Félix de Azúa
El profesor Rico llega al restaurante con su largo gabán y la gorrilla de cachemira. Mientras se desabrocha deja caer sobre la mesa un libro y me espeta: "¡Léelo de contino!" Cuando el profesor Rico me ordena que lea un libro, yo así lo hago. De igual modo, si codicio una recomendación para entrar en el cuerpo de Correos sé perfectamente a quién dirigirme. Hay que ser muy egoísta para no aprovecharse de los amigos. De otra parte, este libro es el primero que publica una nueva editorial, "Libros del Silencio" (está bien este nombre) y tengo por costumbre presentar en sociedad a los últimos suicidas.
Se llama la novelita "Función en el colegio" y fue escrita hace muchos años por un italiano, Orio Vergani, que lleva medio siglo en el otro mundo. Si alguien como el profesor Rico resucita una novela con tanto aplomo y además la prologa, seguro que merece la pena torcer nuestra inercia por unas horas. Y así me ha parecido. Antes empleé el diminutivo "novelita" porque este relato es tan delicado, tan femenino, tan sutil, que parece escrito por una señorita alicantina en el año de 1940. Pero no hay en ella nada blando, popular o cursi. El relato presenta ese momento tremendo y único en que los hombres (las mujeres están armadas con otra voluntad) nos acogemos a un sexo, usualmente de modo atolondrado, al que seremos fieles el resto de nuestra vida. Es un instante lóbrego y tenebroso, aunque suele pintarse con mucho cielo rosa, pétalo de margarita y nube limonera, disimulado bajo el palio traicionero del amor.
El protagonista, un muchacho de catorce años, tomará partido por un sexo tras ver a su amada vestida de general romano y ponerse él, a su vez, las ropas de la chica. Descubrirá, como es de ley, que el sexo es la puerta del mundo empírico, pero que tras esa puerta yace siempre, ineludiblemente, un primer cadáver. En esto consiste la iniciación: ¿qué vas a hacer con este cadáver cuando seas mayor? Y la respuesta es tan torpe como irremediable: tenerlo presente hasta el día de mi muerte. Aunque siempre hay quien no quiere crecer.