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Escrito por

Andrés Ortega

Andrés Ortega Klein nació en Madrid en 1954. Es hijo de español (José Ortega Spottorno fundador de Alianza Editorial y de El País e hijo a su vez de José Ortega y Gasset) y francesa (Simone Ortega, autora de 1.080 recetas de cocina). Estudió bachillerato francés en Madrid, se licenció en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense y posteriormente realizó un Master en Relaciones Internacionales en la London School of Economic (LSE) con una beca de la Fundación March. En Londres inició su carrera periodística como corresponsal para El País, pasando posteriormente a Bruselas donde cubrió el final de las negociaciones de ingreso de España en la hoy Unión Europea.  Durante la primera Presidencia española del Consejo comunitario en 1989, trabajó como asesor ejecutivo para el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Francisco Fernández Ordóñez. A principios de 1990, pasó al recién creado Departamento de Estudios de la Presidencia del Gobierno encabezado por Felipe González, que dirigió entre 1995 y 1996. Se incorporó entonces a la sección de Opinión de El País como editorialista y columnista. En 2004, se convirtió en el primer director de Foreign Policy Edición Española (FP), publica por la Fundación FRIDE.  Junto a su labor de análisis de la realidad internacional en El País y en FP, ha publicado en numerosos medios especializados en España y otros países y participado en los principales foros. Ha publicado cuatro libros: El purgatorio de la OTAN (1986), La razón de Europa (1994); Horizontes cercanos: Guía para un mundo en cambio (2000) y La fuerza de los pocos (primavera de 2007). En 2002 fue galardonado con el Premio Madariaga de Periodismo Europeo (prensa escrita).

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El último de Bush

La mejor noticia del discurso sobre el estado de la Nación de Bush, en el que no ha habido nada de nuevo, es que es el último de uno de los peores presidentes que ha tenido EE UU. Le queda ya menos de un año en la Casa Blanca, pero con suficientes poderes para seguir cometiendo errores de bulto, y meter a EE UU y al mundo en nuevos líos. Podría, por ejemplo, ordenar atacar Irán, aunque no parece que lo vaya a hacer. Ya es un pato cojo, un presidente sin gran capacidad real, con un Congreso de signo opuesto. Aunque por muy cojo que resulte, avisó a los legisladores de que no le manden ninguna subida de impuestos, pues la vetaría. Pero quiere sacar adelante, por consenso, el paquete de estímulo fiscal.

Quizás la expresión más significativa del discurso de Bush es, junto al reconocimiento de la "incertidumbre" económica, sea la de los "asuntos no concluidos" (unfinished business). Pues en ella se encierra la herencia que le deja a su sucesor o sucesora: unas cuentas del Estado deficitarias (que él asumió con superávit), una economía en graves dificultades, una reforma del sistema de sanidad, y, sobre todo, una guerra de Irak sobre la que, pese a los últimos progresos, ni siquiera se atreve a hacer cálculos el comandante en jefe, a la espera de las recomendaciones del general David Petraeus. Esta vez, este Bush en su final ha sido más prudente, no se ha a atrevido a hablar de "victoria" ni de "misión cumplida", pues "los enemigos" aún "no ha sido derrotados".

Bush permanece en el discurso de la dureza (contra la inmigración) y del miedo que adoptó a partir del 11-S,  atentado que cambió el rumbo de su presidencia. Las palabras más citadas (23 veces) en este discurso han sido la de "terror", "terrorismo" y "terrorista", que definen lo que de forma simplista llama "la lucha ideológica del siglo XXI". Está por ver si su guerra contra el terrorismo ha contribuido a reducir la amenaza o ha acabado por alimentar a la hidra.

Mas ¿quién escucha a Bush  a estas alturas, cuando sus popularidad está por los suelos?  Sus conciudadanos, y gran parte del mundo externo, están más pendientes de lo que ocurre en las primarias para saber quién podrá salir elegido nuevo presidente el 4 de noviembre. Tanto que aunque los senadores Hillary Clinton y Barack Obama acudieron a escuchar al presidente en Washington, el también senador republicano John McCain prefirió seguir haciendo campaña en Florida. El discurso sobre el estado de la Unión de Bush ha sido un mero paréntesis entre dos primarias.

