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Escrito por

Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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Racismo cubano

Quizás la palabra que mejor defina lo que está ocurriendo en Cuba sea la de "dinamización", utilizada por el embajador español allí, Carlos Alonso Zaldívar que opina que se ha abierto una etapa de cambio. La isla ha entrado en una dinámica nueva, aunque formalmente poco haya cambiado. La elección de Raúl Castro a la presidencia viene a oficializar una situación que era de interinidad desde hace 18 meses. Naturalmente que sería todo muy diferente si Fidel hubiera fallecido. Pues la revolución no tiene sucesor.

Fidel -amplío lo escrito hace unos días- ha querido renunciar al apelativo de Comandante en Jefe que era un título honorífico que no entrañaba nada, ni mando, ni presupuesto. Solo recuerda que Fidel fue el primero de los Comandantes de la Revolución. Otros no son militares. Sus titulares son los guerrilleros que encabezaron las columnas del ejército rebelde  y hoy se dedican a diversas cosas. El título no es transferible. Fidel se queda como "soldado de las ideas" y "compañero Fidel", y columnista de Granma, el diario oficial. Los castrólogos se preguntan qué significa, pues algo significa.

Realmente los que se empeñan en decir que los cubanos deben transitar a la democracia no parecen confiar en que los cubanos lo hagan por iniciativa propia. Aunque muchos cubanos de a pie hablen dentro del marco de "la revolución", el único tolerado hasta ahora, sí quieren libertades y democracia. Lo que no quieren es que se les diga lo que tienen que hacer.

Desde fuera, como dice Alonso Zaldívar, 'ayudar a los cubanos a hacer lo que quieran y que sean ellos quienes lo decidan'. Y esto es lo que quizás no ha entendido bien EE UU, aunque la última declaración de Condoleezza Rice, sobre "la transición" en Cuba, apele a muchas cosas, entre otras el apoyo a la sociedad civil, pero sigue sin mencionar nada respecto al levantamiento del embargo y otras medidas restrictivas que han reforzado, más que debilitado, al régimen castrista. Los cubanos quieren muchas cosas, pero no caer en la (mala) suerte que, en general, ha aquejado al Caribe. Ellos no se comparan con España o Miami, sino con Haití o Dominicana.

Ya se ve que el régimen no sobrevivirá. No se trata ahora de ver qué tipo de transición habrá en la isla, sino de apuntar un problema que ya es grave, y que no mejora con los esbozos de cambio habidos: el de los negros y mulatos. De la forma en que se comporten depende en buena parte el futuro de una Cuba democrática, pero su futuro no pinta bien.

La Cuba castrista ha heredado el racismo anterior derivado de la esclavitud. No hay negros en puestos dirigentes de importancia del Gobierno o del partido, ni bajo el comunismo, ni bajo el anterior colonialismo ni en el largo periodo entre ambos. El racismo ha pervivido. No es un problema específicamente cubano. Incluso está mejor en Cuba que en otros países del Caribe donde el racismo es incluso mayor, y como siempre, no sólo entre blancos, negros y mulatos, sino entre los propios negros, según la intensidad de la oscuridad de su piel. Y como dice un buen conocedor de Cuba "estos revolucionarios de hoy día, hijos de gallegos, han excitado el resentimiento racial para incorporarlos a sus huestes".

En la Cuba castrista los negros se han educado, aunque menos que los blancos. De hecho, empezaron a hacerlo antes de Castro, y en tres generaciones se incorporaron a nuestras pautas occidentales. Pero, ¿qué pasará? La huída masiva de Cuba, fomentada en parte por Castro y que acabó frenando EE UU, fue, esencialmente, una emigración de blancos y si acaso mulatos. "De aquí no se han ido los cubanos, se han ido los gallegos", se ha dicho en Cuba. Con una doble consecuencia: Miami es un exilio esencialmente blanco-cubano (España también), y, en consecuencia,  la proporción de negros en la isla ha crecido marcadamente.

