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OTROS LUGARES DE INTERES de Enrique Planas

RESEÑA SIN PLUMAS por: Oscar Pita Grandi UN TABLERO SIN FRONTERAS NI NOMBRES Confieso que siento predilección por la ópera prima de cineastas y escritores, y más todavía por la de aquellos a quien suelo seguir. Me gusta pensar que en esos primeros impulsos (la mayoría con visos de inevitabilidad y autobiografía disimulada) reside quizá no todo el talento y potencia pero sí los pálpitos, sensibilidad, orientación estética, gustos, paranoias y fronteras que esbozarán o esbozaran, en un futuro o pasado, la silueta de aquellos primerizos creadores. El camino puede desviarse, deformarse e incluso perderse o expandirse o romperse, es decir, el destino será siempre algo incierto mientras que el origen perdurará como una referencia inamovible. La historia de Aquiles, un adolescente que se ve obligado a sobrevivir travestido en un prostíbulo de la selva peruana tras el asesinato de su padre, el gobernador, estableció en 1996 el origen literario de Enrique Planas (Lima, 1970) con ?Orquídeas del Paraíso?. Su camino, el de Planas, seguiría prolongándose, pasando por ?Alrededor de Alicia (1999) y ?Puesta en escena? (2002) hasta llegar a ?Otros lugares de interés? (2010) sin traicionar la primera fascinación por lo inesperado, por lo que deviene extraño aunque natural, habiendo ya madurado la incertidumbre que nos domina cuando nos lanzamos hacia nosotros mismos.  No detenerse es la consigna de Vero, personaje atribulado y principal de ?Otros lugares??. Ella está casada con Daniel y acaba de tener un aborto forzado y además ha sido casi obligada por su esposo a acompañarlo a un viaje de trabajo fuera del país, quizás pensando que aquel viaje ayudaría a sobrellevar la pérdida de su primer hijo. Pero Daniel parece no sufrir tanto como Vero. Ella piensa que Daniel la reemplazará por ?una mujer menos dañada?. Llegan, se hospedan en el hotel con los gastos ya cubiertos por la empresa, y mientras Él sale a trabajar ella recorre la ciudad siguiendo una guía turística. En uno de sus recorridos diarios, Vero entra a una galería de arte y se topa con una exposición de Hans Bellmer, cuyo tema central fue el cuerpo femenino, surrealista, erótico, fetichista. Casi de inmediato, Vero se siente plenamente identificada con una de las obras del artista alemán, ?La muñeca?; una escultura ?con sus cuatro patas abiertas hacia los lados como una araña expectante?. Pero más aún siente una íntima conexión con la modelo que inspirara y practicara las extrañas posiciones pensadas por Bellmer, la poeta y también artista plástica Unica Zürn (suicida pareja del pintor). Vero, perturbada por su propia realidad, y como si desde siempre le hubiera estado reservado toparse con ?La muñeca? pero más con la vida (escrita) de Unica Zürn, entra en crisis y se extravía por la ciudad, duda si seguir su propio curso que es justamente ninguno, adopta el nombre Unica como suyo propio y no regresa al hotel donde la espera y busca su marido. Emprende así un recorrido fuera de catálogo por otros lugares de interés, en el que conocerá, víctima de su soledad, desconcierto y desesperación a un grupo de inmigrantes (¿acaso también peruanos?): una horda de sobrevivientes tercermundistas en otro país tercermundista, quienes hacen del sexo, las drogas, la desesperación, el oportunismo y el hambre un sucedáneo de liberación y conquista de la plenitud que compartirán con Vero, para curarle aquel ?dolor seco y encallecido? que ella guarda entre sus piernas. En palabras del narrador, esta es ?una larga historia que comenzaba con un avión remontando la neblina de una ciudad húmeda?. Los que seguimos la literatura de Planas damos cuenta de su maduración como autor, afianzándose incluso en lo estilístico; acá se inclina por una prosa depurada y de frase larga, quizás por emparentar más su discurso con la línea del pensamiento: ?En verdad, es muy difícil calcular el tiempo en un retrato de animales; en el caso de las mujeres, en cambio, bastan uno o dos años para que las fotografías revelen modas pasadas (?)?. Narrada desde la perspectiva que otorgan los viajes de retorno, ?Otros lugares de interés? es una especie de ?road movie? en que incluso cuando no se viaja ya se está viajando. Es más un ?juego de espejos? que un destaparse de muñecas rusas. Una historia que se envuelve a sí misma para después mudar de piel como una serpiente y liberarse pero siguiendo enrollada en su hermeticidad sicológica. Estructurada en breves capítulos que alternan y casi borran los límites entre el engañoso presente y el fresco pasado (?semanas atrás?) de los protagonistas junto a los episodios biográficos de Hans Bellmer y Unica Zürn (vividos en los sesentas), la historia surge de pronto con matices de ?falso cuento de hadas? (casi imposible no pensar en ?Alicia en el país de las maravillas?, de quien toma un epígrafe) para luego, en otros episodios, sumergirse en un realismo visceral propio de nuestros días: desamor, mentiras, abandono, incomprensión. Además, hay algo en esta buena novela que me hace pensar en una buena película de Sofia Coppola, ?Lost in Traslation? (2003); claro, una ?Lost in Traslation? trastocada y tercermundista, más sicológica, literaria y no cinematográfica, sin la candidez de Scarlett Johansson y dándole una vuelta de tuerca al componente romántico de ésta, donde el Bill Murray de la Coppola bien podría ser Blanca, el inmigrante de Vero, nada bondadoso y, por el contrario, retorcido. Planas prefiere desvanecerse en lo geográfico, convertir el paisaje en una especie de tablero sin fronteras ni nombres donde todos los lugares, hermanados por un incomprensible anonimato, son lo mismo. ?Otros lugares de interés?, muy a su estilo, es una manera de rebelarse ante el destino, un enfrentamiento con el horror que nos alcanza, una búsqueda de identidad entre lo que fuimos y somos, una exploración de aquello que tememos llegar a ser, también es un sentirse derrotado y vulnerable ante la muerte, un canto de cisne por las libertades personales, una manera humana de escapar del mundo pero sobre todo, la demostración de que Enrique Planas, con esta su cuarta novela, se ha superado a sí mismo como escritor.