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30 de enero de 2008
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Los chinos no nos salvarán

El Foro Económico Mundial de Davo se abrió el miércoles en un clima de pesimismo, ante lo que algunos calificaban de "tormenta perfecta". Se ha cerrado en otro de optimismo sobre la esperanza o convencimiento de que EE UU no entrará en recesión sino en desaceleración. Aunque el  FMI va a revisar sus previsiones a la baja, ha sido un cambio de tono notable. Pero la tormenta no se ha alejado.

El hombre de Davos  (o mujer) ya no es sólo el empresario occidental globalizado, sino también chino, completamente integrado, en general en inglés, como ya hemos apuntado. Mucho ha girado este año el Foro en torno al gigante asiático, demasiado grande para meterlo entre los emergentes, pero aún no potencia con capacidad estructuradora del mundo. El interés viene no sólo por el peso que va tomando esta economía, sino también por la esperanza de que, ante la ralentización -veremos si recesión- de la economía de EE UU, China pudiera ejercer de locomotora alternativa. Y aunque mucho ha cambiado, no tanto. Los chinos no nos salvarán.

La clave está en el decoupling (separación), la posibilidad de que otras economías no se vean arrastradas por los problemas de EE UU, una ficción en los mercados como se ha visto esta semana. Paradójicamente, la palabra la tienen los consumidores americanos, que gastan seis veces más que los chinos e indios juntos. Si reaccionan a los estímulos fiscales, EE UU se recuperará, aunque a medio plazo con graves problemas. Si se deciden a ahorrar, a hacerse japoneses, malo para todos. En todo caso, esta edición del Foro se abrió en un ambiente de pesimismo dominado por la letra R de recesión (en EE UU) y acabó en el optimismo relativo de la ralentización (slowdown).

El impacto de la posible recesión en EE UU en la economía china será "muy grave", pero Pekín, según Yu Yongding, director del Instituto de Economía Mundial de la República Popular, puede estimular la demanda interna, para compensar. Además, el comercio intra-asiático representa un 40% del total de la zona, menos dependiente del exterior. "En el mundo de hoy, la economía china es una parte integral de la economía mundial", afirmó en un mensaje especial Zeng Peiyan, viceprimer ministro de China. "Nosotros en China estamos dispuestos a trabajar con la comunidad internacional para afrontar estos riesgos y retos y contribuir a la estabilidad económica y al desarrollo sostenible en el mundo", dijo. Puede que aumente su producción de cereales y petróleo pero no lo suficiente  para cubrir su demanda interna. O que se plantee un "cambio ordenado" en el valor de su divisa, ya revalorizado un 13% en dos años y medios. China tiene muchos problemas internos, desde la inflación, hasta una insuficiente creación de puesto de trabajo (10 millones al año).

Yu Yongding calcula que en caso de crisis global, el crecimiento chino podría bajar hasta un 6%, lo que para ese país sería una "gigantesca recesión". Y si China pasa de crecer 11,4% a sólo 6-7%, América Latina tendrá problemas. China es clave para América Latina, a la que afectarán también los problemas de EE UU. Y para Europa, pues las importaciones chinas tiran de la economía alemana. India parece tenerlo mejor, al depender menos de su sector exterior. Según el ministro de Finanzas de India, Palaniappan Chidambaram, su país no puede ejercer de locomotora, pero su crecimiento podría pasar de 8,9% a 8%.

/upload/fotos/blogs_entradas/jiang_jianqing_med.jpgCríticas a la falta de democracia o al autoritarismo pragmático en China, ninguna en Davos. Lo que los occidentales ven es un gobierno maduro en la gestión de la economía. Pero los chinos ahora sí le dicen a Estados Unidos que "está enfermo y debe tomarse su medicina", como señaló Jiang Jianqing, presidente del Banco Industrial y Comercial de China, el mayor del mundo, con 16.000 sucursales y 200 millones de clientes. Hasta hace poco se hablaba del "aterrizaje suave o duro" de la economía china. Parece que es la estadounidense la que está realizando antes la toma de tierra forzosa.

Es la primera vez que el mundo que EE UU puede entrar en recesión o en  cuando hay otros motores en la economía mundial, pero ninguno se ha separado realmente de la gran economía. El fenómeno reciente de fondos soberanos que sacan de apuros a grandes instituciones financieras occidentales es una novedad en la que pesa China, pero éstos son mucho menores que los fondos de pensiones  que circulan por el mundo. China tiene 1,8 billones de dólares en inversión en el extranjero. Mucho, pero insuficiente, aunque lo que tiene en bonos americanos sea crucial para EE UU. Todo ello indica una nueva confianza de la región y la creencia, entre los jóvenes de que van a llegar a un status de desarrollados en poco tiempo. Problemas medioambientales aparte, no es tan fácil. Como señaló Chidambaram "la desolación de Occidente no se ve compensada por Oriente". Quizás lo logre en un futuro ante el que Europa no se puede quedar de brazos cruzados. Pero que no es aún el presente.

