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La belleza mata

Un estudio reciente en la Universidad de Valencia ha concluido que la belleza produce efectos dañinos en la salud: no toda belleza ni la belleza a granel sino la belleza que el observador considera de altísimo nivel y, encima, hallándose en los atributos de una mujer o un hombre,  es la mujer o el hombre al  que no se puede conquistar.

La tensión se hace máxima entre el objeto codiciado y la impotencia de su posesión. ¿Cómo no habría de afectar a las secreciones internas o externas? El caos orgánico que provoca la contemplación de la belleza ha sido una constante tanto en la literatura como en la filosofía y la belleza se halla paredaña a la muerte en la fácil secuencia de lo bello y lo siniestro.

 Lo feo que se hace extremadamente feo termina por ser ridículo y el ridículo lleva a la risa. Con ello se cambia la primera impresión desagradable ante la fealdad por la sensación agradable que llega riendo. Igualmente, lo bello puede hacerse tan extremadamente bello que comunica con lo monstruoso y lo que empezó siendo una fuente de bienestar termina convertido en la temible amenaza de lo excepcional o extraordinario.

Las pruebas de la Universidad de Valencia no posee el mérito de haber descubierto esta relación entre la belleza  la muerte  sino en haber comprobado  fisiológicamente en sus propios alumnos las dolencias físicas que crecen en los deseos insatisfechos de conquista. Los alumnos enfermaban literalmente contagiados por la patología que la belleza se reserva.

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5 de mayo de 2010
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Cifras del apocalipsis nuclear

La demagogia, la tiranía y el populismo no están necesariamente divorciados con la verdad. Al contrario, a veces el zócalo sobre el que se construyen las peores amenazas totalitarias son verdades como puños. Repasemos los libros sobre la Europa de entreguerras y veamos la dosis de razones que contenían las locuras que sirvieron a Hitler para alcanzar el poder por las urnas y construir luego el Estado totalitario y genocida que condujo a la mayor guerra de todos los tiempos. Basta con citar una y quizás la más sustancial: las injustas indemnizaciones de guerra impuestas por los aliados en Versalles, con Francia a la cabeza, que contribuyeron a estrangular la economía de la República de Weimar.

