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Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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BUSCANDO PARAÍSOS (2)

Aquí seguimos. Un año con siete, ¿querrá decir algo? No creo. Yo estoy en Babia. De verdad. Y cerca de un pintor, de un escritor tan extraordinario como extravagante en su libertad y su cultura. Con Eduardo Arroyo estamos jugando a imaginar el lugar ideal de ese paraíso posible propuesto por Jaime Gil de Biedma. Como lo prometí, les termino de copiar los términos físicos y otros de ese paraíso o lo que sea. Seguimos:

“Fuentes de energía natural: Hidroeléctricas. Yacimientos de petróleo en la costa patagónica.

Actividades económicas: Ganadería y agricultura. Serrerías. Fábricas de harinas. Herrerías. Industria química. Costa de levante: conservas. Aceita de oliva. Artículos de uso doméstico. Costa patagónica: petróleo; estudios cinematográficos.

Medios de transporte: Automóvil, modelos anteriores a 1933. Trenes de mercancías. Caballos. En invierno, trineos con campanillas.

Arquitectura: Centro de la capital: conjunto urbano del siglo XVIII, básicamente como el de Lisboa entre Restauradores y Praca do Comercio. El resto: caserones donde conviven todos los estilos, desde la edad media hasta 1914, varias veces construidos, reconstruidos, reparados y desfigurados a lo largo de los siglos.

Un mercado público art nouveau. Abundan las calles estrechas flanqueadas de muros altos, por encima de los cuales asoma el arbolado: jardines elevados sobre el nivel de la calle. Ermitas románicas en los alrededores de la capital.

Mobiliario y ajuar doméstico: complicado y un poco descabalado

Indumentaria: Hasta los diecisiete años, ambos sexos, camisas y blue jeans, pelo largo.

Entre diecisiete y  veinticinco años, ambos sexos: como los personajes de la misma edad en las pinturas de Botticelli. De veinticinco a treinta años: hombres, otra vez blue jeans, ahora manchados de grasa, jerseys gruesos; camisas viejas en verano. Mujeres, como en el periodo anterior. De treinta a sesenta años: hombres,  traje de franela gris y corbata inglesa. Mujeres: a elegir entre a) panniers a la Pompadour y b) cabaretera de un salón de película del Oeste. De sesenta años en adelante. Hombres: como los reyes de la baraja. Mujeres: a elegir entre a) abuelita de cuento y b) indumentaria y tocado de Isabel I de Inglaterra en sus últimos retratos -la de María Luisa de Parma, en algunas pinturas de Goya, también sirve…".

Ya quedan pocos apartados que vayan componiendo ese paraíso que no nos parece tan disparatado. Eso sí, Eduardo Arroyo, que ya ha cumplido sesenta años, se resiste a vestirse como los reyes de la baraja…Y eso que conserva el tipo. A mí me parece más aburrido mi traje de franela gris, incluso la corbata inglesa… Mañana, les prometo, terminamos este paseo por el imaginario paraíso.

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2 de enero de 2007
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BUSCANDO PARAÍSOS (1)

Como estoy de vacaciones pero tengo que seguir enganchado, y como sigo enganchado al libro de Gil de Biedma, pues sigo tirando de él para no caer en la funesta manía de pensar, al menos de no hacerlo mucho. Una de las propuestas que más me gustan es esa de intentar acotar un paraíso posible y en esta tierra, por supuesto. Según Jaime Gil de Biedma, y en colaboración con Auden, así se imagina los contornos del paraíso:

“Paisaje: Altiplanicie ligeramente ondulada: páramos y tierras de sembradura alternando con viñedos y pinares; dos o tres tesos rocosos y algunas encinas; ríos de escaso caudal, ringleras de álamos. Del lado de levante, cordillera a los lejos, cubierta de nieve en invierno. Del otro lado de la cordillera, estrecha franja mediterránea. Paisaje de los alrededores de Benicasim. (Ay! si ahora lo visitara). En algún otro sector, costa desolada, patagónica, a la que sólo se puede acceder por helicóptero: acantilados, rocas y luz plomiza. Pesca ballenera; por lo menos un naufragio al año. En esta parte no he estado nunca, pero las noticias que llegan de allí, intermitentemente, me apasionan.

