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Dientes largos

Que la nueva filtración de Wikileaks tiene relevancia y valor político e histórico es algo que está fuera de toda duda. Lo que no sabemos todavía y habrá que ir calibrando, sobre todo con la ayuda de historiadores y diplomáticos, es el tamaño, la envergadura y medida de la revelación, es decir, hasta dónde llegan su relevancia y su valor para las relaciones internacionales: si se trata realmente de un momento crucial en la historia del universo como Wikileaks asegura en sus mensajes, si es una formidable acumulación de ?gossip? de altura sobre los principales actores de la política internacional o si incluso queremos interpretarla con Hillary Clinton como un ataque a la comunidad internacional.

Lo que en cambio no ofrece duda alguna es su valor periodístico. Habrá quien prefiera acogerse a sus prejuicios o intereses y también quien quiera fingir o disimular, pero cualquiera que se reconozca a sí mismo como periodista desearía acceder en exclusiva a esta mina documental como lo ha podido hacer EL PAIS. Puedo asegurar, además, y de primera mano, que bucear en estos papeles es uno de los ejercicios más fascinantes y atractivos para quien sienta este oficio, equivalente a dejar a un goloso solo en una pastelería. Si leen alguna observación crítica sobre la publicación de estas historias salidas de Wikileaks deben saber únicamente que son periodistas con los dientes largos, razonable y justificadamente envidiosos: como la zorra de la fábula, cuando no alcanzan las uvas dicen que son verdes. Desde aquí leemos estas críticas como si fueran mensajes de enhorabuena.

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30 de noviembre de 2010
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Cubacel, del saqueo a la censura

Noche oscura, apagón en los alrededores del barrio Buena Vista, en Playa. El desvencijado taxi colectivo donde voy se queda parado, echa un resoplido de agotamiento y no quiere arrancar. Un pasajero y el chofer intentan arreglarlo, mientras a ambos lados de la calle se ve a gente sentada fuera de sus casas, resignadas ante el corte eléctrico. Busco el móvil en la cartera, quiero decirle a mi familia que demoro, que no hay por qué preocuparse. El panorama es feo: estamos en medio de la penumbra, en una zona donde la criminalidad no es juego de muchachos y para colmo mi celular no funciona. Cada vez que intento marcar un número aparece el mensaje de “llamada fallida”. Finalmente, el carro vuelve a ronronear y logramos avanzar, pero el servicio telefónico no se restablece en el inútil artilugio que tengo ganas de lanzar por la ventanilla. Cuando llego a casa, descubro que tampoco Reinaldo puede llamar desde el suyo y que mis amigos bloggers ni siquiera consiguen recibir sms. Nuestra única compañía telefónica móvil nos cortó las líneas durante toda la noche del viernes y parte del sábado; nos canceló por más de 24 horas un servicio por el que pagamos en moneda convertible. Con sus anuncios de “comunicación al instante”, Cubacel se comporta así como cómplice de la censura por motivos ideológicos y ayuda a que la reprimenda de la policía política se materialice en un mensaje de error en nuestras pantallas. Usa su poder de monopolio para castigar a esos clientes que se desvían de la línea de pensamiento oficial. Parte de su capital empresarial y el de sus inversionistas extranjeros se utiliza para implementar una infraestructura del boicot -momentáneo o prolongado- a ciertos números de celulares. Contradictorio papel para una empresa que debería conectarnos al mundo, no dejarnos colgados cuando más la necesitamos. No es la primera vez que ocurre algo así. De vez en cuando alguien acciona un interruptor y nos deja en el silencio. Curiosamente, ocurre cuando hay noticias importantes que reportar e informaciones urgentes que sacar a la luz. La cancelación forzada del concierto del grupo Porno para Ricardo quizás fue el detonante para que la telefónica rompiera su propia máxima de mantenernos “en línea con el mundo”. La posible cremación del cuerpo de Orlando Zapata Tamayo y todo lo que puede suceder alrededor de ese hecho podría haber sido otro motivo para apagarnos la voz. Lo cierto es que esa noche del viernes -en medio de la oscuridad y la preocupación- Cubacel me volvió a fallar, me mostró ese uniforme militar que esconde debajo de su falsa imagen de entidad corporativa