Estados Unidos es el único país que ha usado el arma nuclear y posee todavía el mayor y más eficaz arsenal nuclear del planeta; y por ello Mahmud Ahmadinejad niega cualquier autoridad a la estrategia emprendida por Barack Obama dirigida a eliminar las armas atómicas, denuncia la utilización de Naciones Unidas y de la Agencia Internacional de la Energía Atómica para defender los intereses de Washington y se niega a aceptar cualquier régimen de inspecciones sobre su incipiente industria nuclear. Teherán, como le sucedía al Berlín hitleriano con París y Londres, tiene largas cuentas pendientes con Estados Unidos y sus aliados, desde el derrocamiento de Mossadegh por la CIA para defender intereses petrolíferos, pasando por el apoyo prestado a Irak en su larga guerra con Irán, y terminando con el régimen de sanciones y la presión para que someta su industria nuclear al control de las organizaciones internacionales. Los ejercicios de hipocresía y los dobles raseros son práctica corriente en las relaciones internacionales y todavía más en el terreno de la proliferación nuclear. Paquistán e India, ambas con armas nucleares pero países que no quisieron firmar el Tratado de No Proliferación, han recibido un trato bien desigual por parte de Estados Unidos, que ha vulnerado el TNP y ofrecido su colaboración civil con India mientras exigía el arresto y control del padre de la bomba paquistaní, Abdul Khan. La razón es sencilla, pero difícil de vender: India es un buen aliado, previsible y controlado; mientras que en Paquistán apenas se sabe quien controla la bomba, la inestabilidad política es bien evidente y es un país con unos servicios secretos todopoderosos y de fácil infiltración por parte de talibanes y yihadistas. El caso de Israel es más clamoroso, precisamente por la espesa bruma que se extiende sobre su dispositivo de disuasión atómica. Mientras no se aclare definitivamente el camino de la paz con sus vecinos será difícil que Israel acceda ni siquiera a sacar la cabeza de la bruma. La mejor disuasión es la que se fundamenta en la ausencia de información por parte del enemigo. El Tsahal sabe que no hay enemigos nucleares en el vecindario inmediato y que sólo Irán puede llegar a constituir una amenaza, existencial para más y preocupantes señas, en algún momento. De ahí que la contención primero y el desarme después del Irán nuclear sean la premisa para cualquier exigencia al Estado sionista en este capítulo. Por esta trabilla se engarzan el conflicto israelo-palestino y la dudosa hipótesis de una futura firma por parte de Israel del TNP, cosa que conduce al forcejeo entre Washington y Jerusalén: si no terminas tu con el peligro de Ahmadinejad, aunque sea con buenos modos, déjame que lo haga yo con los malos que tan bien sé manejar. Lo mejor del régimen de no proliferación construido durante la guerra fría es que ha funcionado de forma admirable si se compara con otros capítulos de la organización multilateral del mundo. El arma atómica ha hecho un servicio a la paz a través de la disuasión y de la idea macabra de la destrucción mutua asegurada, de forma que el número de estados nucleares ha quedado acotado a pesar del atractivo que tiene el arma como instrumento soberano. El precio son los desequilibrios ?las asimetrías- inevitables, la aparición de dos proliferadores fuera de todo control como Corea del Norte e Irán, y el peligro que representa su continuación en un mundo multipolar por los márgenes de inseguridad de unos arsenales que pueden caer en manos de grupos terroristas o mafiosos. Ahmadinejad ha impugnado ante Naciones Unidas, en el primer día de las sesiones de renegociación del TNP, el papel dirigente de Estados Unidos en este proceso. Pero en su argumento, basado en verdades incuestionables, muestra su absoluto desinterés por el objetivo de un mundo sin armas nucleares, pues la única forma de abrirse camino y quien sabe si en algún momento conseguirlo es que lo haga la primera superpotencia. El presidente iraní prefiere un mundo nuclearizado en el que Irán reivindique la legitimidad de su aspiración a igualarse en posibilidades a cualquier otro país con pretensiones de potencia al menos regional. De ahí el enorme valor del primer gesto de Estados Unidos en la apertura de las sesiones de renegociación del TNP. Al desvelar las cifras exactas, mantenidas hasta ahora en secreto, sobre la envergadura de su arsenal nuclear, como hizo el Pentágono este lunes, señala un camino de ejemplaridad informativa exigible a las otras potencias nucleares, demuestra que la primera superpotencia sí ha cumplido con las exigencias de reducción del TNP (ha pasado de 31.225 cabezas activas en 1967 a las actuales 5.113) y empieza a estrechar la horquilla entre las verdades molestas y los argumentos convenientes que juega en contra del desarme. Lo mínimo que les corresponde a quienes se oponen a los planes de Irán es seguir el camino de revelación de sus respectivos arsenales que ha tomado Obama.

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5 de mayo de 2010
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Puerto Rico y el Festival de la Palabra

Tan sólo el año pasado, Mayra Santos hablaba con un grupo de amigos escritores acerca de la necesidad de que Puerto Rico tomara un rol más protagónico en el panorama de la literatura iberoamericana. Puerto Rico podía concebirse como un lugar ideal para el diálogo entre la cultura caribeña en español e inglés, el caribe francófono, la literatura latina en los Estados Unidos, la literatura española y las diversas literaturas latinoamericanas (la que se escribe en español, la que se escribe en portugués, etc). Los que conocemos a Mayra sabemos que no hay distancia entre lo que dice y lo que hace. Así, hoy se inicia en San Juan el Festival de la Palabra, con una clara vocación abarcadora: más de cien autores, entre los que se encuentran Mario Bellatin, Karla Suarez, José Luis Peixoto y Pedro Mairal; más de veinte países representados, de Haiti a Angola, pasando por Venezuela, Portugal y Nicaragua; una impresionante lista de eventos para reflexionar sobre el lugar de la literatura en la sociedad contemporánea. La conferencia magistral estará a cargo del escritor puertorriqueño Luis Rafael Sánchez.

