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Muerte del escritor

Iba así enfriándose progresivamente, pequeño planeta que ofrecía una imagen anticipada de lo que serán los últimos días del planeta grande, cuando poco a poco el calor se retirará de la tierra, y tras el calor la vida. Entonces, la resurrección se detendrá, pues por muy adelante que en las generaciones futuras alcancen a brillar las obras de los hombres, nada renace ya cuando no hay hombres. (III, 689)

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16 de septiembre de 2010
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La salsa humana

 

 

La envidia de los dioses sobrevive a los dioses y, aun después de su extinción y olvido, recae implacable sobre los hombres. Es una convicción metapiadosa, previa a la invención de los dioses, y esencial en la humana condición.

Si bien se mira, todas las viejas mitologías describen la envidia divina como algo consustancial, y a los dioses, como pobres envidiosos. En la védica, todo aquél que se eleva mediante el conocimiento atenta contra el confort del cielo. El pobre dios del Génesis espía al hombre, y encima mete ruido cuando pretende observarlo a escondidas; es un celoso lamentable y patético. La envidia de los dioses a los hombres es el motor de la épica griega.

En 1915, Freud publicó Nuestra relación con la muerte, un ensayo donde sostiene que, a causa de la guerra, se ha visto perturbada la “relacion que veníamos manteniendo con la muerte” y se propone reconducirla. Asegura que todos los impulsos instintivos que suprimen a quienes estorban el camino, ofenden o perjudican, todos esos deseos de aniquilación que conducen a mandar a freír espárragos a los demás, en fin, todos esos deseos de muerte ajena que frecuentan la mente humana, son de algún modo objeto de cómputo y originan los posteriores remordimientos. El ensayo está animado por un deseo piadoso que lleva a Freud a pensar que estaba descubriendo el intríngulis del pecado original, entretenimiento que también practicaba Kierkegaard, y una vez lanzado, decreta que también la invención de la divinidad procede de un remordimiento de ese tipo: la antigua horda humana mató al padre primordial y luego transformó su recuerdo en un dios padre.

En el ensayo falta una palabra: envidia. Y así es imposible que atine en nada. Envidia es el sentimiento que los vivos achacan a los muertos. Es sabido que todos ellos nos envidian; pero todavía más quien nos conoció —y nos sigue conociendo, y por lo mismo envidiando—. No se trata de una reflexión inducida por el miedo. De hecho, no se trata de ninguna reflexión. Es algo que viene en el sistema operativo: el sentimiento de los otros respecto a uno es imaginado como temible envidia, y el de uno respecto a los otros, igual, sólo que no pasa de innumerables y súbitos asesinatos mentales. 

Se puede ver, por ejemplo, en el caso de los autorreproches ante la muerte de una persona amada. El superviviente teme la envidia del muerto, y se acusa a sí mismo de toda suerte de malas conductas por acción, deseo y omisión, con el objeto de aplacar su miedo, y conjurar todo argumento posible mediante su sentida expiación. Se acusa y condena para anticiparse a la temible envidia del muerto. Lo mismo vale para ese sentimiento tantas veces explicado de sentirse acompañado, aleccionado y aconsejado por el muerto, y de conducirse como al muerto le hubiera gustado. El alivio procede de sentir haber aplacado su envidia. Y espreciso ver que todo ello es parte de una sinergia que conserva la especie.

Julio César cuenta cómo los galos destruían las cosas del difunto. Y se ve claramente que el objeto de todo aquello era aplacar su envidia: mira, quebramos tu copa preferida, quemamos tu ajuar, no lo vamos a usar, tampoco tu concubina, ni tus púrpuras, doblamos tu espada, déjanos en paz, no nos quieras mal. Heródoto también narra la costumbre de los escitas de ofrecer al rey muerto una concubina, una servidumbre escogida y un séquito a caballo. Las flores, lágrimas y autorreproches tienen la misma misión aplacatoria.

