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Eder. Óleo de Irene Gracia

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Siu Kam Wen en el ojo público

Siu Kam Wen. Fuente: herald tribune Writer Siu Kam Wen Back in the Public Eye in Peru dice el "Latin American Herald Tribune" en su edición de hoy, para comentar el retorno del narrador peruano -nacido en China- Siu Kam Wen al país con una reedición de su libro de cuentos El tramo final (Casa Tomada) y su nueva novela La vida es una tómbola (editorial San Marcos). Muchas entrevistas han aparecido sobre el autor (en Moleskine mencioné antes una) aunque lamentablemente todas muy parecidas entre sí. Hoy, por ejemplo, lo entrevistaron en el diario El Comercio bajo el poco inspirado título "Retrato de la colonia china", aunque la entrevista es interesante. Algunas preguntas:¿En ?El tramo final? hay estos personajes resignados a su destino?Escribí estos cuentos cuando estaba en una época bastante pesimista y las historias sufrieron esto. Casi todo termina en tragedia o en un final no muy favorable. Son personajes muy específicos, miembros de una colonia de emigrantes, y he tratado de hacerlos sufrir y contar historias universales antes que coyunturales. Tengo la fortuna de haber publicado el libro un año después de haber salido del Perú, en el 86. ¿Fue una etapa muy opresiva?Sí, en esa época había acabado mi carrera de Contabilidad en San Marcos. Hice mis estudios de noche: once años en la nocturna de la secundaria y en la universidad. Entonces tenía una visión un poco deprimente. Además tenía muchos problemas personales, no podía conseguir trabajo, traté de nacionalizarme y no pude; esa combinación de cosas impactó en los cuentos. Ahora soy más optimista debido al clima de Hawái, con sol todo el año, uno no tiene tiempo para deprimirse. ¿Su otro libro, ?La vida no es una tómbola?, es su reconciliación con su familia?Nunca me he peleado con mi familia ni mi padre. Si en el pasado me resentí de las acciones de mi padre, ahora ya no. Ha fallecido y no le guardo rencor. Comprendí que él era una persona chapada a la antigua y no podía cambiarlo. Entonces tenía que adoptarme a su visión del mundo o forjar el mío. Pero ha sido eso [un fantasma literario], no ha presentado ningún libro en Lima? Tuve un grupo de bohemia compuesto por estudiantes de Letras y algunos de Ingeniería de San Marcos, como Cronwell Jara, Mario Choy y otros más? Ahora cuando se habla de literatura peruana ya no se trata de miraflorinos, son una minoría étnica. Alguna vez yo dije que los criollos tenían más cobertura mediática porque eran más simpáticos, nosotros somos cholos, negros y chinos (risas). Pero si has nacido en Miraflores, tienes que escribir sobre eso, no como Ciro Alegría. Nosotros no escogemos los temas, estos nos escogen. A mí me gusta alternar lo autobiográfico y lo fantástico: una vertiente es sobre los chinos en el Perú y la otra son historias ambientadas en París o en la China histórica.



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5 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Max Weber en la Casa Blanca

Ningún gobernante puede eludir la disonancia entre la ética de la responsabilidad y la ética de la convicción estudiada por Max Weber hace casi un siglo en su conferencia La política como profesión. Como Barack Obama no iba a ser una excepción, no han bastado ni siquiera cien días para que empezaran a apuntar algunas minúsculas señales oscuras, todavía pequeñas motas de polvo, sobre su radiante imagen. El nuevo presidente dio pasos contundentes, solo llegar a la Casa Blanca, con sendos decretos presidenciales en los que se prohíbe la tortura y se programa el cierre de la base de Guantánamo para 2010. Su compromiso con esta política de respeto y promoción de los derechos humanos ha tenido un sonoro reflejo en dos de sus grandes discursos, en la toma de posesión y en su primera alocución ante las dos cámaras reunidas, que se sintetiza en su idea de hacer compatibles la seguridad nacional y la defensa de los valores democráticos.

