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Blogs de autor

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Una indefinida coacción

Rafael Argullol: Surge entonces una especie de espada de Damocles fantasmagórica, sensacional, inquietante y muchas veces diría incluso extraordinariamente hinchada, que es la espada de Damocles digital o electrónica. En estos momentos la panacea que presiona a la legión que he citado antes es Internet: los blogs, las revistas digitales, los comentarios digitales, todo un submundo que es la parte sumergida de la montaña del iceberg, muy difícil de vislumbrar, muy difícil de objetivar.

Delfín Agudelo: Lo verdaderamente complicado, a mi juicio, es que el sencillo hecho de tener acceso a una plataforma de comunicación-llámese blog, foro, etc.- no implica necesariamente un juicio agudo para establecer algún tipo de opinión respecto a determinada información. Todo el mundo puede opinar: todo el mundo puede coaccionar.

R.A.: Exacto, tienes la impresión de que ejerce una capacidad de coacción y de presión sobre el mundo visible de la edición y de creación literaria y crítica tan impresionante porque aumenta la visibilidad de la incertidumbre. Un editor en estos momentos no confía para nada en las críticas literarias de las revistas, de los periódicos, o dice no confiar; al mismo tiempo dice que lo importante es lo que viene a través de Internet, pero no te sabe aislar en qué consiste esta importancia. Un autor te dirá: "No, lo importante es escribir para el mundo digital que se avecina", pero no sabe objetivarlo. Me estoy encontrando que los medios de comunicación quieren dirigirse a una supuesta juventud electrónica, entre comillas, que no sabe muy bien tampoco a qué se refieren cuando dicen esto.

Que la juventud está acostumbrada a utilizar las nuevas tecnologías desde pequeños es evidente; pero de ahí a esta especie de neurosis por conseguir captar a esa juventud digital electrónica está creando verdaderamente una situación de suspense colectivo, que es divertido, interesante, porque lleva a una situación rara, rarísima: nadie se siente seguro, y eso se nota mucho en estos días que algunos editores están reconociendo el peso de la crisis en la venta de libros, y sobre todo en la situación bastante dramática de los medios de comunicación escritos, que han llegado a la conclusión de que no son leídos por la franja más joven y no saben muy bien cómo ser leídos por ésta. Entonces recurren a argumentos que no sé si tienen mucho de fantasmagórico. A partir de entonces sería muy fácil que determinados críticos que supuestamente aparecen como clarísimamente comprometidos con los intereses de esa juventud digital de nuevos valores electrónicos corten el bacalao.

 



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20 de julio de 2009
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Leyes que el artista sorprende

Completo el texto anterior con este otro

Los seres más estúpidos por sus gestos, sus palabras, sus sentimientos involuntariamente expresados, ponen de relieve leyes que ellos mismos no perciben, pero que el artista sorprende en ellos. En razón de este tipo de observaciones, el vulgo cree que el escritor es malvado, pero lo cree equivocadamente, pues, en algo ridículo, el artista ve una hermosa generalidad, y no la imputa a la persona observada, como tampoco el cirujano la tendría en menor consideración por el hecho de hallarse afectada por una afección circulatoria corriente; así el artista se burla menos que nadie de estos aspectos ridículos. Sin embargo, desafortunadamente para él, librarse de la maldad no le impide librarse de la desgracia; tratándose de sus propias pasiones, aunque conozca igualmente las generalidades, le es menos fácil liberarse de los sufrimientos personales que provocan. Sin duda, cuando un insolente nos insulta, hubiéramos preferido que nos elogiara y, sobre todo, cuando una mujer que adoramos nos traiciona,¡qué no daríamos para que hubiera sido de otra forma! Pero el resentimiento por la injuria, los sufrimientos por el abandono, hubieran entonces sido las tierras que jamás hubiéramos conocido, y cuyo descubrimiento, por penoso que sea para el hombre, se convierte en algo precioso para el artista. Y así los desalmados  y los ingratos, a pesar del artista y de ellos mismos, figuran en la obra. El panfletario asocia involuntariamente a su gloria a esos canallas que ha denunciado. Cabe reconocer en toda obra de arte a los  que el artista más  ha odiado, e incluso a aquellos que más ha amado. En realidad, en el momento mismo en que más le hacían sufrir no hacían otra cosa que posar para el escritor. (A la Recherche...Pléiade 1954, III, 900-901)       

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20 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Como huérfanos

La sociedad de los niños huérfanos. Este es el título de un libro (Ediciones B) que ha escrito Sergio Sinay con este subtítulo: "Cuando los padres y madres abandonan sus responsabilidades y funciones". Cuando los padres abandonan o cuando no pueden dejar de abandonarlas, funciones y responsabilidades, presencias y audiencias.