Clima: Extremoso, en frío y en calor. Inviernos secos, veranos húmedos.

Origen étnico de los habitantes: Lumpen

Lengua: Argótica, pero muy elaborada, tanto en metáforas como en vocabulario y sintaxis. Algo como un estilo literario degradado.

Pesas y medidas: Las de distancia necesariamente vagas.

Religión: Revelada, pero muy confusa. Sincretismo. Culto a las fuerzas de la naturaleza en algunos puntos del país. Abundante mitología. Creencia en fantasmas.

Dimensiones de la capital: Cien mil habitantes. Cien mil más, diseminados por el resto del país.

Forma de gobierno: Parlamentaria. Una Cámara Baja, compuesta por hombres de más de sesenta años; un Senado, integrado por jóvenes de diecisiete a veinticinco. Los hombres entre los treinta y sesenta años se dedican al comercio y a las artes y profesiones liberales. No tienen voz ni voto en el gobierno, pero se les reconoce el derecho al matrimonio y a la propiedad privada. Son los únicos que pagan impuestos. Servicio industrial obligatorio. De los veinticinco a los treinta años, un tercio de ellos con destino a la costa patagónica.

Servicio sentimental obligatorio. Afecta solo a las chicas y chicos de reconocido atractivo físico, entre los diecisiete y los veinticinco años. Están obligados a tener por lo menos un asunto amoroso al año con alguien que no tenga éxito en ese género de empresas o que sufra de un exceso de soledad”.

Un momento, me llega el turno de mi asunto amoroso… Si quieren saber cómo sigue este paraíso busquen las fuentes originales. El libro de Jaime Gil. Yo tengo una edición del año ochenta, de la editorial Crítica. Estoy seguro de que habrá otras… En cualquier caso, el próximo año, el primer día que pueda, sigo con esta inmersión en un paraíso posible. Que soporten la Nochevieja, que al menos tiene más golfería que la otra, la llamada buena.

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29 de diciembre de 2006
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REVISTA DE BARES (2)

De nada sirve buscar lo que no se encuentra. Ya no buscaré los bares que han muerto o cambiado tanto hasta no ser reconocibles. Pasa con los bares y con tantas cosas que forman parte de nuestro pasado. Pero sigue siendo buena la reivindicación del bar de Jaime Gil de Biedma. Extraigo parte de su texto: “Quizá ningún elemento de la vida diaria había ganado tanto en confusión, durante los últimos años, como el bar… El bar es una estilización urbana de la taberna, nacida en el momento en que la vida de las ciudades se despoja definitivamente de todo vestigio de ruralismo… La taberna es la expresión de una sociedad cerrada, personalista, en donde todos se conocen y cada cual es hijo de vecino, padre de sus hijos y abuelo de sus nietos; el bar, el exponente de una sociedad abierta, hija del individualismo, en donde cada cual es hijo del momento y nadie y todos son forasteros, en donde la mujer ya no es la madre ni la hermana. La taberna es una asamblea; el bar, una congregación de solitarios en potencia…

Pero la finalidad con que acudimos a una y a otro es esencialmente la misma: a beber y a ver gente, a buscar compañía, aunque la taberna solo conoce la compañía de la conversación y del juego de naipes, en tanto que el bar, que no la excluye, ofrece además una forma refinada de acompañamiento: la de estar solo entre la gente”.

Estar solo entre la gente… Me suena. Además, permite beber sin transgredir la promesa de no beber en soledad. Esta soledad sonora es otra cosa. Otra copa.

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28 de diciembre de 2006
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REVISTA DE BARES ( 1)

Encontré el texto de Gil de Biedma de los bares, su  “Revista de bares” o apuntes para una prehistoria de la difunta “gauche divine”. Está en ese excepcional libro de ensayos que hace tiempo no leía. Vuelvo a él y encuentro muchas posibilidades de elucubrar en estos días de vacaciones. Me lo llevo en mi equipaje de libros para combatir las vacaciones. Se trata de una revista de los bares que en la Barcelona de los sesenta merecían ser consignados como sitios para beber con un poco de detenimiento. Habla del Store Club, un lugar muy de teenagers, chicos y chicas de la burguesía afrancesada barcelonesa. Sigue con otro bar, por un puro bar, clásico, tranquilo y con toques informales: el Flamingo. Y la lista continúa por la Plaza Real, por Blue Note, el escondido El pirata, en una calleja de Mayor de Gracia. O el muy preferido Whisky Club, un lugar importante en su cultura urbana. Un lugar donde apetece imaginarse. Reflexiona Jaime Gil, “la civilización es una lucha por crear un ambiente”.

