento que redefine el género".

Rachel Getting Married. Kym (Anne Hathaway) sale de la clínica de rehabilitación para acudir al casamiento de su hermana. Todo lo que toca parece desintegrarse, hasta que Kym entiende finalmente algunas cuestiones sobre rehabilitación de esas que no te enseñan en ninguna clínica. Me conmovió profundamente.

/upload/fotos/blogs_entradas/walleposter3_med.jpgWall-E. Más lírica y comprometida con el destino humano que la inmensa mayoría de las películas "para adultos" que conozco. Wall-E y Eve me resultan inolvidables...

Leonera. La mejor película del argentino Pablo Trapero. Con una gran actuación de Martina Gusmán como Julia, la mujer que se (re)inventa a sí misma a partir de una maternidad que la sorprende -en todas las acepciones del término.

Che Part 1. Lejos de boicotearse mutuamente, la mirada seca y casi documentalista de Steven Soderbergh.

Y otras que son de años distintos, pero que iluminaron mis días durante el año 2008: Cool Hand Luke, de Stuart Rosenberg, Control, de Anton Corbijn, The Big Lebowski, de los hermanos Coen.



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12 de enero de 2009
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Onetti otra vez

El ensayo de Mario Vargas Llosa sobre Juan Carlos Onetti (El viaje a la ficción, Alfaguara) pertenece a un género específico: escritores que escriben sobre escritores. Son textos que dicen tanto sobre el autor como sobre su tema. Más allá de la expresión de una admiración hay envidia o desconcierto: /upload/fotos/blogs_entradas/el_viaje_a_la_ficcin_1_med.jpg¿Cómo puede ser una obra tan potente? En el caso de Vargas Llosa frente a Onetti, veo:

1. El celo de la crueldad. Me explico: Onetti es un autor que insulta y ridiculiza a sus personajes. Vargas Llosa no sabe o no se atreve a hacerlo. En el momento de escribir su ensayo, descubre que no tiene aquella violencia.

2. La pasión para Faulkner, compartida por ambos autores. Las páginas sobre la influencia de Faulkner son excelentes. Pero no se trata de la influencia de Faulkner sobre Onetti. Se trata de lo que Vargas Llosa sabe de Faulkner. Vale la pena escucharle.

3. El celo para la creación de la ciudad imaginaria de Santa María. No existe un lugar parecido en la obra de Vargas Llosa. Y con gran honestidad, el escritor peruano compone lo que es para mí la frase clave de su texto: "Santa María es una realidad literaria, ficticia, artificial: una antirrealidad" (página 95). ¿Cuántos autores pueden como Onetti, dentro de una misma novela, ubicar un mismo personaje a veces en la realidad y a veces en la ficción? Muy pocos, Vargas Llosa no figura entre ellos pero explica el proceso en la obra de Onetti con una transparencia genial.

4. El desconcierto frente al estilo de Onetti: "inusitado, infrecuente, intricado, a veces hasta la tiniebla, a menudo neblinoso y vago" (página 115). Para decirlo de manera rápida: la casa de Onetti es un caos; la casa de Vargas Llosa es la casa de un señor donde cada cosa está en su lugar. Cuando escribe, Onetti no se comporta bien, con el lenguaje y con sus personajes, tiene un "estilo crapuloso" según Vargas Llosa: me encanta esta manera de decirlo.

El libro de Vargas Llosa me parece de una lectura imprescindible por los amantes de la literatura. Pero aún más por los que se interesan en América latina, pues Mario Vargas Llosa proclama en una especie de mensaje político obvio (y no solo una vez sino dos veces) la victoria de la ficción sobre la realidad en la política del continente. Después de reconocer a los personajes de Onetti el derecho a la desesperanza, a la frustración y, al final, el derecho a fugarse a lo imaginario, denuncia este mismo comportamiento en los habitantes del continente que optan "por lo irreal" en su vida real, creyendo en revoluciones y lideres locos. La victoria de la ficción sobre la realidad se puede aguantar en una novela pero es insoportable, para el novelista peruano, en la vida diaria. /upload/fotos/blogs_entradas/juan_carlos_onetti_med.jpgEn otras palabras: el mundo real no puedo copiar al arte sin provocar una catástrofe. "La mejor definición del subdesarrollo tal vez sea, escribe Vargas Llosa: la elección de la irrealidad, el rechazo del pragmatismo en nombre de la utopía, negarse a aceptar la evidencia, perseverar en el error en nombre de sueños que rechazan el principio de realidad" (página 231).

(La firma de Onetti que se ve en la imagen viene de un excelente sitio de aficionados a la obra de Onetti).

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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Tintín y la chica que soñaba

Durante años pensé que los periodistas eran aventureros, viajeros y justicieros. Creía que el oficio era ser corresponsal en cualquier lugar del mundo donde hubiera emociones. Recorrer países en compañía de un marino malhablado, bruto, bueno y gran bebedor. Acompañarte de perros inteligentes, sabios despistados, policías pardillos, enamoradizas cantantes gordas, amistosos serpas o simpáticos farsantes que supieran moverse por ciudades y continentes en conflictos, guerras o revoluciones. Un universo peligroso, injusto, en perpetua amenaza, entre conflictos y guerras frías. Un mundo raro, difícil, pero que sabía distinguir el espejismo de la realidad. El  bien del mal. Todo era un cuento. También Tintín.

