Skip to main content
Blogs de autor

Socialdemocracia sin emoción

Por 25 de febrero de 2008 Sin comentarios

Andrés Ortega

La socialdemocracia en Europa está en horas bajas. Quizás por eso su gran esperanza, si gana el 9 de marzo, es Zapatero, a quién fuera se le ve un poco como un Obama español, según se dijo en un reciente seminario organizado en Londres por Policy Network, una red que se puso en marcha en tiempos de Blair. Aunque lo que más gusta de Obama es que ha logrado inyectar en las primarias una carga emocional que los socialdemócratas consideran que, en general, les falta.

En Alemania, no parece que el SPD vuelva a gobernar en coalición con los democristianos; en Italia, la izquierda está en crisis y Veltroni es, además de una incógnita, es otra cosa, más a lo demócrata americano; en Francia los socialistas están hundidos (aunque se pueden falsamente recuperar en las municipales), y entre los británicos, Brown, que participó en esa reunión, no despierta pasiones siquiera entre los suyos. La presentación por Carlos Mulas-Granados del programa socialista español desde tres ejes -segunda modernización, extensión de los derechos civiles y sociales, y nuevas respuestas para los problemas globales-despertó interés. Si gana, y el socialismo español desarrolla un pensamiento propio -doble condición-, ZP tiene la ocasión única de convertirse en la referencia de la socialdemocracia en Europa. Se le espera en la cumbre en Londres en  abril sobre Gobernanza Progresista que debería lanzar mensajes más positivos.

¿Por qué esta crisis general de la socialdemocracia? Para empezar, en Europa y en EE UU el debate político se sitúa aún en el terreno marcado por los conservadores desde Reagan y Thatcher. La izquierda no ha logrado salir de él, mientras crece el sentimiento antiglobalización y el temor a la inmigración, lo que la derecha populista sabe explotar bien. Además, según Edgar Grande, catedrático de Política Comparativa de Munich, el espectro político se está moviendo hacia la derecha en Europa. En el terreno de la política cultural e identitaria, la derecha populista domina el discurso. No hay una cultura en la socialdemocracia sobre cómo pensar la cuestión de la identidad, la inmigración y otras dimensiones,. De hecho, según Grande, la globalización ha cambiado las bases de la política en Europa Occidental, generando nuevas divisorias. Hay nuevos partidos populistas de de extrema izquierda y de extrema derecha.

De las divisiones que cruzan a través de la tradicional visión entre izquierda y derecha, el también alemán Gero Neugebauer ve tres dimensiones esenciales en cuanto a conflictos de valores: libertarios frente a autoritarios, justicia social frente a libre mercado, y religión frente a secularismo. Están, así, surgiendo lo que Neugebauer llamó nuevos "milieus políticos". El problema para la socialdemocracia es que, si quiere conseguir los votos necesarios para gobernar, debe situarse  a la vez en todos esos ellos.

Otro factor que complica la situación para los socialdemócratas es que éstos han estado sobre todo dirigiéndose en los últimos años a los ganadores de la globalización; mientras que su granero potencial de votos está también entre los perdedores. La socialdemocracia  ha perdido votos en la clase trabajadora y entre los sindicatos, un terreno que, según Roger Liddle, vicepresidente de Policy Network, ha ocupado en parte la extrema derecha. Entre los perdedores ha surgido una nueva  categoría que ya no se llama el proletariado, sino el precariado, formado sobre todo por jóvenes. Pues la desigualdad que genera no es sólo entre capas sociales, sino entre generaciones. Según el francés Bernard Spitz, "la generación pobre es la generación joven".

Si Brown habló de la necesidad de "liberar las potencialidades de todos", la educación es una respuesta, siempre que reconozca la pérdida de valor de los diplomas, y de que la igualdad de oportunidades que genera deba darse a lo largo de toda la vida. Al cabo, la desigualdad mayor es "entre los que tienen control sobre su futuro y los que no".

Los socialdemócratas según Grande, han sufrido además en casi toda Europa "el declive de una oposición responsable". Y un creciente abstencionismo en lo que se llama la "era del escepticismo" en el que votar o no ya no es una decisión derivada del sentido del deber. En todo caso, hubo un cierto acuerdo en que la renovación desde el gobierno es más difícil de llevar a cabo que desde la oposición.

La gran esperanza para los socialdemócratas es el debate sobre el cambio climático, pero no son ellos los que lo han planteado, aunque lo hayan asumido. De hecho, se dijo, esta izquierda  ha perdido capacidad a la hora de "poner temas sobre la mesa".  Quizás deba volver a mirar más hacia los demócratas en EE UU.

 

Publicado en El País, 25 de febrero de 2008

profile avatar

Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

Obras asociadas
Close Menu