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28 de enero de 2011
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El ausente

Un debate sobre América Latina donde no se habla del narco ni de la guerra que ha entablado en México y que ha costado la vida a 30.000 personas hasta 2010. Otro sobre Oriente Próximo donde nadie musita ni una sola referencia a las interrumpidas conversaciones de paz y a las filtraciones de Al Jazeera. Una clamorosa y transversal elipsis sobre la revolución democrática que ha empezado en Túnez y amenaza con extenderse por el mundo árabe. Y el detalle final: la ausencia del hombre de moda, el personaje más polémico del año, el australiano misterioso que anunció la mayor filtración de documentos secretos y el mayor cambio en las relaciones y en la diplomacia internacionales de la historia.

Klaus Schwab, el jefe supremo de Davos, hubiera querido invitar a Julian Assange, el jefe de Wikileaks. Nadie que cuente en el mundo queda fuera del ojo del acreditado catalejo con que trabaja el Foro Económico Mundial para pescar a los personajes más de moda del planeta. Pero hay una salvedad: no pueden estar procesados por la justicia. Así fue como en diciembre se anunció que Assange no participaría en la reunión de 2011, contribuyendo así a esa idea de declive que cada año regresa de una forma u otra a Davos. La nostalgia de quienes vivieron foros pretéritos suele ser más potente que la fuerza de los foros actuales. Pero ninguno de los detalles antes comentados sirve para ilustrar tesis alguna. Las cifras de los participantes, el número y calidad de las conferencias y seminarios, el constante crecimiento del off-Forum (los actos privados organizados por empresas e instituciones) desmienten cualquier idea de decadencia. Sobre todo cuando el planeta entero vuelve a crecer con fuerza, más en su cara oriental, y sólo Europa, y más concretamente su periferia, sigue sin arrancar todavía: hay dinero, personajes y ganas para seguir alimentando la gran hoguera invernal de la globalización. Tampoco falla por el lado político, siempre de enorme nivel. Lo demuestran la apertura a cargo del presidente ruso Medvedev, las intervenciones de Cameron, Sarkozy y Merkel, las relevantes participaciones de los presidentes de México e Indonesia, Felipe Calderón y Susilo Bambang Yudhoyono, así como la del primer ministro japonés Naoto Kan. Es verdad que cada uno llega a instalar su tenderete y vende la mercancía a su parroquia: el presidente ruso llama a las inversiones extranjeras, asustadas por el terrorismo caucásico y el escaso aprecio del Kremlin por la ley el derecho; el francés trabaja su imagen de presidente del G8 y del G20, lo que significa presidencia del mundo; o el indonesio la idea, bien seria, de que el incremento de los precios de los alimentos y de las materias primas nos pueden procurar el próximo y grave percance global. Davos funcionaba de maravilla en los tiempos de la globalización optimista y aparentemente gobernada, entre la guerra fría y la guerra global contra el terror, pero es cierto que con la globalización averiada y la falta de gobernanza actuales, el Foro se convierte en el espejo roto de unas imágenes contradictorias, incapaz de reflejar en sus ángulos muertos muchos de los aspectos más relevantes de la actualidad. Por expresa voluntad de evitar el conflicto, como es el caso Wikilaeks. O por inconsciente lapsus freudiano que conduce a evitar los charcos más difíciles del mundo globalizado, como es el conflicto de Oriente Próximo, tan presente en anteriores ocasiones. El símbolo en todo caso de esta dificultad para reflejar entera la complejidad contradictoria de la globalización es Julian Assange, curioso personaje al que el director del New York Times describe como un tipo ?arrogante, de piel fina, conspirativo y extrañamente crédulo?. No hay lugar a dudas de que hubiera sido el protagonista de esta convocatoria de 2011, por encima de cualquiera de los economistas, los gurús de la tecnología y los grandes banqueros y empresarios. Hasta Davos llegan noticia, al menos, de cuatro libros en preparación dedicados al fenómeno, sin contar el que está escribiendo el propio Assange y cuyos derechos ya ha vendido. En compensación, en el Foro Mundial se habla y se hablará mucho de Assange y de Wikileaks, que han contado incluso con alguna sesión cerrada, sin filtraciones a la prensa, naturalmente.

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28 de enero de 2011
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Palabra sin fuego

Mi amigo Felix de Azúa me envía un nuevo  mensaje relativo a las cuestiones tratadas semanas atrás sobre la impotencia en la que nos encontramos ante las acciones del capital financiero.  Me señala la imposibilidad de saber si las agencias de control o los grandes financieros son o no cómplices de lo que el denomina "crimen global", que tendría sedes en lugares muy concretos como Rusia, Pakistán o el Kosovo del contrabando de órganos.

En cualquier caso, Azúa  niega que el actual estado de cosas sea expresión del devenir irracional del capitalismo al que se refería la teoría marxista. Sostiene que el capitalismo  más que una contingencia, constituiría casi la expresión económico-social de nuestro código genético;  algo  inherente a nuestra naturaleza, y que sería erróneo limitar a su  correlación con la Revolución Industrial: "Se le inventa en el siglo XIX como contraposición al socialismo y ante el terror que produce la revolución industrial,  pero así como el término "socialismo" carece de significado, es un 'flatus vocis', el término "capitalismo" es simplemente lo de siempre, lo que conocemos desde la prehistoria, el modo de relacionarse de los humanos, tan biológico como el lenguaje. Sus etapas son variable como la feudal (¡ay, tan  añorada por los campesinos pobres de Africa!) o la diversamente criminalizada en los EEUU de  1930, la Francia de Vichy, la China de Mao o la Yugoslavia de Tito".

La verdad es que esta idea  del capitalismo como intrínseco a la relación humana, consubstancial a nuestro ser, como lo es el lenguaje, es algo que de alguna manera siempre ha estado en mí, pero bajo forma de temor. Temor que acentúan los fracasos sucesivos para erradicarlo.  En los años en los que compartíamos tertulia de café en Paris,  ante algún gesto tristemente expresivo de analidad y racanería en alguno de los miembros de nuestro grupo ( que él denominaba 'tribu'), Agustín García Calvo reflejaba   esta visión nihilista en su manera de suspirar iterando la frase "dinero... ¡que es mi alma!"
Y si tras el alma el dinero, no olvidemos que tras el dinero el tiempo, su correlato dialéctico. Dinero y termodinámica parecen ser efectivamente en ocasiones los auténticos engrasadores de nuestro periplo vital, de tal manera que el pavor a los olores fétidos emergiendo de nuestro propio organismo, nos lleva a ser "becerristas", expresión con la que Basilio Baltasar designaba un día a los seguidores del hermano de Moisés, Ahrom, más encandilados con el fulgor del oro que  temerosos de las tablas de la ley.

