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Eder. Óleo de Irene Gracia

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…Y una izquierda

El luto le sienta bien a Cristina Kirchner desde que empezó a utilizarlo tras la muerte de su esposo, el 27 de octubre de 2010, para que a nadie se le escape su doble condición de presidenta y viuda. Desde entonces, sus gestos se han vuelto más enfáticos y severos, dotados con una justa pátina de melancolía, como si cada ademán suyo dijese: debo continuar con nuestro proyecto conjunto, pero en el fondo me siento sola y devastada. Si la política exige ciertas dosis de histrionismo, en Argentina la teatralidad se exacerba; desde Perón —con Evita e Isabel como primeras actrices—, y sin dejar atrás a los milicos, toda su vida política parece sometida a estos desplantes melodramáticos, más propios de una telenovela que de un tango. Así también la agonía de Néstor Kirchner: sus funerales —que culminaron con la inauguración de un mausoleo—, estuvieron jalonados por el llanto, los desgarros histéricos, la solemnidad artificial y el mustio ensalzamiento del héroe que se repiten a lo largo de su historia.

 

Cristina Kirchner no es, sin embargo, sólo una buena actriz, aunque lo sea; a diferencia de sus predecesoras, su carrera se sustenta en años de actuar y sobrevivir en los entresijos del peronismo —ese jubón indefinible en el que todo cabe, un poco como el PRI de antaño—, y su ascenso no puede explicarse sólo a partir del impulso de su esposo, sino por sus propios méritos de estratega y resistente. Astuta, rápida e intensa, la presidenta ha sabido aprovechar al máximo su posición de Electra para concentrar el mayor poder posible en torno a su figura. Y lo ha logrado: hoy nadie le hace sombra.

Gracias a Cristina, el proyecto K se revela como uno de los más exitosos de la región: tres mandatos consecutivos, el del marido, la esposa y la viuda, que lograron rescatar al país de la debacle, animaron a la izquierda latinoamericana y salvaron la memoria de los represaliados, al tiempo que se acomodaban al ciclo de corrupción, culto a la personalidad y caudillismo que proclamaban combatir. Una izquierda vigorosa, sí, capaz de corregir la deriva neoliberal del menemismo, de acentuar los derechos sociales o ampliar la cobertura sanitaria, pero que no ha dudado en aliarse con los más oscuros intereses económicos, que ha dividido a la sociedad entre sus acérrimos partidarios y sus no menos ácidos detractores y que, pese a sus reformas, no ha superado los rasgos más escleróticos del peronismo.

Justo en estos días, en una más de las tenebrosas intrigas de palacio que rodean a los K, el vicepresidente Amado Boudou ha sido vinculado con una oscura trama de corrupción. Hasta ahora, la única consecuencia de este episodio que ha involucrado al juez Daniel Refacas y al procurador Esteban Righi —obligado a renunciar—, es que Boudou ha quedado descartado como posible delfín de la presidenta cuando muchos se preguntan ya por la suerte del kirchnerismo al término del último período de ésta en la Casa Rosada.

Cristina K, en fin, como el mejor ejemplo de una izquierda zigzagueante que combina un discurso profundamente ideológico con un talante práctico, y la voluntad de implementar auténticas políticas progresistas —redistribución y equidad—, con un manejo faccioso del poder, dispuesto siempre a doblegar a sus enemigos, sean éstos los dueños del grupo Clarín o los atribulados españoles de Repsol.

Más que Dilma Rouseff, siempre rotunda y eficiente; más que Evo Morales o Rafael Correa, empantanados en sus conflictos internos; e incluso más que Hugo Chávez, dominado por sus excesos y ahora por la enfermedad, quizás sea Cristina el paradigma de la izquierda latinoamericana en nuestros días. Una izquierda capaz de mejorar la vida de sus ciudadanos pero que, en su voluntad de protegerse de quienes la acosan, no duda en soslayar la corrupción y pactar con los sectores más espurios. Una izquierda que, ay, no parece estar muy lejos de la que apoya a Andres Manuel López Obrador.