El caso viene a ser, de todos modos que, independiente de que vivan supuestamente juntos, no tener  normas, ni prohibiciones, ni  consejos fuertes, los niños se desenvuelven como pueden y crecen a la deriva con sus bandas, sus pantallas y sus deseos consentidos. Se trata de una deriva que al prolongarse les hace viajar hacia un espacio donde la orden, la prohibición o incluso la sugerencia paterna "los rayan" o en todo caso "pasan de ella", pasan del padre que no está y de la madre que les incomoda de vez en cuando con sus advertencias, a menudo inoportunas o fuera de consistencia. Acostumbrados, en suma, a desenvolverse sin la presencia de los padres, cuando los padres se dirigen ocasionalmente a ellos vienen a comportarse, por lo general, como personajes molestos o extravagantes o insoportables. Antes los hijos debían querer (y acaso querían) a los padres y los padres querían a los hijos. Sin embargo, actualmente, a fuerza de estar solos, los hijos no experimentan que los padres se interesen realmente por ellos y ellos, a su vez, se desinteresan paralelamente de los padres. Puede que todavía se quieran pero esa relación se ha relajado hasta volverse tan laxa que cuando se manifiesta los lenguajes chocan o son incapaces de ensamblarse. De uno y otro lado. Acostumbrados unos y otros a no hablar o hablar mínimamente entre sí, las historias que podrían compartir han avanzado ya demasiado como para no hacer fatigosa la tarea de referirse a su principio su desarrollo, el estado actual de las cosas y el conjunto de sus  significados. No son huérfanos. Ni unos ni otros parecen privados de esa oportunidad paternofilial pero el efecto real es que los padres viven sin hijos y los hijos sin padres entre silencios, reproches, malentendidos, disgustos, reproches y grandes estruendos de  puertas.



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20 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Traspasar los límites

Siete meses después de que en una oscura estación de policía me advirtieran ?usted ha traspasado todos los límites?, sigo viajando a Pinar del Río para impartir el Itinerario Blogger. La prohibición de reunirnos aquel  6 de diciembre, en lugar de poner fin al virus de expresarse online, ha avivado -en muchos- los deseos de contagiarse. Les dejo unas fotos del domingo en el oeste del país, mientras enseñaba las vísceras de Wordpress y los trucos para actualizar una bitácora.



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20 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Otro corazón de las tinieblas (4)

Holden lleva un título que nadie le cuestiona, aun cuando no parece responder a ningún tribunal de este mundo. En algún momento alguien se pregunta: “¿Juez de qué?”, y al no obtener respuesta, se cuida de repreguntar. Quizá porque la autoridad que trasunta es natural: no hay nadie en toda Blood Meridian que no esté seguro de que Holden pertenece a otra categoría de lo humano –esto es, si es que en efecto es humano.
    Para mayor contraste en compañía de gente tan hirsuta y desaliñada, Holden es calvo por completo. Tampoco tiene cejas ni pestañas ni matorrales en nariz y orejas. Durante una de las ocasiones en que se desnuda –que no son pocas-, demuestra que la totalidad de sus pliegues y orificios están limpios de vellos, casi como si se tratase de un recién nacido… o de alguien que está más allá de los atributos naturales / culturales de lo masculino.
    En segundo término, Holden es enorme. Dado que Blood Meridian fue publicada en 1985, resulta difícil creer que a McCarthy no lo rondaba de una u otra manera el Kurtz de Marlon Brando en Apocalypse Now (1979), que más allá de su físico rotundo y de su calva lunar comparte con Holden otra serie de características: el hecho de ser un iluminado entre bárbaros, su propensidad a dar discursos sobre materias que nadie en derredor está en condiciones de comprender (por ejemplo geología) y su condición de guía en nuestro viaje hacia the horror, the horror –frase que ya estaba en el original de Joseph Conrad, que Coppola-Brando hicieron suya en Apocalypse y que McCarthy, sobre el final, evoca a sabiendas de que no puede ser superada; por eso se limita a poner en escena a un personaje que, habiendo sido testigo del último horror que Holden perpetra, musita: Good God almighty.
    El juez habla en más idiomas de los que sus compañeros pueden mencionar. Escribe de igual modo, y hasta en simultáneo, con dos manos, “como una araña”. Y lleva consigo un cuaderno donde dibuja las curiosidades geológicas que se topa en el camino, o copia los restos de una vieja armadura europea, o pinturas rupestres. Cuando uno de sus socios en la banda le pregunta porqué lo hace, Holden responde que su intención es “borrar esas cosas de la memoria del hombre”. Como suele completar su tarea destruyendo el original que acaba de copiar, Holden sugiere, primero, un deseo de apropiarse de ese conocimiento, de fagocitarlo; y en segundo lugar, la noción de que se tiene a sí mismo por algo distinto de un hombre.
    La novela entera abona esta ambigüedad ante la figura de Holden. En algún momento el narrador dice que el juez se conduce como “una gran deidad pálida”. En otro pasaje dice que “atravesó el fuego y las llamas no le hicieron nada como si en algún sentido fuese natural a su elemento”; al usar el verbo to deliver up, McCarthy sugiere a la vez que Holden ha sido parido, o por lo menos entregado a nosotros, por las llamas.  
    “Pensé que el juez había sido enviado a nosotros como una maldición”, reflexiona un personaje durante un alto en el camino. “Y sin embargo demostró que yo estaba equivocado. En ese momento, al menos. Ahora estoy indeciso otra vez”. Y el lector con él, oscilando constantemente entre la repulsión que Holden inspira –es un hombre que no vacila en matar niños, y del que se insinúa que además abusa sexualmente de uno de ellos- y el reconocimiento a su salvaje lucidez.
     Hay tres pasajes desperdigados por la novela que condensan la mirada de Holden sobre el fenómeno humano. El primero habla de la guerra. El segundo habla de la soledad de la especie. El tercero es una parábola que echa luz sobre las razones de lo anterior.