También habla de uno de Madrid, de uno que conocimos aunque no frecuentamos, el Jimmy’s. Está en pleno barrio chino, en plena calle de la Ballesta, y fue el primer bar español que pudo ser llamado de “whisky a gogó”. A finales de los cincuenta a Jaime Gil y a Ángel González les pareció lo más moderno. Un Madrid oculto que se ponía de pie en sus barras de bares. Un bar que inauguraron el Marqués de Villaverde y Luis Miguel Dominguín. Al piano del bar estaba un joven músico llamado Manuel Alejandro. Años después, gracias a Julio Iglesias y a otros, sería uno de los pocos multimillonarios de nuestra música. Le gustó el Jimmy’s a Jaime, allí podía beber y ligar. También ligaba y bebía, cada uno a lo suyo, su amigo y compañero de poesía Ángel González.

No tengo ni idea de qué bares de Barcelona, de los que cita Jaime Gil, quedan abiertos y conservando eso tan apreciable que es un “ambiente”. Pero sí que hay que dar por perdidos los de Madrid. Para encontrar con Ángel González un bar de aquellos que les complacían hay que inventarlo. Mejor cambiar de bares.

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27 de diciembre de 2006
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ALCOHOL Y FIESTAS

La felicitación que espero con más interés en estos días, sin despreciar otras originales u ocurrentes, es la que cada año envía Pachi, la dueña del bar “El Cock”, uno de nuestros más habituales e históricos refugios del paisaje nocturno madrileño. Es una curiosa colección de pequeños relatos, de selección de textos que tienen que ver con la bebida y el alcohol. Siempre ha sido Gonzalo Armero el encargado de la selección y la edición, un excelente diseñador y otras cosas que tuvo la mala idea de morir antes de tiempo. Sus hijos, Jacobo y Mario, son buenos continuadores de su obra y de su amor por las letras y las buenas barras.

Este año han elegido para esa colección para bibliófilos un texto de Jack London. Un fragmento de su muy curioso relato “John Barleycorn”. Una suerte de memorias alcohólicas que algunos reconocemos muy bien. El personaje de London sabe que no es dipsómano porque durante meses en el barco, en una solitaria navegación, se da cuenta de que no le hace falta beber. Que sólo cuando está en compañía tiene el deseo de beber. Asegura que nadie ha comenzado a beber sin que haya sido por el entorno social. Que la propensión por la bebida proviene de la necesidad de relación social. Que cuando piensa en alcohol piensa en gente. Y que cuando piensa en ciudades, también piensa en bares y bebidas. Y así hace un recorrido por las ciudades y sus bares. Por las bebidas de antaño.

Estaba leyendo en soledad ese relato y me alarmé. Lo estaba haciendo en casa, solo y, sin embargo, me estaba gustando saborear mientras leía mi copa de whisky. Me empecé a preocupar. Creo que después de estas fiestas tendré que dejar de beber si no estoy acompañado. Tendré que volver a unir el alcohol a las fiestas, a lo social y a la compañía en los bares. Tendré que renovar mis bares. Ya no se les puede pedir aquellas cualidades que tanto gustaban a Jaime Gil de Biedma. Intentaré buscar el texto de Jaime Gil.

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26 de diciembre de 2006
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“ABC” DE LAS ARTES Y LAS LETRAS

Nuestros amigos del ABC cultural, el suplemento de las Artes y las Letras nos invitan a una celebración. Sus primeros quince años. La fiesta, seria y sobria, aunque relajada, fue en la sede del Instituto Cervantes de la calle Alcalá. En el edifico de las “Cariátides” de Antonio Palacios, el arquitecto del Madrid moderno que, como ya ha demostrado en el Círculo de Bellas Artes, construyó edificios multiusos. Lo que fue banco es ahora uno de los lugares del tinglado cultural madrileño. Un edificio que merece la pena visitar y colarse en su cámara acorazada que ahora guardará originales de escritores.