Todas las exigencias que se le presentan se podrían resumir en cuatro: predicar con el ejemplo; reincorporarse a la comunidad internacional en la firma y cumplimiento de tratados y convenciones sobre derechos humanos; reformular y ajustar una política exterior acorde en su actitud rigurosa ante los incumplimientos de los países socios; e investigar y depurar razonablemente las responsabilidades respecto a los desmanes perpetrados durante la presidencia de George W. Bush. En los cuatro puntos todo está en mantillas, o lo que es aún peor, empiezan a producirse titubeos o muestras de criterio escaso.

No es un buen comienzo que Hillary Clinton, en su primera salida al exterior, declare las relaciones con China exentas de toda exigencia en este capítulo. La orden de detención contra el jefe de Estado sudanés, Omar al Bashir, viene a recordar a su vez alguna de las cuentas pendientes a liquidar con urgencia: Estados Unidos, que firmó con Bill Clinton el estatuto de creación de la Corte, no quiso luego ratificarlo, ya con Bush, y legisló en su contra, prohibiendo colaborar con ella y protegiendo a sus ciudadanos de sus acciones; aunque toda esta acción unilateralista no le impidió a Bush estar a favor de que Al Bashir fuera acusado de genocidio. Pero es evidente que Obama no podrá plantear a medio plazo una política exigente respecto a la situación de los derechos humanos en las dictaduras o democracias soberanas amigas si antes no ha dejado limpio y en orden el patio interior y a la vez se ha incorporado al grupo de países más cumplidores.

Y ahí es donde están llegando noticias inquietantes. Un alto cargo del Departamento de Justicia, Neal Katyal, ha sugerido a la Casa Blanca la creación de un tribunal de seguridad nacional que permita la detención preventiva por tiempo indefinido y sin juicio de determinados sospechosos de terrorismo. Detrás de estas ideas se halla la resolución del problema que plantea el cierre de Guantánamo, donde hay un grupo de terroristas que podrían quedar en libertad si el Gobierno se limitara a llevar a los presos ante un tribunal ordinario.

En tres de las sesiones congresuales de confirmación de sendos nombramientos presidenciales se han escuchado expresiones preocupantes respecto al escrupuloso respeto a los derechos humanos prometido por Obama en su campaña. Se trata de Elena Kagan, la procuradora general del Estado, que actúa en nombre del Gobierno ante el Tribunal Supremo; el fiscal general, Eric Holder; y el director de la CIA, Leon Panetta. La aplicación del código militar a los terroristas, de nuevo el concepto de tortura y las autorizaciones excepcionales a los servicios secretos para detenciones o secuestros ilegales son los puntos que no han quedado suficientemente aclarados y descartados en estas comparecencias.

Tampoco está claro que la nueva Administración dé vía libre a la exigencia de responsabilidades por las acciones ilegales realizadas desde la anterior Casa Blanca en la lucha antiterrorista. La CIA acaba de reconocer que autorizó la destrucción de 92 vídeos de interrogatorios, presumiblemente con uso de torturas, con una finalidad fácilmente reconocible de obstaculizar la investigación. El Departamento de Justicia ha levantado el secreto sobre nueve de los famosos memos de los consejeros legales de Bush que cubrían las acciones ilegales del Gobierno con sus opiniones jurídicas. Pero falta por desvelar todavía el contenido de otros 35 documentos secretos.

La responsabilidad de Obama es salvaguardar la seguridad de sus conciudadanos y defender sus intereses en el mundo. Cuanto más se aleje esta responsabilidad de sus convicciones, peor le irán las cosas. La razón es sencilla: Obama ha hecho de la transparencia política un instrumento y a la vez un objetivo; una convicción o valor dentro de su concepto de la sociedad democrática. De ahí que será la propia transparencia del sistema que está construyendo la que pondrá en evidencia sus fallos, sean sólo motas de polvo como ahora o se conviertan en horribles lamparones como los que rompieron la imagen de su antecesor.



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5 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Israel, bajo la lupa

Con Aluf Benn, en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, invitados por la Casa Sefarad-Israel. Tenemos que hablar sobre las disonancias entre las opiniones públicas israelí y española respecto al conflicto de Oriente Próximo, tema que se las trae. Significa hincar el diente justo en el meollo. Mi colega, que ha sido corresponsal diplomático de Haaretz y ahora es editorialista y columnista centra el tema de formas fulminante y fría: el problema es el uso de la fuerza. Todo en Israel, la gente, la calle, la cultura, la economía, están muy cerca de Europa y América, menos en esta cuestión que nos separa y nos seguirá separando de forma irremediable.