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29 de noviembre de 2010
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La biografía de Pierre Menard

portada de la edición francesa Michel Lafon ha decidido coger el guante (uno de los tantos guantes que dejó arrojados Jorge Luis Borges) del cuento ?Pierre Menard, autor de El Quijote? y ha escrito su primera novela Una vida de Pierre Menard. Juan Pablo Bertazza ha hecho una reseña sobre la novela editada por Lumen. Dice la reseña:

Una vida de Pierre Menard (ganadora del prestigioso premio Valéry Larbaud), el libro que eligió a su autor, es además su primera novela. Fragmentario, extraño y adictivo, este libro se compone de una serie de encuentros personales y epistolares entre Menard y un alter ego del autor llamado Maurice Legrand, más varios apéndices que van desde un supuesto texto inédito del supuesto Menard escapado de su escueta bibliografía hasta una impagable descripción que Lafon pone en boca de Borges sobre el día en que conoció a uno de sus personajes más famosos. El Pierre Menard de Lafon es un hombre melómano y neurótico cuya pasión por la literatura le impide ejercerla: traductor, agente literario honorario, escritor siempre interruptus (casi nunca termina de escribir lo que empieza y cuando lo hace, decide no publicarlo), este hombre que, como no podía ser de otra forma, no tiene descendencia ni gravedad visible en el mundo literario, resulta sin embargo íntimo amigo y hasta fuente de inspiración de Gide, Valéry, Miguel de Unamuno y el mismo Borges a quien, según esta novela, conoce en el año 1919, en pleno fanatismo ultraísta. Una de las características que más llama la atención de este libro es la distancia que, paradójicamente, toma de la lectura caliente del relato de Borges: ?Leí el cuento centenares de veces. Es una obra mayor y aparentemente breve, lo que permite una relectura infinita, y le da, como a todas las ficciones de Borges, la dimensión de una enorme novela, de una historia interminable. Sin embargo, decidí no trabajar a partir del texto de Borges. No lo releí durante aquel período, no quise armar un vaivén que hubiera sido gratuito, estéril y, digamos, demasiado universitario, entre cuento y novela. Quiero decir, todos los momentos de la novela que parecen anunciar, prolongar, confirmar, aclarar, contradecir un momento del cuento nacieron por casualidad, al correr de la pluma y en función del humor del día, de lo que me ocurría, sin que yo tuviera nunca un proyecto consciente de ilustración o continuación. Esta actitud fue la clave de mi escritura?, confirma Lafon. En ese sentido, el trabajo de invención que propone este libro es admirable, especialmente en lo que hace a la aproximación psicológica y sutil en torno de la personalidad de una figura literaria a la que conocemos por los tres capítulos calcados ?pero superiores al original? de Quijote. El Menard de Lafon es, entonces, una especie de escritor fracasado que, paradójicamente, cuenta con una carga vital y trágica de literatura en su propio ser: como traductor impuso la corriente de la menardización (tal como bautizó a su método un eximio profesor de la Sorbona). Defensor a ultranza de una absoluta fidelidad al original, pretende que sus traducciones ?dejen ver en su transparencia los orígenes, que el texto primero aflore por partes, si no en su totalidad, bajo el texto segundo?. Otro de los rasgos de conducta exquisitos que se le atribuyen a Menard en esta novela es una novedosa y traumática angustia por los contemporáneos: ?La visión de un libro de otro autor se me hace insoportable. No puedo ver sin náuseas esas acumulaciones de obras que ocultan las mías ?las que yo habría podido escribir, las que no he escrito todavía, las que no escribiré nunca??. Una vida de Pierre Menard sorprende porque nos dice todo acerca de Menard ?incluso nos habla de su pertenencia a una logia masónica? sin regodearse en el momento en que, finalmente, se larga a escribir el Quijote (la escena que hubiera motivado a tantos a escritores a escribir este libro). Pero, a la vez, se trata de un alegato inteligente y poético acerca de la trascendencia ilimitada y divina de la literatura (en una de sus desafortunadas obras, Menard descubre que las aporías de Zenón no son más que reescritura de ciertos versos homéricos). Y, como si eso fuera poco, constituye además una vía novedosa para ingresar otra vez al mundo inagotable pero a veces agotador de Borges; una propuesta mucho más inteligente y reveladora que esos libros de entrevistas de todo tipo y tamaño que, desde un tiempo a esta parte, atiborran los estantes de las librerías.

