Skip to main content
Category

Blogs de autor

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El calor y el frío

Las quejas de la población sobre las altas temperaturas veraniegas son sustantivamente distintas a las que se oyen cuando el frío se extrema. Las primeras son de una primordial condición colectiva mientras las segundas son sólo colectivas artificialmente, sumando una a una la voz.

El frío se padece en solitario bajo el sonido del rechinar de dientes mientras que el calor en multitud es como un himno nacional entonado en masa.

 De hecho las gentes, cuando se manifiestan en multitud, flamean pañuelos o banderas, son de por sí vistosas y calurosas: componen ardientes recibimientos, forman ruidosas soflamas o caldean los momentos gloriosos en los estadios. Las personas de por sí, son del orden del calor, tal como corresponde a los mamíferos, mientras los peces o los reptiles son de naturaleza fría.

Llegar al frío desde la calidez es regresar a un estadio de transfiguración monstruosa o de vía letal. Mientras que, por el contrario, acceder humanamente a grados superiores de calor coincide con los comunes procesos que genera guerra, placer o vidas nuevas. Calentarse en el lenguaje humano es acentuar la cólera o la libido, llegar a un punto crucial para la acción y quien sabe si para la conquista o la procreación. En consecuencia el frío de por sí entristece, demedia y mata. Pero matará. imaginariamente, no al pueblo congregado en su tumulto sino a los ciudadanos aislados unos a uno como partículas del montón. El calor fusiona, el frío particiona. El calor ensoberbece y el frío ensombrece. Aunque sea, tan sólo, en los ocultos lenguajes de la imaginación.  



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
15 de julio de 2009
Blogs de autor

Un montón de huesos

Pocas cosas me sorprenden más que el habitual juicio según el cual los estudios, tanto escolares como universitarios, han de ser divertidos. Nadie lo niega. ¿Alguna vez fueron aburridos? Yo tuve profesores soporíferos como también los hubo extremadamente tontos, pero las asignaturas no tenían la culpa.

Sobre el supuesto de que sólo es divertido lo estúpido, parece que se hubiera llegado a un acuerdo según el cual el más aburrido de todos los estudios posibles es la filosofía. Quizás porque los responsables de la actual educación jamás se interesaron por ella. Son gente curiosa, los responsables del actual sistema educativo. El que ha logrado una tan espléndida destrucción de conocimiento.

Durante meses nos reuníamos en casa de una amiga con Víctor Gómez Pin, para leer las Meditaciones de Descartes bajo su tutela. Éramos veinteañeros, pero aún guardo el ejemplar tapizado de anotaciones marginales. El título del tratado, Meditations metaphisiques, asusta a mucha gente. Lo cierto es que se leen con suma facilidad, son la puerta de la filosofía moderna y plantean el interrogante más audaz que haya conocido el mundo hasta esa fecha: ¿y si lo que llamamos "Dios" no fuera más que un tahúr? La célebre hipótesis del dieu trompeur llevaba ínsita la intención de contestar que no, que Dios es buenísimo y se desvive por nosotros. El problema es que la duda penetró como un virus en el intelecto europeo y menos de un siglo más tarde ya se había convertido en una pandemia. Occidente sería la primera cultura mundial que probaría a sobrevivir con sus solas fuerzas y sin la ayuda de ningún Dios, al que se apartaba de la vida razonable por si las moscas. Aún no lo hemos logrado del todo: Dios sigue atacando con furia, ahora disfrazado de musulmán.

Aquellas tardes de discusión, frase a frase, del que sería texto fundador de la ciencia moderna, el inicio de una innovación colosal obrada por unos seres insignificantes que revolucionaría la vida del planeta para bien y para mal, son de las más "divertidas" que he vivido jamás. La huella de aquel viaje metafísico me ha aconsejado, año tras año, recomendar el estudio de Descartes a los alumnos de arquitectura, sin esperanza, con convencimiento. Y cada año, en efecto, siempre hubo dos o tres valientes (y valientas) que hicieron caso. Su sorpresa era mayúscula. Llegaban luego con los ojos como platos para darme la gran noticia: la así llamada "filosofía de Descartes" era una experiencia emocionante.

