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Los bueyes de Laon

Como los bueyes de Laon subieron cristianamente hasta la colina donde la catedral se alza los  materiales que sirvieron para construirla, el arquitecto los recompensó erigiendo sus estatuas al pie de las torres desde las cuales cabe todavía contemplarlos hoy, entre el sonar de las campanas y la estagnación del Sol, persiguiendo en el horizonte de las llanuras de Francia su sueño interior. Desgraciadamente, si no son destruidos, ¿qué no habrán llegado a ver en estos campos en los cuales al llegar la primavera ya solo florecen tumbas? Al tratarse de bestias, era todo lo que se podía hacer, ubicarlos así en el exterior, surgiendo como de un arca de Noé gigantesca que se habría detenido en éste monte Ararat, en medio del diluvio de sangre. (II, 1529)

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10 de agosto de 2010
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Eskups del antiprogre: Pornografía

Hay una pornografía de la palabra: exhibe las fobias, el derecho a exagerar, a manipular y a mentir, la ridiculización del adversario e incluso el derecho al insulto y a la difamación, y lo reivindica como una libertad individual irrenunciable.

Escribir contra la corrección política es como discutir a gritos en el bar de la esquina, o en una tertulia de Tele 5, pero sin salir de casa ni ir al estudio. No confundir lo que pasa por su cabeza con ideas o con pensamiento. Sobre todo cuando lo exhibe con el mismo gusto y desparpajo con que se desnudan las streapers.

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10 de agosto de 2010
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Fogwill recomienda y dispara

Novedades de Mansalva. Fuente: Eterna Cadencia Lo adelantó Fogwill en la conferencia de Montevideo: la editorial Mansalva de Argentina venía con un cargamento pesado este agosto. Y dijo, además, que en el artículo de esta semana en Perfil iba a comentar esos cuatros libros. Y así lo hizo. Se trata de una reedición de Laiseca, una incursión narrativa del poeta Alejandro Rubio, del clásico Diez de Juan Emar y del debut en Latinoamérica de un autor español que ha dejado buenos comentarios en lectores como Edmundo Paz Soldán: Manuel Vila. Sobre este último dice Fogwill:

España, del aragonés Vilas (1962), es un libro de inusitada frescura, algo sorprendente procediendo de un autor español. Hilvana medio centenar de historias y microrrelatos agrupados caprichosamente en once capítulos que el editor español no vaciló en llamar novela siguiendo la práctica fraudulenta de la industria. No es una novela: es literatura en estado puro y procesa sin miedo los desafíos de la identidad y el verosímil que enfrentan los verdaderos creadores como Vilas, y muestran que España está en otra parte y no donde creen los sudacas que quieren conquistarla poniendo un desaparecido en la página 78 o en la 132.

Interesante lo de Fogwill. Al igual que la violencia política en el Perú, el narcocorrido en México o el sicariato en Colombia, parece ser que el tema de los desaparecidos ya no da para más. ¿O sí? Para conocer un poco más de las novedades de Mansalva, pueden ir al blog de Eterna Cadencia.

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10 de agosto de 2010
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Seda roja

 

Una (envidiable) ventaja que tienen los escritores chinos contemporáneos es que no necesitan romperse la cabeza a la hora de inventar una historia, por la misma razón que no les preocupan temas tales como la verosimilitud, la originalidad o incluso la estructuración y gestión del material narrativo. Con sólo que se limiten a poner en circulación unos cuantos personajes y seguir sus idas y venidas a lo largo de los días, todo lector occidental que sienta curiosidad por conocer los infinitos vericuetos y facetas del alma humana (incluida la china) tiene motivos de sobras para devorar página tras página, yendo de asombro en asombro. Es  más, casi me atrevería a asegurar que en Seda Roja el argumento (un asesino en serie que primero estrangula y desnuda a sus víctimas para luego vestirlas con un traje tradicional de seda estampada) es una distracción que impide concentrarse en la vida cotidiana del Shanghai que bulle más allá de las andanzas de ese tontazo directamente importado de Hollywood (y que, como se sabe, es un lugar donde hay más asesinos en serie que en todo el resto de Estados Unidos y el mundo entero).  