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29 de enero de 2008
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El mundo, sin partitura

Klaus Schwab, presidente del Foro Económico Mundial, introdujo en Davos a Condoleezza Rice como pianista -que lo es-, aunque se preguntó si la orquesta toca a tono. ¿Quién es el director?, preguntó la secretaria de Estado de EE UU. Simón Peres, presidente de Israel, fue incluso más lejos en el símil al considerar que lo que le falta a este mundo es un compositor. El caso es que en Davos este año ha quedado de manifiesto que el poder mundial se está reconfigurando, con un claro desplazamiento hacia Asia, no sólo hacia China e India. Y los nuevos han dejado muy claro que quieren influir. Estamos en una transición, en una redistribución del poder, que se puede acelerar si la crisis económica acaba afectando  más al mundo desarrollado que al emergente.

No sólo los chinos han estado muy presente en Davos con arrojo e incluso arrogancia, sino también la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), que está a punto de firmar su carta que la transformará en 2015 en una comunidad económica y social, en la región más pluri-relgiosa del mundo, que se presentó orgullosa como contrapeso a China e India.

Aleksei Kudrin, viceprimer ministro ruso, señaló que en poco tiempo las economías emergentes han ganado un 10% del total mundial que han perdido las desarrolladas. Más de la mitad del crecimiento mundial ha salido el año pasado de las economías emergentes. Europa ha perdido un 5% de su parte. Con la paradoja de que hoy "los que prestan dinero tienen unos niveles de vida más bajos que los que lo reciben", según recordó Lloyd Blankfein, presidente de Goldman Sachs.

Este cambio no se limita a la economía, sino también a la política. Para John Chipman, director del Instituto Internacional de Estudios Estratégico de Londres, estamos en un mundo "no polar", pues los supuestos polos no pueden ejercer como tales (EE UU tiene la fuerza; no la credibilidad; Europa carece de voluntad política; China o India aún no llegan; etc.). No hay ni director, ni partitura. Así, el presidente Musharraf de Pakistán con todo aplomo pudo quejarse de "las percepciones occidentales de la democracia y los derechos humanos". Con China, ni se habla de democracia. La agenda de debate está cambiando. Ya no la imponen las democracias occidentales, con EE UU a la cabeza, aunque un nuevo de presidente en Washington, o una posible recuperación rápida de su economía, pueden cambiar las cosas.

Las instituciones internacionales, desde el G-8 -que Francia quiere convertir en un G-13 o 14 -, el Consejo de Seguridad de la ONU, al Fondo Monetario -donde las acciones de China e India sumadas son inferiores a las de Bélgica- o el Banco Mundial, requieren una adaptación a estos nuevos actores y nuevas funciones. Incluso así, según Henry Kissinger la economía, a pesar de lo que está cayendo, está más organizada que la política global. En el pasado, tales desplazamientos de poder hubieran generado conflictos militares. Pero esta vez, según el ex secretario de Estado, con la proliferación de armas de destrucción masiva, esta opción ya no es posible, salvo para el terrorismo.   

Aunque ha habido mucho europeo (pocos alemanes), la UE como tal ha estado ausente de Davos, salvo en las personas del comisario Almunia y el gobernador del BCE, Trichet. Pero, significativamente, por primera vez participó en el Foro un primer ministro francés en ejercicio, François Fillon, para declarar que Francia estaba de regreso, vender el cambio que supone Sarkozy, y proclamar que su pais quiere participar en todos los grandes debates mundiales y en todos los foros -una novedad-, además de agasajar su país a los participantes en la moderna gala Voulez-vous? de culminación de esta reunión. Por el contrario, España parece cada vez más desaparecida en Davos a la vez que se difunde una mala imagen de economía burbuja que está reventando, sin que reciba réplica suficiente. Y Rodrigo Rato ha abandonado el FMI cuando este recupera un nuevo protagonismo. Una pena. ¿No podría estar España más presente? Aquí sí atenderían a la Alianza de Civilizaciones.