Por supuesto, para que se realice un encuentro de esta magnitud se necesita el esfuerzo de muchos. A todos los que han trabajado junto a Mayra, entre ellos el escritor español José Manuel Fajardo, director de programación, y las diversas instituciones que han dado un apoyo económico y logístico, felicidades y mucha suerte. Que este festival se convierta en una cita anual de la cultura iberoamericana.

El viernes 5 por la tarde se llevará a cabo la convocatoria al primer premio de narrativa Las Américas. Habrá una gran sorpresa. Por ahora, mejor no adelantar nada.

A partir de mañana, nos vemos en San Juan.

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4 de mayo de 2010
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Ciegos que guían a ciegos

 

El artículo que publicó ayer en El Periódico de Catalunya Félix de Azúa es una diatriba nihilista contra el embuste nacional. No deja títere con cabeza y da mandobles a izquierda y derecha. Pero su artículo de despedida es también un reproche a sus lectores. Somos fieles comparsas de su mordaz espíritu crítico tan solo para disimular nuestra impotencia política. Si tan mal van las cosas ¿por qué no sabemos poner remedio? La crisis institucional, jurídica, económica... es la metástasis de un país al que tanto le da gritar como bailar.

Los signos nefastos no han servido para nada. Y no por falta de agoreros. Se ha cumplido la maldición: al borde del llanto, con sus duelos y quebrantos, la ciudadanía, desconcertada, se teme lo peor. ¿O acaso sólo teme descubrir lo peor? Ese momento fatal en que ya no sea posible seguir viviendo en el engaño.

¿Para qué sirve un analista de la actualidad? La pregunta que nos espeta Félix de Azúa nos afecta terriblemente. Y deja en evidencia la ficción cultural, institucional y política de una sociedad desmembrada, condenada a ignorar el significado de sus desvaríos.

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4 de mayo de 2010
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La pista del dinero

Los pronósticos sobre el destino de la cultura forman parte del mayor o menor negocio que represente la cultura. Ni los libros, ni los discos, ni el cine, crecieron o decrecieron por su cuenta sino en relación los resultados económicos que proporcionaron. Que proporcionan y que proporcionarán. La idea de que la cultura es un mundo y la economía todos que apenas se tocan o cuando se tocan se pervierte el primero es una idea recibida de las ensoñaciones de la Ilustración.

Desde siempre, en el espacio real, lo que da dinero cunde y lo que no mengua sus artículos. Lo que ofrece mucho beneficio económico progresa y lo que arruina el negocio termina a la vez con su producción.  No hay, por tanto, que calentarse la cabeza con el futuro del libro o de los periódicos, de los vídeos o los CDs. Una nueva estructura económica hará posible o no la pervivencia de ellos.

Por el momento, todavía en plena crisis, la publicidad ha empezado a regresar. ¿Dónde vuelve? Allí donde las circunstancias le permiten sobrevivir. ¿Dónde no vuelve? Allí donde, como las aves migratorias, el cambio climático o de clientela ahogan su porvenir.

Ahora hay un ascenso de publicidad para la televisión, para internet y para el cine donde, muy pronto veremos películas cargadas de artículos que se muestran con la marca bien visible.

Por el contrario, la publicidad apenas se decide a gastar en publicaciones impresas y tanto el periódico como los libros, incluso cargados con nombres de marcas, son la golosina que se cuece en el mundo de lo audiovisual. La cultura ha cambiado ya y la economía decide su rumbo. ¿Recuerdan los tiempos en que el Estado se ocupaba de ofrecer bienes de valor objetivo aunque no fueran rentables materialmente?

"Después del pan, la educación es la primera necesidad del pueblo", decía Danton. Ese sueño ilustrado ha ido desvaneciéndose, se ha desvanecido ya, con el dominio general de los mercaderes en el interior del templo.

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4 de mayo de 2010
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Efectiva realización de lo que decía Cristo

J- Cuando en los planteamientos evangélicos Jesús hace una serie de postulados éticamente muy nobles, plantea una serie de reflexiones y de ideales y de alguna manera esta dando una visión de algo que se quiere convertir en una religión del amor y de la justicia, y posteriormente se pervierte y se transforma en un mecanismo de alineación...