Ahora la pregunta sería el porqué de esa eterna envidia propia y el porqué de la convicción que tenemos respecto al gran poder de la ajena. Porque la envidia es tan esencial en el sistema operativo que no es afectada por la locura. También los dementes y los oligofrénicos son envidiosos, y lo son incluso en sus intervalos de lucidez o inteligencia. La envidia es de esas funciones, hondas y verdaderamente orgánicas que siguen su marcha a despecho de ideas, revoluciones, terapias y reflexiones.

La respuesta es que la envidia es gregarizante y por lo mismo, beneficiosa a una escala superior para la causa humana. Todos los gregarismos se exacerban y manifiestan en la envidia, que no es sino una alarma en alto grado porque está teniendo lugar una supuesta transagresión el orden rebañiego. Los arrebatos más notorios encaminados al puro egoísmo son, sin paradoja, los más comunes y los menos peculiares. Somos custodios implacables de la versión rebañiega, que es nuestra condición más primigenia, aquella a la que servimos más insuperablemente. Cuando se actúa con supuesto egoísmo insuperable es con miras en derredor, al servicio de una imaginación que nos inscribe en el rebaño. Hay que pensar que el hombre individual no es el futuro, al contrario, pudo estar en el pasado y ser desechado por inviable.

La envidia está directamente determinada por el grado de favor público, de admiración que se supone detenta el envidiado. El ojo del envidioso, siendo privado, particular, ve como público, es un ojo común; así como el enamorado se vuelve común, no le extraña nada que todos se la quieran quitar o todos la deseen vivamente. La envidia es la convicción de ser dejado atrás: una sensación gregaria, el enamorado que no obtiene su objeto se enfurece y entristece cuando lee o ve amoríos exitosos, él no, él es dejado atrás, como la oveja que vigila con el ojo, no la hierba, sino la vecina.

El hijo teme la venganza envidiosa del padre muerto y la tradición es la transmisión de ese miedo. La envida, pues, cohesiona el rebaño, afina el instinto social y mantiene al hombre en su salsa.

 

 

 

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16 de septiembre de 2010
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Respuestas metralleta

carátula La garchofa esmeralda (Mansalva) es el inexplicable (para mí) título de un libro en prosa del poeta argentino Alejandro Rubio (conocido en el ambiente bloggero argentino como Maiakovski) que, al parecer, va con la pata en alto contra las nuevas generaciones. Incluye un ensayo titulado ?La literatura argentina es el mal? en el que, al parecer, no queda títere sin cabeza. Dos preguntas con respuestas de metralleta en el diario Clarín. Primero, le preguntan por los poetas que se han pasado a la prosa:

La idea me parece buena, los resultados no tanto. No sé si Cucurto, Casas, Fernanda Laguna no se tomaron el paso a la prosa con cierta facilidad y pereza, como diría Luis Chitarroni. El peor caso me parece el de Fabián Casas: extrema en su prosa narrativa defectos que ya tiene en el verso. Cierta cosa demagógica, cierto sentimentalismo autocompasivo, cierta idea minimalista del lenguaje que hace a su literatura muy aburrida. Fernanda Laguna confía en su onda, y Cucurto confía en que su mundo lumpen inmigrante ficcional y artificioso funciona por sí mismo. En ese sentido no veo entre la poesía y la prosa una continuidad, veo un empeoramiento?.

También se le pregunta por los jóvenes de los años 2000, la llamada Joven Guardia:

Creo que los narradores de la joven guardia se apoyaron demasiado en una continuidad con la narrativa de los noventa, y no con la poesía de los noventa. Lo que es natural y lógico, porque la poesía de los noventa circulaba en ediciones de 300 ejemplares, que se consiguen en pocas librerías, sin prensa. Entonces los tipos se apoyaron en la narrativa de los noventa, con sus valores y vectores, como mirar la narrativa norteamericana. Supongo que un par de talleres literarios sonados les habrán hecho también mucho daño. A eso sumale la presión editorial, que quería una joven guardia en el siglo XXI. La presión editorial formatea mucho la mente de un escritor joven.