Cuba, por ejemplo, tiene un enorme potencial de turismo. Pero el sector prefiere contratar a blancos, al menos los que tratan con los clientes, porque cree que estos lo prefieren. En el Comité Central del Partido Comunista hay pocos negros. ¡Qué caro estamos pagando las esclavitud!, allí y en otros lugares. No obstante los negros en tres generaciones se han incorporado a Cuba a la civilización occidental. Sea como sea, los negros y mulatos tendrán mucho que decir cuando se produzca el cambio verdadero. La futura democracia cubana deberá ser mucho más negra, o no será democracia.

 

 

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26 de febrero de 2008
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Socialdemocracia sin emoción

La socialdemocracia en Europa está en horas bajas. Quizás por eso su gran esperanza, si gana el 9 de marzo, es Zapatero, a quién fuera se le ve un poco como un Obama español, según se dijo en un reciente seminario organizado en Londres por Policy Network, una red que se puso en marcha en tiempos de Blair. Aunque lo que más gusta de Obama es que ha logrado inyectar en las primarias una carga emocional que los socialdemócratas consideran que, en general, les falta.

En Alemania, no parece que el SPD vuelva a gobernar en coalición con los democristianos; en Italia, la izquierda está en crisis y Veltroni es, además de una incógnita, es otra cosa, más a lo demócrata americano; en Francia los socialistas están hundidos (aunque se pueden falsamente recuperar en las municipales), y entre los británicos, Brown, que participó en esa reunión, no despierta pasiones siquiera entre los suyos. La presentación por Carlos Mulas-Granados del programa socialista español desde tres ejes -segunda modernización, extensión de los derechos civiles y sociales, y nuevas respuestas para los problemas globales-despertó interés. Si gana, y el socialismo español desarrolla un pensamiento propio -doble condición-, ZP tiene la ocasión única de convertirse en la referencia de la socialdemocracia en Europa. Se le espera en la cumbre en Londres en  abril sobre Gobernanza Progresista que debería lanzar mensajes más positivos.

¿Por qué esta crisis general de la socialdemocracia? Para empezar, en Europa y en EE UU el debate político se sitúa aún en el terreno marcado por los conservadores desde Reagan y Thatcher. La izquierda no ha logrado salir de él, mientras crece el sentimiento antiglobalización y el temor a la inmigración, lo que la derecha populista sabe explotar bien. Además, según Edgar Grande, catedrático de Política Comparativa de Munich, el espectro político se está moviendo hacia la derecha en Europa. En el terreno de la política cultural e identitaria, la derecha populista domina el discurso. No hay una cultura en la socialdemocracia sobre cómo pensar la cuestión de la identidad, la inmigración y otras dimensiones,. De hecho, según Grande, la globalización ha cambiado las bases de la política en Europa Occidental, generando nuevas divisorias. Hay nuevos partidos populistas de de extrema izquierda y de extrema derecha.

De las divisiones que cruzan a través de la tradicional visión entre izquierda y derecha, el también alemán Gero Neugebauer ve tres dimensiones esenciales en cuanto a conflictos de valores: libertarios frente a autoritarios, justicia social frente a libre mercado, y religión frente a secularismo. Están, así, surgiendo lo que Neugebauer llamó nuevos "milieus políticos". El problema para la socialdemocracia es que, si quiere conseguir los votos necesarios para gobernar, debe situarse  a la vez en todos esos ellos.

Otro factor que complica la situación para los socialdemócratas es que éstos han estado sobre todo dirigiéndose en los últimos años a los ganadores de la globalización; mientras que su granero potencial de votos está también entre los perdedores. La socialdemocracia  ha perdido votos en la clase trabajadora y entre los sindicatos, un terreno que, según Roger Liddle, vicepresidente de Policy Network, ha ocupado en parte la extrema derecha. Entre los perdedores ha surgido una nueva  categoría que ya no se llama el proletariado, sino el precariado, formado sobre todo por jóvenes. Pues la desigualdad que genera no es sólo entre capas sociales, sino entre generaciones. Según el francés Bernard Spitz, "la generación pobre es la generación joven".