A juzgar por esta edición de Davos, hay regiones prácticamente desaparecidas del radar de los influyentes, como América Latina, a pesar de su "sorprendente emergencia", título de la única sesión dedicada a una región en la que China es muy activa, como en África, donde la UE pierde peso. La emergencia de Asia tiene estos efectos. El mundo árabe, salvo el rico, también menos visible. Este es el cambio de mundo que se refleja en el microcosmos autorreferente del Foro de Davos.

Publicado en El País, 28 de enero de 2008

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28 de enero de 2008
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Capitalismo global de Estado

Los llamados fondos soberanos de riqueza (sovereign wealth funds)  -en manos de Estados esencialmente petroleros que invierten en sus países y fuera- , representan unos 2,5 billones de dólares, poco en comparación con los fondos de pensiones que suman 60 billones. Pero, de la mano del aumento del precio del petróleo y otras materias primas podrían aumentar hasta 10 0 15 billones en unos años. Vienen de 15 países, pero cinco de ellos (incluida China) representan un 70% del total. En muchas ocasiones los fondos soberanos implican que países más pobres están invirtiendo en las sociedades más ricas, donde sirven también para salvar algunas de las grandes instituciones financieras en crisis.

Pero, como quedó patente ayer en un debate en el Foro Económico Mundial de Davos, este capitalismo global de Estado despierta recelos pues estos fondos son cada vez más necesarios para EE UU y otras economías -añaden liquidez y reducen la volatilidad e incluso salvan instituciones financieras-, pero pueden afectar a la seguridad nacional. El caso es que de estos fondos soberanos no se hablaba en Davos. Ahora están presentes en muchas discusiones y se les dedicó una sesión especial. Son, en muchas ocasiones, fondos destinados a transformar en inversiones los ingresos derivados de la explotación de recursos no renovables como el petróleo o el gas. Se trata de invertir para el futuro.

No deja de ser curioso ver que quien con más ardor -más, incluso, que los propios inversores- defendió ayer la libertad de movimientos de capitales, clamó contra sus limitaciones, especialmente si son por razones políticas, fue un ministro ruso, que considera que estos fondos contribuyen a estabilizar las finanzas pero que limitar su actuación podría generar desequilibrios. El economista Larry Summers, el que fuera secretario del Tesoro americano en 1999-2001, pidió que los propios fondos establecieran un código de conducta para impedirse, por ejemplo, especular con las divisas o políticamente. El caso hipotético que citó es el de la negociación entre el Gobierno del país A con el del país B en un asunto, mientras el fondo soberano de A ejercer presión sobre sus inversiones en B. No todos estuvieron de acuerdo, sin embargo, en regular sobre cosas que pueden ocurrir. El ejemplo más transparente lo aportó la ministra de Noruega, país con un Fondo Soberano controlado por el Parlamento e integrado en el presupuesto nacional, aunque también Oslo ha tenido diferencias con Islandia sobre inversiones de esta última.

En EE UU la Ley de Seguridad Nacional lleva a que se supervisen por estos motivos.  Y así no se permitió a un fondo árabe comprar la empresas que lleva una parte importante de sus puertos, que ha acabado en manos británicas fiables. Para los árabes, este tipo de actuación basadas en sospechas son peligrosas. Ante estos fondos se juntan las consideraciones financieras con las geopolíticas.

El debate indica que se está yendo hacia un nuevo capitalismo en el que los Estados -algunos al menos- pesan de una nueva forma sobre el mercado, sin que tampoco esta nueva dimensión esté regulada. Claro que Kuwait lleva haciéndolo desde hace 50 años. ¿Quién no se acuerda del caso KIO en España?

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25 de enero de 2008
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Cambio de mundo en Davos

Según dicen los grandes expertos y gurús económico-financieros en el Foro de Davos, no estamos ante una crisis cíclica, sino, como señaló George Sorros, ante el fin de una era en que los poderes públicos, especialmente en EE UU, pero también de forma global, dejaron de controlar las finanzas, globalizadas. Es el batacazo de lo que este financiero, que en su día se benefició de ello, llama el "fundamentalismo del mercado", y frente al que pide la re-introducción de controles y seguimiento por parte de las autoridades públicas.

