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Regresaron

Estepas, nieve, manzanas y el ruido de  un hacha que cortaba la leña en trozos desiguales. De esas imágenes y sonidos ajenos se nutrió nuestra infancia, debido a la excesiva presencia de la Unión Soviética en la Cuba de los años setenta y ochenta. Tiritábamos de frío mirando los dibujos animados checos y búlgaros, mientras afuera el sol del trópico nos recordaba que seguíamos en el Caribe. Algunos supimos decir primero ?koniec? que articular el monosílabo ?fin?, hasta que un día los osos emigraron, dejándonos sin los filmes de soldados victoriosos y mujiks sonrientes. Después de 1991, las cuantiosas tiradas de la editorial rusa MIR sólo podían encontrarse en las librerías de segunda mano bajo el manto polvoriento del abandono. Este febrero, sin embargo, la Feria Internacional del Libro ha dedicado su XIX edición al país que durante décadas fue mentor y soporte económico del proceso cubano. Los camaradas que antaño pagaban nuestra azúcar a precios astronómicos -mientras nos vendía su petróleo en una bagatela- han retornado vestidos con traje y corbata. Aterrizaron en la isla que una vez subsidiaron, pero esta vez para comercializar sus obras impresas en brillantes colores y de temáticas ajenas al marxismo. En la explanada de la Fortaleza de la Cabaña se entrecruzan las largas colas para comprar los nuevos títulos llegados desde el Este. Niños aquí y allá hojean láminas donde aparecen doradas espigas de trigo y gente cubierta con sombreros de enormes orejeras. Pero ya no es lo mismo. La obligada presencia que alguna vez tuvo esa iconografía en nuestras vidas es, para estos pequeñines de hoy, mera curiosidad por lo exótico. En sus mentes infantiles, los abetos no sustituirán a las palmas ni los zorros a las lagartijas; Rusia solo será  para ellos una región lejana y diferente.

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15 de febrero de 2010
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11 cartas de Jerry

Cartas de JD Salinger. Foto: Robert Stolarik. Fuente: NYT La muerte de JD Salinger ha traído, pronto, una novedad inédita. Once cartas dedicadas a su ilustrador, E. Michael Mitchell, en plena época de reclusión. Hábitos literarios, comentarios sobre actores de moda en los 80, diatribas contra sí mismo firmadas por Jerry. Ese tipo de cotilleo entre vecinos quedan expuestos ante el público. The New York Times adelantó el contenido. Una nota resume el artículo:Según informó el pasado miércoles «The New York Times», la Morgan Library and Museum, en Nueva York, acaba de hacer pública una serie de documentos que espera poder exhibir en breve. Son las cartas que Salinger envió a E. Michael Mitchell, un artista conocido por haber diseñado la portada de una de las novelas más célebres de todos los tiempos, «El guardián entre el centeno», la consagración como escritor de Salinger. El epistolario llegó en el año 1998 a este centro neoyorquino como parte de la colección de Carter Burden, centrada en literatura estadounidense del siglo pasado. La Morgan Library and Museum decidió entonces no divulgar el contenido de la parte referente J. D. Salinger hasta que el escritor hubiera muerto. Uno de los aspectos más importantes de este fondo es que incluye la descripción detallada de los hábitos de escritura de Salinger en los años posteriores a 1965, cuando dejó de publicar. Incluso en la década de los 80, describe un régimen de escritura altamente disciplinado, iniciado cada mañana a las seis, nunca más tarde de las siete, y no interrumpido «a menos que sea absolutamente necesario o conveniente». Las referencias a la obra literaria inédita resultan interesantes, por ejemplo, en una carta de 1966 cuando habla de una acumulación de «diez (borradores), el trabajo de doce años» que incluye «dos manuscritos en particular ?realmente libros? que he estado acaparando y recogiendo por años». El novelista también habla de algunos episodios curiosos, como una velada en Londres en casa de la pareja de actores formada por Laurence Olivier y Vivien Leigh en la que el alcohol corrió sin medida. Pese a su reclusión, J. D. Salinger no oculta en las misivas cierto interés por la cultura pop y por la política, especialmente por algunos iconos de la mitología más popular. Opina así sobre personajes tan dispares como son los actores John Wayne y Eddie Murphy y Nancy Reagan. [...] Mitchell fue vecino de Salinger en Westport (Connecticut). Fallecido el pasado año, el artista era considerado por Salinger como un buen amigo. El escritor se llega a disculpar ante su «querido viejo Mike» por sus manías solitarias que le impiden contestar el teléfono «sin apretar los dientes». La amistad entre ambos se enfrió en 1993 cuando Salinger se negó a firmarle un ejemplar de «El guardián entre el centeno».