Pues allí fue la fiesta, en un salón que tiene un techo que recuerda al gusto, malo, de una tarta de los “quince años”. Esas tartas que han sufrido casi todas las niñas de la América Latina. Los discursos también fueron dulces, es lo que tocaba. El director de ABC, Zarzalejos, se mostró muy seguro de su periódico, de la renovación de este ABC, liberal, monárquico y abierto. Contento porque, Zarzalejos dixit, con suplementos como el del ABC se demuestra que la cultura no es una cosa de la izquierda. También dijo el director del periódico que el suplemento de las Artes y Letras ya es tan emblemático del periódico como lo son “la tercera” y las esquelas. Se le veía seguro con el camino centrado de este ABC al que consideró el auténtico. A su lado la presidenta Catalina Luca de Tena, que sabe callar y sonreír de manera elegante. Buena editora, sobre todo con el oportuno rescate de uno de los libros más “canallas” de Julio Camba, Haciendo de República.

Después habló el director del suplemento, Fernando Rodríguez Lafuente, hombre fundamental en la renovación del mismo -además de intelectual de aristas muy diversas y de responsabilidades orteguianas y renovadoras-, que desde hace años consigue que muchos que habitualmente no compran el ABC lo hagan los sábados por acercarse a ese suplemento. Sin duda uno de los mejores de nuestro país y “el mejor del mundo”, según la ministra de Cultura, Carmen Calvo.

La ministra no se cortó, dijo algo más. Tanto que los responsables del suplemento y colaboradores, casi tuvieron que rebajar los piropos de la ministra que, ya muy lanzada, comparó al suplemento con el “Oráculo de Delfos”.

No sé en que lugar de los suplementos literarios y de arte habría que situar al de ABC, pero sin duda es una compañía nuestra desde que nació y mucho más ahora que está en los momentos más abiertos e interesantes de su historia. Seguirá siendo una cita sabatina de muchos que no compran o comparten otras cosas, otras firmas y otras informaciones de su periódico. Felicidades.

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22 de diciembre de 2006
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LAS MEJORES PELÍCULAS DEL CINE ESPAÑOL

Oficialmente las mejores películas del cine español del pasado año son: Alatriste, Volver, El laberinto del fauno y Salvador. Además de ser las que más candidaturas suman para los premios Goya, son esas cuatro las elegidas para ganar el Goya a la mejor película. ¿Y eso quién lo decide?... Pues unos centenares de personas que, en muchos casos, ni siquiera han visto la película a la que votan o a la que castigan con su desprecio. Sé de lo que hablo. Soy uno de esos centenares que de manera arbitraria, por fobias o filias votan una película u otra. Los que así actúan lo negarán. Pero lo sé, lo he visto, hablado y votado. Yo no, seño, pero esos otros niños… Pues sí, también yo voto muchas candidaturas por simpatías o antipatías, por amistades o desapegos. Claro que eso pasa por fiarme de un club que admitiera a un miembro como yo. Porque yo, queridos amigos, mis lectores, mis semejantes, mis cuñados, soy académico. Nada menos que miembro de la muy noble y leal Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Además soy un miembro cumplidor, uno de los que paga las cuotas. Lo que se dice todo un miembro.

Creo que somos unos cuantos, más de mil. Una pequeña familia pero, eso sí, muy desunida, muy peleada y mal avenida. Como casi todos los gremios. Un día contaré historias de los poetas. Y no digamos si son asociados. Miembros de alguna sociedad de escritores. Y no solo de poetas. Podríamos hablar de escritores, incluso de los que no escriben pero están asociados… Pero no, hoy toca lo del cine. De este millar largo de académicos del cine, votan algunos centenares, digamos que una mayoría suficiente. ¿Cuántos han visto la película?... Eso no lo sabemos. Cada uno responderá ante sí mismo o ante ese amigo al que se promete el voto y no consigue ni uno.