(Continuará.)



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20 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Jardinices

La anunciada propuesta de ley de revisión constitucional del inefable Alberto João, como cariñosamente lo tratan sus amigos y seguidores, tiene claramente gato encerrado, aunque no haya perdido tiempo en esconderle el rabo. Agradezcámosle la franqueza. Jardim quiere ser, con derecho a veto por si las moscas, presidente de la región, y es lícito pensar que ya alimentaba tal idea en la cabeza cuando dejó entrever, tiempos atrás, aunque con un cauteloso grado de nebulosidad de vocabulario, su abandono de la política, dándonos una alegría que al final, como las rosas de Malherbes, acabaría durando poco. La inteligencia de Jardim no es nada del otro mundo, pero, en compensación, su listeza parece no tener límites. Como límites parece no tener nuestra ingenuidad. Imaginar al Berlusconi madeirense fuera de los salones y de los gabinetes reservados del poder es lo que se puede llamar un no ser absoluto, una contradicción en términos. Jardim nació para mandar y mandará hasta su último suspiro. Detestando a Portugal como lo detesta, nunca aceptaría ser presidente de la República, le basta con serlo de Madeira, Porto Santo y Selvagens. En el fondo, lo que la propuesta de ley pretende es establecer en Portugal una constitución configurada a su propia medida, es decir, corta, redonda, sin aristas. Una de las puntas incómodas que el querido ?leader? madeirense desearía capar es el nefando comunismo. Recelo que se parta los dientes en el intento. Los comunistas tienen una larga y dura experiencia de vida en la clandestinidad, ilegalizarlos equivaldría a tener que levantar todas las piedras esparcidas por Portugal para ver si debajo de ellas hay alguno escondido. Lo más interesante en las próximas horas será el festival de falsos patriotismos que explotará en la Asamblea Regional, con los oradores abrazados a las insignias locales y algún posible pisoteo y quema de la bandera portuguesa por aquello de los dos tercios de color rojo que porta y que congestionan todavía más las rubicundas mejillas de Jardim. También será interesante ver como Manuela Ferreira Leite, ese lince de la política continental, descalzará esta bota. Recomiendo a mis cuatro lectores que estén atentos a los acontecimientos. Van a tener algo que contarles a sus nietos.



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20 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El blog de Mariano José de Larra, 5

Ni anticipación ni respuesta La prensa tiene además un motivo adicional para sentirse especialmente afectada por esta crisis. No supo contar su llegada, como le ha sucedido a los economistas, los políticos y al resto de los medios de comunicación, ni ha sabido tampoco tranquilizar a los ciudadanos ni evitar los alarmismos a la hora de desatar los efectos perversos del pánico. Es suya toda entera. Nuestra, de los periodistas. Esta crisis es mía, como periodista veterano que soy, con experiencia en la travesía de tantas crisis e iniciado en el oficio con la del petróleo, la primera de grandes dimensiones que afectó a los periódicos.