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29 de noviembre de 2010
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Mapa sonoro de América Latina

Mapa sonoro En ?Papeles perdidos? aprovechan la FIL Guadalajara y entregarán un ?mapa sonoro de América Latina?, testimonios orales de diversos autores de América Latina (uno por país) sobre Cuento, Novela, Ensayo y Poesía. Por lo pronto, podemos leer los testimonios sobre el cuento:

Los encargados de empezar son el colombiano Antonio Ungar (Bogotá, 1974) autor de dos libros de cuentos y tres novelas, la última de las cuales, Tres ataúdes blancos, acaba de obtener el Premio Herralde, editado por Anagrama. La ecuatoriana Gabriela Alemán (1968) tiene tres libros de cuentos y dos novelas, la chilena Andrea Jeftanovic  (Santiago de Chile, 1970) ha escrito tres novelas (Escenario de Guerra es del año 2000 pero publicada ahora en España por la editorial Baladí) y varios libros de cuentos;  el guatemaltecoEduardo Halfon (Ciudad de Guatemala, 1971)  ha publicado nueve libros, sobre todo de cuentos, y este año obtuvo el Premio de Novela Corta José María de Pereda por La pirueta; y el paraguayo José Pérez Reyes (Asunción, 1972) ha publicado varios libros de cuentos. 

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29 de noviembre de 2010
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El frigorífico

El frigorífico es una invención de finales del siglo XIX, años en los que se desarrolló una importante industria en torno al frío. Frío pata crear barras de hielo destinadas directamente al consumo y frío generado en barcos frigoríficos que transportaban carne y productos lácteos de Nueva Zelanda, de Australia y Argentina a lo ancho del mundo.

Esta segunda aplicación industrial tardó en verse representada dentro del hogar pero la neta fabricación de hielo que se repartía en bicicleta, envuelto en arpilleras durante los veranos vino a ser una referencia estival superlativa. No sólo se celebraba la regularidad del paralepípedo casi transparente sino sus desconocidas propiedades,  sus expresiones muy pesadas y resbaladizas, su magia de cristal derivado del agua y su inédito sabor que aunque debiera ser insípido adquiría un carácter peculiar debido a su composición bajo cero.

Con trozos de hielo se hacían los polos de diferentes colores y gustos pero, aún desnudo, el hielo poseía prestigio y personalidad inmanentes puesto que su íntima potencia le permitía mantener al agua unida, esforzadamente sólida, apegada a sí y con tal poder de apelmazamiento que lo igualaba a la identidad, igualmente misteriosa, de los imanes. El hielo en barra era como un imán que mantenía fuertemente unida la desleída propensión del agua y era, contradictoriamente, un imán lábil también, tan delicado que apenas recibía un fogonazo de calor iba demedrándose hasta presentar una imagen depresiva de sumisión o de triste evanescencia.

 Todo hielo que goteaba daba cuenta de este proceso  que habiendo empezado no había alcanzado todavía el punto de su muerte líquida, una suerte de muerte del imponente drácula por la sola legada de la luz solar.  El calor pues a la vista la flaqueza estructural del hielo pero sin él, la barra de hielo fabricado brindaba un espectáculo excepcional que, en efecto, gracias a la asombrosa tecnología de finales del XIX, se unía  a la batería de prodigios que estaban cambiando, material y moralmente, a la sociedad occidental.