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16 de septiembre de 2010
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Burroughs gráfico

Willian Burroughs Ah Pook is here es el título de la incursión, aun inédita, de William Burroughs a la novela gráfica. Rechazada en su momento por las editoriales, hace 40 años, ahora finalmente verá la luz según informó The Guardian y replica ABC.  Dice la nota:

La única incursión de William Burrough en las novela gráfica será publicada cuatro décadas después de que fuera rechazada por la editoriales, luego de que el autor y el artista Malcolm McNeill trabajaran siete años en el proyecto, según informó «The Guardian». El autor de «El almuerzo desnudo» comenzó a trabajar en «Ah Pook is here» junto McNeill en 1970 y la historia apareció en una tira cómica en la revista inglesa «Cyclops». Pero cuando la revista cerró, desarrollaron el concepto en un libro entero al que apodaron como «Novela de palabra e imagen», porque la denominación novela gráfica aún no había sido creada. «Ah Pook is here» cuenta la historia de un magnate de los periódicos en busca del secreto de la inmortalidad. Este particular «ciudadano Kane» utiliza una fórmula que encontró en un un libro maya para crear una «máquina de control de medios» con imágenes de miedo y de muerte, pero termina invocando a Ah Pook, el dios maya de la muerte. La editorial de comics americana Fantagraphic Books, que ha comprado los derechos del libro, describe la novela inédita como «la clase de hazaña futurista que un lector puede esperar del autor de ?Nova Express?, un logro alucinante, que escenifica teorías extravagantes patinadas por la ciencia ficción».

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15 de septiembre de 2010
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I. El abrazo cálido del viejo oso

La última vez que el presidente Daniel Ortega había concedido una entrevista de televisión fue cuando llegó a Managua con sus cámaras el periodista de la cadena Al Jazeera, Sir  David Frost, célebre por su viejo mano a mano con el presidente Richard Nixon ya destronado y en retiro en California. Para la fecha de esa entrevista a comienzos del año 2009, acababa de aparecer la película de Ron Howard Frost/Nixon, y el entrevistador estaba de nuevo de moda. Fue cuando Ortega declaró que esperaba vivir cerca de cien años para continuar hasta entonces en el poder.

            La entrevista sólo se transmitió en inglés, a través de un canal de gran influencia en los países árabes, pero de nula presencia en Estados Unidos y en América Latina. Ahora, Ortega ha concedido otra, muy larga, a la periodista Elena Rostova, para el programa A solas del canal internacional de Rusia, RT. En su atractiva lista de entrevistados,  Elena tiene también a Román Karpujin, un agente de los servicios secretos soviéticos convertidos en bailarín y luego en torero, y al portero de la selección rusa de fútbol Rinat Dasayev.

En la presentación de la entrevista a Ortega, el canal oficial de la Federación Rusa realza el hecho de que fue su gobierno el primero en el mundo en reconocer como naciones independientes a Osetia del Sur y Abjasia, territorios separados de Georgia por la fuerza militar de Rusia, un gesto que el Kremlin no hecha en el olvido; en la selecta lista que encabeza Nicaragua sólo se encuentran la propia Rusia, claro está, Venezuela, Nauru (isla de Micronesia de 21 kilómetros cuadrados de superficie), y Transnistria, pequeño trozo segregado de Moldavia que no goza del reconocimiento de las Naciones Unidas.

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15 de septiembre de 2010
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La noche en vela

