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Foster Wallace póstumo

carátula de la novela póstuma de David Foster Wallace La novela póstuma e inacabada de David Foster Wallace, The Pale King, ya consiguió editor, carátula y fecha de publicación. El 15 de abril del 2011 aparecerá de la mano de la editorial Hamish Hamilton y con el diseño de carátula de John Gray. Dice el ABC al respecto: Según ha comunicado la editorial, la historia de «El rey pálido» transcurre en una delegación de hacienda de Illinois, a mediados de los 80, y narra el esfuerzo que llevan a cabo los trabajadores por cumplir con su labor en medio de «un tedio absoluto».(?)Michael Pietsch, editor habitual de Foster Wallace en EE.UU., añadió más detalles sobre «El rey pálido» y la capacidad narrativa del autor de «La broma infinita», al considerar que «Wallace convierte momentos tediosos y agonizantes del día como la espera en marquesinas, los atascos de tráfico y las largas estancias en autobuses en instantes incomprensiblemente graciosos».Respecto al hecho tan llamativo como habitual en la industria editorial de que se trate de una novela inacabada, Pietsch sostiene que «es una lectura sorprendente y fascinante que muestra, una vez más, su extraordinario talento y su capacidad para mezclar la comedia y la profunda tristeza en escenas cotidianas».

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16 de septiembre de 2010
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20 "invisibles" colombianos

Biblioteca de Literatura Afrocolombiana. Cuando estaba en la FIL de Bogotá me comentaron los amigos del Ministerio de Cultura, y algunos alumnos del curso que dicté, que se iba a presentar 20 libros de autores negros colombianos. La idea me pareció curiosa, por decir lo menos, una colección de autores cuya relación en común es compartir una raza. En la revista Arcadia las preguntas van un poco más allá: ¿ ¿Para qué sirve esta inversión editorial del Estado? ¿Visibilizará a los invisibles? ¿Quién los va a leer? es lo que se cuestiona Manuel Kalmanovitz. Dice la nota en Arcadia:

