Skip to main content
Category

Blogs de autor

Blogs de autor

Matar a un ruiseñor

/upload/fotos/blogs_entradas/matar_a_un_ruiseor_1_med.jpgPor fin se ha vuelto a editar Matar a un ruiseñor (Zeta Bolsillo), una novela que no encontraba por ningún lado desde hace mucho tiempo. La escribió Harper Lee, una mujer que habría pasado desapercibida de no habernos entregado esta hermosa historia sobre un abogado, de nombre Atticus, y sus dos hijos en un pueblo sureño de Estados Unidos durante los años treinta. La narradora es la niña Jean Louise Finch (Scout) y cuenta cómo su padre venciendo los fuertes prejuicios raciales que dominaban su comunidad decide defender ante los tribunales a un hombre negro acusado de violar a una mujer blanca mientras ella, su hermano y un amigo crean su propio mundo y sus propios misterios.

Pero ésta es sólo la historia, lo que de verdad importa es la manera en que Harper Lee crea el sofoco de aquel verano, crea a sus entrañables personajes y logra crear la realidad que estos personajes creen que viven. Uno siente que entra en un mundo ajeno y que si se queda a vivir ahí algún tiempo podría empezar a pensar y sentir como esa gente.

La novela se llevó un merecido premio Pulitzer en 1961, y quien no la haya leído quizá sí haya visto la versión cinematográfica que hizo Robert Mulligan un año después. Recordarán a Gregory Peck dando vida a Atticus, papel que le valió un también merecido Oscar.

A Harper Lee (retirada voluntaria y discretamente de la fama) a veces también se la recuerda por ser amiga del nada discreto Truman Capote y por ser la escritora que le acompañó en sus investigaciones en Holcomb, el pueblo de Kansas en que ocurrió el asesinato de la familia Clutter que dio lugar a otra de las novelas que marcaron el siglo XX, A sangre fría.

Leer más
profile avatar
17 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Luz de ausencia

/upload/fotos/blogs_entradas/noche_de_los_lpices_med.bmpAyer, cuando se cumplían treinta y dos años de la Noche de los Lápices -el operativo militar que secuestró, para torturar y finalmente matar, a  estudiantes secundarios que habían tenido la osadía de reclamar transportes más baratos para sus compañeros-, tuvo lugar un homenaje concurrente: el que el Instituto de Cine argentino (INCAA) y su escuela (ENERC) rindieron a aquellos estudiantes suyos que fueron detenidos y desaparecidos durante la dictadura.

En algunos tramos la ceremonia sonó a reparación histórica. Entregar diplomas de egresados a los hoy adultos Alcides Chiesa y Carlos Martínez, que no pudieron recogerlos en su momento ya que se vieron forzados a emigrar para preservar sus vidas, funcionó como un gesto de justicia poética. Yo creo, sin embargo, que el mejor homenaje fue uno inadvertido, que tuvo lugar justo antes y después de la ceremonia: el que rindió la pantalla vacía del salón de actos, ese rectángulo de blancura hiriente, al hablar en silencio de las imágenes que el estudiante desaparecido Mario Montaner nunca pudo filmar, de las películas que nunca llegaron a ser, de las obras magistrales que nunca conoceremos porque fueron abortadas en el vientre mismo por obra de la más pura sinrazón.

Leer más
profile avatar
17 de septiembre de 2008
Blogs de autor

El error de Miguel Ángel

Detalle de la Capilla Sixtina Rafael Argullol: Esa noticia presentada en el principal periódico de la lengua española, a doble página, es una noticia que no sólo puede deprimir a mucha gente que se considera vieja, sino que altera en un tanto por ciento elevadísimo todo lo que es nuestra cultura, nuestra herencia, nuestra idea de que en la vejez se compensaba a través de la serenidad y el equilibrio las pasiones un poco caóticas de la adolescencia o pubertad.

 

Delfín Agudelo: Lo primero que se me viene a la cabeza, tomando la idea de la vejez como sabiduría y experiencia, es en las representaciones clásica de Dios en la pintura, que siempre aparece como un hombre viejo. Ya no estaríamos frente a un Dios que denota sabiduría, sino frente a un Dios que evidencia su enfermedad.

