Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Los 10 libros de "Babelia"

El libro del 2010. Foto: hablando del asunto El suplemento Babelia ha hecho una elección de los 10 libros del año, cuyo resultado nace de una encuesta entre 55 críticos y especialistas en literatura. Una vez cotejados los votos, el libro ganador es Verano de JM Coetzee, editado por Mondadori. Son 10 lugares, aunque en el décimo aparece un triple empate. El resultado de la encuesta, con los 10 mejores en orden de puntuación, aparece adelantado en el blog Papeles Perdidos: 1- Verano, de J. M. Coetzee (Mondadori)2- Poesía reunida, de William Butler Yeats (Pre-Textos)3- Blanco nocturno, de Ricardo Piglia (Anagrama)4- El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa (Alfaguara)5- El amor verdadero, de José María Guelbenzu (Siruela)6- Retratos y encuentros, de Gay Talese (Alfaguara)7- Algo va mal, de Tony Judt (Taurus)8- Dublinesca, de Enrique Vila-Matas (Seix Barral)9- Tarde o temprano. Poemas 1958-2009, de José Emilio Pacheco (Tusquets)10- Esencia y hermosura. Antología, de María Zambrano (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores)Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente (Anagrama)Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri (Salamandra).

Leer más
profile avatar
22 de diciembre de 2010
Blogs de autor

I. ¿Estado policíaco?

Vi una foto en uno de los diarios de Managua que me parece inquietante. Unos jóvenes protestan delante de una fila de soldados del Ejército de Nicaragua por la aprobación de unas leyes que están siendo discutidas en la Asamblea Nacional, muy inquietantes también: la ley de Defensa Nacional, y la Ley de Seguridad Nacional.

            Protegido detrás de la fila de soldados, un individuo vestido de civil, toma fotos a los muchachos que protestan. No es un fotógrafo de ningún periódico ni medio de comunicación. ¿Quién es? ¿Por qué toma fotos a quienes ejercen su derecho ciudadano de protestar?

            ¿Para qué servirán esas fotos? ¿A qué  archivo irán? No se les fotografía de manera inocente. ¿Hay ya en Nicaragua un registro secreto de quienes protestan en las calles, de quienes expresan sus criterios en los periódicos, de quienes se oponen al régimen?

            También hay otra foto de soldados del Ejército que vigilan en plena calle una manifestación pacífica de ciudadanos, que protestan en contra de esas mismas leyes. ¿Por qué soldados, que tienen que estar en sus cuarteles, salen a la calle a vigilar a manifestantes? ¿Esas leyes en discusión anuncian acaso que tendremos al Ejército en las calles para controlar los movimientos de la gente que se expresa, como en sitio militar?

Leer más
profile avatar
22 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Vila Matas defiende "El Virrey"

Librería El Virrey en Dasso Hace unos meses, me dijeron que la librería El Virrey iba a tener que cerrar o mudarse de local, pues la calle Dasso se había revalorizado mucho y el dueño del local buscaba alquilarlo a una actividad más lucrativa que los libros. Un banco, al parecer, ha sido el elegido. ¿Puede competir en alquiler una librería con un banco? Obviamente que no. Pero cerrar el hermoso local de ?El Virrey? (que hace unos años fue remodelado completamente) es una lástima enorme, en especial para quienes asistimos a la calle Dasso desde hace décadas y siempre fue sinónimo de ?libros?, es decir de una felicidad enorme. Ahora se anuncia el cierre y cambio de local. Parece imposible. Enrique Vila Matas comenta desde España lo lamentable de este cierre  Dice la nota:

En Lima es noticia siniestra de estos últimos días que la especulación inmobiliaria va a cerrar El Virrey, legendaria librería. Hace tres años, sin haberla visitado nunca, escribí un texto de añoranza por lo no vivido, hablé de mi melancolía por no haber pisado esa librería peruana, lugar al que una fuerza enigmática me arrastraba. Pero este verano, por fin, la conocí. Fui una noche con Enrique Prochazka y Gabriel Ruiz Ortega y descubrí que, como en un juego de cajas chinas, en el interior de El Virrey había otra librería, llamada Sur, una librería de viejo, y en ella encontré una primera edición de la siempre para mí entrañable Antología negra,de Blaise Cendrars, ?traducida del francés por Manuel Azaña? (Cenit, 1930) Al poco de haber vuelto a Barcelona con el antiguo ejemplar, me encontré con la sorpresa de que acababa de salir en Madrid, manteniendo la traducción de Azaña, una documentadísima edición crítica de Jesús Cañete de Antología negra (Árdora). Hablo de sorpresa porque hasta pisar El Virrey nunca antes había visto la Antología en ninguna otra edición que no fuera la original francesa, y ahora de golpe tenía ante mí dos ediciones españolas del libro, la más vieja y la más nueva. La más nueva llegaba con aportaciones de Tomás Segovia, el apoyo entusiasta de Emilio Sola, y con una conferencia, Sobre la literatura de los negros, que Cendrars dio en 1925 en la Residencia de Estudiantes, con notable éxito entre los jóvenes artistas madrileños que vieron en él a un tipo ?rápido, desenfadado, entusiasta y seco, rítmico y entrecortado, o roto como música de jazz band?. Desde este verano, Antología negra me evoca a El Virrey y desde hace unos días también su tragedia, comentada por Ariel Segal en La República: ?La librería fundada por la pareja Sanseviero en 1973, y ampliada por sus hijos con anexos que incluyen la librería anticuaria Sur -con anaqueles repletos de obras antiguas, grabados, mapas y manuscritos-, es una institución que, por definición, debería ser preservada en el lugar en el que fue instituida?. Para Segal, El Virrey debería pasar a ser ?patrimonio cultural de la nación peruana? y esta sería una forma de salvar un lugar que supo entroncar con la tradición de las antiguas librerías de la vieja Lima. Pero nada indica que la sensata idea de Segal vaya a prosperar. El drama de El Virrey es, a este otro lado del Atlántico, el de tantas de nuestras librerías de la vieja escuela, que día a día se van convirtiendo en símbolos de una lucha por la supervivencia de ciertas formas y estilos. El combate es duro en medio de un panorama severo, pero es una lucha que, como el rayo, nunca cesa.

Leer más
profile avatar
22 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Tania es mucha Tania

Imagen tomada de http://www.atlantico.net/ - Foto: nuria curras. Recuerdo muy bien aquella jornada de la Bienal de La Habana, en la que Tania Bruguera instaló un par de micrófonos para que cualquiera pudiera disfrutar de su minuto de libertad en el podio. Poco tiempo después, esta artista irreverente y universal se fue a Colombia y conmocionó a todos al repartir ?a manera de performance? cocaína entre su público. En Cuba, nos regaló una dosis intensa de opinión sin mordazas; en Bogotá los contrastó a ellos con la evidencia de la droga, principio y fin de muchos problemas en esa nación. Las autoridades colombianas respondieron escandalizadas, pero al final aceptaron que el arte es así de transgresor. Sin embargo, a algunos de los que aquí participamos en El susurro de Tatlin se nos sigue impidiendo entrar a un cine, a un teatro, a un concierto cualquiera. Hace una semana supe que Tania ?nuestra Tania? ha decidido fundar un partido de inmigrantes con sede en New York y Berlín. La nueva entidad está pensada para la defensa de esos que siendo niños llegaron a tierra norteamericana y hoy se sienten en peligro de deportación, pero también quiere enfocarse en los yugoslavos sin papeles que habitan en Madrid, los nigerianos que se esconden de la policía en París o los tamiles que falsean su pasaporte para quedarse en Zürich. Su nueva obra de arte-política se basa en aquellos a quienes los sueños personales, las estrecheces económicas, la guerra, la reunificación familiar o las desiguales condiciones de este mundo, los han empujado a instalarse como indocumentados en otro país. Declaro que he tenido el impulso de militar en ese partido de inmigrantes, pues once millones de cubanos somos segregados en nuestra propia nación con trozos de territorio a los que no tenemos acceso, cruceros que surcan nuestras aguas sobre los que están prohibidos los pasaportes nacionales, tierras que se dan en 99 años de usufructo sólo a quienes pueden demostrar que no han nacido aquí y empresas mixtas para gente que habla con la ?zeta? o dice ?Madame? y ?Monsieur?. Encima de eso, nos imponen fuertes restricciones para entrar y salir de nuestras fronteras, restricciones que evocan a la garita donde retienen a los ilegales en un aeropuerto. Hay momentos en que uno siente que nuestra nacionalidad es como una visa vencida, una tarjeta de residencia caducada, un permiso de estancia que cualquier día nos pueden revocar.