La nevera que tantas satisfacciones proporcionaba en los primeros veranos del siglo XX operaba sólo en cuanto armario del hielo. Toda la producción de hielo en casa que desarrolló después el frigorífico fue una transposición, a pequeña escala, de los artefactos navales que transportaban carne y  quesos en sus desplazamientos oceánicos.

La nevera llegó a casa como una miniatura del vientre de esos buques o, más concretamente, como un órgano que fuera injertado por el progreso en la interioridad de esos buques para aumentar el beneficio de las navieras.

La nevera fue, en efecto, un símbolo de tener dinero, un primer electrodoméstico de inequívoco valor estatuario nacido de la naviera. Abrir la nevera y recibir su vaharada de frescor daba la sensación de haber incorporado a  nuestro servicio doméstico un animal mecánico que con su aliento nos refrescaba a voluntad y en su almario acogía las diferentes provisiones de alimentación para protegerlas con su eficiente  barniz de frío.

 El calor, el fuego, fue desde el origen la fuente primordial de vida. ¿Cómo podría ser el frío, su contrario, el símbolo de lo yerto, una razón también de vida?

 

(Continuará)

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29 de noviembre de 2010
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Savater al fogón

En las palabras de presentación de su nuevo libro ‘La música de las letras', Fernando Savater proclama que "la delicia es leer, escribir constituye solo una tarea [...] de igual modo lo que hace disfrutar es el banquete, no cocinar". Tratándose de un indudable gourmet de las letras como él, hay que añadir sin embargo que el autor ha cocinado mucho en esta fructífera vida suya que ‘solo' cuenta con 63 años. Los paladares de cientos de miles de lectores fieles, entre los que me cuento, pueden dar fe de ello y estarle además agradecidos: los platos de la cocina filosófica y literaria ‘savateriana' son pura proteína, saben muy bien y dejan un regusto que nunca adormece.

     En la recopilación que ahora edita Sello Editorial encontramos de vez en cuando al formidable polemista, con algún dardo certeramente apuntado a las malas causas que se lo merecen. Pero lo que prima en estas casi 250 páginas de deliciosa lectura es la figura inquieta del ‘afrancesado' con tendencias anglófilas, la del inteligente y voraz lector y la del compañero, fiable, informado y emprendedor siempre en la exploración de los viajes al fin de los libros. Los mejores libros (Camus, Gide, Montaigne, Borges, Schopenhauer, Octavio Paz, Cioran) y los libros también ligeros, hípicos, de aventuras juveniles y hasta de cómic.

    Al final del texto que abre ‘La música de las letras', una semblanza de Jesús Aguirre (que fue como es sabido sacerdote antes que duque de Alba), Savater evoca su primera y ya muy percutiente obra, ‘Nihilismo y acción', editada generosamente por Aguirre, director entonces de Taurus. "No soy el padre, sino el hijo de ese librito", afirma Savater, sugiriendo que el fecundo autor de tantas y tan esenciales obras posteriores surge del aquel descarado joven rebelde que un día a principios de los años 1970 se presentó ante el cultísimo cura con su manuscrito. De ahí que mi lectura de ‘La música de las letras' haya seguido, de un modo impremeditado pero natural, el itinerario de una saga biográfica en la que el filósofo donostiarra nos va deparando, en lugar de príncipes de leyenda y ogros no-filantrópicos, la galería de unos héroes dotados de elocuencia, de saber, de ingenio y no pocos de ellos de una remarcable bravura moral.