Qué es lo que ofrece esta caja: la solidez de 19 libros y cinco kilos de páginas, carátulas y la caja donde viene todo. Aunque también queda la sensación de que algo tan sólido no logrará resolver un problema tan etéreo. ¿En qué consiste este problema de invisibilidad? Varios de los participantes en el lanzamiento explicaron que hay una deuda histórica con los escritores afrocolombianos que por varias razones, entre ellas el color de su piel y el hecho de que su cultura se transmita oralmente, se han visto excluidos del canon de la literatura colombiana. (?) Esa es la invisibilidad: se hacen cosas, se escriben libros, se habla y se cuenta, pero nadie escucha. O el que escucha dice que no oyó nada. Aunque acá cabe observar que la situación en que nos encontramos y que esta caja ilustra es la opuesta a la que vivió Zapata Olivella en 1965. Ahora, la cultura nacional que defendía se pone en duda y no desde la tradición europea, como sucedía entonces, sino desde adentro, desde las minorías y los marginados, que encuentran más cosas en común con minorías y marginados de otras partes del mundo que con lo que constituía esa ?cultura nacional? oficial. (?) El componente político está claro en la selección de los autores: hay escritores de la costa Atlántica, la Pacífica y de San Andrés y Providencia. Como escogiendo uno o dos invisibles por región y no dejando ninguna de lado. Entonces tiene eso esta caja: algo calculado, como si hubiera sido pensada para que los políticos la llevaran a las regiones y mostrar así, con cinco kilos de libros, que sí hicieron algo, que sí se preocupan por sus constituyentes. De esa magia sí es capaz la burocracia. Aunque, ahí lo que se visibiliza no son tanto los autores, sino el ministerio mismo en general y la gestión de la ahora ex ministra en particular. ¿Qué se escogió para visibilizar? El comité editorial, compuesto por Roberto Burgos Cantor, Ariel Castillo Mier, Darío Hernando Restrepo, Alfonso Múnera Cavadía y Alfredo Vanín Romero (este último es también, aparentemente, uno de los invisibles, porque la caja incluye la reedición de dos libros de poesía suyos en un solo tomo), escogió una gama amplia de textos que van desde el siglo XIX hasta el presente. En la selección también colaboraron varias universidades (la del Valle, la de Cartagena, la Nacional sede Caribe) que con el tiempo han creado programas académicos dedicados a reflexionar sobre la literatura afrocolombiana. Esta arista académica ofrece el canon literario que respalda esta caja. Aun así, no todos los visibilizados son igual de invisibles. En la caja, de hecho, hay desde invisibles bastante visibles (el poeta Candelario Obeso, Óscar Collazos, el ya mencionado Zapata Olivella) hasta verdaderos invisibles (los mineros, agricultores, folcloristas y maestros que contaron las historias recopiladas por Baudilio Revelo Hurtado en el volumen dedicado a la tradición oral en el Pacífico), con toda una gama en el medio. (?) La pregunta que vale la pena hacerse es si esta caja tan sólida, si estos cinco kilos de libros afrocolombianos, realmente lograrán acabar con esa maldición de la invisibilidad de la que habla la ex ministra en su introducción. Y esa es una pregunta difícil de responder.Melba Escobar, ex coordinadora del área de literatura, decía que le gustaría que pasara con estos libros lo que pasó con las ediciones de Colcultura de los años 70, que hasta el día de hoy se encuentran por ahí, en las bibliotecas de las casas, entre los vendedores ambulantes de la séptima, en las casetas de libros usados de toda Colombia. Que se regaran por el país y por las casas hasta ser tan comunes que uno dejara de notarlos. Pero la monumentalidad y solidez de la caja no alientan su circulación por ese circuito. Además está el hecho de que del tiraje de 4.000 cajas, sólo 400 están a la venta (precio sugerido: 250.000 pesos). Y 400 cajas de 19 libros seguramente no alcanzarán a satisfacer el mercado de las ventas callejeras de todo el país. ¿A dónde van las cajas? A escuelas, universidades y bibliotecas, especialmente de las zonas con mayor población afrocolombiana. En ese sentido, pareciera que el objetivo de la caja no fuera visibilizarlos ante la cultura nacional, esa que defendía Zapata Olivella, sino ante sí mismos. Y, qué pena el cinismo, pero también visibilizar ante ellos las actividades del Ministerio de Cultura en general y, en particular, de la ex ministra. Porque si el objetivo real fuera todo ese cuento retórico de la visibilización, habría que encontrar cómo llegarle a la mayor cantidad de gente posible y hacerlo en la edad cuando se forma esa idea de la cultura nacional, es decir, en el colegio. Habría entonces que proponer un cambio en los pensums escolares de literatura, luego organizar talleres con maestros y alumnos; en fin, toda una labor grande pero poco vistosa (de paso, si ese fuera el objetivo, los prólogos académico y llenos de notas de pie de página que acompañan a muchos de los 19 libros estarían mejor en revistas indexadas que acompañando los textos). El problema es que, si hiciera todo esto, al final no habría nada que mostrar. Nada aparte de la visibilización, que es inmaterial. Si se hiciera todo esto, una caja como esta sería innecesaria. Porque si los libros están en los pensums, ahí aparecerán las editoriales que los publiquen. Y si se hacen tirajes grandes y baratos, terminarán en ese circuito del que habla Escobar, en las calles, en las casetas, en las bibliotecas de las casas. Pero ahí, los políticos no tendrían nada que llevar en sus viajes, la ministra no tendría nada que prologar, los medios nada que comentar. La labor se habría hecho, pero los invisibles serían ellos y eso es algo que ningún político ambicioso puede permitirse.

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16 de septiembre de 2010
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Silencio, se negocia

Obama ha colocado de nuevo el tren sobre las vías. Quería negociaciones directas entre Mahmud Abbas y Benjamin Netanyahu y ya tiene negociaciones directas. El martes se encontraron por segunda vez en el balneario egipcio de Sharm el Sheik y ayer lo hicieron de nuevo, esta vez en la residencia del primer ministro israelí en Jerusalén. Los mensajes que emite la administración norteamericana no son eufóricos: sería una imprudencia, vistos los antecedentes; pero sí suavemente optimistas. Se están cumpliendo los propósitos y las previsiones. Las conversaciones funcionan. Los objetivos se mantienen: hay que llegar al acuerdo final en un año. Los dos líderes y responsables de ambas partes dan toda la apariencia de que se hallan personalmente comprometidos. Hillary Clinton se ha manifestado incluso "animada por las palabras y el lenguaje corporal, así como la implicación de los dos líderes".