Leer más
profile avatar
21 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Los mercados

Decimos, dicen: los enemigos son los mercados. ¿Qué mercados? ¿Dónde están? ¿Por qué son nuestros enemigos y nos atacan? ¿Qué podría detenerlos o disuadirlos? Preguntas todas carentes de toda pertinencia.

Lo característico del mercado es su abstracción. Pero además, lo capital del mercado, es su abstracción central y gradualmente global. Los mercados pueden ser nuestros enemigos pero o también pueden transformarse en amigos y permitirnos  prosperar. La naturaleza del mercado, siendo en apariencia tan abstracta,  pertenece al orden de lo inefable y a lo inasible y a lo fatal. También, efectivamente, forma parte de lo inexplicable de este mundo porque de otro modo, siendo parte del pensamiento lógico, podría establecerse negociaciones, diálogos para  hacerle entrar en razón.

Sin embargo, la razón que nos hiere o nos mata a través de su conducta bárbara forma parte de su organismo excéntrico. Los mercados enloquecen y los mercados nos hacen libres. Nos esclavizan en sentido moral pero nos hacen libres en sentido político, nos destruyen en sentido humano  pero nos construyen en sentido económico. O nos destruyen en todos los aspectos igualmente que nos edifican sin pausa.

Lo característico, en fin, del mercado es su aparente independencia, su dura autonomía  su implacable sinrazón. Gracias precisamente a esta sinrazón de primer grado, inflexible, creemos en ellos. Los odiamos o los amamos sin saber qué amamos o no pero siendo su efecto tan terrible como la mano de Dios los tememos. Los tememos y contiguamente los respetamos. Son nuestros enemigos pero no conocemos dónde se encuentran con exactitud y para neutralizarlos no podemos hacerlos parar. Operan, de hecho, como si no existieran puesto que nadie conoce la fórmula para delimitarlos y, a continuación, desintegrarlos. Nadie conoce su paradero mortal que como un ser inmortal se halla por todas partes y en ninguna. Pero  no conocer su paradero les permite seguir funcionando con la mayor libertad y dentro de ella hacernos sentir libres. Moribundo pero liberados. Esclavos pero manumitidos,  pervertidos moralmente pero inducidos a compartir el pan y la sal.

La paradoja de los mercados, buenos y malos al mismo tiempo, explotadores y liberadores, verdaderos y falsos, productores y especuladores, es que convierten su neta identidad en transparencia y su presencia en una ausencia. Actúan desde lo invisible para hacerse sentir y desaparecen en lo invisible tal y como si no necesitaran lugar alguno donde asentarse. La ausencia del mercado sería nuestra perdición y, paradójicamente su crónica ausencia garantiza su  perduración. 

Leer más
profile avatar
21 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Zombis

Hace un par de años el dueño de una librería de comics me recomendó The Walking Dead. No me convenció. Los zombis son personajes con los cuales se puede hacer muy poco (no hablan, no piensan, apenas se mueven); pensé que el interés de la cultura popular en ellos no duraría mucho. Pero luego vinieron libros como Orgullo y prejuicio y zombis, películas como Zombieland, y hoy la serie televisiva de moda es la adaptación de The Walking Dead. Los zombis están por todas partes.

El teórico esloveno Slavoj Zizek ha intentado entender el porqué de este fenómeno. En Looking Awry, Zizek argumenta que los muertos vivientes son "la fantasía fundamental de la cultura popular contemporánea". Según él, los muertos vivientes regresan porque algo ha fallado durante su entierro. Los ritos fúnebres son la forma que tenemos de inscribir simbólicamente a los muertos dentro de una tradición, hacer que sigan viviendo con nosotros; como algo ha fallado en este proceso, el regreso es un intento de cobrar esa deuda simbólica. Zizek diferencia entre deseo e impulso y menciona como ejemplos a Antígona, al fantasma del padre de Hamlet y a los zombis de George Romero; estos muertos no desean sino que tienen un impulso, una demanda, un requerimiento. Sólo podrán volver tranquilos a la muerte una vez que se cumpla su demanda.

Las ideas de Zizek no siempre funcionan cuando los muertos vivientes aparecen a escala masiva, en las narrativas apocalípticas. De hecho, parecería que el apocalipsis hace ver a los sobrevivientes de otra manera, como si ellos fueran los verdaderos "muertos vivientes"; eso ocurre en Zombie, la novela de Mike Wilson, y en The Walking Dead. En Zombie, el apocalipsis nuclear hace que sólo queden vivos unos cuantos adolescentes en un barrio otrora privilegiado de Santiago. No hay zombis literales en la novela, pero la metáfora funciona: enfrentados con tanta destrucción, los adolescentes comienzan a verse a sí mismos como muertos en vida. En The Walking Dead hay zombis por todas partes, pero el verdadero peligro se encuentra entre los mismos sobrevivientes. El deseo parece ser más peligroso que la demanda.      