R.A.: Es una estupidez. A partir de ahí, si tú miras en la Capilla Sixtina que Miguel Ángel pintó al Padre creando al primer hombre, lo que hay allí es un enfermo terminal que está creando al primer hombre. Lo que hubiera tenido que poner es un putto, un angelito pequeñito creando al primer hombre. Esta noticia planteada de manera central llama la atención porque es plenamente subversiva, más que cualquier grupo guerrillero, porque desarticula absolutamente todo lo que es nuestra herencia. Sin embargo, encaja bien con uno de los aspectos más cuidados del híper-capitalismo nuestro actual, que es el hecho de que la producción masiva sobre todo se realiza dirigida al consumidor más joven. No porque al capitalismo le importe que uno sea joven, sino porque el más joven es el que tiene más años por delante para consumir. Uno de los productos que se ha vendido mejor en el último medio siglo es precisamente el hecho de que la juventud es un valor en sí mismo. No es una etapa de la vida, sino que es un valor per se. Eso probablemente se puso en marcha de manera generalizada en los años sesenta, no antes; a partir de entonces, en cierto modo, hay un status de ser joven que es imprescindible y si no se es joven, aparentar ser joven. Recuerdo que la primera vez que estuve en Estados Unidos y vi cómo se vestía la gente en la Florida, que entonces se denominaba informal. Eran los años ochenta, y con la óptica europea, me pareció que todos los viejos iban vestido de payasos. Pero es el modelo que se ha generado universalmente, y eso ya sucede por todos lados. Es decir, lo que se intenta es, independientemente la edad que tenga la persona, la apariencia de juventud como valor. Si al viejo lo vistes de púber, como sucede en la actualidad, ya no es de extrañar que finalmente la envoltura crea el contenido. Si finalmente vistes de púber, finalmente consigues que el viejo sea púber. Por tanto, lo que sucede es que si el viejo parece un viejo, está enfermo. Es en ese sentido que la ciencia -o la información científica-sanciona.

Leer más
profile avatar
17 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Flor de Lotto / XXX

XXX. ¿Te importa si respiro? 

Las soluciones fáciles difícilmente alcanzan para más que relajar los nervios de quien las ingenia. No poca cosa, en fin, cuando ni con los ojos bien abiertos consigue uno librarse de los gritos de aquellos a quienes hace poco despachó hacia el infierno. Son las seis de la tarde en la carretera San Luis-Matehuala y ninguna estación de radio informa de los muertos del día anterior. Por un momento Segismundo vuelve a cerrar los párpados y alberga la fugaz ilusión de que todo ese horror sólo ha sido un mal sueño.

     -Nunca he matado a nadie -murmura en voz bien baja, pero ya Carolina lo ha escuchado y le dedica una mueca de sorna.

     -Nunca habías, Corazón -corrige Carolina desde el volante del Land Rover que ambos robaron en Querétaro, en reemplazo del Mustang que traían desde Tecamachalco-. Bienvenido al selecto club de los chacales.

     -¿No sientes nada... tú? -Segismundo no acaba de saber si se refiere al tema de la mala conciencia o piensa en sentimientos más elaborados. En todo caso se pregunta si ella es aún capaz de sentir cualquier cosa.

     -Siento algo de calor, aunque no sé si sea cosa mía. ¿Por qué no enciendes el aire acondicionado?

     -No te entiendo -intenta provocarla Segismundo-. En realidad no sé quién seas, ni qué busques... ni qué esperas de mí.

     Silencio. ¿Será que a esta mujer no le pega cuando menos el miedo, ya que el remordimiento y la ternura están lejos de ser su negocio? ¿Tendría que querer o buscar cualquier cosa que no fuera evitar pagar las consecuencias de la noche anterior? Nuestro héroe baja ya por la pendiente de la desilusión y no tiene intenciones de llegar más abajo. A diferencia de ella, siente frío, pero ya se lo quita con un par de recuerdos querendones. Como siempre que cae en el vacío pasional hacia el que ahora mismo se precipita, recobra la entereza dibujando en el aire el nombre de otro amor imposible. ¿Era imposible Wendy, ahora que lo piensa? Imposible sería, para el caso, salvarse en compañía de Carolina, cuya mayor destreza parece consistir en reemplazar los agujeros con despeñaderos. ¿Le habría ido mejor en compañía del Fidel colombiano? Lo más probable es que se muera sin saberlo. ¿Qué es, pues, lo que sí sabe? Una cosa nomás: si estuviera a su lado, Wendy no dudaría en rescatarlo.

