Vicente Verdú
Lévi-Strauss relata un mito africano en que hacer de comer se asimila a hacer el amor, con una correspondencia, término a término, en la que "las piedras del hogar son las nalgas, la marmita es la vagina, el cucharón, el pene".
Sin llevar las cosas tan extremadamente lejos, la relación entre la mesa y la cama y la interrelación de las expresiones de gula y lujuria ("te comería", "devórame",etc.) ponen a las claras el cruce simbólico entre la cama y la mesa y entre el mantel y la sábana. En ambas máquinas domésticas el placer se dispone sobre una superficie, un tálamo, donde se hace más explícito el objeto que se desea y en donde el deseo, sobre el mantel o las sábanas, deja sus marcas y en ocasiones de un color cercano. El mantel sucio y la cama manchada se retiran con urgencia de la vista puesto que un sentimiento aversivo, tras la ingestión opípara, convierte su visión en un enfriado testimonio incómodo. A la mesa llegan los alimentos calientes, las carnes recién horneadas tal como si su exposición se correspondiera con signos parecidos en los cuerpos de los amantes y en esta fiesta de fuego permanecen con vida.
¿Comer sin mantel? la diferencia entre una comida con o sin mantel significa hoy una diferencia de tiempos. Un periodo corto destinado a la función de comer y un diferente aprecio por el alimento que pasa de ser manjar solemne a menú estricto, o de caliente a frío.
El mantel prolonga simbólicamente la ingesta del festín en cuanto reunión gloriosa de la misma manera que la sábana pulcra y tersa hace pensar en un lanzamiento infinito de los cuerpos. El mantel asienta a sus comensales sin aparente límite de tiempo y la sábana blanca y fulgurante, anticipa el lúbrico deslizamiento de un cuerpo en otro.
De estos dos escenarios se deduce una plácida lentitud en el primero y, también, una degustación sin reglamentario racionamiento. La mesa sin mantel indica prontitud y escasa degustación de los platos. Hace sentir el deber de la urgencia y la consumición práctica. De este modo, la copulación comercial se apoya también en superficies fáciles de reponer, fáciles de convertirse, tarde o temprano, en elementos funcionales de paso y consumación rápida.
¿Pasará esa simplificación de la ingesta una simplificación de las posibles gestaciones? No es descartable. Una escena bien conocida en la pintura, el almuerzo en la yerba de Manet, representa la cima de la comida despaciosa y próxima a la voluptuosidad del sexo. Las figuras tendidas suavemente, sus posturas alusivas a la morbidez o al roce inmediato y su insonoro revolcón de los vestidos, relacionan ese mantel tendido sobre el suelo con la sábana que cubre la blanda plataforma del colchón que acogen, uno y otro, la avidez de los cuerpos en pleno banquete de grasas y carne.