Hay consenso en señalar a George Romero como el más influyente creador de la versión contemporánea del zombi. Agregaría los nombres de dos escritores: Richard Matheson y H. P. Lovecraft. Curiosamente, ninguno de ellos utilizó la palabra "zombi" en sus obras. En Soy Leyenda (1954), Matheson se adelantó a todas las narrativas apocalípticas de plagas y de hombres solos contra el mundo; Robert Neville debe enfrentarse a estos hombres sin cerebro que lo rodean y que son puro impulso asesino. Los muertos vivientes de Matheson son vampiros venidos a menos; la conexión es directa entre el vampiro como el verdadero "no muerto" y estos muertos en vida. Matheson se pierde en explicaciones científicas, pero sus vampiros degradados serán la base para los "ghouls" de Romero.

Lovecraft escribió varios cuentos relacionados con el tema de los muertos vivientes; "Herbert West, Reanimator" (1922) es el mejor. La obsesión del doctor West es "superar artificialmente la muerte"; al principio se trata de un medio para un fin, pero luego esto se convierte en un fin en sí mismo. Una vez que no encuentra cadáveres para sus experimentos, se pone a usar "especímenes que habían estado vivos cuando los consiguió". Al final, en una escena escalofriante y magnífica, los muertos vivientes, inexpresivos y silenciosos, con movimientos espasmódicos, regresan en busca del doctor, "como autómatas guiados por un líder con cara de cera" (aquí, Zizek vuelve a tener razón). Son una "horda grotescamente heterogénea... humanos, semihumanos, una fracción de humanos y no humanos". West es despedazado, y el líder, que lleva un uniforme de militar canadiense (estamos en los años de la primera guerra mundial), se lleva su cabeza mostrando por primera vez una "emoción visible". Por lo visto, hacia 1922 Lovecraft fue capaz de imaginar cuál sería la fantasía fundamental de la cultura popular de nuestros días.    

(La Tercera, 20 de diciembre 2010)

Leer más
profile avatar
20 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Ya suenan los claros clarines

Es bastante agradable consumir el día del domingo en leer un grueso volumen sobre música, "La imaginación sonora" de Eugenio Trías, mientras por la radio van fluyendo pieza tras pieza y te sorprenden una y otra vez con algo inesperado.

A veces se dan coincidencias rotundas. Debo decir que cuando he llegado al último capítulo, el que se titula "Coda filosófica", donde Trías expone y resume algunos de los misterios más insondables de la música que han ido apareciendo a lo largo del libro, sonaba en la emisora nacional la adaptación para orquesta que hizo Weingartner de la Grosse Fuge de Beethoven. Era una coincidencia astral, pitagórica, especialmente hermosa porque la letra empujaba a la música y Beethoven empujaba a Trías. Un baile.

    En este segundo volumen nuestro filósofo vuelve sobre algunos compositores que en el anterior se le habían quedado en el cajón, pero lo presenta casi como una historia de la música, de Josquin Des Prés a Ligeti y Scelsi cuyo capítulo es de esencial lectura porque contiene algunos de los elementos principales de la apreciación musical de Trías, la cual es tan generosa, tan amplia, incluye tantísimos autores y tan diversas formas, que uno acaba convencido de que también le gusta La Parrala, aunque de modo distinto y por lo tanto no la trata. En su análisis de Scelsi vienen los datos más relevantes sobre lo que podríamos llamar "una escucha eugenésica", ¿o sería mejor decir "triásica"?

    En el inicio y en el final, sin embargo, Trías se asoma al abismo de la significación musical y es en esos dos momentos en los que me parece más entusiasta. Un entusiasmo que se contagia porque he tenido la tentación de descolgar el teléfono y empezar a preguntarle cosas sin darle tiempo a reponerse. No obstante, como sé que no descuelga el teléfono ni que le llame Wagner, no lo he hecho, pero las preguntas son acuciantes.