Pero lo que ha aparecido en el Foro Económico Mundial no es sólo la desaparición del viejo mundo en este sentido, sino también la aparición de uno nuevo la distribución del poder. Por primera vez vivimos una crisis de esta gravedad, pues su epicentro está en la mayor economía del mundo, con dos centros o más de peso económico, además del de EE UU (y una preocupada Europa). Son, naturalmente, China e India, pero hay que sumar otros que resisten, como Brasil. Y no se trata sólo eso, de esta emergencia (por otra parte, hace tiempo anunciada) sino de que China e India, y otros países a través de su propia economía interna y de los hasta hace poco denigrados fondos soberanos, se están convirtiendo en posibles salvadores de la situación si estimulan su consumo interno para hacer frente a la esperada reducción de sus exportaciones hacia EE UU. Ahora se cuenta con los fondos chinos para el rescate que se está intentado organizar.

En Davos los chinos entraron hace años. Primero en sesiones muy específicas dedicadas a China (de las que también se mantienen algunaas). Ahora los chinos están como ponentes junto a americanos, europeos y otros en todo tipo de debates, desde la situación económica a las libertades. Antes era necesario traducir del chino al inglés y otros idiomas lo que decían. Ahora ya no. Y no sólo hablan inglés sino que usan el mismo vocabulario técnicos que sus homólogos occidentales. También están los indios que quieren que se renazca su inglés en el mundo.  Pero ni unos ni otros se encuentran a gusto hablando del FMI o del Banco Mundial. Estas instituciones habrán de cambiar para que sigan siendo relevantes para estos nuevos actores y para este nuevo mundo.

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24 de enero de 2008
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Pánico en las alturas

El Foro Económico Mundial se abre hoy en el alpino pueblo suizo de Davos, donde me encuentro, en un clima de pánico financiero, de incertidumbre económica y miedo al futuro. "Nunca he visto una cosa así", comentaba ayer un empresario ante la crisis desatada. Esta vez el Foro va a hacer honor a su nombre, y se debería hablar más de economía que de política. No es que no previera lo que ha pasado.Todo lo contrario, sólo que no tan rápido. Un estudio sobre los riesgos sitúa en primer lugar el sistémico financiero.

El informe sobre los riesgos globales, elaborado para el Foro por la Wharton School y varios bancos a través de entrevistas con la élite económico-financiera recoge el temor a que la actual crisis de liquidez desate una recesión en EE UU en los próximos 12 meses y apela a repensar los medios para afrontar los riesgos financieros en respuesta a la revolución vivida por estos mercados en los últimos 20 años, a la que no se ha respondido con una capacidad de vigilancia y control equivalente. En el horizonte de una década, este estudio sitúa en primer lugar el riesgo sistémico financiero, con un carécter descentralizado. En segundo, la seguridad alimentaria, con los precios en niveles record, las reservas de alimentos en un nivel mínimo en un cuatro de siglo y una elevada vulnerabilidad de cadena de alimentación a una crisis internacional o un desastre natural. En tercer lugar figuran los temores ante la vulnerabilidad de la cadena de abastecimientos en general, y en el cuarto los suministros de energía y sus precios

Un sondeo de Gallup encargado por el Foro -La voz de la gente- refleja que el temor al futuro es marcado en Europa y en Norteamérica. Este pesimismo no es nuevo sino que viene arrastrando al menos desde el año pasado. Casi la mitad de los encuestados considera que el mundo será menos seguro dentro de una década. Europa (los sondeos no incluyen a España) es el continente más pesimista en estos términos de seguridad (69%) y de pérdida de prosperidad (54%). Nada sorprendentemente, en Oriente Medio las perspectivas sobre seguridad en el futuro son bajas. No así en África, el continente más optimista, al menos en los cinco país objeto del sondeo,  quizás porque viene de muy abajo y la nueva riqueza petrolera y el aumento de los precios de las materias primas se está dejando notar. Las prioridades de la gente en el mundo son, por este orden, eliminar la pobreza, el crecimiento económico, la reducción de las guerras, la lucha contra el terrorismo y la protección del medio ambiente.

El sondeo, que refleja la opinión de 1.500 millones de personas del mundo también recoge que la gente se fía más de los hombres de negocios que de los políticos. El término "deshonesto" se aplica más a éstos que a los negocios, así como la idea de terner demasiado poder, responder a la presión de gente más poderosa, o falta de ética o falta de competencia. Entre las categorías que más confianza recaban están los profesores (34%), los líderes religiosos (27%), los líderes militares o policiales (18%) y los periodistas (16%). Los políticos (8%) llegan en último lugar, después de los abogados, los hombres de negocios y los sindicalistas. ¿Sorprendente? No tanto.