            Igual que Cristina, éste ha demostrado su capacidad para ser un gobernante comprometido y pragmático —no es casual que, pese a las campañas en su contra, en la ciudad de México siga encabezando las encuestas—, pero también para escudar a los individuos y grupos más oscuros que medran en los sótanos de la izquierda mexicana (con Bejarano como estandarte). Éste es, quizás, uno de los puntos más débiles de su campaña, por lo demás la mejor de todos los candidatos: está muy bien que con su república amorosa se distancie del extremismo que abrazó en la protesta poselectoral del 2006, pero —para usar el lenguaje cristiano que hoy ostenta—, frente a la probada deshonestidad de muchos de sus aliados no basta con poner la otra mejilla. Si en verdad quiere limpiar del todo su figura, debería retomar la vertiente implacable de Jesús ante los comerciantes del templo y distanciarse drásticamente de esos sectores corporativos que no han hecho otra cosa sino medrar y enriquecerse a su vera, ocultos bajo el manto de amor y paz que hoy nos ofrece su líder.

 

twitter: @jvolpi



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16 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La isla de los santos

El régimen que durante cuarenta años lideró el general Franco dio muestra de una estrechez de miras tan sañuda que la mitad (por poner una cifra) de los intelectuales españoles tuvo que buscar la salvación fuera de España. Esa diáspora cultural fue una tragedia personal para los exilados y una pérdida incalculable para un país como España, que nunca ha estado sobrado de mentes pensantes.

 

Sin embargo, si Franco  y sus servidores merecen la más severa de las censuras por su cerrilismo intelectual, sus herederos no somos menos culpables y resulta incomprensible que un ministerio tan inútil y falto de contenidos como es el de Cultura no haya sido íntegramente dedicado, desde la llamada restauración democrática, a la nacionalización, repatriación o como quiera llamarse a la labor de recuperar la obra  de aquellos intelectuales vergonzosamente obligados a huir y que en gran parte  permanece dispersa por las bibliotecas y hemerotecas de los países que tuvieron la generosidad de acogerlos y ofrecerles trabajo. Esa labor de recuperación ha quedado en manos de la iniciativa privada, que suple a base de entusiasmo y trabajo la absoluta y, repito, incomprensible falta de apoyo oficial.

Tal es el caso de La isla de los santos que ahora publica la editorial Igitur gracias en gran parte a la labor realizada por Laura Baeza, diplomática y nieta del autor, Ricardo Baeza. Este, nacido en 1890 en Bayamo, Cuba, y muerto en Madrid en 1956, fue un traductor, editor, periodista, promotor  teatral, cronista y diplomático que desarrolló gran parte de su fecunda labor intelectual en la década anterior a la Guerra Civil. Su inequívoca adscripción a la causa republicana, sobradamente puesta de manifiesto en sus colaboraciones en periódicos como El Sol y revistas como La Gaceta Literaria o Revista de Occidente, y su cargo diplomático en Chile justo antes del golpe de Estado de Franco hicieron de él un candidato idóneo al exilio de por vida. Pudo volver a España pocos años antes de su muerte pero sumido en el más absoluto anonimato.

La Isla de los santos es una recolección de las crónicas que Ricardo Baeza publicó en El Sol relatando un viaje de varios meses a Irlanda cuando estaba a punto de estallar allí la guerra civil que a la postre supondría la (casi total)  independencia de la República irlandesa. Lo primero que llama la atención de estas crónicas es su calidad literaria. En su momento recibieron el aprecio de los lectores (ventas) lo cual es un mérito cuando dichos lectores estaban acostumbrados a un género como el de la literatura de viajes,  brillantemente  practicado entonces por hombres de la talla de Luis Oteyza (andanzas  por Oriente), Luis Araquistáin ( Estados Unidos) o Manuel Chaves Nogales ( URSS). Destacar frente a ellos era toda una hazaña.

Junto a la gran calidad del texto merece destacarse la claridad en  la exposición de una situación enrevesada, dramática y extremadamente dolorosa que enfrentaba a dos naciones (Inglaterra e Irlanda) por las que el cronista sentía gran admiración y aprecio, pero que se estaban desangrando mutuamente ante la mirada consternada del viajero. Esa capacidad de mantener la serenidad de juicio ante una situación desquiciada resulta asimismo muy notable a la hora de tratar el tema del nacionalismo, pues si debía ser condenada sin paliativos la brutal política de castigo llevada a cabo por una mentalidad ultranacionalista como era la del imperialismo británico, no menos reprobables eran los excesos que, como respuesta, estaban llevando a cabo los nacionalistas del Sinn Fein. Su intento de mantenerse ecuánime acabaría costándole ser reprobado por ambos bandos.