Los preparativos tienen la edad de la misma presidencia de Obama, que se comprometió a abordar el conflicto desde el primer día de su presidencia y nombró a uno de los mejores mediadores internacionales, el ex senador George Mitchell, bregado en el éxito de las negociaciones irlandesas, como enviado especial a Oriente Próximo. Mitchell se sacó de la manga las negociaciones indirectas entre un presidente fuera de mandato electoral como Abbas y debilitado por la rebelión de Hamas en la franja de Gaza y el gobierno probablemente más extremistas de la historia de Israel, en el que acampan colonos, personajes xenófobos y ultras religiosos, dirigido por Netanyahu. El contraste entre los propósitos presidenciales y la ínfima realidad sobre el territorio no podía ser mayor. Cuando Obama llegaba con su proyecto de paz bajo el brazo, no lo olvidemos, las bombas machacaban la franja de Gaza. En este tiempo, el presidente ha obligado a Netanyahu a aceptar la creación del Estado palestino, al menos verbalmente, y a dictar una moratoria en la ampliación de las actuales colonias israelíes en Cisjordania, al menos parcial, pues no abarca al territorio de Jerusalén; y a Mahmud Abbas a sentarse a negociar aunque las condiciones para hacerlo no se cumplan en su totalidad. Por eso es obligado el mayor de los escepticismos. Que no se puede negociar sobre algo que una parte está ya tomándole a la otra es algo tan obvio que no merecería mayor argumentación. Es lo que sucede con la construcción en los asentamientos. Su congelación total y definitiva es una premisa imprescindible para cualquier negociación seria. Lo pide Estados Unidos y lo ha venido pidiendo la Unión Europea, desgraciadamente ausente. No importa: el Gobierno israelí sigue saliéndose con la suya. Abbas ya se ha sentado a negociar y ahora se trata de que siga sentado más allá del 26 de noviembre, día en que termina la moratoria, sin que la congelación se prorrogue. Estas negociaciones son todavía una caja negra. Podemos ver lo que hay fuera, los inputs y outputs que entran y salen, pero nada sabemos de lo que ocurre dentro. Lo exige incluso el guión norteamericano, debidamente subrayado por Mitchell en Sharm el Sheij: "Las partes acordaron que para que la negociación tenga éxito deben desarrollarse en la máxima confidencialidad y con la máxima sensibilidad". Puede ser, incluso, que no esté ocurriendo nada y que todo esté encallado como siempre, con una parte, Abbas, resistiendo la presión para ceder a cambio de nada y la otra intentando prolongar el statu quo sin ceder en nada. Basta ver lo que sucede en el exterior. Cada vez que las partes se sientan a hablar, alguien fuera se dedica a actuar, armas en mano. Muchos trabajan a favor de la paz, dentro de la caja negra. Pero hay mucha más fuera trabajando en dirección contraria. Directamente en favor de la guerra. E indirectamente poniendo todos los palos posibles a la rueda de la negociación. Para cuando termine la moratoria, dentro de nueve días, las grúas ya están preparadas; también los planos de las construcciones; incluso los permisos. Sólo falta que el gobierno dé la señal para que empiece de nuevo la expansión israelí en territorio palestino que tiene como objetivo liquidar la viabilidad del Estado proyectado. No es el único hito en el calendario. Netanyahu compra tiempo con la vista puesta en las próximas elecciones de mitad de mandato en Estados Unidos, de las que va a salir con toda seguridad un nuevo Obama. El premier israelí confía y espera que sea todavía más flexible y amoldable a sus intereses. Netanyahu y Abbas, mientras tanto, obligados a salvarse la cara mutuamente ante sus opiniones públicas, que es lo que hacen los negociadores de buena fe, se vigilan uno a otro de reojo. Cualquier otra cosa deberá entenderse como un boicot. El primero que se levante cargará con la culpa. Como en un rodaje, aquí se puede decir: "silencio, se negocia". Pero nadie sabe todavía si la película tendrá un final, que debe ser feliz, o quedará de nuevo interrumpida, quién sabe si para siempre.

