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Por culpa del clima

Otras tardes Antes de irme le anuncié que me llevaría un libro de la biblioteca, en recuerdo de don Pablo, y cogí uno al azar. Graciela me acompañó hasta la puerta. En el jardín nos detuvimos; me preguntó cuánto tiempo estaría en Lima y le contesté que sólo unos días más, mi embajador no puede hacer nada sin mí. Luego quedamos un instante en silencio, mirándonos. Graciela sigue siendo muy hermosa. Iba a decirle algo pero me callé, siempre he desconfiado del primer impulso y es demasiado tarde para cambiar. No me pidió que volviera y creo que no iré a verla antes de irme. He empezado a leer el libro que me traje: es de un viajero francés que estuvo en el Perú a mediados del siglo pasado y encontró que los limeños somos muy malas personas, dice que por culpa del clima. Luis Loayza Otras tardes PD.- Homenaje a la ciudad de Lima (la horrible, si quieren) y su fundación el 18 de enero de 1535 con el libro Otras tardes de Luis Loayza, que para mí es el que mejor describe a los limeños y su clima interno que se exterioriza en ese cielo panza-de-burro, los bellos crepúsculos y la indecisión como actitud de vida.

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18 de enero de 2012
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Andrea Jeftanovic premiada

Andrea Jeftanovic A fines del años pasado, hacia el mes de octubre, la chilena Andrea Jeftanovic vino a la Feria del Libro Ricardo Palma de Lima para presentar -incluso antes que en su país- su nuevo libro, una colección de cuentos titulada No aceptes caramelos a extraños (coincidentemente presentada en Halloween por Enrique Planas y por mí). Pero era solo el comienzo. El estupendo e inquietante (como lo califica el jurado) libro de Andrea acaba de ser premiado en Chile por el Círculo de Críticos. Dice la nota:

En horas de esta mañana, el Círculo de Críticos de Arte de Chile dio a conocer los ganadores del área de Literatura. A nivel nacional, los especialistas escogieron como mejor obra literaria a ?No aceptes caramelos de extraños?. Obra de la narradora, ensayista y docente chilena, Andrea Jeftanovic. Para Marco Antonio de la Parra, Director de Literatura de la U Finis Terrae, y quien presentó ?No aceptes caramelos de un extraño? junto a Pía Barros, ?el premio de la crítica reconoce una de las trayectorias mas interesantes de lo que podríamos llamar novísima narrativa chilena. Su estilo cuidado, tremendamente sensual, elíptico, se permite acercarse en este libro al mundo del abuso, del niño en peligro, con una delicadeza y poesía escasa en nuestro medio?. ?Su inteligencia como narradora es portentosa y su escritura ya le está valiendo reconocimientos y publicaciones en el extranjero. Se le lee transparente pero no por eso menos inquietante. De un oficio acabado, es de los escritores que trabajan cada línea. Sus talleres, exhaustivos y prolijos, siempre afables, han ganado prestigio. Estudiosa, aplicada, cuenta además con una simpatía que le ha permitido salvarse de todas las envidias de nuestro medio endogámico y estrecho. Se premia con ella a las nuevas generaciones de recambio, se premia una literatura femenina (si la hay) nada de feminista, se premia la intuición y el esfuerzo, se premia al talento natural que se respira en cada línea. En un año con un fuerte despertar de la narrativa y sobre todo del cuento, el premio es una señal de que se están juntando nuevas voces que publican en editoriales más pequeñas, y que no hay que descuidar si queremos estar realmente al ojo con lo que esta pasando en este país?.

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18 de enero de 2012
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Latinoamérica en marcha

Hartos de no ser importantes, los países latinoamericanos, viendo como está el llamado mundo occidental, han empezado a creer en su propio futuro.

La tesis corresponde al libro Nuestra hora del emprendedor chileno Raúl Rivera y expone, punto por punto, de un tópico a otro, la realidad presente y potencial de los 600 millones de habitantes latinoamericanos.

 De ellos, unos 240 se hallan todavía en situación de pobreza, pero a semejanza de las zonas emergentes de Asia, la clase media se ha incrementado en 50 millones durante los últimos años y la idea de estancamiento, de violencia ciudadana o de postración crónica  está siendo sustituida por una confianza creativa que ya se manifiesta en innovaciones mercantiles y en un estado de ánimo que sería la otra cara de la infausta estampa europea y norteamericana de ahora.