Si los numerosos textos firmados por Ricardo Baeza merecen ser puestos al alcance de los lectores actuales, éstos deberían agradecerle otro aspecto de su quehacer intelectual, pues aunque no lo sepan, se están beneficiando indirectamente de la labor que él llevó a cabo entonces. Y me refiero a su actividad como traductor. Más que un trabajo, Baeza entendía la traducción como un vínculo que permitiría a la literatura española ponerse a la par de la europea, y ahí está su  labor pionera con autores como Maeterlinck, D´Annuzio, Oscar Wilde o Marcel Schwob, por no hablar de su excelente versión de Los cantos de Maldoror, de Lautréaumont, todos ellos a disposición de los lectores españoles desde los años veinte.

 

La isla de los santos. Itinerario en Irlanda

Ricardo Baeza

Ígitur

 



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16 de abril de 2012
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Solos, singles o solistas

No existe otro estadio humano que haya mejorado de forma tan asombrosa su reputación como la soledad. Porque no hace tanto tiempo que la estampa de una vida sin compañía humana invocaba un paisaje sombrío y mal ventilado donde el tictac de las agujas del reloj y un solo plato en el fregadero representaban cierta idea de la vida incompleta. Cuán antiguo suena hoy aquello de solterona, un término en desuso en nuestra sociedad hipermoderna en la que las cifras de personas que viven solas ?más mujeres que hombres? se ha incrementado un 80% en quince años. Ahora son las singles, treintañeras o cuarentonas que ya no se deprimen en las bodas ante la insidiosa pregunta de que para cuándo la suya. Todo lo contrario, ejercen su condición solitaria con orgullo y conforman un colectivo mimado por el marketing. Al igual que ellos, tanto heteros como gais, han sacralizado el culto a lo individual que les permite agilidad para moverse y escalar, libres de ataduras. Desde Suecia y Noruega, donde ya casi la mitad de hogares son unipersonales, hasta Japón, cuya sociedad se articulaba entorno a la familia y ahora el 30% opta por vivir solo, pasando por EE.UU., Reino Unido o España -más de tres millones-, la soledad se extiende como una plaga universal tanto en las metrópolis como en las zonas rurales. ¿Por qué cada vez más gente elige vivir sola? ¿Se ha idealizado la soledad, cristalizando una nueva leyenda que exalta los beneficios de una vida independiente en la que no es necesario pelearse por el mando a distancia? Hay etapas biográficas donde se asocia la búsqueda de la identidad con vivir solo, como contaba Jordi Jarque en el Es: El placer de vivir solos. Pero la popularización y el prestigio de la soledad son consecuencia de los valores liberales imperantes: la liberación de la mujer, internet y el aumento de la esperanza de vida. Así lo argumenta el ensayo Going Solo, de Eric Klinenberg ?estudioso de la soledad en la universidad de Nueva York?, que también contempla la otra cara: el desamparo de aquellos que se han quedado sin una red de apoyo. Mientras el matrimonio se ha devaluado, la familia se ha complicado y la amistad se ha virtualizado, la vida en solitario es una opción cada vez más defendida por el mercado y la cultura. Existen dos tipos de mono-habitantes: los que nunca ordenan armarios y los que incluso ponen nombres a los cajones. Los primeros son leones que sienten que están de paso. Los segundos deberían llamarse solistas porque comparten vocación con quienes eligen componer y actuar en solitario. Seleccionan su partitura y la ejecutan con la voluptuosidad de quien tiene ante sí infinitas posibilidades. Lejos de sentirse aislados convierten su espacio en una vibrante sala de mandos. Pero corren el riesgo de olvidar lo esencial: la soledad es ante todo un estado psicológico. (La Vanguardia)

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16 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El lobo europeo

El europeo es un lobo para el europeo. Esta crisis se está llevando por el desagüe lo que quedaba de la mínima solidaridad entre europeos. Es el paso previo a la quiebra del proyecto y fruto de una actitud suicida. Por más que nos digan que todos estamos en el mismo barco y que si la nave se hunde nos hundiremos todos, la cabra tira al monte y el lobo al cuello del otro lobo. El Costa Concordia se estrelló contra los arrecifes por culpa del capitán, pero el transatlántico europeo se hundirá si sigue así porque los capitanes se dedican a pelearse entre ellos en vez de decidirse por tomar un rumbo firme y claro, todos juntos y en favor de todos.