Aunque no hayamos practicado la ceguera voluntaria, el negacionismo o el quietismo como han hecho muchos políticos, en España y fuera de ella, los periodistas formamos parte del conjunto de instituciones que no hemos olido la que se nos venía encima, a pesar de que veníamos hablando de la transición digital y de la desaparición de la prensa en papel desde hace muchos años. No se trata de pedir capacidades proféticas: meramente la de utilizar los ojos no sólo para mirar sino para ver, y la cabeza para luego contar e interpretar. Nada de esto se ha hecho en esta crisis; al contrario, se diría que hemos mirado sin ver y sólo hemos contado los acontecimientos mucho después de que hubieran sucedido. Las novedades no han estado en nuestras manos. Las noticias han dejado de ser cosa nuestra, para nuestra desgracia. Una buena muestra de lo que digo es la desproporción de páginas de periódico y de minutaje radiofónico y televisivo, esfuerzos e inversiones que dedican nuestros medios de comunicación al entretenimiento, a la información rosa y al deporte y los que dedican a la cobertura de la economía y de la política internacional. No ha cesado de crecer el capítulo de gastos en lo primero y de decrecer en el segundo. No es extraño que los goles en la cancha de la economía internacional no hayan sido retransmitidos desde las cabinas de los medios y hayamos tenido que contentarnos con repetir lo que ya se sabía o anunciar el crash cuando la bolsa ya se había hundido o la recesión estaba en marcha. En realidad, es una incapacidad para saber lo que nos está sucediendo a nosotros mismos. Es profunda e inquietante la correlación e incluso la sincronía entre la crisis global, que ha adquirido ya la forma de una recesión mundial, y la crisis de los medios. Y hay que decir que no tiene nada de mecánica esta correspondencia, a pesar del drenaje que toda recesión produce sobre el consumo y por ende sobre los ingresos publicitarios y la compra misma del periódico de pago. La prensa y los medios de comunicación en general hemos contado con una globalización económica y tecnológica que ha jugado a nuestro favor y ha propulsado la actividad de forma muy innovadora en la historia del periodismo: nunca habíamos tenido, gracias a los avances tecnológicos, más medios, más facilidades, más acceso a fuentes y a documentos e incluso a acontecimientos en directo. Esta misma globalización económica y tecnológica está actuando en sentido contrario, al igual que ha sucedido con la globalización en general: internet se está comiendo los medios de comunicación tradicionales. Ha sido benéfica hasta la crisis financiera y de pronto se ha convertido en fuente de todas las crisis y de todos los males. Como en la banca financiera, los periodistas nos hemos encontrado de pronto con unos valores, las noticias del día, que veían caer su precio hasta su total desaparición, convertidas en bienes mostrencos en manos de todos. En la época anterior nada era más viejo que el diario del día anterior, pero en la nueva tenemos que combatir para que los titulares del diario del día incluyan novedades: con frecuencia excesiva el diario del día ya es del día anterior cuando llega al quiosco. Y en cuanto a activos tóxicos, a mí me parece que también los tenemos: cada uno puede hacer el ejercicio mental para imaginarlos. Uno de los mayores problemas de los periodistas, que nos acercan de forma inquietante a la banca financiera arruinada en Manhattan el pasado septiembre, es la pérdida de credibilidad que se deriva de la toxicidad de muchos de nuestros valores cotizados hasta ahora en nuestra peculiar bolsa periodística. (Este texto es la quinta entrega que publico en el blog del artículo que aparece en el actual número de julio-agosto de la revista Claves de la Razón Práctica. Se trata de la adaptación de la conferencia pronunciada en Ávila. el 25 de mayo de 2009, dentro del ciclo ?Los medios de comunicación al servicio del siglo XXI?, con motivo de los actos del bicentenario de Mariano José de Larra).



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19 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Nuevo tipo de ahorro