V- No, no hay ese cambio lo que hay en el Cristianismo está ahí desde el origen. Vamos a ver,  el estalinismo por ejemplo es el fracaso de los idearios de emancipación, de libertad, de racionalidad y  en suma de dignificación de la condición humana, encarnados por la Revolución de Octubre. Por el contrario el Franquismo y su despótico sistema económico-social no es ninguna traición al ideario falangista sino la verdad del mismo, escondida tras la parafernalia de la "revolución pendiente", etcétera...

 Análogamente, el Vaticano es la realización de lo que decía Cristo. Es así de claro: Cristo invitaba a la genuflexión y  la Iglesia se ha encargado de que efectivamente estemos genuflexos, es decir que renunciemos a todo ideario de emancipación, que dejemos de aspirar aquí y ahora a condiciones sociales que permitan una asunción plena de la condición humana Esa historia de amor al prójimo (incluido el enemigo) etcétera es el mero aspecto ideológico del asunto. De todas maneras insisto en que una religión que posibilita la erección de catedrales es mucho más soportable que los sucedáneos que constituyen ciertas religiones descafeinadas de nuestra época (descafeinadas desde el punto de vista de la intensidad espiritual de los que las practican, pero no menos peligrosas).

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4 de mayo de 2010
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Cuanto más pacífico es el ascenso, más inquietante

Sobre todo por la prodigiosa capacidad de oclusión informativa que tienen los grandes acontecimientos oficiales en la República Popular China. Que son tres de magnitud colosal en tres años, desde 2008: los Juegos Olímpicos de Pekín, del 8 al 24 de agosto en 2008; los actos del 60 aniversario de la fundación de la República, el 1 de octubre de 2009; y la Expo de Shanghai ahora, desde el 1 de mayo hasta 31 de octubre de 2010. He escrito oclusión informativa y quiero denominar con esta expresión la fuerza propagandística que tiene un Estado para proyectar a su gusto la imagen de un país moderno y eficaz y a la vez dejar cada vez más en la sombra tanto las disfunciones del sistema de capitalismo chino como su carácter totalitario y homogeneizador.

Los comunistas chinos están consiguiendo, a lo grande, lo que los franquistas reformistas intentaron con éxito muy mediocre en los años 60. Esos desfiles perfectos de sincronización; esos éxitos mediáticos en todo el mundo; esa capacidad para romper todas las barreras en la participación internacional, no son cosas muy alejadas en cuanto a inspiración de los esfuerzos desarrollados por Manuel Fraga y sus amigos hace 50 años en aquellas campañas de las que ya casi nadie se acuerda sobre los XXV Años de Paz, la promoción del turismo extranjero con su ?Spain is diferent? o del deporte con su ?Contamos contigo?, todas ellas caras propagandísticas del desarrollismo económico que cambió la faz de España en poco más de una década. Además de la diferencia de tamaño hay otra de contexto que es la que explica todo: quien tiraba de España económicamente era Europa y correspondía al régimen franquista hacer los esfuerzos para ser considerado por los países vecinos; mientras que en China quien tira del país es la propia economía china, gracias a su apertura al mundo global ciertamente. Pero no hay nadie capaz de exigir al régimen chino los estándares de derechos humanos y de Estado de derecho que se exigió a España cuando empezaron a moverse las cosas. Al contrario, lo que se teme desde Europa y Estados Unidos y conduce a la mayor prudencia frente a China, es que la superpotencia emergente utilice su poderío para trenzar peligrosas alianzas anti occidentales con los regímenes más detestados desde Washington y Bruselas. No es extraño que entre quienes mejor han entendido lo que está sucediendo en China estén precisamente los antiguos franquistas. El difunto José Antonio Samaranch, el español más admirado y adorado por los chinos (Samaranchi en chino), fue uno de estos franquistas que intentaron una modernización desde el totalitarismo similar a la de los seguidores de Deng Xiaping con el régimen fundado por Mao Zedong. Luego no tuvieron más remedio que abrir la mano hasta un punto al que los comunistas chinos no quieren llegar de ninguna manera y esto fue, felizmente, la democracia española. Fijémonos que, de nuevo salvadas las diferencias inmensas de dimensiones, dos son los puntos en los que ambos regímenes tropiezan con obstáculos aparentemente insalvables: el pluralismo político y los derechos de las nacionalidades y regiones. Estos días en que hay quien quiere poner en tela de juicio la transición española o plantear incluso una regresión respecto al Estado de las autonomías es momento también de desear que para los ciudadanos chinos llegue bien pronto la oportunidad de saltar desde una modernización totalitaria controlada por el Estado a una sociedad abierta y plural regida por un Estado de derecho democrático como sucedió en España hace 35 años, con libertad para los partidos y autogobierno para las numerosas nacionalidades que ahora sobreviven más que viven dentro de la República Popular China.