Estos días hemos tenido dos nuevas manifestaciones de la insolidaridad que lleva a dirigentes europeos a actuar como lobos con los otros dirigentes europeos. Sarkozy no ha dudado en utilizar las dificultades de España para vestir su pésimo balance presidencial: en cinco años ha duplicado el desempleo y el déficit comercial, crecido a un ritmo apenas del 1%, incrementado la deuda en 500.000 millones y perdido la clasificación máxima de la triple A. ?Ningún presidente bajo la V República ha terminado su mandato con un balance tan malo?, ha escrito el director de Le Monde, Erik Israelewicz. La culpa: del candidato François Hollande que va a hacer de Francia una España, como si fuera a la vez Zapatero y Rajoy. Mario Monti, el supermario tecnócrata que iba a enderezar a Italia con su visión europea por encima del partidismo, no le ha ido a la zaga. Carga sobre España las causas de su crisis porque teme el sorpasso, es decir, que la prima de riesgo que hay que pagar por su deuda vuelva a superar a la española como sucedió en los meses anteriores a la bendita expulsión de Berlusconi. Y luego, hecho el daño ajeno y sacado el beneficio propio, pide disculpas. A ninguno de los dos les importa dañar al vecino con tal de sacar tajada política, e incluso buscan directamente el daño del vecino como fuente de su beneficio. Cuanto peor vaya el otro, mejor iré yo. Las crisis producen este tipo de comportamientos. Cuando los países tienen moneda propia se dedican a devaluarla para aventajar a sus vecinos en la competencia comercial. Si estas devaluaciones competitivas no bastan, se imponen aranceles y barreras comerciales, dificultando el comercio internacional. Son políticas que aceleran e intensifican la depresión y que incluso preceden a veces a medidas de retorsión más duras, de otro tipo. Véanse las guerras. Cuando no hay posibilidad de cerrar mercados ni devaluar monedas como es el caso de la UE, entonces se practica la denigración del vecino para debilitar su credibilidad y perjudicarle ante los mercados. No lo han hecho tan solo Sarkozy y Monti. También viene haciéndolo desde el principio de la crisis la propia Alemania de Angela Merkel, el mayor lobo entre los lobos europeos.



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16 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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qué tarde me acuesto

Impromptuéste es tu cuerpo o nadauna nube o una ruedaun caballo o cinco dedosqué alegría estoy vivoo la lluviaun ruido de tijerascuatro pasos un silbidoun grito una habitaciónotro gritoun cometa en el cieloun cuchillo en la bocados ojos abiertos una esferados ojos mássiete brazos una manotres o cuatro tigresuna cabeza rubiaun beso de mamácuarenta espejos rotoscuarenta tíos carlosun teléfono sonandoun cadáver en el sueloun señor aburridouna historia cualquieraun teléfono sonandotres o cuatro tigresqué tarde me acuestoestoy solouna palabra u otrano importa qué cosaun teléfono sonandoun cadáver en el suelouna raza de perroun perfume de franciaetcétera etcétera Jorge Eduardo Eielson (“Tema y variaciones” Ginebra, 1950) Homenaje a un año más del nacimiento del extraordinario poeta peruano. Hoy hubiera cumplido 88 años.



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13 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La amistad entre Bolaño y Parra

Artefacto de Nicanor Parra, homenaje a Roberto Bolaño. Aunque la relación de Roberto Bolaño con la mayoría de escritores de su país natal era tensa, había uno con el que la amistad y la admiración siempre fue recíproca: Nicanor Parra. La Revista Ñ entrevista al crítico español Ignacio Echevarría, amigo de Bolaño y gran conocedor de la obra de Nicanor Parra (editor de las Obras Completas del poeta chileno), acerca de esta amista. Un preámbulo más a la entrega del Premio Cervantes a Nicanor Parra, uno de los más justos y esperados de los últimos años. Aquí algunas preguntas a Echevarría por Carolina Rojas:

En su opinión, ¿qué es la antipoesía en la vocación de Bolaño?-Un referente decisivo. Sobre todo en lo relativo a la forma en que orientar una vocación literaria presidida por el rechazo a toda institucionalidad, por cierta insobornabilidad, por la búsqueda de cierta radicalidad en la forma de entender la literatura. -¿Podemos decir que si Bolaño no hubiera entrado en escena, Parra jamás hubiera recibido el Premio Cervantes?-Es muy aventurado decir eso. Basta con señalar una cierta relación de causa-efecto entre la fortuna internacional de Bolaño y la creciente atención que en los últimos años ha suscitado la figura de Parra. Si bien esto último puede atribuirse, sin más, a la prolongada y profunda onda expansiva de la antipoesía, muy afín al espíritu de los tiempos. Ha sido el propio Parra, en cualquier caso, quien ha dicho, con motivo de haber obtenido el Cervantes, que fue Bolaño quien volvió a ponerlo en onda. Y algo hay de verdad en ello. Sin ir más lejos, las Obras completas de Parra no se hubieran emprendido sin el acicate de Bolaño. -Se dice que estaría escribiendo un libro sobre el Bolaño. ¿Tiene alguna fecha tentativa para su publicación?-Ese libro está todavía en estado embrionario, es sólo un proyecto que no sé aún si emprenderé finalmente. Si algún día lo acometo, pienso que la relación entre Parra y Bolaño puede ser unos de los hilos con que trenzar mi aproximación a la figura de Bolaño, que nunca tendría pretensiones de biografía. 



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13 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El guardaespaldas de la Mona Lisa

En uno de los salones del Museo del Louvre hay una pequeña muchedumbre. No es el típico público de museos, que traga saliva frente a cada obra y gira la cabeza siguiendo la posición de la figura. En este salón, el ambiente es festivo. Los visitantes recuerdan a esas largas filas de fans, en la puerta de alguna disquería gigante, aguardando con nerviosa paciencia el autógrafo del cantante de moda. Pero esta tarde parisina, dentro del museo más famoso del mundo, la estrella absoluta es un objeto. Un cuadro. El más famoso de todos. La estrella de esta tarde se llama Mona Lisa, la Gioconda de Da Vinci. Esa chica de sonrisa misteriosa que está custodiada, celosamente, por Frederick.

Frederick, como buen empleado de seguridad, no da su apellido. Es alto, de pelo corto y nariz flaca: un francés que pasa desapercibido por las calles de París. Sin embargo, donde Frederick se hace verdaderamente invisible es en su puesto de trabajo. Me cuenta que se levanta temprano, que se viene al Louvre en metro, que toma café en la guardia, que hace chistes con sus compañeros, y luego se larga a trabajar. En su caso, su labor de oficinista es pararse al lado de la pintura más popular del planeta, evitando que nadie se le acerque mucho, ni
traspase la cinta de seguridad, ni aparezca uno que lance un huevo, o una piedra, o un globo con pintura, todas esas cosas que más de alguna vez se ha logrado evitar a último minuto.

En general, el trabajo de guardaespalda consiste en poner la vida de nuestro custodiado por sobre la nuestra. Sin embargo, en el caso de Frederick el asunto puede llegar a la exageración: custodiar la cara más conocida del planeta equivale, por un asunto lógico de contrastes, a convertirte en el ser más anónimo de la tierra. Y Frederick lo sabe. Nadie lo ha venido a ver a él, sin embargo, todos miran hacia donde él está. Nadie sabe -ni a nadie le interesa- que cursó cinco años en la Policía, ni que le gusta jugar de arquero en el fútbol. Dice que, por estar parado al lado de la Mona Lisa, ha salido en cientos de miles de fotos que recorren el mundo. Pero también sabe, o sospecha, que en muchos casos lo han eliminado de la historia gracias al photoshop.

Desde el puesto de Frederick se puede ver cómo la muchedumbre del salón se renueva constantemente. Como si el cuadro de Da Vinci se hubiera convertido, finalmente y de una buena vez, en una suerte de Santo Sudario Pop frente al cual diariamente peregrinan miles de fieles con cámaras de todo el mundo. Veo unas japonesas que se abrazan con la Mona Lisa de fondo. Un curso completo de italianos, unos mexicanos en luna de miel, dos jubiladas de Estados Unidos, todos sonriendo para el click con el cuadro a sus espaldas. La alegría es total: como si estar junto a la Gioconda, para los escaladores de la sociedad de la popularidad, fuera algo así como tocar el cielo con las manos. Para Frederick, en cambio, estar con ella es su trabajo.

El peor peligro para la Mona Lisa sea que un día, un día cualquiera, Frederick se harte de que nadie lo mire a él. De que absolutamente ninguna de estas miles de personas sepan que él está ahí. Entonces, tal vez trate de besar a la fuerza el cuadro o de romper el vidrio y rajarlo de una buena vez. Aunque, seguro que eso no sucederá pronto: Frederick tiene un buen sueldo, deudas que pagar y una vida que nadie ve.

