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Apertura de fosas

En este país hubo una Guerra Civil y hay fosas comunes que guardan los huesos de desaparecidos y fusilados en esta contienda. El sentido común de los ciudadanos y los partidos políticos decidieron durante la llamada Transición emplear la energía en construir un futuro puesto que el pasado ya nos había machado bastante. Es como cuando en los aviones aconsejan a los pasajeros que en caso de problemas primero se ponga el adulto la máscara de oxigeno y luego se la coloque al niño porque de lo contrario los dos podrían morir. Nuestro presente en aquel momento era tan pequeño, necesitaba tanto oxígeno, que lo más urgente era fortalecerlo para seguir adelante. Ahora por fortuna el peligro ha pasado (por lo menos los peligros son otros), ya estamos en el futuro.

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13 de noviembre de 2008
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Viva Encuentro

La revista Encuentro de la cultura cubana llega a su número 50. No son 50 números, pues hubo números dobles, pero son 12 años de una presencia clave para todos los que viven pensando en Cuba. /upload/fotos/blogs_entradas/encuentrodelacultura1_med.jpgAl desaparecer, Jesús Díaz dejo una herencia bien cuidada por sus sucesores Manuel Díaz Martínez Y Antonio José Ponte, sin olvidar a Annabelle Rodríguez que asume la dirección ejecutiva.

Ya hablé varias veces en términos muy positivos de una revista cuyo contenido no comparto siempre pero tengo que reconocer que la revista es "el espacio abierto al examen de la realidad nacional" que buscaba construir Jesús Díaz. Es la casa de todos los que aman a Cuba y consiguió además ampliar muy bien aquella casa para ofrecer un sitio. Pero de verdad, lo que me apetece es la revista. La cita que uno tiene con Cuba al encontrar un paquete en su buzón sabiendo que le esperan horas (314 páginas para este último número) de un baño en la "cubanidad".

En el número 50, la entrevista con Paquito d'Rivera es una fuente de energía que justifica por sí misma la lectura, pero no se puede eludir el informe sobre "La Habana por hacer". ¿Qué se puede hacer con un barco suntuoso y medio hundido? Diez arquitectos contestan y, al leer sus respuestas sabemos, como siempre, que Encuentro toca los temas concretos, abre los debates que duelen a todos (unas respuestas hablan de una ciudad irrecuperable).

Otro informe sobre la gestión de los huracanes por las autoridades es imprescindible y no lo voy a contar pero es necesario observar que a su manera, lenta, metódica, aferrada a la calidad, Encuentro responde a muchas de las dudas de la prensa con relación a la utilización del papel impreso. Necesito a esta revista pues me ayuda a entender lo que el bombardeo de los fragmentos de información en la Red me esconde: una visión de conjunto, una sinopsis de la marcha de la Historia, marcha trágica en el caso cubano.

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13 de noviembre de 2008
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Ladrón de mapas

Eduardo Lago

Destino

La aparición de Eduardo Lago en el panorama de las letras con una novela titulada Llámame Brooklyn -ganadora del premio Nadal 2006 y de un montón de premios más- tomó por sorpresa  a la parroquia literaria. Lago, que ya andaba entonces por los 50 años, /upload/fotos/blogs_entradas/ladrn_de_mapas_med.jpgno sólo demostraba poseer una sólida formación sino que tenía una forma de contar tan diferente a lo que  se estaba haciendo en aquel momento que ni siquiera necesitó presentarse como anti lo que se estaba haciendo en aquel momento. Iba a la suya. Sin más. Y de ahí la sorpresa.

Para esta su segunda aparición pública Eduardo Lago ha elegido cambiar otra vez de registro en busca de una vía narrativa distinta.  Y para ello propone la historia de alguien que suelta anónimamente unos cuentos en internet con la esperanza de obtener respuesta. Y quien le responde es Sophie, o mejor dicho, alguien que ahora se hace llamar Sophie porque un día creyó atravesar una línea de sombra que la movió a replantearse su vida entera. Y empezó por el nombre.