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4 de mayo de 2010
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Vómito para libros malos

Entre las gentes que no pueden dejar un libro hasta el final, aunque les parezca malo lo que leen y aquellos otros que tiran a las altas las obras que no les interesan debe de haber una honda y esencial diferencia de espíritu. ¿Respeto al autor, por plasta que sea? ¿Respeto al libro por malo que le haya salido a su escritor? ¿Respeto al dinero invertido en la expectativa de ser recompensados?

La comparación con un restaurante sacaría de atascos este dilema. Nadie desea tragarse una comida envenenada o repugnante, nadie quiere ingerir una sopa con sospechas de sucias manipulaciones en el interior. ¿Por qué habría de indultar al libro y soportarlo hasta las heces?

El libro, incluso más que la sopa, viene a adentrarse en nuestro más íntimo interior y, lo que es peor, con nuestro incesante beneplácito. Un libro es una sucesión de garabatos que sólo  adquieren vida prestándole nuestra vida, tienen emoción, buena o mala a través de nuestras emociones prestadas a lo largo de la lectura.

¿Por qué íbamos a amargarnos el espíritu ante unas páginas que suscitan rechazo, repugnancia o malestar general? El libro está para servirnos, como una herramienta más. Ni es superior no inferior a un sacacorchos. Si de nosotros saca lo mejor es bueno, si de nosotros saca malhumor es malo. Fuera en consecuencia con los libros malos o que nos sientan mal, lo principal es la salud. Y, dentro de ella, el bien o el mal que el estómago recibe. ¿Malos rollos con este o aquel libro? El rollo es un enrollamiento literal del estómago y su interminable intestino ¿quisiera alguien morir estrangulado no ya por unas manos blancas sino por el mismísimo sistema de la defecación?

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3 de mayo de 2010
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Mallarmé sin libro

En su elegía a los libros, Félix de Azúa escribe lo siguiente: "En el futuro será cosa de locos o de millonarios reunir en casa más de mil libros. Mi generación es la última que ha logrado tener al alcance de la mano la totalidad del saber y de la literatura. La electrónica y el precio de la vivienda, aquí y en todo el mundo, matarán las grandes bibliotecas particulares".

    Me siento muy concernido por lo que Azúa dice en ese breve texto de su blog, y me identifico con los amigos descritos por él, arruinando su vida (por no hablar de salud) en el ejercicio de atesorar libros antes de leerlos, antes de tener al menos la oportunidad de leerlos. Mi biblioteca es la única inversión de mi vida, la única sin plazo fijo, pero el pasado día 23 de abril yo honré a Cervantes quedándome un buen rato pendiente de un árbol. No dramatizo. No quiero decir que fuese en plan suicida, llevado a la desesperación por los males de este tiempo, que son muchos y más graves que las estanterías combadas por el peso de las páginas que tengo frente a mí mientras escribo este texto. Estuve, con otros colegas de la literatura, colgando un papel de un árbol del Jardín Botánico, en una celebración recoleta pero pública que se planteaba como homenaje al silencio, al pensamiento y su trascripción en palabras, según lo resumía el maestro de ceremonias Germán Solís, de la Escuela de Escritores.