Y sin embargo tanto en las consideraciones de Felix de Azúa como en mis  propias reflexiones nihilistas cuando estoy en una onda que responde a las mismas, hay quizás un error.  Pues el capital se resiste a ser reducido a corolario del terror al tiempo y la consiguiente codicia. No es meramente una expresión sofisticada de la pulsión a la propiedad privada. En ocasiones parece incluso utilizar esta pulsión como simple peldaño y hasta repudiarla. No estoy seguro de que las formas brutales del reciente capitalismo chino tengan causa en las ambiciones míseras de la población o en las delirantes de los dirigentes. Sea como sea los chinos se ven ya, y se verán con mayor racicalidad confrontados a la   brutal transformación antropológica que   la sociedad propiamente capitalista  conlleva.

El paleontólogo Jordi Agustí sugiere, en un texto aun inédito,  que  entre digamos  el hombre de Herto y la Revolución industrial no ha pasado casi nada, comparado al desarraigo que esta última supuso. Seguíamos en un sistema cuya base era la agricultura, la ganadería y los recursos energéticos elementales. No creo que Felix de Azúa esté en desacuerdo  con ello, pero quizás deje de lado que esta revolución hubiera sido imposible sin esta transformación del dinero en abstracción a la cual todo acaba subordinándose. El problema es que tal abstracción supone también desarraigo, que se acentúa con otro aspecto que también señala Jordi Agusti:   desde la producción del fuego por homo sapiens (los homínidos anteriores como máximo eran capaces de controlarlo) hablar en torno al mismo ha permanecido como un universal antropológico...hasta la revolución doméstica que supuso la calefacción central, es decir, hasta ayer mismo. Asunto en modo alguno baladí y que nos retrotrae al tremendo problema del corte  en la sucesión de generaciones que caracteriza nuestro modo de existencia, y que seguiré evocando en la próxima columna.

La palabra sin fuego,  supone una  ruptura radical con todas las formas anteriores de organización, a través de las cuales permanecerían rasgos invariantes que darían prueba de la esencial singularidad del ser humano. Si a ello se añade la inserción en un sistema productivo en  el que el trabajador pierde no ya  el control sobre el fruto de su trabajo sino-con el taylorismo generalizado- la percepción de que se trata de un fruto concreto, se entiende  que un campesino del mezzogiorno italiano transportado hace 60 años  al universo de esa Fiat símbolo del  Piamonte fábril,  pudiera sentirse más desarraigado que si lo hubieran transportado a  un pueblo de Anatolia. El abismo no ha hecho más que  acentuarse. Sabemos hoy que el hombre de Neandertal enterraba a sus muertos Pues bien: el paisano evocado por Saramago, que  se quitaba respetuosamente el sombrero ante el paso de la muerte  se sentiría  quizás más próximo el ritual funerario del neandertal que  al gélido trato con los difuntos en esos espacios sin alma denominados tanatorios.

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28 de enero de 2011
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Libros que te cambian

El domingo pasado, el Magazine de El Mundo consultó a trece escritores sobre los libros "que les abrieron las puertas de la edad adulta", en las palabras de Carmen Machado, autora del reportaje y la introducción al mismo. Reproduzco a continuación mi respuesta.

Aunque me considero principalmente novelista soy muy lector de poesía desde siempre, y en mis primeros años de estudiante universitario sentí con gran fuerza el impacto de tres libros de versos en castellano, 'Poeta en Nueva York', de Lorca, 'En la masmédula' del argentino Oliverio Girondo (tan influyente en Cortázar) y 'Pasión de la tierra' de Aleixandre. Tres libros irracionalistas de poetas que no siempre lo fueron. Me centro en el último, ese conjunto de deslumbrantes poemas en prosa que Aleixandre escribió entre 1928 y 1929 bajo el influjo de la lectura de Freud y a mí me reveló que se puede crear con palabras un universo de inconscientes sin perder el control de la razón literaria.

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28 de enero de 2011
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Variaciones sobre el tema mismo

 

1. Genealogía crítica

Tesoro de Covarrubias, 1611: Primera definición

CORROMPER, del verbo Latino corrumpo, contamino, vitio, destruo. Corromper las buenas costumbres, estragarlas. Corromper los juezes, cohecharlos. Corromper los licores, estragarse, y ellos suelen corromperse. Corromperse las carnes, dañarse. Corromperse uno, es desmayar, yéndose de cámaras. Corromper las letras, falsearlas. Corromper la donzella, quitarle la flor virginal. Corrupta, la que no está virgen. Corrupción, pudrimiento. Corrupción de huessos, quando se pudren hasta los huessos, enfermedad gravíssima, y mortal. Corruptela, término forense.

Diccionario de la Lengua Castellana. RAE, tomo 2, Letra C, 1729

Las páginas 621-623 ilustran los usos de 16 variantes de Corrupción, que incluyen Corrompedor, Corrompimiento, Corruptense, Corruptabilidad, Corruptíssimo, Corruptivo y Corruptar.  El árbol barroco del concepto se alimenta de los clásicos, busca en el modelo enciclópedico razonar lo real desde la documentación, y es pródigo en casos y ejemplos. Muchos se deben al ingenio,  otros al grotesco, y algunos incluso a los esterotipos y el clima moral. 

 Góngora: Aunque sin lengua, bolsa

 

Viendo el escribano que

Dan a su legalidad

(Por ser poco el de verdad),

Nombre las leyes de fe,

Su pluma sin ojos ve,

Y su bolsa, aunque sin lengua,

Por la boca crece o mengua

Las razones del culpado,

La bolsa hecha abogado,

La pluma hecha testigo;

 

                                            Y digan que yo lo digo.

 

Santa Teresa: Tentaciones en Sevilla

No sé si el mismo clima de la tierra, que he oído siempre decir que los demonios tienen más mano allí para tentar, que se la debe dar Dios, y en ésta me apretaron a mí, que nunca me vi más pusilánime y cobarde  en mi vida que allí me hallé; yo, cierto, a mí misma no me conocía

 

(Libro de las fundaciones)

 

 

2.  Crítica del discurso

 

La crítica moderna del lenguaje es de órden ético y, por ello, político. César Vallejo, por ejemplo, postula en uno de sus poemas de París que la miseria urbana (le tocó la crisis del 29) demanda no sólo el lenguaje anti-idealista que la poesía de su tiempo asumía, sino también la urgencia del drama cotidiano como materia emotiva; el lenguaje debía elegir entre lo inmediato y lo improbable. En la aguda lectura que hace el novelista chileno Carlos Franz de El astillero de Juan Carlos Onetti, el dinero inexistente organiza el contrato social; y la corrupción se explica como el irónico mercado que desde la ilegalidad sostiene un sistema fantasmático.  Lo que equivale a decir que los límites del lenguaje son los de la pobreza.