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16 de septiembre de 2010
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Muerte del escritor

Iba así enfriándose progresivamente, pequeño planeta que ofrecía una imagen anticipada de lo que serán los últimos días del planeta grande, cuando poco a poco el calor se retirará de la tierra, y tras el calor la vida. Entonces, la resurrección se detendrá, pues por muy adelante que en las generaciones futuras alcancen a brillar las obras de los hombres, nada renace ya cuando no hay hombres. (III, 689)

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16 de septiembre de 2010
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La salsa humana

 

 

La envidia de los dioses sobrevive a los dioses y, aun después de su extinción y olvido, recae implacable sobre los hombres. Es una convicción metapiadosa, previa a la invención de los dioses, y esencial en la humana condición.

Si bien se mira, todas las viejas mitologías describen la envidia divina como algo consustancial, y a los dioses, como pobres envidiosos. En la védica, todo aquél que se eleva mediante el conocimiento atenta contra el confort del cielo. El pobre dios del Génesis espía al hombre, y encima mete ruido cuando pretende observarlo a escondidas; es un celoso lamentable y patético. La envidia de los dioses a los hombres es el motor de la épica griega.

En 1915, Freud publicó Nuestra relación con la muerte, un ensayo donde sostiene que, a causa de la guerra, se ha visto perturbada la “relacion que veníamos manteniendo con la muerte” y se propone reconducirla. Asegura que todos los impulsos instintivos que suprimen a quienes estorban el camino, ofenden o perjudican, todos esos deseos de aniquilación que conducen a mandar a freír espárragos a los demás, en fin, todos esos deseos de muerte ajena que frecuentan la mente humana, son de algún modo objeto de cómputo y originan los posteriores remordimientos. El ensayo está animado por un deseo piadoso que lleva a Freud a pensar que estaba descubriendo el intríngulis del pecado original, entretenimiento que también practicaba Kierkegaard, y una vez lanzado, decreta que también la invención de la divinidad procede de un remordimiento de ese tipo: la antigua horda humana mató al padre primordial y luego transformó su recuerdo en un dios padre.

En el ensayo falta una palabra: envidia. Y así es imposible que atine en nada. Envidia es el sentimiento que los vivos achacan a los muertos. Es sabido que todos ellos nos envidian; pero todavía más quien nos conoció —y nos sigue conociendo, y por lo mismo envidiando—. No se trata de una reflexión inducida por el miedo. De hecho, no se trata de ninguna reflexión. Es algo que viene en el sistema operativo: el sentimiento de los otros respecto a uno es imaginado como temible envidia, y el de uno respecto a los otros, igual, sólo que no pasa de innumerables y súbitos asesinatos mentales. 

Se puede ver, por ejemplo, en el caso de los autorreproches ante la muerte de una persona amada. El superviviente teme la envidia del muerto, y se acusa a sí mismo de toda suerte de malas conductas por acción, deseo y omisión, con el objeto de aplacar su miedo, y conjurar todo argumento posible mediante su sentida expiación. Se acusa y condena para anticiparse a la temible envidia del muerto. Lo mismo vale para ese sentimiento tantas veces explicado de sentirse acompañado, aleccionado y aconsejado por el muerto, y de conducirse como al muerto le hubiera gustado. El alivio procede de sentir haber aplacado su envidia. Y espreciso ver que todo ello es parte de una sinergia que conserva la especie.

Julio César cuenta cómo los galos destruían las cosas del difunto. Y se ve claramente que el objeto de todo aquello era aplacar su envidia: mira, quebramos tu copa preferida, quemamos tu ajuar, no lo vamos a usar, tampoco tu concubina, ni tus púrpuras, doblamos tu espada, déjanos en paz, no nos quieras mal. Heródoto también narra la costumbre de los escitas de ofrecer al rey muerto una concubina, una servidumbre escogida y un séquito a caballo. Las flores, lágrimas y autorreproches tienen la misma misión aplacatoria.

