Dos poetas de poco más de cuarenta años han compilado una antología monumental (casi mil páginas) con el título de ‘Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX'. Ambas, Raquel Lanseros (Jerez, 1973) y Ana Merino (Madrid, 1971), no forman parte del elenco de escritoras representadas, ya que su voluntad fue incluir a las nacidas desde 1886, caso de la modernista uruguaya Delmira Agustini, hasta 1960, cuando Blanca Andreu era un bebé de pocos meses y en Costa Rica venía al mundo la muy interesante Ana Istarú, que se dio a conocer en la adolescencia y cierra con altura el volumen, recientemente publicado por Visor.
Las antologías tienen siempre algo de bazar. Hay en ellas confecciones para todos los gustos, y el muestrario expuesto es forzosamente limitado, por lo que al curioso que lo calibra siempre puede quedarle la duda de que esa misma firma haya hecho productos mejores. Conviene decir sin embargo que la recopilación de Merino y Lanseros presenta artífices de gran calidad, desde las más canónicas como Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Idea Vilariño, María Victoria Atencia o Clara Janés, hasta las menos conocidas pero imprescindibles Josefina de la Torre, Amanda Berenguer, Blanca Varela o Marosa di Giorgio, poeta excéntrica de rica imaginería surreal. Llama la atención, como dato anecdótico, el censo de las que murieron trágicamente, electrocutada la mexicana Rosario Castellanos, asesinada Agustini, suicidas Storni, Violeta Parra, Alejandra Pizarnik o María Mercedes Carranza, en contraste con las numerosas poetas de activa longevidad casi centenaria, como Ernestina de Champourcín, Concha Méndez, Carmen Conde, Dulce María Loynaz, Elena Martín Vivaldi, Fina García Marruz, Julia Uceda o la inolvidable Rosa Chacel, de quien se incluyen un hermoso soneto y una carta en verso a Norah Borges. Siendo la selección de las antólogas tan amplia, me llamó la atención la ausencia de la estupenda aunque semi-secreta María Vela Zanetti, y de las argentinas Emma de Cartosio y Basilia Papastamatíu, que viajaron con frecuencia a España y aquí mantuvieron contactos muy señalados con escritores de la generación del 50 y los Novísimos.
En el bazar de ‘Poesía soy yo' tengo, como cualquier paseante interesado, mis predilecciones. El encanto de las primeras prosas poéticas de Ana María Moix sigue vigente, el irracionalismo temprano de Blanca Andreu deja paso (por ejemplo en un poema más reciente, ‘A un ciprés de la Acrópolis') a la voz grave y rememorativa, y es un placer incomparable releer a una de las más originales poetas españolas del siglo, Gloria Fuertes, cuyo humorismo payaso en la ‘tele' dio de ella una imagen distorsionada que para muchos (aunque no para su gran ‘fan' Jaime Gil de Biedma) resultó descalificadora. Termino mi deambular poético por este bien concebido libro con la elocuente pieza breve de la peruana Blanca Varela, titulada ‘Strip Tease': "quítate el sombrero / si lo tienes / quítate el pelo / que te abandona / quítate la piel / las tripas los ojos / y ponte un alma / si la encuentras".