Años de dictaduras y quiebras nacionales, calvarios de deudas externas y degradación de las vidas van mutando hasta ser ya el conglomerado de mayor esperanza de vida del planeta según Rivera, lo que no sólo reconforta a la juventud sino que indica, para la totalidad del censo, una mejora que, como debe ser, tiene su principio en la fortaleza de la vida. Pasen pues y lean este libro tan optimista como revelador de otra América Latina tanto tiempo contemplada como un acacharrado artefacto y  ahora se pone a funcionar engrasado por una población con el mayor mestizaje del mundo. Una mixtura esencial de la que hoy se deduce el máximo poder innovador para el desarrollo del siglo XXI.

En estos días tan pauperizados, algo bueno, por fin,  que podemos llevarnos los hispanos a la boca.

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18 de enero de 2012
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¿Do de pecho?

Me encuentro con una de esas noticias insólitas: en Tailandia, una esteticista llamada Khemmikka Na Songkhla practica una técnica consistente en atizar a manotazos los pechos para aumentar su tamaño. Si se realizan cuatro sesiones, los efectos pueden durar hasta tres años. Songkhla tiene lista de espera y cobra más de 300 dólares por sesión. El dolor, ah el dolor. Qué les van a contar a las mujeres acerca del inevitable penar a fin de embellecerse. Recuerdo aquellas primeras ceras amarillas y espesas con las que nos depilaba la peluquera del pueblo, un ritual cruel que siempre tuve fe que el progreso remediaría, e incluso que sería testigo de ello. Ahí está el láser con su erradicación definitiva del anatema del vello, porque una mujer peluda siempre ha sido una mujer a medias desprovista de los afeites y talcos que se le suponen por cuestión de género. Un descubrimiento que, salvando las distancias, ha hecho tanto por la liberación femenina como la píldora. Los rituales de belleza, gracias a la cosmética científica, han abreviado infinitos vía crucis: desde los más de veinte kilos de ropa encima, bajo corsés y crinolinas, hasta el tacón de aguja que sigue reinando con esplendor pese a deformar los metatarsos. Para los más críticos, la progresiva popularización de la cirugía plástica desde los años ochenta es síntoma de una sociedad disfuncional. De una enorme ausencia de riesgo personal relacionada con el materialismo; operarse como quien se compra un cartier, una felicidad efímera similar a la lotería. No sólo aquellos empujados por la vanidad y la estupidez entran en un quirófano, sino quienes sienten un profundo malestar con su imagen. Gracias al formidable avance de la medicina, el cuerpo es uno de los pocos territorios que nos pertenecen. Pero a menudo el de las mujeres ha sido demasiado modificable. ¿Por qué entre cinco y diez millones de mujeres se han implantado silicona en el pecho? Contrariamente a lo que podíamos imaginarnos, la afición por los senos grandes y turgentes no pertenece en exclusiva al imaginario masculino. Aunque la mayoría de los cirujanos plásticos sean hombres, el canon del 90-60-90 mantenga su vigencia, y desde la Loren hasta Angelina Jolie el pecho represente un poderoso atributo, leo en The Guardian que en el siglo XIX se publicaban consejos para frotar el pecho con una toalla impregnada de abrasivos y se utilizaban aparatos de succión o con alambres, todos ellos diseñados por mujeres. Mientras asistíamos a la llegada de la paridad a la política y a la feminización del mundo, las mujeres hacían crecer sus pechos a cualquier precio. La prótesis mamaria se convirtió incluso en un regalo de cumpleaños, se sorteaba en discotecas y, ante tal panorama, algunos oportunistas se aprovecharon de la demanda con implantes baratos de mala calidad, como las PIP (Poly Implants Prothèses), líderes en Francia y terceras prótesis mamarias más fabricadas en el mundo. ¿Cómo hemos podido llegar hasta este extremo? Kilos de silicona, esa que los médicos muestran en la palma de la mano como si fuera un órgano con vida propia, a punto de estallar dentro del cuerpo de las mujeres. «No quiero quedarme con dos bombas en el cuerpo», dice una portadora de las PIP. Laxitud, falta de regulación, normativas diferentes dentro de la UE y, en especial, el peso de la desafección con uno mismo. Ahora bien, que nadie se engañe, la percepción a menudo errónea del propio cuerpo ya no es una exclusiva femenina. La cirugía plástica se ha triplicado entre hombres en Catalunya, la demanda ha crecido un 25% en el último lustro, y las operaciones para alargar el pene se han triplicado desde el 2008. Cada año, entre 1.000 y 5.000 hombres pasan por el quirófano para engrosar su miembro. Y lo dramático es que, al igual que muchas mujeres, el 90% no lo necesita. (La Vanguardia)

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18 de enero de 2012
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I. Una muerte en navidad