En esta semana a punto de acabar, la noche ha sido la gran protagonista. Primero tuvimos la Madrid Fashion Night Out y después la Noche en Blanco y varias movidas nocherniegas más, que he dejado escapar porque alguna vez hay que dormir. La verdad es que no he participado en ninguna, me fastidia que la noche me arruine el día, la luz, el sol, el piar de los pájaros, ver el verde de los árboles que hay frente a mi casa, mojar los churros en el café con leche mientras leo el periódico en el bar Las Cubas sin pedirle nada especial a la mañana. En cambio a la noche le pedimos todo, intensidad, diversión, aventura, gente guapa, ser guapos nosotros mismos, ser deseados, ser distinguidos entre montones de cuerpos y caras por una mirada que nos descubre a través de las sombras. Lo malo es que a veces esa mirada tarda en llegar y por eso alargamos la noche, la alargamos como si nos diese miedo salir de ella, total para volver a casa con los pies fríos y la cabeza caliente. Una noche más, una diversión más, una espera más, una decepción más, unas ojeras más. Y además la noche envejece al caduco ser humano, no sólo porque lo digan las bellas modelos y actrices, expertas en beber mucha agua y dormir mucho más, sino porque lo dicen los que trabajan bajo las bombillas. Sanitarios, policías, currantes de Mercamadrid.

 

            Precisamente cuando iba a salir a vivir la noche, mientras hacía tiempo para que la oscuridad se pudiese mascar, empecé a ver un reportaje en televisión sobre los que trabajan de noche. Algunos llevan veintitantos años durmiendo de día y decían eso, que se envejece mucho más y que cuando, al llegar a casa, echan las persianas para que no entre la luz en la habitación, esa luz sigue entrando en el cuerpo porque el cuerpo no es tonto y sabe que detrás de las persianas está el sol, y que el cansancio por la noche es infinitamente mayor y el descanso por la mañana, menor. Total, que al ver su agotamiento y las ganas que tenían de meterse en la cama, me desvestí y me metí en la mía con un libro. Bueno, pues hay hordas de jóvenes que esto lo hacen por la cara y por gusto. Echan sus peonadas como jabatos, llenando la oscuridad de ojos brillantes y futuros inciertos. ¿Les corresponde la noche con la misma devoción?

            Misterios, secretos, encuentros fugaces, luces y sombras, medias verdades, aturdimiento y mil cosas más hacen que la noche sea tan atractiva en ciertas etapas de la vida, pero en especial para los madrileños. Nos gusta tanto que incluso la hemos exportado como bien cultural. Para Madrid la noche es como la Torre Eiffel para París o la Estatua de la Libertad para Nueva York. Es nuestra imagen y por eso la cultivamos a muerte. Y no viene de ahora, ya la reina Isabel II reunía a sus ministros por la noche, que era cuando se encontraba en su salsa. Así que la Noche en Blanco puede ser una novedad en otras latitudes en que el personal se recoge temprano, pero no en un Madrid, cuya Gran Vía está más llena de gente a las dos de la madrugada que a las dos de la tarde.

La mayor aportación de este gran espectáculo consiste en proclamar que entre tinieblas se puede consumir algo más que copas, por ejemplo, museos, librerías, teatro…. Claro que nos podríamos ahorrar el dinero que cuesta este tinglado si no se hiciera en una sola noche y todo a la vez, sino por iniciativa propia de los distintos negocios e instituciones y como algo normal. Sería una pena desperdiciar tanta energía y tantas ganas. El mundo de la moda se ha dado cuenta, y en el Fashion Night Out algunas grandes firmas han decidido recibir con cava y canapés al pueblo. No es mala idea ahora que han reabierto sus puertas los locales de arreglo de ropa, donde lo mismo ponen una cremallera, que le dan la vuelta a un abrigo. Regresan los tiempos del reciclaje antiguo, el marcado por la necesidad pura y dura, porque hemos decidido tirar menos, reutilizar y tunear prendas arrinconadas en el armario. ¿Y si dejásemos de ser consumistas? ¿sería bueno o malo para esa economía que no entiende ni dios? Pero si la alta costura ha decidido asomarse a la noche para hacerse más deseable, hace ya bastante que demasiadas franquicias de ropa joven han metido la noche dentro y han convertido la tienda en una discoteca, donde los empleados tienen que trabajar horas y horas con una música atronadora y, a veces, además en penumbra. Un auténtico infierno en el que tendría que meter mano alguien.