Viene esta introducción como excusa de que en pleno julio y para la mochila de las vacaciones ose recomendar al lector sin prejuicios (o al que haya sufridola educación española de los últimos 20 años) un libro sobre Descartes. Su título puede confundir: Los huesos de Descartes, de Russell Shorto (Duomo), en excelente traducción de Claudia Conde. Y digo que puede confundir porque cabe sospechar que el autor imite un título de serie negra, como esa legión de policíacos que para adornarse ponen un Wittgenstein o un Freud entre los cadáveres, a la manera de Manolo Vázquez Montalbán, que ponía recetas de cocina para animar al pobre lector. Pues, no del todo. Es un libro de intriga y trata, ciertamente, sobre los huesos de Descartes, pero es además una notable introducción al pensamiento moderno europeo.

La metáfora de los huesos es adecuada. Cuando Descartes muere (daba clases de matemáticas a Cristina de Suecia), lo entierran de mala manera en un cementerio para huérfanos a dos kilómetros de Estocolmo. Los cementerios católicos le estaban tan vedados como los protestantes. Se había convertido en la bestia negra de todas las jerarquías eclesiásticas. Descartes era creyente y había emprendido su obra tratando de fundar más en razón la garantía de existencia divina, pero su argumento superó al dueño del cerebro de Descartes y con una explosión de dinamita abrió un cosmos sin Dios a la investigación científica. De modo que entre los huérfanos, aquellos de quienes nadie sabía cuál era su credo, encontró acomodo.

Seguramente ese fue el único momento en que los huesos ocuparon el lugar que verdaderamente les correspondía: entre los abandonados que ninguna iglesia reclamaba. Porque, aunque estaba amaneciendo un mundo nuevo que conduciría al dominio hipertécnico que es ahora nuestra casa, sólo lucía la debilísima luz de la aurora en una punta del orbe, pero seguía dominante y pomposo el sol cegador de las monarquías absolutas y los obispos despóticos en todo el planeta. De modo que tampoco los discípulos de Descartes y quienes le enterraron pudieron escapar a la más antigua de las prácticas cristianas: el culto de las reliquias.

La historia de sus huesos es también una historia de cómo el pensamiento religioso se trasladó del alma inmortal a la razón discursiva y cómo la fe ciega en la gloria eterna se convirtió en fe ciega en la verdad científica. En 1666, desenterrado del cementerio de huérfanos para ser trasladado a Francia, sus reliquias sufrieron un primer asalto. En la aduana, los rigurosos funcionarios franceses obligaron a abrir el ataúd y, para pasmo de los cartesianos, había desaparecido el cráneo, se había perdido el recipiente de la mejor cabeza de su tiempo. ¿O acaso el pensamiento no está en los sesos? Problema.

El culto de las reliquias, inspirado por el respeto que imponía su futura resurrección, ¿qué sentido podía tener entre gente que ya no creía en la vida eterna? A pesar de todo, siempre custodiados por sus discípulos, los restos de Descartes volvieron a ser enterrados, esta vez en la iglesia de Sainte Geneviève. Allí permanecieron largamente hasta conocer la sombra del inmenso Panteón, otro depósito de reliquias, ahora nacionalistas.

Durante los siguientes 100 años y a pesar de que Luis XIV condenó el cartesianismo, la razón cartesiana no hizo sino invadir la totalidad de la investigación científica europea y convertir a su fundador en un santo laico, el mártir de la Razón. Cuando a partir de 1790 los revolucionarios se lanzaron al saqueo de las iglesias parisinas, de nuevo entraron en acción los discípulos. Esta vez fue Alexandre Lenoir, figura siniestra y fascinante, quien desenterró los huesos sin cabeza para evitar su profanación. Durante décadas los puso bajo la protección del Museo de los Monumentos Franceses, hasta que en 1819, habiendo ya vencido todas las resistencias, proclamado Descartes el padre fundador de la razón científica, la Academia de Ciencias de París decidió trasladar en solemne procesión (¿religiosa?) los restos del filósofo a la iglesia de Saint-Germain-des-Prés. No obstante, en el momento de abrir el ataúd para proceder al entierro (¿sagrado?), lo que allí se encontraron fue en verdad pasmoso.