Si Brown habló de la necesidad de "liberar las potencialidades de todos", la educación es una respuesta, siempre que reconozca la pérdida de valor de los diplomas, y de que la igualdad de oportunidades que genera deba darse a lo largo de toda la vida. Al cabo, la desigualdad mayor es "entre los que tienen control sobre su futuro y los que no".

Los socialdemócratas según Grande, han sufrido además en casi toda Europa "el declive de una oposición responsable". Y un creciente abstencionismo en lo que se llama la "era del escepticismo" en el que votar o no ya no es una decisión derivada del sentido del deber. En todo caso, hubo un cierto acuerdo en que la renovación desde el gobierno es más difícil de llevar a cabo que desde la oposición.

La gran esperanza para los socialdemócratas es el debate sobre el cambio climático, pero no son ellos los que lo han planteado, aunque lo hayan asumido. De hecho, se dijo, esta izquierda  ha perdido capacidad a la hora de "poner temas sobre la mesa".  Quizás deba volver a mirar más hacia los demócratas en EE UU.

 

Publicado en El País, 25 de febrero de 2008

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25 de febrero de 2008
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El mundo, según Kissinger

Henry Kissinger tiene 84 años, un pasado más que turbio, pero una mente aún en buena forma. En Davos, de cuyo Foro Económico Mundial es uno de los vicepresidentes, se expresó con dificultad pero con ideas claras. También, en una entrevista que ha publicado el semanario alemán Der Spiegel , que en la red la reproduce también en inglés. Básicamente, Kissinger parte de que nos enfrentamos a tres retos: la desaparición del Estado-nación, el surgimiento de India y China, y la emergencia de problemas que no puede resolver una única potencia, como la energía y el medio ambiente.

Tiene algunas ideas originales que merece la pena conocer:

  • Debido a la debilitación de los Estados en Europa, estos ya no pueden pedir a sus ciudadanos sacrificios. La estructura del Estado-nación ha cedido bastante en Europa, y la capacidad de los Gobiernos de pedir sacrificios se ha reducido en el mismo orden. "Hay un vacío entre el pasado de Europa y el futuro de Europa".
  • Los europeos se esconden tras la impopularidad de Bush (que por cierto está decreciendo) para no tomar decisiones impopulares como, en el caso de Alemania, no reforzar las tropas en Afganistán y no desplazarlas al sur a misiones de combate más peligrosas. Cree que no es saludable a largo plazo que algunos países de la OTAN envíen tropas a Irak para misiones de no combate. Se crean dos categorías de países en la OTAN.
  • En cuanto a Irak estima que sería totalmente diferente que las tropas americanas se retiraran de Irak como parte de un acuerdo político, a que lo hicieran porque "América está exhausta de la guerra". En este último caso, cree, sería desastroso. Se extendería un "virus" empujado por el islam radical que lo vería como una victoria.
  • Considera un error plantear la idea de "guerra contra el terrorismo", pues el terrorismo es un método y no un movimiento político. La guerra es contra "el islam radical".
  • No se puede a la vez plantear un programa de democratización en Oriente Medio y luchar contra el "islam radical": "No puedes intentar de forma simultánea derribar el gobierno de Arabia Saudí, Egipto y Jordania en nombre de la democracia y luchar contra el islam radical. Los procesos de democratización y la guerra contra el islam radical tiene marcos temporales diferentes".
  • En cuanto a China, hay que tratarla como un socio potencial y desarrollar todo nuestro ingenio pata crear un sistema en el que los grandes Estados de Asia -"que realmente no son Estados-nación en el sentido europeo sino grandes conglomerados de culturas"- puedan participar.