Ahora la pregunta sería el porqué de esa eterna envidia propia y el porqué de la convicción que tenemos respecto al gran poder de la ajena. Porque la envidia es tan esencial en el sistema operativo que no es afectada por la locura. También los dementes y los oligofrénicos son envidiosos, y lo son incluso en sus intervalos de lucidez o inteligencia. La envidia es de esas funciones, hondas y verdaderamente orgánicas que siguen su marcha a despecho de ideas, revoluciones, terapias y reflexiones.

La respuesta es que la envidia es gregarizante y por lo mismo, beneficiosa a una escala superior para la causa humana. Todos los gregarismos se exacerban y manifiestan en la envidia, que no es sino una alarma en alto grado porque está teniendo lugar una supuesta transagresión el orden rebañiego. Los arrebatos más notorios encaminados al puro egoísmo son, sin paradoja, los más comunes y los menos peculiares. Somos custodios implacables de la versión rebañiega, que es nuestra condición más primigenia, aquella a la que servimos más insuperablemente. Cuando se actúa con supuesto egoísmo insuperable es con miras en derredor, al servicio de una imaginación que nos inscribe en el rebaño. Hay que pensar que el hombre individual no es el futuro, al contrario, pudo estar en el pasado y ser desechado por inviable.

La envidia está directamente determinada por el grado de favor público, de admiración que se supone detenta el envidiado. El ojo del envidioso, siendo privado, particular, ve como público, es un ojo común; así como el enamorado se vuelve común, no le extraña nada que todos se la quieran quitar o todos la deseen vivamente. La envidia es la convicción de ser dejado atrás: una sensación gregaria, el enamorado que no obtiene su objeto se enfurece y entristece cuando lee o ve amoríos exitosos, él no, él es dejado atrás, como la oveja que vigila con el ojo, no la hierba, sino la vecina.

El hijo teme la venganza envidiosa del padre muerto y la tradición es la transmisión de ese miedo. La envida, pues, cohesiona el rebaño, afina el instinto social y mantiene al hombre en su salsa.

 

 

 

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16 de septiembre de 2010
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Respuestas metralleta

carátula La garchofa esmeralda (Mansalva) es el inexplicable (para mí) título de un libro en prosa del poeta argentino Alejandro Rubio (conocido en el ambiente bloggero argentino como Maiakovski) que, al parecer, va con la pata en alto contra las nuevas generaciones. Incluye un ensayo titulado ?La literatura argentina es el mal? en el que, al parecer, no queda títere sin cabeza. Dos preguntas con respuestas de metralleta en el diario Clarín. Primero, le preguntan por los poetas que se han pasado a la prosa:

La idea me parece buena, los resultados no tanto. No sé si Cucurto, Casas, Fernanda Laguna no se tomaron el paso a la prosa con cierta facilidad y pereza, como diría Luis Chitarroni. El peor caso me parece el de Fabián Casas: extrema en su prosa narrativa defectos que ya tiene en el verso. Cierta cosa demagógica, cierto sentimentalismo autocompasivo, cierta idea minimalista del lenguaje que hace a su literatura muy aburrida. Fernanda Laguna confía en su onda, y Cucurto confía en que su mundo lumpen inmigrante ficcional y artificioso funciona por sí mismo. En ese sentido no veo entre la poesía y la prosa una continuidad, veo un empeoramiento?.

También se le pregunta por los jóvenes de los años 2000, la llamada Joven Guardia:

Creo que los narradores de la joven guardia se apoyaron demasiado en una continuidad con la narrativa de los noventa, y no con la poesía de los noventa. Lo que es natural y lógico, porque la poesía de los noventa circulaba en ediciones de 300 ejemplares, que se consiguen en pocas librerías, sin prensa. Entonces los tipos se apoyaron en la narrativa de los noventa, con sus valores y vectores, como mirar la narrativa norteamericana. Supongo que un par de talleres literarios sonados les habrán hecho también mucho daño. A eso sumale la presión editorial, que quería una joven guardia en el siglo XXI. La presión editorial formatea mucho la mente de un escritor joven.