Junto a conceptos y análisis generales, el periodista de Haaretz nos aporta detalles muy interesantes de la actualidad de estos días, en que muchas cosas se están moviendo en la escena internacional. Durante la mesa redonda tomo algunas notas, de las que ofrezco el resumen de lo que me parece más interesante. Por supuesto, la responsabilidad de todo lo que aquí se escribe me pertenece.

Hablamos, naturalmente, del resultado de las elecciones israelíes, el viaje de Hilary Clinton en la zona y los primeros movimientos de Obama en política exterior. Los israelíes estaban intuitivamente con McCain y no con Obama. McCain es como Sharon o Rabin, en todo, incluso en las canas y en su aspecto físico. Los israelíes se lo imaginan dando la orden de atacar a Irán para frenar su programa nuclear, cosa que ni sueñan con Obama. Hay dos fantasías igualmente irreales, la de la derecha que veía a McCain continuando la política de Bush y la de la izquierda que ve a Obama comprometido a fondo en una iniciativa de paz. Por el momento el presidente norteamericano deberá dedicarse a intentar salir de la crisis económica y será difícil que Oriente Próximo suba a lo alto de su agenda.

Las dificultades con que tropieza ahora mismo Israel son cinco. La primera la falta de liderazgo (nadie tiene la talla de Sharon para una acción de la envergadura de la desconexión de Gaza o la creación de Kadima). La segunda, su sistema electoral imposible, que hace el país ingobernable. El tercero, la recesión, que llega más despacio y más débil pero se irá notando cada vez más. El cuarto, Irán con su plan nuclear, que para Netanyahu constituye una ‘amenaza existencial' e implica para el político del Likud el horizonte de un ‘segundo Holocausto'. Y el quinto, Obama, que se verá obligado a echar una mano a los palestinos.

Respecto al nuevo presidente, cabe esperar dos actuaciones: una para cumplir con las expectativas respecto a los palestinos, consistentes en presionar contra la extensión de los asentamientos ilegales en Cisjordania, soltar un buen número de presos y facilitarles la vida mediante el levantamiento de controles y barreras; y otra de contenido más estratégico, consistente en abrir un frente de negociación con Siria. La neutralización de este país que controla Líbano, tiene influencia en Hezbolá y Hamas y es un aliado de Irán, aliviaría enormemente la tensión y contribuiría a aislar al régimen de los ayatolas. El Golán además no tiene significado emocional para los israelíes, aunque hay que anotar que siempre han fracasado los intentos de negociar su devolución.

Netanyahu es un personaje peculiar, detestado por los extremos: en la derecha, por su oportunismo; en la izquierda, por halcón. Habla mucho pero hace poco. Olmert ha tomado tres iniciativas militares. Dos guerras, en Líbano y Gaza, y un ataque aéreo a una instalación nuclear siria. Bibi ni una, y además no se lleva muy bien con los militares. Su obsesión y su programa se llaman Irán, y trabajará para que Estados Unidos termine con el peligro nuclear, como sea. Está de acuerdo con la negociación directa, siempre que tenga plazos marcados.

El gobierno de derecha dura con Netanyahu y Lieberman plantea un problema muy serio, que supera el obstáculo relativo que pudiera significar Obama: el Likud no quiere oír ni hablar de Estado palestino; Nuestra Casa Israel sí, pero todavía es peor, porque exige para ello una nítida separación étnica, que significaría la expulsión de los árabes israelíes que no juren lealtad al Estado de Israel. Pero frente a la resistencia de la dura derecha isarelí, nunca como ahora está asentada la idea de dos estados, uno palestino y otro israelí, viviendo en paz y seguridad uno junto a otro. Es la última y una de las pocas ideas sensatas de Bush, que intentó lanzar en Annapolis y que el próximo gobierno israelí quiere descartar tajantemente.