     Sharon Eileen Westinghouse, conocida también como Wendy West. Nacida veintiséis años atrás en Shreveport, Louisiana, hija única de un pastor evangelista que vivió catorce años eludiendo el olfato del FBI por una larga cadena de estafas, y una administradora luterana condenada a la pena capital desde diciembre de 1991 por el asesinato de dos policías en Austin, Texas, más el de su marido estafador en Gonzales, Louisiana. De enero de 2003 a septiembre de 2007, trabajó como stripper en el club Cheetah III de Atlanta, Georgia, a cuyo dueño debe su nombre de batalla. Más tarde se integró al equipo de call girls ambulantes que hasta hace unas semanas se movía en la camioneta conducida por Segismundo Andersón, hasta ahora su único novio conocido.

     -Hello, Wendy? -luego de meditarlo por un par de horas, Segismundo aprovecha que Carolina lo ha dejado solo para entrar en el baño de una gasolinera a la salida de Saltillo, Coahuila: cruza la calle, compra una tarjeta telefónica y se esconde tras una cabina, con la cara cubierta por el auricular y un sombrero de palma sucio y roto que levantó del piso. Le ha vuelto el alma al cuerpo cuando escuchó del otro lado del cable a la única mujer que estaría dispuesta a tomar un avión y llevarlo de vuelta a Florida, de donde nunca habría querido salir.

     Una vez que termina de conversar con la que, ahora lo piensa, podría muy bien ser la mujer de su vida, Segismundo toma aire y da unos cuantos pasos en reversa. Contra lo que temió cuando tomó la decisión de escapársele, Carolina regresa al Land Rover alzando apenas la mirada para buscarlo. Espera dos minutos, prende el motor y arranca. A Segismundo se le ha helado la sangre no bien lo vio inclinarse hacia la guantera, seguramente para hacerse con la única mercancía allí guardada, que es una .38 con una sola bala en el revólver. Tanta es su paranoia intempestiva que se acerca al primer policía que ve y le pregunta dónde puede tomar un autobús para Nuevo Laredo.

     ¿Otra solución fácil?, se pregunta, pero no se molesta en responderse. Le basta con no ver un muerto más; esa mera esperanza lo inunda de optimismo. Si todo sale bien, Wendy estará esperándolo mañana en la mañana.

Mañana en FLOR DE LOTTO: XXXI. A Fish Called Wendy.

Leer más
profile avatar
16 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Un libro de anónimos

/upload/fotos/blogs_entradas/passouline_med.jpgLo que cuenta Pierre Assouline en la introducción de su libro Brèves de blog (Breves desde un blog, casa editorial Les Arènes) es cierto. A principios del año 2004, en un café del barrio Trocadero de París le propuse crear un blog literario para el sitio Internet del diario Le Monde. De mi proposición salió un blog muy popular, La République des lettres. Tan popular, tan polémico, que ahora el crítico Pierre Assouline, después de releer de 149 a 168 comentarios, publica los mejores en este libro que es el producto de una audiencia anónima.

Me gustan varias ideas destacadas por Assouline:

1. Una audiencia es una muestra de la opinión del público en tiempo real.

2. Un seudónimo es una identidad (por el sentido secreto que tiene y por su uso regular -al final  se adivina el perfil de la persona).

3. La red es un matadero, el mejor territorio para denunciar y agredir.

4. Escribir es una manera de afirmar su existencia para la audiencia.

5. Los comentarios son la versión moderna del arte de la conversación en los salones.

Leer más
profile avatar
16 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Mal de escuela

Daniel Pennac ha sido profesor de enseñanza media y actualmente reside en Belleville, un barrio popular y multirracial de París. Simplemente estos dos datos nos sirven para encontrar una gran coherencia interna entre su labor literaria, su vida y su compromiso con la sociedad. De hecho, su última novela Mal de escuela, el ensayo Como una novela y un buen puñado de libros infantiles revelan su gran preocupación hacia la educación. Y Belleville se ha convertido en el espacio poético donde hacer vivir a la familia Malaussèn, compuesta de seres entrañables que suelen encontrarse envueltos en extrañas y complicadas situaciones. Pero es su cautivadora voz narrativa, llena de sentido de humor y tensión la que otorga un lugar de honor dentro de la novela negra a las obras que componen la saga: La felicidad de los ogros, El hada carabina, La pequeña vendedora de prosa, Los frutos de la pasión o El Señor Malaussène.