Son todos elementos discutibles. Pero interesantes, y reflejan el pensamiento realista conservador en EE UU.

Por cierto, Kissinger apoya al republicano John McCain para ser próximo presidente de EE UU. Pero esto, no sorprende.

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22 de febrero de 2008
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Carambola geopolítica

Al intentar destruir con un misil antimisil un satélite espía, el USA 193 Radarsat sobre el que ha perdido el control, Estados Unidos no sólo acabará con la amenaza de que sus trozos acaben cayendo sobre poblaciones, sino que demostrará al mundo y especialmente a China y a Rusia que está a la cabeza de las armas antisatélites. El disparo se diferencia poco del que usaría contra una cabeza nuclear enemiga en su sistema de defensa contra misiles balísticos, versión más modesta y actualizada, aunque aún de dudosa eficacia, de la llamada guerra de las galaxias de Ronald Reagan.

EE UU es el país más dependiente en los satélites para su vida, normal y militar. A principios de 2001, bajo la dirección de Donald Rumsfeld, que iba a ser en unas semanas jefe del Pentágono en la Administración Bush, la Comisión para la Valoración de la Organización y Gestión del Espacio para la Seguridad Nacional de EE UU alertó contra la posibilidad de que el país se viera cegado por lo que el informe describió como un "Pearl Harbour espacial", ante un ataque contra sus satélites. La destrucción de un satélite meteorológico por China con un misil a principios del año pasado hizo sonar varias alarmas ante la carrera militar por el espacio. EE UU se ha resistido siempre a aceptar prohibir la militarización del espacio.

Destruir el Radarsat antes de que caiga a la Tierra le viene muy bien para otros objetivos. Es la primera vez que lo va a intentar desde 1985. Por lo que han explicado los propios mandos militares norteamericanos, el misil que se utilizará será un SM-3 (Standard Missile 3), lanzado desde un buque equipado de sistema Aegis para la defensa antimisiles, probablemente desde el Pacífico. Su alcance es más limitado que el de los interceptadores desde tierra americana que EEUU quiere instalar también en Polonia. Éstos han de acercarse a su objetivo a una altura superior.

Como señala Stratfor, servicio privado de análisis de inteligencia, la tecnología contra misiles no difiere tanto de la que se puede usar contra satélites, aunque resulte más difícil alcanzar una cabeza nuclear cuando está realizando su reentrada en la atmósfera. El Pentágono y los militares quieren demostrar así que tienen "el arsenal antisatélite más robusto" del mundo, y de paso que su escudo antimisiles ya no es un sueño lejano, menos aún cuando esta Administración ha denunciado el tratado ABM de 1972, que lo limitaba. Era una de las piedras de toque de la estabilidad del equilibrio del terror de la guerra fría. El mensaje a China y Rusia es claro. También a Irán y otros países que se están dotando de cohetes de largo alcance.

Publicado en El País, 21 de febrero de 2008

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21 de febrero de 2008
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Sucederá en Cuba

Fidel Castro ha renunciado a ser presidente de Cuba (lo de comandante en jefe es un título simbólico, pues el jefe de las fuerzas armadas es su hermano Raúl). Tampoco ha hablado, aún, de la secretaría general del Partido Comunista) Si hubiera fallecido, la situación sería distinta. Castro, de momento, deja los cargos que no el poder, pues seguirá influyendo. Así, siempre de momento, lo que sigue avanzando desde  que transfiriera temporalmente el poder a su hermano Raúl en julio de 2006, es una sucesión sin transición. Aunque probablemente veamos en Cuba que siguen cambiando algunas cosas.