Publicado en la revista SoHo, Colombia

Twitter: @menesesportatil 



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13 de abril de 2012
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II. Un carnaval sombrío

Eso es la obra dickensiana, una gran enciclopedia de las clases sociales donde los personajes son multitud; personajes que habitan desde los arrabales más oscuros de las vecindades del Támesis, hasta las mansiones de los nuevos ricos donde la falsedad se multiplica en oropeles en los espejos. Nadie retrata mejor que él la miseria, y el ridículo, la marginalidad pavorosa, y la fatuidad hija del dinero. Numerosos personajes, como un mosaico, o como un gran mural en
movimiento, un carnaval sombrío en el que desfila toda una sociedad y toda una época.

Fue un escritor poderoso, y lo sigue siendo. Multitudes que superaban las dos mil personas se agolpaban en los muelles de Nueva York para esperar el buque que llegaba de Inglaterra con
los paquetes de periódicos donde venían los cuadernos con los capítulos de sus novelas, que se publicaban por entregas, como solía hacerse en el siglo diecinueve, en cuerpos especiales, de donde viene el término folletín, o folletón. La gente arrebataba los ejemplares, para leerlos en el mismo muelle.
El triunfo verdadero del escritor se da cuando sus personajes encarnan de tal manera en la conciencia de la gente, que pasan a ser reales. Cuando El almacén de antigüedades se publicó semanalmente entre 1840 y 1841, en Master Humphrey´s Clock, una revista propiedad del mismo Dickens, todo el mundo quería saber qué iba a ocurrir con la dulce y desdichada Little Nell Trent, víctima de las maldades del enano Daniel Quilp.

 

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13 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Kodama demanda penalmente a autor argentino

Pablo Katchadjian, engordó “El Aleph” y ahora está enjuiciado penalmente. Esto ya parece una broma de mal gusto, el colmo de la ironía, lo que ud. quiera decir. Ya saben que María Kodama no es santo de la devoción del Moleskine Literario, pero lo que ha ocurrido ahora más que indignación causa risa: la viuda del escritor que mejor entendió la intertextualidad, los juegos con otros textos, que construyó sus obras con referencias a obras de otras, y que hizo de la cita literaria un arte superior, ahora demanda penalmente (6 años de cárcel) a un joven escritor por hacer lo mismo que le enseñó Borges. Aquí la nota de Gabriela Cabezón:

Los procedimientos son herramientas propias de cada arte. Por ejemplo, el del par dispar. Un personaje muy gordo y otro muy flaco, como Laurel and Hardy y Olmedo y Porcel, por ejemplo, son una fórmula de éxito en la comedia. Otra, también muy exitosa, es la del enfrentamiento del gigante con el pequeño. Sí, como David y Goliat o el Cíclope y Odiseo. De eso, de procedimientos y de fuerzas muy diferentes, se trata esta nota.El escenario de este duelo es la Secretaría 110 del Juzgado Número 3. El título, ?Demanda por infracción de los artículos 72 y 73 de la Ley 12,723?, ?la de propiedad intelectual. Es un delito de la familia de las defraudaciones. La pena, hasta seis años de cárcel. Los contendientes, María Kodama ?no hace falta aclarar de quién se trata?, y Pablo Katchadjian, un escritor argentino nacido en 1977 y apreciado sobre todo por otros escritores, por su diestro manejo de diversos procedimientos literarios y el cultivo de una poética del absurdo.La cosa es así: el escritor joven tiene una muy pero muy pequeña editorial que se llama Imprenta Argentina de Poesía (IAP). En ese sello sacó un librito donde hizo uso de uno de esos procedimientos de los que hablábamos al principio: intervino El Aleph, el famosísimo cuento de Borges. ¿Qué hizo? Lo engordó. Literalmente, le agregó palabras, hasta que las 4 mil originales llegaron a 9.600. Y así se llama el librito: El Aleph Engordado. Termina con una aclaración del autor, que, por si hiciera falta, explica que ?el texto de Borges está intacto pero totalmente cruzado por el mío?. La tirada fue de 200 ejemplares. Este procedimiento, intervenir las obras ajenas, tiene una larga tradición en la literatura y el arte. Para empezar, podemos recordar una obra de Duchamp, LHOOQ (ver recuadro). El título es complicado, pero la obra no: agarró una reproducción de la Gioconda, le pintó bigote y barbita, le puso un título y lista la obra de arte. A ese tipo de intervenciones, Duchamp las llamó ready made. En literatura, a procedimientos semejantes se los llama intertextualidad. Hay de varias clases. Por ejemplo, se toma un personaje de otro autor y se escribe sobre él. Ultimamente lo hizo el francés Michel Lafon, en su novela Un día en la vida de Pierre Menard. El personaje sale de otro cuento muy famoso de Borges, ?Pierre Menard, autor del Quijote?: un escritor francés que se propone escribir el Quijote en el siglo XX. Y lo hace: escribe tres capítulos de la obra de Cervantes. Copiados letra por letra. Pero es otro libro. Incluso el crítico que aparece en el cuento juzga que ?el fragmentario Quijote de Menard es más sutil e infinitamente más rico que el de Cervantes?.Otro caso de intertextualidad que lo tiene de protagonista a Borges: un escritor salvadoreño, Alvaro Menen Desleal, escribió un libro que tituló Cuentos breves y maravillosos. El primer cuento se llamaba ?Prólogo de Borges?: el centroamericano tomó frases encomiosas de, efectivamente, distintos prólogos de Borges, las mezcló, cambió los apellidos de los autores encomiados por el propio y listo. Borges terminó enterándose. Y parece que le resultó divertido, a juzgar por la carta que le escribió a quien lo había puesto al tanto:?No recuerdo haber escrito la generosa y acaso justa epístola que me atribuye el señor Álvaro Menen Desleal, a quien no conozco; sospecho que se trata de un ingenioso mosaico de frases mías, tomadas de diversos textos y amplificadas por el mismo señor A.M.D. Ya que el volumen consta de una serie de juegos sobre la vigilia y los sueños, queda la posibilidad de que mi carta sea uno de tales juegos y travesuras.? Otra pareja despareja la forman la lógica del mercado y las tradiciones de la literatura. Para explicarlas, fuentes que prefirieron guardar el anonimato contaron a Clarín que la defensa de Katchadjian ?un abogado que además es un escritor y un crítico de culto, Ricardo Strafacce? propone como testigos expertos a Beatriz Sarlo, César Aira, Jorge Panessi y Leonor Acuña. Gente de Letras, claro. En esta instancia, está en manos del juzgado sobreseer a Katchadjian, o citarlo a indagatoria, imputarlo y elevar la causa a juicio oral y público. La estrategia de la defensa, según las fuentes citadas, es demostrar que no hay delito porque no hubo ni hay beneficio ecónomico en la operación de Katchadjian. Consultada por Clarín, María Kodama fue muy breve y contundente: ?Toma todo el cuento sin pedir autorización. Hemos perdido el respeto a nosotros mismos, por eso no respetamos a los otros. Si uno usa algo que no es propio, lo mínimo que puede hacer es pedir permiso?.

Me pregunto: señora Kodama ¿a cuántas personas debió pedir permiso Borges, entonces, para hacer sus jugos intertextuales? Ni me imagino. El escritor argentino Damián Tabarovsky escribió una columna muy buena al respecto, en el diario Perfil, donde no solo celebra la idea de Katchadjian (a quien considera uno de los escritores argentinos más interesantes de su generación) sino que aclara el punto: ¿quién es el que se aprovecha y beneficia económicamente del legado de Borges? ¿Un escritor experimental con un libro de 200 ejemplares o la Maquinaría Kodama y sus ediciones póstumas, que incluyen libros que el autor desdeñó y que no incluyen, porque lo que importa es vender mucho, libros con un aparato crítico serio que solo comprarían los especialistas? 