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15 de febrero de 2010
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Los diarios de Francis Terry Leak

William Faulkner en Hollywood. Foto: Alfred Eriss/Getty Fuente: The Guardian Ahora ya sabemos el secreto del insumo literario de William Faulkner. Ha salido a la luz una serie de diarios de un granjero sureño llamado Francis Terry Leak que, al parecer, entre bourbon y bourbon, ya sea trepado en su granero-escritiorio o desnudo en su terraza en Hollywood, inspiró a Faulkner sus truculentas historias en El sonido y la furia, entre otras. Dice la nota:Los diarios del ignoto Francis Terry Leak, un cultivador de algodón del siglo XIX, serían la fuente directa de la que el escritor y premio Nobel William Faulkner se nutrió para escribir algunos de sus libros. Según la investigadora estadounidense Sally Wolff King, que descubrió el diario en el archivo de la Universidad de Carolina del Norte en 2009, Faulkner tomó de sus diarios nombres de personajes y anécdotas que incluyó en novelas como El ruido y la furia (1929), ¡Absalón, Absalón! (1936) y, especialmente, en los relatos de Go down, Moses (Desciende, Moisés), publicados en 1942. Aunque los diarios de Leak estaban en los archivos de la universidad desde 1946 y habían sido consultados por varios investigadores, hasta ahora nadie había descubierto que guardaban relación con la obra de uno de los más grandes escritores estadounidenses de todos los tiempos. Al parecer, Wolff King descubrió la relación al ver que los apuntes de contabilidad del diario (en especial los que hacían referencia a la compra de esclavos) se parecían mucho a los que hace uno de los personajes de Desciende, Moisés. Luego, al entrevistar a los descendientes del ignoto diarista, la investigadora confirmó su intuición: Faulkner y el bisnieto de Francis Terry Leak fueron amigos. Edagar Wiggin Francisco III, tataranieto del diarista, recordó que el escritor incluso visitó a su padre en su casa de Mississippi para consultar esos antiquísimos diarios. Gracias al hallazgo de su vida, Wolff-King publicará en junio un libro en el que contará la historia del diario y la amistad, prácticamente olvidada, entre Faulkner y el hombre que le prestó los diarios de su bisabuelo.

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15 de febrero de 2010
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Libertario, tabernario, bufón

 

La hermosa deteriora Simone Signoret cuando escribió sus memorias las tituló "La nostalgia ya no es la que era", en los paseos romanos, también en los florentinos, no pude evitar tener nostalgia de otras veces, otros años, otros lugares. Hoy pasé por una pensión romana dónde conocí el amor y la risa. Las ciudades, sus calles, sus bares, sus hoteles guardan memoria leve de lo que fuimos. Lo que ya solo seremos si lo recordamos nosotros, si lo recordamos a otros.

La aparición en éste bar abierto de Paco Otero me hace volver a tiempos libertarios. Era una vez un barrio abierto, todavía no era el barrio gay, pero ya era un lugar de muchas libertades. Algunas molestaban a los fachas de entonces. Recuerdo el bar de Emilio Sola, uno de los nuestros, "La Vaquería", cerrado por atentado de los reductos franquistas. Al lado, en la misma calle, en la misma acera de esa calle que se sigue llamando Libertad, estaba- todavía está- uno de nuestros habituales refugios, "Libertad 8". Por allí llegó Paco Otero, libertario, educado, libertino y algo bufón. Era mucho antes de que cantaran Pedro Guerra o Javier Álvarez. Eran noches para cantar con Ángel González y toda una pandilla que supimos bebernos demasiadas noches y algunos días. Cantábamos sin pudor a desentonar. También escuchábamos. Y hasta veíamos amanecer antes de, una noche más, Terele Pávez se pusiera a cantar desafinando y ligera de ropa.

Paco Otero, que ya estaba allí cuando el barrio estaba por inventarse, entre los libertarios, las academias de baile, el restaurante barato del padre de la hermosa María- que se perdió con los Hare Krisnhas-, los pinchos del "Santander" o los encuentros en "El comunista". Por allí siguen algunas bodegas de entonces, algunos garitos de los tiempos del barrio que todavía no sabía que Chueca fuera a se ese reducto de alegres encuentros rosas de hombres y mujeres de todo el mundo.