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5 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Robert McCrum sobre Swarup

Las pequeñas estrellas de la película. Fuente: the observer Y el tema de Slumdog millonaire sigue dando vueltas en las páginas del suplemento "The Observer" en The Guardian. Ahora es el serio Robert McCrum quien ha salido a la palestra para defender este "cuento de hadas" escrito por Vikas Swarup (publicado en Anagrama bajo el título ¿Quién quiere ser millonario?) y convertido en película exitosísima por Danny Boyle. McCrum habla, en primer lugar, del propio cuentos de hadas del autor hecho realidad:Consider this fairy tale for our times. In 2003, partly inspired by Charles Ingram, the "coughing major" on Who Wants to Be a Millionaire?, a would-be writer named Vikas Swarup, an Indian diplomat from Allahabad, fulfilled a lifetime's ambition in the final days of his posting to Britain. After two months at his laptop, Swarup completed a first novel about a TV quiz show winner accused of cheating his way to a million. Entitled Q&A, it was published in 2005 to good reviews. The Observer described it as "a brilliant story, as colossal, vibrant and chaotic as India itself". In an overcrowded bazaar, Q&A could have joined that melancholy heap of promising debuts that drift into oblivion. Instead, the novel caught the attention of a sharp-eyed reader at Film4, which took an option. Simon "The Full Monty" Beaufoy was commissioned to write a script. Finally, in a cinematic ripple-dissolve, Q&A became Slumdog MillionaireLuego, se dedica a resaltar las diferencias entre la novel de Swarup y la película de Boyle, recalcando que ninguno de esos cambios traicionan el espíritu de la novela a pesar de que el mismo Swarup, protegiéndose, tomó distancia en su momento de la película. Un apunte notable de McCrum es señalar que la novela, como la película, logra hacer de cada respuesta acertada un pequeño cuento en sí mismo:Swarup's original, which has the simplicity of a good yarn, is rendered quite faithfully on the screen. So, for instance, each chapter of Q&A is a short story, dramatising one episode of the hero's journey to fabulous wealth, culminating in the apposite quiz question, a device sustained by the movie. Q&A is popular fiction at its best and brightest. The prose is efficient and the characters are briskly drawn in strong, sharp colours. Swarup clearly understands his job. As an exercise in genre, the novel is a triumph and that was before the movie-makers got to workMás adelante, explica lo que para todos debe ser obvio: la novela de Swarup no pretende ser lo que no es (una novela de Rushdie, por ejemplo) sino lo que consigue ser, un cuento de hadas (de estirpe dickensiana anotó con certeza un amigo mío), una novela popular, incluso una ficción comercial muy bien hecha donde se relata la historia de un triunfo inverosímil como todas las fábulas, incluso las que (como en el caso real de la película y la novela) se hacen realidad.Q&A was a commercial fiction by a writer who has confessed that, growing up, he was "a sucker for thrillers". Fair enough. Apart from a few routine nods to the richness of Indian English in the use of words like "chai wallah", "chawl" and "lathi charge", Swarup writes in standard British English, as you'd expect from a career diplomat in the Indian Foreign Service. If you want a more authentic, complex and deeper picture of Mumbai, read Rohinton Mistry (A Fine Balance and Such a Long Journey). If you want a more subtle version of Indian modernity, read Aravind Adiga (The White Tiger). Both of these, in turn, are just the most visible of an astonishing new generation of remarkable Indian writers liberated by the economic miracle of India's transformation since the 1990s. Swarup has followed Q&A with a crime novel, Six Suspects (Transworld). But his fairy-tale debut is now that global phenomenon, the tie-in edition of a multi-Oscar-winning movie. The arc of his personal narrative is complete, with a happy ending.La parte más divertida del artículo, sin duda, es el codazo final que le manda a Salman Rushdie y su ferviente promoción anti-slumdog millonaire. Es la cereza del pastel que corona el éxito -jamás imaginado- y el happy ending de Vikas Swarup, un oscuro diplomático con ganas de contar una historia que se convirtió de pronto en un escritor reconocido, y por consiguiente odiado, del Londres literario:But wait! There's one final twist: Swarup has just received the supreme accolade of an attack from Salman Rushdie. The author of Midnight's Children has scolded both book and film for piling "impossibility upon impossibility". Rushdie has said that "the problem with this adaptation begins with the work being adapted". Welcome to literary London, Mr Swarup.



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5 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Galería de espectros: Pechorín

Mikhail Lermontov

Rafael Argullol: Hoy en mi galería de espectros he visto el espectro de Pechorín.

