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La última batalla del califato

Por 17 de octubre de 2016 Sin comentarios

Lluís Bassets

La batalla de Mosul ya ha empezado. Unos 25.000 soldados iraquíes, peshmergas kurdos y algunos centenares de instructores estadounidenses han empezado el asalto a la mayor ciudad controlada por el autodenominado Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS). Esta será probablemente la última gran batalla del califato terrorista, en pleno retroceso en todos los territorios que controlaba, tanto en Siria como en Irak.

Lo ha anunciado el primer ministro iraquí Haider Al Abadi, mientras decenas de tanques avanzaban ya por la llanura de Nínive y la artillería empezaba a machacar las defensas desde la primera hora de hoy lunes, según ha contado la BBC. Les esperan entre 3000 y 4000 combatientes yihadistas, que han controlado dos años la ciudad y se han enfrentado a los intentos de resistencia. Hay opiniones divididas sobre su capacidad para aguantar la embestida del Gobierno de Al Abadi, desde quienes cuentan con dos o tres meses de combates hasta quienes piensan que los yihadistas huirán hacia el desierto con los primeros enfrentamientos.

La instalación del ISIS en Mosul en el verano de 2014 significó el control de los campos de petróleo de la región, que servían para financiar los ejércitos terroristas y permitió la proclamación del califato por parte de Abu Bakr Al Bagdadi, desde el púlpito de la gran mezquita, el gesto simbólico que sirvió de gesto propagandístico para difundir el proyecto de crear un nuevo Estado regido por la más estricta sharía sobre las fronteras de Siria e Irak y en guerra abierta contra el chiismo y contra occidente.

El ISIS se halla en retroceso en todos los frentes. Ha perdido el control de la frontera con Turquía, por donde entraban la mayor parte de los combatientes extranjeros. Ha sido desalojado de numerosas ciudades como Faluja y Ramadi en Irak y ahora mismo Daqib en Siria, donde la mitología yihadista localiza la batalla final contra los infieles, aunque le queda todavía Raqqa, que declaró su capital y permanece todavía en parte de Aleppo, donde sirve de excusa para la destrucción de la ciudad por la aviación rusa.

El califato está propiamente derrotado y solo falta su desalojo de Mosul para que quede rubricada su derrota. Eso no significa ni que la guerra termine ni que sus ideas no sigan rigiendo en buena parte de la región. Esta es una guerra por procuración, en la que se enfrentan en primer término Arabia Saudí e Irán, en contra y a favor del régimen de El Asad, e incluso en segundo plano Rusia y Estados Unidos, con Turquía librando su peculiar contienda contra los kurdos.

El mito del califato, por su parte, no morirá con la próxima desaparición del ISIS como estructura de poder en las región, entre otras cosas porque buena parte de las ideas sobre las que se ha construido tienen gran popularidad en muchos países islámicos e incluso son doctrina oficial en países como Arabia Saudí. El capítulo más preocupante de la posguerra, sin embargo, será el de los ex combatientes que regresarán a sus países, y también a Europa, donde buscarán cualquier oportunidad para proseguir su guerra santa contra occidente aunque no tengan ya un territorio donde asentarse.

http://www.nytimes.com/interactive/2016/06/18/world/middleeast/isis-control-places-cities.html?_r=0

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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