Una tienda de la calle Neptuno cerró ayer para no encender el aire acondicionado, después de sobrepasar el estricto plan de kilowatts consumidos. En un hotel cinco estrellas, a los turistas se les explica sobre una reparación en los equipos de climatización, aunque en realidad los apagan para que el reloj eléctrico no marque tan de prisa. Lo empleados de ambos lugares respiran el aire viciado por el calor y pocos clientes se aventuran a comprar en el gran mercado o a quedarse en el lobby del lujoso alojamiento. Los abanicos brotan por todas partes, en un plan de ahorro que le está costando al país una cifra que la prensa no publica. Las amas de casas evitan sumergirse en la pegajosa atmósfera de las tiendas en pesos convertibles; quienes querían hacer un depósito bancario escapan después de media hora en el interior de la sucursal sin ventanas; las cafeterías ven disminuir sus ventas; los cambistas privados tienen su agosto porque las CADECAS cierran a media jornada y en los cines uno no sabe si gritar por el monstruo que quiere devorar al protagonista o por el insoportable calor. A cada gota de petróleo economizada le corresponde una incalculable pérdida en la recaudación de divisas, sin mencionar la reducción de la comodidad para los clientes, la cual no parece ser tenida en cuenta en este ?novedoso? plan de ahorro. Evidentemente, las medidas tomadas se originaron en alguna oficina climatizada por ?allá arriba?; se les ocurrieron a esos que -a las tres de la tarde- no tienen que esperar un documento en un lugar donde se aglomeran y sudan más de veinte personas. Me gustaría lanzarles a los artífices de este programa una propuesta para extender los recortes a ciertos sitios intocables, donde aún el termómetro marca menos de 25 grados. Sería bueno, por ejemplo, pedirles a los miembros de la Asamblea Nacional -que se reunirán el 1° de agosto- que se muevan hacia su sede en el transporte público, para no gastar el combustible de sus asignados ómnibus. Deberían, acorde con las restricciones eléctricas que vivimos todos, deliberar a la luz de las velas, tomarse un refresco caliente en la merienda y reducir su sesión a sólo un par de horas, para evitar los gastos en el uso de micrófonos y transmisión televisiva. La acción de aprobar por unanimidad y aplaudir con frenesí ?como siempre hacen- no necesita mucho tiempo de reunión ni el disfrute de un relajante aire acondicionado.



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17 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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MOLESKINE LITERARIO en Guayaquil

Plano de Expolibro en Ecuador. Fuente: expolibro En estos momentos estoy en la sala de embarque del Aeropuerto Jorge Chávez, esperando para abordar el avión a Guayaquil. Mañana participaré en la ExpoLibro 2009. Por lo pronto, escucho mi iPod, posteo, veo el twitter, escribo emails. He logrado evadirme de la compulsión compradora en el Dutty Free, ya estoy extrañando a Andreas y a Karla (aunque solo sea un fin de semana), me quedé con ganas de salir este sábado con Daniel Alarcón y Andrés Neuman, y me he dado cuenta de que ahora dejan entras sujetos absolutamente ebrios a las salas de embarque. Ya antes había visto a un sujeto con la mano ensangrentada en el counter. Y los trabajadores del Aeropuerto, muy higiénicamente protegidos por mascarillas y pendientes de las correas y las monedas de los pasajeros, como si nada ante el alcohólico y el sujeto ensangrentado. Viajar ya no es lo mismo de antes, señor Goyito.



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17 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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EL MEJOR BAR

 

 

 

Es muy difícil elegir el mejor bar. Hace días murió unos de los escritores que mejor conocieron algunos míticos bares del mundo, Eduardo Chamorro. Unos días antes, en compañía de mi querido Manuel Ferreras, en esa evocación y nostalgia de los tiempos "chamorristas" de Radio-3, volvimos a recordar sus colaboraciones mientras sonaba la voz del gran Sachtmo.

No olvidaré algunas tardes, algunas noches, en su compañía, con sus británicos modos de beber, su voz profunda, su risa seria y sus conocimientos sorprendentes de todos los mitos y los ritos del saber beber. Fue amigo de Juan Benet, eso imprime carácter. Bebió como un caballero, publicó algunas novelas, algunos ensayos políticos, miles de artículos y decenas de traducciones. Entre su obra hay un delicioso libro- ¡que ahora tengo extraviado!- que se llama "Galería de borrachos". Todo un tratado de cómo, dónde y qué hay que beber. Porqué no tiene explicación o tiene demasiadas.

Recordando su amor por Joyce, y su traducción del Ulises, he recordado uno de los míticos bares de Dublín. Quizá el más conocido de todos, el Davy Byrne, en la Duke Street y uno de los grandes templos de la cerveza, los vinos y los whiskeys. La historia y la literatura viven en sus rincones, en su barra, entre sus paredes. Por allí Michael Collins y las borracheras de Brendan Behan. Allí, en uno de los bares favoritos de Joyce, transcurre una escena del Ulises. Leopold Bloom entra al  bar de Byrne a tomarse unos vinos y unos trozos de bocadillo con mostaza picante y "el sabor a pies del queso verde".

Ese bar, esos clientes, y otros muchos bares, escritores y clientes que serían buenos compañeros del querido Eduardo Chamorro es parte de un libro que le hubiera gustado compartir: "Beber para contarla", una antología de relatos irlandeses, con insignes borracheras e insignes escritores. Lo ha publicado "La otra orilla". Y me está dando sed de malta. Tendré que brindar por Eduardo y dejar de trabajar. "El trabajo es la maldición de la clase bebedora", como decía otro dublinés llamado Wilde.



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17 de julio de 2009
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El Boomeran(g)
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