    Como es bien sabido, Trías sitúa el origen mismo de nuestra capacidad musical (un enigmático logos musical) en el momento previo al nacimiento, en la vida intrauterina. Allí, mientras flotamos por unos meses en el líquido amniótico, se produciría ya una separación entre ruidos y sonidos. De darse tal separación estaría todo el juego resuelto: si a nuestros oídos fetales llegaran unos entes desagradables que de inmediato clasificamos como "ruidos" y los podemos diferenciar de otros que son más bien agradables a los que llamamos "sonidos", allí, en ese momento previo a todo entendimiento, ya hemos unido unos entes sonoros a la significación y dejado fuera a otros que irán al archivo de lo que "no dice nada". Los ruidos serían sonidos sin sentido, inútiles y fatigosos.

El ejemplo que propone Trías (con apoyatura científica) es el de la voz materna que el recién nacido reconoce a los pocos días de venir al mundo, cuando carece de todos los restantes sentidos. Aquel amasijo ciego y torpísimo, parece que inclina la cabeza repetidamente en dirección a la madre en cuanto ésta habla. En el principio, por lo tanto, estaría el sonido y nuestro oído buscaría ese proyecto de mundo antes incluso de abrir los ojos.

    La propuesta es sumamente ambiciosa y se asemeja a la de Chomsky en el terreno lingüístico. Por decirlo de un modo brutal, así como naceríamos siendo ya seres lingüísticos, si aceptamos la propuesta de Trías naceríamos siendo músicos. Lo cual, desde luego, explicaría que no se dé en el mundo, ni se haya dado, sociedad alguna que no tenga como componente primordial la danza.

    En fin, habría muchas más preguntas, pero a lo mejor sí que me acerco al teléfono y le invito a un baile.

Leer más
profile avatar
20 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Los amigos involuntarios

Escribo este comentario de ‘La red social’ en tanto que enemigo de las redes sociales. Cuando empezó el invento me sentí intrigado al recibir la solicitud de tantos desconocidos que querían ser amigos míos en ‘facebook’, pasando después a sentirme halagado al ver que las solicitudes iban aumentando sin que yo hubiera respondido a ninguna; al fin y al cabo, como Tennessee Williams le hizo decir a su personaje de Blanche Dubois en una de las frases más memorables de la literatura del siglo XX, nuestra vida depende en gran medida de “la amabilidad de los extraños”. Me gustó menos la cosa cuando recibí invitaciones de amigos a los que yo ya tenía por medios más íntimos y directos localizados, fotografiados, perfilados e informados -siempre que yo lo deseara- de mis andanzas o desvelos. He ido sistemáticamente borrando todos esos mensajes bienintencionados, y hoy mi vida trascurre no más infeliz que antes sin ser miembro de ninguna red social, mientras que a mi alrededor empiezo a oír las quejas de los atrapados en un torbellino de intromisión y abuso que dicen no haber previsto; algo muy parecido a los lamentos que los fumadores históricos profirieron al advertir el peligro fatal de su despreocupada adicción. La decepcionante película de David Fincher sobre el nacimiento de ‘Facebook’ tiene algo muy de agradecer: resalta el empalagoso espíritu adolescente de unos sucesos verídicos. De hecho ‘La red social’ puede leerse en primera instancia como un ‘campus romp’, es decir, una de esas comedias tontas y trepidantes sobre una camada de universitarios yankis que lo que más concienzudamente estudian es cómo ligar con las ‘tías buenas’. Es uno de los (sub)géneros más cargantes del último Hollywood, y el guionista y su director, tratando sin duda de ennoblecerlo, lo han mezclado con otros dos de mayor alcurnia, la saga de fundación de grandes empresas y el drama judicial. El combinado resultante lo empeora todo. Se piensa en ‘Gigante’, el clásico de George Stevens, o en ‘Pozos de ambición’, la extraordinaria película de Paul Thomas Anderson, y, más allá de la diferencia entre la épica del oro negro y la anecdótica de la página web, se advierte la decadencia del procedimiento narrativo, también evidente en las tediosísimas escenas de la vista del caso denunciado, que, celebrándose a puerta cerrada en un despacho, carece además de público encrespado, de abogados histriónicos haciendo teatro ante el jurado y de parsimoniosos jueces con toga. También se intenta, aunque de un modo discontinuo, recordar que todo es histórico, los hechos y los nombres, apareciendo las horas y los días precisos al borde del fotograma, como en el cine de desembarcos de la segunda guerra mundial. Tampoco esa argucia redime la banalidad dominante en este producto. Lo curioso es que ‘La red social’ viene avalada por dos nombres de prestigio, el de Aaron Sorkin, que ha escrito el guión a partir de un libro de éxito, ‘Multimillonarios por accidente’, de Ben Mezrich, y el de David Fincher, que dirigió un thriller psicopático excelente, ‘Se7en’ (1995), y hace poco dio lustre formal a la enrevesada y excesivamente alargada peripecia de un personaje inventado por Scott Fitzgerald (‘El curioso caso de Benjamín Button’, 2008). Está claro que ambos han trabajado por encargo, y eso, que en la historia del cine americano no impidió la creación de títulos magistrales, ahora equivale habitualmente a obras trilladas de mayor o menor empaque superficial. Fincher narra con soltura, no faltaría más, pero tener que filmar una escena tan ñoña como la de la regata real de Henley es duro para quien fue visto al debutar en los años 1990 como una de las grandes esperanzas de la renovación de Hollywood. Algunos exaltados aún le siguen dando un crédito a mi modo de ver injustificado. Lo que me sorprende menos es lo de Sorkin, que se beneficia de ese exagerado renombre que tienen las series de la televisión norteamericana por cable; siempre sospecho que tal entusiasmo lo expresan por lo general quienes no van al cine y consumen la ficción fílmica a través de dichos programas, rutinariamente rodados y con una carga de atrevimiento sexual y causticidad política que destaca -me parece- más de la cuenta cuando se experimenta en la sala de estar del domicilio propio. La fama de Sorkin se asienta sobre todo en sus guiones de ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, de ninguna manera superiores al de numerosas películas sobre el trasfondo de las altas esferas del poder; pienso, por poner sólo un ejemplo, en ‘La cortina de humo’ (‘Wag the Dog’), un espléndido guión de David Mamet que dirigió Barry Levinson. Tanto las humoradas del libreto de ‘La red social’ como el diseño de los personajes quedan raquíticos. O quizá, pensándolo mejor, quedan al mismo nivel de puerilidad y falta de sustancia que marca la escritura, los foros de opinión y las amistades cibernéticas.