La vida nos fue cambiando de bares, de barrios, de amigos y de amores. No siempre, no todo es olvido. Me alegro de tropezar con Paco Otero, después de tantas noches de soportarnos, de convivir con esta pandilla  noctámbula que se cambió de barrio, que se cambió de bares y que, de vez en cuando, aunque sea inútil, siente nostalgia de aquellos años de un barrio en el que cabíamos casi todos.

Amigo Paco, si hay otro bar, otro lugar en otra "libertad", avisa que se de algunos y algunas de los de entonces que os echamos de menos.

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15 de febrero de 2010
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Goya 1, Oscar 0

No sé que pensarán los que viven aquí (la tendencia a ningunear al compatriota simplemente porque es del mismo vecindario no es patrimonio exclusivo de la Argentina, por cierto), pero para mí que la vi desde afuera, la ceremonia de entrega de los premios Goya al cine de España fue más que digna. Entretenida (gracias, Andreu Buenafuente: haz hecho mucho mejor papel que mi admirado Jon Stewart en los Oscar, sin ir más lejos), celebratoria en medida justa (después de todo, si hay un año en que el cine local tiene derecho a celebrar es es el 2009 que acaba de concluir) y con la dosis de humor necesario para no tragar sin agua la píldora del artista. En este sentido, el discurso del actual presidente de la Academia de Cine (y ante todo, al menos para mí, director de El día de la bestia) Alex de la Iglesia puso el tren en la vía correcta, con su llamamiento a la humildad. “El público, que es la gente para la que trabajamos, ha ido a ver nuestras películas más que nunca, y eso es un honor y un orgullo. No pensemos que somos mejores por eso. Pensemos que nos han dado una oportunidad. Hay que aprovecharla”. Me tomo esas palabras en serio, porque siento que el sayo me cabe.

         El discurso de Alex de la Iglesia constituyó un llamado a la ubicación que excede los límites de la disciplina cinematográfica. “No somos tan importantes. Importante es salvar vidas en un hospital. Eso sí que debería tener trascendencia mediática… Creemos que somos artistas, genios alternativos, creadores. Antes de todo eso, somos trabajadores. Nos pagan por hacer un trabajo, y hay que hacerlo bien”. Ojalá haya también escritores, y artistas plásticos, e historietistas, y dramaturgos que se reconozcan en estas palabras.

         También fue sensato en su evaluación del sentido de la entrega de premios. “Estamos aquí –reconoció- para que esta gala sea divertida, promocionar las películas, y que la gente vaya al cine”. Si ese es el rasero, conmigo cumplieron con su cometido: las imágenes que se repitieron durante la noche me dieron ganas de salir a ver Celda 211, Agora (todavía estoy a tiempo en algún lugar, creo), Gordos, Tres días con la familia y unas cuantas más.

         Y por supuesto, el hecho de ver celebrada a gente que conozco y quiero también ayudó. Los Goyas recibidos por El secreto de sus ojos, la candidatura de Cristina Zumárraga como directora de producción de la película de Soderbergh sobre el Che y Juan Gordon de Morenafilms recibiendo el premio mayor concedido a Celda 211 me hicieron sentir que, aunque más no sea de tanto en tanto, los buenos también reciben reconocimiento.

         Más allá de los detalles, estoy convencido de que el cine español ha hecho un esfuerzo meritorio en este último tiempo por hallar el balance entre las historias mínimas que merecen ser contadas y la inserción en el ágora planetaria del relato audiovisual, imprescindible para que las industrias cinematográficas puedan sobrevivir. Desde aquí, mis más profundos –y humildes, ya que no puede ser de otro modo- respetos.

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15 de febrero de 2010
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22 escarabajos

Mario Cuenca, Andrés Neuman y Fernando Iwasaki. Fuente: facebook El día 12 de febrero, en la Librería Tres Rosas Amarillas, con el auspicio de la editorial Páginas de Espuma, se cumplió un hito de la historia musical de nuestro idioma: la presentación del grupo musical 22 escarabajos con Mario Cuenca y Fernando Iwasaki en guitarras y Andrés Neuman en voces. Dicen que Neuman, previamente, repartió tapones para los oídos. Algunos agradecieron el gesto. Otros dicen que no los necesitaron. Muchas preguntas quedan flotando en el aire. Por mi parte, espero que los gustos musicales de Fernando (otrora cantante de nueva trova en las cafeterías de la pucp) hayan mejorado. Quizá le entraron al tango de Neuman. No, no creo. Tampoco me los imagino cantando una guaracha a lo Lavoe, lamentablemente. Yo los veo medio aflamencados, la verdad Pero basta de especulaciones ¿Qué clase de música tocan estos escarabajos? Quien haya estado en el concierto que lo diga.