El joven periodista justiciero, el pequeño burgués que nunca envejece, acaba de cumplir ochenta años sin mutaciones. Ni se hace mayor, ni echa tripa, ni se hace de la asociación  de periodistas europeos, ni se sindicaliza. No se le conocen novias, ni salidas de armarios. Nos hicimos periodistas pero nunca fuimos Tintín. Tampoco le abandonamos. La masonería de seguidores de Tintín esperamos islas misteriosas, cetros, lotos azules, orejas rotas, bolas de cristal, secretos templos, vuelos remotos, viajes a la Luna, un Tíbet en paz o el final de las guerras por el oro negro. Al menos así pasaba en nuestro cuento. En nuestra seña de identidad, nuestra fe en las mentiras. Una manera de querer seguir siendo de aquella patria que tenía nombre del tebeo creado por Hergé. La línea clara  está llena de oscuridades. Mientras Tintín sigue igual, como la vida en una canción de Julio, el mundo se sigue enfrentando con una música mucho más vieja, con una letra tan antigua como la Biblia. Hace años que nadie sabe nada de Tintín. Hoy se podría leer a la luz de una vela. Como lo leyeron unos brigadistas belgas en Albacete.

Hace una intifada, Luis Reyes, viajero, periodista y tintinófilo, dijo que Gaza era el "basurero del infierno". El mismo lugar en que los filisteos- los palestinos- hicieron preso a Sansón y con el engaño de cortarle el pelo, "le sacaron los ojos, y lo llevaron a Gaza". Después le creció el pelo y se puso las botas matando filisteos. Ahora, entre el deseo de venganza bíblico, el razonable miedo a los radicales "filisteos" y el fanatismo ortodoxo, vuelve a ser imposible vivir en Gaza. Tengo una amiga que vive en Gaza hace veinte años. En su vida madrileña leyó a Tintín,  y lo abandonó por Carlos de Focault.

Dejó todo por aquellos desiertos. Ahora espera la evacuación. Cuando la vea la dejaré el libro de esa chica sueca, nuestra heroína del milenio, que está en las antípodas de Tintín y que sueña con una caja de cerillas y un bidón de gasolina. Los niños de Gaza no leen a Tintín, ni a Larson. Ojalá algún día puedan leer a Maruja Torres. Una amiga.

Artículo publicado en: El País, 11 de enero de 2009.



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12 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un ligero temblor en el ala

Cuando le preguntaron que sintió al bombardear una casa en la franja de Gaza el piloto de la fuerza aérea israelí Dan Dalutz respondió con una frase que ya ha quedado para los anales de la infamia: "un ligero temblor en el ala". Esto no ha sucedido ahora. Fue hace ya muchos años. La franja de Gaza es una zona de guerra desde 1948 y allí la muerte campa por sus respetos como en pocos lugares del mundo. Lo cuenta con prosa concisa y grave en su editorial de ayer, y con idéntico título que el de este texto, el diario Haaretz, cuya lectura no debiera perderse nadie de quienes quieren observar y analizar sin orejeras lo que está haciendo el ejército israelí con el millón y medio de palestinos encerrados en la cárcel de Gaza junto a las milicias terroristas de Hamas.

Dan Halutz llegó a ser el jefe del Estado Mayor de las IDF (Fuerzas de defensa de Israel) desde 2005 hasta 2007 y la dirección de la ofensiva contra Líbano de verano de 2006 fue enteramente obra suya. El editorialista de Haaretz no evoca su controvertida figura para criticarla: este capítulo está ya agotado, sino para hacer algo mucho más difícil para un diario; difícil y además admirable: criticar a la opinión pública israelí, a muchos de sus lectores en definitiva. Así dice la frase del editorial: "Si hace unos años produjo indignación pública el bombardeo de una casa de Gaza y la declaración del entonces piloto y jefe del Estado Mayor Dan Halutz, que dijo haber sentido una ‘ligero temblor en el ala' cuando bombardeó la casa, hoy la respuesta es la indiferencia e incluso la satisfacción ante el daño sufrido por los palestinos".

Una de las novedades que ha aportado esta nueva crisis bélica es un retorcimiento más del lenguaje militar, que invade los medios de comunicación y lanza nubes tóxicas entre nosotros y la realidad. Digo lenguaje militar pero no me refiero únicamente a lo que dicen los militares: los profesionales de las armas más bien no dicen nada, hacen y encargan a otros, con frecuencia diplomáticos, políticos, periodistas, intelectuales, para que hagan la parte ‘limpia' del trabajo sucio, que consiste en ocultar la verdad. Y por más argumentos defensivos y ofensivos, reflexiones históricas o teológicas, razonamientos honestos o intimidatorios que se nos plantee, la verdad desnuda y cruel es que los civiles están muriendo a puñados (la mitad de los 800 muertos contabilizados hasta ayer son civiles y la mitad de los civiles son mujeres y niños) y que no hay fuerza humana o divina que pueda justificarlo ni perdonarlo.

Esta novedad es la que Haaretz ha sabido recoger con extraordinaria agudeza moral al denunciar cómo muchos descendientes de víctimas y supervivientes del Holocausto (no todos, por fortuna, empezando por muchos colaboradores y lectores de Haaretz) acogen las matanzas de Gaza con la misma indiferencia con que los europeos permitimos hace casi 70 años el exterminio de seis millones de nuestros conciudadanos.



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12 de enero de 2009
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El Boomeran(g)
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