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El mal y la impotencia de los buenos sentimientos

En un artículo de opinión publicado en El País, Carmen Chacón y Felipe González lamentaban la proliferación de "groseras" reivindicaciones económicas por parte de regiones septentrionales, quejosas ante un pretendido parasitarismo de las meridionales, y que serían contrarias a una tradición progresista de solidaridad inter-territorial, implicando en definitiva   que el modelo Padania se generaliza y suplanta a lo que otrora tomaba forma de reivindicación cultural y lingüística.

El argumento sería más convincente si los autores abordaran las causas de que ello sea así, y que no son otras que la imposibilidad de que el sistema económico-político universalmente imperante posibilite  la menor sombra de fraternidad entre pueblos. Citaré un párrafo de lo que yo mismo escribía a propósito de la inmunda causa de la Padania hace unas semanas en este mismo foro:

"Lejos quedaron los tiempos en que el Norte, a través de los ojos lúcidamente militantes del Visconti de La Terra Trema, se acercaba al Mezzogiorno de los pescadores de Aci Trezza  a fin de entender y denunciar  las razones contingentes de su  postración económica para mejor captar las formas de organización de la  vida cotidiana y la dignidad en la confrontación de aquellos hombres con la naturaleza, que hacían de aquel  pueblecito meridional el espejo de una  arcaica y profunda civilización. Cierto es que larelación de fuerzas permitía apostar a la idea de que el hombre estaba abocado a un destino trágico, pero no a un destino miserable. De aquella disposición de espíritu no queda ya rescoldo, y así el sálvese quien pueda se convierte en lema de  individuos  y de  pueblos".

Nada extraño pues- por ceñirme a nuestro país- en que la relación entre quienes se sienten españoles y quienes se sienten ante todo catalanes,  envenenada por columnistas  de Madrid que tildan  a Montilla de "charnego acomplejado" y lacayo de los nacionalistas, tenga contrapunto en  una cronista barcelonesa que  se refiere a  Cataluña como  a la "vaca que todo el mundo ordeña", víctima de "los vampiros que nos rondan"; nada extraño en que a la par que el concepto de España vuelve en ciertos periódicos a adoptar connotaciones que siempre dieron miedo al propio pueblo español)  en las declaraciones de nacionalistas  catalanes se intercalen declaraciones despectivas que aluden a los trabajadores del campo andaluz o extremeño   como parásitos subvencionados  de los que conviene despegarse por ser una rémora en la lucha por abrirse paso, en la brutal competición que hoy enfrenta a individuos, culturas, lenguas, y naciones (con estado y sin estado).

A este fétido estado de cosas no se escapa con sermones ni buenos sentimientos. Habrá fraternidad entre pueblos cuando la máxima subjetiva de la acción política vuelva a incluir objetivos de universal liberación, cuando la causa del hombre (abstracta si no plantea las condiciones sociales de posibilidad de realización de la naturaleza humana) vuelva a ser simplemente la causa final. Mientras tanto sólo cabe esperar la escapatoria individual y el desprecio a los que queden rezagados.

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27 de julio de 2010
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La cultura: 6 ítems de MVLL

Un artículo de Mario Vargas Llosa absolutamente imprescindible, que no dejo de leer una y otra vez, es el que aparece en el último Letras Libres acerca de la cultura. ?Breve discurso sobre la cultura? es el título y contiene todos los dones que le conocemos a Vargas Llosa: síntesis, lucidez, culto, anecdótico y escrito de manera extraordinaria.  Imposible resumir un artículo tan lleno de ideas. Dejo aquí cinco ítems, cinco subrayados, que me interesaron especialmente.