Mucho se habla del "modelo chino". Es decir, de que Cuba se abra económicamente, lo que levantaría una parte de la presión, pero el actual régimen siguiera en control de la política, sin que se abra una transición hacia un sistema democrática. Puede ser, durante un tiempo. Los chinos y los cubanos se parecen en su instinto para el negocio. Pero, más allá, las diferencias se esfuman. Cuba es un país pequeño, geográficamente próximo a EE UU, con una parte de su población en Miami, en el que un 70% de los cubanos tiene un abuelo o abuela española. Será difícil controlar una ebullición política para avanzar a un régimen de libertades que conocen. Aunque también hay que contar que Cuba ha salido de la asfixia gracias al petróleo de Chávez y a las inversiones no ideológicas, sino mercantilistas, de China, aunque estas no bastan para levantar la economía cubana. Y si la UE y España pueden ahora influir es porque han recuperado un cierto grado de interlocución con el régimen sin perderlo con la disidencia. De haber seguido la política de Aznar, no estaríamos en esta situación.

El hecho de que se permitiera una discusión, grabada y difundida por la BBC, del presidente de la Asamblea Popular cubana, Ricardo Alarcón,  con estudiantes que le criticaban, es un señal de que todo no va a seguir igual. Aunque  también es significativo que el estudiante en el centro de esta polémica, Eliécer Ávila, ante la confusión creada, saliera a defender que el lo que quería es apoyar y mejorar la "revolución socialista". Un eufemismo claro, pues hoy todo el que puede hablar lo hace diciendo que quiere defender. "revolución socialista". Pasado mañana será otra cosa, cuando la disidencia interna se transforme en oposición, o cuando el avance hacia una economía de mercado, en una sociedad creativa, ponga en marcha otras dinámicas.

De momento, y a pesar de EE UU, lo que sucede en Cuba sigue siendo una sucesión. No podrá pararse ahí. Sucederán muchas otras cosas. Cuba debe normalizarse, lo que implica también evitar volver a convertirse en el burdel de Estados Unidos y una parte de Europa.

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20 de febrero de 2008
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Campañas: creencias e ideas

"Yes, we can", dice la campaña de Barak Obama. Lo que ha traducido al español, para los hispanos, en "Sí, se puede"  (y no, "sí, podemos"). Sus asesores (él no habla español) demuestran un buen uso del español.  Una frase suya colgada en su página web dice algo que coincide con el mensaje de Zapatero de "motivos para creer": "Os pido que creáis: No sólo en mi capacidad para lograr cambios en Washington ... Os pido que creáis en la vuestra". Está muy en la línea de John Kennedy, a la inversa, con su discurso sobre no penséis en lo que vuestro país puede hacer por vosotros sino en lo que vosotros podéis hacer por vuestro país". Sólo que esta vez el sujeto es el ciudadano.

Un reciente artículo en The New York Times comparaba a Obama a un Mac y a Hillary Clinton a un PC. Uno con una página web clara, dentro de la lógica de lo intangible; la otra con una página frenética, llena de propuestas concretas, llena de estrategias (en plural). Pues Clinton, siguiendo a su principal asesor Mark Penn está haciendo una campaña basada en microtendencias, en propuestas para cada uno de los pequeños y grandes grupos, mientras Obama prefiere la brocha gorda del cambio y un mensaje emocional. Como indicaba Matt Browne, ex asesor de Blair, son dos tipos casi opuestos de hacer campaña.

¿Donde estamos en España? Pese al mensaje de la fe, de las creencias, Zapatero está lanzando unas propuestas mucho más de microtendencias, de medidas para los grupos de población cuyo voto se quiere atraer, que Rajoy con sus "ideas claras" que son más bien brochazos gordos, aunque efectivos y profesionales. Pero algo anda mal cuando propugna creencias el que no debería y el otro ideas.

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19 de febrero de 2008
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Declaración de dependencia

Algunos países necesitan, para caminar hacia su independencia, de muletas que les proporcionan sus protectores, como ha ocurrido, por ejemplo, con Timor Leste, y aún así, renquean. En el caso de Kosovo. Más que de una declaración de independencia, hay que partir en Kosovo de una constatación de de dependencia. Este no parece un país preparado ni viable. Pese a la independencia declarada de forma unilateral, necesitará de ayuda internacional en todos los sentidos -económico, militar, policial y administrativo- para subsistir y transformarse en Estado digno de esta definición.