 

Vallejo: Ética de la crisis

 

Un comerciante roba un gramo en el peso a un cliente

¿Hablar, después, de cuarta dimensión?

(Un hombre pasa con un pan al hombro)

 

Carlos Franz: La corrupción camuflada

Gálvez (en El astillero de Onetti)  le anota a Larsen en los libros de contabilidad, cada mes, un sueldo de 5.000 pesos que nunca cobrará, por supuesto, pero que suena adecuado a la dignidad de su cargo. Pronto, hambriento y humillado, Larsen acepta su parte en las ventas clandestinas de chatarra.

Espléndida imagen del discurso de la dignidad -personal e institucional- que camufla al fracaso social y económico, y la consiguiente corrupción en nuestras sociedades. Se trabaja en tareas improductivas, para cobrar un dinero que no paga lo que necesitamos. Sólo queda el recurso a la corrupción , a corrompernos -mucho o poquito- y sacar algo de lo que se corrompe en torno nuestro.

El éxito en una empresa fracasada, se me ocurre, ha de ser fracasar totalmente. Larsen lo sabe o lo sospecha (en Santa María todo saber es sospecha).

Luego de semanas o meses inverificables -el narrador nunca está seguro-, pero siempre en el invierno de este descontento, allí donde no pasa nada ocurren dos cosas súbitas: el pretendido Gerente Administrativo, el señor Gálvez, renuncia y desaparece, es decir, huye. Y el viejo Petrus es encarcelado en Santa María, acusado de emitir títulos falsos, acciones sin respaldo de capital para solventar su empresa fantasma.

Larsen va a la cárcel a ver a Petrus, y allí ocurre otra de esas paradojas que en Santa María son necesidad: Larsen se pone una vez más al servicio de este patrón de la farsa. Incluso en esas circunstancias no quiere o no puede dejar de engañarse. La razón -pero sería mejor en Santa María hablar siempre de la sinrazón- se ha expuesto a todo lo largo del libro:

(“Latinoamérica, el astilerro astillado. Una lectura de la Santa María de Onetti como metáfora latinoamericana”, www.cervantesvirtual.com/)

 

3.  Algunas respuestas

 

Algunos amigos me han hecho llegar variaciones al tema, que requeriría un Observatorio alerta para que las noticias (truculentas, a veces involuntariamente cómicas) no se borren unas a otras.

 

Alexis Márquez:  La Enciclopedia del país

El sustantivo “corrupción” está cada día más vigente en la  sociedad contemporánea. En todos los países –en unos más que en otros, pero en todos– la “corrupción”, sobre todo la de tipo administrativo, está cada vez más presente.
De esta palabra el DRAE dice, en su 4ª acepción:En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores”. Es esta la definición de la llamada “corrupción administrativa”.
“Corrupción”, por otra parte, es un derivado de “corromper”. Este, de origen latino (“corrumpere”), es un compuesto del prefijo “co-“ y el verbo “-romper” (en Latín “cum-” y “-rumpere”). Sin embargo, como una curiosa peculiaridad “corromper” tiene dos participios, uno regular, “corrompido”, usado sólo en la formación de los tiempos compuestos (“he corrompido”, “habrá corrompido…”), y otro irregular, “corrupto”, que empleamos sólo en oficios de adjetivo (“funcionario corrupto”, “sociedad corrupta”) o de sustantivo (“un corrupto”, “esa corrupta”). Mi amigo el escritor peruano Julio Ortega, me cuenta: “Estoy componiendo, burlas veras, un Diccionario de la corrupción, con ejemplos peruanos, ya que mi pobre país avanza en lo económico y se hunde en la corrupción”. Lástima que sea sólo con ejemplos de su país. Si fueran de Venezuela, el diccionario le resultaría una voluminosa enciclopedia.

(Caracas: Tal cual)

Mirko Lauer : Sabiduría limeña marginal

Julio, vasta tarea has asumido en lo de este lado oscuro de la lengua. Alguna vez con Enrique Carrión empezamos a imaginar un diccionario de la pendejada (en ese tiempo todavía no se hablaba de corrupción en los términos de ahora), con expresiones como "Amor con amor se paga", "Una mano lava a la otra", "Toda taza tiene su asa". Al final la lista se nos hizo larga, y los dichos de la pendejada empezaron a confluir extrañamente con los dichos de otras formas de sabiduría marginal. El proyecto se diluyó entre los cafés cortados del Haití de esa época. Ahora renace en un contexto menos claro.

4. Perú de plata y melancolía

 

Cortoplasismo: Inversión segura.

Colgado de la brocha: Quedar sin apoyo.

Escándalo de candidatos: La enfermera del reo Fujimori y el guardespaldas del reo Montesinos aparecieron de candidatos a congresistas en la lista de Keiko Fujimori.

Sueño del indultado: Fujimori es el primer preso que dirige desde la cárcel una campaña política a la presidencia, la de su hija, que de ganar lo indultaría.

Limpieza pública: Quince altos funcionarios del Municipio de Lima son procesados por haber pagado 36 millones de soles en lugar de 14 a una empresa de limpieza pública; el exalcalde Castañeda no está inculpado.

Mugropolítico: experto en rumorología.

Candidato con más calle: Toledo, expresidente, candidato a la presidencia.

Marqueteramente: Política hecha en el modelo de la farándula.

Cura en salud: A Toledo le pasaron un cuy  (cobayo) por el cuerpo para curarlo.

“Niña sirenita”: Niña de siete años que nació con las piernas juntas; los padres han enjuciado al exalcalde Castañeda, que había ofrecido ayudarlos, acusándolo de “aprovechamiento de imagen.”