Dejo para el lector la solución de la intriga y la incógnita sobre el cráneo que cuidaba el pensamiento de Descartes. He exagerado la parte detectivesca como anzuelo de perezosos, pero en el ensayo de Shorto hay serias exposiciones de asuntos como el problema de la conexión mente/cuerpo, la disputa entre empiristas ingleses y racionalistas continentales, o la herencia cartesiana en escritores tan inesperados como la superlativa Ayaan Hirsi Alí. En su opinión, la persistencia de las teocracias musulmanas obedece a los intereses y el fanatismo de las clases dominantes en esos países, monárquicas y eclesiásticas, pues saben que aceptar la razón cartesiana significa el derrumbe de su despotismo. El predominio de la razón sobre la fe religiosa trae consigo, fatalmente, la libertad de los civiles y la exigencia inmediata de derechos individuales.

Quizás algún día, seguramente en un futuro lejanísimo, una república islámica reformada pida que los huesos de Descartes sean trasladados a tierra de infieles en solemne romería, para desagraviar al santo de la Razón en el último lugar que se negó a eso que (los cartesianos) llamamos Era Moderna. Confiemos en que para entonces pueda viajar, también, el cráneo.

Artículo publicado el miércoles 15 de julio de 2009.

Leer más
profile avatar
15 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Otro corazón de las tinieblas (2)

Los textos que McCarthy eligió como acápites de Blood Meridian colocan al lector en un marco inequívoco. Además de las citas de Paul Valery y el místico Jacob Boehme, preocupadas por la sangre, el tiempo y la pena (‘La pena no existe’, sugiere Boehme), un recorte periodístico de 1982 nos informa que “la reexaminación de un cráneo fósil de 300.000 años… muestra evidencia de que la cabellera le había sido arrancada”. Aquí juega su rol un verbo en inglés muy específico: to scalp, que no tiene equivalente en español y describe la forma en que los indígenas de América del Norte obtenían un souvenir de sus víctimas –produciendo un corte en la base del cuero cabelludo y después tirando para arrancarlo.
    “Tus actos de piedad y de crueldad son absurdos, cometidos sin calma, como si fuesen irresistibles”, dice Valery subrayando la naturaleza compulsiva del hombre. El sentido de la cita periodística confluye, al arrancar un acto bárbaro de la mitología del Oeste americano y proyectarla sobre la historia entera de la humanidad: no son los Apache ni los Yuma los que arrancan las cabelleras –la novela se centra en lo que podríamos definir, con cierta ironía, como un episodio de transculturización- sino la especie humana desde sus mismos albores.
    Blood Meridian recrea libremente un episodio histórico: la campaña que John Joel Glanton y su banda desarrollaron entre 1849 y 1850, masacrando indígenas y vendiendo sus cabelleras a funcionarios y potentados mexicanos.
    La novela arranca entregando su protagonista a la mirada del lector: ‘See the child’, dice McCarthy, sugiriendo desde la primera frase que, más allá de la convención histórica, lo que se narra está ocurriendo ahora, ante nuestras narices –del mismo modo en que un rito, al ser oficiado, ‘actualiza’ el hecho original.
    Este protagonista ni siquiera tendrá nombre propio. Para McCarthy es apenas ‘the kid’: el chico, el muchacho, siempre con minúsculas. Este chico que estuvo consagrado a la muerte desde su nacimiento, por cuanto vino al mundo –es el autor, y no yo, quien se toma el trabajo de ponerlo de este modo- asesinando a su madre en el proceso. Es así que crece salvaje, ignorado por su padre y “desarrollando ya el gusto por la violencia sin sentido”.
    Blood Meridian narra cómo es que el chico sacia ese gusto hasta el hartazgo; y su intento de encontrar un camino de regreso, apostando a la piedad en vez de a la crueldad –y siendo traicionado por la moneda en su caida.