high & low.- No hay que confundir la clasificación hecha por Bajtín y otros críticos literarios de estirpe sociológica ?cultura oficial y cultura popular? con aquella división que desde hace mucho existe en el mundo anglosajón, entre la high brow culture y la low brow culture: la cultura de la ceja levantada y la de la ceja alicaída. Pues en este último caso estamos siempre dentro de la acepción clásica de la cultura y lo que distingue a una de otra es el grado de facilidad o dificultad que ofrece al lector, oyente, espectador y simple cultor el hecho cultural. Un poeta como T.S. Eliot y un novelista como James Joyce pertenecen a la cultura de la ceja levantada en tanto que los cuentos y novelas de Ernest Hemingway o los poemas de Walt Whitman a la de la ceja alicaída pues resultan accesibles a los lectores comunes y corrientes. En ambos casos estamos siempre dentro del dominio de la literatura a secas, sin adjetivos. Mikail Bajtin.-  Bajtín y sus seguidores (conscientes o inconscientes) hicieron algo mucho más radical: abolieron las fronteras entre cultura e incultura y dieron a lo inculto una dignidad relevante, asegurando que lo que podía haber en este discriminado ámbito de impericia, chabacanería y dejadez estaba compensado largamente por su vitalidad, humorismo, y la manera desenfadada y auténtica con que representaba las experiencias humanas más compartidas. De este modo han ido desapareciendo de nuestro vocabulario, ahuyentados por el miedo a incurrir en la incorrección política, los límites que mantenían separadas a la cultura de la incultura, a los seres cultos de los incultos. Hoy ya nadie es inculto o, mejor dicho, todos somos cultos. Basta abrir un periódico o una revista para encontrar, en los artículos de comentaristas y gacetilleros, innumerables referencias a la miríada de manifestaciones de esa cultura universal de la que somos todos poseedores, como por ejemplo ?la cultura de la pedofilia?, ?la cultura de la mariguana?, ?la cultura punqui?, ?la cultura de la estética nazi? y cosas por el estilo. Ahora todos somos cultos de alguna manera, aunque no hayamos leído nunca un libro, ni visitado una exposición de pintura, escuchado un concierto, ni aprendido algunas nociones básicas de los conocimientos humanísticos, científicos y tecnológicos del mundo en que vivimos. Espacio común.-  Ese espacio común, que nunca se especializó, que ha estado siempre al alcance de todos, ha experimentado periodos de extrema complejidad, abstracción y hermetismo, lo que constreñía la comprensión de ciertas obras a una élite. Pero esas obras experimentales o de vanguardia, si de veras expresaban zonas inéditas de la realidad humana y creaban formas de belleza perdurable, terminaban siempre por educar a sus lectores, espectadores y oyentes integrándose de este modo al espacio común de la cultura. Esta puede y debe ser, también, experimento, desde luego, a condición de que las nuevas técnicas y formas que introduzca la obra así concebida amplíen el horizonte de la experiencia de la vida, revelando sus secretos más ocultos, o exponiéndonos a valores estéticos inéditos que revolucionan nuestra sensibilidad y nos dan una visión más sutil y novedosa de ese abismo sin fondo que es la condición humana. Michel Foucault.- No es arbitrario citar el caso paradójico de Michel Foucault. Sus intenciones críticas eran serias y su ideal libertario innegable.  Su repulsa de la cultura occidental ?la única que, con todas sus limitaciones y extravíos, ha hecho progresar la libertad, la democracia y los derechos humanos en la historia? lo indujo a creer que era más factible encontrar la emancipación moral y política apedreando policías, frecuentando los baños ?gays? de San Francisco o los clubes sadomasoquistas de París, que en las aulas escolares o las ánforas electorales. Y, en su paranoica denuncia de las estratagemas de que, según él, se valía el poder para someter a la opinión pública a sus dictados, negó hasta el final la realidad del sida ?la enfermedad que lo mató? como un embauque más del establecimiento y sus agentes científicos para aterrar a los ciudadanos imponiéndoles la represión sexual. Su caso es paradigmático: el más inteligente pensador de su generación tuvo siempre, junto a la seriedad con que emprendió sus investigaciones en distintos campos del saber ?la historia, la psiquiatría, el arte, la sociología, el erotismo y, claro está, la filosofía? una vocación iconoclasta y provocadora ?en su primer ensayo había pretendido demostrar que ?el hombre no existe?? que a ratos se volvía mero desplante intelectual, gesto desprovisto de seriedad. También en esto Foucault no estuvo solo, hizo suyo un mandato generacional que marcaría a fuego la cultura de su tiempo: una propensión hacia el sofisma y el artificio intelectual.