 

 

 

 

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28 de enero de 2011
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100,000 Bellatin

Me envían una invitación de Casa América Catalunya para un evento llamado Los 100,000 libros de Mario Bellatin. Lo mejor de todo es que definen a Mario Bellatin como mucho más que un escritor o un ?performer?. Es un artista integral. También en una entrevista en Publico.es comentan la aparición de un nuevo libro suyo, integrado por tres novelas, en Alfaguara. Dice la nota:

El término performance no me parece nada concreto. Es una manera de llevar la escritura a límites que las formas tradicionales no tienen contempladas. Yo, por ejemplo, uso cámaras. Sin embargo, sigo siendo un escritor, no soy un fotógrafo?, explicó Bellatin a Público poco antes de la conferencia. En esta ruptura con lo convencional, para el escritor han cobrado renovada importancia las tecnologías. Él, que empezó a escribir con una Underwood de 1915 ahora no concibe la escritura sin el iPad. ?Aunque todavía no ha estallado, es la nueva revolución. Y cuando llegue, se harán libros en papel y muchos otros sólo ex profeso para el ebook?, aseguró. El mexicano está convencido, además, de que el formato del libro electrónico modificará la creación literaria, como ya hiciera el cine en el siglo XX. ?El cine cambió primero la estructura antes que lo visual. Y con el ebook ocurrirá lo mismo?, manifestó. Esta revolución servirá a su vez para traer nuevos bríos a la literatura actual en castellano. Para el mexicano, ahora no son buenos tiempos para la creación. ?Creo que se repiten muchos modelos y hay pocos espacios para encontrar autores que busquen un mundo propio. Se han dejado seducir por elementos externos?, apuntó el escritor, que no echa la culpa a los autores: ?El problema parte de una suerte de ideas preconcebidas que van en contra de la personificación del propio texto?. Este esfuerzo por la transgresión de límites convencionales no significa, sin embargo, que la historia desaparezca. ?Algunas vanguardias del siglo XX quedaron como piezas de museo porque sacrificaron la historia?, manifestó. Tras esta parada por La Casa Encendida, el escritor, regresará próximamente al mercado español con La clase muerta (Alfaguara), formada por los relatos La biografía ilustrada de Mishima y Los fantasmas del masajista; y la ?especie de novela? Disecado (Sexto Piso). Mientras, prepara Los 100.000 libros de Mario Bellatin, una instalación con todos sus libros que viajará al próximo Documenta de Kassel. Y que el impulso creativo no pare.

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27 de enero de 2011
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La felicidad de no ser yo

Sobre lo que significa escribir y terminar de poner el punto final a un libro hay tanta literatura como ficción. Tanta ficción literaria en la que se han basado no ya los argumentos de los libros sino las ficciones de los autores. Se acaba un libro y no pasa nada. Sólo vendría el alborozo si, como en los sorteos o en los partos, apareciera algo desconocido. De ahí que la sorpresa feliz del alumbramiento o del premio sean tan intensas. Nada es tan importante como aquello que no sabemos clon  exactitud cómo se ha hecho o cómo lo hemos hecho. ¿Cómo, pues, esperar que nos alboroce un trabajo que, como la escritura, se realiza artesanalmente, primitivamente, letra a letra, adjetivo adjetivo, corrección tras corrección, fatiga tras insomnio, preocupación tras dudas y dudas?

La sensación más ajustada a la terminación de la obra es la de alivio. La obra bien hecha sólo será posible de estimar, si llega el caso, mucho después. Cuando está impresa y no es igual a los folios entregados, cuando se lee y no parece que, estando bien, la hayamos escrito nosotros. El nosotros, el yo, para acabar, es una pesada carga que de la fatigosa identidad va a la queja, que de la queja pasa al falso orgullo y que del orgullo desemboca en la humillación. El yo es un círculo que apresa. El yo es un anillo que circunvala. Cuando más se disfruta del mundo es en aquellos momentos que creemos volar sintiendo que nos hemos liberado del yo como se liberaría de su amo la paloma anillada.

 Gozamos más cuando no podemos creernos que el yo sea  quién recibe el galardón y creemos que se trata de otro tipo, aquél sujeto inimaginable, que ahora por error y circunstancialmente nos habita. Por error nos habita y, encima, ante el asombro de los demás que, a su vez, nos contemplan con  extrañeza. Es decir, con el máximo halago.

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27 de enero de 2011
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¿Quién se ocupa del salmón?

Cuando Davos se despereza, Washington se halla todavía en la digestión de las palabras presidenciales. Casi todos los años el discurso del Estado de la Unión resuena en las montañas alpinas justo en el momento en que empieza el Foro Económico Mundial. El eco suele ser más intenso cuando el presidente de la primera superpotencia se ocupa de los asuntos mundiales: la concentración de estadistas, ministros, economistas y politólogos que se da en la localidad suiza sólo tiene parangón con la que hay normalmente en Washington, incluidos los americanos. Pero este año Obama ha dirigido su mirada hacia casa, para cerrar el paso al Partido Republicano después de su victoria de noviembre y de su agresivo despliegue de cara a las presidenciales de 2012, con un discurso más centrado, una oferta bipartidista y subrayando los acentos patrióticos que presentan a Estados Unidos como una nación especial, excepcional y destinada a conseguir metas inigualadas en la historia.