/upload/fotos/blogs_entradas/maldeescuela_med.jpgNo hay que perdérselas como tampoco este Mal de escuela que toca en lo más profundo, en la larga, larguísima época en que uno sale por la mañana de casa con la mochila llena de libros y regresa por la tarde después de haber vivido toda una vida. Los compañeros, los profesores, las matemáticas, la lengua, el recreo, los exámenes, el complicado acoplamiento social con los iguales y el acoplamiento mental con quienes tratan de enseñarte cosas necesarias, que tendrían que interesarte, pero que, por alguna extraña razón, se quedan revoloteando en el mundo de la tarima sin lograr ni siquiera rozarte.

¿Quién no ha pasado por algún periodo de distracción o de inadaptación en su etapa escolar? ¿Pueden más los pájaros en la cabeza o las explicaciones del profesor, la atención o el dulce no pensar en nada y dejar vagar la mirada por el planeta? La clase es un planeta en miniatura donde prácticamente se concentran todos los ejemplares humanos y las emociones que nos vamos a encontrar más adelante cuando nos sueltan por el mundo. A algunos ese ansiado momento de la libertad se les hace demasiado lejano y abandonan la escuela, la educación, como el chico del relato autobiográfico de Thomas Bernhard, El sótano, que deja los estudios para trabajar de aprendiz en una tienda: "A los otros hombres los encontré en la dirección opuesta, al no ir ya al odiado instituto sino al aprendizaje que me salvaría". Sentirse excluido es más fácil de lo que parece, y excluirse a veces es una poderosa tentación y en este momento es cuando la mano del docente, del maestro, es decisiva. ¡Qué difícil es saber transmitir el simple gusto de saber! ¡Qué difícil es comprender la indolencia del alumno y arrancarlo de ella!

¡Qué vagos e inútiles son estos chicos! Pero no basta con quejarse de lo desastres que son y de que vienen mal preparados de otra parte, hay que hacerlos buenos o menos malos. La tarea se las trae, y Pennac lo sabe porque conoce el paño desde su faceta de profesor. Pennac no habla de memoria, le apasiona la enseñanza y al escribir este libro, lleno de humor y de vitalidad, de excelente literatura, nos está ofreciendo una segunda oportunidad. Nos viene a decir que por muy echado a perder que esté ese infeliz adolescente escurridizo, huraño u hostil, que nos trae de cabeza, dentro de él se esconde su propia oportunidad, y sólo hay que ayudarle a encontrarla.

/upload/fotos/blogs_entradas/como_una_novela_med.jpgCreo que yo misma padecí el "mal de escuela" en algún grado y que por eso me he sentido en esta novela como pez en el agua. Me he divertido tanto que he ralentizado su lectura lo que he podido. Por supuesto me he acogido a los derechos que Pennac propone en Como una novela (1992), donde desacralizada el acto de la lectura que, como el amor, sólo tiene sentido si es placentero. Pero no hace falta haber llegado a tener un permanente nudo en el estómago mientras se estaba sentado en el pupitre. Incluso los que disfrutaron con el duro entrenamiento de la infancia y adolescencia lo pasarán maravillosamente bien con las desventuras del entrañable y perdido Pennacchioni contadas por el propio Pennac, ya adulto, profesor y escritor, que vuelca la mirada sobre aquella criatura casi como un padre. Y lo hace con un tono tan irónicamente desapasionado, tan natural, que nos obliga a que asumamos como nuestras las angustias del muchacho.

Ningún tratado sobre los problemas de la docencia, por muchas cifras y autorizadas opiniones que aporte, podría competir con algo así, con algo contado desde las entrañas mismas del conflicto, desde el chaval que las sufre batallando a su modo por parecer normal. Y no deja de ser curioso que del desaguisado escolar hayan salido tan buenos escritores. Pío Baroja, por ejemplo, confiesa en Juventud, egolatría: "como estudiante, yo he sido siempre medianillo, más bien tirando a malo que a otra cosa. No tenía gran afición a estudiar, verdad que no comprendía bien lo que estudiaba". Pennac va más allá y llama zoquete a Pennacchioni. Un simpático zoquete que reaccionará (los lectores descubrirán cómo) hasta desarrollar un gran talento literario, muy personal, que ahora nos entrega esta delicia llamada Mal de escuela.  