(Continuará.)  



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
15 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Siza Vieira

Toda arquitectura presupone una determinada relación entre la opacidad natural de la mayoría de los materiales empleados y la luz exterior. Los gruesos muros románicos se abrían difícilmente para que la claridad del día moviese, en un espacio que parecía rechazarlas, las sombras que precisamente acabarían dándole sentido. La sombra es lo que permite hacer la lectura de la luz. El gótico se rasgaba verticalmente en vidrieras que, dando paso a la claridad, al mismo tiempo la matizaban para rescatar en el último instante el efecto misterioso de la penumbra. Incluso en los modernos tiempos, cuando la pared es, en gran parte, sustituida por aberturas que casi la anulan, que la hacen desaparecer en absurdos revestimientos de vidrio que diluyen sus propios volúmenes en un proceso de caleidoscópicas reflexiones y proyecciones, la necesidad de apoyo del que el ojo humano no puede prescindir busca ansiosamente un punto sólido desde donde descansar y contemplar. No conozco en la arquitectura moderna una expresión plástica en que el primordio de la pared sea tan importante como en la obra de Siza Vieira. Esos muros anchos y cerrados surgen, a primera vista, como enemigos inconciliables de la luz, y, al dejarse finalmente abrir, lo hacen como si obedeciesen contrariados a las inaplazables exigencias de la funcionalidad del edificio. La verdad, según entiendo, es otra. La pared, en Siza Vieira, no es un obstáculo para la luz, sino un espacio de contemplación en que la claridad exterior no se detiene en la superficie. Tenemos la ilusión de que los materiales se volverán porosos a la luz, de que la mirada penetrará la pared maciza y reunirá, en una misma conciencia estética y emocional, lo que está fuera y lo que está dentro. Aquí, la opacidad se ha hecho transparencia. Solo un genio sería capaz de fundir tan armoniosamente estos dos irreductibles contrarios. Siza Vieira es ese taumaturgo.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
15 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Un misil para liquidar a Al Qaeda

Aquella guerra bien pudo terminar así: un misil teledirigido, lanzado desde un avión no tripulado y guiado desde el propio Pentágono, destruye el cuartel general en el que se hallan reunidos Osama Bin Laden, Ayman Al Zawahiri y toda la plana mayor de la organización terrorista. También valen alguna de las múltiples variantes: con la acción de un comando perfectamente entrenado, que consigue saltar y entrar directamente en el sancta sanctorum de Al Qaeda y liquidar a todos y cada uno de sus dirigentes. Muchos habrían sido los aplausos y escasas las críticas si George W. Bush hubiera obtenido la cabeza de Bin Laden tan limpiamente, en vez de lanzarse a la cabalgada del horror, con Guantánamo, la legalización de la tortura o las mentiras de las armas de destrucción masiva.