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23 de enero de 2008
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Derecha ¿conservadora?

¿Quién marca la agenda? ¿Quién marca el nombre? ¿Quién pone el marco? Desde hace casi tres décadas es sobre todo la derecha, mal llamada conservadora, pues de eso, tiene poco. Ha querido cambiar muchas cosas. Por ello, resulta extraño que algunos, incluido Zapatero, prefieran referirse a ella como "los conservadores". Pues si los términos izquierda y derecha son crecientemente puestos en cuestión (aunque siguen sirviendo de elementos de  identificación) la idea de enfrentar conservadores a progresistas no deja de ser más falsa aún, especialmente cuando la derecha hace tiempo que ha dejado de ser conservadora (salvo en la defensa de algunos intereses) en el mundo y la idea de progreso está en crisis.

La derecha ha contribuido decisivamente a fijar el debate político de estos lustros. No ha sido fruto de una casualidad o de la influencia de un pequeño griupo de pensadores. Como ya alertó en un libro en 2003 -Moral Politics: How Liberals and Conservatives Thinks- George Lakoff, catedrático de Lingüística y Ciencias Cognitivas de la Universidad de Berkeley (California), a diferencia de la izquierda o lo que llaman los liberales, la derecha en EE UU lleva décadas invirtiendo dinero en think tanks como la Heritage Foundation, o el American Enterprise Institute, de los que ha salido una buena parte del ideario llamado neoconservador, y ha gastado mucho en diseminarlo a través de tertulias radiofónicas. No es un fenómeno que se limite a EE UU sino que de ahí se ha ampliado a otros países a través de la llamada Internacional Conservadora (muy presente en América Latina), en la que es muy activo José María Aznar, a la que dedicó esfuerzos desde el Gobierno y posteriormente fuera de él a través de la Fundación FAES.

Lakoff es más conocido entre nosotros por su siguiente obra, que ha inspirado a una parte de los políticos progresistas: No pienses en un elefante: lenguaje y debate político (editorial Complutense, 2007). Ya desde su anterior libro y en algunas conversaciones previno sobre cómo los conservadores estaban no sólo introduciendo las expresiones de referencia en el discurso político (como la "guerra contra el terrorismo"), sino que se habían apropiado de algo mucho más importante aún, a saber, el marco de referencia, o la perspectiva, "el lenguaje y el pensamiento". Así, lanzaron mitos como el del carácter sacrosanto del matrimonio (para oponerse al matrimonio gay o "movilizando representaciones como la del individuo expoliado por el Estado" para justificar la reducción de los impuestos, que en inglés llaman tax relief (alivio impositivo) como si los impuestos fueran sólo una carga. Contra eso, Lakoff y su Rockridge Institute, progresista, ha publicado otro libro (Thinking Points: Communicating our American Values and Vision.  A Progressive's Handbook). Aboga por enmarcar en un "discurso patriótico sobre los impuestos" los debates sobre esta cuestión.

La gran diferencia que marca Lakoff entre conservadores y progresistas está en su idea del mundo y de la gente. Los primeros son "padres estrictos" que consideran que el mundo es peligroso, los hijos nacen malos, y hay que volverlos buenos. Por el contrario los progresistas representan el "padre protector" que considera que los hijos nacen buenos y se pueden mejorar. Su recomendación fue que los demócratas fijaron no sólo políticas, sino dirección, el marco general. Pues la dirección acaba siendo más importante que los programas en la confrontación política.

Es interesante seguir el lenguaje de las primarias en EE UU y de las elecciones en España. "Conservadurismo heroico", lo llama en su libro de mismo título Michael Gerson, uno de principales redactores de discursos de Bush. El campo demócrata se ha metido de lleno en el marco del "cambio". En España, Zapatero ataca a los conservadores que un tiempo se intentó llamar el centro-derecha. Paradójicamente, el más centrista parece ahora ser Fraga.

Conviene estar alerta sobre la terminología, pues en política no es neutra.