                A diferencia de los rusos (y me estoy refiriendo al día en que el animal de Gorbachov finiquitó de un plumazo el Estado soviético y dio por inaugurado el "tú roba bien y no mires a quién, ni te preocupes por el cómo") China está llevando a cabo una transición basada en el lema "un solo país y dos sistemas". En la práctica ello implica que un entramado socialista en fase terminal, pero que todavía es capaz de propinar zarpazos como Tiananmen, debe pilotar el paso a un capitalismo desaforado. El resultado, una corrupción que no tiene parangón con la rusa pero casi porque las estructuras estatales encargadas de poner el freno carecen de medios y argumentos morales, políticos, éticos e incluso racionales para hacer frente a los ríos de dinero que ahogan a todos salvo a los pocos afortunados capaces de mantenerse en la cresta de la ola y que según Qiu Xiaolong, el autor de Seda roja, son popularmente conocidos como "bolsillos repletos".  En ese caldo de cultivo sobrevive la China ancestral (reflejada en esta novela por los cursos de literatura clásica que está tomando el enigmático inspector Chen mientras el asesino hace de las suyas); también están los ya ancianos represaliados por la Revolución Cultural de Mao, que todavía viven bajos los efectos de las humillaciones y expolios sufridos a manos de los guardias rojos; los viejos funcionarios heredados del renqueante sistema socialista y que, pese a estar abocados a la desaparición, todavía son la única autoridad fuera del dinero; los jóvenes, totalmente ajenos al pasado y abiertos a los nuevos tiempos; y éstos, los nuevos tiempos, aquí representados por unos nuevos ricos entregados a la práctica de un capitalismo  salvaje y descarnado y al mismo tiempo de un refinamiento inimaginable  a ojos de Occidente.

Y ahí está para demostrarlo la escena cumbre de Seda roja, durante la cual el concienzudo inspector Chen (que se ha visto obligado a dejar momentáneamente sus estudios para dar su merecido al asesino) invita a éste a una cena fastuosa con el propósito de acorralarlo y lograr que confiese.  El banquete se abre con cuatro platillos fríos, especialidad de la casa: lenguas de gorrión fritas, patas de ganso maceradas en vino, ojos de buey estofados y labios de pescado con jengibre al vapor. Mientras los comensales hablan de esto y aquello, les sirven una culebra desollada viva en su presencia y otros muchos platos similares, aunque el momento decisivo escenificado por el astuto inspector Chen tiene lugar mientras sobre la mesa han puesto un infiernillo con un gran cuenco de cristal lleno de agua en la que sobrenada una tortuga que según vaya sintiendo el progresivo calor del agua tratará frenéticamente de escapar trepando por las paredes de cristal sin más resultado que caer una y otra vez y agitar el agua, disolviendo con ello unas especias y condimentos que acabarán perfumando su carne cuando, llegados los últimos estertores, los comensales decidan devorarla.

Quiero decir: con el tiempo, y sin brutalidades ni imposiciones forzadas, los japoneses han sabido explicar a Occidente sus tradiciones y mitos, igual  que sus gustos culinarios ya forman parte de los hábitos cotidianos de casi todo el mundo. Ahora llegan los chinos con sus cosas, pero con una diferencia que se nota muy claramente leyendo esta curiosa novela: Qiu Xiaolong es como un quintacolumnista que vive en St. Louis, Missouri, donde, siguiendo a su manera las enseñanzas de Derrida, escribe novelas a la última moda.  Es decir que,  así como lo japonés ha dejado de ser un producto exótico porque ha sido en cierto modo integrado, con estos recién llegados tenemos un largo camino que recorrer porque desde el año dos mil antes de Cristo los chinos ya eran chinos. Y por lo tanto se las saben todas, incluida la técnica para desestructurar una novela. Que también son ganas porque sólo con contar qué hacen y cómo viven los habitantes de Shanghai hay tema de sobra para llenar un ciclo como La comedia humana.