Pues bien, ahora empieza a saberse a ciencia cierta lo que hasta ahora no pasaba de sospecha escasamente documentada. Efectivamente, la CIA estuvo trabajando en un programa, lanzado después del 11-S, para liquidar a la cúpula de los terroristas que ordenaron la ejecución de los atentados de Washington y Nueva York. Es lo menos que se podía esperar de la fama de la organización y de la envergadura del ataque que sufrió Estados Unidos. Lo realmente extraño es que no se llegara a materializar, y lo que roza lo humorístico es que haya sido precisamente este programa que no llegó a ver la luz el hilo del que tirar para que la Administración Obama haga lo que le piden algunos, muchos temen y el propio presidente quiere evitar: pasar las facturas del desastre de Bush al cobro, en el Congreso y en los tribunales, visto ya que en el mostrador de la opinión pública han sido ya encajadas. Lo que le van a reprochar a Bush, y sobre todo a su vicepresidente Dick Cheney, que es quien organizó y ordenó la operación, así como su ocultación, no es que intentaran cargarse a Bin Laden (nadie sensato puede negar que era su obligación), sino que intentaran hacerlo sin atenerse a ni una sola regla de juego y sobre todo sin informar debidamente a las comisiones reservadas del Congreso y del Senado, dedicadas y profesionalizadas en la discusión de este tipo de temas delicados. Todo esto se ha sabido porque el director de la CIA nombrado por Obama, Leon Panetta, se dirigió a finales de junio a ambas comisiones parlamentarias para informarles de que se había enterado de este plan secreto y de su ocultación ante los parlamentarios y que lo había suspendido. Las revelaciones de Panetta están actuando como el catalizador para otras revelaciones. El New York Times reseñaba tres hilos más de los que tirar, que conducen todos ellos a una revisión a fondo de las ilegalidades de la anterior presidencia. Se ha sabido que Bush bloqueó la investigación sobre una matanza masiva de talibanes, quizás varios millares, a cargo de un caudillo aliado de Estados Unidos que todavía forma parte del gobierno Karzai. Hay nuevos informes sobre programas secretos de escuchas sin autorización parlamentaria ni judicial. Y el fiscal general está a punto de nombrar un fiscal especial para que investigue los casos de torturas a prisioneros de Estados Unidos en la guerra contra el terror. Todo tiene muy mala pinta para Bush y los suyos. Como la ley de la gravedad, la exigencia de transparencia sobre sus ocho años de catástrofe política y jurídica va abriéndose paso inexorablemente. Aquel misil que no liquidó a Bin Laden puede ser en cambio el que fulmine a Bush y a los suyos, empezando por el inefable Dick Cheney. (Enlaces: con un news analysis del New York Times. Recordatorio: irán saliendo en su momento las entregas que todavía faltan de mi artículo publicado en Claves, 'El blog de Mariano José de Larra').



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Los héroes de Restrepo

Laura Restrepo. Fuente: elespectador Laura Restrepo en la Semana Negra de Gijón habla de su novela Demasiados héroes (Alfaguara), un drama íntimo donde, según la nota, se "humaniza" a revolucionarios de los años 70. ¿Es que no eran antes humanos? Entrar en la intimidad de un hombre (así sea Hitler, el Papa, Michael Jackson o el propio Cristo) no es "humanizarlo" sino, simplemente, verlo desde otra perspectiva. Eso es lo que ha querido hacer Restrepo, supongo. ¿Hasta cuándo los periodistas seguirán "humanizando" a los humanos? Dice el ADN.es:La escritora colombiana Laura Restrepo "humaniza" los actos heroicos de la izquierda latinoamericana de los años setenta en su última novela, según dijo hoy en la Semana Negra de Gijón (norte de España). Se trata de evitar el fracaso de la literatura comprometida por el abuso de la "frase hecha" y de "la consigna panfletaria", afirmó en Gijón, donde presenta su última obra "Demasiados héroes", que retrata en tono intimista un conflicto generacional con trasfondo político. "No es esta una época gloriosa ni de contar tragedias porque vivimos en un tiempo de tono menor", afirmó. La autora elige la austeridad de un cuarto de hotel para situar a una madre y un hijo adolescente, que regresan del exilio a la Argentina para buscar "la verdad" de un padre del que no se sabe nada desde que el niño tenía 2 años y medio. Se trata de una historia "íntima" contada en forma de diálogo casi exclusivamente. Restrepo parte de un "episodio oscuro" en la vida del padre desaparecido, que pudo haber sido "chupado" por los militares pero que, sin embargo, "no está, porque se ha ido por propia voluntad". (...) Hoy en Gijón consideró que la generación heredera de mayo del 68 "no ha fracasado" en su intento de cambiar el mundo, sino que en su lucha tuvo "espectativas demasiado altas" y la revolución "consiste en dar pedales.