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15 de febrero de 2010
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Cuando la física deja estupefacto

"...Pues los hombres empiezan y empezaron siempre a filosofar movidos por el estupor. Al principio su estupor es relativo a cosas muy sencillas, mas poco a poco el estupor se extiende a más importantes asuntos, como fenómenos relacionados con la luna y otros que conciernen al sol y las estrellas y también al origen del universo. Y el hombre que experimenta estupefacción se considera a sí mismo ignorante (de ahí que incluso el amor de los mitos sea en cierto sentido amor de la sabiduría, pues el mito está trabado con cosas que dejan al que escucha estupefacto)" (Aristóteles)

 Para hacer directamente perceptible el enorme interés filosófico de algunas de las constataciones de la Mecánica Cuántica, a las que últimamente vengo aquí refiriéndome, el  auténtico envite que suponen para nuestra razón, hasta qué punto chocan con las ideas que tenemos sobre los mecanismos que rigen la naturaleza y, en consecuencia, subvierten el concepto que nos hacemos de ella, utilizaré un apólogo inspirándome de un texto aun inédito de un grupo de investigación dirigido por el profesor de física de la Universidad de Oviedo Miguel Ferrero:

Supongamos que a dos amigos que se encuentran respectivamente en Santiago de Compostela y Barcelona se les solicita  lanzar cien veces una moneda al aire y encontrarse después en San Sebastian para que el observador pueda verificar en cuales de las tiradas  habían coincidido en el resultado "cara" o en el resultado "cruz". Lo que cabe esperar es que cada uno de ellos haya extraído más o menos cincuenta por ciento de cara y cincuenta por ciento de cruz. Respecto a las veces en que hay coincidencia, cabe esperar que se trate de veinticinco por ciento de las tiradas. Supongamos sin embargo que al confrontar los resultados  el observador constata que han coincidido absolutamente en todas las tiradas. A menos de atribuirlo a una pura casualidad, buscaremos alguna causa clásica. Lo más inmediato será aventurar que ambos tienen algún truco que les permite extraer cara o  cruz a voluntad, y que además:

a)                             O bien se pusieron de acuerdo antes de la prueba respecto al orden en que iban a sacar cara o cruz

b)                             O bien uno de ellos, el que está en Santiago por ejemplo, tiene algún procedimiento oculto, procedimiento que al observador se le  escapa, para comunicar al otro el resultado que sucesivamente ha elegido.

En definitiva, o hay acuerdo en el pasado o hay comunicación oculta. Pues bien: en la mecánica cuántica se dan fenómenos de correlación con las características del expuesto y que no se explican por ninguna de las dos razones clásicas; fenómenos que violan todos los principios  en los que se funda nuestra concepción sobre la naturaleza y nos permiten una previsión sobre   los fenómenos que en ella se despliegan. Y es necesario enfatizar que no se trata de aspectos contingentes de la disciplina: se trata de aspectos que se halla, en la base de la información cuántica y, por ejemplo, revolucionan el concepto de criptografía, todo ello con enormes implicaciones prácticas en sociedades dónde la información es (para bien o para mal) una variable importantísima. Desde luego, alimento esencial para la Filosofía, de ser cierto que  "los hombres empiezan y empezaron siempre a filosofar movidos por el estupor".

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15 de febrero de 2010
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El año más peligroso de su vida

El profesor Rico llega al restaurante con su largo gabán y la gorrilla de cachemira. Mientras se desabrocha deja caer sobre la mesa un libro y me espeta: "¡Léelo de contino!" Cuando el profesor Rico me ordena que lea un libro, yo así lo hago. De igual modo, si codicio una recomendación para entrar en el cuerpo de Correos sé perfectamente a quién dirigirme. Hay que ser muy egoísta para no aprovecharse de los amigos. De otra parte, este libro es el primero que publica una nueva editorial, "Libros del Silencio" (está bien este nombre) y tengo por costumbre presentar en sociedad a los últimos suicidas.