Muy poca política internacional, por tanto. Apenas para rendir homenaje a sus soldados que siguen sacrificándose en las aventuras de Irak y Afganistán iniciadas por el anterior presidente y para recordar que EE UU sigue siendo el país líder y responsable de la seguridad mundial. Esta no es una cuestión marginal. China es ya un gran jugador reconocido en la escena global, que participa siguiendo las reglas de juego internacionales (lo contrario de lo que hace en casa, donde no hay más regla que la del poder del partido), pero no se responsabiliza de la marcha del mundo ni quiere cargar sobre sus espaldas protagonismo alguno. Europa es peor: no aspira a nada, ni a jugar en la escena mundial ni por supuesto a tomar responsabilidades o protagonismo. Obama habló de Túnez, con claridad y contundencia suficiente como para que los europeos sigamos sonrojándonos. Pero no supo decir nada de la ira contra los dictadores que va extendiéndose en la calle árabe, en Argelia y Egipto sobre todo, y lo que es más grave, no dedicó ni una mención, aunque fuera tangencial, a una de sus cuentas pendientes: la prometida paz entre los dos Estados reconocidos internacionalmente con fronteras seguras que varios presidentes estadounidenses han prometido a israelíes y palestinos. Oriente Próximo no está entre las preocupaciones de sus electores. El presidente que consiga la paz entre israelíes y palestinos, como se propuso Obama quizás imprudentemente, pasará a la historia, pero no es seguro que obtenga gracias a ello un reconocimiento en votos. El eco global del Estado de la Unión no se percibe únicamente cuando el presidente se refiere a los grandes capítulos conflictivos de la política internacional. Ya no existe la política interior para ninguno de los países que cuentan. La creación de empleo no es un reto interior para nadie, sino parte de la carrera de la competitividad en el mercado global. Obama invitó ayer a sus conciudadanos a competir en el escenario global con los nuevos agentes que retan el poder de EE UU en numerosos capítulos, desde la educación y la banda ancha (Corea del Sur) hasta los transportes (Europa, Rusia, China). Su receta, en cinco puntos, vale para EE UU y vale para Europa. 1.- Ganar el futuro mediante la innovación, en biomedicina, en tecnologías de la información y en energías limpias. ¿No vale para España, al igual que su mix energético que incluye las centrales nucleares? 2.- Invertir en educación y sobre todo en educadores, ?constructores de la nación? según los surcoreanos. 3.- Mejorar las infraestructuras: transportes y telecomunicaciones sobre todo. 4.- Atacar drásticamente el déficit público, para no quedar ?enterrados en una montaña de deuda?: ahí el eco de Davos le devolvió la crítica de Nouriel Roubini por la modestia de su propuesta; debería cortar más todavía. 5.- Reformar el gobierno; la avería generalizada de la gobernanza queda muy bien ejemplificada por un gag de su discurso: el departamento de Interior se ocupa de los salmones cuando viven en agua dulce, pero es el de Comercio quien lo hace cuando llegan al mar, y no se sabe quién está al cargo cuando ya están ahumados. Las duplicaciones, el solapamiento de competencias y la ausencia de responsabilidades claras es algo que afecta a todos los gobiernos, desde el nivel más local hasta el nivel global, el G20, donde no hay manera de que cada uno asuma sus responsabilidades, pasando por el nivel europeo, donde hace falta una crisis de la deuda soberana para que los gobiernos empiecen a hacer sus deberes. Obama fue muy preciso y sutil es su análisis: ?Por supuesto, hay países que no tienen este problema. Si el gobierno central quiere un tren, tiene un tren, no importa cuántas viviendas sean destruidas. Si no quieren una historia negativa en el periódico, también lo consiguen?. El emblema del mundo desgobernado es este salmón que se nos escapa de las manos y que sólo el capitalismo chino, u otros regímenes autoritarios, pueden criar y pescar a placer.

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27 de enero de 2011
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Los verdaderos poetas (I)

 

¿Cuándo empezó la persecución de los verdaderos poetas? Algunos estudiosos han propuesto que el cruel fenómeno se remonta a finales del siglo XX, cuando los poetas de la experiencia y de la diferencia se tiraban del moño. Pero recientes investigaciones han sugerido que la represión atroz se inició en la Roma renacentista, en el momento en que un verdadero poeta accedió al papado. Y todo fue que, cuando murió Alfonso Borja, el hábil financiero valenciano que aprovechó ser el papa Calixto III para convertir el purgatorio en el artefacto que remodeló Europa, su sobrino Rodrigo Borja se presentó ante sus ilustrísimas que votaban en el cónclave como un joven cardenal inexperto y humilde: como las votaciones se repetían, no había acuerdo, y todos estaban cansados, les propuso que se pasara al accessit

Hacía mucho tiempo que no se recurría a esa ceremonia, muchos cardenales no sabían en qué consistía, y el propio Borja, buen orador, muy seguro y aplomado, con gran conocimiento de cánones, procedió a explicarla. El accessit es un medio de abreviar las votaciones por escrito, cuando nadie alcanza los preceptivos dos tercios favorables. Cada cardenal ha de aproximarse al altar y decir:  “accedo a los que han votado a Tal”. Estos votos se suman a los escritos y, si se alcanzan los dos tercios, la elección es válida. No les dijo que, en el accessit, las perspectivas de elección pueden dar un vuelco inesperado. Bien porque los votantes minoritarios, ante el temor de ser conocidos como tales, cambian su voto; o bien porque se desvela que los sufragios casi mayoritarios a algún candidato eran una maniobra de distracción. También es lícito no votar a nadie y decir: accedo nemini. El cardenal Nemini ha obtenido muchas veces la mayoría, cuando la rabbia papale hace estragos.

Pero, de repente, cuando algunos aún no acababan de entender qué era el accessit y los votos de la última ronda todavía estaban sin contar, el propio Rodrigo Borja, tras una pausa efectista, proclamó de viva voz su voto al cardenal Æneas Silvio Piccolomini, un literato pobretón en el que nadie había pensado. 

Inmediatamente, se prosternó a sus pies, reconociéndolo como vicario de Cristo. No hizo falta explicar que también es válida la elección por aclamación, inspiracion y adoración. La maniobra era audaz y muy arriesgada. Si, en vez del favorable tumulto esperado, la concurrencia cardenalicia se quedaba indiferente, el desprestigio del adorador y el adorado sería irreparable. Pero el efecto fue fulgurante. Hasta el cardenal Scarampo, el más rico, que ya tenía apalabrada la compra de los votos que necesitaba menos tres, celebró el golpe de mano y aclamó al nuevo pontífice.

Sólo el cardenal D'Estouteville, opulento y ambicioso, que aún se sentía molto papabile, no podía creer lo que estaba pasando, se levantó y clamó furioso: Poetamne loco Petri ponemus?; que vale como decir: “¿Caeremos tan bajo como para elegir papa a un poeta?” Æneas Silvio se permitió recordar que, si bien él padecía el mencionado vicio, el cardenal D'Estouteville tenía uno insalvable: era francés. 

Pío II, el nuevo papa, era un erudito menudo, de ojos saltones, que tomó su nombre de un verso de Virgilio: pius Æneas… Había recibido el capelo cardenalicio de Calixto III y debía la tiara a su sobrino, Rodrigo Borja.

También la inquieta horda de poetas y humanistas entró en efervescencia. En una semana, aparecieron cientos de ditirambos, apologías y retumbos. Ninguno podía reprimir la admiración que profesaba a los escritos del nuevo papa. Pero pronto se vio que Pío II, adulador de papas y prelados diversos, copista de concilios y secretario de emperadores, era un verdadero poeta: también él había sufrido la rabbia papale, siempre había querido ser papa y lo demás era cuento. Todos los verdaderos poetas de la cristiandad sufrieron un amargo desengaño, no eran premiados con cardenalatos, arzobispados ni laureles, por más altura de miras que ponían en la adulación papal. Sólo Filelfo recibió una pensión raquítica en pago de su maledicencia, y el poeta Campanus, por tener un nombre sonoro y ser muy malencarado, recibió un obispado que tenía que sudarse cada día fabricando dísticos como un forzado para gloria de su santidad.