Edmund Wilson.- Yo no recuerdo que alguno de mis profesores de literatura me hiciera sentir que un buen libro nos acerca al abismo de la experiencia humana y a sus efervescentes misterios. Los críticos literarios, en cambio, sí. Recuerdo sobre todo a uno, de la misma generación de Lionel Trilling y que para mí tuvo un efecto parecido al que ejerció este sobre la profesora Himmelfarb, contagiándome su convicción de que lo peor y lo mejor de la aventura humana pasaba siempre por los libros y de que ellos ayudaban a vivir. Me refiero a Edmund Wilson, cuyo extraordinario ensayo sobre la evolución de las ideas y la literatura socialistas, desde que Michelet descubrió a Vico hasta la llegada de Lenin a San Petersburgo, Hacia la estación de Finlandia, cayó en mis manos en mi época de estudiante. En esas páginas de estilo diáfano pensar, imaginar e inventar valiéndose de la pluma era una forma magnífica de actuar y de imprimir una marca en la historia; en cada capítulo se comprobaba que las grandes convulsiones sociales o los menudos destinos individuales estaban visceralmente articulados con el impalpable mundo de las ideas y de las ficciones literarias. (?) En verdad, ejerció un magisterio mucho más amplio del que acotan los recintos universitarios. Sus artículos y reseñas se publicaban en revistas y periódicos (algo que un crítico ?deconstruccionista? consideraría una forma extrema de degradación intelectual) y algunos de sus mejores libros ?como el que escribió sobre los manuscritos hallados en el Mar Muerto? fueron reportajes para The New Yorker. Pero el escribir para el gran público profano no le restó rigor ni osadía intelectual; más bien lo obligó a tratar de ser siempre responsable e inteligible a la hora de escribir. Responsabilidad e inteligibilidad.- Responsabilidad e inteligibilidad van parejas con una cierta concepción de la crítica literaria, con el convencimiento de que el ámbito de la literatura abarca toda la experiencia humana, pues la refleja y contribuye decisivamente a modelarla, y de que, por lo mismo, ella debería ser patrimonio de todos, una actividad que se alimenta en el fondo común de la especie y a la que se puede recurrir incesantemente en busca de un orden cuando parecemos sumidos en el caos, de aliento en momentos de desánimo y de dudas e incertidumbres cuando la realidad que nos rodea parece excesivamente segura y confiable. A la inversa, si se piensa que la función de la literatura es sólo contribuir a la inflación retórica de un dominio especializado del conocimiento, y que los poemas, las novelas, los dramas proliferan con el único objeto de producir ciertos desordenamientos formales en el cuerpo lingüístico, el crítico puede, a la manera de tantos posmodernos, entregarse impunemente a los placeres del desatino conceptual y la tiniebla expresiva.

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27 de julio de 2010
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Diario de MAD

 

1. Lectura de Manuel Vilas

Vine a MAD porque me dijeron que aquí conseguiría la auténtica Roja. Una amiga me puso al día : en tienda de chinos está a 4.50, en tenderete  árabe a 10, en stop nigeriano a 12, en Souvenirs a 20. Pero la oficial, en el Corte Inglés, vale 70 euros. Es la verdadera, me advierte ella: lleva el sello de Adidas. Y es 100% polyester, de tecnología Climacool.  Compruebo en la página de Adidas que han previsto una réplica de la Furia Roja, más liviana, por 40 euros. ¿Cómo elegir sin definirse como otro dato estadístico?

2. Variaciones de Juan Francisco Ferré

Ya que hemos ganado con los pies, podríamos ahora triunfar con la cabeza.

3.  Pilar del Río en el Centro de Arte Moderno

En la terraza de la esquina tomamos un té lleno de tarde.  

Convertirá su casa de Lanzarote en un Archivo, construirá un tercer piso, alojará investigadores becados por la Fundación Saramago.

–No ha habido nadie como José.

4. Para leer a Patricio Pron

Félix de Azúa ha escrito una extraordinaria crónica de entusiasmo (incluida en su bitácora vecina)  por los libros de este joven y talentoso narrador argentino, educado en Alemania y radicado ahora en MAD. Pocas veces se puede leer una bienvenida literaria tan generosa y lúcida, como ésta, hecha por un escritor maduro en libre ejercicio de su lectura. Quien haya levantado su casa en el lenguaje, reconocerá el buen tiempo, inusual en la frontera. El esplendor del entusiasmo es uno de los rasgos de la Teoría, del lenguaje como el proyecto de otra articulación. Nuestra lengua está más hecha a la negación del otro, a la autonegación, esa indulgencia de los pobres de espíritu.  Los indiferentes se quedan a las puertas del Infierno, porque habiendo sido incapaces de una pasión no tienen nombre ni lugar.

Patricio concluye ahora una novela de substrato autobiográfico,. Ha debido negociar con sus padres los límites de lo decible. Le recuedo la tesis de Lacan: se escribe siempre  dentro de una censura. Y a favor de ella, el lenguaje podría  decir más; convertir la autobiografía en una desautorización, en lo que se puede llamar una lecto-grafía.

San Agustín había definido el género cuando escribió que, de muchacho,  con sus amigos robaba manzanas del vecino porque sentía “verguenza de no haber sentido verguenza.” Pero en España no hay autobiografías, se decía, por pudor.  De pronto, con la devolución plena del lenguaje, los escritores de la transición asumieron la primera persona, y contamos con dos memorables autobiografías parteaguas, las de Juan Goytisolo y Carlos Castilla del Pino. Hace poco, pensé que el género había terminado cuando al abrir una, leí: “De chico, yo iba a la escuela…” No estaría mal si fuese una novela. Podría ser, al menos, balzaciana y, con más suerte, picaresca. Pero como biografía, ya esas palabras revelan que el numerario está destinado al funcionariado endogámico.