     En su imaginaria ‘Carta a Albert Camus', Savater le dice al autor de ‘El extranjero' que nadie definió mejor que él el encanto personal: "una manera de oír que nos responden sí antes de haber planteado claramente ninguna pregunta". Confieso haber sido, desde que nos conocimos como estudiantes de Filosofía en las aulas de la Universidad Complutense, una víctima voluntaria de ese encanto savateriano, y mi "sí" se lo he ido dando a lo largo del tiempo de una manera constante. Un sí a su siempre sugestiva obra plural y un sí lleno de admiración a sus pronunciamientos éticos y políticos, que han sido, lógicamente, cambiantes, sin dejar de ser nunca pertinentes y muy valientes.

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29 de noviembre de 2010
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El burka como excusa

  

El burka como excusa es un libro de combate. Y la autora, Wassyla Tamzali, una prestigiosa feminista argelina, lo deja en claro desde el primer momento al calificar a esa prenda de "sudario",  "cárcel de tela". "instrumento de opresión" y "objeto de envilecimiento para hombres y mujeres". Dicho lo cual emprende una implacable labor de demolición, para empezar contra el uso de la denominación de burka, una palabra de origen pastún que ha sido adoptada en todo Europa porque resulta más fácil de pronunciar que otras acepciones quizás más extendidas, como niqab, khimâr o lithâm.  Wassyla Tamzali también declara no sentirse interesada por el origen de esa prenda y que le da lo mismo si fue una desgraciada ocurrencia de Ciro el Grande o de un rey de principios del siglo XX llamado Habibullah el Celoso, y que la adoptó para velar a las doscientas esposas de su harén. Lo que a ella de verdad le interesa es poner las cosas en claro y terminar en lo posible con algunos de los equívocos y mixtificaciones más dañinos y generalizados a lo largo de los debates sobre el burka: "Lo que está en juego aquí no son trozos de trapos, de colores, de formas y longitudes diversas sino visiones del mundo y proyectos de vida diametralmente opuestos".

Y de ahí su violenta reacción contra posturas nada comprometidas, y que encima parecen dictadas por un falso progresismo,  como las de quienes opinan que, al fin y al cabo, se trata de costumbres importadas por gentes "que no son como nosotros, y que si quieren esconder a sus mujeres ello no afecta a la paz social". Esas posturas, unidas a las irrenunciables pugnas hegemónicas entre los principales partidos políticos europeos han provocado situaciones injustas y peligrosas de cara al futuro. Si el tema de la emigración ha sido adoptado por la derecha y la extrema derecha como uno de sus caballos de batalla, la izquierda, automáticamente, se ha creído obligada a oponerse a cualquier medida propuesta por sus contrincantes, lo cual conduce  a situaciones harto paradójicas, pues actualmente, y ello es particularmente cierto en España, propugnar la prohibición de todo tipo de velo es reaccionario e intolerante, y por tanto de derechas. Al mismo tiempo, la demonización del burka suscita consecuencias curiosas, como es por ejemplo la dignificación indirecta del velo, pues en comparación con el "sudario" del burka cualquier otra prenda resulta progresista.

El problema de fondo es que los islamistas más radicales - y no deja de ser preocupante que Tarragona se haya convertido en una especie de cabeza de puente del salafismo más retrógado y beligerante - están utilizando los supuestos símbolos identitarios como armas de combate para imponer su ideología. En los países árabes, los regímenes más o menos militarizados surgidos del poscolonialismo están pactando con los movimientos islamistas radicales con tal de conservar el poder. Y, desde hace algún tiempo, lo mismo está ocurriendo en Europa, y el rechazo o la suavización de las leyes que pretendían prohibir el uso del burka en Bélgica, Francia, Gran Bretaña, Dinamarca o España son una prueba de esa  contemporización que, según  Wassyla Tamzali, no hace sino reforzar a los radicales islámicos a cambio de nada.

De todas formas, y unque sólo fuera por una cuestión de simetría, junto con los debates sobre "la cárcel del burka", deberían entablarse en Europa  debates similares sobre la "cárcel del desnudo" a la que se ven condenadas las mujeres  "del mundo libre". Y así como no hay una sola película española sin su correspondiente escena de cama (qué pretenderán enseñar a estas alturas) basta acercarse a un  quiosco de prensa  para comprobar  que incluso los editores de libretas de crucigramas consideran que para vender es imprescindible poner en la portada mujeres jóvenes y ligeras de ropa.