Leer más
profile avatar
20 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Cólera de padre

 

 

La religión con más éxito de crítica y público en el último par de milenios argumenta un dios que se siente vejado por los hombres, seres de su hechura, y decreta, en desagravio, que ejecuten a su hijo. Los adoradores de la divinidad esquizofrénica multiplican la escena del sacrificio expiatorio en la figura patibularia más ubicua y famosa del mundo. Esa religión tan divertida se apropió del senil imperio romano  y dominó durante dos mil años en los países de la lógica y la civilización.

De modo que matar al hijo porque el padre se siente más o menos ninguneado, no es ya la acción repulsiva y lamentable que aparece con cierta recurrencia en la crónica de crímenes —en España se han cometido veinte este año— sino que pertenece al acervo religioso más rancio. Antecedentes históricos de tan bella gesta se hallan en la estela del rey Mesá de Moab y en la Biblia. El ingreso de Yahvé en la literatura universal puede verse en el Louvre, al inicio de la décimoctava línea del texto inscrito en una lápida de basalto negro, hallada en el inolvidable verano de 1868, en Dhiban, por un misionero de la religión patibularia e inmediatamente rota por los beduinos, en muestra de severa crítica literaria. Los arqueólogos recuperaron los fragmentos y la estela es hoy legible en el museo parisino. 

En peculiares caracteres fenicios y lengua moabita, que es hermana de la hebrea, Yahvé hizo su ingreso en el mágico mundo escrito como un dios derrotado por su colega Kemós quien, no contento con tomar sus ciudades y exterminar a sus fieles, se apropió de sus vasos sagrados.

Los moabitas eran tribus establecidas al Este del Mar Muerto y emparentadas muy de cerca con los israelitas. El Deuteronomio estipula, en su estatuto de pureza de sangre, que los hijos de israelita y moabita serán excluidos de la comunidad incluso después de la décima generación. Estos odios tan estupendos sólo se consiguen cuando hay estrecha vecindad y semejanza. La estela del rey Mesá dice que los israelitas habían humillado mucho tiempo a los moabitas a causa de que la ira de Kemós ardía contra Moab. Pero un buen día estalló la ira de Kemós contra Israel y las cosas cambiaron. Los moabitas tomaron una decena de ciudades israelitas y se llevaron los vasos de Yahvé para el menaje sagrado de Kemós.