5.  Visita al blog de Vicente Luis Mora

Leo que la palabra más buscada en línea es “Internet” bajo la forma de una pregunta: “¿Qué es Internet? “ Internet responde: “Internet soy yo”. Y la segunda palabra más buscada es “leer,” también como pregunta: “¿Qué es leer?” Lo que equivale a preguntar: “¿Quién soy yo?”

6. Anotado en una página de Fernández Mallo

Picasso: No busco, encuentro.

Cortázar: Busco, lo demás es literatura.

El mejor lector de Julio Cortázar es el que aún no ha leído a Julio Cortázar.

7. Nostalgia de María Zambrano

Fui al Círculo de Lectores para acompañar la presentación de la antología de María Zambrano que hizo José-Miguel Ullán, pero al doblar la esquina no estoy seguro por dónde seguir, y se lo pregunto al dependiente de un quiosco de periódicos. “Todo derecho,” responde, por cumplir. Un contertulio suyo interviene y se ofrece a llevarme. Agradezco, profusamente. Es tartamudo, pero se deja entender.  Mientras me guía, pienso que María habría aprobado la mediación filosófica de este hijo del lenguaje.

8. Nueva crítica atlántica

La editorial Iberoamericana (www@ibero-americana.net) resuelve la crisis del modo más creativo: ha incrementado y diversificado su producción. Son de este mismo año algunos títulos de lectura placentera, como Madrid|Barcelona, Literatura y ciudad (1995-2010), compilado por  Jorge Carrión, que tiene el buen tino de incluir a escritores capaces de cruzar fronteras y lenguas, como Javier Marías, Enrique Vila Matas, Belén Gopegui, V.L. Mora, Mercedes Cebrián y Robert-Juan Cantavella. También es novedad La memoria sublevada, Autobiografía y reinvidicación del intelectual ibérico del medio siglo, de Pepa Novell, dedicado a las variaciones biográficas de Carlos Barral, Juan Benet, Oriol Bohigas, Carlos Castilla del Pino, Juan Goytisolo y Jorge Semprún, cuya palabra siempre tuvo al mundo como interlocutor. Edith Mendoza Bolio, por su parte, nos entrega un espléndido trabajo de recuperación: los manuscritos de Remedios Varo, la notable pintora española que vivió en México, donde fue parte de la vanguardia transatlántica. A Veces escribo como si trazace un boceto. Los escritos de Remedios Varo es una revelación de la capacidad creativa  de una artista española libre de  fronteras.

9.Proyecto Banda Sonora

Diego Neuman Galán, músico y artista, me hace llegar noticias del proyecto Banda Sonora, que en la favorable encrucijada de Granada explora vínculos e interpolaciones felices de música y literatura. Integran este estimulante grupo, además de Diego, Lucía Martínez Cabrera, Jesús Ortega, Erika Martínez y Pepa Merlo, quien ha compilado el tomo Peces en la tierra, Antología de mujeres poetas en torno a la Generación del 27 (Renacimiento), de lectura imprescindible y actual. 

He aquí la información:

www.bandasonoradellibro.es

 

10. La Balada del Paseo de las Letras

En La Casa del Libro te regalé una edición del Quijote sin notas.

Subimos las escaleras del Círculo de Bellas Artes.

Bajamos las escaleras del Centro Cultural de la Villa.

Fundación Mapfre (Recoletos, 23): La subversión de las imágenes.

En La Casa de América hicimos pausa para el café. 

Y a la sombra de La Casa Encendida nos despedimos.

Fue un día que estuvo escrito en el “Time Out.”

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27 de julio de 2010
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Bryce, Puig y el Boom

Los del Boom, sin Manuel Puig Participando en el programa estival de El Escorial, Alfredo Bryce Echenique habló del Boom Literario Latinoamericano. ¿Están todos los que son? La nota es del suplemento Ñ:

?Ni son todos los que están ni están todos lo que son?, ha advertido hoy Alfredo Bryce Echenique en relación al ?boom latinoamericano? del que fueron relegados una serie de escritores por ser ?demasiado lúcidos y originales?. Para Bryce Echenique los escritores de referencia del boom utilizaron sus respectivos países ?como cotos privados de caza?, en el sentido de que su literatura se ocupó de los ?grandes temas nacionales? de forma ?totalizadora?. Una literatura, la de los escritores del boom, que careció ?de humor, de ternura y de vida sentimental en los personajes?, en opinión de Bryce, a diferencia de la de los autores ubicados en los márgenes, quienes sí se atrevieron ?a bajar a las tabernas? para hablar de cine, de las clases medias y de la subcultura.