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15 de septiembre de 2010
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Los zancos

Y avanzaba tembloroso, sobre la cumbre difícil de sus ochenta y tres años, como si los hombres se hallaran fijados sobre zancos vivientes que crecen sin cesar, a veces superando en altura a campanarios, lo que hacía que el andar se hiciera difícil y peligroso, por lo cual, de repente, esos hombres acaban por desplomarse. (IV, 625)

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15 de septiembre de 2010
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Sarkozy en los infiernos

Sarkozy iba a ser el presidente que administrara el siguiente y doloroso peldaño. Francia no es el único país que se halla instalado en un hundimiento tan lento como indiscutible. Miremos Italia, donde la decadencia tendría visos de comedia entre erótica y bufa sino fuera por sus proporciones inmensas de corrupción, fraude y delincuencia mafiosa. No hace falta tampoco que levantemos los ojos de casa, donde ahora nos vemos demacrados en el espejo de nuestra escasa pericia en la creación de riqueza sólida y fiable. Cruzando el canal nos consuelan escasamente los baldíos esfuerzos por adecentar las ruinas pavorosas de aquel imperio marítimo que dirigió el mundo hasta hace apenas un siglo.

Casi todos descendemos: unos con dignidad, otros perdiendo la compostura, los de más allá sin sentido alguno del ridículo, y nuestra vecina República perdiendo su alma. Y precisamente su alma republicana, la que le ha dado las mayores horas de gloria y ha levantado la mayor admiración en el mundo, además de constituir, incluso hasta ahora mismo, el mejor modelo de cohesión e integración social de los allí nacidos y de los recién llegados, la nación cívica por excelencia nacida con la Revolución. Había que trabajar más, y resulta que no hay trabajo; recuperar la capacidad de compra, y los trabajadores no hacen más que perderla; estrechar los lazos con Estados Unidos, pero no hay buena química con Obama; dirigir Europa, y resulta que es Alemania, definitivamente despegada del marcaje francés, quien lo hace; liberalizar la economía, pero sin ceder ni un ápice del poder incluso presidencial Estado patrón colbertiano; reformar el capitalismo pero favorecer a los capitalistas amigos. En todo se ha mostrado Sarkozy incoherente y contradictorio, y sólo en una cosa no le ha vacilado el pulso: a la hora de sacar la porra autoritaria del gendarme. Tampoco ha fallado su verbo airado de demagogo populista, dispuesto a estigmatizar a gitanos e inmigrantes y a crear un clima de creciente suspicacia hacia los musulmanes franceses. Ha dado así la vuelta a la imagen de Francia, admirada antaño y ayer mismo denostada desde la Comisión de Bruselas. Y lo peor es que el desfile infame lo preside un hijo de inmigrantes y un hombre que se instaló en la estela republicana del gaullismo, tradición política perfectamente discutible pero de las más honorables y admirables que ha dado Francia y el siglo XX europeo. Sarkozy se presentó como el presidente que haría todas las reformas necesarias para realizar este difícil paso pero sin perder nada de lo sustancial que define la República de la igualdad, la fraternidad y la libertad. No es extraño que esté en caída libre en popularidad porque no ha hecho ni una cosa ni la otra: ni las reformas urgentes que precisaban una economía y una sociedad instaladas en el arcaísmo y en los derechos adquiridos; ni ha conservado el alma republicana y sus valores ilustrados que han hecho grande a Francia, vilmente entregados al populismo atroz que cabalga por toda Europa y que en Francia lleva tres decenios incubando en el extendido lepenismo. Ni ha mantenido el poder y la influencia de Francia, apercibida ahora desde la Comnisión y el Parlamento europeos, ni ha preservado su alma republicana.