Delfín Agudelo: ¿Te refieres al personaje de Lermontov presente en la novela Un héroe de nuestro tiempo?

R.A.: Sí. Siempre que en la prensa o en las telenoticias oigo hablar de las guerras del Cáucaso, en las que están implicados el ejército ruso y resistentes de algunos de la república o de los pueblos del Cáucaso, siempre inevitablemente pienso en este texto y en Pechorín, al que Lermontov llamó muy adecuadamente el héroe de nuestro tiempo. ¿Y cómo era ese héroe de nuestro tiempo? Era un soldado ruso, generalmente de buena familia, que había nacido en Moscú o en San Petersburgo, que se había alejado de los círculos familiares y del bienestar, de esas ciudades, y había sido destacado a un remotísimo batallón en el Cáucaso, donde entre escaramuza y escaramuza pasaban días enteros de aburrimiento, de tedio, de amontonamiento de días siempre iguales. Lermontov es uno de los grandes definidores del tedio moderno, de manera paralela, incluso cronológica, a la definición que hizo Baudelaire en París. Y allí nos encontramos con dos abordajes simultáneos, aunque en marcos tan distintos de la cuestión del tedio, del paso irreversible del tiempo, etc. Dos escenarios tan distintos como pueden ser París, el escenario metropolitano por excelencia, y como puede ser una aldea remota en las montañas del Cáucaso. Pero el sentimiento viene a ser el mismo, quizá con la única diferencia que Pechorín y sus compañeros llegaron a inventar en la práctica algo que los poetas de París solo inventaron metafóricamente: el juego de la ruleta rusa, que consiste en sustituir la bola de la ruleta por las balas que se ponen en un revólver para al menos así romper la monotonía de las noches interminables.



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5 de marzo de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Las disculpas de Poe

Un cheque firmado por E.A. Poe. Fuente: universidad de virginiaLos que hemos leído alguna biografía de Edgar Allan Poe sabemos perfectamente que tenía la costumbras de escribir cartas llenas de disculpas y ruegos por dinero. Las escribía a su familia, en especial a su madre adoptiva, y también a sus editores. Así era Poe: una mente poderosa pero incapaz de guiar a su personalidad excesivamente frágil e insegura. La Universidad de Virginia, como parte de la celebración de los 200 años del genio, ha comprado una carta en la que Poe se disculpa con un editor en Filadelfia por beber demasiado y le pide que lo saque de un apremio económico. La nota de Milenio dice:(...) la misiva, fechada en Filadelfia el 18 de julio de 1842, Poe culpa a su amigo William Ross Wallace, un poeta y abogado, por hacerlo hecho tomar demasiados "julepes" y por portarse mal en una visita a Nueva York. La universidad compró la carta en una subasta de Sotheby's luego que la misma pasó años en manos privadas (...) "¿Serían lo suficientemente amables de poner la mejor interpretación posible de mi comportamiento en N-York?", le pregunta Poe a los editores neoyorquinos J. y Henry G. Langley. "Ustedes han debido hacerse una idea rara de mí, pero la simple verdad es que Wallace insistía en los julepes, y yo no sabía ni lo que hacía ni lo que decía". Termina la carta expresando su esperanza de volver a ver a los Langley "bajo mejores auspicios". El artículo anexo fue rechazado, pero publicado más tarde en otros sitios. La carta apareció por primera vez en una revista literaria estadounidense en 1957, según la edición del 2008 de "The Collected Letters of Edgar Allan Poe" (Las cartas recopiladas de Edgar Allan Poe).Aunque la Universidad lo ha negado, al parecer habría pagado un poco más de 48,000 dólares por la carta.



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5 de marzo de 2009
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II. Una experiencia extrema

Un reportaje publicado estos días por el diario La Razón, de La Paz, cuenta que en la cárcel de San Pedro existe un circuito turístico organizado para visitantes extranjeros, quienes, además de hacer un tour por las instalaciones, disfrutan, entre otras amenidades, de la oportunidad de adquirir artesanías hechas por los mismos presos y sus mujeres. Y también pueden abastecerse de droga.

El tour de una hora cuesta 35 dólares por persona, cuota de admisión que no incluye, por supuesto, el precio de la ración de estupefaciente que se quiera comprar. El alcaide del penal niega la existencia de las visitas turísticas, que se organizan en el portón mismo de la cárcel, pero admite que adentro se elabora y se comercia droga, que los niños cargan en sus mochilas cuando regresan de la escuela.