No quedó en eso el escarnio y tormento que Pío II infligió a los verdaderos poetas. Escribió la bula In minoribus agentes donde declaraba execrable la obra de un tal Æneas, particularmente su novela ovina De Euryalo et Lucretia, que estaba siendo objeto de grandes alabanzas por los verdaderos poetas. Pío II renegaba de la obra de Æneas Silvio; sus poemas sieneses, sus comedias alemanas, su hijo alsaciano… todos quedaban sin padre. “No atribuyáis a Pío lo que fue de Æneas”, acababa. Era para volverse loco. Sin saber a quién adular, versificadores y doctos humanistas erraban como almas en pena. Casi un centenar de los más desesperados botaron un bajel en Otranto para ir a la corte del gran turco y mahometizar. Al menos allá, se decían, sabremos con certeza a quién rendir admiración. 

Indignado con aquella fuga de cerebros, Pío II convocó a los príncipes cristianos en Mantua para predicarles la Cruzada contra el gran turco, que recomenzaba su avance sobre Belgrado, envalentonado con la preciosa adquisición de poetas. Llegado el día señalado, ningún príncipe cristiano se presentó en Mantua. Como Pío II no había derrotado a ningún cometa, nadie confiaba en la victoria y, lo más asombroso, nadie se entusiasmaba con la posibilidad de recuperar a los poetas cobistas mahometizantes.

Concibió el papa entonces un plan tremendo. Escribió una carta al sultán Mahomet exhortándole a cristianarse. El latín de la misiva era tan excelso que hubiera corroído de envidia al estilista Cicerón y arrancado tiernas lágrimas al severo Tácito. “Mahomet, —le decía—, ilustre sultán de los turcos, si quieres dilatar tu imperio y hacer glorioso tu nombre, no necesitas oro, ni armas, ni ejército… Basta un poco de agua con que te bautices, te hagas cristiano y creas el Evangelio. Si eso hicieres, no habrá en el orbe un príncipe que te supere ni iguale en poderío. Te llamaremos emperador de los griegos y de Oriente. Ordenaré a todos los cristianos que te veneren y escojan como árbitro de sus litigios. Volverán los tiempos de Augusto y los siglos áureos cantados por los poetas. Habitará el leopardo con el cordero y el ternerillo con el león… las letras latinas y griegas, y también las bárbaras, cantarán tus loores…” Tuvo la delicadeza de pasar por alto el bajel de aduladores del que injustamente se había apropiado y, a cambio, le pormenorizó detenidamente el misterio de la Trinidad y le refutó los errores islámicos con citas del Cribratio Alchorani, de Nicolas de Cusa. Pero el sultán Mahomet, incomprensiblemente, no era sensible a las buenas letras; siguió avanzando, y conquistó Lesbos, y toda Bosnia. 

El poeta Campanus recordaba el episodio en sus memorias y se lamentaba de la ignorancia del turco que, por ser tan suma, impidió que cambiase el curso de la historia: Ah, se Maometto avesse saputo il latino! 

No todos los verdaderos poetas se habían ido. Algunos se quedaron y conspiraban contra Pío II. Tiburzio Porcari planeaba derrocarlo y presidir un Parnaso laico que hiciera un nuevo reparto de laureles. Fue descubierto a tiempo y condecorado con la soga apretada. Piccinino, cómplice del anterior, se había apoderado de Asís y otras ciudades pontificias donde se había laureado a sí mismo. 

Pero, en toda Italia, no había literato a quien odiara más el sumo pontífice que a Sigismondo Malatesta, el tirano insolente que, pese a ser excomulgado y quemado en efigie, seguía haciendo befa del papa y gobernando su ciudad de Rímini. Allá campaba a sus anchas, rodeado por poetas y eruditos a los que imponía trabajos forzados como disertar con elegancia, sostener controversias peliagudas y alabarlo sin cesar, y a quienes, según su capricho, retribuía con un quinta campestre u obligaba a ganar el sustento como acémilas de noria o soldados rasos de su ejército. 

Para liberar al Pío II del disgusto y mortificación que le causaban los verdaderos poetas, el cardenal Borja montaba espectáculos en su honor. Ya por entonces, comenzó a destacar por la pompa, alarde y estruendo de salvas de artillería de sus coreografías audaces.  Como uno de los nombres del papa era Silvio, en un tramo del recorrido de la procesión del Corpus, hizo instalar una selva frondosa de total verismo en donde figuraban cinco reyes con su gente armada y un salvaje despechugado que luchaba con un león en medio de un cañoneo feroz. Fue un gran éxito de público y crítica.

Cuando se produjo la invención del cráneo de San Andrés en Grecia y se trasladó a Roma, también Borja se encargó de organizar el recibimiento, que destacó por su esplendidez. Hubo cortejos de patriarcas recitando versos, ángeles músicos que volaban, una representación de la vida del inquilino del cráneo en diecisiete cuadros vivientes, incluyendo el cielo y las gradas del Altísimo y, por supuesto, pirotecnia.

Pío II apreciaba mucho las creaciones tan entretenidas de Borja, pero, al final, no soportaba la urbe. Pasó la última parte de su pontificado haciéndose llevar por montes y valles en su palanquín. Estaba tan gotoso y apesadumbrado que no podía ponerse en pie ni sostener la pluma entre los dedos. En tan penoso estado, se impuso el deber de escribir algo que definitivamente demostrara que Pío era superior a Æneas. La idea la tuvo un día de siroco en que el mismo cielo se había puesto amarillo de sofoquina. En las cuestas del monte Amiata, los porteadores de la silla, chorreando sudor y atormentados por las moscas rabiosas, tropezaban y sacudían malamente al santo padre que se ahogaba de calor en su cajón. 

Campanus, siempre cumplidor de su deber, dijo que su santidad era como el heroico rey Filipo el macedonio que, según cuenta Tito Livio, ascendió al monte Hæmus sin otro propósito que contemplar su reino y meditar la guerra con Roma. Su santidad callaba. Campanus volvió a la carga.

—Pero, con la diferencia de que su santidad es… como el heroico rey Filipo y el gran Tito Livio, a la vez…

Su santidad no decía nada. 

—Su santidad es como el heroico rey Filipo, el gran Tito Livio… y Petrarca, soberano de los poetas, a la vez…

Por fin, Pío II, petrarquista ferviente, acusó recibo.

—¿Por qué Petrarca?