Pristina no ha elegido la fecha más constructiva, cuando tomaba posesión del nuevo presidente, se supone que moderado y europeísta, de Serbia, Boris Tadic. Pero ya ess tarde para lamentarse. De hecho, Kosovo era ya prácticamente independiente de Serbia desde la guerra de 1999. Y desde ayer la independencia de Kosovo, aunque sea "supervisada internacionalmente", según el Plan Ahtisaari, que sobre el papel resulta aceptable, pero sobre el terreno probablemente inaplicable, ha dado un paso definitivo. Esta independencia es un fracaso europeo; el penúltimo pues aún quedan algunas cuestiones sin resolver en esta larga y cruenta desmembración de Yugoslavia, cuyos trozos, paradójicamente, quieren, en un futuro de interdependencia, rejuntarse en una Unión Europea que se va llenando de Estados pequeños étnicamente homogéneos.

Militarmente, los 16.000 soldados de la OTAN (iban para un año; se han quedado ocho), incluidos los españoles, no están nada deseosos de verse implicados en labores de gendarmería. La UE va a mandar una Misión de Seguridad y Defensa, formada por policías, pero también jueces, abogados y otros funcionarios para poner en pie un Estado. Hay que sumar los fondos que llegarán del exterior para impulsar la economía, un sostén que se puede alargar mucho en el tiempo si Serbia decide interrumpir sus suministros de electricidad y alimentos -aunque el Gobierno serbio ha afirmado que no lo hará-, o cortar la navegación por el Danubio o por carretera. Serbia, sin embargo, no tiene la capacidad para instaurar un bloqueo. Pero está por ver si los albanokosovares pueden luchar para preservar la unidad de Kosovo si los 120.000 serbiokosovares en Mitrovica y al norte deciden separarse y seguir unidos a Serbia. Sin duda, la OTAN no querrá meterse en otro lío.

La base legal de este despliegue militar de la OTAN seguirá siendo la Resolución 1.244 del Consejo de Resolución de la ONU. No es probable que pueda lograrse una nueva, dada la oposición de Rusia. El reconocimiento de Kosovo por otros Estados será paulatino y dividirá a la UE, aunque no cabe esperar que España se alinee con los más opuestos a esta independencia, como Chipre, Grecia o Rumania. Pero tampoco seguirá a Washington, Londres, Berlín o París en su prisa controlada por reconocer a Kosovo (la Administración Bush quería despejar esta cuestión antes de su última cumbre de la OTAN en abril) España intentará capear el temporal y es previsible que sus soldados permanezcan en Kosovo un tiempo, pero que se vayan retirando, aunque no con la precipitación que lo hicieron de Irak.

Es una independencia por etapas. El Plan Ahtisaari contempla no sólo que se elabore una constitución, sino que Kosovo pueda ingresar en las organizaciones internacionales. No lo tendrá nada fácil. Rusia, con su derecho de veto, tiene la llave para el ingreso de Kosovo en la ONU. Y tampoco es fácil que entre rápidamente en el Consejo de Europa o en la OSCE. Previsiblemente, durante tiempo va a mantener un dudoso status internacional.

Sin duda, Kosovo plantea un precedente. Para empezar, esta independencia sin acuerdo de las partes (cosa que ha ocurrido en otros casos en Yugoslavia) va en contra del espíritu y la letra del Acta de Helsinki que considera "inviolables" (pero no inmutables) las fronteras existentes. Tampoco cabe excluir que Kosovo acabe uniéndose con la vecina Albania, y de ahí salga un Estado más viable. Pero no cabe ignorar que Kosovo, donde imperan las mafias, puede degenerar en un agujero negro en el corazón de Europa, con el ingrediente añadido de movimientos islamistas radicales.

