Andrés Ortega
Fidel Castro ha renunciado a ser presidente de Cuba (lo de comandante en jefe es un título simbólico, pues el jefe de las fuerzas armadas es su hermano Raúl). Tampoco ha hablado, aún, de la secretaría general del Partido Comunista) Si hubiera fallecido, la situación sería distinta. Castro, de momento, deja los cargos que no el poder, pues seguirá influyendo. Así, siempre de momento, lo que sigue avanzando desde que transfiriera temporalmente el poder a su hermano Raúl en julio de 2006, es una sucesión sin transición. Aunque probablemente veamos en Cuba que siguen cambiando algunas cosas.
Mucho se habla del "modelo chino". Es decir, de que Cuba se abra económicamente, lo que levantaría una parte de la presión, pero el actual régimen siguiera en control de la política, sin que se abra una transición hacia un sistema democrática. Puede ser, durante un tiempo. Los chinos y los cubanos se parecen en su instinto para el negocio. Pero, más allá, las diferencias se esfuman. Cuba es un país pequeño, geográficamente próximo a EE UU, con una parte de su población en Miami, en el que un 70% de los cubanos tiene un abuelo o abuela española. Será difícil controlar una ebullición política para avanzar a un régimen de libertades que conocen. Aunque también hay que contar que Cuba ha salido de la asfixia gracias al petróleo de Chávez y a las inversiones no ideológicas, sino mercantilistas, de China, aunque estas no bastan para levantar la economía cubana. Y si la UE y España pueden ahora influir es porque han recuperado un cierto grado de interlocución con el régimen sin perderlo con la disidencia. De haber seguido la política de Aznar, no estaríamos en esta situación.
El hecho de que se permitiera una discusión, grabada y difundida por la BBC, del presidente de la Asamblea Popular cubana, Ricardo Alarcón, con estudiantes que le criticaban, es un señal de que todo no va a seguir igual. Aunque también es significativo que el estudiante en el centro de esta polémica, Eliécer Ávila, ante la confusión creada, saliera a defender que el lo que quería es apoyar y mejorar la "revolución socialista". Un eufemismo claro, pues hoy todo el que puede hablar lo hace diciendo que quiere defender. "revolución socialista". Pasado mañana será otra cosa, cuando la disidencia interna se transforme en oposición, o cuando el avance hacia una economía de mercado, en una sociedad creativa, ponga en marcha otras dinámicas.
De momento, y a pesar de EE UU, lo que sucede en Cuba sigue siendo una sucesión. No podrá pararse ahí. Sucederán muchas otras cosas. Cuba debe normalizarse, lo que implica también evitar volver a convertirse en el burdel de Estados Unidos y una parte de Europa.