Una vez puesta a rodar la bola del destino, los sucesos se encadenan. De una parte Sohpie cree reconocer en el anónimo autor de los cuentos a un hombre con el que tuvo una intensa relación años atrás. Ese reencuentro virtual hace que se ponga en camino hacia Venecia y Trieste por motivos no bien explicitados, pero que dan ocasión a diversas aventuras. Por ejemplo, el inesperado encuentro con un atractivo árabe al que Sophie reconoce de inmediato porque todas las televisiones están divulgando su imagen bajo la acusación de ser un ladrón de mapas. Ella, viéndolo acosado, acepta ayudarlo a escapar de París sin hacer preguntas.

Paralelamente tendrá  lugar  la narración de  los cuentos anónimos -tres de ida y tres de vuelta- que van intercalándose con la progresiva aproximación de Sophie al misterio triestino-veneciano  oculto tras ese encuentro quizás no tan casual en la red. Es sin duda el momento álgido del presente libro -al que me resisto a llamar novela para no desorientar al posible lector. Hay un momento en que, además de la narración personal de la propia Sophie,  suenan alternadas hasta seis o siete voces distintas -la mayoría en primera persona-  y que corresponden a personajes que viven en Rusia en el año 2000, Abisinia durante la invasión italiana previa a la Segunda Guerra Mundial y Bombay, 1978. Pese a la disparidad de fechas, lugares y sucesos, o pese la superposición de voces narrativas, no cabe posibilidad alguna de confusión. Los personajes rusos hablan y se comportan como uno cree que deben de comportarse los habitantes de una remota ciudad de la Rusia contemporánea, la esposa seducida por el (bellísimo) criado abisinio se comporta como uno imagina que reaccionaría una elegante dama italiana que acaba de desencadenar un drama colonial debido a su lujuria, y el encantador empleado de los ferrocarriles  indios, que en su día tuvo la suerte de ser el confidente de Kipling, también habla y se comporta de manera muy verosímil.

Hasta aquí Eduardo Lago hace honor a su fama y se muestra como un narrador sólido, imaginativo y de una cultura tan variada como versátil. Mientras Sophie continúa su acercamiento al desentrañamiento del misterio (a todas estas, hemos perdido de vista al apuesto ladrón sin que éste haya aclarado qué robaba o quiénes eran sus implacables persecutores), también van desarrollándose las historias de vuelta, esto es, las segundas partes (que no desenlaces) de las tres historias de ida. Y hasta ahora el desarrollo global de la narración es espléndido.

Sin embargo, a partir de ahí no es que se produzca un bajón, o que de pronto a Eduardo Lago se le haya olvidado el arte de contar historias. Algunos de los (muchos) cuentos que restan por leer son muy buenos y siguen estando tan bien contados como los primeros. Pero tienen una desventaja muy clara frente a los precedentes: en éstos, y mientras los va leyendo, el lector puede entretenerse en buscar la estructura general que los interconecta y hace que suenen de forma coral.  Lo cual  ya no ocurre en las dos partes siguientes. Es posible  que haya un flujo (o metaflujo) que las haga formar parte de un todo. Pero no es fácil de ver, y ni siquiera las ocasionales reapariciones  posteriores de Sophie bastan para integrar esos dos últimos bloques en la corriente narrativa inicial.

Y tampoco es que esté yo ahora priorizando la forma novela (suponiendo que exista tal cosa) sobre la forma cuentos. Pero, para decirlo en plan telqueliano, en la primera parte los significantes de cada historia penetran en las demás y las fecundan incluso retroactivamente, mientras que a partir de un momento dado en el Ladrón de mapas se produce una mera acumulación de material narrativo. Y una vez degustada la excelencia de la narración inicial, el lector pide más de lo mismo y no querrá conformarse con menos. Y ya sé que es injusto, pero qué quieres.  Pasa lo mismo con el amor. Si el amado se ha beneficiado de los arrebatos sublimes del amante, nunca aceptará actuaciones que no estén a la altura de las primeras.