 

Seda roja

Qiu Xiaolong

Tusquets Editores

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9 de agosto de 2010
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El verdadero paraíso

Respiramos un aire nuevo, precisamente porque es un aire que hemos respirado antes, ese aire más puro que los poetas han intentado en vano  hacer reinar en el paraíso, y que no podría dar esta sensación profunda de renovación si no hubiera sido respirado anteriormente, pues los verdaderos paraísos son los paraísos perdidos (IV, 449)

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9 de agosto de 2010
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La casa

Elegir bien la casa donde se va a vivir acaba siendo tan importante como acertar con la pareja. Ni una u otra elección tienen que ser definitivas y menos actualmente pero, en tanto existen, cumplen un papel muy determinante en la felicidad o la desdicha. Hay pisos por los que pasaron varios grupos de inquilinos y a todos les fue bien. Los pisos que confieren felicidad saltan a la vista. Son, por el contrario, más difíciles de identificar los aciagos y es por ello que la inspección, en general, deba ser lúcida y escrupulosa. No basta con lo amplias que son las habitaciones o la buena luz que les llegue, un elemento que combina la luz, las proporciones, las puertas y los suelos, el olor y el color, debe condicionar el sí o el no del procedimiento electivo.

Vale tener muy en cuenta la experiencia de las gentes que pasaron por allí  y los relatos que se refieren al misterioso comportamiento del habitat. La casa y esto lo saben tanto los arquitectos como los psicólogos, tanto los filósofos como los vecinos, actúa poderosamente sobre el bienestar y crea incluso mala gente si la malicia oculta e incluida en las paredes no se percibe y se rehuye a tiempo.

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9 de agosto de 2010
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Media hora en la vida de Dumas

 

 

Cuando entró en la sala, el tribunal, el público y los periodistas se estremecieron de placer. El hombre orondo de pelo crespo causaba una visible y honda impresión en todos los oyentes, jueces y defensores. Todo el mundo quiso adelantarse, corrieron las sillas, y enseguida se ahogaron en la agitación general las preguntas del presidente. Los periodistas avanzaron para situarse en un grupo compacto, lo más cerca posible del recién comparecido. La sala esperaba ver desvelados los modos, los signos secretos, y la mística de todas las cosas, del duelo, de la vida, del amor, y hasta de las finanzas.

A la primera pregunta sobre su nombre, edad y profesión, respondió: “Alejandro Dumas, marqués de Davy de la Pailleterie, de cuarenta años de edad, autor dramático, de no encontrarme en la patria de Corneille.”

Gran sensación. Los cuellos estirados y las bocas abiertas se tensaron un poco más. Se alzaron murmullos, los entendidos sonrieron, despuntaron aplausos. El presidente notó que estaba en juego el prestigio de la magistratura, y sentenció: “En todo hay grados”.

El presidente dijo otra cosa más, y Dumas contestó con su lujo de frases y actitud solemne. ¡Horror, no se oía nada! Sólo unas seiscientas explicaciones en voz baja "Rouen es la patria de Corneille", acompañadas por otros tantos siseos.

“La víspera del duelo, Dujarier vino a buscarme a casa. Tomó una espada que encontró en un rincón y vi que no sabía sostenerla. Le pregunté si no sabría manejar mejor otra arma. ‘A no ser que me bata a pistola…’ dijo. Le aseguré que en cuanto Beauvallon viera cómo sostenía la espada, daría por terminado el duelo. Dujarier replicó enseguida que temía que yo arreglara el lance, y me prohibió intervenir. Repitió muchas veces que había escogido la pistola. Almorzamos juntos. Yo me fui al teatro de Variedades. Al volver, Dujarier estaba escribiendo su testamento. Le aconsejé una vez más que cambiara de arma, pero eludió la cuestión. Sólo dijo una vez más: ‘Temo que intervenga usted y arregle el asunto. Es mi primer desafío, y en verdad es admirable que aún no haya tenido ninguno. Es un bautismo que debo experimentar’.” Al callar Dumas, el mar de hambrientos de sensación aireó un largo aahh con guarnición de toses.

