Vicente Verdú
Amar, amar, amar. ¡Cuántos destrozos cabe provocar con este impulso! De ser amados sin más no obtenemos sino un rancho, a menudo tan empachoso e indigesto como insulso. El amor no logra proporcionar el sabor de la felicidad sin el conocimiento, la inteligencia y una voluntad bien afinada. Lo demás son papillas farmacéuticas.