Siendo un problema lo discreto del número que votan/votamos a las películas, quizá no sea ese el mayor problema. Hoy me he encontrado a uno de los llamados productores independientes. Un independiente pero, la verdad, con muchas producciones y ayudas a sus espaldas. No estaba nada contento con las películas triunfadoras en las nominaciones. Su argumento estaba muy claro. Desde este año todos los académicos podemos votar a todos los candidatos. Antes se hacía por oficios. Es decir, los directores votaban a los directores, los maquilladores a los maquilladores, los fotógrafos la fotografía, etc… Y ahora, me comentaba indignado el independiente productor: “una peluquera puede votar al guión”. Sí claro, he pensado, también el guionista vota al mejor maquillaje…Ciertamente no parece el mejor de los sistemas. Beneficia en acumulación de “goyas” a las de mayor presupuesto, mayor ruido, que no estoy seguro sean las mejores películas. Hace que se vean mucho algunas y nada otras.

¿Son esas de verdad las mejores películas españolas? Yo confieso que he votado a una de ellas. Que después de haber votado pude ver una que no conocía de esas cuatro y siento no haberla votado. Y desde luego nunca votaría a dos de ellas.

Creo que no deberíamos ser los académicos los que eligieran las mejores películas del cine español. Es como dejar que un jurado decida quiénes son los premios nacionales de literatura o quiénes son los cervantes o los premios nobel. Habrá que buscar mejores fórmulas, siempre que no sean las de la democracia. Todavía recuerdo que ganó Aznar por mayoría, por irme más lejos.

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21 de diciembre de 2006
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BORGES, ENTRE VIUDA Y AMIGOS

He contado mi placentero viaje en tren con “el Borges” de Bioy Casares. Sin duda un buen, excelente rato. Dos horas que me permitieron  acercarme a cercanas verdades, pequeñas historias, grandes reflexiones, bromas y veras de dos amigos que juntos, y separados, nos dejaron algunas señales, algunas líneas, algún poema que nos acompañará siempre. Más Borges, pero sin ningún menosprecio de Bioy. Más de cincuenta años de amistad, relación personal e intelectual que no se puede negar. Por más que María Kodama, y a raíz de la publicación de los diarios de Bioy sobre Borges en la editorial Destino, se enfade porque podamos leer aquello que solo unos pocos pudieron conocer.

No creo que a Borges, uno de los mejores lectores de la historia de la lectura, le hubiera molestado ver publicado un libro como este. Gracias por el libro. Gracias porque nos acerca al pensamiento en libertad de dos amigos de gran exigencia cultural y de afilada capacidad de juicio. Y de gran sentido del humor, sin que falte la mala leche.

El libro fue un tema central de mis charlas con el amigo, poeta y borgiano Luis Alberto de Cuenca. A él como a mí su lectura nos entretiene y nos provoca goces diversos en lo que hasta ahora llevamos leído. Son bastante más de mil quinientas páginas y se van leyendo poco a poco. Lenta y fragmentariamente. Mejor para los placeres.

Placeres conseguidos con el mismo libro que provocó las iras de María Kodama. La delicada, culta y amable viuda de Borges. Siempre que he podido hablar con ella ha sido, lo sigue siendo, una persona de extremada gentileza. De una fortaleza casi etérea y con un fino sentido del humor, con ella se pueden abordar todos los temas. Nada de Borges le es ajeno o eso es lo que yo creía, lo que pretendo seguir creyendo. No es María Kodama una viuda del estilo de otras de cuyo nombre no quiero acordarme, pero con este asunto de Bioy Casares, y de la publicación de su libro, se han desatado todas sus iras. Luis Alberto de Cuenca, Felipe Benítez Reyes y yo mismo -José María Álvarez estaba en otras posiciones- nos quedamos sorprendidos y un poco castrados -por delicadeza, por educación- al no poder dar nuestra opinión favorable al libro y a su autor. Al menos no poder hacerlo en presencia de María Kodama.

El libro, según María Kodama, es de lo peor que uno pueda imaginarse desde el lado borgiano de la vida. A Bioy le llama felón, traidor y niega hasta su amistad con su íntimo amigo Jorge Luis Borges. ¿Demasiado, no? Me interesa  Kodama, mantengo más simpatías que dudas hacia ella, pero creo que aquí, cuando menos, está siendo un tanto exagerada,  excesiva e injusta en sus juicios contra Bioy .Y desmemoriada si niega la amistad entre estos dos que muchas veces fueron uno en literatura.