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22 de enero de 2008
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Civilizaciones: caso interno

Se atribuye a De Gaulle la idea de que es imposible gobernar un país como Francia que tiene más quesos que día el año. Peor es Indonesia y sus más  17.500 islas. Abdulá Badawi, primer ministro de Malaisia, suspira ,en una conversación en Madrid, al hablar de lo "difícil que resulta gobernar" su país multiétnico. "Nos pronosticaron como Estado fallido cuando logramos la independencia" (hace 50 años). Y ahí está Malaisia, como ejemplo económico y político ante el mundo musulmán, con muchos árabes, incluso petroleros, boquiabiertos ante la modernidad del aeropuerto de Kuala Lumpur.

En los últimos tiempos, sin embargo, han surgido algunas grietas, algunos problemas de los que justamente trata la Alianza de Civilizaciones a cuyo I Foro en Madrid acudió Badawi, que ha lanzado una iniciativa paralelas -Tender Puentes-  que pretende ser complementaria, no rival, de la de Zapatero y Erdogan. Ahora bien, Malaisia es un ejemplo de que los conflictos que intenta ayudar a superar esta Alianza no se dan sólo entre sociedades sino en el interior de ellas, y ello no sólo en Occidente o el mundo árabe, sino también en el Extremo Oriente.

Diez millares de hindúes, minoría en Malaisia, se manifestaron recientemente en Kuala Lumpur cuando les obligaron a destruir algunos templos construidos sobre terrenos que no les pertenecían tras tres años de litigio en los tribunales en el Estado de Selangor, donde hay 2,6 millones de musulmanes, 1,2 millones de budistas y 650.000 de hindúes, aunque en número de templos se invierte esta proporción, según los números que muestra Badawi. "También se han ordenado destruir mezquitas y templos budistas por las mismas razones", señala. Pero el Gobierno ha aplicado mano dura para evitar esta rebelión.

El malaisio es también uno de esos casos en los que el enfrentamiento religioso enmascara una tensión económica. En realidad los hindúes también protestan por la ley de trato preferencial a los malayos que se impuso en 1969 bajo el nombre de  Nueva Política Económica, tras las violentas manifestaciones contra la minoría de origen chino que hubo ese año. También ha habido revueltas contra los chinos que constituyen una de las espinas dorsales de estas economías en otros países de la zona en años posteriores. En 1969 se generó una "muy mala situación" y de no haber tomado esta medida, "el país hubiera estallado  como un volcán"", señala Badawi. Entonces, los malaisios de origen chino, que representan un 24% de la población tenían en sus manos un 40 % de la riqueza nacional. Los malaisios de origen  indios (8%) mucho menos. Pero los malayos étnicos, o malaisios malayos son un 62%, pero entonces controlaban un mero 2% de la economía. El Consejo Consultivo Nacional propuso entonces corregir este desequilibrio, impulsar una ideología nacional y expandir la política de cooperación racial

Hoy, la mayoría malaya tiene un 18% de esta riqueza y el objetivo de Badawi es llegar a un 30%. Los chinos siguen  con un 40% y los indios con un  5%. Pero, además, ha crecido la tarta de la mano de la buena marcha general de la economía, lo que ha amortifgaudo las insatisfacciones de los malayos y reducido marcadamente su pobreza en términos absolutos. Pero a la vez, según informaba el Financial Times, la imposición del malayo como lengua oficial en las escuelas estatales en detrimento del inglés ha hecho que muchos chinos e indios lleven a sus hijos a colegios privados. Los equilibrios se pueden romper con facilidad.

En un país confesional musulmán, la Constitución recoge la libertad religiosa, pero luego hay graves obstáculos a la hora, por ejemplo, de la conversión de un musulmán al hinduismo. (El islam condena tales conversiones). De hecho la constitución define al malayo como musulmán que practica las normas y culturas malayas, y el islam es la religión oficial.

Pero el secreto de Malaisia, indica Badawi, musulmán, es que en el Gobierno están malayos, chinos, hindúes y cristianos.   Esta Alianza (Barisan Nasional) empezó con tres partidos étnicos o raciales tras la independencia y ha seguido ganando elecciones, y ahora cuenta con 13 partidos. En el Consejo de Ministros, explica Badawi, "todas las decisiones se toman por consenso", aunque a veces se tarde en conseguir. "Somos únicos".

Badawi se propone hacer algo también para impulsar la paz en Oriente Próximo como "intermediario honesto". Hace años la cuestión palestina parecía lejana. "Hoy es un problema no sólo de los árabes sino de todo el mundo musulmán". Se ha globalizado, además de cobrar una dimensión religiosa que antes no tenía pues Arafat la mantuvo a raya. Y es que lo externo también afecta a lo interno, claro.  