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Las mujeres de Casanova

Donald Sutherland como el Casanova de Fellini. Fuente: calidoscopio.net Toda historia de pareja tiene dos partes. Hasta ahora, solo conocíamos la versión literaria de Giacomo Casanova y sus mujeres-objetos seducidas. Pero en una excelente idea, cinco escritoras italianas de diversas generaciones (como le gustaría a Casanova) dan la versión de los hechos desde el otro lado de la cama:Cinco escritoras contemporáneas italianas, representadas por cinco actrices del mismo país, dan voz en el Festival Grec entre el 15 y el 19 de julio a las mujeres seducidas por el célebre Giacomo Casanova, en un espectáculo que se representará en diferentes espacios del Museo Picasso. "Lei. Cinque storie per Casanova" es un montaje del veneciano Teatro Stabile del Venero, que llega al festival de verano barcelonés en el marco de la especial atención que el Grec dedica este año a la producción escénica italiana. Se trata de cinco monólogos originales que cuentan una especie de 'contrahistoria' de las memorias del veneciano que, en una época dominada por la razón, cantó al mundo las delicias de vivir a través de los sentidos y se encargó de mostrar a través de sus escritos la historia de su vida y sus aventuras amorosas por toda Europa. Los monólogos de las mujeres de Casanova que aparecen en el espectáculo están escritos por Carla Menaldo, Paola Capriolo, Bernedetta Cibraio, Mariolina Venezia y Maria Luisa Spaziani. Son escritoras de varias generaciones de la literatura actual italiana, que van desde una joven Carla Menaldo, que acaba de publicar su primer libro, a la octogenaria y reconocida Maria Luisa Spaziani, con escrituras que varían y son más directas o más literarias, dependiendo de la autora. "Lei. Cinque storie per Casanova" se estrenó en el Festival de Nápoles el año pasado y, en opinión del director del espectáculo y del teatro veneciano, Luca de Fusco, es una "aproximación muy dulce y afectuosa" al personaje, "muy diferente a la que tenemos del libertino Don Juan".



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

¿no me digas que venís por los libros?

 

 

 

Allí estábamos, entre churros y chorizos fritos, entre chiringuitos y tatuajes, entre norias y cárceles de mentira, entre coches eléctricos y sidras calientes. Allí fuimos por la llamada de la novela negra. Miles de personas, coches sin aparcamientos, botellones en el puerto, amores a pie de playa, fachas, freaks, progres, amas de casa, residentes en ninguna parte, viajeros de pateras cercanas, vendedores del top manta, modernos piratas, camellos, músicas, gritos y mucha tómbola.

 

Hace años que sabía  la conversión- con las pelas de Pepsi Cola entre otras bebidas poco negras- de la "Semana Negra" de Gijón en una enorme Feria para todos los públicos y hasta altas horas de la noche. Pero ahora no daba crédito. No encontrábamos un solo puesto de libros, nadie que llevara una novela, ni rastro de aquello que era el origen del encuentro. Todo parecía de un realismo sucio festivo, quizá bueno para nuestros narradores, pero agotador para uno que quería moverse entre libros y escritores. Nos dedicamos a la sidra. Nos relajamos. Preguntamos al camarero si en algún lugar había puestos de libros. Dudó. Después reflexionó y aseguró que sí, que por el otro extremo de la feria, creía haber visto algo con libros. Y nos preguntó, entre sorprendido y escéptico: ¿"No me digáis que venís por los libros"?

Nos sentimos raros. Éramos unos freakis, unos tipos raros a los que les gustan los libros.

Ya de retirada, entre agotados y decepcionados, se hizo la luz. ¡Habíamos confundido la entrada! Allí, en la entrada más oficial, al principio de la feria, allí estaban las casetas de libros. No había mucho público, pero sí estaban las tentaciones en negro y otros colores con queridas librerías. Con queridos libreros. El maestro de negritudes Paco Camarasa, nos salvó la noche que se presentaba más que negra.