La versión hebrea es más de dos siglos posterior. Mientras la estela del rey Mesá es de mediados del siglo IX a. C., la redacción de las partes más antiguas de la Biblia data de finales del VII, cuando el reinado del piadoso Josías. Antes no era posible redactar una Biblia porque no había suficiente piedad nacionalista. Israelistas y moabitas se mezclaban sin mayor miramiento. Salomón, por ejemplo, tenía una esposa moabita y había erigido en Jerusalén un templo a Kemós el iracundo, dios nacional de Moab, edificación abominable que destruyó el piadoso Josías.

Y no sólo eran los moabitas del todo semejantes a los israelitas, cosa odiosa, sino que también lo eran sus dioses, que marchaban igualmente al frente de los ejércitos y tenían idénticos arrebatos de cólera. En la estela de Mesá y en la Biblia se encuentra parejo uso de herem (dedicación a la muerte), piadoso término de guerra santa que indica la práctica de consagrar a la destrucción el botín y matar en holocausto a todos los supervivientes enemigos. 

Cuentan las crónicas de la monarquía israelita que Mesá, rey de Moab, dejó de pagar tributo a Israel. Hubo que arrasar sus ciudades y talar sus campos, no sin antes escuchar la asesoría del profeta Eliseo quien cantó, acompañado de su tañedor, que Yahvé les anunciaba la victoria. Tras bendita destrucción del país moabita, sitiaron la ciudad de Kir-Hareset donde estaban reducidos los resistentes con su rey. Éste intentó romper el cerco al frente de sus hombres armados y, cuando vio que no era posible, sacrificó a su hijo y heredero en lo alto de la muralla, a la vista de todos, en sagrado holocausto. Este pasaje bíblico (2 Reyes, 3, 27) es una de las raros testimonios explícitos de una práctica inveterada y recurridísima: el padre sacrifica una parte muy señalada de su propiedad, como ejercicio supremo de invocación mágica. El efecto fue fulminante y los israelitas se retiraron.

Las traducciones canónicas de este pasaje suelen sugerir piadosamente una pseudosensibilidad ajena al texto y al contexto. Jerónimo dice en la Vulgata: Et facta est indignatio magna in Israel, statimque recesserunt ab eo. Lutero lo copia tal cual: Da kam ein großer Zorn über Israel, daß sie von ihm abzogen. Tampoco la versión de King James se aparta gran cosa: There was great indignation against Israel: and they departed from him. Parece como si los israelitas se indignaran ante el inhumano (?) espectáculo y se marcharan, cosa un tanto contradictoria porque la correcta indignación humanitaria incitaría a la detención del desalmado parricida, siempre presunto, para leerle sus derechos y llevarlo ante un tribunal. En King James y las versiones modernas se habla de una indignación contra Israel que ocasiona su marcha, se diría que es la cólera de algún innominado testigo colectivo, eso que ahora llaman opinión pública, que se escandaliza porque los israelitas sitiadores han llevado a la desesperación enajenante al rey Mesá. Pero, a la vista de la sucesión narrativa, nada de eso es sostenible porque el rey oficiante ejecuta algo que el autor bíblico sabe bien conocido por sus lectores: invoca a su dios mediante un sacrificio supremo que consiste en matar al hijo.

En la ciudad de Jerusalén, Salomón, el rey cosmopolita que daba templo a todo dios que le proveyera mujer o bien fungible, había dispuesto el servicio público municipal de unos quemaderos donde los cabezas de familia piadosos pudieran inmolar cómodamente a sus primogénitos en honor de Molok. 

Y Yefté, piadoso juez de Israel, fue célebre por sacrificar en holocausto a su única hija en honor de Yahvé, para agradecerle su victoria sobre los adoradores de Kemós. Hasta el bueno de Händel quedó impresionado y le dedicó un hermoso oratorio. 

En ese alegre contexto donde los hombres infligen a su dios las funciones de padre matahijos, no tiene nada de raro que Yahvé exija que Abraham le sacrifique a Isaac, ni que decrete la ejecución de su hijo Jesucristo a causa de lo paternalmente enfadado que está con la humanidad. Cioran, siempre optimista y navideño, dice que hoy seríamos totalmente diferentes si la era cristiana se hubiera inaugurado con la execración del creador.