(…) a causa de este pequeño texto inofensivo, experimental y de circulación limitadísima, que María Kodama y su ejército de abogados entablaron una demanda en nombre de la sacrosanta ley de propiedad intelectual. Defendido Katchadjian por el abogado Ricardo Strafacce (escritor él también, autor de la notable biografía de Osvaldo Lamborghini) por estos días, con la feria judicial terminada, el juez debe determinar si hace o no lugar a la demanda penal ?¡sí, penal!? que la heredera de los colosales derechos de autor de Borges interpuso. Desechar la demanda sería lo más sensato, razonable y justo que podría ocurrir.Como es sabido, María Kodama ha entablado también, en el pasado, demandas contra otros por calumnias e injurias. Pues nada inoportuno contra ella saldrá de mí. Al contrario, no tengo más que bellas palabras. Esta es mi catarata de elogios: en este caso, como de costumbre, Kodama vuelve a demostrar su inteligencia superior y su don de gente; vuelve a poner en escena la exquisita sensibilidad estética y literaria que la caracteriza; no hay en ella ninguna actitud protofascista ni brutal; es falso que no le interese en absoluto la calidad de las ediciones de las Obras completas de Borges ?en Emecé y Mondadori? ni la ausencia de aparato crítico ni la fealdad de esos libros; doblemente falso entonces es que sólo le interese la plata y nada más. Jamás me haré eco yo de esas patrañas.



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12 de abril de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El longseller de Fernando Iwasaki

Fernando Iwasaki y lectoras de Ajuar Funerario Mezclar microrelatos con temas de terror ha resultado un coctel bastante reconocido para Fernando Iwasaki, narrador peruano-japonés-anadaluz, quien llega a la sexta edición, 60,000 ejemplares vendidos, de su longseller Ajuar Funerario, publicado por Páginas de Espuma. En El País Rocío Huerta lo entrevista junto a su editor, Juan Casamayor:

?Empecé con este género de minificción hace años, cuando me encargaron lecturas y conferencias para la universidad. Verdaderamente me sentía incapaz de leer textos míos de ocho o diez páginas, el público no merecía que le aburriese, así que decidí escribir estas pequeñas historias. Pero para que sean microrrelatos tiene que haber historia, y si no lo hay entonces podrá ser un poema en prosa, una anécdota, un aforismo estirado como un chicle? Pero no un microrrelato?. Iwasaki afirma que vivimos en un mundo invadido de ficción aunque no nos demos cuenta. ?Ficción son los currículum vitae, son las esquelas de los periódicos, son los anuncios por palabras… Esa persona que publica: ?Licenciado, 42 años, culto, encantador, desearía conocer señorita?? ¡Eso es ficción!, ¿Cómo es posible que nadie haya llegado a esa situación de abandono a los 42 con todas esas cualidades?? Bromea el escritor. ¿Y el género de terror? “Eso me vino por capricho. La suerte es que el libro tiene una lectura muy agradecida para ser terror, por eso circula mucho en institutos. Me consta que muchos profesores y alumnos de secundaria conectaron muy bien con el libro, lo que ha influido en las ventas”. Juan Casamayor, editor de Páginas de espuma, ha llegado muy bien porque Iwasaki ha tenido la sabiduría de unir la brevedad del microrrelato con el escalofrío que tiene la literatura de terror: “Sus microrrelatos son muy adictivos. Solapa muy bien sus propias experiencias vitales con la microficción. Algunos de los cuentos surgen de su infancia, derivan de recuerdos en la casona de su abuela donde estaban enterrados sus antepasados. La mujer que cuidaba a Fernando y a sus hermanos les decía que no abriesen los ojos después de acostarse, o se les aparecerían sus antepasados muertos”, cuenta divertido el editor. Como Andrés Neuman, Jorge Volpi, Rodrigo Fresán o Juan Gabriel Vásquez, Fernando Iwasaki (Lima, 1961) forma parte de una idiosincrasia de escritores de origen latinoamericano que viven en distintas partes del mundo y su literatura sí tiene el membrete de sus raíces, pero es universal. Casamayor asegura que el peruano tiene un papel muy importante en el mundo literario: ?Fernando es un mago de las palabras, pero además representa un nudo entre los clásicos latinoamericanos y la nueva generación. Siendo muy amigo de Mario Vargas Llosa, de Jorge Edwards, habiéndolo sido de Cabrera Infante, siempre ha estado muy atento a las nuevas generaciones?, lo que el propio escritor achaca más a un sentimiento de cariño y afecto que a la generosidad: ?Me formé leyendo a Cortázar, Borges, García Márquez, Vargas Llosa? No puedo negar que tenga sus influencias, pero yo no sería quien soy sin los autores del boom… Creo que si no admiras a tus contemporáneos te pierdes algo muy grande. La literatura te permite tratarlos y disfrutar de todos ellos, no creo que un escritor le haga competencia a otro, sino que un libro te lleva a otro. Por eso me gusta que haya una nueva generación latinoamericana?.



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12 de abril de 2012
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El Boomeran(g)
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