En cuanto a precedentes, lo más peligroso es que los serbios de la Republika Sprska rompan Bosnia-Herzegovina, otro Estado independiente que en realidad es otro protectorado internacional, que subsiste en equilibrio inestable. Y luego están los fundados temores rusos o georgianos, ante Chechenia, Abjazia, Osetia del Sur u otros territorios, aunqque no esté claro a qué se refería el viceprimer ministro ruso, Serguei Ivanov, cuando habló en la Conferencia de Munich de un "efecto dominó".

Sea como sea en Europa ha nacido un nuevo Estado dependiente. No es para felicitarnos.

Publicado en El Pais, 18 de febrero de 2008

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18 de febrero de 2008
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Las tres sorpresas de Putin

Previsiblemente, Vladimir Putin se va a retirar a primer ministro en mayo. Ayer celebró su última conferencia como presidente de la Federación de Rusia, cargo que ocupa desde 2000 y que dejará tras las elecciones del próximo 2 de marzo. Para no perder el poder, ha preferido dar este paso, que tiene mucho de pantomima política, a cambiar la Constitución. Pero lo hace con un país mucho más en orden y mucho más poderoso que cuando llegó al cargo de primer ministro en agosto de 1999, antes de saltar a presidente en las elecciones.

Putin ha provocado tres grandes sorpresas al resto del mundo, y especialmente a los occidentales.

En primer lugar, Rusia se ha recuperado mucho más deprisa de lo que esperaban EE UU y los europeos. Sin duda ha ayudado en los últimos tiempos el alza del precio del petróleo y del gas que ha llenado las arcas rusas y aupado un crecimiento del PIB en los últimos 9 años del 80%. EE UU y otros países creían que tardaría quizás una década más. Putin tomó el control del gas y del petróleo e impuso orden en el país, frente al caos de la era Yeltsin. Esta recuperación también ha jugado a favor de la popularidad del presidente saliente que ya el año pasado en la Conferencia de Seguridad de Munich se plantó en términos de intereses internacionales. Pues lo que ha hecho Putin en política internacional es poner por delante los intereses rusos más crudos en un mundo que ve como multipolar. "La prioridad de Putin ha sido recuperar para Rusia el status de gran potencia", dijo Solana en Munich. Y en buena parte, lo ha conseguido. "Nos estamos convirtiendo de forma confiada en uno de los líderes económicos del mundo", afirmó ayer Putin.

En segundo lugar, Putin es popular; muy popular. La pureza democrática no es una prioridad para los rusos, especialmente la gran masa que lo que busca a es cobrar a fin de año, sobrevivir, y seguridad. Putin se la ha dado. "Ya me gustaría a mí que hubiera un partido conservador y otros socialista en Rusia", declaraba el fiel viceprimer ministro y ex titular de Defensa, Serguei Ivanov en Munich la semana pasada tras mencionar el "Russia's revival". Ivanov explicó que esta vez, Rusia regresaba para contar pero "no exportamos ya ideología" ni Rusia está en competencia con nadie en terceros países como durante la guerra fría. Hay que añadir que los propios rusos consideran difícil alcanzar una situación democrática sin una clase media significativa. Esta, en el mejor de los casos (Moscú o Leningrado) llega al 10% de la población, lo que resulta a todas luces insuficiente. Una prioridad es la política familiar. El descenso demográfico se puede estar finalmente frenando.

La tercera sorpresa ha sido que Rusia quiera no sólo controlar los sectores estratégicos de su país, sino también invertir fuera. Y esto ha provocado un gran recelo por parte, en primer lugar de Europa, pese a que, según los rusos, las inversiones recíprocas van 10 a 2 en favor de la UE en Rusia.

Pero ninguna de estas sorpresas augura un regreso a una guerra fría ni a bloques militares. Es más bien la vuelta a la Realpolitik con una Rusia que intenta imponer sus puntos de vista, no su ideología, que no la tiene. Los nuevos oleo- y gaseoductos son el mejor indicador de por donde pretende ir Rusia en el mundo, o al menos en su vecindad.