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13 de noviembre de 2008
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Artes sin alhajas

Un nuevo arte, una nueva moda, unas nuevas costumbres, valores diferentes y costumbres vueltas del revés, serán efectos a probar tras la extensión universal de la crisis. Los años 30 que prolongaron el crash de 1929 fueron años hermosos para el cine que pasó de ser una estampa muda a otra elocuente y de extraña inspiración. Fue el tiempo de la pintura expresionista y de los desarrollos, en varias direcciones, de las vanguardias en tropel. El vestido, de otra parte, reflejando la escasez en el corte, el color y la calidad del tejido ha permanecido más tarde como una segura imagen a la que regresar cuando la moda se harta de sus fruslerías, su gula o su derroche. En general, todo lo que en los entornos del siglo XXI nació de dispendios sin tasa y corrupciones públicas se convertirá en excrecencia y vómito insoportables. La proclama de Alfred Loos ("el ornamento es crimen") regresará en la síntesis de líneas y en el ahorro general de perifollos. El dinero promueve la investigación científica pero la escasez nutre a la creatividad artística. De la creatividad de la escasez se beneficiaron grandes obras en la historia de la arquitectura o el diseño mientras que por la superabundancia hemos debido tragar no pocos tóxicos engendros por Zaha Hadid, Gehry o Santiago Calatrava que multiplicaron monstruosamente los presupuestos. Miles de obras aparatosas sin contenidos, grandes representaciones sin concepto, retóricas sin fuste. /upload/fotos/blogs_entradas/beautiful_revolving_sphincter_oops_brown_painting_by_damien_hirst_med.jpgEste mundo del efectismo y el relleno, las volutas y los costillares, se ve condenado al trastero porque de la misma manera que su despilfarro olía a cacharrería la nueva simplicidad despedirá un aire naturista. Damien Hirst y sus presuntas obras de arte cuajadas de piedras preciosas, sus carneros calzados de oro, sus calaveras sembradas de diamantes ¿cómo iban a llevar consigo la semilla de su propia muerte? El derroche es igual a la profusa hemorragia del valor: la anemia del arte, la falta de liquidez sistémica, el rigor mortis del sistema. Por el contrario, los sombreros de ala flexible, las ropas desestructuradas y anchas, las sopas, la beneficencia, la condescendencia, la llaneza, los colores leves, los gastos débiles, la relajación, la dejación, la distensión del éxito, los biocombustibles, los viajes sin jet lag, el mundo descargado de ansiedad y de peso inaugura un ambiente donde la segura tristeza irá creando un espacio acaso más humano y silencioso, frente a la ya patológica obligación de divertirse, gastar, trabajar sin freno, odiar al jefe y la pareja, tomar pastillas y condenarse a ser necesariamente feliz.

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13 de noviembre de 2008
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¿Y ahora qué hacemos?

La noche de su inesperada victoria en las urnas, un Robert Redford caracterizado como el candidato al Senado por California Bill McKay inquiere estupefacto a su jefe de campaña: "¿Y ahora qué hacemos?". La pregunta pertenece al filme El candidato, por el que su guionista Jeremy Larner obtuvo en Oscar al mejor guión en 1972. /upload/fotos/blogs_entradas/elcandidato1_med.jpgPero se acerca bastante a lo que venía sucediendo en la realidad. "Si salgo elegido, no quiero despertarme la mañana del 9 de noviembre y preguntarme a mí mismo, ¿y ahora qué hago yo con el mundo?", le dijo John F. Kennedy a su consejero Clark Clifford en agosto de 1960, cuando todavía era candidato a la presidencia. Más lejos en el tiempo, Harry Truman, todavía vicepresidente de Estados Unidos, le dijo a Eleanor Roosevelt en abril de 1945, ante su marido de cuerpo presente: "¿Puedo hacer algo por usted señora?". La enfática respuesta a quien iba a suceder al presidente fallecido fue la siguiente: "¿Hay algo que pueda hacer yo por usted? Es usted quien se halla en dificultades ahora".