Leer más
profile avatar
20 de diciembre de 2010
Blogs de autor

Moscú-Petushkí

Según va coligiendo el lector mientras avanza por una prosa que es lo más parecido a un campo de minas, Venya, un alter ego del propio Venedikt Eroféiev  que cuando éste se pone sentimental acerca de sí mismo pasa a ser Vienichka, trata de trasladarse desde la estación Kursk, en Moscú, hasta Petushkí, un distrito de la provincia de Vladimir Oblast situado a tan sólo 175 kilómetros de distancia.En teoría, tiene que ser un viaje sencillo y sin sobresaltos. Pero quiá. Para cuando Venya, Vienichka, logra subirse al tren después de una noche atroz y víctima de una resaca todavía peor, incluso un lector abstemio y poco dado al trago duro se ya habrá convertido en un especialista en la infinita variedad de vodkas al alcance del moscovita medio, con la particularidad de que una vez iniciado el viaje va ser minuciosamente informado acerca de la indispensable provisión de licores que se necesitan para el trayecto, aparte de una disparatada serie de recetas para la fabricación de mejunjes que llevan nombres tan sugestivos como "Bálsamo de Canaán", "Lágrima de chica Kommosol" o "Entrañas de hijoputa". O sea, sí, en efecto, es un discurso alcohólico irredento en el que fácilmente se distingue la atormentada alma rusa. Por ejemplo cuando exclama desolado:"¡ Oh vanidad de las cosas!¡Oh fugacidad de las cosas! ¡Ah horas de impotencia e infamia en la vida de mi pueblo!". Teniendo en cuenta que el autor vivió aplastado y perseguido por el aparato soviético y que su libro sólo pudo circular clandestinamente de mano en mano, ¿a qué se debe el desgarrado lamenta que entona en nombre de su pueblo?. Él mismo se apresura a aclararlo: está hablando de "esas horas que van desde el amanecer hasta que abren las licorerías", insufrible travesía del desierto que no tardará en escenificar cuando, sólo con vistas a poner fin a la descomunal resaca que le ha dejado una noche de borrachera culminada en un portal, pide en el restaurante de la estación una copita de jerez, nada de vodka o aguardiente, sólo una copita de honrado jerez y es sacado a patadas del recinto.

Este recurso a lo sublime para hablar de lo grotesco como forma encubierta de hacer una crítica despiadada de lo más sagrado para el poder dominante es un continuo, y de ahí que sea una prosa parecida a un campo de minas. Así, y cuando sólo hemos llegado al kilómetro 33, se lanza a un apasionado discurso que tiene como finalidad ofrecer una receta para provocarse el hipo pero no de una forma  cualquiera sino, por usar la expresión de Kant, an sich, o sea, en uno mismo, o provocarlo en otro pero en interés propio, es decir, für sich, siempre según Kant. Cuando a continuación se embarca en las distintas clases de anchoa (noruega en salazón picante o dulce, aunque también vale en tomate) que es preciso ingerir alternándola durante varias horas con dos variedades de aguardiente y una de vodka, resulta difícil adivinar  que está montando el armazón teórico con el que lanzar una crítica feroz del materialismo histórico, ello sin dejar en ningún momento de hablar del hipo.

Quienes hayan vivido largos años bajo el franquismo no tendrán dificultad en reconocer el acento de desesperación que resuena en esta prosa disparatada, ni tampoco la clase de hallazgos, asimismo desesperados, que surgen como vía de escape frente a una realidad tan opresiva, castrante y mojigata como era la que por lo visto les gustaba a Breznef y Franco. Que vaya pareja, ya que salen.

La persecución contra Venedikt Eroféiev (1938-1990) duró casi hasta el último de sus días, ya que su Moscú-Petushkí, sólo se publicó en Rusia en 1989, es decir, en plena y prometedora perestroika de Gorbachov, aunque a él la promesa llegó demasiado tarde porque para entonces ya había sido operado del cáncer de garganta que acabaría con él un año más tarde pero, eso sí, sin haber bajado todavía los brazos ante el oprobio. Y a este respecto  es altamente recomendable visitar esta dirección:    http://www.youtube.com/watch?v=riOB29p1DqY

Un tipo incorregible y que en vísperas de morirse, y cuando para hablar debía recurrir a una máquina que transformaba lo que decía en una caricatura grotesca, seguía bebiendo como si todavía estuviese en el tren camino de esa estación en la que tenía depositada su última esperanza de liberación y felicidad. Y a la que nunca llegó.

 

 

Moscú-Petushkí

Venedikt Eroféiev

Marbot Ediciones

Leer más
profile avatar
19 de diciembre de 2010
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.