Publicado en El País, 21 de enero de 2008

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21 de enero de 2008
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Laicismo y libertad religiosa

La libertad religiosa está mejor garantizada en los países en los que hay separación entre Iglesia y Estado. Tras escribir esta frase pensando en algunas sociedades en que las que la musulmana es la religión oficial, me percaté de que simplemente no era verdad. No lejos de nosotros podemos encontrar varios ejemplos: En Inglaterra, no sólo hay una iglesia oficial sino que la Reina es la cabeza de la Iglesia Anglicana (y por eso hay también reticencias a ver subir al trono a su hijo Carlos al estar ahora casado con una divorciada). Es hoy una de las sociedades más descreídas o en las que la religión pesa menos en la vida individual de los ciudadanos. En Noruega o Suecia también hay una religión de Estado. Incluso en Grecia, pese a no ser una monarquía. Y sin embargo, en todos estos países hay una plena libertad religiosa.

El concepto de lo laico puede llegar a ser irreal. En Holanda un 60% de las escuelas son religiosas. En Bélgica quizás incluso más. Siempre financiadas por el Estado. En España la mayoría de la enseñanza concertada (es decir pagada y supervisada por el Estado) es católica. En muchos países europeos hay regulaciones que no están en alineadas con la teórica separación entre Iglesia y Estado. En EE UU, una de la sociedades más religiosas del mundo, hay una separación formalmente tajante entre religión y Estado, pero el factor religioso -que no cabe olvidar está en su origen- está muy presente en la vida pública y crecientemente en la política.

Se dice a menudo que el laicismo y la separación Iglesia-Estado nacieron de las guerras de religiones del siglo XVI. No es así. Lo que salió de aquellas guerras del siglo XVII fue el principio de una sola religión de Estado, según la máxima cuius regio, eius religion (de tal rey, tal religión), y el de la tolerancia. Las batallas por el laicismo se dieron sobre todo en el siglo XIX. Y probablemente vuelvan en parte, no sólo en Europa, ante el crecimiento del religionismo, es decir, de un nuevo intento de hacer penetrar las religiones en el Estado. Aunque cada vez con mayor dificultad dada la mayor diversidad de los credos. El nuevo laicismo en democracia tiene que tener en cuenta e incorporar esta diversidad, fomentar la libertad religiosa, pero también la idea de que ésta debe incluir la libertad a criticar cuestiones religiosas, con respeto, responsabilidad y conocimiento.

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18 de enero de 2008
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¿Cuántos muertos en Irak?

La semana pasada el Iraq Family Health Survey (IFHS) y la  Organización Mundial de la Salud (OMS) publicaron una estimación de los muertos por violencia en la guerra de Irak desde la invasión en 2003 hasta finales de 2006: entre 104.000 y 220.000, o 151.000 por fijar una cifra intermedia. Otros dan menos. Iraq Body Count entre 80.621 y 88.044. A final de 2007 se habría vuelto a los niveles de 2005, tras estos dos años terribles. The Lancet llegó incluso a finales de 2006 a  la cifra de 655.000 por encima de lo que sería una mortalidad normal, es decir, como causa de la muerte. Un 56%, de disparos, lo que significa que al menos en esa época, 500 personas eran ejecutadas cada día. Probablemente, esta cifra se mantiene alta.

Otra Organización Just Foreign Policy va incluso más lejos, y ayer ya daba la cifra que revisa a diario de 1.168.058 muertos, con unos cálculos más que discutibles, pero a estudiar, que de ser verdad, como ellos mismos dicen eclipsarían el genocidio de Ruanda. El primer estudio citado y algunos de los demás están basados en muestreos a familias. En realidad no se sabe cuantas muertes ha provocado la invasión y la consiguiente guerra. Probablemente se descubrirán cadáveres durante muchos años después de que termine esta guerra, si es que alguna vez termina.En todo caso, es no sólo una guerra, sino un desastre humanitario.

Mientras, los muertos del ejército americano están muy contados (3.923 a día de ayer), La guerra moderna y posmoderna se caracteriza por parte occidental por no tener ya soldados desconocidos. Todos acaban por recuperar una identidad. Vietnam fue la primera guerra de este tipo. No así los países del tercer mundo donde las víctimas caen por centenares en un terrible anonimato.

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17 de enero de 2008
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