 El burka como excusa

Wassyla Tamzali

Saga Editorial

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29 de noviembre de 2010
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Citas con la historia

Uno tras otro, unos han bajado y otros han ido subiendo todos los peldaños. No había espacio para la sorpresa. Como si siguieran una hoja de ruta. Los pasos estaban trazados. Inexorablemente. Siguiendo una ley gravitatoria que eleva a unos y hunde a los otros. La lista es larga. Cada una de las causas era suficiente para explicar una derrota, sobre todo cuando se venía de unos márgenes de votos y de diputados estrechos, como ha sido el caso en la última década. Veamos: la dureza de la crisis económica, el vendaval sobre el euro, el retroceso generalizado de la socialdemocracia en toda Europa, la devastadora sentencia del Estatuto, un balance del Gobierno de coalición indefendible incluso para quienes lo han organizado y una campaña sin pulso e ideológicamente errónea. La actuación simultánea de todos estos elementos ha conducido al hundimiento de la izquierda catalana en su conjunto y particularmente del PSC, su componente mayoritaria, en porcentaje y en votos.

Llegamos así a la causa de las causas. Los políticos, sus partidos, como todos nosotros, somos hojas caídas movidas por el viento. Ha empezado un cambio, que no será únicamente en la mayoría del Gobierno y en la presidencia de la Generalitat. Estos resultados electorales son de cambio de época. El centro del mapa parlamentario queda ocupado por CiU, de nuevo una especie de partido país, que ahora duplica o casi a los socialistas en votos, porcentaje y escaños en todas las circunscripciones. El PSC, que hasta ayer era uno de los dos grandes en un sistema de bipartidismo mitigado, se convierte en el más grande de los medianos. Su comportamiento está en sintonía con los resultados que ha cosechado la socialdemocracia en la mayor parte de los comicios europeos recientes. Acompañado de una nueva polarización entre nacionalismos catalán y español. Y de una fragmentación del espacio político, impulsado por pulsiones populistas: el número de formaciones que entran en el Parlament es el mayor de toda su historia. A la vez, se ha producido un brutal desplazamiento hacia la derecha, que se expresa meridianamente en la victoria de CiU en todas las comarcas y en los buenos resultados cosechados por el PP, los mejores en cualquier votación autonómica, preñados de buenas promesas para Rajoy. El cambio ha empezado. Si es de época significa que veremos más cambios. Los resultados señalan como una flecha al Ayuntamiento de Barcelona. Y luego, La Moncloa. La pulsión transformadora también afectará a los partidos, sobre todo a los perdedores. El socialismo catalán tiene ante sí una tarea ingente si quiere frenar la dinámica perdedora. Si no es fácil encajar las derrotas y sacar lecciones rápidamente, más difícil es hacerlo en mitad de una crisis que es quizás existencial para la izquierda. Parte de estas reflexiones también valen para Esquerra, un partido que paga su incapacidad para asumir responsabilidades de gobierno sin abandonar los reflejos de la oposición. Su amargo regreso al rincón es también una oportunidad para madurar. Algo sabe Artur Mas de las ventajas del desierto, sobre todo una vez que se ha conseguido alcanzar la tierra prometida. Las causas del cambio no quedan atrás. Siguen inscritas en la agenda de las tareas del Gobierno. Y de la oposición. La crisis económica y la gestión del Estatuto enmendado por el Constitucional seguirán ahí. Cuando ya no existan esas causas habrá terminado el cambio. Pero el día en que Cataluña empieza a cambiar, histórico para el catalanismo, queda oculto en la maraña de noticias que nos proporciona un mundo agitado. Corea se halla al borde de reanudar la guerra interrumpida en 1953. Los ministros de Economía europeos aprueban la salvación de las finanzas irlandesas, tras una semana de vértigo para el euro y para la Unión Europea. Wikileaks proclama que su nueva filtración de documentos reservados del Departamento de Estado de EE UU significa "la aparición de un nuevo mundo, en el que la historia global quedará redefinida". Incluso un espectáculo deportivo regularmente pautado como es el Barça-Madrid de esta noche activará una vez más nuestras conexiones con la historia, esta señora voluble y caprichosa a la que evocamos con mayor frecuencia y abuso de lo que se merece. Habrá que ver el lugar que ocuparán las elecciones catalanas en los medios de comunicación internacionales: aunque queden arrinconadas por la plétora noticiosa de estos días de noviembre, es fácil deducir la sincronía exacta entre los cambios del mundo y la mutación electoral catalana.