    La acción poética reproducía a su modo un encuentro de escritores que tuvo lugar en ese mismo jardín madrileño un día de otoño de 1923. Un grupo que incluía a Alfonso Reyes, Eugeni D'Ors, Ortega y Gasset, Bergamín y Díez Canedo se dio cita frente al museo del Prado y, con la excusa de rendir tributo de admiración a Mallarmé, guardó cinco minutos de silencio en el interior del Botánico, escribiendo todos los presentes a continuación en un papel lo que se les había pasado por la cabeza durante esos cinco minutos. Siempre me ha resultado curioso que Mallarmé pase por ser el pontífice máximo de una literatura del silencio, habiendo sido un grafómano empedernido que llegó incluso a crear y escribir íntegramente (oculto en pseudónimos) una revista de moda femenina de la que salieron ocho números.

    Me parece pertinente, además de ocurrente, proponer un adelgazamiento, incluso un escamoteo estratégico del libro en el Día del Libro, y no me importaría sumarme a una iniciativa que instaurase el Día Mundial sin Leer un Libro, siempre que los mismos preceptos obligaran al común de los mortales a leerlos en los restantes 364 del año. Yo no podría vivir sin ellos acompañándome en la soledad rumorosa de mi apartamento-biblioteca, pero la otra noche soñé que no existían los libros; no por haber desaparecido sino por no haber sido aún inventados. Me desperté eufórico, matinal, sintiéndome el patrocinador de una nueva era en la que, entre todos, se procedería a la creación de ese desconocido artefacto de papel escrito que los demás seres del universo tendrían en sus manos y leerían. Pero fue abrir la puerta de mi dormitorio y enseguida ver, mirándome con la sabiduría paciente de sus años, los primeros volúmenes que tengo apilados en el pasillo. Como dijo aquél: al despertar seguían allí.

   Tengo frecuentes ensueños, mientras estoy despierto, relacionados con el libro. Uno reciente me lo causó el propio Mallarmé, con un hermoso y enigmático texto en prosa sobre una imaginaria "bancarrota" de las librerías: "Los volúmenes alfombraban el suelo, aunque no se dijera, sin venderse; a causa del público que perdía el hábito de leer, probablemente para contemplar por sí mismo, sin intermediarios, las puestas de sol familiares".

    Y también he recordado hace poco lo que le pasó al gran locoide de la música romántica Charles-Valentin Alkan, de quien en estos días escucho una nueva grabación de sus impresionantes ‘Doce estudios en tonos menores', magníficamente interpretados al piano por Stephanie McCallum (ABC Classics, distribuído por Diverdi). Se cuenta que Alkan murió al caérsele encima mientras dormía la estantería de libros que, lector voraz a la par que maníaco del teclado, había puesto, por falta de espacio en la casa, detrás de su cama. Hace tres años una estantería alta fue vencida por la carga de los libros de arte que sostenía, y se desplomó en el pasillo por el que yo acababa de pasar, arrastrando en su caída, además de los gruesos tomos ilustrados, la madera, las alcayatas y una buena parte de la mampostería. Confieso aquí con cierta nostalgia la alegría de haberme salvado de perecer en ese accidente doméstico. Para gente como yo quizá nada es más dulce que irse al otro mundo llevado por el peso contundente y leve de lo que más ama.

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3 de mayo de 2010
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Permitan ustedes que me despida

Han sido tres años y medio, si no me descuento, los que he pasado junto a mis estimados lectores de El Periódico de Cataluña. Tras un repaso a las viejas columnas, me he percatado de lo mucho que ha cambiado, no sólo el país, sino el aire social que respiramos en común. Hace cuatro años la amenaza de ruina era tan sólo eso, una amenaza, de manera que el presidente Zapatero se podía permitir, con su habitual desenvoltura, acusar de antipatriotas a quienes hablaban de crisis económica. Esa fue la expresión que empleó. Tres años más tarde la ruina es absoluta y a día de hoy los más optimistas hablan de "recuperación" dentro de seis años. Seis años de política española son un siglo. Del actual elenco dramático, Zapatero, Rajoy, Montilla, Carod, no quedará nadie. Las quiebras traen cambios lentos, pero inevitables. El cuadro de actores que nos representa es de escasa calidad y será sustituido, quizás por chulos tipo Chavez, pero con un poco de suerte por gente sensata, esos técnicos que tanta falta hacen y que han sido despreciados por políticos ebrios de ideología. No hay nada peor que un político cargado de ideología y sin educación.