La transición presidencial es uno de los grandes momentos en la historia americana. Es un período de vacío, que se llena con la celebración de un rito de paso, una compleja ceremonia para sustituir y civilizar el crimen más o menos ritualizado por el que las sociedades arcaicas eliminaban al jefe anciano y lo sustituían por otro más joven. Desde hace decenios se vienen estudiando y preparando las transiciones presidenciales americanas, hasta el punto de que existe un cuerpo de sólidos trabajos sobre cómo han sucedido hasta ahora y sobre cómo hay que preparar la que está en puertas. Esto último es lo que ha hecho Stephen Hess, que ha trabajado en varias ocasiones en la /upload/fotos/blogs_entradas/what_do_you_now_med.jpgCasa Blanca desde los años cincuenta como uno de esos consejeros que vemos en El Ala Oeste, en un libro que lleva por título el mismo que la columna (What do we do now?) y está redactado como un manual escolar dirigido al presidente novicio, incluidos ejercicios y cuestionarios. También lo han hecho Kurt Campbell y James Steinberg, politólogos ambos y el segundo consejero también de Bill Clinton (Transiciones difíciles. Dificultades en la política exterior en los comienzos del poder presidencial), que consideran esta transición como una de las más complejas y arriesgadas: es la primera después del 11-S, hay dos guerras abiertas y una crisis económica que amenaza con una profunda recesión y es producto de un fuerte antagonismo y de una ruptura drástica con la anterior presidencia.

Obama y su gente forman quizás el equipo humano más preparado para aplicar esos buenos consejos de los especialistas sobre cómo hacerlo. Saben, por ejemplo, que no hay que confundir las etapas. Hay que tener un equipo para la campaña, que es el que han encabezado los davides, Axelrod y Plouffe. Otro para la transición propiamente dicha, que encabeza el último jefe de gabinete de Clinton, John Podesta. Un tercero, el que se pondrá al mando el 21 de enero, y que ya tiene como piloto a Rahm Emmanuel, jefe de gabinete de Obama. Y otros más para tareas específicas, como el que se presentó el pasado viernes, en la primera conferencia de prensa, que permitió fotografiar juntos a todos sus asesores económicos, un impresionante plantel donde hay desde ex secretarios del Tesoro hasta empresarios millonarios.

La transición empieza con la campaña y termina con los cien días, período inventado precisamente por Roosevelt, ahora tan citado, para poner en marcha su plan contra la Gran Recesión. Pero su núcleo es el período actual, esas once semanas en que hay un presidente pato cojo casi desposeído de poder, pero capaz de seguir firmando decretos. Bush lo está haciendo en temas ideológicamente muy propios: en cuestión de libertades, con nuevas autorizaciones al FBI para espiar a los ciudadanos; en medioambiente, con el levantamiento de la protección de especies en extinción y de la prohibición de emisiones y residuos cerca de zonas protegidas; y, en costumbres, con nuevos límites al acceso de las mujeres al derecho a interrumpir el embarazo y a la información sobre salud reproductiva. El nuevo presidente, sin poder ejecutivo todavía, puede presionar para que la industria automovilística severamente tocada por la crisis reciba ayudas antes de instalarse en la Casa Blanca, pero preferirá no quemarse todavía en otras iniciativas, como ese Breton Woods II del próximo sábado. Obama tiene, además, otro equipo trabajando desde hace siete meses en 200 primeras medidas para destejer la tela de araña de Bush antes de que esa difícil transición toque a su fin. Y esto es algo que se produce, normalmente, alrededor de cien días después, cuando llegan los primeros y grandes desengaños.