Entre los autores que no están en la fotografía, Bryce resaltó la figura de Manuel Puig. Dijo:

Un ejemplo ?atrevido? de ese tipo de literatura ?lúcida?, la encuentra Bryce Echenique en la novela ?El beso de la mujer araña? del escritor argentino Manuel Puig (1932-1990), una historia que relata la transformación de la relación que mantienen dos presos políticos, un guerrillero urbano y un homosexual, mientras comparten la misma celda. ?El beso de la mujer araña? destaca, en opinión de Bryce, por su ?extraña presentación? estructural, al disponer de una combinación de diálogos y notas a pie de página de carácter científico que ejemplifican un ?intento muy atrevido? de reacción ante la potestad del narrador omnisciente. Así, en la novela el narrador desaparece, y los diálogos que mantienen ambos reos tienen la finalidad de que el lector conozca ?directamente? a los personajes a través de lo que estos dicen, una técnica que utiliza Puig, afirmó el peruano, para ?aparentar objetividad?. Pero el que permanece invisible es el narrador, no el ?autor?, aclaró el autor de ?Un mundo para Julius?, y apuntó que Puig vuelca su subjetividad de forma ?astuta y con maneras subrepticias? que hacen que éstas no parezcan impuestas. ?Desde la invisibilidad, y de modo sinuoso, Puig organiza su material literario a través de sus demonios personales, él encadena los episodios, él elige los acontecimientos reveladores?, dijo Bryce, para concluir que de esta forma el autor argentino ?contamina? al lector. Las notas a pie de página de la obra, todas de carácter científico en torno a temas como el psicoanálisis y la homosexualidad, ?son un complemento que enriquece la narración y que ofrece una síntesis del estado actual de una cuestión?, apuntó Bryce. A través de las películas ?cursis? que el preso homosexual cuenta al guerrillero, Puig logra una ?renovación del diálogo y de lo que es literatura o subliteratura?, explicó el escritor peruano, que agregó que la novelística del escritor argentino es una ?reminiscencia del melodrama que revive lo folletinesco?. ?Ésta es la principal novela de Puig, y lo sitúa con todo derecho entre los escritores al margen del boom, porque su preocupación ya no es la patria, la metáfora totalizadora, sino la subcultura?, concluyó el autor peruano.

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26 de julio de 2010
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Paz Soldán y Roncagliolo, lo que se viene

Máquina rotativa de impresión Dos libros en proyecto, dos libros latinoamericanos que se vienen. El primero aparecerá en setiembre y es de Santiago Roncagliolo. Se titula Tan cerca de la vida. El anuncio apareció en una nota de Ñ sobre la posibilidad de escribir, aun hoy, historias románticas. Santiago anuncia:

Al peruano Santiago Roncagliolo, autor de Abril Rojo, le resulta complicado escribir una auténtica historia de amor y acepta su miedo ?una marca de época? a caer en las redes de sentimentalismo y la cursilería. El resultado es la novela que publicará en septiembre: Tan Cerca de la Vida. Allí, combina dos géneros literarios: romance y terror. ?La gente le tiene miedo al amor y a ser cursi y eso no pasaba antes. En esta sociedad individualista e independiente es más fácil tener sexo que comunicarte con alguien, por eso la única forma de contar una historia de amor es contando una historia de terror?, dice entre risas. Para el escritor, los elementos vitales de novela romántica son: ?mucho sexo y soledad?.

El segundo es Edmundo Paz Soldán, quien estuvo en Lima presentando su novela Los vivos y los muertos, y aprovechó una entrevista en el diario Expreso para adelantar el libro que se viene. Aun no hay fecha definida, pero sí título: Norte. Dice:

Escribo mucho sobre la Bolivia actual, principalmente crónicas, columnas de opinión y reportajes, pero no ficción. De momento vengo escribiendo una nueva novela? Se titula ?Norte? y retrata los problemas fronterizos entre EE UU y México. Es una novela de largo aliento, que retrata ochenta años de conflictos y que tiene numerosos personajes y espacios geográficos. Es una novela ambiciosa, que espero poder publicar en menos de un año. Dependerá de Alfaguara (risas). 