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29 de noviembre de 2010
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Libertadores

Rousseau recomendaba la esclavitud. Ese descubrimiento de Bouvard y Pécuchet es uno de los momentos más graciosos de la novela de Flaubert. Viene a cuento recordar que Flaubert, igual de Baudelaire, sufrió un proceso bajo la acusación de “realismo”, que en la época era sinónimo de “pornografía”. Y el descubrimiento sobre Rousseau lo hacía el propio Flaubert en la revisión de las ideas modernas que se propuso en su novela más ambiciosa. Rousseau, padre de la revolución ilustrada y mentor de los arreglamundos bondadosos que decapitan con todas las de ley, resultaba ser el totalitario con la mayor claque de la historia. ¿Cómo era posible?

Otro ejemplo de totalitario platónico es Huarte. En su dedicatoria del Examen de ingenios a Felipe II se muestra como un arbitrista feroz: para que las obras de los “artífices” tengan la perfección que conviene al uso de la república, propone a la Católica Real Majestad el establecimiento de una ley, de modo que cada cual ejercite sólo aquella arte para el que la propia república lo hubiera designado y tuviese prohibidas las demás, porque, según dijo Platón, ninguno puede saber dos artes. Y, para eso, habría en la república hombres de gran prudencia y saber, que en la tierna edad descubrirían a cada uno su ingenio, y le harían estudiar por fuerza la ciencia que le convenía, y no dejarían ese punto a su elección. De lo cual resultarían los mayores “artífices” del mundo, y las obras de mayor perfección, solo por juntar el arte con la naturaleza. 

La propuesta de la dedicatoria, que insiste en la palabra “república” y en las citas de Platón, daría para ficcionar un régimen universal compuesto por convictos condenados cada uno al arte que le asignara la superioridad de por vida y sin remisión, así se obtendría un mundo mucho más feliz y realista que el recatado artefacto de Huxley. 

Hago memoria de estos totalitarios platónicos, después de leer la poesía de Sponde. Este propagandista “du vrai bonheur”, también archiplatónico para variar, escribió un comentario sobre la traducción latina de Homero, y tradujo a Hesíodo al latín. Lo más llamativo como poeta es su predilección absoluta por la abstracción, en sus poemas sobre el amor y la muerte no hay personas ni objetos, no hay amada ausente, sino ausencia platónica, no se muere nadie, sólo se tamborilea una defunción abstracta en largos jipíos soneteados. El teólogo Bèze le hizo una reseña laudatoria y Sponde entró en la jovial jerarquía calvinista. Cuando Enrique el Bearnés —el del famoso peritaje “Paris vaut bien una messe”— decidió dejar el calvinismo y convertirse al catolicismo, Sponde le dedicó un memorial de tropecientas páginas para que no lo hiciera, y luego, en vista del éxito, fue el propio Sponde quien se pasó al catolicismo, el partido de los que asesinaron a su padre por calvinista, y para explicarlo redactó otro informe más copioso aún, que quedó inconcluso pese a sus más de ochocientas páginas. Según d’Aubigné —otro alegre poeta calvinista que tenía a Sponde por el mayor traidor jamás habido—, Florimond de Raemond, el historiador partidario de prohibir el canto a las mujeres, envenenó a Sponde y, como compensación, escribió un bello relato sobre sus últimos momentos. Admirables libertadores platónicos.