 La Chita murió en la víspera de Navidad a la edad de ochenta años, en un parque de la Florida, el Suncoast Primate Sanctuary, una especie de asilo de ancianos para monos. Ya se sabe que la Florida es un lugar ideal de retiro para la tercera, o la cuarta edad. Era un chimpancé macho, pero siempre lo conocimos bajo signo femenino. La Chita. Tarzán y la Chita. Se hallaba inscrito en los Guinness Records como el chimpancé más viejo del mundo, pues los simios de esta especie no suelen vivir más allá del medio siglo. Como en el caso de todos los personajes que se vuelven míticos, surgen ahora distintas hipótesis y reclamos. Que este Chita recién fallecido no es era el verdadero, o al menos que no era el único, pues en el plató de las filmaciones siempre había un par de chimpancés para alternarse a la hora de actuar al lado de Tarzán y de Jane, su compañera; y que si nació en 1932, no pudo ser la Chita de Tarzán de los monos, filmada ese mismo año.

Es lo mismo que pasa con el león de la Metro. Ya decrépito, cansado y desdentado, como todos los viejos, y escasa la melena, es exhibido en una cueva en los jardines del Grand Hotel MGM en Las Vegas. Pero también se alega que siendo en 1928 que rugió por primera vez en una película de la Metro Goldwin Mayer, ya debería haber pasado a mejor vida hace tiempo. Envidias contra la fama, e intentos inútiles de destruir el mito. Charles Atlas aún sigue, joven, musculoso y sonriente, ofreciendo su método de tensión dinámica para dejar de ser un alfeñique, más allá de sus cien años de vida.

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18 de enero de 2012
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Reseña de "El Orden de las cosas"

Reseña en SOMOS Mil gracias a Enrique Sánchez Hernani que reseñó para SOMOS este sábado 14 de enero la novela juvenil El orden de las cosas que publiqué en Alfaguara Serie Roja. Dice: Dorada Adolescencia Nueva novela del excelente  autor nacional, que aunque fugura en la sección juvenil de la editorial puede ser perfectamente leída por los adultos que siempre encuentran momentos propicios para evocar la edad perdida. El libro descubre la historia de un muchacho que al cambiarse de colegio entra en un nuev mundo, tiene que hacer nuevos amigos y, en este trance, descubre algunos secretos de lo que es la vida adulta. La novela, cuyos protagonistas son adolescentes que están en el tercer año de media, también le sirve al autor para narrar lo que es vivir la pasión por el fútbol, el hallazgo del primer amor y la tolerancia frente a una confidencia difícil: un muchacho le confiesa a otro su homosexualidad. Lo estupendo de la novela es que carece de un propósito moralista y utiliza un lenguaje y una estructura para lectores adultos, es decir, está despojada de interés admonitorio o de una falsa sencillez. El volumen tampoco cede a sumergirse en honduras reflexivas que empantanen la redacción. Fluye bien y es amena.

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17 de enero de 2012
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El mal sin fin

La persistencia de la crisis, de la Gran Crisis, va teniendo un efecto humano que traspasa la adversidad económica y las penurias personales. Día tras día ha ido permeando en el organismo una sustancia viscosa y nociva que degenera el ánimo y hasta las ganas de vivir.

Saldremos de esta situación pero es tan difícil saber por dónde que la sensación de confinamiento en una penitenciaría aumenta cada jornada. ¿Pereceremos por consumación de lo peor nos consumiremos en la depresión? ¿Adquirirá la sociedad por mucho tiempo una condición triste? ¿Mutará poco a poco la concepción de la existencia y, en consecuencia, la manera de sentir y de actúar?

Keynes, que todo lo sabía, dijo para los malos momentos: "Cuando esperamos que ocurra lo inevitable, surge lo imprevisto".

Atados de pies y manos, sin medidas eficaces, sin dirigentes capaces, la única y delgada esperanza radica en que "el imprevisto", un "suceso" sin control humano venga milagrosamente a detener el hundimiento de la biología, la psicología y la teleología de cada persona contagiada ya de la masa amarga que no cesa de aumentar.

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17 de enero de 2012
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Pecado original

 "La acumulación originaria juega el mismo papel en la economía política que el pecado original en teología. Adán muerde la manzana y así el pecado cae sobre el género humano. Su origen se explica como si fuera una anécdota del pasado: Hace muchísimo tiempo había por un lado una élite trabajadora, inteligente y sobre todo ahorradora, y por otro lado unos gañanes bribones que gastaban todo lo que tenían y hasta lo que no tenían. Y de la misma manera que el pecado original teológico explicaría por qué el hombre fue condenado a ganarse el pan con el sudor de su frente, la historia del pecado original económico nos revelaría la razón de que a cierta gente no le quede sino trabajar".

