El Mercado Central de Guatemala es, como todo mercado, una radiografía de los intereses de sus consumidores. Naturalmente, el primero de ellos es la comida: hay dulces de miel con almendras y chiles rellenos de carne, y frutas rojas y peludas. Hay puestos de verduras frescas y latas de picante. Hasta aquí, nada fuera de lo normal. Lo curioso es que, tras un rápido vistazo, la segunda necesidad básica guatemalteca parece ser el matrimonio.
En efecto, buena parte de las tiendas están dedicadas a la decoración nupcial: grandes alas blancas de tecnopor, fotos de parejas tomadas de revistas glamorosas, pasteles de fantasía y muñecos de plástico en traje de boda constituyen un importante porcentaje de la mercadería expuesta. Y no sólo aquí. Al lado de la plaza se puede ver una tienda llamada "Novias Miscelánea", que junto a las calculadoras y correas de reloj ofrece vestidos de novia, como si fuesen productos de los que uno necesita de un día para otro, así de repente. En un barrio más exclusivo, la zona 9, está la tienda "Diseños Románticos", en la que los trajes de novia son más caros y no se venden correas de reloj. Estas tiendas proliferan en todas las clases sociales.
El notable interés por casarse de los guatemaltecos es uno de los fenómenos más tiernos que he observado en mi viaje, pero no está aislado. En realidad, este país parece consumir grandes dosis de esperanza. En uno de los locales del mercado central, por ejemplo, hay una gruta dedicada al Sagrado Corazón de Jesús, como si fuese una tienda más. La gente pasa, deja un donativo y reza un poco, y luego sigue comprando chiles rellenos. Y es que el tercer producto más vendido del mercado -tras la comida y los matrimonios- es la suerte.
En numerosas tiendas a lo largo del mercado encuentra uno velas, inciensos y estampas de San Simón entre otras imágenes divinas. Sin embargo, lo más particular de la mercadería es que la suerte está asociada a la higiene personal. La mayoría de los productos son jabones, polvos y lociones. Según los vendedores, la buenaventura se solicita en el baño.
Compro el jabón Ven Dinero, para empezar. Es una pastilla ordinaria pero en la caja aparece una chica que recibe sonriente varios billetes de dólar. Al abrirlo, encuentro el manual de instrucciones, donde explica que "el jabón espiritual no es un amuleto, talismán ni objeto mágico, es un punto de apoyo personal para que adquieras AUTOCONFIANZA PERSONAL; con este criterio aceptado, es un punto de apoyo mental para llevarte HACIA ARRIBA".
Comprendido el funcionamiento básico del jabón Ven Dinero, escudriño las demás pociones. Hay una loción llamada Amansa guapos (To tame good-lookings). Según el manual, hay que restregarse la poción por la frente, el cuello y el corazón pensando en la persona que quieres conseguir. No falla. Hay otro llamado Vuélvete loco (You will be for me), que promete los mismos resultados.
Pero el trabajo no termina al conseguir a la persona. Como me explica un vendedor, luego hay que mantenerla. Especialmente a los hombres, que son unos lambiscones. Para eso sirve el jabón Yo domino a mi hombre (Full power finely helping you) que garantiza que "tú tendrás el dominio, él te será fiel, obediente, complaciente, amante y nada tendrá que reprocharte jamás. Pon un poco de este polvo en contacto con tu hombre y al hacerlo di mentalmente (fulano… yo te domino)". Le pregunto al vendedor cuál es el equivalente para hombres. Me muestra el Verdadero polvo tapa bocas (To stop up!! mouths powder).
Todo lo que necesites para tu vida se puede comprar en estas tiendas: pomadas contra la envidia, lociones para levantar el negocio, colonias para alejar a los malos vecinos, y amor, sobre todo, el producto con la mayor demanda.
Puede parecer pintoresco, pero al salir del mercado uno comprende que nada de esto es gratuito. Por la plaza central pasean militares armados con fusiles. Y aún así, la semana pasada apareció un cadáver en la concha acústica, a veinte metros del palacio de gobierno. Conforme me alejo del centro, escucho en la radio a la periodista Marta Yolanda Díaz-Durán, una de las más sintonizadas del país, comentar que en los últimos meses se ha registrado una oleada de linchamientos populares contra delincuentes. Indignada, ella exige la aplicación de la pena capital. Siento que la muerte para los guatemaltecos, como para muchos latinoamericanos, puede tocarte en la ruleta cotidiana. Por eso la suerte es un bien escaso, en el que nunca está de más invertir un porcentaje de la compra.