Campanus recordó cómo el soberano de los poetas emprendió la descripción del golfo de Spezia, porque no había sido cantado hasta entonces, y cómo ascendió al Mont Ventoux para dar cuenta de una emoción que no habían registrado los antiguos ni los contemporáneos. También la visión repentina de los bosques calabreses le hizo reanudar la composición de unos endecasílabos que tenía atascados… 

Pío II asintió. Cuando un verdadero poeta asiente, no tarda en entusiasmarse y aquel entusiasmo fue el origen de la célebre sella stercoraria poetica. El ingenioso vehículo, construido según los planos de Pietro Torrigiani, cumplía los requisitos líricos y jerárquicos al mismo tiempo.

Campanus iba alojado, con su recado de escribir, en el cubículo debajo del orificio estercorario que quedaba ante los pies del papa. Éste profería fragmentos de versos en agraz, comentarios eruditos y descripciones memorables. Fue un verano con un calor de volcán. Sofocado en su cubículo infrapapal, registrando las pontificales excelsitudes que le venían de lo alto, cuántas veces recordaba Campanus con indecible nostalgia la dulzura de los tiempos en que viajaba a lomos de su asno, detrás de la sella gestatoria, ripiando algún que otro dístico y lisonjeando a su santidad. 

Cuando el poeta, aunque romano pontífice, decidió emular a Petrarca y ascender en la sella stercoraria poetica al Mont Ventoux para estercolar muchos versos, comentarios y descripciones, el primer impulso de Campanus fue arrodillarse e implorar piedad. Sin embargo, conociendo  lo inútil de tal recurso ante un verdadero poeta, tuvo la lucidez de contenerse y sugerir a su santidad que la ascensión al Mont Ventoux y el correspondiente estercoleo lírico ya los había hecho Petrarca, y que le reportaría más gloria dirigirse a Ancona, donde miles de cruzados de todas partes se habían reunido para embarcarse contra el turco y, como nadie se ocupaba de embarcarlos, se masacraban entre sí y condenaban sus almas jugando a los dados y blasfemando.

—Su santidad podría describir el famoso puerto de Trajano, arengar a los cruzados y bendecir las galeras… —sugirió Campanus

La travesía de los Apeninos fue especialmente penosa. Pío II cogió una diarrea tan sumamente prolífica que la sella stercoraria poetica hubo de ser provista de otro orificio, éste estercorario sin más. En Loreto, ante una de las cien Madonnas que pintó san Lucas, el verdadero poeta estaba tan decaído y absorto en el redoble de sus borborigmos y trifulcas intestinales que no apreció el turiferio de Campanus, cuando improvisó unos ripios donde decía que el mejor pincel y la más excelsa pluma de la Cristiandad se encontraban frente a frente.

A la vista de Ancona, el Adriático parecía de ceniza y el cielo estaba blanco de calor. Los palanquineros habían dejado la calzada y caminaban campo a través, por la arena dorada y ardiente. Tenían prisa. Pío II llevaba dos horas muerto, echado para atrás en su sella estercoraria poetica, y las tripas le seguían haciendo ruido. 

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27 de enero de 2011
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Jaime Salinas, Madrid y otras travesías

 

 

Hoy he pasado, por azar del paseo, delante de la casa dónde pasó su juventud, dónde hizo poemas, vivió amores, Pedro Salinas. La misma casa que tantos años, desde el regreso del exilio hasta hace unos días, habitó su hijo Jaime Salinas. Me he parado delante de la placa que recuerda al padre poeta. En la puerta un anuncio de obra de instalación de ascensor. Nunca se quejó Jaime, siempre se mantuvo en forma. Las obras, la muerte, le han pillado lejos, en su querida Finlandia, la patria de su amor.

Debajo de la casa sigue un bar de copas, "El Pecado". He sonreído. Y recordado ese poema del padre: "¡Qué día sin pecado!". Acabo de leerlo en una reedición de sus poemas de amor en Lumen. Que gran poeta el padre del editor. Que gran editor el hijo del poeta.

No conocí mucho a Jaime Salinas, pero sí pude disfrutarle unas cuántas veces. Su sonrisa amable, su perfil de águila de vuelo tranquilo, su elegancia sin esfuerzos y la memoria plagada de travesías no se me olvidan. La última vez fue en un restaurante del centro, un lugar muy frecuentado por su amigo Javier Marías, cerca de sus casas, de nuestras casas, en ese islote del Madrid central, entre el desorden y la vida de barrio barrio, entre el turismo y el casticismo. Un barrio muy madrileño, abierto y con un espíritu cosmopolita que le hace ser mejor, ser agradable a pesar de curas, obispos, militares, funcionarios y mercenarios.

En la comida, convocada por Juan Cruz, hablaba con ironía y cariño de sus años de editor en Alfaguara. Perteneció a una estirpe de editores en extinción, en Europa y en España. Comenzó con su amigo Carlos Barral cuando llegó del exilio. Y el mejor de los piropos es que ni a Barral, ni a Benet ni a otros que tanto lo conocieron les parecía un español. Le piropeaban diciendo que tenía poco aspecto de español. Sin embargo, a pesar de haber nacido en Argelia, haber crecido, estudiado y luchado como ciudadano de los Estados Unidos en la Segunda guerra mundial, de haber vivido en París y muerto en Finlandia, yo veía en él lo mejor de un español, madrileño, del espíritu de la República. Era un español republicano, un madrileño del catorce de Abril. Me hubiera encantado estar en alguna de esas míticas fiestas que en su casa madrileña daba cada catorce de Abril. Fiestas de escritores y whisky. Fiesta para la evocación de una patria robada, de un país más abierto, mejor.

Lo volví a ver algunas veces después de aquella comida. Incluso comprando en el mercado, con ese aspecto elegante sin esfuerzo. Elegante por dentro, elegante por fuera. Elegante hasta con el uniforme de voluntario civil en el American Field Service. Elegante en guerra, como Luis Cernuda. Elegante en paz. Que descanse el hombre que nos permitió leer a los mejores escritores del siglo veinte, de otros siglos.

Al lado de su casa, en el portal de al lado, había nacido Lina Morgan, una madrileña en su antípodas, pero me gusta esas calles de Madrid en que se mezclan el espíritu de la revista y el corazón de los poetas. Una ciudad en que lo castizo no impide lo moderno.

Se fue Jaime Salinas. Los que quieran saber de él, al menos del español cosmopolita que vivió por el mundo y que llegó un día a una editorial de Barcelona, que acudan a sus memorias, "Travesías". Fueron editadas por Tusquets, una de las últimas editoriales que tienen nombre propio y espacio abierto. Siguen otros, pero son distintos.

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26 de enero de 2011
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