Debo a Oriol Farrès, antiguo alumno y actualmente profesor en la universidad de Girona, el que me ponga sobre la pista de este párrafo de Marx (1) que  resonaba en mis oídos cuando el sábado 14 de enero (haciéndose eco  de las amenazas de las  agencias de calificación)  el señor Rajoy  reiteraba precisamente que "no podemos gastar lo que no tenemos".

Y una pequeña indicación sobre la tremenda frase final, por mi subrayada, relativa a los que (¡ precisamente por vagos!) han de trabajar sin límite.  Para el camarero,  el taxista, o el jornalero agrario de la Europa meridional que trabaja un mínimo de 12 horas (según la propia OCDE España es uno de los países dónde  la jornada laboral es más larga), la lectura de estas líneas les hará entender  las peyorativas palabras que les dirigen políticos de la UDC ( partido de la señora Merkel),  de la  Lega Norte  (partido de Umberto Bossi o de Unió Democràtica (partido del señor Durán Lleida) (2).Seguir a Marx en su descripción de  la indigencia que para  los hombres supone  la vida del capital, y adoptar  la actitud consecuente que se impone, constituiría el mayor antídoto para ese fantasma de que el mal reside en el otro, fantasma que  ha sustituido en Europa al de  la economía socializada  y al  que aquí me refería dos columnas atrás.

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(1)   Oriol Farrès realizó una magnífica exposición sobre el tema en un congreso de sociedades de filosofia de lengua catalana celebrado recientemente en Sueca, Valencia. Marx está discutiendo ciertas tesis relativas a la acumulación que sería anterior a la acumulación capitalista (previous accumulation en palabras de Adan Smih) e  intenta poner de relieve la irrelevancia de tal concepto (que según puntualiza Farrès, debería ser tildada  de apropiación o aun de expropiación que de acumulación. En el contexto de tal crítica aparece la mordaz referencia teológica.

(2)   Baste recordar alguna de las frases literales de este último: "En otros sitios de España, con lo que damos nosotros de aportación conjunta al Estado, reciben un PER para pasar una mañana o toda la jornada en el bar del pueblo".

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17 de enero de 2012
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Me gustan los cruceros

Me gustan los cruceros porque navegan. Porque uno puede escuchar el océano chocando contra el casco, ver el mar desde la ventana y mirar ciudades que se acerca o alejan dependiendo si uno zarpa o atraca.

Me gustan los cruceros porque están llenos de entretenciones, entretenedores, comidas, máquinas tragamonedas, bares abiertos, discotecas, librería con best-sellers, mesas, masas, sillas, parlantes, piscinas, tiendas, ruido, habitaciones, televisores y turistas. Miles y miles de turistas dedicados a un gran plan: las vacaciones.

Me gustan los cruceros porque no pretenden cambiarte la vida. Los pasajeros de los cruceros bajan en peregrinación a las ciudades, sacan fotos y vuelven al barco. Me gustan tanto como los hoteles todo incluido, sitios donde la vida diaria queda afuera para darle paso a un saludable no-hacer-nada. Me gustan los cruceros porque uno puede sentirse joven y flaco: el promedio de edad de un pasajero de crucero es de 65 años y unos 95 kilos de peso.

Es cierto que hay muchos que detestan los cruceros. Para cierto tipo de viajero experto, pasar tus vacaciones en estos mall flotantes suena a sacrilegio. A turísticamente incorrecto. A panorama bobo, plano, chato, simplón. Me gustan los cruceros porque a sus pasajeros nada de esto les importa. Al contrario, suman y suman seguidores. Mientras el prejuicio no los saca de la mira telescópica, la comunidad de adictos a cruceros crece. Y se traspasan con el orgullo que se comparte una buena mano de droga. 

Me gustan los cruceros porque hace 20 años mis padres fueron a uno por el Caribe, y lo recuerdan como si el viaje hubiera sido ayer. Me gustan porque, finalmente y pese a lo que se crea, generan en sus consumidores cierta mística. Pertenencia.

Me gustan los cruceros porque tienen peluquería. Porque la gente se esmera en vestir elegante para la cena con el capitán. Porque hay música bailable en vivo. Porque hay bar con pianista. Porque te sacan fotos que luego te venden. Porque te sonríen. Porque trabajan para ti. Porque puedes elegir entre hacer yoga, tomar sol, ir al gimnasio, pasar la tarde tragando pizzas mientras metes fichas en el tragamonedas, emborracharte, bañarte en la piscina o dormir. Nada muy diferente a la vida diaria, pero bajando algunas horas en diferentes puertos.