Artículo publicado en: El País, 6 de septiembre de 2008.

Leer más
profile avatar
16 de septiembre de 2008
Blogs de autor

El furor intransigente de los clérigos

Las reflexiones del profesor y erudito George Steiner sobre la novela, el yo, la memoria, la tecnología y el imprevisible destino de nuestra cultura condensan su enciclopédica y admirada indagación crítica pero sólo uno de sus recientes comentarios ha excitado la atención de los lectores españoles. Alertados por la difusión que El País Semanal dio a las declaraciones de George Steiner, una autoridad en el estudio de la riqueza multilingüe europea, los miembros del PEN Club de Galicia se apresuraron a condenar con extremada dureza las poco condescendientes alusiones que Steiner dedica a la lengua gallega.

"¡No me compare el catalán con el gallego!", dice Steiner a su entrevistador. "El catalán -añade- es un idioma importante, con una literatura impresionante".

La reacción de los poetas, ensayistas y novelistas reunidos en el PEN Club gallego no se hizo esperar y cuatro días después de publicada la entrevista arremetieron contra el "octogenario desinformado" que tan grave afrenta tuvo la osadía de cometer. El manifiesto embiste también contra Juan Cruz, el autor de la entrevista, reprochándole no haber puesto "remedio" a las opiniones del influyente intelectual europeo.

El manifiesto urgente del PEN Club gallego incluye amonestaciones que deberán ser objeto de un detallado análisis por parte de los aludidos pero su contribución al debate contemporáneo se ciñe a un insólito eufemismo: el periodista debería haber censurado a George Steiner remediando sus respuestas.

Es probable que a estas horas los autores del manifiesto todavía estén celebrando haber reaccionado con tanta firmeza al agravio y en su alegría permanezcan totalmente ajenos a la perturbación que han introducido en la trayectoria del club al que dicen pertenecer. Por lo visto no perciben ninguna contradicción entre su airada requisitoria y los principios proclamados por una sociedad internacional de escritores que desde 1921 no ha dejado de lamentar y denunciar la censura y la persecución padecida por escritores de todo el mundo.

En vez de acomodarse al principio de tolerancia que preside la cooperación entre sus colegas, los escritores del PEN Club gallego, creyendo que ciertas opiniones no se pueden tolerar, y exigiendo que se les ponga remedio, se levantan ufanos en medio del estropicio español.

El enfado colérico de los autores del manifiesto podrá considerarse una anécdota insignificante pero la impetuosa y veladísima amenaza contra el periodista -candidato a ser nombrado persona non grata por los cenáculos nacionalistas- es un escándalo inconcebible en los países de nuestro entorno.

Los galleguistas podrían haber aprovechado las declaraciones de George Steiner para plantear una controversia que sin duda nos habría ayudado a conocer mejor los logros de la literatura gallega. Pero en lugar de asumir el riesgo de la disputa, los autores del manifiesto han preferido dictar un anatema y renovar el más español de los impulsos: el furor intransigente de los clérigos.

Téngase en cuenta que el anhelo de liquidar al contrincante tiene entre nosotros una larga tradición institucional y popular pero sólo adquiere rango de identidad nacional cuando actúa debidamente enmascarado. Lo típicamente español, lo que ayuda a mantener vigente la confusión y el caos conceptual entre las nuevas generaciones, es la habilidad con que se concilia la ferocidad intelectual y la benévola apariencia del protector de las artes y las letras. Entre nosotros no es imposible proclamar libertad y tramar censura. Ensalzar a las lenguas y maltratar a sus hablantes. Opinar lo que nos venga en gana y decirle al vecino que lo intente.

A diario descubrimos a nuestro alrededor indicios fatales de la maldición española y después de 30 años de democracia comprobamos que el ponzoñoso pensamiento reaccionario ha subsistido pese a toda ilusión y ha contaminado, quién sabe si definitivamente, la enfermiza desorientación de un país entregado a sus caprichosas emociones tribales.