 

Dujarier, copropietario y responsable de la zona folletinesca de La Presse, donde reinaban entonces Los tres mosqueteros de Dumas, había sido retado a duelo por Beauvallon, dictador del folletín de teatros de Le Globe

Los duelos periodísticos se habían puesto de moda diez años antes, en 1836, cuando Girardin, propietario de La Presse, el primer periódico diario barato, mató en duelo a Carrel, fundador y redactor de Le National. Aquél fue el cuarto duelo de Girardin; después, se retiró del periodismo activo, y traspasó a su socio Dujarier las relaciones con los autores, y los eventuales duelos que se produjeran.

Girardin fue el inventor del folletín por entregas. Hasta entonces, el faldón delantero del periódico se usaba de trastero, para anuncios, noticias caídas y otros menesteres subalternos. Entonces Girardin hizo a Balzac un encargo sin precedentes. Una novela a la medida de ese espacio del periódico, fabricada con una estrategia de escritura que tuviera en cuenta la exigencia del corte diario y el “continuará”. La moza vieja, de Balzac, se publicó durante doce días. Y fue tan revolucionario y temible el crecimiento de tirada, que hubo una furiosa campaña de prensa contra aquella novela inmoral. El invento quedó así lanzado y listo para los grandes folletines.

 

“Señor Dumas, ¿mencionó Dujarier las causas del duelo?” preguntó el presidente. “Cosas fútiles. Odio de periódicos. Guerra de Le Globe contra La Presse. Dujarier parecía preocupado con la idea de pasar por cobarde a ojos de Beauvallon, que tenía fama de valiente. ‘Después que me haya batido con él, no tendré más desafíos’, dijo. Yo creo que estaba resignado a la idea de que morir en duelo formaba parte de su oficio y fortuna. Como tenía que entregarme mil escudos, quiso pagarme a la una de la noche, me entregó un pagaré para casa de Laffitte, y me dijo: ‘Este pagaré lo garantiza mi crédito personal, y el duelo es a las once, preséntelo usted antes de las once, porque no sabemos que puede pasar. Vaya usted antes de las once, porque puede que mi crédito haya muerto más tarde. Créame, vaya antes de las once’.” (Dumas se detuvo. Sensación, el público emitió otro largo ah, veteado de oh, y más siseos.)

“A las once y media, me avisaron que habían conducido a su casa a Dujarier cadáver. Acudí, y aún no había nadie. Yo sabía dónde tenía el dinero y sus papeles más valiosos, y se lo dije a su cuñado. Todos lloramos. Según me contaron los testigos, Dujarier disparó enseguida, luego dejó caer la pistola, y se quedó de frente, en lugar de ponerse de costado.” Dumas dejó caer los brazos, como haría Dujarier. El público suspiró.

“¿No se convino que el duelo sería a las nueve de la mañana?”

“Sí, pero yo aconsejé a Dujarier que se batiera lo más tarde posible. No hay ganas de batirse muy temprano, porque no se encuentra uno bien cuando madruga para eso.” (Risas)

Beauvallon pidió permiso para intervenir, y dio las gracias a Dumas por haber dicho que, de haberse verificado el duelo con espada, no habría tenido ese funesto final.

“Esa es mi convicción. Mi hijo me aseguró que Beauvallon era un caballero y no abusaría de su destreza. Esas palabras se le dijeron a Dujarier por personas oficiosas”, dijo Dumas.