Algunos de los visitantes, son ya clientes fijos, y acuden al penal 3 o 4 veces por semana para hacer su provisión, bajo el incentivo de que adentro la droga es más barata que en la calle. Es tan llamativo el tour, que Lonely Planet, una de las más afamadas guías turísticas, lo califica de excitante, "una experiencia extrema".

Y como los sitios turísticos tienen también atracciones históricas, el guía no dejará se señalarle al visitante la celda donde estuvo detenido el genocida nazi Klaus Barbie, conocido como "el carnicero de Lyon", antes de ser extraditado a Francia en 1983.

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5 de marzo de 2009
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¿Ha de ser útil la música?

La segunda posición que ayer presentaba lleva implícita la tesis de que la música no vale por si misma, que tiene una función respecto a algo que le es extrínseco. Como escribe irónicamente Fodor:

"Si nos gusta la música un montón, esto debe ser sin duda en razón que en la prehistoria de nuestra especie, algo hacía que oír música o componerla, o ambas cosas, incrementara la probabilidad de sobrevivir, o de perseverar íntegramente o de transmitir nuestros generes a la posteridad...Quizás el hombre del Neardental (o cualquier otro) apreciaba la música porque algo en ella era bueno para la adaptabilidad, computada, por ejemplo, en el número de pequeños neardentales que el oír música les inducía a tener. (De ser así, las cosas han cambiado mucho: en todos los teatros de ópera en que he estado, copular durante la representación está mal visto y lo que inviertes en mezzo-sopranos no puedes gastarlo en tus hijos)."

La tesis del carácter innato de la música, como la del carácter innato del lenguaje, sólo se salva del pragmatismo si a la palabra innato se la desvincula de connotación adaptativa, es decir, si algo en la evolución que forja rasgos específicos escapa a la regla de la economía. Evolución, sin finalidad, como sin finalidad (en circunstancias azarosas que lo posibiliten) emergen especies a partir de otras ya dadas. Una vez más, estructura sin teleología, causa o razón formal, no subordinada a una causa o razón final.

En lo que a la música se refiere esta posición abre realmente al asunto de la esencia interna, que pasa por abordar interrogaciones absolutamente elementales y que no han encontrado aún clara respuesta (como ocurre, de hecho, con las interrogaciones elementales sobre muchos otros asuntos, desde la cosmología a la pregunta por las formas o  especies).

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5 de marzo de 2009
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Buenos minutos

Después de leer en francés Los minutos negros (Mondadori) del novelista mexicano Martín Solares, me encuentro con la reseña de esta novela en Letras Libres. Se habla de una novela policiaca entretenida pero con un obvio defecto: referencias extra literarias.

¿Por qué -pregunta la reseña- la mención interminable de marcas comerciales, de nombres ridículos en su mayoría, de los años 70? ¿Para que alguien diga ¡ay, qué jocoso!? ¿Qué gana el libro con la aparición como personaje del novelista B. Traven? ¿O de Alfred Hitchcock? ¿O del criminalista mexicano Alfonso Quiróz Cuarón? Nada gana y algo pierde, sobre todo porque no parecen cumplir más función en la trama que la de servir como decorado retro. ¿Por qué no recurrir también a Santa Claus o al Pititos Torres, a quien el resto del elenco se podrá pasar 720 cuartillas albureando?

No comparto esta crítica. Hay una escuela de la novela policíaca culta y que se dedica a construir un entorno cultural. Para citar a dos autores, el catalán Manuel Vásquez Montalbán y el brasileño Rubem Fonseca. Creo, al contrario, que por recibir una carga tremenda de historias policíacas (en televisión, en libros) el arte del autor en este género tiene mucho que ver con la manera de construir un contexto que no es de los personajes sino del proprio autor. No puedo imaginar a Rubem Fonseca sin Isaac Babel ya ahora los buenos minutos de lectura de Solares sin el misterioso B. Traven que tanto hizo para promover a la Sierra Madre.