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16 de septiembre de 2010
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Burroughs gráfico

Willian Burroughs Ah Pook is here es el título de la incursión, aun inédita, de William Burroughs a la novela gráfica. Rechazada en su momento por las editoriales, hace 40 años, ahora finalmente verá la luz según informó The Guardian y replica ABC.  Dice la nota:

La única incursión de William Burrough en las novela gráfica será publicada cuatro décadas después de que fuera rechazada por la editoriales, luego de que el autor y el artista Malcolm McNeill trabajaran siete años en el proyecto, según informó «The Guardian». El autor de «El almuerzo desnudo» comenzó a trabajar en «Ah Pook is here» junto McNeill en 1970 y la historia apareció en una tira cómica en la revista inglesa «Cyclops». Pero cuando la revista cerró, desarrollaron el concepto en un libro entero al que apodaron como «Novela de palabra e imagen», porque la denominación novela gráfica aún no había sido creada. «Ah Pook is here» cuenta la historia de un magnate de los periódicos en busca del secreto de la inmortalidad. Este particular «ciudadano Kane» utiliza una fórmula que encontró en un un libro maya para crear una «máquina de control de medios» con imágenes de miedo y de muerte, pero termina invocando a Ah Pook, el dios maya de la muerte. La editorial de comics americana Fantagraphic Books, que ha comprado los derechos del libro, describe la novela inédita como «la clase de hazaña futurista que un lector puede esperar del autor de ?Nova Express?, un logro alucinante, que escenifica teorías extravagantes patinadas por la ciencia ficción».

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15 de septiembre de 2010
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I. El abrazo cálido del viejo oso

La última vez que el presidente Daniel Ortega había concedido una entrevista de televisión fue cuando llegó a Managua con sus cámaras el periodista de la cadena Al Jazeera, Sir  David Frost, célebre por su viejo mano a mano con el presidente Richard Nixon ya destronado y en retiro en California. Para la fecha de esa entrevista a comienzos del año 2009, acababa de aparecer la película de Ron Howard Frost/Nixon, y el entrevistador estaba de nuevo de moda. Fue cuando Ortega declaró que esperaba vivir cerca de cien años para continuar hasta entonces en el poder.

            La entrevista sólo se transmitió en inglés, a través de un canal de gran influencia en los países árabes, pero de nula presencia en Estados Unidos y en América Latina. Ahora, Ortega ha concedido otra, muy larga, a la periodista Elena Rostova, para el programa A solas del canal internacional de Rusia, RT. En su atractiva lista de entrevistados,  Elena tiene también a Román Karpujin, un agente de los servicios secretos soviéticos convertidos en bailarín y luego en torero, y al portero de la selección rusa de fútbol Rinat Dasayev.

En la presentación de la entrevista a Ortega, el canal oficial de la Federación Rusa realza el hecho de que fue su gobierno el primero en el mundo en reconocer como naciones independientes a Osetia del Sur y Abjasia, territorios separados de Georgia por la fuerza militar de Rusia, un gesto que el Kremlin no hecha en el olvido; en la selecta lista que encabeza Nicaragua sólo se encuentran la propia Rusia, claro está, Venezuela, Nauru (isla de Micronesia de 21 kilómetros cuadrados de superficie), y Transnistria, pequeño trozo segregado de Moldavia que no goza del reconocimiento de las Naciones Unidas.

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15 de septiembre de 2010
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La noche en vela

En esta semana a punto de acabar, la noche ha sido la gran protagonista. Primero tuvimos la Madrid Fashion Night Out y después la Noche en Blanco y varias movidas nocherniegas más, que he dejado escapar porque alguna vez hay que dormir. La verdad es que no he participado en ninguna, me fastidia que la noche me arruine el día, la luz, el sol, el piar de los pájaros, ver el verde de los árboles que hay frente a mi casa, mojar los churros en el café con leche mientras leo el periódico en el bar Las Cubas sin pedirle nada especial a la mañana. En cambio a la noche le pedimos todo, intensidad, diversión, aventura, gente guapa, ser guapos nosotros mismos, ser deseados, ser distinguidos entre montones de cuerpos y caras por una mirada que nos descubre a través de las sombras. Lo malo es que a veces esa mirada tarda en llegar y por eso alargamos la noche, la alargamos como si nos diese miedo salir de ella, total para volver a casa con los pies fríos y la cabeza caliente. Una noche más, una diversión más, una espera más, una decepción más, unas ojeras más. Y además la noche envejece al caduco ser humano, no sólo porque lo digan las bellas modelos y actrices, expertas en beber mucha agua y dormir mucho más, sino porque lo dicen los que trabajan bajo las bombillas. Sanitarios, policías, currantes de Mercamadrid.