En 1996 el escritor David Foster Wallace escribió "Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer", un lúcido y crítico retrato de un viaje en crucero por el Caribe. Obviamente, más que apuntar al crucero en sí, lo que Foster Wallace hace es una crítica a la sociedad de consumo, al hombre medio estadounidense, al turismo. Me gustan los cruceros porque, finalmente, terminan siendo más literarios que una playa paradisíaca. Si quieres buscar historias, nada mejor que una ciudad flotante.

Me gustan los cruceros, aunque alguna vez uno se hunda.

Me gusta mucho, tal vez, porque nunca me he subido a uno.

 

 

Twitter: @menesesportatil

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16 de enero de 2012
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Los descendientes de Faulkner y O'Connor

La narrativa norteamericana contemporánea está cada vez más dedicada a ahondar en paisajes urbanos y suburbanos, lo cual a ratos la torna aburrida, predecible. Hay notables excepciones a esta tendencia, entre los que se encuentran Daniel Woodrell y Donald Ray Pollock. Woodrell es un autor con una obra extensa -ocho novelas y un libro de cuento--, pero ha tenido que esperar a que el cine llame a su puerta (Winter's Bone, película favorita de la crítica y ganadora en Sundance, está basada en una de sus novelas) para hacerse conocido; Pollock, en cambio, solo tiene un par de libros, pero estos muestran una voz tan madura, tan consolidada, que no da la impresión de haber publicado por primera vez hace apenas cuatro años.

Woodrell y Pollock coinciden en varios aspectos importantes, entre ellos una fuerte concepción del lugar: Woodrell es el narrador de la zona montañosa de los Ozarks, entre Missouri y Arkansas, mientras que Pollock se ocupa del mundo rural de Ohio. En los cuentos de Knockemstiff, Pollock se muestra determinista: el lugar es una maldición y no hay forma de escapar de él por más que uno lo intente. En los cuentos de The Outlaw Album, Woodrell también crea personajes firmemente atados al lugar, pero ellos viven esa atadura como una bendición: es lo único firme en sus vidas.

Otras coincidencias: sus personajes son de extracción popular, conocidos de manera derogatoria como white trash; gente pobre que no ha terminado el colegio, perdedores de escasa cultura y pocas oportunidades en la vida: (Woodrell: "El mal humor en sus vidas a veces marchitaba a Dalrymple, acortaba su visión, el mal humor se debía sobre todo a no haber tenido ambición terrenal, haber cortado los deseos de la vida, aceptando una suerte de decadencia, una podrida reducción de aquello que podían haber sido capaces de ser al principio). Debido a ello muchos están enganchados al meth, tanto en su producción ilegal (Winter's Bone) como en su consumo (Knockemstiff). Pero no se trata solo de la droga; estos personajes tienen en general relaciones complicadas con la ley y con los tabúes culturales.

Las novelas de Woodrell y la de Pollock, The Devil All the Time, son también policiales, con asesinos seriales y fugitivos de la justicia comandando la acción (la policía solo aparece en los márgenes). En esta narrativa hay incesto ("Hair's Fate", de Pollock) y abundan los personajes retardados ("Uncle", de Woodrell); una genealogía debería mencionar la narrativa sureña gótica como la influencia principal, sobre todo la obra de William Faulkner y Flannery O'Connor, aunque Woodrell le añade a Faulkner un toque noir y Pollock, tan fascinado por lo grotesco como O'Connor, radicaliza la mirada irónica a la religión de la escritora de Georgia (en la novela de Pollock la religión es un disfraz, una forma de vida oportunista, el mejor camino para los vividores).

Woodrell y Pollock escriben cuentos tan compactos como brillantes, en los que el desenlace suele ser violento. En sus mejores relatos (entre otros, "The Echo of Neighborly Bones", "Two Things" y "Night Stand" en el primero, "Pills", "Lard" y "Bactine" en el segundo) abundan las frases e imágenes originales, y el sentido del ritmo es impecable. Las novelas son desiguales, quizás porque en ellas esa violencia continua a ratos se vuelve truculenta y gratuita (sobre todo en Pollock). Si hay algo que diferencia a estos autores es el tono: aunque su especialidad es la narración en primera persona, Woodrell maneja más registros y su fraseo alcanza un lirismo conmovedor; Pollock tiene mucho más sentido del humor y se decanta por la sátira a veces gruesa. Entre el lirismo y el humor, un mundo desolado encuentra espacios para la redención, aunque los personajes no la tengan.

(La Tercera, 14 de enero 2012)

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16 de enero de 2012
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