Creo, querida María, que los lectores, los borgianos, tenemos derecho a conocer esas conversaciones privadas que han dejado de serlo. Nada de lo que dice empequeñece a Borges. Su obra, también su vida, siguen siendo las que fueron. Además deberíamos considerar que alguien tan público como Borges nos pertenece a todos. Al menos a todos los que lo merezcan. Borges es de muchos en lo público. Y de bastantes en lo privado. No solo de un amigo, no solo de una mujer. Me alegro por los lectores, lo siento por Kodama. Y recordar aquello que él escribió: “El mayor defecto del olvido es que a veces incluye la memoria”.

P.D. Muchos recuerdan cosas, dichos, situaciones, anécdotas con o en torno a Borges. Si me cuentan alguna, yo intentaré recordar otras.

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20 de diciembre de 2006
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BUENA/MALA EDUCACIÓN

Muchas veces tengo la sensación de que por delicadeza, una forma de educación, he perdido muchas cosas en mi vida. Quizá no hayan sido tantas, es posible que no muy importantes, pero una, dos, tres, mil veces he tenido la sensación de perder el tiempo. De dedicar el tiempo llamado libre -incluso el otro, el que no es libre, el atado al deber, a las obligaciones, a los trabajos y los días- a cosas, gentes, conversaciones, entretenimientos y otros menesteres que me interesaban entre poco y nada. Pero uno, por la educación, la costumbre o los hábitos sociales, termina haciendo lo contrario de lo que desea. Muchas veces me propongo no hacer caso a la cantidad de “pesados” que uno se va tropezando en su vida. No siempre lo consigo. Es más, yo diría que casi nunca. Admiro a los que se saben liberar de los “plastas”. No conozco el truco.

Por educación muchas veces no decimos lo que pensamos. Incluso decimos lo contrario de lo que pensamos. Por educación no somos críticos. Incluso no criticamos al crítico que tantos méritos hace. Por educación, por delicadeza, perdemos nuestro tiempo.

Sin embargo, el otro día, una tranquila tarde en que me disponía a disfrutar de dos horas y media de lectura en un tren, uno de los mejores lugares públicos para estar a solas con nuestros libros -incluso teniendo que soportar las variadas estupideces que se escuchan desde móviles ajenos-, elegí asiento individual. Si los móviles se ponen antipáticos, una música muy familiar -para no entretenernos- puede sonar en nuestro i pod. Así, más o menos aislado del resto del vagón, con buen libro y un buen whisky con hielo, me disponía a pasar dos horas y media en compañía de Borges visto desde los diarios de Adolfo Bioy Casares. Estaba disfrutando de las pequeñas y grandes maldades. De las historias grandes y de las pequeñas. Me estaba riendo con ese niño que confundió a dos monjas con dos pingüinos… y noto que alguien me saluda, es el intelectual, psiquiatra, académico y memorialista Carlos Castilla del Pino. Sin duda una figura humana e intelectual que me merece todo el respeto y la admiración. Algunas veces he tenido la ocasión de hablar con él de cultura, de música, de historia de este país o de amigos escritores y siempre me ha parecido sugestivo y brillante. Aunque nunca consigo librarme de la sensación de estar siendo estudiado. Más de una vez fui a algunas de sus charlas. Pero esa tarde, precisamente esa tarde de tren en que tenía la oportunidad de conversar con él durante más de dos horas, lo único que quería era seguir en la sola compañía de mi lectura. Llegó un momento delicado. Después de hablar unos minutos en el pasillo, Castilla del Pino me ofreció sentarme a su lado y continuar la conversación… ¿Qué hacer? Como dijo Lenin… Ya me imaginaba entretenido y teniendo que agotarme en mi esfuerzo por mentir. No me gusta tener que decir la verdad a los psiquiatras. Lo normal, lo educado, quizá también lo inteligente, hubiera sido saber usar esas dos horas al lado de un maestro… Pero no sé qué me pasó, cuál fue mi resorte secreto que me escuché diciendo al admirado Castilla: “mira Carlos, veo que llevas un extraordinario libro -las obras completas de Kafka en la edición de Galaxia Gutemberg- y yo estoy enfrascado en este de Bioy Casares… creo que deberíamos seguir como si no nos hubiéramos encontrado”… El sabio sonrío y me dijo: “tienes razón”. Creo que esa tarde gané una batalla. Quizá perdí la oportunidad de una lúcida charla con un intelectual de gran talla. Pero os aseguro que el libro de Bioy sobre lo cotidiano con su amigo Borges mereció la pena.