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13 de noviembre de 2008
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Literatura a dos manos

Rafael Argullol: La imagen que nosotros defendemos del escritor que es aquél que se vierte o intenta verter lo que su experiencia y verdad le dictan no puede estar escribiendo coaccionado por esa especie de ojo orwelliano que le juzgará según las tramas que construye.
Delfín Agudelo: Hay un tipo de publicaciones con las cuales nunca he podido saber en realidad qué criterio adoptar, que es la correspondencia de los escritores. Textos que en sí son destinados a una intimidad y una interioridad que luego son rescatados y son puestos a luz pública, pero que no están bajo este marco de publicación que el mismo escritor contempló. ¿Por qué vamos a leer este tipo de escritura si este juego de desvelar su verdad es lo que está haciendo en el libro? Me encanta leer la correspondencia, pero no deja de tener cierto elemento de voyerismo.
R:A.: El tema de la correspondencia es complicado, sobre todo en los escritores clásicos. En nuestro tiempo la correspondencia en cuanto a género literario ha desaparecido como tal, pero sigue existiendo una tradición literaria a través de la correspondencia. Ahora acaba de publicarse en España la correspondencia de Tolstoi, y evidentemente tiene que ser publicada porque nos da una luz muy importante sobre su obra y toda su época. Aunque es un tema complicado, creo que hay una correspondencia que es un auténtico género literario; podríamos decir el género literario escrito a dos manos, en muchos casos con una clara voluntad enmarcarse en este género literario. En cambio lo que me parece mucho más discutible es que se tenga que publicar la correspondencia que puramente refleja una intimidad por parte de quien la ha escrito; una intimidad personal, casi fisiológica de ese personaje. Creo que ahí se podría influenciar, pero también cuestionar, que muchas veces las fronteras entre una cosa y la otra son difíciles. Acabo de citar a Mann y es muy difícil, en su correspondencia, separar lo que son sus obsesiones narcisistas, egocéntricas, sus propias tendencias sexuales más o menos larvadas de lo que pueda decir sobre la cultura, literatura o política de su época.

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13 de noviembre de 2008
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IV. Las filas delanteras del autobús de Montgomery

La noche de julio del 2004 en que se encuentran en el vestíbulo del hotel de Boston, Obama le ha dicho a Lévy que nunca se debe ir más rápido que la música, que los Estados Unidos es un país de carreras meteóricas, pero efímeras, y que a lo mejor su esplendente discurso en la convención sería olvidado, porque el mes entrante otro estaría bajo las reflectores. /upload/fotos/blogs_entradas/bernardhenry_lvy_med.jpgPero Lévy  advierte que no está hablando en serio, y que con su postura de marcar la distancia de cualquier grupo racial, algo importante puede ponerse en juego en el futuro. ¿Será Obama el primer negro en entender, se pregunta, que en lugar de usar la culpa, como víctima, debe usar la seducción, la esperanza en lugar del reproche? ¿Sería aquel el comienzo del fin de las ideologías basadas en la identidad racial?

No la ausencia de identidad, en lo que Lévy se equivoca, sino la búsqueda de una síntesis trascendente, escuchando primero la voz de la historia. Por eso en su discurso de Filadelfia sobre la raza cita a William Faulkner, el gran  novelista blanco del profundo sur de los esclavos negros. "El pasado no está muerto ni enterrado", dice Faulkner. "De hecho, no es ni siquiera pasado". Y el mismo  Obama advierte entonces que tenemos que cargar con nuestro pasado, sin convertirnos en víctimas de ese pasado. Y que los sueños de uno no tienen que realizarse a expensas de los sueños de los demás.

Es Rosa Parks, la costurera negra, la que habla ahora, sentada por fin en las filas delanteras del autobús que recorre las calles de Montgomery.