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26 de julio de 2010
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Sin fanfarrias, pero sin resultados

Imagen tomada de adn.es El acto por el 26 de julio comenzó temprano, temiéndole a las lluvias vespertinas y huyendo del sol que provoca picor en la nuca y molestias en el auditorio. Tuvo esa solemnidad que ya es inherente al sistema cubano: pesada, anticuada, por momentos polvorienta. Nada parecía salirse del guión si no fuera porque Raúl Castro no subió al podio, no se dirigió a una nación que aguardaba por un programa de cambios. Su ausencia del micrófono no debe leerse como la intención de descentralizar responsabilidades y permitirle a otro hacer uso de la palabra en tal conmemoración. El general no habló porque no tenía nada que decir, no lanzó un paquete de reformas pues sabe que con ellas se juega el poder, el control que su familia ha ejercido durante cinco décadas. En los discursos anteriores -por esta misma fecha- las frases del segundo secretario del PCC habían creado más confusiones que certezas, así que esta vez evitó que los analistas de uno u otro lado lo reinterpretaran. Ya bastantes dudas trajeron sus augurios en 2007 sobre el acceso masivo a la leche, el pronóstico incumplido de no tener listo el acueducto de Santiago de Cuba y la desafortunada frase de ?sólo soy una sombra? con la que comenzó su arenga el año pasado. Quizás también por eso prefirió callar y dejar la alocución al hombre más inmovilista de su gobierno: José Ramón Machado Ventura. Unas premonitorias salvas de artillería estremecieron la Ciudad de La Habana, justo cuando el primer vicepresidente se acercó a la tribuna e inició una arenga plegada de lugares comunes y declaraciones de intransigencia. En referencia a las impostergables medidas a aplicar en la economía y la sociedad, Machado Ventura aclaró que se harán ?paso a paso al ritmo que determinemos nosotros?. La vieja confusión de la primera persona del plural, la conocida anfibología de lo aparentemente consensuado. El ritmo, la velocidad y la profundidad de esas ansiadas aperturas se decide en un pequeño grupo que tiene mucho que perder si las aplica y tiempo que ganar si las dilata. Habrá quienes digan que este silencio de Raúl Castro se inscribe en su estrategia de no desplegar demasiadas fanfarrias. Pero, más que discreción política, lo de hoy es puro secretismo de estado. No hacer compromisos públicos con los cambios, no implicarse visiblemente en una secuencia de transformaciones puede ser la manera de advertirnos de que éstas no obedecen a su voluntad política, sino a un desespero momentáneo que ?piensa él- terminará por pasar. Al no pronunciarse, nos ha enviado su mensaje más completo: ?no les debo explicaciones, ni promesas, ni resultados?.

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26 de julio de 2010
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La vida fácil

 

La sola mención de que el autor, Richard Price, fue el guionista de The Whire basta para que el lector potencial de por sentado que La vida fácil es una novela ágil,  visceral y contundente, y con unos diálogos tan expresivos que harán innecesarias las descripciones. Y sí, pero no.

                Basta leer el prólogo, titulado "Pesca nocturna en Delancey" para constatar que, en efecto, Richard Price es un maestro del diálogo y que ni siquiera el filtro de la traducción (la cual, por cierto, es excelente) le resta expresividad y capacidad para crear personajes y situaciones con una prodigiosa economía de medios. Y pongo un ejemplo: cuatro tipos de la fuerza operativa Calidad de Vida, ataviados con sudaderas que les dan un aspecto supuestamente anodino, patrullan a bordo de un falso taxi. En una luz roja se les pone al lado un coche cuyo conductor, tras bajar la ventanilla, se dirige a ellos llamándoles agentes."¿Ha dicho agentes?", exclaman  los agentes supercamuflados.

                Ese taxi que, silencioso como un ángel vengador navega por las calles desiertas del Lower East Side tendrá luego una gran influencia en el desarrollo de una trama que no puede ser más sencilla: tres falsos camareros ( y se dice falsos porque la estancia de todos ellos tras la barra es circunstancial debido a unas difusas aspiraciones literarias) caminan completamente borrachos a altas horas de la noche cuando les salen al paso dos raterillos. Lo que debería haber sido un atraco rutinario se transforma en tragedia porque una de las tres víctimas, a saber por qué, se rebela diciendo "No, esta noche no", y ello le cuesta un tiro en el corazón.

                A partir de ahí, y fundamentalmente a través de las salas de interrogatorios,  pero también durante los registros domiciliarios, el rastreo por las calles, la búsqueda sistemática de testigos y la paulatina aparición de los familiares y el entorno de las víctimas y los sospechosos, así como también los familiares y el entorno de los propios policías, Price se las arregla para llevar a cabo la prodigiosa reconstrucción de un barrio que originariamente fue judío, pero que hoy es sólo un barrio más de Nueva York, es decir, un entramado de calles y callejones donde se alzan viejos edificios en los que se hacinan centenares de personas sin apenas rasgos que las definan. El color de la piel o la religión, el origen nacional y la lengua son tan escasamente significativos como los nombres, muchas veces reducidos a un simple mote, o transformados con fines delictivos.