“¿Qué piensa el señor Dumas de que Dujarier contestara por medio de dos testigos? ¿No indica eso que deseaba batirse?” preguntó la defensa.

“Eso se practica así cuando se arriesga la vida, un capital contra otro. Se buscan testigos para hacer concesiones que por sí mismo no se harían. Los testigos responden por quien los envía, se encargan de su vida, de su honor. Además, es más fácil la discusión entre testigos, porque no tienen derecho de ofenderse, y pueden decirse cosas que, dichas por los adversarios, harían el duelo inevitable. Enviar testigos no significa voluntad de batirse, es elegir un medio de conciliación y arreglo. Así está consignado en el Código del duelo, firmado por el señor Chatéuvillard, y ese punto está igualmente sostenido por los primeros nombres de la literatura y la nobleza. Ahí lo tienen ustedes, el volumen debe estar a la venta en las librerías de esta bella población”, contestó Dumas.

“Según ese código, ¿es leal provocar con la espada al hombre que no la sabe manejar?” preguntó el fiscal.

“Nunca se sabe la habilidad y destreza del adversario; ésa es una ventaja de posición para cada uno. Muchas personas se ejercitan en su casa para que no se sepa su destreza…”

“En verdad, no es muy leal semejante proceder”, interrumpió el fiscal.

“En un duelo ceden las cuestiones de generosidad y delicadeza, ante la gran cuestión de la existencia…”

“No me parece muy moral lo que dice usted”, insistió el fiscal.

“No ocupará mi biblioteca el Código del duelo”, sentenció el presidente. Hubo sonrisas benévolas por parte de la defensa.

"Pues es una obra que ha evitado más que fomentado duelos", concluyó Dumas. 

 

Dujarier había legado a Dumas en testamento todo su ajuar, el mobiliario, y la plata, más sus dos caballos de carreras que le costaron 14.000 francos, aparte de otras bagatelas por valor de 100.000. Dujarier se hizo rico enseguida con los folletines y no llegó a cumplir los treinta años. No dejó un cadáver bonito, la bala le partió la cara. Lo enterraron en Montmartre, y disfrutó, como último lujo, de Balzac, Dumas, Girardin y Mery, como portadores del féretro.

 

La salida de Dumas de la sala fue tan solemne como su entrada. “”¿Puede permitirme el tribunal que regrese a París, donde se representa un drama mío en cinco actos?”

La pregunta hizo un efecto arrasador en todos los oyentes, jueces y defensores. El baldaquino púrpura que pendía pesado y amenazante sobre las cabezas del tribunal infundió una irresistible nostalgia del telón elegante que aguardaba en París. Las seiscientas personas con oficio exclusivo de "opinión pública" desplazadas a Rouen querían irse detrás de Dumas, a su drama en cinco actos. El universo de lectores deseaba seguir a su dios. La sesión se cerró antes que nunca el día más sensacional del proceso. Esto fue el 26 de marzo de 1846.

 

 

 

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9 de agosto de 2010
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Eskups del antiprogre: Incorrectos

El antiprogre tiene una especial fijación con lo políticamente incorrecto. Es su repertorio juvenil invertido, de forma que lo desenfunda y lo utiliza con el mismo desparpajo con que echaba mano de los tópicos de la corrección política.

Si los políticamente correctos pretenden salvar almas a través del lenguaje, el deslenguado antiprogre hace lo mismo pero al revés: quiere condenarlas. También adquiere así licencia lingüística para matar. Se siente autorizado a utilizar como proyectil cualquier prejuicio, generalización, simplificación o tópico.