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13 de noviembre de 2008
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Un misterio nada elemental

¿Por qué perdura Sherlock Holmes? A simple vista, deberíamos considerar los relatos de Sir Arthur Conan Doyle, y por extensión a su personaje central, como puro objeto de nostalgia. ¿Un hombre que puede ‘leer' la realidad como si fuese un texto, entendiendo hasta lo que el mundo se empeña en ocultar mediante el uso de una percepción afiladísima en combinación con sus conocimientos, su capacidad de asociación y su imaginación prospectiva? /upload/fotos/blogs_entradas/the_sevenpercent_solution_med.jpg¿En este universo donde la realidad suele arrollarnos mucho antes de que tengamos la posibilidad de entender qué nos volteó? Holmes no desciende de los monos sino del pensamiento positivista y su fe en los poderes del raciocinio -lindantes con lo místico, más allá de la contradicción: ¿o acaso no fue Doyle mismo un ávido cultor del espiritismo? Y en estas sociedades al filo de una nueva Edad Media, ya nadie tiene fe en el intelecto per se. ¡Le hemos consagrado altares y civilizaciones, y miren dónde nos ha conducido!

Sin embargo Holmes perdura. De tanto en tanto resurgen nuevas películas o miniseries que lo tienen por centro, algunas siguiendo literalmente los relatos de Conan Doyle, otras tomándose todas las libertades. Todavía recuerdo el entusiasmo que me produjo la novela The Seven-Per-Cent Solution, de Nicholas Meyer, a mediados de los 70, no sólo porque resucitaba a Sherlock enviándolo a nuevas aventuras -a esa altura ya me había leido todas las originales- sino también porque se animaba a cruzarlo con otro personaje central a su época, en este caso real: el ilustre Sigmund Freud. No recuerdo haber visto el film que después dirigió Herbert Ross, con Alan Arkin en el papel de Freud, y quizás la novela no resista hoy una releida. Pero la idea de cruzar a Holmes con Freud fue y es brillante. Algunos años después Alan Moore recurriría al mismo artilugio en The League of Extraordinary Gentlemen, sólo que en este caso entrecruzando personajes de ficción que resultaban coetáneos: el capitán Nemo, Mr. Hyde, el Hombre Invisible, Allan Quatermain...

/upload/fotos/blogs_entradas/michael_chabon_the_final_solution_med.jpgLa novela de Michael Chabon The Final Solution, que enfrenta al detective casi nonagenario con el horror nada positivista del Holocausto, es del año 2005. Gregory House, el médico protagonista de la serie Dr. House, es una creación inspirada a consciencia en el Holmes más misántropo. Y ahora, mientras Guy Ritchie filma una peli de Holmes con Jude Law como Watson y Robert Downey Jr. como el detective (Downey es brillante aunque nadie en sus cabales pensaría en él como Holmes; y sin embargo, nadie pensaba tampoco que Downey podía interpretar a Chaplin), se prepara otra peli en clave de comedia, en este caso con Sacha Baron Cohen, o sea Borat, en el rol protagónico.

Holmes sigue siendo interesante en estos tiempos ya no por la enormidad de su intelecto (Bill Gates también es un cerebro, y no sugiere misterio alguno), sino por la oscuridad que ese intelecto hiperdesarrollado pretende disimular. ¿Una sexualidad inexistente o al menos mantenida en secreto, ataques de melancolía al son del violín, un hábito de cocaína en solución al siete por ciento? Lo que seduce de Holmes no es tanto lo que revela, sino lo que esconde. Por eso seguiremos virtiendo nuestra imaginación en el centro oscuro de su ser, porque en ese pozo sin fondo más que a Holmes, nos encontramos a nosotros mismos.  

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13 de noviembre de 2008
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Rachida Dati: por la ropa muere el pez

La tentación de la alta costura, de los diseñadores, de vestir mejor que bien. ¿Por qué caeremos las mujeres en esa trampa una y otra vez? ¿por qué no llevar encima una simple bata de franela para no levantar sospechas? Sobre todo, las políticas tendrían que andarse con pies de plomo y no exhibir sus galas en público. Claro que si no las enseñan ¿para qué las quieren? No sólo se ha pasado de la raya Sarah Palin, sino también la ministra de Justicia de Francia, Rachida Dati. Al igual que le pasó a McCain con la Palin, también Sarkozy se está apartando de la Dati. Ya no está Cecilia para protegerla, ¿será por eso?.