La Semana Negra demuestra estar muy viva, muy visitada pero los feriantes no dejan ver el bosque de libros. ¿Porqué no llevar lo libresco, con sus charlas y sus puestos al enorme y muy notable edificio de la antigua Universidad Laboral? Entre sus dimensiones de fascismo franquista, con ese lado siniestro y misterioso, al lado de su grandilocuencia, quedaría muy bien una toma civil por los amantes de la literatura negra. Y alrededores.

De los libros que compramos hablaré otro día.

 



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

El tenis

Hace años jugaba al tenis con un alto ejecutivo, más amigo que ejecutivo, cargado, como es habitual, de incontables obligaciones, reuniones, conflictos y viajes. Los problemas de la organización a su cargo crecían en proporción a sus ascensos en la empresa pero, con todo, siempre mantuvimos el tenis los martes y jueves, sin premuras, prisas ni desazones antes o después del vestuario. Fue de él que aprendí una sentencia capital: "Los problemas pueden multiplicarse y complicarse, hacerse infinitos, pero a su tratamiento sólo conviene un método esencial: examinarlos y  recibirlos uno a uno, siempre en fila india." Lo peor, podía deducirse fácilmente, es que se apelotonaran. Así como las bolas del tenis, nunca llegaban en racimos ni siquiera un par de ellas a la vez, el procedimiento de gestión eficaz durante el juego radicaba en concentrarse en la bola que llegaba y resolver la jugada de la mejor manera. Luego vendría la otra y la siguiente siendo el medio eficaz para ganar la partida partirla en unidades estancas o dividirla en consecutivas secuencias cerradas  Los problemas siempre en fila india, es la receta. La aglomeración nos confunde, el uno a uno nos permite actuar.  



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Otro corazón de las tinieblas

Terminé de leer una novela que comencé a releer de inmediato, cosa que nunca antes había hecho. Se llama Blood Meridian, or, The Evening Redness in the West, de Cormac McCarthy, y es la primera obra maestra contemporánea que he leído desde The Adventures of Augie March de Saul Bellow; un relato que sin duda alguna se instalará más temprano que tarde entre los más grandes de la literatura, junto a Moby Dick y Heart of Darkness –de los cuales en más de un sentido es tributario.
    Como tantos otros, yo empecé a leer a McCarthy por sus obras más recientes: No Country for Old Men y The Road, por la cual ganó el Pulitzer. Me habían parecido tan admirables como impiadosas en su mirada sobre el fenómeno humano. Pero hasta que leí Blood Meridian no había advertido, primero, que en comparación con esta obra de 1985, No Country y The Road eran casi una fiesta. (The Road cuenta una historia terrible ubicada en un mundo post-apocalíptico, pero al lado de Blood Meridian suena a Heal the World de Michael Jackson.) Y en segundo lugar, se me había escapado inevitablemente que tanto No Country como The Road eran más bien figmentos, narraciones construidas sobre fragmentos de ese universo que se coaguló en Blood Meridian de una forma que –McCarthy debe saberlo mejor que nadie, condenado como está a contentarse con ecos de aquella grandeza- resulta por completo irrepetible.
    Leer Blood Meridian lo pone a uno en trance. A mí me ha pasado tan sólo con un manojo de autores y de libros, que me mueven a levantarme de la silla y leer en voz alta como quien pronuncia un conjuro que, de manera inexorable, transforma el mundo que me rodea con la sonoridad y el ritmo de sus palabras. Shakespeare. Una buena traducción de La Biblia. Bellow. Moby Dick. Conrad. No muchos más.
    Blood Meridian me transportó a un estado del alma a la vez sublime y desesperante. En algún sentido fue como asistir a la representación de un misterio gnóstico; parábola y rito en simultáneo, que al igual que King Lear constituye una iniciación –terrible, sórdida, y a la vez…- a lo esencial de la existencia humana.
    Si no les molesta, y con profunda modestia, en los días que siguen voy a tratar de explicar(me) la fascinación que Blood Meridian despierta con toda justicia.

(Continuará.)   



[ADELANTO EN PDF]
Leer más
profile avatar
14 de julio de 2009
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.