 

            Precisamente cuando iba a salir a vivir la noche, mientras hacía tiempo para que la oscuridad se pudiese mascar, empecé a ver un reportaje en televisión sobre los que trabajan de noche. Algunos llevan veintitantos años durmiendo de día y decían eso, que se envejece mucho más y que cuando, al llegar a casa, echan las persianas para que no entre la luz en la habitación, esa luz sigue entrando en el cuerpo porque el cuerpo no es tonto y sabe que detrás de las persianas está el sol, y que el cansancio por la noche es infinitamente mayor y el descanso por la mañana, menor. Total, que al ver su agotamiento y las ganas que tenían de meterse en la cama, me desvestí y me metí en la mía con un libro. Bueno, pues hay hordas de jóvenes que esto lo hacen por la cara y por gusto. Echan sus peonadas como jabatos, llenando la oscuridad de ojos brillantes y futuros inciertos. ¿Les corresponde la noche con la misma devoción?

            Misterios, secretos, encuentros fugaces, luces y sombras, medias verdades, aturdimiento y mil cosas más hacen que la noche sea tan atractiva en ciertas etapas de la vida, pero en especial para los madrileños. Nos gusta tanto que incluso la hemos exportado como bien cultural. Para Madrid la noche es como la Torre Eiffel para París o la Estatua de la Libertad para Nueva York. Es nuestra imagen y por eso la cultivamos a muerte. Y no viene de ahora, ya la reina Isabel II reunía a sus ministros por la noche, que era cuando se encontraba en su salsa. Así que la Noche en Blanco puede ser una novedad en otras latitudes en que el personal se recoge temprano, pero no en un Madrid, cuya Gran Vía está más llena de gente a las dos de la madrugada que a las dos de la tarde.

La mayor aportación de este gran espectáculo consiste en proclamar que entre tinieblas se puede consumir algo más que copas, por ejemplo, museos, librerías, teatro…. Claro que nos podríamos ahorrar el dinero que cuesta este tinglado si no se hiciera en una sola noche y todo a la vez, sino por iniciativa propia de los distintos negocios e instituciones y como algo normal. Sería una pena desperdiciar tanta energía y tantas ganas. El mundo de la moda se ha dado cuenta, y en el Fashion Night Out algunas grandes firmas han decidido recibir con cava y canapés al pueblo. No es mala idea ahora que han reabierto sus puertas los locales de arreglo de ropa, donde lo mismo ponen una cremallera, que le dan la vuelta a un abrigo. Regresan los tiempos del reciclaje antiguo, el marcado por la necesidad pura y dura, porque hemos decidido tirar menos, reutilizar y tunear prendas arrinconadas en el armario. ¿Y si dejásemos de ser consumistas? ¿sería bueno o malo para esa economía que no entiende ni dios? Pero si la alta costura ha decidido asomarse a la noche para hacerse más deseable, hace ya bastante que demasiadas franquicias de ropa joven han metido la noche dentro y han convertido la tienda en una discoteca, donde los empleados tienen que trabajar horas y horas con una música atronadora y, a veces, además en penumbra. Un auténtico infierno en el que tendría que meter mano alguien.

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15 de septiembre de 2010
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Los zancos

Y avanzaba tembloroso, sobre la cumbre difícil de sus ochenta y tres años, como si los hombres se hallaran fijados sobre zancos vivientes que crecen sin cesar, a veces superando en altura a campanarios, lo que hacía que el andar se hiciera difícil y peligroso, por lo cual, de repente, esos hombres acaban por desplomarse. (IV, 625)

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15 de septiembre de 2010
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