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15 de febrero de 2008
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Una guerra de 800.000 millones de dólares

El coste de la guerras de Irak, Afganistán y otras operaciones de la "guerra global contra el terror" asciende, desde el 11 de septiembre de 2001 a 799.300 millones de dólares (551.000 millones de euros, al cambio actual, es decir, más de la mitad del PIB español). Según la última edición del Military Balance del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, hasta el año fiscal 2007, incluyendo la construcción de edificios y otros gastos, la guerra de Irak ha supuesto unos costes de 450.000 millones de dólares; la de Afganistán de 127.000 millones, y la seguridad interior en EE UU de 32.000 millones. Es decir 610.000 millones en total, a lo que hay que sumar, si el Congreso se lo otorga, las tres peticiones adicionales de Bush por un total de 189.300 millones más.

Un problema es que las cuentas del gasto militar de EE UU se están volviendo cada vez más opacas. A menudo no se incluyen en el cálculo del déficit público americano.

Estas guerras no han acabado aún. La Oficina Presupuestaria del Congreso ha calculado que estas guerras podrían costar  entre 406.000 millones y 603.000 millones más en el caso de que EE UU retirada la mayoría de sus tropas de estos frentes y retuviera sólo 30.000 soldados en Irak y/o Afganistán para 2010. Si se redujeran hasta 75.000 para 2013, y se mantuvieran en ese nivel hasta 2017, estas operaciones requerirían entre 924.000 millones y un billón de dólares suplementarios. Con lo que, hacia 2017, el coste de la "guerra contra el terror", tal como la define la Administración Bush, ascendería a entre un billón y 1,6 billones de dólares. A todas luces un exceso. En comparación, la guerra de Vietnam, la más larga en la historia de EE UU (1959-1975)  le costó al erario norteamericano unos 670.000 millones de dólares de hoy, según un estudio del Center for Arms Control and Non-Proliferation de Washington, con lo que la actual ya lo ha superado. De momento las guerras de Irak y Afganistán, más la lucha contra el terrorismo, vistas ahora como un conflicto simultáneo, se han convertido en las más caras de la historia de EE UU, después de la Segunda Guerra Mundial.

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14 de febrero de 2008
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2020: ¿Sobrevivirá la OTAN?

Un conocido de Noruega me indica que en su Ministerio de Defensa han llevado a cabo un estudio geopolítico sobre el mundo en 2020, que prevé que la OTAN se puede encontrar en serias dificultades existenciales para entonces. ¿Por qué? Pues en términos simples porque lo que dominará entonces serán tres polos: Estados Unidos, La Unión Europea y China (a la que, si se añade India da como resultado el concepto de Chindia, ampliamente difundido). Es muy posible que los europeos tengan un tipo de relación con China muy distinto que el que tendrá EE UU que ve en Pekín la posible emergencia de un polo rival. EE UU podría para entonces tener una visión confrontacional, o cuando menos rival, de China, mientras que la Unión Europea, no implicada en la carrera por el poder duro, podría tener unas relaciones mucho más constructivas con el gigante asiático. ¿Donde quedarían entonces las relaciones transatlánticas sobre las que se basa la hoy Alianza de 26 que pronto se va a ampliar a otros tres países? Es posible que estás distintas visiones sobre China acaben socavando las bases de la OTAN.

Los chinos tienen un pensamiento geopolítico sofisticado. Así, si han presionado, aparentemente con éxito, a Corea del Norte para que renuncie a su programa de armamento nuclear no es sólo porque no desea tener un vecino con armas atómicas. Sino también porque si Pyongyang lo lograra, otros países, como Japón o Corea del Norte, se verían obligados a seguir esta carrera lo que mermaría el poder chino.

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13 de febrero de 2008
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