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5 de marzo de 2009
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Desaseado mental

Despierto en medio de ese bache en la agenda que bien podría llamarse nochebuena cuaresmeña y se observa en detalles sólo visibles a ojos inquisitivos, como sería la sobrevivencia del árbol navideño a media sala ya entrados la Cuaresma y el mes de marzo. Nueve de la mañana, temprano todavía para la primera Coca-Cola pero muy tarde para apagar las luces del arbolito. Afortunadamente es artificial, podría tenerlo en pie el año entero y a partir de septiembre estar a la vanguardia del Christmas Spirit. Hay, no obstante, visitas que se asustan cuando encuentran un árbol de Navidad en junio. Piensan que están en casa de un desaseado mental, temen que les salpique su inescrúpulo. Puede que sea por eso que cada noche sigo prendiendo los foquitos. Que no se diga que es uno desidioso.

Imposible entender la proverbial recurrencia de un fenómeno como la nochebuena cuaresmeña desde el pedestal de un escritorio aséptico y una agenda equilibrada, ventajas que uno va dejando de codiciar conforme se amontonan las evidencias. Como es el caso de esa piña huraña que entró en el refrigerador por ahí de septiembre pasado y en todos estos meses no encontró más salida que endurecerse a solas. Si uno se las arregla para no ver el árbol en la sala, ya quiero ver qué va a hacer una piña encerrada en un cajón a medias transparente para hacerse notar. Por no hablar del cereal caducado en febrero del ‘94 que inexplicablemente resiste en la alacena, tal vez petrificado como aquellos proyectos insuficientes que también se escurrieron agenda abajo, a saber desde cuándo. Las obsesiones libran guerra sin cuartel para prevalecer en la cima del coco. Cada vez que una de ellas triunfa visiblemente sobre las demás, se producen fenómenos equivalentes a la nochebuena cuaresmeña. No hay más que el horizonte de la obsesión, el resto se disuelve como un sueño remoto.

Nueve y media. Todavía con el ventanal cerrado, el balcón inundado de sol disimula el empuje del ventarrón afuera. Es la hora en que uno tiene que decidir con qué armas va a enfrentar a los monstruos del día. Salgo al balcón envuelto en una cobija, pongo de un lado el yogurt y la fruta, del otro pluma, carpeta, control remoto, teléfono inalámbrico, teléfono celular, periódico. Hay que entrar en el día, pero sólo para salirse de él. Hay que entrar en el tiempo del proyecto. Hay que hacerse novela y desdeñar cualquier paisaje divergente. Hay que quebrar la espina de los días y transformarlos en un solo flujo. Hay que ser avariento con el tiempo. Hay que salvar la vida del capítulo náufrago, darle respiración al párrafo convulso y vida artificial a esa línea torcida que por algún motivo se niega a enderezarse. Hay que sobrevivir a los demonios engendrados.

Las diez. He expulsado al periódico y a los teléfonos. Ignoro cuanto puedo la lucha a muerte entre la podadora de un jardinero cercano y la voz de Young Jeezy escupiendo I get a lot of it desde dentro de la recámara. Contemplar un jardín esplendoroso bajo el estruendo de un motor de podadora podría llegar a ser tan desconsolador como atrapar al narrador encobijado al rayo del sol, con la facha de un tísico afiebrado cuya familia ha puesto el árbol de Navidad a destiempo, no sea la de malas...

Tiene una cierta gracia, para quienes creemos que el buen humor se disfruta mejor con cierta mala leche, descubrir que tus seres queridos realmente se preocupan por tu salud cuando te ven abordo de una obsesión así. Son los últimos meses de un proyecto largo, la dicha se confunde con la melancolía cada vez que se cae en uno de esos estados en apariencia catatónicos cuya magia evidente no es posible explicar. Se es feliz en mitad de la peripecia ajena que lo sumerge a uno en estados entre alelados, lánguidos y febriles. A lo lejos, del otro lado de la barranca, dos señoras señalan hacia acá. No alcanzo a distinguir sus facciones, ni por supuesto escucho lo que dicen, pero igual me divierto suponiendo que apuntan hacia a mí y me compadecen. A medida que avanzo obsesión adentro, imagino que escucho sus palabras perdiendo intensidad en la distancia. Pobrecito, comentan, todos los días su familia lo saca a orearse. Un día de éstos se les va a olvidar.

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5 de marzo de 2009
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