    Se llama la novelita "Función en el colegio" y fue escrita hace muchos años por un italiano, Orio Vergani, que lleva medio siglo en el otro mundo. Si alguien como el profesor Rico resucita una novela con tanto aplomo y además la prologa, seguro que merece la pena torcer nuestra inercia por unas horas. Y así me ha parecido. Antes empleé el diminutivo "novelita" porque este relato es tan delicado, tan femenino, tan sutil, que parece escrito por una señorita alicantina en el año de 1940. Pero no hay en ella nada blando, popular o cursi. El relato presenta ese momento tremendo y único en que los hombres (las mujeres están armadas con otra voluntad) nos acogemos a un sexo, usualmente de modo atolondrado, al que seremos fieles el resto de nuestra vida. Es un instante lóbrego y tenebroso, aunque suele pintarse con mucho cielo rosa, pétalo de margarita y nube limonera, disimulado bajo el palio traicionero del amor.

    El protagonista, un muchacho de catorce años, tomará partido por un sexo tras ver a su amada vestida de general romano y ponerse él, a su vez, las ropas de la chica. Descubrirá, como es de ley, que el sexo es la puerta del mundo empírico, pero que tras esa puerta yace siempre, ineludiblemente, un primer cadáver. En esto consiste la iniciación: ¿qué vas a hacer con este cadáver cuando seas mayor? Y la respuesta es tan torpe como irremediable: tenerlo presente hasta el día de mi muerte. Aunque siempre hay quien no quiere crecer.

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15 de febrero de 2010
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La presidencia evanescente

Ya no viene Obama. El rescate de Grecia se hizo sin Zapatero en la foto. Y el nuevo presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, ha tomado las riendas de la recuperación económica, uno de los ejes de la presidencia española de la UE. Se diría que el semestre presidencial de Zapatero ya ha terminado. Que todo lo que quepa esperar a partir de ahora sea el normal desarrollo de esos estupendos consejos extraordinarios en los marcos incomparables de las ciudades de donde son originarios los titulares de cada una de las carteras. Con el aditamento de unas rimbombantes declaraciones destinadas a la gloria del olvido: la Declaración de Donostia sobre ciencia y tecnología, la de Cádiz sobre la igualdad de género, y las que seguirán. Nadie anulará estas reuniones ni cancelará tan solemnes manifiestos, como hizo Obama con la Cumbre Transatlántica, la renovación de la Agenda Transatlántica y la Declaración de Interdependencia entre EE UU y Europa que se pretendía pasar a la firma.

La difuminación de la presidencia española tiene dos causas. Una objetiva: la entrada en vigor del Tratado de Lisboa resta protagonismo al presidente del Gobierno que tiene a su cargo el semestre de turno. A pesar de ello, Zapatero hubiera podido aprovechar la transición para tener todavía algún papel, puesto que Van Rompuy acaba de aterrizar y hubiera sido del todo lógico acompañarle en sus primeros pasos en una especie de copresidencia. Si este papel cae en manos de Sarkozy, no hay duda de que el 'petit belge' las hubiera pasado canutas. La segunda causa de la presidencia evanescente es endógena y responsabilidad de Zapatero: el plan de trabajo es una mezcla de sueños de grandeza en los grandes eventos y falta de ideas políticas en todo lo otro. La realidad es que, en ausencia de una fuerte y pragmática ambición política, la presidencia española ha quedado ahora sin pulso ni impulso. Aunque no hay muchas razones para la euforia, todavía queda algún margen. Zapatero ha conseguido salir del escenario de los malos alumnos en el que se metió en Davos, cuando compareció con los presidentes de Grecia y Letonia, para sufrir el examen del presidente del Banco Central, Jean Claude Trichet. Después de las tormentas bursátiles, ha quedado claro que el problema está en Atenas, aunque no haya quedado despejada del todo la incertidumbre sobre el peligroso nivel de endeudamiento español, principalmente el privado. También ha avanzado la idea del gobierno económico del euro, bien interesante para España, aunque no por la capacidad de persuasión de nuestros gobernantes sino por la fuerza de los hechos. Una vez ha quedado claro el rumbo mediocre del semestre español, ahora sólo quedan dos cumbres a mano para que Zapatero levante un poco esta presidencia. La primera cita será en mayo, en Madrid, con la VI Cumbre UE-América Latina y Caribe, una reunión bianual de la que difícilmente saldrá el acuerdo de asociación con Mercosur que sería de desear. La segunda será en junio, en Barcelona, con la II Cumbre Euromediterrránea, que deberá coincidir con la puesta en marcha de la Secretaría Euromediterránea en el Palacio de Pedralbes. No ayudarán a la primera ni el populismo boliviariano ni el desplazamiento de protagonismos que propulsa a Brasil al tiempo que hunde a la declinante UE. Para la segunda cita no falta la ambición, suministrada sobre todo por el empeño de Sarkozy para que fructifique un proyecto que salió del Elíseo; pero tampoco las ganas por parte de las autoridades locales: ésta es una excelente oportunidad para que Barcelona siga consolidándose como la capital del Mediterráneo. Harán bien, pues, las instituciones en arrimar el hombro, aunque sólo sea por egoísmo y estén los catalanes en época de tocar a rebato electoral, para que luzca un poco más la presidencia española al menos a partir de esta cumbre. Si los 27 fueran además capaces de sustanciar algún avance en el proceso de paz entre israelíes y palestinos, entonces el semestre quedaría plenamente salvado y justificado. Si no, habrá quedado en otra oportunidad perdida, difuminada por la crisis y la indolencia.