Esta mujer guapa, embarazada de padre anónimo, con una "vida sentimental muy complicada", según sus propias palabras, muy criticada por la magistratura, se dejó tentar por el diablo al posar para Paris Match con ropa de Dior, y para colmo no devolver los vestidos al modista (ver: Días difíciles para la Cenicienta, de Antonio Jiménez Barca, El País, 9-11-2008), con lo que el tono frívolo ha subido algunos decibelios más de lo debido. Algunas damas se le han tirado a la yugular, seguramente con razón pero también ¿con algo de celillos?, y los hombres... porque dicen que es una incompetente, ¿será sólo por eso?

Rachida, ya que estás en la cuerda floja, por lo menos se tú misma, ve elegante. No devuelvas los vestidos.

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12 de noviembre de 2008
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Los tiempos están cambiando, un poco

Estoy en Sevilla, entre cine europeo y cine europeo, pero menos. Quiero decir que ayer vi una película de profundas raíces españolas. Que también serán europeas pero que lo disimulan. Una vez más la ficción cinematográfica está en otro lado, por más que pretenda ser bastante fiel- ¡un error!- a la obra de la que parte. /upload/fotos/blogs_entradas/algaida_med.jpgEl guión cinematográfico surge de la lectura de la novela de Alejandro López Andrada, El libro de las aguas. Emocionante historia de la posguerra española, de la vida, los rencores, las envidias, crímenes y persecuciones en una hermosa tierra, en la cordobesa región de Los Pedroches. Allí la vida, para muchos, fue dura por el trabajo, la distribución de la propiedad y la dureza de la guerra. Pueblos de perdedores de la guerra, sierra de maquis y, también, lugares de señoritos franquistas y de serviles lacayos. En fin, una parte de nuestra propia historia. Todo eso, más unos elementos de espiritualidad, de visiones del más allá, que persiguen en la vida y en la obra a mi querido amigo, el poeta, narrador y ensayista, López Andrada, lo encontré de manera emocionante en la novela de Andrada.

Ahora veo la película, dirigida por Antonio Giménez Rico, interpretada, entre otros por Lolita Flores y una hija, Elena Furiase. Y todo es otra cosa. No por las actrices, ni por algunos sólidos y eficaces actores, sino por una falta de verdadera emoción que se escapa en el cine y que tenía en la literatura.

La película, sin ser gran cosa, es digna, correcta, bien intencionada, de bellos paisajes, de buena "factura" y sin embargo carente de esa verdad que deben tener las obra perdurables. Es difícil, lo sé. Espero que en su próxima excursión a tiempos de guerra, Antonio Giménez Rico, que piensa roda una obra muy notable de su paisano Oscar Esquivias esté más acertado.

Quizá lo que me pareció más notable, lo que me dio la sensación de que algunas cosas, algunas gentes, han cambiado en este país, y para bien, fue la propia presencia de Lolita Flores y su hija en la película. Me gustó que la hija de Lola Flores -que fue un icono del franquismo, quizá a su pesar- sea ahora la intérprete de una mujer castigada por tener un marido republicano. Y que su sobrino, otro hijo de republicanos castigados en la historia, se enamore de su hija, de la nieta de "la Faraona", que interpreta a una chica que ayuda a los maquis. Sé que es una ficción, pero hace unos años era impensable que con ese apellido, con ese peso de lo que quisieron que representara su madre, dos Flores sean ahora la imagen de los perseguidos por los franquistas. Querido Bob, es verdad, los tiempos están cambiando.

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12 de noviembre de 2008
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El Boomeran(g)
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