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El horror nacional

Por 9 de mayo de 2012 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Joana Bonet

 
De pocas cosas tengo tan diáfana certeza como de que el Comité Olímpico Español debe retirar inmediatamente los uniformes fabricados en Rusia con los que quiere humillar a nuestros deportistas en Londres. Sí, con la misma rapidez que un lote de leche infantil adulterada o una golosina tóxica made in China. Porque es evidente que se trata de un delito estético y psicológico. Justo cuando desde el Ministerio de Exteriores se intenta relanzar la «marca España» en sus horas más bajas, es sorprendente que se exhiba un desconocimiento palmario del principio de representación de la vestimenta por parte de un organismo tan solvente como el COE. La elección es de una vulgaridad que nos empequeñece al lado de los diseños de Ralph Lauren para EE.UU. o Armani para Italia. Porque, cómo van a reducir al esperpento a los pocos héroes que nos quedan, como Rafa Nadal, Ricky Rubio, Marc Gasol o Andrea Fuentes, embutiéndolos en un chándal de pata acampanada que, en el mejor de los casos, se asemeja al de un bailarín del Circo del Sol y, en el peor, al de un compungido animador de gincana. Mientras que el dos piezas para ellas evoca la peor salida de la pasarela de Kirguistán (con todos mis respetos); una mezcla de campesina zíngara y maripili, un absurdo quiero y no puedo inspiración Vacaciones en Roma.
Los uniformes siempre han convocado el reconocimiento social, tanto para quienes los visten como para quien los identifica, trasladando simbólicamente atributos y funciones a su portador. Pueden expresar desde servidumbre hasta distinción; y sus detalles han sido fijados ?desde el uniforme militar hasta el hábito de clérigo? para esconder al individuo y fijar al personaje social. La reacción del sector de la moda ha sido previsible y demoledora. «Una estampa propia de Berlanga», según Ton Pernas. «Una broma», para Modesto Lomba. El asunto pervierte la imagen de nuestro país, y supone la dimisión de su dignidad creativa (¡qué nostalgia la de aquellos trajes que diseñó Toni Miró en el 92!) por cuestión de dinero. El portavoz del COE lo ha dejado bien claro: la empresa rusa, Bosco di Ciliegi, «nos paga por llevar su ropa». La justificación no puede ser más prostibularia. Y muestra un alarmante déficit de capacitación en impulsar un sector, el textil, que crece un 9,2% en exportaciones, con empresas líderes en el mundo. A eso se le llama pérdida de oportunidades. Y si no los retiran (#uniformesJJOO), que los sacrificados deportistas exijan derechos de imagen por tener que disfrazarse como en un carnaval para pasear la bandera y rendir honores a la Antorcha. El dinero no lo explica todo.

(La Vanguardia)

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Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 ejerce de columnista de opinión en La Vanguardia.

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