    La ruina ha ido oscureciendo la vida en común hasta el punto de que la próxima campaña electoral está derivando nada menos que en un simulacro de guerra civil. De un lado los insensatos que usurpan el nombre del socialismo, del otro los corruptos que dicen ser populares. Ambos puro monigote, títeres sin cabeza, una densa necedad que pagaremos muy caro. En el caso catalán las cosas son aún peores y no merece la pena ni mencionarlas. Bastaba con leer los titulares de la prensa catalana tras la consulta independentista. No soy adulador, pero debo decir que el único diario que tituló con respeto de la verdad ("Pinchazo soberanista", decía) fue éste en el que escribo. Todos los demás mentían de un modo tan estúpido que uno se daba cuenta de que los editores consideran a sus lectores unos perfectos idiotas.

    El estropicio es ya casi insalvable. Como he dicho otras veces, la deriva de España hacia el modelo italiano se acelera. En Italia votar es obligatorio y no se nota el hartazgo de los civiles, pero aquí falta ya muy poco para que la abstención iguale al número de votantes. Da lo mismo, porque los políticos seguirán llenándose la boca con palabras que nunca han entendido como "democracia", "nación" o "libertad". Y no las han entendido porque nuestra clase política no es demócrata. No tiene ni la menor idea de qué quiere decir "democracia". Por eso no respetan a los partidos adversos sino que se empeñan en triturarlos y no creen estar en el poder para resolver los problemas de la gente sino para creárselos porque así lo exige la Causa. Sólo trabajan para su propio partido, como los empleados japoneses trabajaban para su empresa y la yakuza asociada. Así le ha ido al Japón.

    El deterioro es supino. Ver cómo Montilla, un gris escalador de la burocracia de partido, condecora a los fiscales que calumnian a sus propios colegas de tribunales superiores es una imagen que remite a los tiempos de Franco cuando la lealtad al Régimen era lo único que contaba. Porque la desdicha es que este país ha regresado a su ser ancestral. La ruina económica nos está devolviendo al lugar de siempre en el tercer mundo. La ruina moral nos devuelve al escenario de toda la vida, el esperpento, la pornografía política, la canallada.

    El sueño ha durado unos años, digamos que de 1982 a más o menos el cambio de siglo. Durante veinte años parecía que España podía convertirse en un país europeo. La gente olvidó los delirios señoritiles del desprecio al trabajo y, con la excepción de los liberados sindicales, comenzó a tomarse en serio la vida. De pronto ya no daba vergüenza trabajar e incluso querer trabajar más horas o más días. Los fondos europeos y una ola de optimismo que ilusionó a los españoles lograron un despegue prodigioso, mientras en el terreno político, con jefes de gobierno adultos como Suárez, González o Aznar, los adversarios no eran enemigos. La oposición podía ser dura, pero no era una chusma despreciable. La diversidad de ideas y opiniones, como en Europa, mantenía viva la libertad. En la actualidad la libertad es una excusa para sacar las navajas.

    Este ambiente tabernario, que a mi modo de ver repugna a casi todo el mundo menos a los partidos políticos y a aquellos que viven de sus privilegios y subvenciones, tiene aspecto de ser duradero. No me imagino yo a los actuales padres de la patria preocupándose por los votantes, esos parias que han venido al mundo para pagar sus sueldos, viajes, negocios, comidas, amantes, coches, parientes, sobornos y trajes.

    En estas circunstancias, la verdad, es inútil tratar de influir en la vida pública, así que me voy a los cuarteles de invierno a ver si logro hacer algo de provecho. Mil gracias por su atención y por su amabilidad.

 

Artículo publicado el 3 mayo de 2010.

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3 de mayo de 2010
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