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29 de noviembre de 2010
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Entre monjas y putas

 

 

Las soledades nos asemejan. Los solitarios se parecen. Son una misma patria. Son de tierra de nadie, un lugar que algunas veces hemos visitado, que otras muchas sentimos como nuestro barrio, el sitio de nuestros recreos, la calle que está a la vuelta de la esquina. Y en la esquina, en la calle, en la puta calle, se pasean las prostitutas. Otras, las más privilegiadas por estatus, que no por soledades o compañías, se esconden en lugares cubiertos, en espacios, más o menos sórdidos, que no se diferencian mucho de los conventos. "Conventillo" dicen en Argentina a lugar prostibulario.

Hace tiempo escribí sobre ellas. Sobre putas. Y también sobre esas recluidas en conventos, esas mujeres que fueron novicias o monjas tantas veces a su pesar y que .fueron uno de los mayores objetos de deseos para los buscadores de amores furtivos, complicados, prohibidos. Ahora vuelven a mi recuerdo, no por frecuentador, sino por ese vicio que no me abandona.

Estoy ante dos libros que hablan de unas y de otras. Uno son poemas de prostitutas chinas. Una antología que publica "Visor" sobre poetas que escribieron desde su condición, en sus burdeles, entre sus soledades. Hay muchas, muy desiguales, emocionantes, débiles o fuertes, solitarias o mundanas. Una del siglo XVII fue Wang Wei, vagabunda, prostituta, amiga de poetas, de pintores, casada, enviudada y monja taoísta. Una prostituta que fue reconocida poeta y escritora. Me gusta como cuenta esa insoportable ausencia del amado. ¿Alguien pensaba que las putas no se enamoraban?

Un corto poema llamado "¿Se abren ya las flores del ciruelo?"

"Al despedirnos, él me ha citado

para cuando se abran flores del ciruelo.

Anoche le eché de menos.

Me levanté y salí al patio a ver el árbol"

 

El otro libro es de un viejo conocido. Un clásico del amor y las soledades. Un maestro de la aventura y la fuga. Un "enamorado del amor"- como lo llama su traductor Mauro Armiño- que es capaz de descubrir el amor eterno en cada mujer que ama. El "nuevo libro" se llama "Mis aventuras con monjas", de Giacomo Casanova,  autor de ese clásico llamado "Historia de mi vida" que la editorial Atalanta dignificó para nuestro placer lector. Las memorias son un monumento de la vida cotidiana, culta y golfa del siglo XVIII. Y estas historias eróticas con monjas son parte de algunas de las mejores aventuras de su existencia. No había mayor deseo que el de la conquista de una de esas mujeres- "esposas de Cristo"- que tantas veces a su pesar tenía que penar y perder su juventud en conventos no deseados.

El burlador de Venecia supo que sus grandes y más complicadas conquistas, sus grandes "premios" como seductor estaban en los conventos. Toda una lección del maestro de seductores. Teoría y prácticas del amor. De un amor que fue muchas veces verdadero. Sin dejar de ser hábil cazados, estratega y paciente. Las imprudencias terminan con el amor.

"El amor sólo se vuelve imprudente cuando está impaciente por gozar; pero cuando se trata de conseguir que torne una felicidad a la que funestas circunstancias han puesto trabas, el amor ve y prevé lo que puede percibir la más sutil perspicacia".

Escribo, y leo, al lado de la Plaza de Tirso de Molina. Le recuerdo, fue ese fraile que supo de la vida y sus pasiones. De conventos y libertinos. Escribió esa historia de un Don Juan que llamó "El burlador de Sevilla". Hoy sigue en su plaza. Esa que se llamó Plaza del Progreso. Hoy es Tirso y sus circunstancias.

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28 de noviembre de 2010
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