                Y lo mismo pasa con los rasgos morales. El entorno, el Lower East Side, es en sí mismo una entidad tan sólida, y su entramado de leyes y normas no escritas, o las relaciones de parentesco, amistad, pertenencia y afinidad ha sido tan perfectamente estructuradas que las individualidad se diluye en lo colectivo. Y por lo tanto las leyes de la moral general, o la distinción entre el bien y el mal carecen de sentido porque tampoco es concebible tal cosa como  el libre albedrio. En cuyo caso, la misión de las llamadas fuerzas del orden consiste en lograr que cada individuo encaje en el lugar que le corresponde para que el entramado social no se atasque y su maquinaria pueda seguir funcionando. Así, cuando el policía se dirige a la sala de interrogatorios y quiere saber qué le aguarda allí, no pregunta si el detenido es culpable o inocente, o qué solidez tienen las pruebas acumuladas contra él. Sólo pregunta: "¿Es blandito?". O sea: "¿Me va a costar mucho ponerle en su sitio?". Y cuando termina el interrogatorio y sus jefes quieren saber si lo considera culpable o inocente, su dictamen es: "Trapichea un poco con marihuana pero no es mal chico". Que puesto en boca de un policía tiene su aquel.

                Por descontando que hay ejemplos inolvidables de la famosa habilidad de Richard Price para el diálogo, y ahí está para corroborarlo la genial descripción de la ex mujer del viejo sargento que hace de protagonista: sólo interviene cuatro o cinco veces y únicamente por teléfono, pero la causticidad de sus respuestas la retratan con tanta nitidez como si su figura hubiese sido recortada con un bisturí. Cabe sin embargo una observación: La vida fácil es una novela fascinante pero lenta porque, además de contar una historia Richard Price está llevando a cabo la reconstrucción de un universo, y parafraseando el viejo dicho castellano, tampoco Zamora se conquistó en una hora. La narración engancha desde las primeras páginas y, pese a que a veces se estanca o traza grandes meandros,  ya no se puede soltar hasta el final, ello aun sabiendo que no habrá buenos ni malos y que los culpables no van a ser castigados ni los buenos premiados como unos y otros merecen.

 

La vida fácil

Richard Price

Mondadori

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26 de julio de 2010
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¿Cuál es el mayor mal de la universidad en España?

La excelente revista hispano mexicana Letras Libres nos envió esta pregunta a unos cuantos con el propósito de confeccionar un artículo sobre el tema en el número de julio: ¿Cuál es el mayor mal de la universidad en España? Y ésta fue mi respuesta:

"Como es lógico, el mayor mal es un conjunto bien trabado de males diversos que colaboran entre sí con esa simbiosis que los empleados llaman "sinergia". El conjunto, en cualquier caso, supera a la suma de los factores.

    Podría resumirse llamándolo "el ancestral desprecio de la inteligencia" que distingue a las clases dirigentes españolas debido a la debilidad del intelecto frente al monopolio del alma. Quizás en la actualidad la desprecien con mayor inocencia o barbarie, pero insisten en ello. Éste debe de ser el último lugar de Europa en donde las mayores responsabilidades recaen sobre gente sin estudios medios o superiores. Si las clases dirigentes desprecian la universidad, ¿qué van a hacer los súbditos?

    Durante unos cuantos años las familias pobres creyeron en la universidad como sistema de ascenso social. Duró poco. En nuestros días, para ser un buen español es un inconveniente haber acudido a la universidad en lugar de hacerlo a un estudio de televisión. Las mejores carreras los pobres las hacen en los sindicatos. Los ricos, como decía el consejero áulico de Jordi Pujol, en las alcantarillas".

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26 de julio de 2010
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Cualquiera que haya sido rey de Babilonia

 

convendrá que la más acre humillación es ver raído el nombre propio de las inscripciones y estelas que el rey enemigo arranca y hace transportar, en triunfo y a costa de grandes trabajos, a su capital.

Cuando los arqueólogos franceses descubrieron en 1902 la estela del Código de Hammurabi en las ruinas de Susa, no sólo había sido llevada hasta allá por los conquistadores de Babilonia, sino que secciones enteras de los casi trescientos párrafos habían sido raspadas para ser sustituidas por una nueva inscripción de los vencedores. Todo un caso de corrección histórica y jurídica.

La estela de Hammurabi valdría para icono patrón de los grafiteros, historiadores, juristas, revolucionarios y demás correctores, que debieran peregrinar al Louvre una vez en la vida para rendirle pleitesía.