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15 de septiembre de 2010
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Jean Echenoz en España

Jean Echenoz en España Jean Echenoz estuvo en España, donde presentó su nuevo libro Correr (Anagrama), el segundo libro de una trilogía de biografías noveladas que se ha propuesto el autor. El primero fue Ravel, sobre el músico, ahora se trata del atleta checo  Emile Zátopek y la tercera estará entregada a Nikola Tesla, el polémico inventor de la corriente alterna, la radio e incluso el control remoto. Dice el autor en el ABC:

(?) convertido en un icono soviético, en «la prueba de que el socialismo podía crear a los mejores deportistas», apunta Echenoz, su éxito fue también su condena. «Correr era lo que le daba sentido a su vida, pero también lo que se la robaba», explica Echenoz, quien relata en «Correr» como el régimen socialista, temeroso de que el atleta decidiese «escapar» aprovechando alguna de las muchas invitaciones que recibía de la Europa occidental o de Estados Unidos, limitó sus desplazamientos y tergiversó sus declaraciones. «Fue un rehén del sistema», sentencia Echenoz. El propio escritor revela que, cuando terminó el libro, descubrió que habían utilizado a Emil para firmar una carta en la que el régimen se regocijaba públicamente de la muerte de un enemigo del régimen.Con el apodo de «la locomotora humana» y convertido sin querer en un atleta de Estado, Zátopek nunca dejó de correr con su estilo imposible y esa cara como tensada por cables de acero. Incluso cuando lo alejaron de las pistas y le mandaron a limpiar las calles de Praga, Emil seguía corriendo. Contra el régimen, contra sí mismo y contra su propio pasado. «Su carrera se puede entender como una manera de escapar», añade Echenoz. «No es una biografía, ya que nadie podría llegar al fondo de lo que era Zátopek», matiza el francés. Aún así, su mano moldea realidad y ficción para anudar atletismo y socialismo y relatar desde sus inicios en una fábrica de zapatos a su destierro a unas minas de uranio por apoyar públicamente a Alexander Dubcek pasando por su fulgurante éxito deportivo. «Hay que buscar al personaje, pero sin convertirse en un esclavo», asegura.

También en La Razón entrevistan a Echenoz donde dice que su personaje fue un héroe y un rehén del socialismo.

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15 de septiembre de 2010
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El mal patrón

Una de las discusiones más frecuentes cuando de Cuba se habla es si a esta realidad en la que vivimos se le puede aplicar el calificativo de ?socialista?. Para mi generación, que se crió entre libros de marxismo, manuales de comunismo científico y tomos con los textos de Lenin, resulta difícil identificar este modelo con lo planteado en aquellas obras. Cuando alguien me pregunta al respecto, le digo que en esta Isla habitamos bajo un capitalismo de estado o ?si se le pudiera llamar así- bajo un latifundio de partido? de clan familiar. Mi teoría viene dada porque en aquellos vetustos libros que me obligaban a estudiar, había una línea imprescindible para caracterizar a una sociedad como socialista: que los medios de producción estuvieran en manos de los trabajadores. Sin embargo, a mi alrededor lo que percibo es un Estado omni propietario, dueño de las maquinarias, las industrias, la infraestructura de una nación y todas las decisiones que se tomen sobre ella. Un patrón que paga bajísimos salarios y les exige a sus empleados el aplauso y la incondicionalidad ideológica. Ese dueño avaro advierte ahora que no puede seguir dándole trabajo a más de un millón de personas en los sectores presupuestado y empresarial. ?Para avanzar en el desarrollo y la actualización del modelo económico?, nos dice que deben reducirse drásticamente las plantillas, mientras apenas abre pequeños y controlados espacios a las tareas por cuenta propia. Hasta la Central de Trabajadores de Cuba ?único sindicato permitido en el país? informa que los despidos llegarán pronto y que debemos aceptarlos con disciplina. Triste papel para quienes les toca representar los derechos de sus afiliados frente al poder y no a la inversa. ¿Qué hará el anticuado patrón que ha poseído esta Isla durante cinco décadas cuando sus desempleados de hoy se conviertan en los inconformes de mañana? ¿Cómo reaccionará cuando la autonomía laboral y económica de los cuentapropistas se convierta en autonomía ideológica? Ya lo veremos blasfemar, estigmatizar a los prósperos, porque la plusvalía ?como la silla presidencial? sólo puede ser suya.

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15 de septiembre de 2010
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El Boomeran(g)
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