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15 de febrero de 2010
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Entreleído

 
Las horas que se tomaba el Talgo de Barcelona a Madrid, a comienzos de los años 70, eran suficientes para leer una buena novela del siglo XIX. 

Al dejar el libro, uno se encontraba con los personajes de un drama ya leído: la familia de luto; la muchacha de provincias; el curita dormido después de comer, como una cita de Galdós.

En el viaje de ida leí cómodamente el primer tomo de La cartuja de Parma, y el segundo en el de vuelta.


Después de todo, Thomas Mann escribió su Diario de lectura del Quijote a lo largo de un viaje en barco.


De Quincey decía que las mejores bibliotecas yacen al fondo del Índico, gracias a los naufragios ingleses.

Elegir un libro es casi una confesión personal.

Si te preguntan qué libro te llevarías a una isla, no tendría sentido responder que uno se llevaría la biblioteca, ya que el valor de un libro, de uno solo, equivale a esa biblioteca.


Imagínate que alguien respondiera que se llevaría un Kindle.

Incluye muchísimos libros, en efecto, pero los límites de su lectura serían son los límites de su batería.


La tecnología del libro es la de su reproducción, y lleva la huella de su nacimiento: es totalmente remplazable.

Borges demostró que la Biblioteca es un laberinto tan periódico y arbitrario como el mundo: no tiene otro orden que la ilusión momentánea de un orden.

Por eso imaginó una enciclopedia china en la que los animales se dividen en “a) pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados…h) incluidos en esta clasificación, f) fabulosos…m) que acaban de romper un jarrón…”

Michel Foucault rió leyendo eso, y pensó con asombro que toda clasificación revela los límites de nuestro propio pensamiento. “Este libro nació de un texto de Borges,” fue la primera frase de lo que sería Las palabras y las cosas (1966).

El libro electrónico, en cambio, presume incluir todos los libros, como la biblioteca, pero leemos, en él, un libro menos.


Porque es un depositorio redundante: no tiene valor de intercambio, no pertenece  a la conversación; se debe al uso y al desuso.

No se debe a la Biblioteca sino a la Empresa. No se debe al placer de entender, sino a la lectura como olvido, al entretenimiento.

El cura y el barbero hacen el inventario deportivo de la biblioteca de Don Quijote, como lectores robustos que creen en una lectura saludable.

Si tuvieran que hacerlo en el Kindle, borrando y guardando con un dedo, no concluirían la tarea porque la mala literatura no acaba nunca. Es un best seller permanente. 

Don Quijote hoy día enloquecería leyendo electrónicamente todos los libros de Larsson. Y daría en escribir best sellers.

No pudiendo eliminar los libros culpables de esa locura, sus amigos tendrían que intentar matarlo para evitarle la ignominia.

Pero protegido por su agente y su publicista, el Don desaparecería en Marbella y sus nuevos libros seguirían siendo best sellers póstumos. 

Por eso, el acto quijotesco por excelencia sigue siendo leer un libro. 

En ese viaje el mundo resulta más habitable porque es perfectible; en español, a pesar de tanto y de tan poco, y en cualquier parte.

 

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14 de febrero de 2010
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El Boomeran(g)
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