Javier Rioyo
He contado mi placentero viaje en tren con “el Borges” de Bioy Casares. Sin duda un buen, excelente rato. Dos horas que me permitieron acercarme a cercanas verdades, pequeñas historias, grandes reflexiones, bromas y veras de dos amigos que juntos, y separados, nos dejaron algunas señales, algunas líneas, algún poema que nos acompañará siempre. Más Borges, pero sin ningún menosprecio de Bioy. Más de cincuenta años de amistad, relación personal e intelectual que no se puede negar. Por más que María Kodama, y a raíz de la publicación de los diarios de Bioy sobre Borges en la editorial Destino, se enfade porque podamos leer aquello que solo unos pocos pudieron conocer.
No creo que a Borges, uno de los mejores lectores de la historia de la lectura, le hubiera molestado ver publicado un libro como este. Gracias por el libro. Gracias porque nos acerca al pensamiento en libertad de dos amigos de gran exigencia cultural y de afilada capacidad de juicio. Y de gran sentido del humor, sin que falte la mala leche.
El libro fue un tema central de mis charlas con el amigo, poeta y borgiano Luis Alberto de Cuenca. A él como a mí su lectura nos entretiene y nos provoca goces diversos en lo que hasta ahora llevamos leído. Son bastante más de mil quinientas páginas y se van leyendo poco a poco. Lenta y fragmentariamente. Mejor para los placeres.
Placeres conseguidos con el mismo libro que provocó las iras de María Kodama. La delicada, culta y amable viuda de Borges. Siempre que he podido hablar con ella ha sido, lo sigue siendo, una persona de extremada gentileza. De una fortaleza casi etérea y con un fino sentido del humor, con ella se pueden abordar todos los temas. Nada de Borges le es ajeno o eso es lo que yo creía, lo que pretendo seguir creyendo. No es María Kodama una viuda del estilo de otras de cuyo nombre no quiero acordarme, pero con este asunto de Bioy Casares, y de la publicación de su libro, se han desatado todas sus iras. Luis Alberto de Cuenca, Felipe Benítez Reyes y yo mismo -José María Álvarez estaba en otras posiciones- nos quedamos sorprendidos y un poco castrados -por delicadeza, por educación- al no poder dar nuestra opinión favorable al libro y a su autor. Al menos no poder hacerlo en presencia de María Kodama.
El libro, según María Kodama, es de lo peor que uno pueda imaginarse desde el lado borgiano de la vida. A Bioy le llama felón, traidor y niega hasta su amistad con su íntimo amigo Jorge Luis Borges. ¿Demasiado, no? Me interesa Kodama, mantengo más simpatías que dudas hacia ella, pero creo que aquí, cuando menos, está siendo un tanto exagerada, excesiva e injusta en sus juicios contra Bioy .Y desmemoriada si niega la amistad entre estos dos que muchas veces fueron uno en literatura.
Creo, querida María, que los lectores, los borgianos, tenemos derecho a conocer esas conversaciones privadas que han dejado de serlo. Nada de lo que dice empequeñece a Borges. Su obra, también su vida, siguen siendo las que fueron. Además deberíamos considerar que alguien tan público como Borges nos pertenece a todos. Al menos a todos los que lo merezcan. Borges es de muchos en lo público. Y de bastantes en lo privado. No solo de un amigo, no solo de una mujer. Me alegro por los lectores, lo siento por Kodama. Y recordar aquello que él escribió: “El mayor defecto del olvido es que a veces incluye la memoria”.
P.D. Muchos recuerdan cosas, dichos, situaciones, anécdotas con o en torno a Borges. Si me cuentan alguna, yo intentaré recordar otras.