Otro día, si nada me entretiene, hablaré de Borges. Y de su viuda, María Kodama.

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19 de diciembre de 2006
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DESCONECTADO/DESENGANCHADO

Viajo, trabajo, hablo, me callo y escucho. También leo. De vez en cuando leo, sí. También duermo. No mucho, pero sí más de lo que nunca lo hice. Me hace falta. Serán los años. O será algo parecido al aburrimiento. Lo malo es que el sueño, los sueños, no aseguran la carencia de aburrimiento. Durante mucho tiempo he estado acostándome tarde. En eso no seguí el camino de Swann. Ni el camino de Marcelo. Ni el de Luis Alberto de Cuenca. He sido, soy, demasiado trasnochador. ¿Qué es demasiado trasnochador? Nunca nada demasiado.

¿Por qué al listo -demasiado culto, casi abrumador, tan perfecto en sus lecturas, tan imperfecto en tantas otras cosas-  Jorge Luis Borges no le gustaba nada Gracián? Tampoco me deslumbra Gracián, pero ante tantos capullos de la corrección liberal/lectora y otras liberalidades de la arrogancia anónima de estos foros tan abiertos, me dan ganas de refugiarme en el más sincrético de los cinismos. Llevo unos días callado. Tampoco tenía nada urgente, ni turgente, que decir.  Estaba en el extrarradio. Es decir, fuera de casa. Y para mí fuera de casa es muy difícil seguir enganchado en esta historia del “boomeran”. No es verdad que la zona wi fi sea una zona universal en los hoteles. Al menos en los modestos hoteles de cuatro estrellas en que suelen alojar a los diletantes culturales de mi estilo. Y no hay nada mejor que te pongan las cosas difíciles, es decir que no te lo pongan en bandeja, para buscar la excusa y no tener nada que decir, nada que contar. Los hay más rápidos, más hábiles, más ordenados y más enganchados, enchufados o como se llame esta cosa de la red, pero yo no soy de esos. Y lo siento, de vez en cuando lo siento. Me gustaría poder contar, haber contado en “caliente” algunas cosas que pasaron en unos días en que fuimos convocados para recordar al memorioso Borges.  Pero no soy Funes. Además, no tomo apuntes.

No estuvo tan mal esa curiosa reunión con María Kodama. Entre otros, pasaron por allí, por un curioso pueblo de Sevilla llamado Tomares, José María Álvarez -sí, aquel novísimo, ese al que muchos recuerdan como “el Rimbaud” de Cartagena, ese que en una generación nos dejó tocados de algunas alas viajeras y poéticas con su “Museo de cera”- , Felipe Benítez Reyes o Luis Alberto de Cuenca, entre otros más o menos borgianos. ¿Quién qué es poeta, escritor, lector, no es un poco, mucho o demasiado borgiano? Allí estuvimos, cerca de Sevilla y lejos de la casa de Juan Antonio Maeso, al que cada noche -es un escritor de esa tribu de los que no conducen, pero beben- teníamos que acompañar hasta su casa en medio de ninguna parte.

Pues eso, que no es tan fácil estar enganchado. Y que tampoco es tan fácil recordar algunas cosas cuando seguimos durmiendo poco. Es posible que cuando sea mayor, cuando sea otro, cuando me llame de otra manera, me reconvierta en otra cosa, en otro tipo. Ahora sigo siendo uno que, por más que engañen las apariencias a algún cretino de pijismo estético y otras pequeñeces, nada tiene que ver ni con papás noeles ni con gaspares llamazares. Yo que tantas cosas he sido, nunca he sido nada de eso. En fin, ahora no quiero recordar algunas cosas. Como todavía me acuerdo de algunas, mañana intentaré contarlas. Si la cosa wi fi no se pone antipática.

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18 de diciembre de 2006
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El Boomeran(g)
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