Cuando nos veamos obligados a explicar a un colega europeo las actitudes aireadas con tanto orgullo como prepotencia por el PEN Club gallego le diremos: el dominio político de la mentalidad absolutista -vigorosamente reciclada por el catolicismo militante y por la izquierda autoritaria- genera estas espontáneas reacciones despóticas.

Si aturdido no nos cree, citaremos a los logócratas que Steiner identificó en uno de sus conocidos ensayos, a esos reaccionarios antiilustrados partidarios de ver en la lengua del hombre los orígenes sagrados que la colocan por encima de sus usuarios. Los herederos gallegos de los logócratas también han reconocido en su lengua patria el rango sacramental que hace sacrílega cualquier crítica que un humano de carne y hueso se atreva a insinuar.

De este modo, amedrentando a los demás con nuestras irascibles convicciones, los españoles conservamos intacto el legado religioso de nuestros fanáticos ancestros.

Artículo publicado en: El País, 16 de septiembre de 2008.

Leer más
profile avatar
16 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Ética y vuelta al cole

Francia, tan laica, se arrodilla en Lourdes con el Papa. Comienza el colegio de la hija de los príncipes, un colegio cercano al "humanismo cristiano", algo es algo. Ese otro colegio, el Kotska, no admite a la hija de madres lesbianas. En la foto de información de "mi" periódico sobre la vuelta al cole, dos niñas monísimas y con aspecto encantador enseñan su pesado material escolar. Todo perfecto, además las dos hermanitas llevan el impoluto uniforme de las monjas. Comienza el curso, seis de cada diez lo harán en colegios públicos. Y en los colegios públicos, tres de cada cuatro son extranjeros. Pongamos que hablo de Madrid, pero más o menos los datos coinciden con la mayoría de los centros españoles. Es decir, se aseguran la enseñanza de la asignatura llamada Educación para la Ciudadanía una mayoría de la población emigrante que se escolariza. Los colegios católicos, y otros concertados, además de otros muchos de la comunidad de Madrid que muestran abierta hostilidad a esa asignatura nueva porque dicen que es adoctrinamiento. Un adoctrinamiento porque enseña ser ciudadanos conviviendo en una Constitución aprobada por la inmensa mayoría parlamentaria.

Los colegios religiosos y afines proponen otra asignatura. Una que llaman Ética. Una ética que en sus textos compara el aborto con las grandes guerras del siglo XX y con el holocausto, se oponen al divorcio, a los matrimonios que no sean heterosexuales, están contra las técnicas de reproducción asistida, anuncian desgracias para los hijos de padres separados, niegan la inseminación artificial, la fecundación in vitro o las madres de alquiler. Y encuentran imposible vivir de manera positiva si no se cree en Dios. Es una información de El País del lunes 15 de septiembre en las páginas de educación. En las páginas interiores, no en las primeras páginas.

A mí ese colectivo tan ético, religioso, cívico y católico me parece más peligroso que el huracán Ike. Que los destrozos que pueden causar en los pensamientos, obras, lecturas y pensamientos de estos españolitos que crecen en el mundo, son mayores que cualquier enorme tormenta, huracán o diluvio. Son efectos arrasadores, lentos, seguros y definitivos en una edad en la que es muy fácil ser manipulado.

Para niños y padres en edad escolar me permito recomendar una película hermosa, libre, poética y francamente rebelde, nada que ver con la asignatura de ética, ni con la políticamente correcta de Educación para la Ciudadanía, se llama Cero en conducta y la filmó hace más de 70 años un hombre sensible llamado Jean Vigó. No es fácil verla, pero si lo consiguen podrán ser más rebeldes. Y con causa.

Leer más
profile avatar
16 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Efectos de mutación

El Narrador encuentra así un lugar adecuado no sólo para descubrir la realidad de los demás sino también algo quizás aún más valioso. Pues, contrariamente a Narciso las aguas en las que se percibe (a saber la mirada de aquellos que, como él, se sorprendieron quizás al percibir que la matinée constituía en realidad un bal masqué) le devuelven una imagen tan atroz como verídica de los efectos de mutación que se han operado en sí mismo:

"Y pude verme como en el primer espejo verídico hasta entonces encontrado, en los ojos de los viejos, que en su opinión seguían siendo jóvenes, como yo lo seguía siendo en la mía, y que cuando me ponía a mi mismo, en espera de un desmentido, como ejemplo de viejo, no tenían en sus miradas, que me veían de una manera diferente a como se veían a sí mismos, pero coincidente con la mía sobre ellos, ni un solo rasgo de desacuerdo. Pues nosotros no veíamos nuestro propio aspecto, nuestras propias edades, sino que cada uno, como un espejo invertido, veía tan sólo el del otro.