Y no era que Hammurabi se hiciera ilusiones con los miramientos de los públicos venideros. La estela ostenta un completo surtido de maldiciones contra aquél que “ignore las palabras que he escrito”, “revoque las leyes que he dado”, “destruya mis caracteres”, “cambie mis palabras”, “borre mi nombre escrito”, “escriba su propio nombre”. Las diversas secciones amenazantes muestran una casuística minuciosa y tienen presente a quien “induzca a otro, a un sordo, a un idiota, a un ciego, a un pérfido, a un hombre de idioma extraño, o la muestre a un rey enemigo diciendo borra su nombre y pon el mío sobre él”. No sólo están previstos delitos de comisión, sino también de omisión culpable por parte de quien “cambie de sitio la estatua, no obre conforme a las palabras de esta inscripción, destruya esta imagen, la oculte, la embadurne con pez, la sepulte en tierra, queme, o arroje al agua, la exponga a ser pisada por las bestias o el ganado, impida a las gentes contemplarla o leer mis palabras”. Eso indica que todos esos casos se habían dado, había memoria y jurisprudencia sobre el particular. A la vez que aspira a la eternidad, la pieza literaria hamurábica describe y anticipa su final en las maldiciones protectoras que debían asegurar su duración.

Pero había otra forma de asegurar el renombre, y era escribir, no en una estela vistosa y aspirante a la máxima publicidad en el tiempo y el espacio, sino  bajo tierra, con la posteridad como única lectora.

Bajo los cimientos del templo, se colocaba un depósito fundacional, según una costumbre que una tradición ininterrumpida ha transmitido hasta hoy desde tiempos inmemoriales. Uno de los más antiguos que se ha encontrado intacto es el depósito fundacional del rey Ur-Nammu (c. 2050 a. C.), descubierto en Uruk, y publicado en Berlín en 1939, que contiene una caja con tabletas de arcilla puestas en betún, una lámina de oro, una figura del rey en bronce, con forma de clavo, llevando sobre la cabeza la espuerta con el primer ladrillo, y una tableta de piedra con el documento fundacional.

Las tabletas inscritas solían relatar el currículo excavador del rey constructor del templo. Nabonides se jactaba de haber logrado hallar el documento fundacional de Naram-sin “que durante 2.300 años ninguno de mis predecesores pudo contemplar”. Allá donde fracasaron los intentos de los reyes Kurigalzu, Asarhaddon y Nabucodonosor II, el tenaz Nabonides hizo excavar a 18 codos por debajo de los cimientos y alcanzó el documento. También en Larsa consiguió el mismo Nabonides encontrar el documento fundacional de Hammurabi, que le precedió en más de mil años. Y luego, “modelé una imagen de mi persona real  que transporta una espuerta de ladrillos, y la puse sobre el documento fundacional.”

A veces, la imagen del rey con la espuerta sobre la cabeza es sustituida por la de un dios hundiendo en el suelo un clavo cubierto de inscripciones. Es el símbolo de la construcción, que en sumerio no conlleva la idea de levantar o erigir, sino la de cimentar, ensamblar, clavar y machumbrar, y se representa en la escritura ideográfica con el mismo símbolo que el dedo, el clavo y la cuña.

Las tabletas fundacionales solían tener instrucciones dirigidas al rey autor del hallazgo para que las ungiera con óleos, les dedicara unas líneas, y las enterrara cual venerables testimonios con el nuevo documento fundacional.

El cono o prisma de arcilla con inscripciones que se enterraba en los cimientos se llamaba en sumerio “temen”, que también era por extensión la denominación del templo. Los acadios, que veneraban el sumerio como nosotros el griego o el latín, llamaban “temenu” al documento fundacional de un templo. 

Y por tan egregias vías llegó al griego “témenos”, que es el terreno o recinto dedicado a un dios o un héroe. Y el “témenos” era de temer, porque al poeta Hesíodo le avisó el oráculo que se guardara de ir a uno —el de Zeus  Nemeo—, pero como no entendió bien, fue a parar fatalmente allá, donde le aguardaba un linchamiento en la intimidad.

La foto de arriba reproduce la imagen broncínea del rey Sulgi, que vivió sus felices días hacia 2030 a. C. Estaba depositada en los documentos fundacionales del templo de Ur, y presenta al rey en el gesto tradicional del peón que aporta los primeros ladrillos para la construcción. Se lee el nombre del rey en la tercera columna del registro superior. Los expertos notarán que la efigie no tiene extremidades inferiores, sino que acaba en punta, como una clavija, porque simboliza la acción de edificar, que en sumerio se escribía con ese signo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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26 de julio de 2010
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El Boomeran(g)
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