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9 de agosto de 2010
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Richard Ford entrevistado

Richard Ford El escritor norteamericano Richard Ford publicó en Anagrama Mi madre, un breve texto de 88 páginas en homenaje a su madre fallecida en 1981. Una nueva oportunidad para entrevistar al autor de El periodista deportivo. Aquí algunas de sus opiniones a manera de aforismos Memoria.- (?) la memoria es imperfecta e incompleta en sí misma. Lo más importante es decir qué pasó y no inventar lo que nunca ocurrió. Es un acto de amor porque la escritura es algo significativo e importante y es mi manera de dedicarle esto.  Escritura.- (?) soy un escritor lento. Nada de lo que hago sería mejor por hacerlo rápido. La muerte de mi madre (en 1981) fue seguida inmediatamente por el inicio de El periodista deportivo y la elaboración de las historias de Rock Springs. Escribí El periodista deportivo alimentado de alguna manera por la fuerza del dolor por la muerte de mi madre. Sí consiguió algo, su muerte me llevó a retomar la escritura de manera más intensa y exitosa. A pesar de que estaba muy triste, sé que estaba experimentando emociones fuertes, y usé esa fuerza en mi escritura. Realismo sucio.- Fue un inocente truco publicitario. Nadie se lo tomó en serio, aunque proporcionó grandes y duraderas audiencias a los escritores a los que pretendía promocionar. Pero nunca fue pensado para ser tomado en serio. En ese sentido fue como el movimiento dadá. Periodismo.- En Europa he tenido la suerte de poder escribir acerca de la política en varios periódicos importantes. Leo prensa todos los días y le doy mucho valor. No leo blogs u otras cosas en Internet, son demasiado ilegibles. Obama.- Obama es, sin duda, el líder que necesitamos. Su presencia en la escena nacional ha permitido que importantes fuerzas opuestas hayan salido a la luz y el resultado de eso será la reconciliación. Es inteligente, amable y también falible y lo sabe. Ya ha cometido muchos errores que yo desearía que no hubiera cometido, pero todavía le apoyo.

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9 de agosto de 2010
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Era post-Marambio

Imagen tomada de: http://www.theclinic.cl/

Hace una semana que Max Marambio, alias El Guatón, debió llegar a esta Isla, declarar frente a un tribunal, explicar ciertos temas. Sin embargo, el dueño de la empresa mixta Río Zaza ha preferido la protección de su tierra chilena, conocedor ?como nadie? de los impredecibles resultados de ponerse en manos de la justicia cubana. Acusado de cohecho, malversación, falsificación de documentos bancarios y estafa, el que un día fue el benjamín predilecto del Máximo Líder acaba de recibir ?en lugar de palmadas en el hombro? una orden de búsqueda y captura. Extraño a Marambio aún sin conocerlo, pues con su partida se redujo abruptamente el número de familias que en esta Isla podía tomar un vaso de leche. El mercado informal que se nutría de sus almacenes colapsó apenas se fue y las redes subterráneas que desviaban sus productos terminaron por secarse o por duplicar los precios. Cuando el teniente coronel devenido gerente escapó hacia Santiago de Chile, nos dimos cuenta del papel que aquel hombre ?formado a la diestra del poder? jugaba sobre nuestras mesas. No lo hacía por altruismo ?claro está? pero al menos diversificó la aburrida producción local y logró que un tetrapack dejara de ser un objeto para coleccionistas. La fortuna de Marambio se amasó donde los cubanos no pueden invertir un centavo, en esas empresas mixtas abiertas a pasaportes extranjeros, pero no a los nacionales. Su historia personal fue el anticipo de lo que veremos, vaticinio de cómo los grados militares se trasmutarán en trajes y corbatas, en empresarios sin ideologías. A pesar de ser ágil en las armas del ayer: una Kalashnikov, las consignas, los dogmas marxistas, lo recordaremos por otras estrategias: las cuentas bancarias, el intercambio de favores, las inversiones. Sus antiguos compañeros de lucha no tendrán clemencia al juzgarlo en un tribunal, porque el Guatón terminó convirtiéndoseles en un competidor comercial y encima de eso sabe demasiadas historias ?secretas? sobre ellos.

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8 de agosto de 2010
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El Boomeran(g)
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