"Y sin duda, al descubrir que han envejecido, muchas personas se sentirían menos tristes que yo. Pues con la vejez ocurre lo que con la muerte. Algunos la afrontan con indiferencia, no porque tienen mayor valor que los demás sino porque tienen menos imaginación. Además, un hombre que desde la infancia apunta a una misma idea, un hombre al que su pereza y hasta su estado de salud, forzándole a postergar continuamente la realización, hacen que cada atardecer quede anulado el día transcurrido en pura pérdida, de tal forma que la enfermedad que acelera el envejecimiento de su cuerpo, retrasa el de su espíritu, este hombre se encuentra más sorprendido y conmocionado al ver que no ha cesado de vivir en el Tiempo, que aquel que vive en sí mismo, se adecua al calendario, y no descubre de repente el total de los años cuya adición ha perseguido cotidianamente. Pero una razón más grave explicaba mi angustia; yo descubría esta acción destructiva del Tiempo en el momento mismo en el quería emprender la tarea de hacer transparente, intelectualizar en una obra de arte, realidades extra-temporales". ( 930)

Clarísimas respecto a lo que aquí nos incumbe las últimas líneas. En el momento mismo en que la vivencia a-temporal se ofrece como materia noble para la creación y el trabajo (mil veces postergado por la abulia, la pereza o su ardid la enfermedad) la acción destructora del tiempo se presenta en toda su pureza al Narrador. Cuando vislumbraba la posibilidad de «clarificar e intelectualizar» la presencia de un pasado (y cabe señalar el aspecto profundamente racionalista de la presentación del proyecto), resulta que el Narrador topa brutalmente con el tiempo mismo, "el tiempo que de ordinario no es visible, más que para llegar a serlo busca cuerpos, cuerpos que cuando encuentra acapara y so­bre los cuales proyecta su linterna" (924).

Cuerpos, así, desintegrados en acto, pues, al decir de Aristóteles, el tiempo, medida de corrupción (fthora) y no de generación (génesis), no recrea sino su propia acción destructora. Cuerpos, además, singular y cruelmente seleccionados, es decir, exclusivamente humanos, cuerpos en los que, correlativamente al tiempo, se proyecta y recrea asimismo, la palabra.

De ahí esas punzantes líneas en las que el Narrador, describiendo los esfuerzos por alcanzar a los cincuenta años una modalidad ruin de belleza ("como una tierra ya estéril para la viña sirve aún para la producción de remolacha") nos indica que de tal atroz reconversión, como de la vejez que la motiva, se libran aquellas que, por exceso de fealdad o de belleza, han escapado a lo humano: las segundas "se desmoronan como estatuas" (...), las primeras "constituían monstruos y no aparentaban mayor cambio que el que hubiera efectuado una ballena". Pues la vejez en efecto es esencialmente "un rasgo humano" (945). De ahí asimismo las brutales frases relativas al valet de chambre del príncipe de Guermantes, quien, pareciendo escapar a la vejez, da tan sólo testimonio de que se dan entre nosotros modalidades de vida análogas a las de esas especies vegetales "que no cambian a la llegada del invierno" (934-935 nota al pie).

Leer más
profile avatar
16 de septiembre de 2008
Blogs de autor

Contra el bien

"Las grandes épocas de nuestra vida son aquellas en que tenemos por lo mejor aquello que hay de peor en nosotros." ¿Quién puede atreverse a dudarlo? ¿Cómo elegir la irrespirable opción de ponerlo en duda? ¿Cómo no contribuir, aun falsamente, a promover su contenido de verdad? ¿Cómo no aspirar a relatar de este modo nuestra vida a nuestros bobos descendientes? ¿Cómo no sentir la tentación incluso de sembrar el mal y propiciar la aparatosa caída de la humanidad en tan excitante abismo? ¿Cómo no repudiar la tabarra de obedecer al bien, su espeso abdomen, su empalagoso emblema, su obscena voluntad de embalsamarnos?

Leer más
profile avatar
16 de septiembre de 2008
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.